Las Noticias de hoy 22 Abril 2023

Enviado por adminideas el Sáb, 22/04/2023 - 11:49

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Ideas Claras

DE INTERES PARA HOY    sábado, 22 de abril de 2023       

Indice:

ROME REPORTS

Francisco: Las llagas de sus manos y sus pies, son las pruebas de su amor

Francisco: Pascua en Oriente Medio ¡Que el Señor esté cerca de ellos y les ayude a hacer la paz!

“No nos cansemos de ser sus testigos, sobre todo en los momentos de tribulación”

No se mata en nombre de Dios, pero por Él se puede dar la vida

PERMANECERÁ HASTA EL FIN DE LOS TIEMPOS : Francisco Fernandez Carbajal

Evangelio del sábado: la barca no se hundirá

“Nadie da lo que no tiene” : San Josemaria

El pecado y la misericordia de Dios : Pablo Martí del Moral - Santiago Sanz

«El lama me dijo que tenía que ir a Misa todos los días»

EL DÍA MÁS HERMOSO DE LA HISTORIA. VOLVER A NUESTRA GALILEA : José Martínez Colín

El amor duele : Ana Teresa López de Llergo

Consejos para padres divorciados : Lucía Legorreta

Fabricar hijos: la nueva esclavitud del siglo XXI : Pilar María Estellés Peralta

El dilema ético de los úteros artificiales para el desarrollo del fetonato : Lucía Gómez Tatay

Cambio de sexo, de género, de seso. : José Luis Velayos

¿Cómo aprenden los niños? Así funciona su cerebro y así lo puedes potenciar : Mª José Calvo

¿Individualismo versus familia? : JD Mez Madrid

Seres complementarios : Domingo Martínez Madrid

Ahora tenemos uniones de hecho : Jesús Domingo Martínez

Merecedores de todos los respetos : Pedro García

Martínez de Aguirre: “Facilitar el divorcio cambia la visión del matrimonio”

 

 

ROME REPORTS

 

Francisco: Las llagas de sus manos y sus pies, son las pruebas de su amor

Palabras del Santo Padre antes del Regina Coeli

 

Regina Coeli 16 abril 2023 © Vatican Media

Alas 12 del mediodía de hoy, II Domingo de Pascua o Domingo de la Divina Misericordia, el Santo Padre
Francisco se asomó a la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico Vaticano para recitar el Regina Coeli con los fieles y peregrinos congregados en la Plaza de San Pedro.

Estas son las palabras del Papa al introducir la oración mariana:

***

Palabras del Papa

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy, domingo de la Divina Misericordia, el Evangelio nos narra dos apariciones de Jesús resucitado a los discípulos y en particular a Tomás, el “apóstol incrédulo” (cfr Jn 20,24-29).

Tomás, en realidad, no es el único al que le cuesta creer, es más nos representa un poco a todos nosotros. De hecho, no siempre es fácil creer, especialmente cuando, como en su caso, se ha sufrido una gran decepción. Después de una gran decepción es difícil creer. Ha seguido a Jesús durante años, corriendo riesgos y soportando penalidades, pero el Maestro fue crucificado como un delincuente y nadie lo ha liberado, ¡nadie ha hecho nada! Ha muerto y todos tienen miedo. ¿Cómo fiarse todavía? ¿Cómo fiarse de la noticia que dice que está vivo? La duda está dentro de él

Pero Tomás demuestra que tiene valentía: mientras los otros están encerrados en el cenáculo por el miedo, él sale, con el riesgo de que alguien pueda reconocerlo, denunciarlo y arrestarlo. Podríamos incluso pensar que, con su valentía, merecería más que los otros encontrar al Señor resucitado. Sin embargo, precisamente por haberse alejado, cuando Jesús se aparece por primera vez a los discípulos la noche de Pascua, Tomás no está y pierde la ocasión. Se había alejado de la comunidad. ¿Cómo podrá recuperarla? Solo volviendo con los otros, volviendo allí, en esa familia que ha dejado asustada y triste. Cuando lo hace, cuando vuelve, le dicen que Jesús ha venido, pero a él le cuesta creer; quisiera ver sus llagas. Y Jesús le complace: ocho días después, aparece de nuevo en medio de sus discípulos y le muestra sus llagas, las manos, los pies, esas llagas que son las pruebas de su amor, que son los canales siempre abiertos de su misericordia.

Reflexionemos sobre estos hechos. Para creer, Tomás quisiera una señal extraordinaria: tocar las llagas. Jesús se las muestra, pero de forma ordinaria, yendo delante de todos, en la comunidad, no fuera. Como diciéndole: si tú quieres encontrarme no busques lejos, quédate en la comunidad, con los otros; y no te vayas, reza con ellos, parte con ellos el pan. Y nos lo dice a nosotros también. Es ahí que puedes encontrarme, es ahí que te mostraré, impresas en mi cuerpo, las señales de las llagas: las señales del Amor que vence el odio, del Perdón que desarma la venganza, las señales de la Vida que derrota la muerte. Es ahí, en la comunidad, que descubrirás mi rostro, mientras con los hermanos compartes momentos de oscuridad y de miedo, aferrándote aún más fuerte a ellos. Sin la comunidad es difícil encontrar a Jesús.

Queridos hermanos y hermanas, la invitación hecha a Tomás es válida también para nosotros. Nosotros, ¿dónde buscamos al Resucitado? ¿En algún evento especial, en alguna manifestación religiosa espectacular o sorprendente, únicamente en nuestras emociones o sensaciones? ¿O en la comunidad, en la Iglesia, aceptando el desafío de quedarnos, aunque no sea perfecta? No obstante todos sus límites y sus caídas, que son nuestros límites y nuestras caídas, nuestra Madre Iglesia es el Cuerpo de Cristo; y es ahí, en el Cuerpo de Cristo, que se encuentran impresas, todavía y para siempre, las señales más grandes de su amor. Pero, preguntémonos si, en nombre de este amor, en nombre de las llagas de Jesús, estamos dispuestos a abrir los brazos a quien está herido por la vida, sin excluir a nadie de la misericordia de Dios, sino acogiendo a todos; cada uno como un hermano, como una hermana. Dios acoge a todos, Dios acoge a todos.

María, Madre de Misericordia, nos ayude a amar a la Iglesia y a hacer una casa acogedora para todos.

 

 

 

Francisco: Pascua en Oriente Medio ¡Que el Señor esté cerca de ellos y les ayude a hacer la paz!

Palabras del Santo Padre después de la oración mariana

Regina Coeli 2023 © Vatican Media

En Rusia y en Ucrania hoy celebran la Pascua. ¡Que el Señor esté cerca de ellos y les ayude a hacer la paz! dijo el Papa Francisco después de la oración del Regina Coeli de  este domingo, 16 de abril de 2023, Domingo de la Divina Misericordia , a los peregrinos y fieles reunidos en la Plaza de San Pedro.

Estas fueron las palabras del Papa después de la oración mariana, ofrecidas por la Oficina de Prensa de la Santa Sede

Deseo expresar mi cercanía a todos los hermanos y las hermanas que, especialmente en oriente, hoy celebran la Pascua: ¡queridos, el Señor resucitado esté con vosotros y os colme con su Espíritu Santo! ¡Buena Pascua a todos vosotros!

Y lamentablemente, en marcado contraste con el mensaje pascual, las guerras siguen, y siguen sembrando muerte en formas espeluznantes. ¡Aflijámonos por estas atrocidades y recemos por sus víctimas, pidiendo a Dios que el mundo ya no deba vivir más el espanto de la muerte violenta de la mano del hombre, sino el estupor de la vida que Él da y que renueva con su gracia!

Sigo con preocupación los acontecimientos que están teniendo lugar en Sudán. Estoy cerca del pueblo sudanés, ya tan probado, e invito a rezar para que se depongan las armas y prevalezca el diálogo, para retomar juntos el camino de la paz y de la concordia.

Y pienso también en nuestros hermanos y hermanas que en Rusia y en Ucrania hoy celebran la Pascua. ¡Que el Señor esté cerca de ellos y les ayude a hacer la paz!

¡Saludo a todos vosotros, romanos y peregrinos! En particular a los grupos de oración que cultivan la espiritualidad de la Divina Misericordia, reunidos hoy en el Santuario del Santo Espíritu en Sassia. Y, seguro de interpretar los sentimientos de los fieles de todo el mundo, dirijo un pensamiento agradecido a la memoria de san Juan Pablo II, en estos días objeto de acusaciones ofensivas e infundadas.

Saludo a los grupos venidos de Francia, Brasil, España, Polonia, Lituania; los chicos del colegio Saint-Jean de Passy de París con educadores y familiares. Saludos a los fieles de Pescara, los alumnos de la escuela Santa María en Nives de Génova y a los chicos de Marcheno, Brescia.

Saludo a los bomberos de diferentes países europeos, reunidos en Roma para una gran manifestación abierta a los ciudadanos. ¡Gracias por vuestro servicio! Y os digo una cosa: cuando yo rezo por vosotros pido una gracia: ¡que no tengáis trabajo!

A todos os deseo un feliz domingo. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí. Buen almuerzo y hasta pronto.

 

 

“No nos cansemos de ser sus testigos, sobre todo en los momentos de tribulación”

Catequesis del santo Padre

 

Audiencia general, 5 octubre 2022 © Vatican Media

La audiencia general de esta mañana 19 de abril de 2023, tiene lugar a las 9.00 horas en la Plaza de San Pedro, donde el Santo Padre Francisco se reúne con grupos de peregrinos y fieles de Italia y de todo el mundo.

En su discurso, el Papa, centra su meditación sobre el tema: “La pasión por la evangelización: el celo apostólico del creyente 11. Los testigos: los mártires”

Tras resumir su catequesis en las distintas lenguas, el Santo Padre dirigió especiales expresiones especiales de saludo a los fieles presentes.

La Audiencia General concluye con el rezo del Pater Noster y la Bendición Apostólica.

A continuación, sigue el texto de la catequesis completa, los saludos y las palabras en español del Santo Padre.

***

Catequesis del Santo Padre

Catequesis. La pasión por la evangelización: el celo apostólico del creyente 11. Los testigos: los mártires

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hablando de la evangelización y hablando del celo apostólico, después de haber considerado el testimonio de san Pablo, verdadero “campeón” de celo apostólico, hoy nuestra mirada se dirige no a una única figura, sino a la constelación de los mártires, hombres y mujeres de todas las edades, lenguas y naciones que han dado la vida por Cristo, que han derramado la sangre por confesar a Cristo. Después de la generación de los Apóstoles, han sido ellos, por excelencia, los “testigos” del Evangelio. Los mártires: el primero fue el diácono san Esteban, lapidado fuera de las murallas de Jerusalén. La palabra “martirio” deriva del griego martyria, que significa precisamente testimonio.  Un mártir es un testigo, uno que da testimonio hasta derramar la sangre. Sin embargo, enseguida en la Iglesia se usó la palabra mártir para indicar a quien daba testimonio hasta el derramamiento de la sangre [1]. Es decir, en un principio la palabra mártir indicaba el testimonio dado todos los días, luego se utilizó para indicar al que da vida con el derramamiento.

Pero, los mártires no deben ser vistos como “héroes” que han actuado individualmente, como flores que han brotado en un desierto, sino como frutos maduros y excelentes de la viña del Señor, que es la Iglesia. En particular, los cristianos, participando asiduamente a la celebración de la Eucaristía, eran conducidos por el Espíritu a configurar su vida en la base de ese misterio de amor: es decir, sobre el hecho que el Señor Jesús había dado su vida por ellos y, por tanto, también ellos podían y debían dar la vida por Él y por los hermanos. Una gran generosidad, el camino de testimonio cristiano. San Agustín subraya a menudo esta dinámica de gratitud y de intercambio gratuito del don. Esto es, por ejemplo, lo que él predicaba con ocasión de la fiesta de san Lorenzo: «Ejercía el oficio de diácono. Allí administró la sagrada sangre de Cristo y allí derramó la suya por el nombre de Cristo. El misterio de esta cena lo expuso con toda claridad el bienaventurado apóstol Juan al decir: “Como Cristo entregó su vida por nosotros, así también nosotros debemos entregarla por nuestros hermanos” (1 Jn 3, 16) Esto, hermanos, lo entendió san Lorenzo; lo comprendió y lo realizó. En efecto, preparó cosas semejantes a las tomadas en aquella mesa. Amó a Cristo en su vida y le imitó en su muerte» (Sermón 304, 14; PL 38, 1395-1397). Así san Agustín explicaba el dinamismo espiritual que animaba a los mártires. Con estas palabras: los mártires aman a Cristo en su vida y lo imitan en su muerte.

Hoy, queridos hermanos y hermanas, recordamos a todos los mártires que han acompañado la vida de la Iglesia. Estos, como ya dije tantas veces, son más numerosos en nuestro tiempo que en los primeros siglos. Hoy hay muchos mártires en la Iglesia, muchos, porque por confesar la fe cristiana son expulsados de la sociedad o van a la cárcel… Son muchos. El Concilio Vaticano II nos recuerda que «el martirio, en el que el discípulo se asemeja al Maestro, que aceptó libremente la muerte por la salvación del mundo, y se conforma a Él en la efusión de su sangre, es estimado por la Iglesia como un don eximio y la suprema prueba de amor» (Const. Lumen gentium, 42). Los mártires, imitando a Jesús y con su gracia, convierten la violencia de quien rechaza el anuncio en una ocasión suprema de amor, que llega hasta el perdón de los propios verdugos. Interesante esto: los mártires perdonan siempre a los verdugos. Esteban, el primer mártir, murió rezando: “Señor, perdónales, no saben lo que hacen”. Los mártires rezan por los verdugos.

Si bien son solo algunos a los que se les pide el martirio, «todos deben estar prestos a confesar a Cristo delante de los hombres y a seguirle, por el camino de la cruz, en medio de las persecuciones que nunca faltan a la Iglesia» (ibid., 42). Pero, ¿esto de las persecuciones es cosa de entonces? No, no: hoy. Hoy hay persecuciones contra los cristianos en el mundo, muchos, muchos. Son más los mártires de hoy que los de los primeros tiempos. Los mártires nos muestran que todo cristiano está llamado al testimonio de la vida, también cuando no llega al derramamiento de la sangre, haciendo de sí mismo un don a Dios y a los hermanos, imitando a Jesús.

Y quisiera concluir recordando el testimonio cristiano presente en cada rincón de la tierra. Pienso, por ejemplo, en Yemen, una tierra desde hace muchos años herida por una guerra terrible, olvidada, que ha dejado tantos muertos y que todavía hoy hace sufrir a tanta gente, especialmente a los niños. Precisamente en esta tierra ha habido testimonios luminosos de fe, como el de las hermanas Misioneras de la Caridad, que han dado la vida allí. Todavía hoy están presentes en Yemen, donde ofrecen asistencia a ancianos enfermos y a personas con discapacidad. Algunas de ellas han sufrido el martirio, pero las otras siguen, arriesgan la vida y van adelante. Acogen a todos, de cualquier religión, porque la caridad y la fraternidad no tiene confines. En julio de 1998 Sor Aletta, Sor Zelia y Sor Michael, mientras volvían a casa después de la misa fueron asesinadas por un fanático, porque eran cristianas. Más recientemente, poco después del inicio del conflicto todavía en curso, en marzo de 2016, Sor Anselm, Sor Marguerite, Sor Reginette y Sor Judith fueron asesinadas junto a algunos laicos que las ayudaban en la obra de la caridad entre los últimos. Son los mártires de nuestro tiempo. Entre estos laicos asesinados, además de cristianos había fieles musulmanes que trabajaban con las hermanas. Nos conmueve ver cómo el testimonio de sangre puede unir personas de religiones diferentes. Nunca se debe asesinar en nombre de Dios, porque para Él somos todos hermanos y hermanas. Pero juntos se puede dar la vida por los otros.

Recemos para que no nos cansemos de testimoniar el Evangelio también en tiempo de tribulación. Que todos los santos y las santas mártires sean semillas de paz y de reconciliación entre los pueblos por un mundo más humano y fraterno, esperando que se manifieste en plenitud el Reino de los cielos, cuando Dios será todo en todos (cfr. 1 Cor 15,28).

[1] Orígenes, In Johannem, II, 210: «Cualquiera que dé testimonio de la verdad, ya sea de palabra o de hecho, o actuando de cualquier modo en su favor, puede legítimamente ser llamado testigo. Pero el nombre de testigo ( martyres) en sentido propio, la comunidad de hermanos, sorprendida por la fortaleza de los que lucharon por la verdad o la virtud hasta la muerte, ha tomado la costumbre de reservarlo para los que han testificado el misterio de la verdadera religión con el derramamiento de sangre».


Saludos:

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Por intercesión de los santos mártires, que proclamaron la fe hasta derramar su sangre, pidamos al Señor que no nos cansemos de ser sus testigos, sobre todo en los momentos de tribulación. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide. Muchas gracias.


Catequesis del Santo Padre. Resumen leído por el Santo Padre en español

Queridos hermanos y hermanas:

En esta catequesis reflexionamos sobre los mártires como testigos del Evangelio. La palabra martirio proviene del griego y significa dar testimonio. El primer mártir fue Esteban, que murió apedreado por confesar su fe en Cristo. Los mártires, por tanto, son hijos e hijas de la Iglesia —de diversas edades, lugares, lenguas, naciones— que han dado la vida por amor a Jesús.

Y este dinamismo espiritual que impulsaba a los mártires se va configurando en la celebración de la Eucaristía. Así como Cristo nos amó y se entregó por todos, quienes participan en la Misa sienten el deseo de responder gratuitamente a este amor con la oblación de la propia vida.

Quisiera recordar que también hoy, en diversas partes del mundo, sigue habiendo numerosos mártires que, a imitación de Jesús y con su gracia, aun en medio de la violencia y de la persecución, dan la mayor prueba de amor, ofreciendo su vida y llegando a perdonar a sus propios enemigos.

 

No se mata en nombre de Dios, pero por Él se puede dar la vida

Durante la audiencia general de esta mañana, el Papa habló del testimonio de los mártires, que no son héroes sino cristianos maduros en la fe y que hoy, repitió, son más numerosos que en los primeros siglos. Entre ellos, el Pontífice recordó a los misioneros de la caridad asesinados en Yemen. Y al final de este encuentro con los fieles de los cinco continentes invitó nuevamente a rezar por Ucrania "que sigue soportando terribles sufrimientos"

Tiziana Campisi – Ciudad del Vaticano

Bajo el tibio sol de este miércoles el Santo Padre llegó a plaza de San Pedro en su papamóvil para recorrer el hemiciclo de Bernini y abrazar, idealmente, a los fieles procedentes de distintas partes del mundo para escuchar su catequesis en el ámbito de la tradicional audiencia general. Como ya es costumbre, el Papa dio la bienvenida a algunos niños en el jeep que lo condujo entre los festivos peregrinos.

Una vez llegado al atrio de la basílica vaticana, el Obispo de Roma dio inicio a su undécima catequesis sobre el tema del celo apostólico, que dedicó, en esta ocasión, a las figuras de los mártires.

Frutos maduros y excelentes de la viña del Señor

Testigos del Evangelio "hasta el derramamiento de la sangre" y no héroes, aclaró el Pontífice, sino hombres y mujeres "que dieron su vida por Cristo", "frutos maduros y excelentes de la viña del Señor, que es la Iglesia".

Dinámica de gratitud y de reciprocidad gratuita del don

hasta la muerte fuera de las murallas de Jerusalén", recordó Francisco, al recurrir a san Agustín para explicar "el dinamismo espiritual que animaba a los mártires". En un discurso sobre san Lorenzo, el obispo de Hipona explicaba que el joven diácono de la diócesis de Roma comprendió y puso en práctica lo que Cristo hizo por los hombres, lo amó en su vida y lo imitó en su muerte, y así surgió en él una dinámica de gratitud y de reciprocidad gratuita del don.

Los cristianos están llamados al testimonio de la vida

Hoy, subrayó una vez más el Papa, los mártires son más numerosos que en los primeros siglos; son aquellos numerosos cristianos que, por confesar su fe, han sido expulsados de la sociedad o han sido encarcelados. Como precisa el Concilio Vaticano II, se asemejan a Cristo en la efusión de la sangre y su muerte es estimada por la Iglesia "como don insigne y prueba suprema de caridad".

“Los mártires, a imitación de Jesús y con su gracia, convierten la violencia de quienes rechazan el anuncio en una gran ocasión de amor, supremo de amor, que llega hasta el perdón de sus propios verdugos”

Francisco se detuvo en el perdón de los mártires hacia sus verdugos y afirmó, tal como se lee en la Lumen gentium, que "aunque sean pocos los llamados al martirio, 'todos, sin embargo, deben estar dispuestos a confesar a Cristo ante los hombres y a seguirlo por el camino de la cruz durante las persecuciones, que nunca faltan a la Iglesia'". A continuación, el Santo Padre recordó las numerosas persecuciones que existen hoy en el mundo, subrayando el mensaje que los mártires ofrecen a los creyentes.

“Los mártires nos muestran que todo cristiano está llamado al testimonio de la vida, incluso cuando no llegue hasta el derramamiento de la sangre, haciendo de sí mismo un don a Dios y a los hermanos, a imitación de Jesús”

Los mártires del siglo XXI

Entre los numerosos testigos cristianos, presentes "en todos los rincones del mundo", Francisco mencionó a los que han muerto en Yemen, "una tierra herida desde hace muchos años por una guerra terrible y olvidada", que ha matado a muchas personas "y que todavía hace sufrir a muchas personas, especialmente a los niños".

“En esta misma tierra ha habido brillantes testimonios de fe, como el de las Hermanas Misioneras de la Caridad que dieron allí su vida. Aún hoy siguen presentes en Yemen, donde ofrecen asistencia a ancianos enfermos y a personas con discapacidad. Algunas de ellas han sufrido el martirio, pero las demás continúan, arriesgan su vida y siguen adelante. Acogen a todos, estas hermanas, de cualquier religión, porque la caridad y la fraternidad no tienen fronteras”

Misioneras de la Caridad asesinadas en Yemen junto a fieles musulmanes

El pensamiento del Pontífice se dirigió asimismo a las religiosas Aletta, Zelia y Michael, asesinadas por ser cristianas por un fanático en julio de 1998, cuando volvían a casa después de la Misa. También recordó a las hermanas Anselm, Marguerite, Reginette y Judith, asesinadas en marzo de 2016 "junto con algunos laicos que las ayudaban en la obra de caridad entre los últimos". A quienes definió “mártires de nuestro tiempo”, recordando asimismo que, entre ellas, había creyentes musulmanes que trabajaban con esas monjas.

“Nos conmueve ver cómo el testimonio de la sangre puede unir a personas de distintas religiones. Nunca hay que matar en nombre de Dios, porque para Él todos somos hermanos. Pero juntos podemos dar la vida por los demás”

Semillas de paz para un mundo más humano y fraterno

No debemos cansarnos de "dar testimonio del Evangelio incluso en tiempos de tribulación", concluyó su catequesis Francisco, que invitó por ello a rezar, con la esperanza de que "todos los santos y santas mártires sean semilla de paz y reconciliación entre los pueblos para un mundo más humano y fraterno".

Oración por Ucrania

Tras el resumen de la catequesis en las demás lenguas, en que el Papa reiteró la importancia del testimonio de fe ofrecido con el martirio de la propia vida, antes de los saludos en italiano invitó a rezar por la "querida y martirizada Ucrania” que, reiteró Francisco, “sigue soportando terribles sufrimientos".

Saludos en nuestro idioma

Tras leer el resumen de su catequesis para los fieles de nuestro idioma, el Santo Padre los saludó con la sugerencia de dirigirse al Señor Jesús:

“Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Por intercesión de los santos mártires, que proclamaron la fe hasta derramar su sangre, pidamos al Señor que no nos cansemos de ser sus testigos, sobre todo en los momentos de tribulación. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide. Muchas gracias”

 

 

PERMANECERÁ HASTA EL FIN DE LOS TIEMPOS

— Indefectibilidad de la Iglesia, a pesar de las persecuciones, de las herejías, de las infidelidades.

— Los ataques a la Iglesia nos llevarán a amarla más, a desagraviar.

— Tampoco en nuestra vida faltarán momentos de oscuridad, de tribulación y de prueba. Seguridad junto al Señor. Ayuda de la Virgen.

I. Inmediatamente después de la multiplicación de los panes y de los peces, y cuando la multitud se hubo saciado, Jesús mismo la despidió y ordenó a sus discípulos que embarcaran. La tarde estaba ya muy avanzada.

Narra el Evangelio de la Misa1 que los Apóstoles se dirigieron hacia la otra orilla, hacia Cafarnaún. Ya había oscurecido y Jesús no estaba con ellos. Por el Evangelio de San Mateo sabemos que se despidió también de ellos y subió a un monte a orar2. El mar estaba agitado por el fuerte viento que soplaba3, y la barca estaba batida fuertemente por las olas, por tener el viento en contra4.

La tradición ha visto en esta barca la imagen de la Iglesia5 en medio del mundo, zarandeada a lo largo de los siglos por el oleaje de las persecuciones, de las herejías, de las infidelidades. «Aquel viento –comenta Santo Tomás– es figura de las tentaciones y de las persecuciones que padecerá la Iglesia por falta de amor. Porque como dice San Agustín, cuando se enfría el amor aumentan las olas... Sin embargo, el viento, la tempestad, las olas y las tinieblas no conseguirán que la nave se aparte de su rumbo y quede destrozada»6. Desde los primeros momentos tuvo que afrontar contradicciones de dentro y de fuera. También en nuestros días sufre esos embates nuestra Madre la Iglesia, y con ella sus hijos. «No es algo nuevo. Desde que Jesucristo Nuestro Señor fundó la Santa Iglesia, esta Madre nuestra ha sufrido una persecución constante. Quizá en otras épocas las agresiones se organizaban abiertamente; ahora, en muchos casos, se trata de una persecución solapada. Hoy como ayer, se sigue combatiendo a la Iglesia (...).

»Cuando oímos voces de herejía (...), cuando observamos que se ataca impunemente la santidad del matrimonio, y la del sacerdocio; la concepción inmaculada de Nuestra Madre Santa María y su virginidad perpetua, con todos los demás privilegios y excelencias con que Dios la adornó; el milagro perenne de la presencia real de Jesucristo en la Sagrada Eucaristía, el primado de Pedro, la misma Resurrección de Nuestro Señor, ¿cómo no sentir toda el alma llena de tristeza? Pero tened confianza: la Santa Iglesia es incorruptible»7.

Nos hacen sufrir los ataques a la Iglesia, pero a la vez nos da una inmensa seguridad y una gran paz que Cristo mismo esté dentro de la barca; vive para siempre en la Iglesia, y por eso las puertas del Infierno no prevalecerán contra ella8; durará hasta el fin de los tiempos. Todo lo demás, todo lo humano pasa; pero la Iglesia permanece siempre tal como Cristo la quiso. El Señor está presente, y la barca no se hundirá, aunque a veces se vea zarandeada de un lado para otro. Esta asistencia divina fundamenta nuestra inquebrantable fe: la Iglesia, frente a todas las contingencias humanas, siempre permanecerá fiel a Cristo en medio de todas las tempestades, y será el sacramento universal de salvación. Su historia es un milagro moral permanente en el que podemos fortalecer siempre nuestra esperanza.

Ya en tiempos de San Agustín los paganos afirmaban: «La Iglesia va a perecer, los cristianos ya han terminado». A lo cual respondía el Santo Doctor: «Sin embargo, yo os veo morir cada día y la Iglesia permanece siempre en pie, anunciando el poder de Dios a las sucesivas generaciones»9.

¡Qué poca fe la nuestra si se insinúa la duda, porque ha arreciado la tempestad contra Ella, contra sus instituciones o contra el Romano Pontífice y los obispos! No nos dejemos impresionar por las circunstancias adversas, porque perderíamos la serenidad, la paz y la visión sobrenatural. Cristo está siempre muy cerca de nosotros y nos pide confianza. Está junto a cada uno, y no debemos temer nada. Hemos de rezar más por su Iglesia, ser más fieles a nuestra propia vocación, hacer más apostolado entre nuestros amigos, desagraviar más.

II. La indefectibilidad de la Iglesia significa que esta tiene carácter imperecedero, es decir, que durará hasta el fin del mundo, e igualmente que no sufrirá ningún cambio sustancial en su doctrina, en su constitución o en su culto.

El Concilio Vaticano I dice de la Iglesia que posee «una estabilidad invicta», y que, «edificada sobre una roca, subsistirá firme hasta el fin de los tiempos»10.

La razón de la permanencia de la Iglesia está en su íntima unión a Cristo, que es su Cabeza y Señor. Después de subir a los cielos envió a los suyos el Espíritu Santo para que les enseñase toda la verdad11, y cuando les encargó predicar el Evangelio a todas las gentes, les aseguró que Él estaría siempre con ellos todos los días hasta el fin del mundo12.

La Iglesia da muestras de su fortaleza resistiendo, inconmovible, todos los embates de las persecuciones y de las herejías. El Señor mismo mira por ella, «ya sea iluminando y fortificando a la jerarquía para que cumpla fiel y fructuosamente su cargo, ya sea –en circunstancias muy graves sobre todo– suscitando en el seno de la Madre Iglesia, hombres y mujeres insignes por su santidad, a fin de que sirvan de ejemplo a los demás cristianos para acrecentamiento de su Cuerpo místico. Añádase a esto que Cristo desde el Cielo mira siempre con particular afecto a su Esposa inmaculada, que sufre en el desierto de este mundo, y, cuando la ve en peligro, por sí mismo o por sus ángeles o por Aquella que invocamos como auxilio de los cristianos y por otros abogados celestiales, la libra de las oleadas de la tempestad y, una vez calmado y apaciguado el mar, la consuela con aquella paz que sobrepuja todo entendimiento (Flp 4, 7)»13. La fe nos atestigua que esta firmeza en su constitución y en su doctrina durará siempre, hasta que Él venga14.

«En ciertos ambientes, sobre todo en los de la esfera intelectual, se aprecia y se palpa como una consigna de sectas, servida a veces hasta por católicos, que –con cínica perseverancia– mantiene y propaga la calumnia, para echar sombras sobre la Iglesia, o sobre personas y entidades, contra toda verdad y toda lógica.

»Reza a diario, con fe: “ut inimicos Sanctae Ecclesiae –enemigos, porque así se proclaman ellos– humiliare digneris, te rogamus audi nos!”. Confunde, Señor, a los que te persiguen, con la claridad de tu luz, que estamos decididos a propagar»15.

Los ataques a la Iglesia, los malos ejemplos, los escándalos nos llevarán a amarla más, a pedir por esas personas y a desagraviar. Permanezcamos siempre en comunión con Ella, fieles a su doctrina, unidos a sus sacramentos, dóciles a la jerarquía.

III. Cuando ya los Apóstoles habían remado unas tres millas, Jesús llega inesperadamente caminando sobre las aguas, para robustecer su fe débil y para darles ánimos en medio de la tempestad. Se acercó y les dijo: Soy yono temáisEntonces ellos quisieron recibirle en la barca; y al instante la barca llegó a tierra, a donde iban16.

En nuestra vida personal quizá no falten tempestades –momentos de oscuridad, de turbación interior, de incomprensiones...– y, con más o menos frecuencia, situaciones en las que deberemos rectificar el rumbo, porque nos hayamos desviado. Entonces, procuremos ver al Señor que viene siempre entre la tormenta de los sufrimientos, sepamos aceptar las contrariedades con fe, como bendiciones del Cielo, para purificarnos y acercarnos más a Dios.

Soy yo, no temáis. Quien reconoce la voz tranquilizadora de Cristo en medio de los sinsabores, del tipo que sean, encuentra enseguida la seguridad de llegar a tierra firme: ellos quisieron recibirle en la barca; y al instante la barca llegó a tierra, a donde iban, a donde quería el Señor que fueran. Basta estar en su compañía para sentirnos seguros siempre. La inseguridad nace cuando se debilita nuestra fe, cuando no acudimos al Señor porque parece que no nos oye o que se despreocupa de nosotros. Él sabe bien lo que nos pasa, y quiere que acudamos a Él en demanda de ayuda. Nunca nos dejará en un apuro. ¡Qué confianza deben darnos las palabras de Jesús que hoy recoge la Antífona de comunión!: Padre, este es mi deseo: que los que me confiaste estén conmigo donde yo estoy...17.

Puede parecer, en algunos tiempos más o menos largos, que Cristo no está, como si nos hubiera abandonado o no escuchara nuestra oración. Pero Él nunca abandona. Los ojos del Señor están puestos en sus fieles... –escucharemos en el Salmo responsorial–, para librar sus vidas de la muerte18.

Si permanecemos cerca del Señor, mediante la oración personal y los sacramentos, lo podremos todo. Con Él, las tempestades interiores y de fuera, se tornan ocasiones de crecer en fe, en esperanza, en caridad, en fortaleza... Quizá con el paso del tiempo comprendamos el sentido de esas dificultades.

De todas las pruebas, tentaciones y tribulaciones por las que hemos de pasar, si estamos junto a Cristo, saldremos con más humildad, más purificados, con más amor a Dios. Y siempre contaremos con la ayuda de nuestra Madre del Cielo. «No estás solo. —Lleva con alegría la tribulación. —No sientes en tu mano, pobre niño, la mano de tu Madre: es verdad. —Pero... ¿has visto a las madres de la tierra, con los brazos extendidos, seguir a sus pequeños, cuando se aventuran, temblorosos, a dar sin ayuda de nadie los primeros pasos? —No estás solo: María está junto a ti»19. Está en todo momento, pero particularmente cuando, por los motivos que sean, lo pasamos mal. No dejemos de acudir a Ella.

1 Cfr. Jn 6, 16-21. — 2 Cfr. Mt 14, 23. — 3 Cfr. Jn 6, 18. — 4 Cfr. Mt 14, 24. — 5 Cfr. Tertuliano, De Baptismo, 12. — 6 Santo Tomás, Comentario sobre San Juan, in loc. — 7 San Josemaría Escrivá, Homilía El fin sobrenatural de la Iglesia, 28-V-1972. — 8 Mt 16, 18. — 9 Citado por G. Chevrot, Simón Pedro, p. 116. — 10 Dz 1824. — 11 Cfr. Jn 14, 16. — 12 Cfr. Mt 28, 20. — 13 Pío XII, Enc. Mystici Corporis, 29-VI-1943. — 14 Cfr. 1 Cor 11. — 15 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 936. — 16 Jn 6, 20-21. — 17 Jn 17, 24. — 18 Sal 32. — 19 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 900.

 

Evangelio del sábado: la barca no se hundirá

Comentario del sábado de la 2.ª semana de Pascua. “Soy yo, no temáis”. Caminando sobre las aguas, Jesús sale al encuentro de los apóstoles para darles paz y enseñarles que por la fe su barca no sucumbirá ante ninguna tempestad.

22/04/2023

Evangelio (Jn 6,16-21)

Cuando estaba atardeciendo, bajaron sus discípulos al mar, embarcaron y pusieron rumbo a la otra orilla, hacia Cafarnaún. Ya había oscurecido y Jesús aún no se había reunido con ellos. El mar estaba agitado a causa del fuerte viento que soplaba. Después de remar unos veinticinco o treinta estadios, vieron a Jesús que andaba sobre el mar y se acercaba hacia la barca, y les entró miedo. Pero él les dijo:

—Soy yo, no temáis.

Entonces ellos quisieron que subiera a la barca; y al instante la barca llegó a tierra, al lugar adonde iban.


Comentario

Después de considerar ayer el milagro de la multiplicación de los panes y de los peces, la Liturgia nos propone hoy otro prodigio sublime: Jesús que sale al encuentro de los discípulos en mitad de una tempestad caminando sobre las aguas.

Esta acción asombrosa del Señor refleja una vez más su poder, que domina la naturaleza, y que vuelve a sorprender a la fe, todavía pequeña, de los apóstoles.

Si en el libro del Éxodo se narra la salida del pueblo de Israel de Egipto, atravesando el mar Rojo a pie, gracias a la acción de Dios por mediación de Moisés, en este episodio Jesús se muestra más grande que el “mayor de los profetas”, puesto que ni siquiera necesita separar las aguas para poder acercarse a la barca que andaba en apuros.

Del mismo modo, la expresión que utiliza Jesús para que le reconocieran: “Soy yo”, es la misma que empleó Dios para darse a conocer a Moisés en el episodio de la zarza ardiente (Cfr. Ex 3,8).

Los cristianos de todos los tiempos, precedidos y también representados por los discípulos que se encontraban atemorizados en la barca, necesitamos del poder de Dios para no sucumbir ante la tempestad. Decía santo Tomás, comentando un texto de san Agustín, que si tenemos una fe grande en la acción de Dios «el viento, la tempestad, las olas y las tinieblas no conseguirán que la nave se aparte de su rumbo y quede destrozada».

Esa barca que representa a la Iglesia, aparentemente débil ante semejante temporal, siempre saldrá a flote porque el que la guía es, en última instancia, el mismo Jesucristo.

 

 

“Nadie da lo que no tiene”

Convéncete: tu apostolado consiste en difundir bondad, luz, entusiasmo, generosidad, espíritu de sacrificio, constancia en el trabajo, profundidad en el estudio, amplitud en la entrega, estar al día, obediencia absoluta y alegre a la Iglesia, caridad perfecta... –Nadie da lo que no tiene. (Surco, 927)

22 de abril

No lo olvides: tanto mejor convencemos cuanto más convencidos estamos. (Surco, 929)

"No se enciende la luz para ponerla debajo de un celemín, sino sobre un candelero, a fin de que alumbre a todos los de la casa; brille así vuestra luz ante los hombres, de manera que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos".

Y, al final de su paso por la tierra, manda: «euntes docete» –id y enseñad. Quiere que su luz brille en la conducta y en las palabras de sus discípulos, en las tuyas también. (Surco, 930)

¿Que es vieja esa idea del catolicismo, y por tanto inaceptable?... –Más antiguo es el sol, y no ha perdido su luz; más arcaica el agua, y aún quita la sed y refresca. (Surco, 937)

Algunos no saben nada de Dios..., porque no les han hablado en términos comprensibles. (Surco, 941)

Créeme, el apostolado, la catequesis, de ordinario, ha de ser capilar: uno a uno. Cada creyente con su compañero inmediato. (Surco, 943)

 

 

El pecado y la misericordia de Dios

La pérdida del sentido del pecado ha llevado a la pérdida de la necesidad de salvación, y de ahí al olvido de Dios por indiferencia. Sin embargo, el triunfo de Cristo es expresión de su misericordia con el hombre, expresión de que «el amor es más fuerte que el pecado». La misericordia es la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira al hermano que encuentra en el camino de la vida.

01/10/2022​

Sumario

• El misterio de la misericordia
• El pecado se comprende a partir de la misericordia
• El pecado original: una verdad esencial de la fe
• Consecuencias del pecado original para la humanidad
• La vida como combate
• La ternura de Dios: pecado, salvación, misericordia
• Bibliografía


El misterio de la misericordia

Junto a los grandes logros de nuestra civilización, el panorama del mundo contemporáneo presenta también sombras y vacilaciones no siempre superficiales. Porque «los desequilibrios que sufre el mundo moderno están conectados con ese otro desequilibrio fundamental que hunde sus raíces en el corazón humano»1.

La persona humana como criatura experimenta múltiples limitaciones. Cuando se percibe la imposibilidad de dar respuesta al mal, al sufrimiento y a la injusticia, en muchas actitudes no surge la súplica ante el Dios misericordioso, sino una especie de acusación fruto de la indignación. Las experiencias del mal y del sufrimiento se convierten así en una vía justificada para apartarse de Dios, poniendo en entredicho su bondad misericordiosa. Algunos, incluso, llegan a ver el sufrimiento como un castigo divino que cae sobre el pecador, deformando aún más la misericordia de Dios.

Se completa así un círculo vicioso. Con palabras de san Juan Pablo II, «el centro del drama vivido por el hombre contemporáneo es el eclipse del sentido de Dios y del hombre»2. Parece que Dios no es relevante, y no es relevante porque no puede solucionar nuestros problemas. De una parte, no tenemos claro que necesitamos una salvación, pero desde luego la salvación que ofrece la Iglesia de Jesucristo no parece pertinente.

La consecuencia final de este eclipse de Dios sería el rechazo social de la necesidad de acudir al perdón y a la misericordia de Dios. De esta manera, la pérdida del sentido del pecado ha llevado a la pérdida de la necesidad de salvación, y de ahí al olvido de Dios por indiferencia.

Por eso, cuanto más la conciencia humana, sucumbiendo a la secularización, pierde el sentido de la palabra misericordia, tanto más la Iglesia siente el imperativo derecho y deber de predicar el Dios de la misericordia. El misterio de la fe cristiana parece encontrar su síntesis en esta palabra. La misión evangelizadora es el anuncio a viva voz que en Cristo crucificado, muerto y resucitado, se realiza la plena y auténtica liberación del mal, del pecado y de la muerte3.

Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre. «Es como si Cristo hubiera querido revelar que el límite impuesto al mal, cuyo causante y víctima resulta ser el hombre, es en definitiva la Divina Misericordia»4.

El triunfo de Cristo es expresión de su misericordia con el hombre, expresión de que «el amor es más fuerte que el pecado», «más fuerte que la muerte y que todo mal»5. El mundo solo alcanzará la paz sobre la guerra, la violencia, cuando invoque a la misericordia: «Jesús, en Ti confío»6.

No es fácil responder a la evidencia del mal en el mundo. Quizá porque el mal no es un problema, sino un misterio. Un misterio en el que estamos implicados nosotros personalmente. Un misterio que no se resuelve teóricamente, sino con actitudes vitales o existenciales.

Siempre tenemos necesidad de contemplar el misterio de la misericordia: la relación entre el sufrimiento, la injusticia, el pecado, los hombres y Dios. Porque, como afirma el Papa Francisco7, la misericordia es la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira al hermano que encuentra en el camino de la vida. Misericordia es la palabra que revela el misterio de la Santísima Trinidad. Misericordia es el acto último y supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro. Y, por tanto, misericordia es la vía que une a Dios y el hombre.

En la vida de la Iglesia, la misericordia es una realidad permanente. Pero hay momentos en los que estamos llamados a fijar la mirada en la misericordia de un modo más intenso.

El pecado se comprende a partir de la misericordia

«Dios es infinitamente bueno y todas sus obras son buenas. Sin embargo, nadie escapa a la experiencia del sufrimiento, de los males en la naturaleza —que aparecen como ligados a los límites propios de las criaturas—, y sobre todo a la cuestión del mal moral» (Catecismo, n. 385). «El pecado está presente en la historia del hombre: sería vano intentar ignorarlo o dar a esta oscura realidad otros nombres» (Catecismo, n. 386). Pero ¿de dónde viene el mal, especialmente el pecado?

Para responder a esta pregunta debemos fijarnos en el misterio de Dios, porque el pecado solo puede entenderse desde el Dios misericordia de Jesucristo. «”El misterio [...] de la iniquidad” (2 Ts 2,7) sólo se esclarece a la luz del “Misterio de la piedad” (1 Tm 3,16). La revelación del amor divino en Cristo ha manifestado a la vez la extensión del mal y la sobreabundancia de la gracia (cf. Rm 5,20). Debemos, por tanto, examinar la cuestión del origen del mal fijando la mirada de nuestra fe en el que es su único Vencedor (cf. Lc 11,21-22; Jn 16,11; 1 Jn 3,8)» (Catecismo, n. 385). Como afirma Pascal en sus Pensamientos, el conocimiento de Dios sin el conocimiento de la necesidad de nuestra redención resulta engañoso, como también lo es reconocer nuestra miseria sin conocer al Redentor8.

A partir de este vínculo profundo del hombre con Dios podemos comprender que el pecado es un abuso de la libertad que Dios da a las personas creadas para que puedan amarle y amarse mutuamente (cfCatecismo, n. 386).

Para esclarecer la realidad del pecado, la luz de la Revelación divina nos habla particularmente del pecado de los orígenes. Pero el punto de partida para comprenderlo es el mensaje de la misericordia divina revelada por Jesús.

El pecado original: una verdad esencial de la fe

«La doctrina del pecado original es, por así decirlo, “el reverso” de la Buena Nueva de que Jesús es el Salvador de todos los hombres, que todos necesitan salvación y que la salvación es ofrecida a todos gracias a Cristo.

El relato de la caída (Gn 3) utiliza un lenguaje hecho de imágenes, pero afirma un acontecimiento primordial, un hecho que tuvo lugar al comienzo de la historia del hombre (cfGS 13,1). La Revelación nos da la certeza de fe de que toda la historia humana está marcada por el pecado original libremente cometido por nuestros primeros padres (cf. Concilio de Trento: DS 1513; Pío XII, Humani generisibíd., 3897; Pablo VI, discurso 11-VII-1966)» (Catecismo, nn. 388-389).

«Detrás de la elección desobediente de nuestros primeros padres se halla una voz seductora, opuesta a Dios (cf. Gn 3,1-5) que, por envidia, los hace caer en la muerte (cf. Sb 2,24). La Escritura y la Tradición de la Iglesia ven en este ser un ángel caído, llamado Satán o diablo (cf. Jn 8,44; Ap 12,9). La Iglesia enseña que primero fue un ángel bueno, creado por Dios» (Catecismo, n. 391).

«El hombre, tentado por el diablo, dejó morir en su corazón la confianza hacia su creador (cf. Gn 3,1-11) y, abusando de su libertad, desobedeció al mandamiento de Dios. En esto consistió el primer pecado del hombre (cf. Rm 5,19). En adelante, todo pecado será una desobediencia a Dios y una falta de confianza en su bondad» (Catecismo, n. 397).

«La Escritura muestra las consecuencias dramáticas de esta primera desobediencia. Adán y Eva pierden inmediatamente la gracia de la santidad original (cf. Rm 3,23). Tienen miedo del Dios (cf. Gn 3,9-10) de quien han concebido una falsa imagen, la de un Dios celoso de sus prerrogativas (cf. Gn 3,5)» (Catecismo, n. 399).

Como consecuencia, «la armonía en la que se encontraban, establecida gracias a la justicia original, queda destruida; el dominio de las facultades espirituales del alma sobre el cuerpo se quiebra (cf. Gn 3,7); la unión entre el hombre y la mujer es sometida a tensiones (cf. Gn 3,11-13); sus relaciones estarán marcadas por el deseo y el dominio (cf. Gn 3,16)» (Catecismo, n. 400).

También se rompe la armonía con la creación; «la creación visible se hace para el hombre extraña y hostil (cf. Gn 3,17.19). A causa del hombre, la creación es sometida “a la servidumbre de la corrupción” (Rm 8,21). Por fin, la consecuencia explícitamente anunciada para el caso de desobediencia (cf. Gn 2,17), se realizará: el hombre “volverá al polvo del que fue formado” (Gn 3,19). La muerte hace su entrada en la historia de la humanidad (cf. Rm 5,12)» (Catecismo, n. 400).

«Desde este primer pecado, una verdadera invasión de pecado inunda el mundo: el fratricidio cometido por Caín en Abel (cf. Gn 4,3-15); la corrupción universal, a raíz del pecado (cf. Gn 6,5.12; Rm 1,18-32); en la historia de Israel, el pecado se manifiesta frecuentemente, sobre todo como una infidelidad al Dios de la Alianza y como transgresión de la Ley de Moisés; e incluso tras la Redención de Cristo, entre los cristianos, el pecado se manifiesta de múltiples maneras (cf. 1 Co 1-6; Ap 2-3)» (Catecismo, n. 401).

Consecuencias del pecado original para la humanidad

La existencia humana muestra la evidencia del pecado en nuestra vida, junto a la realidad de que el pecado no es fruto de que seamos malos por naturaleza, sino que procede de la elección libre del mal. El mal moral no pertenece, pues, a la estructura humana, no proviene ni de la naturaleza social del hombre ni de su materialidad, ni obviamente tampoco de Dios o de un destino inamovible. El realismo cristiano pone al hombre delante de su propia responsabilidad: puede hacer el mal como fruto de su libertad, y el responsable de ello no es otro que uno mismo (cfCatecismo, 387).

«Lo que la Revelación divina nos enseña coincide con la misma experiencia. Pues el hombre, al examinar su corazón, se descubre también inclinado al mal e inmerso en muchos males que no pueden proceder de su Creador, que es bueno. Negándose con frecuencia a reconocer a Dios como su principio, rompió además el orden debido con respecto a su fin último y, al mismo tiempo, toda su ordenación en relación consigo mismo, con todos los otros hombres y con todas las cosas creadas» (GS 13,1).

A lo largo de la historia, la Iglesia ha formulado el dogma del pecado original en contraste con el optimismo exagerado y el pesimismo existencial (cfCatecismo, 406). Frente a Pelagio, que afirmaba que el hombre puede realizar el bien sólo con sus fuerzas naturales, y que la gracia es una mera ayuda externa, minimizando así tanto el alcance del pecado de Adán como la redención de Cristo —reducidos a un mero mal o buen ejemplo, respectivamente— el Concilio de Cartago (418), siguiendo a San Agustín, enseñó la prioridad absoluta de la gracia, pues el hombre tras el pecado ha quedado dañado (cf. DH 223.227; cf. también el Concilio II de Orange, en el año 529: DH 371-372). Frente a Lutero, que sostenía que tras el pecado el hombre está esencialmente corrompido en su naturaleza, que su libertad queda anulada y que en todo lo que hace hay pecado, el Concilio de Trento (1546) afirmó la relevancia ontológica del bautismo, que borra el pecado original; aunque permanecen sus secuelas —entre ellas, la concupiscencia, que no se ha de identificar, como hacía Lutero, con el pecado mismo—, el hombre es libre en sus actos y puede merecer con obras buenas, sostenidas por la gracia (cf. DH 1511-1515).

En el fondo de la posición luterana, y también de algunas interpretaciones recientes de Gn 3, está en juego una adecuada comprensión de la relación entre 1) naturaleza e historia, 2) el plano psicológico-existencial y el plano ontológico, 3) lo individual y lo colectivo.

1) Aunque hay algunos elementos de carácter mítico en el Génesis (entendiendo el concepto de “mito” en su mejor sentido, es decir, como palabra-narración que da origen y que por lo tanto está en el fundamento de la historia posterior), sería un error interpretar el relato de la caída como una explicación simbólica de la original condición pecadora humana. Esta interpretación convierte en naturaleza un hecho histórico, mitificándolo y haciéndolo inevitable: paradójicamente, el sentido de culpa que lleva a reconocerse “naturalmente” pecador conduciría a mitigar o eliminar la responsabilidad personal en el pecado, pues el hombre no podría evitar aquello a lo que tiende espontáneamente. Lo correcto, más bien, es afirmar que la condición pecadora pertenece a la historicidad del hombre, y no a su naturaleza originaria.

2) Al haber quedado después del bautismo algunas secuelas del pecado, el cristiano puede experimentar con fuerza la tendencia hacia el mal, sintiéndose profundamente pecador, como ocurre en la vida de los santos. Sin embargo, esta perspectiva existencial no es la única, ni tampoco la más fundamental, pues el bautismo ha borrado realmente el pecado original y nos ha hecho hijos de Dios (cfCatecismo 405). Ontológicamente, el cristiano en gracia es justo ante Dios. Lutero radicalizó la perspectiva existencial, entendiendo toda la realidad desde ella, que quedaba así marcada ontológicamente por el pecado.

3) El tercer punto lleva a la cuestión de la transmisión del pecado original, «un misterio que no podemos comprender plenamente» (Catecismo, 404). La Biblia enseña que nuestros primeros padres trasmitieron el pecado a toda la humanidad. Los siguientes capítulos del Génesis (cf. Gn 4-11; cfCatecismo, 401) narran la progresiva corrupción del género humano; estableciendo un paralelismo entre Adán y Cristo, San Pablo afirma: «Como por la desobediencia de un solo hombre todos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno solo [Cristo] todos quedarán constituidos justos» (Rm 5,19). Este paralelismo ayuda a entender correctamente la interpretación que suele darse del término adamáh como de un singular colectivo: como Cristo es uno solo y a la vez cabeza de la Iglesia, así Adán es uno solo y a la vez cabeza de la humanidad9. «Por esta “unidad del género humano”, todos los hombres están implicados en el pecado de Adán, como todos están implicados en la justicia de Cristo» (Catecismo, 404).

La Iglesia entiende de modo analógico el pecado original de los primeros padres y el pecado heredado por la humanidad. «Adán y Eva cometen un pecado personal, pero este pecado [...] será transmitido por propagación a toda la humanidad, es decir, por la transmisión de una naturaleza humana privada de la santidad y de la justicia originales. Por eso, el pecado original es llamado “pecado” de manera análoga: es un pecado “contraído”, “no cometido”, un estado y no un acto» (Catecismo, 404). Así, «aunque propio de cada uno, el pecado original no tiene, en ningún descendiente de Adán, un carácter de falta personal» (Catecismo, 405)10.

Para algunas personas es difícil aceptar la idea de un pecado heredado11, sobre todo si se tiene una visión individualista de la persona y de la libertad. ¿Qué tuve yo que ver con el pecado de Adán? ¿Por qué he de pagar las consecuencias del pecado de otros? Estas preguntas reflejan una ausencia del sentido de la solidaridad real que existe entre todos los hombres en cuanto creados por Dios. Paradójicamente, esta ausencia puede entenderse como una manifestación del pecado trasmitido a cada uno. Es decir, el pecado original ofusca la comprensión de aquella profunda fraternidad del género humano que hace posible su trasmisión.

Ante las lamentables consecuencias del pecado y su difusión universal cabe preguntarse: «Pero, ¿por qué Dios no impidió que el primer hombre pecara? San León Magno responde: «La gracia inefable de Cristo nos ha dado bienes mejores que los que nos quitó la envidia del demonio» (serm. 73,4). Y San Tomás de Aquino: «Nada se opone a que la naturaleza humana haya sido destinada a un fin más alto después del pecado. Dios, en efecto, permite que los males se hagan para sacar de ellos un mayor bien. De ahí las palabras de San Pablo: “Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia” (Rm 5,20). Y el canto del Exultet: “¡Oh feliz culpa que mereció tal y tan grande Redentor!” (Summa Theologiae, III, 1, 3, ad 3)» (Catecismo, 412).

La vida como combate

Esta mirada al pecado a partir de la Redención de Cristo proporciona un realismo lúcido sobre la situación del hombre y de su obrar en el mundo. El cristiano debe ser consciente tanto de la grandeza de su ser hijo de Dios como de ser pecador. Este realismo:

a) Previene tanto de un optimismo ingenuo como de un pesimismo desesperanzado y «proporciona una mirada de discernimiento lúcido sobre la situación del hombre y de su obrar en el mundo [...]. Ignorar que el hombre posee una naturaleza herida, inclinada al mal, da lugar a graves errores en el dominio de la educación, de la política, de la acción social y de las costumbres» (Catecismo, 407).

b) Da una serena confianza en Dios, Creador y Padre misericordioso, que no abandona a su criatura, perdona siempre, y conduce todo hacia el bien, aun en medio de adversidades. «Repite: “omnia in bonum!”, todo lo que sucede, “todo lo que me sucede”, es para mi bien... Por tanto —ésta es la conclusión acertada—: acepta eso, que te parece tan costoso, como una dulce realidad»12.

c) Suscita una actitud de profunda humildad, que lleva a reconocer sin extrañeza los propios pecados, y a dolerse de ellos por ser una ofensa a Dios y no tanto por lo que suponen de defecto personal.

d) Ayuda a distinguir lo que es propio de la naturaleza humana en cuanto tal de lo que es consecuencia de la herida del pecado en la naturaleza humana. Después del pecado, no todo lo que se experimenta como espontáneo es bueno. La vida humana tiene, pues, el carácter de un combate: es preciso combatir por comportarse de modo humano y cristiano (cfCatecismo, 409). «Toda la tradición de la Iglesia ha hablado de los cristianos como de milites Christi, soldados de Cristo. Soldados que llevan la serenidad a los demás, mientras combaten continuamente contra las personales malas inclinaciones»13. El cristiano que se esfuerza por evitar el pecado no se pierde nada de lo que hace la vida buena y bella. Frente a la idea de que es necesario que el hombre haga el mal para experimentar su libertad autónoma, pues en el fondo una vida sin pecado sería aburrida, se alza la figura de María, concebida inmaculada, que muestra que una vida completamente entregada a Dios, lejos de producir hastío, se convierte en una aventura llena de luz y de infinitas sorpresas14.

La ternura de Dios: pecado, salvación, misericordia

Frente a la realidad del pecado, se alza imponente la misericordia de Dios. Jesucristo es el rostro de esta misericordia, como podemos ver en su actitud frente a los pecadores («no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores») como Zaqueo, el paralítico, la mujer adúltera, la samaritana, María Magdalena, el buen ladrón, Pedro, y un sinfín de personajes.

De manera especialmente relevante, se muestra en las parábolas de la misericordia como la del hijo pródigo, que en realidad llevan a plenitud toda la enseñanza del Antiguo Testamento sobre el Dios «compasivo y misericordioso, lento a la cólera y rico en misericordia y fidelidad» (Ex 34, 6). A ello se refieren los salmos una y otra vez: el Señor es «compasivo y misericordioso, lento a la cólera y rico en misericordia y fidelidad» (Sal 86, 15); «compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en misericordia» (Sal 103, 8); «clemente y justo, nuestro Dios es compasivo» (Sal 116, 5); «clemente y compasivo, lento a la ira y rico en misericordia» (Sal 145, 8).

En la Pasión de Jesús toda la suciedad del mundo entra en contacto con el inmensamente Puro, con el Hijo de Dios15. Si lo habitual es que aquello que es impuro contagie y contamine con el contacto lo que es puro, aquí tenemos lo contrario: allí donde el mundo, con toda su injusticia y con sus crueldades que lo contaminan, entra en contacto con el inmensamente Puro, en este contacto, la suciedad del mundo es realmente absorbida, anulada, transformada mediante el amor infinito.

La realidad del mal, de la injusticia que deteriora el mundo y contamina a la vez la imagen de Dios, es una realidad que existe, y por culpa nuestra. No puede ser simplemente ignorada, tiene que ser eliminada. Ahora bien, no es que un Dios cruel exija algo infinito. Es justo lo contrario: Dios mismo se pone como lugar de reconciliación y, en su Hijo, toma el sufrimiento sobre sí. Dios mismo introduce en el mundo como don su infinita pureza. Dios mismo «bebe el cáliz» de todo lo que es terrible, y restablece así el derecho mediante la grandeza de su amor, que a través del sufrimiento transforma la oscuridad.

Jesús en la Pasión clama al Padre con toda su fuerza. De alguna manera, «todos los infortunios de la humanidad de todos los tiempos, esclava del pecado y de la muerte, todas las súplicas y las intercesiones de la historia de la salvación están recogidas en este grito del Verbo encarnado. He aquí que el Padre las acoge y, por encima de toda esperanza, las escucha al resucitar a su Hijo»16. Este sufrimiento concentra la miseria, el pecado y la muerte de los hombres, todo el mal de la historia. Y lo supera, lo redime, lo salva.

La Cruz es la última palabra del amor de Cristo por nosotros. Pero no es la última palabra del Dios de la alianza. Esta última palabra será pronunciada en la alborada del domingo: «Ha resucitado»17. Dios resucita a su Hijo Jesucristo, y en Cristo nos dona la vida cristiana para siempre.

Pablo Martí del Moral - Santiago Sanz


Bibliografía

— Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 374-421.

— San Juan Pablo II, Creo en Dios Padre. Catequesis sobre el Credo (I), Palabra, Madrid 1996, 219 ss.

— Francisco, Misericordiae Vultus, 11-IV-2015.


  1. Concilio Vaticano II, Gaudium et spes, n. 10.
    2. San Juan Pablo II, Evangelium vitae, n. 21.
    3Cf. San Juan Pablo II, Redemptoris missio, n. 44.
    4. San Juan Pablo II, Memoria e identidad, La esfera de los libros, Madrid 2005, p. 73.
    5. Estas expresiones aparecen repetidas ocasiones en San Juan Pablo II, Dives in Misericordia.
    6. Santa Faustina, Diario de la Divina Misericordia en mi alma, nn. 47, 309, 327, 949.
    7. Cfr. Francisco, Misericordiae Vultus, n. 2.
    8. B. Pascal, Pensamientos, n. 556 (ed. Brunschvicg) y n. 449 (ed. Lafuma).
    9. Esta es la principal razón de que la Iglesia haya siempre leído el relato de la caída en una óptica de monogenismo (proveniencia del género humano a partir de una sola pareja). La hipótesis contraria, el poligenismo, pareció imponerse como dato científico (e incluso exegético) durante unos años, pero hoy en día a nivel científico se considera más plausible la descendencia biológica de una rama común (monofiletismo). Desde el punto de vista de la fe, el poligenismo es problemático, pues no se ve cómo pueda conciliarse con la Revelación sobre el pecado original (cf. Pío XII, Humani Generis, DH 3897), aunque se trata de una cuestión sobre la que todavía cabe investigar y reflexionar.
    10. En este sentido, se ha distinguido tradicionalmente entre el pecado original originante (el pecado personal cometido por nuestros primeros padres) y el pecado original originado (el estado de pecado en el que nacemos sus descendientes).
    11Cf. San Juan Pablo II, Audiencia general, 24-IX-1986, n. 1.
    12. San Josemaría, Surco, 127; cfRm 8,28.
    13. San Josemaría, Es Cristo que pasa, 74.
    14Cf. Benedicto XVI, Homilía, 8-XII-2005.
    15. Este comentario sobre la pureza de Cristo y la suciedad del pecado se encuentra en Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, vol. 2, Encuentro, Madrid 2011, pp. 269-270.
    16Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2606.
    17Cf. San Juan Pablo II, Dives in Misericordia, n. 7.

 

«El lama me dijo que tenía que ir a Misa todos los días»

Raquel Escudier es de San Fernando (Cádiz), está casada y es madre de dos hijos. Su vida dio un giro radical el día que un lama, un maestro espiritual del budismo, le dijo que tenía que ir a Misa todos los días.

13/04/2023​

Raquel Escudier es de San Fernando (Cádiz), está casada y es madre de dos hijos. Su vida dio un giro radical el día que un lama, un maestro espiritual del budismo, le dijo que tenía que ir a Misa todos los días...

Raquel pensó que no había comprendido su historia. Una historia que se remonta a sus años de estudiante, en los que no pasaba mucho tiempo delante de los libros y eso se veía reflejado en las notas.

Para solucionarlo, sus padres decidieron darle lo que Raquel ahora recuerda como un “bendito escarmiento” y la mandaron a un colegio interno. La adolescente recuperó las seis asignaturas que había suspendido y sus padres decidieron que un cambio de colegio le vendría bien para mantener su nivel académico.

Cuatro años de budismo

Así es como Raquel llegó al colegio Grazalema. Sin embargo, fue prevenida: “Ojo, que es del Opus Dei”. Raquel pasó el resto de su etapa escolar “esquivando todo lo que tenía que ver con el Opus Dei”.

Durante su época del colegio conoció a su futuro marido, y más tarde se casaron y tuvieron dos hijos. Raquel era feliz, pero asegura que tenía mucha “inquietud”, así que aceptó la invitación de una amiga a acudir a clases de yoga para encontrar el equilibrio y la paz.

Raquel disfrutaba del yoga y su monitor le introdujo en el budismo. Empezó también a meditar y a acudir a charlas con los lamas.

“Es una etapa de mi vida en la que fue muy feliz, tenía mucho equilibrio y todo fluía…”, recuerda Raquel de sus cuatro años en el budismo. Sin embargo, de repente, esa paz desapareció y la inquietud original se intensificó.

Yoga, misa y ningún sentimiento

Raquel comenzó a sentir que alguien le ofrecía su mano, una presencia que estaba delante de ella haciéndole una invitación. Pudo compartir su inquietud con un lama, al que además le explicó que ella, aunque no practicaba, se consideraba católica.

La respuesta del lama le sorprendió: “Tienes que ir a Misa”. Raquel intentó volver a explicarle que dónde ella encontraba la paz era en el budismo, pero el lama insistió: “Tienes que ir a Misa todos los días”.

Así es como Raquel empezó a sentarse todos los días en el último banco de la Iglesia Mayor, mientras seguía yendo a yoga y se sentía muy confundida: “El lama no me había entendido y el de la Cruz tampoco me entendía. Yo todo el rato esperaba sentir, porque el quid del budismo es sentir”.

Otra sugerencia sorprendente

En aquella época, su hija empezó la catequesis de comunión y, antes de hacer la primera confesión, los padres pasaban a confesarse también. Raquel aprovechó para compartir su inquietud con el sacerdote también: “Yo estoy aquí dentro del confesionario porque es lo que toca, pero es que yo soy budista”.

El sacerdote, muy amablemente, le invitó a compartirle su historia y, de nuevo, llegó otra sugerencia sorprendente: “¿Te has planteado que quizá Dios está detrás de todo esto?”.

Raquel siguió yendo a Misa sin entender, pero en un momento dado empezó a sentir que bajaba la guardia: “Ahí es cuando identifiqué quién es esa persona que me ofrece su mano: esa persona era... Cristo. Lo que quiere es que le siga y lo que yo estaba haciendo era resistirme”.

Gracias a la formación que su hija recibía en catequesis, Raquel empezó también a aprender más sobre la fe: “Algo que yo había esquivado tanto, de repente era mi vocación”.

Muy acompañada en todo momento por su marido, Raquel vive ahora su vocación como supernumeraria del Opus Dei y asegura que todo se ha puesto en orden.

“Lo más bonito siempre fue el pensar que Él fue el que vino a mí”, señala.

 

EL DÍA MÁS HERMOSO DE LA HISTORIA. VOLVER A NUESTRA GALILEA

José Martínez Colín

1)  Para saber

Estamos en el tiempo pascual, tiempo para celebrar la Resurrección de Jesús. La palabra “pascua” proviene de “paso”, recordando cuando en tiempos de Moisés, el ángel pasó durante la noche en Egipto. Pero Jesús, que celebró la Pascua, le dio su completo y perfecto significado. El papa Francisco señala que en Jesús “se realizó el paso decisivo de la humanidad: de la muerte a la vida, del pecado a la gracia, del miedo a la confianza, de la desolación a la comunión”.

El papa nos invita a que este tiempo sea —en particular para los enfermos, pobres, ancianos y los que atraviesan momentos difíciles—, un paso de la tribulación a la consolación. Ya que Jesús, el Viviente, nos ha abierto un puente hacia la vida y está con nosotros para siempre. Nuestra esperanza ya no se estrella contra el muro de la muerte, ya podemos saborear la belleza del Cielo. En Pascua el destino del mundo cambió y nos alegramos de celebrar el día más importante y hermoso de la historia.

2)  Para pensar

El día de la Resurrección, las discípulas de Jesús fueron temprano a la tumba para embalsamar su cuerpo. Iban con el corazón desgarrado de dolor. Pero encuentran la tumba vacía, y al regresar les sale al encuentro Jesús resucitado y les pide que digan a sus discípulos que lo esperen en Galilea.

Así como esas mujeres, fueron a la tumba pensando que todo había terminado, así nos puede pasar: pensar que la alegría del encuentro con Jesús pertenece al pasado, y ahora solo ver tumbas selladas con nuestras desilusiones que nos han quitado la alegría del corazón: la tumba de nuestras amarguras y desconfianzas; la de pensar que “no hay nada más que hacer”, que “las cosas no cambiarán nunca”; la tumba de la inseguridad hacia el futuro; de la impotencia ante un mundo donde parece que prevalecen las leyes del más fuerte y de la corrupción; un mundo donde soplan los vientos gélidos de la guerra, la enfermedad y la muerte. Pero las mujeres en Pascua nos enseñan a no perder la esperanza y correr con gozo a dar la noticia que cambiará la vida y la historia: ¡Cristo ha resucitado!

3)  Para vivir

Las mujeres anuncian que el Señor los espera en Galilea, pero, ¿qué significa ir a Galilea? El papa Francisco señala que significa volver a los orígenes: cuando el Señor llamó por primera vez a los discípulos. Significa recuperar la memoria que nos da esperanza: la “memoria del futuro”, recordar y caminar. Para nosotros ir a “Galilea” significa ir hacia adelante, mirar el futuro con confianza, superar el sentimiento de derrota. Y la razón es que Cristo resucitó y cambió el rumbo de la historia. Es volver donde comenzó nuestra historia de amor con Jesús y se convirtió en la persona más importante de nuestra vida, cuando experimentamos su inmenso amor: tal vez en la gran alegría después del perdón sacramental, en un rato de oración o en una ayuda recibida.

La Pascua nos invita a quitar las lápidas de la desilusión y la desconfianza. El Señor es experto en remover las piedras sepulcrales del pecado y del miedo. Por eso se ha dicho que «el mayor pecado es no creer en la fuerza de la Resurrección» (San Isaac de Nínive). Volvamos a la Galilea del primer amor ¡y resurjamos a una vida nueva!

 

El amor duele

La dignidad de la persona se realiza en un entorno digno. Toda persona es un fin en sí misma por eso resulta incongruente lo que degrade, desfigure o atente contra cualquier ser humano. No hay excepción para transgredir el trato digno que merece. Por eso la explotación, la marginación, el desprecio, la calumnia son inaceptables sin ningún tipo de excusa.

El adecuado trato digno es aquel que encierre alguna manifestación de amor. El entorno para desarrollar a una persona ha de estar impregnado por el amor en sus variadísimas manifestaciones. Los valores humanos están orientados al amor, la libertad -uno de los valores humanos más apreciados- requiere del amor para su ejercicio.

La persona está hecha para el amor. Se desarrolla en el amor. Los destinatarios del amor son los demás seres humanos. La muestra más alta del amor es donarse a los demás y si es preciso dar la vida por ellos. El afecto hacia las demás criaturas es una consecuencia del amor entre las personas. Sólo el amor interpersonal es la cima del amor.

Dar la vida por los demás pocas veces es un intercambio como puede suceder cuando una persona se adelanta en una riña y recibe la bala mortal destinada a otro. El dar la vida por los demás, en el día a día, puede ser detenerse a escuchar los problemas de alguien cuando podríamos disfrutar de un paseo. O muchas otras circunstancias semejantes que se nos presentan sin esperarlas.

Hay desviaciones en el amor debidas a los defectos que nos encierran en nuestra comodidad, y en vez de luchar contra ellos, preferimos dejarnos dominar. Otras veces nuestra sensibilidad no detecta los problemas de otros y mostramos una sensibilidad egocéntrica, acaparamos la atención y nos volvemos egoístas.

También es frecuente marginar a algunos por sus deficiencias físicas o psíquicas o por provenir de otros grupos sociales que consideramos inferiores. Actitudes semejantes provocan auténticas injusticias y empobrecimiento social pues toda persona tiene algo que aportar y en estos casos nos privamos de sus colaboraciones y ayudas.  

Todo tipo de exclusión manifiesta carencias personales profundas que siempre fomentarán resentimientos, envidias o planteamientos vindicativos que dañan a las personas y las inclinan a buscar el desahogo, a veces con otras personas. Éstas generalmente no los han excluido. De ese modo a la revancha se une la injusticia.

Las características del auténtico amor las detalla San Pablo en su primera Carta a los corintios 13, 4 y siguientes. Y señala: es paciente, benigna, no es envidiosa, no es soberbia, no se jacta, no es ambiciosa, no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal, no se alegra con la injusticia, cuenta con la verdad. Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

Estas características no se ejercitan con personas que vemos esporádicamente. Se viven con aquellas que son cercanas. La paciencia no es necesaria si alguien tiene una falla de vez en cuando o la tratamos poco. La paciencia se necesita cuando convivimos con alguien a quien conocemos. Esperamos algún cambio y sabemos será difícil. Quien ama, en ese lapso no se irrita, excusa y no piensa mal.

Esa actitud deseamos la tengan con nosotros. Por lo tanto, hemos de procurarla con los demás pues también la desean. Una lógica así produce bienestar y agradecimiento. Despierta en los otros buenos deseos y energía para disponerse a la mejora personal para beneficio del prójimo.

Excusar a otro es un hermoso acto de misericordia. Es encontrar justificación a las fallas, con la esperanza de que desaparecerán las causas que impiden la mejora. Quien recibe un trato de este tipo se remueve interiormente y generalmente se llena de agradecimiento y desea corresponde al trato confiado y esperanzado que observa. 

El amor duele no con quienes vemos de vez en cuando sino con los cercanos. Duele porque a veces la cotidianeidad lo desgasta. Damos por hecho que los demás saben que los queremos y dejamos de manifestarlo. Además, duele porque la convivencia nos hace darnos cuenta de que la reciprocidad nunca es igual y si no aceptamos la diferencia aparecen las recriminaciones. Al inicio sólo internas, pero poco a poco salen a relucir y peor si se acompañan de reproches.

Con esos modos propiciamos lo contrario a nuestros deseos. Hacemos difícil la relación y la convivencia se fractura. Todo eso duele, pero el dolor aumentará con la acumulación de reproches. Las muestras de cariño se espaciarán hasta desaparecer.

La reciprocidad mal asumida consiste en no comprender la velocidad de respuesta del otro. Cuando uno busca la reconciliación y al otro le parece que es demasiado pronto, se deja ir esa oportunidad y tal vez ya no se dará. La postura del amor en estas circunstancias consiste en no buscar lo propio, sino admitir los modos del otro.

Cuando no se entienden los modos y la reciprocidad de alguien a quien aún se quiere, la fractura anunciada será muy dolorosa. Es el entierro del amor a punto de morir. Pero como esa persona sigue viva, se hará destinataria del odio, del desprecio, de todo lo contrario a lo que les unió. Pero esos sentimientos no van únicamente al otro, también quedan en el alma propia.

¿Qué remedios se han de poner para no llegar a esas situaciones límite? Revisar con sinceridad las características del amor que se han deteriorado y ponerlas en práctica de inmediato. Esperar con paciencia el tiempo de corresponder de la otra persona. Nadie resiste a las manifestaciones del amor

verdadero. Paciencia, paciencia. Benignidad, benignidad. Y no a la irritación.

 

Consejos para padres divorciados

En un divorcio pierden todos:  el marido, la esposa, los hijos. Es una experiencia devastadora, independientemente si es lo mejor para la familia.

Una vez tomada la decisión por parte de los padres, estos deben de apoyar a sus hijos para transitar por el proceso y vivir las circunstancias de la mejor manera posible. Estoy convencida de que si lo logran, marcará una gran diferencia en sus vidas.

Dejar a un lado los egos y resentimientos, tener una buena disposición y una actitud madura será algo que te agradecerán siempre tus hijos si has llegado a la difícil decisión de divorciarte.

Hoy quiero compartir contigo que NO hacer y que SÍ hacer por el bien de tus hijos:

–        No los uses como mensajeros: los niños y jóvenes experimentan angustia y miedo cuando se les impone la función de enviar mensajes entre sus padres.

–        No los pongas en una paradoja: hablando mal del otro, quejándote de lo que hace o deja de hacer, poniéndolos en un dilema constante.

–        No formes alianzas con uno de ellos: en contra de tu excónyuge para lanzar críticas, burlas o juicios a sus espaldas.

–        No los conviertas en tus amigos o confidentes, podemos estar cerca de ellos, pero son nuestros hijos, busquemos mejor adultos cercanos a nosotros.

–        No los conviertas en aves de mal agüero: haciéndolos que sean ellos los portadores de las malas noticias.

–        No los hagas testificar contra su padre/madre.

Por el bien de tus hijos:

–        Haz que el divorcio no sea igual a abandono: la separación es entre los esposos, nunca de los hijos.

–        Cúmpleles todo lo que digas y prometes.

–        Ten cuidado con la culpa/compensación y mantén en tu hogar una disciplina con reglas claras y firmes.  No te culpes por lo que sucedió, lo hecho, hecho está.

–        Sé impecable con tus palabras: cuida mucho al decir cómo te sientes, no hables en negativo de tu excónyugue frente a tus hijos o familiares.  Aunque ya no estén juntos, sigue siendo su papá o mamá.

–        ¿Con quién deben vivir?: no lo pueden decidir los niños, Se deben tomar en cuenta todos los factores alrededor de las circunstancias familiares, decidir lo mejor para ellos,

–        ¡Sé feliz!: por el bien de tus hijos, busca la felicidad en tu vida.

El divorcio es el cambio radical, la ruptura de muchos sueños presentes y futuros. Pero también es una nueva perspectiva de vida, un nuevo camino de posibilidades y resurgimiento.

 

Fabricar hijos: la nueva esclavitud del siglo XXI

Por OBSERVATORIO DE BIOETICA UCV|11 abril, 2023|BIOÉTICA PRESSInformesReproducción asistida y FIVReproducción humana. Su regulaciónTop News

La maternidad subrogada altera y supedita el bienestar del niño y su salud física y psíquica a los deseos de los padres/abuelos de intención; se atenta contra el interés superior del niño al romper su vínculo materno tras el parto, ya pactado en el contrato de gestación ab initio.

Ciertamente es estupendo el nacimiento de nuevos hijos; una alegre noticia para la familia y para una sociedad envejecida como la española, dados los desastrosos índices de natalidad de nuestro país. Por ello, el deseo de tener un hijo/nieto nos parece a todos, en principio, algo humano y comprensible. Y así es. Lo que no es humano y comprensible sino ética y jurídicamente reprochable es anteponer ese deseo de maternidad/paternidad/abuelidad al respeto de los derechos y dignidad de los perjudicados en esta empresa: la mujer gestante y el hijo gestado a través de la técnica de maternidad subrogada.

Esta práctica no es mayoritaria pero tampoco aislada. La realidad es que algunos españoles -famosos y anónimos de ayer y hoy- conciertan contratos de maternidad subrogada que son nulos y no están permitidos en España, y a sabiendas, se desplazan a otros países en el llamado “turismo reproductivo” con la finalidad de satisfacer un deseo de ser progenitor con la misma carga genética, olvidando (o ignorando) que ser padre/madre/abuela no es un derecho. No existe un derecho a la maternidad/paternidad basado en la mera voluntad o en la proyección de la autonomía y del desarrollo personal afirma el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en una sentencia de 24 de enero de 2017, caso Paradiso y Campanelli c. Italia, donde afirma que “no existe un deber del Estado de proteger el mero “deseo” de constituir una familia, con independencia de la forma en la que este propósito se lleve a cabo”.

Tampoco cabe pues, apelar a la libertad. La libertad se ejerce en relación con los otros; no existe esa supuesta libertad sin límites, que no es ética ni ajustada a Derecho y que produce la irreparable lesión de los derechos de otros más débiles. Hacer prevalecer esa libertad (identificada con el “deseo” y, por tanto, fútil) de unos individuos (los más fuertes) frente a otros más débiles, es injustificable. Se vulnera la ley española, la dignidad y derechos de la mujer gestante y del ser humano más vulnerable, el niño en estado embrionario, del hijo nacido de esta práctica.

El Tribunal Constitucional portugués se posiciona en contra de los vientres de alquilerLa maternidad subrogada sea altruista o mediando precio, transgrede numerosas consideraciones éticas y jurídicas. No se pretende al hijo como un fin en sí mismo; tiene como finalidad la “producción” de un hijo para satisfacer los deseos de paternidad/maternidad/abuelidad. Aceptar la maternidad subrogada sería tanto como aceptar que la dignidad de la mujer -y del hijo gestado con estas técnicas-, pueda ser degradada a un mero objeto. Que es lícito que podamos a nuestro antojo cosificar, instrumentalizar, su condición humana para satisfacer los deseos que no derechos (comprensibles pero no omnipotentes) de parentalidad. Existen límites. No todo lo que la Ciencia y la técnica pueden alcanzar, se debe llevar a cabo. De lo contario, accedemos a que se alquile el útero de una mujer y se page por sus servicios ¿a que no es nuevo esto de pagar por los cuerpos de las mujeres?

Estas prácticas, muy lucrativas para los intermediarios, producen la explotación del estado de necesidad de las gestantes, algunas de las cuales viven en situaciones de pobreza y exclusión social. El perfil socio-económico de las mujeres que se someten a estas prácticas suele ser bajo y el nivel de conocimiento y libertad con el que han participado en este comercio es bastante dudoso.

La ley española regula que la madre se determina por el parto pero con esta práctica se comercializa la maternidad, se instrumentaliza el cuerpo de la mujer que es transformado en herramienta de producción, algo que es incompatible con la dignidad humana. Ello supone, en contra de nuestra legislación, la explotación de la mujer, convertirla en una mera incubadora, algo muy vejatorio para ella al ser tratada como un recipiente, como un vientre que se puede alquilar ignorando sus sentimientos, su personalidad, su maternidad. Se la esclaviza.

Asimismo, como quiera que el resultado del uso de las técnicas de reproducción asistida tiene como culmen o meta la generación de un ser humano, no podemos ignorar que los seres humanos en nuestro ordenamiento jurídico y en pleno siglo XXI no pueden ser considerados como propiedad de otras personas, por lo que nadie debiera poder disponer de ellos, sea para adquirirlos, sea para suprimirlos. El ejercicio de la paternidad/maternidad es una responsabilidad, no la materialización de una propiedad. En este sentido (y no en el utilizado en aquel momento para limitar la libertad de educación de los padres) cobra relevancia aquella célebre frase de la ministra que afirmaba que los hijos “no pertenecen a los padres”. Efectivamente, los hijos no son propiedad de los padres y, por tanto, no se puede comerciar con ellos, sino que la paternidad/maternidad es una responsabilidad y no existe un derecho (como tal) a producir hijos para la satisfacción de deseos personales. Vulnera el orden público español, establecer las relaciones de filiación por medio de contratos entre particulares o prácticas no reconocidas legalmente. Ello no es plausible, recomendable ni legal. Se satisfacen mejor las necesidades personales y sociales de los niños en situación de abandono -de los que nadie se ocupa ni preocupa- si recurrimos a la muy loable y satisfactoria posibilidad de la adopción.

Sin embargo, en vez de optar por la adopción, cada vez son más los ciudadanos que optan por la maternidad subrogada o por la combinación de estos vientres de alquiler con otra práctica que permite la inseminación artificial post-mortem de los hijos fecundados tras la muerte de su padre, denominados doctrinalmente como los “los hijos de Thanatos”. Se trata de hijos nacidos para satisfacer el deseo de maternidad de la viuda tras el fallecimiento de su marido -aunque también se incluye a la pareja sentimental en la ley española- así como el deseo del fallecido de tener descendencia con la propia carga genética aunque sea tras su fallecimiento, dando lugar a un “vacío de parentalidad” intencional antes, incluso, de la concepción de este hijo que nace ya huérfano de padre. Y parece que la audacia de algunos no va a dejar de sorprendernos si atendemos al creciente número de abuelos/las que se suman a la satisfacción de sus deseos de abuelidad pasando por encima de las graves consecuencias que suponen la permanente explotación sexual y reproductiva de la mujer, la reducción de la gestante al papel de incubadora humana, la situación de inferioridad de esta gestante en el contrato de gestación acordado con las empresas intermediarias y su alienación como persona, como ser humano.

En relación con los hijos gestados, la Convención sobre los Derechos del Niño relativo a la venta de niños, la prostitución infantil y la utilización de niños en la pornografía define la venta de niños como “todo acto o transacción en virtud del cual un niño es transferido por una persona o grupo de personas a otra a cambio de remuneración o de cualquier otra retribución”. La Comisión de Derechos del Niño de Naciones Unidas ha advertido a algunos de los países en los que se llevan a cabo estas prácticas sobre la necesidad de establecer garantías que eviten el tráfico con niños, pero ¿cómo se garantiza la erradicación del ánimo de lucro y anteposición de los propios deseos personales si no es con la prohibición de esta técnica de reproducción?

La realidad es que la maternidad subrogada altera y supedita el bienestar del niño y su salud física y psíquica a los deseos de los padres/abuelos de intención; se atenta contra el interés superior del niño al romper su vínculo materno tras el parto, ya pactado en el contrato de gestación ab initio. Ello entra en contradicción con el derecho del hijo a permanecer con su familia de origen. En consecuencia, se pone en riesgo –y frecuentemente se vulnera intencionalmente- el derecho del niño a ser criado por sus verdaderos progenitores (en todo caso por su madre), a dar prioridad a su permanencia en su familia de origen y al mantenimiento de sus relaciones familiares biológicas y, por ende, se priva al futuro niño, del derecho a conocer sus orígenes. Se vulnera en todos los aspectos y en todo caso, el interés superior -y preferente- del menor.

El contrato de maternidad subrogada no sólo es nulo legalmente en nuestro país, sino que vulnera el orden público español en materia de filiación y supone un fraude de ley la utilización de este conocido “turismo reproductivo” a otros países para obtener allí lo que la ley española prohíbe aquí.

 

Pilar María Estellés Peralta

Directora del Departamento de Derecho Privado

 

El dilema ético de los úteros artificiales para el desarrollo del fetonato

Por OBSERVATORIO DE BIOETICA UCV|5 abril, 2023|BIOÉTICA PRESSInformesReproducción asistida y FIVTop News

Desde principios de la década de 1980, con el advenimiento clínico de la fertilización in vitro, se ha descrito una amplia gama de consideraciones y preocupaciones éticas con respecto a la tecnología de úteros artificiales (AWT, por sus siglas en inglés). Los avances recientes en el desarrollo del soporte vital neonatal extracorpóreo por medio de la AWT han reiniciado el interés ético sobre este tema con un sentido de urgencia. Un artículo en la prestigiosa revista The American Journal of Bioethics revisa las consideraciones y preocupaciones éticas con respecto a la AWT y el cuidado del neonato fetal o fetonato. Los escenarios más inminentes suponen la existencia de un método fisiológicamente mejorado de atención neonatal a través de AWT, para brindar apoyo vital a los bebés que nacen tan prematuramente que, sin este modo de terapia, los resultados más probables son la muerte o una discapacidad sustancial. En cambio, los escenarios más remotos hablan de «ectogénesis completa», es decir, llevar a cabo la gestación humana completamente fuera del útero.

En el artículo, los investigadores distinguen cuatro dominios de actuación dependientes del desarrollo del bebé:

  • Dominio I: Fertilización e implantación (0 a 2 semanas)

Selección genética embrionaria, una técnica claramente eugenésica

Louise Brown

La fertilización de un óvulo humano fuera del cuerpo materno y la posterior implantación exitosa se realizó por primera vez en 1978 en el Reino Unido, lo que resultó en el nacimiento de la famosa «bebé probeta» Louise Brown. La fecundación in vitro (FIV) desde entonces se ha convertido en la piedra angular de las tecnologías de reproducción asistida, que en Estados Unidos en 2018 estuvo implicada en alrededor del 2% de los nacimientos. Después de la fertilización, el embrión generalmente se mantiene en el laboratorio durante tres a cinco días antes de implantarlo en el útero. Sin embargo, en un entorno experimental, los continuos esfuerzos de investigación han llevado a la optimización de las condiciones de cultivo que permiten el cultivo de embriones humanos hasta los 14 días de edad de concepción o incluso más.

  • Dominio II: Desarrollo embriológico y fetal temprano (2 a 21 semanas)

Después de dos semanas, el desarrollo embriológico se define por la organogénesis y la formación de estructuras indispensables para la vida. A las 11 semanas, el embrión pasa a denominarse feto y el desarrollo se caracteriza principalmente por el crecimiento y la maduración de los sistemas de órganos, que continuarán hasta el nacimiento. El comienzo de la semana 22 semanas generalmente se considera el umbral más bajo de viabilidad, con pocas esperanzas de supervivencia. Actualmente, ninguna tecnología clínica o experimental de soporte vital extrauterino apunta a la intervención dentro del dominio II. La mayoría de las pautas profesionales y gubernamentales en los países desarrollados abogan por los cuidados paliativos en esta etapa.

  • Dominio III: periviabilidad (22 a 25 semanas)

Durante las siguientes tres semanas, las recomendaciones cambian progresivamente debido al aumento de las tasas de supervivencia, y la mayoría de las guías recomiendan una atención activa para los bebés nacidos a las 25 semanas. A pesar del aumento de las tasas de supervivencia debido a la reanimación agresiva y la mejora de la atención clínica neonatal, los bebés que nacen en esta etapa a menudo sufren una morbilidad somática grave, un retraso en el desarrollo neurológico a largo plazo y una discapacidad conductual. El soporte tecnológico disponible actualmente en el dominio III se centra principalmente en la reanimación cardiorrespiratoria seguida de ventilación mecánica. Los enfoques experimentales, como la ventilación líquida y la tecnología de útero artificial, tienen como objetivo retrasar el primer intercambio de gases en los pulmones prematuros, con la intención de garantizar el desarrollo pulmonar continuo y mejorar la supervivencia general y los resultados clínicos.

  • Dominio IV: Prematuridad Vulnerable (26–34 Semanas)

Los bebés nacidos prematuramente antes de las 35 semanas de edad gestacional tienen un riesgo sustancialmente mayor deTratan niños prematuros con células madre de cordón umbilical síndrome de dificultad respiratoria infantil. Hace cincuenta años, este síndrome era mortal, pero actualmente gracias a la tecnología de ventilación mecánica neonatal y a la terapia de reemplazo de surfactante, han aumentado las expectativas de supervivencia de los bebés nacidos en esta etapa hasta el 85%. La investigación se centra principalmente en mejorar las modalidades de tratamiento existentes.

En resumen, existe un soporte tecnológico establecido y efectivo para los dominios I y IV, es imperfecto, pero clínicamente generalizado para el dominio III y actualmente es inexistente para el dominio II.

CONSIDERACIONES ÉTICAS RESPECTO A LA TECNOLOGÍA DE ÚTERO ARTIFICIAL EN CADA MOMENTO DEL DESARROLLO

Tras exponer las posibilidades técnicas para cada etapa, los autores de la investigación que comentamos discuten las consideraciones éticas para cada dominio bajo cuatro encabezados generales: “beneficios y daños potenciales”; “autoridad de los padres para la toma de decisiones”; “condición legal y protecciones”; y «equidad de acceso».

  • Consideraciones éticas del dominio I

Respecto a los beneficios y daños potenciales, hay que considerar tres posibles receptores de los mismos: los embriones, los padres y la sociedad.

En cuanto a los embriones, los autores manifiestan que el beneficio clave de la transferencia in útero exitosa de un embrión in vitro es que se le otorga la oportunidad de existir, de vivir. El daño más citado de la FIV es el almacenamiento, el descarte y el uso de investigación de embriones no implantados. El peso moral y legal de este daño de negar un mayor desarrollo a la vida biológica iniciada depende de atribuir la personalidad y sus protecciones concomitantes al embrión. A nuestro juicio, estos aspectos no deberían atribuirse, sino reconocerse. Otros daños embrionarios causados por la FIV son un mayor riesgo de embarazo ectópico, defectos de nacimiento, prematuridad, bajo peso al nacer y cáncer infantil.

En cuanto a los padres, el beneficio más destacado atribuido a la FIV es el aumento de la autonomía reproductiva de las parejas y el cumplimiento de deseos a menudo muy fuertes de tener un hijo. Sin embargo, la FIV conlleva ciertos riesgos físicos para la madre (p. ej., síndrome de hiperestimulación ovárica y complicaciones relacionadas con la extracción de óvulos, como sangrado, infección, daño de órganos) y sigue siendo un procedimiento de alto costo y bajo éxito que puede ser agotador psicológica y financieramente. En caso de transferencia de varios cigotos, puede ocurrir una gestación múltiple, lo que presenta su propio conjunto de daños potenciales tanto para la madre como para los bebés. Finalmente, la mayor incidencia de discapacidad después de la FIV puede representar una carga psicosocial para los padres y la familia.

Por último, en cuanto a la sociedad, cuando se percibe falsamente la FIV como un procedimiento infalible, puede generar la creencia errónea de que retrasar el embarazo no tiene consecuencias. Surgen cuestiones éticas específicas cuando se utiliza la FIV para concebir a una edad materna avanzada y con prácticas específicas asociadas con la FIV (p. ej., diagnóstico previo a la implantación, donación de gametos, subrogación y reducción embrionaria en caso de gestación múltiple).

Respecto a la autoridad de los padres para tomar decisiones, actualmente, los contratos se firman entre los padres antes de crear un embrión vía FIV, dejando claro lo que debe suceder en caso de desacuerdo de los padres y con los embriones supernumerarios congelados. Algunos estudiosos han sugerido que, en caso de desacuerdo entre los padres, se adopte un «enfoque de statu quo» en el que el cambio necesita una justificación más fuerte que permitir que las cosas permanezcan como están.

En lo referente a la situación jurídica de los embriones, existen importantes diferencias entre países y estados, basadas en definiciones divergentes de vida, persona y paciente que implican diferencias en cuanto al reconocimiento de su dignidad, su custodia y su protección legal. En cuanto a la investigación con embriones, en la mayoría de las jurisdicciones las restricciones legales prohíben el cultivo de embriones humanos más allá de los 14 días de desarrollo. No obstante, actualmente hay una controversia sobre la posible extensión de este límite legal. Así, en 2021, la Sociedad Internacional para la Investigación de Células Madre (ISSCR, por sus siglas en inglés) actualizó sus pautas y recomendó que los estudios que propongan cultivar embriones humanos más allá de las dos semanas se consideren caso por caso y se sometan a varias fases de revisión para determinar en qué punto se deben detener los experimentos (ver AQUÍ).

Finalmente, respecto a la equidad de acceso, a pesar de que la FIV está ampliamente disponible en el mundo desarrollado, los costos del procedimiento siguen siendo altos (costo promedio de $25 000 o más en los EE. UU.), lo que limita el acceso a la tecnología a quienes pueden pagarla o cuyo seguro la cubre.

  • Consideraciones éticas del dominio II

Respecto a los beneficios y daños potenciales, de nuevo se distingue entre el embrión, feto o fetonato, la madre y la sociedad.

Respecto al fetonato, la aplicación temprana de la AWT extendería la ventana de oportunidad para intervenciones terapéuticas más tempranas y más impactantes en anomalías congénitas y

Foto: nssoaxaca

un rescate más temprano de estados gestacionales patológicos, lo que podría mejorar los resultados. Además, la ectogénesis completa ha sido aclamada como una alternativa al aborto o ciertas prácticas de FIV, ya que la AWT radicalmente más temprana en la gestación podría usarse como un método alternativo a terminar un embarazo o evitar que un embrión exista solo en una condición congelada. No obstante, estas prácticas generarían, a su vez, todo un conjunto de diferentes interrogantes éticos y de política pública.

Respecto a la madre, la ectogénesis completa superaría muchas formas de infertilidad y evitaría el uso de la subrogación. En la literatura feminista gran parte de la discusión se ha centrado en el potencial de esta tecnología futurista para aumentar la igualdad de género física y socialmente, ya que permitiría la maternidad biológica sin condicionantes de salud relacionados con el embarazo o el parto. Sin embargo, a pesar de ser aclamada por algunos autores como una “liberación del yugo biológico del embarazo”, la literatura feminista también ha señalado que podría conducir a la devaluación o incluso a la patologización del embarazo, y podría disminuir la experiencia de las mujeres de obtener significado, empoderamiento y autorrealización de este aspecto único de la biología femenina. Posiblemente, la elección de la gestación a través de la ectogénesis (o, alternativamente, a través de un embarazo natural) podría eventualmente ser estigmatizada.

Finalmente, respecto a la sociedad, algunos autores han planteado preocupaciones relacionadas con el impacto de la tecnología de ectogénesis completa en la “mercantilización del embarazo, los bebés y la maternidad” y la “desconexión entre la sexualidad y la procreación”. Además, la posibilidad de dedicar fondos gubernamentales al desarrollo de la ectogénesis completa en un contexto de recursos limitados generará consideraciones adicionales.

Respecto a la equidad de acceso, si alguna vez es posible la ectogénesis completa, la conjunción de alto costo y baja disponibilidad indudablemente resultará en disparidades en el acceso y uso y preguntas sobre qué padres deberían tener prioridad en el uso de dicha tecnología.

Respecto al estatus legal de los fetonatos, se espera que tendrían plenos derechos y protecciones legales. La ectogénesis completa, con todo el desarrollo embriológico y fetal ocurriendo fuera del útero, plantearía cuestiones novedosas a este respecto.

  • Consideraciones éticas del dominio III

En cuanto a los beneficios y daños potenciales, de nuevo se distingue entre el fetonato, los padres y la sociedad.

Respecto al fetonato, la población principal para la que la AWT generaría beneficios son los bebés prematuros extremos nacidos entre la semana 22 y 25 de gestación, aunque el uso de AWT podría potencialmente también contemplarse para proteger a los fetos de estados gestacionales patológicos. La tecnología también podría utilizarse para mejorar la viabilidad y la seguridad de la terapia prenatal repetida y dirigida (cirugía fetal, farmacoterapia, terapia génica o con células madre). El daño principal de AWT en esta etapa sería el riesgo de muerte o discapacidad grave. Además, los posibles efectos psicológicos y conductuales secundarios a la falta de vínculo físico materno-fetal deberían examinarse.

Respecto a los padres, los beneficios potenciales de la AWT se exploran notablemente menos a fondo en la literatura. Además de la esperanza de una mayor supervivencia y una morbilidad reducida de su fetonato, los beneficios para los padres podrían ocurrir en escenarios donde el embarazo pone en peligro la salud materna, o cuando los procedimientos correctivos (medicamentos, terapia génica o con células madre, cirugía) podría realizarse sin riesgo de morbilidad materna. Una carga materna de la AWT es la extracción fetal por cesárea. Además, la falta de vínculo materno-fetal físico durante el curso del tratamiento del fetonato con AWT también puede tener un efecto psicológico, emocional y conductual en la madre.

Finalmente, respecto a la sociedad, la AWT tiene la posibilidad de un beneficio económico potencial en forma de ahorro de costos debido a la reducción de las comorbilidades de los bebés prematuros extremos. Alternativamente, AWT podría aumentar los costos al conducir a estancias más prolongadas en la UCIN para bebés que no habrían sobrevivido de otro modo.

En cuanto a la autoridad de los padres para tomar decisiones, la AWT cambiará fundamentalmente los paradigmas de toma de decisiones obstétricas y neonatológicas en la reanimación neonatal. Será necesario un enfoque multidisciplinario que involucre a obstetras, neonatólogos y cirujanos para guiar la toma de decisiones clínicas. No obstante, la decisión de someterse a una cesárea para transferir el feto a AWT en principio seguiría recayendo bajo la autonomía materna. Una vez que el fetonado pase al soporte extrauterino, la toma de decisiones se convertiría en una responsabilidad compartida de los padres.

Respecto al estatus legal del fetonato, los autores proponen el uso del término “neonato fetal” o “fetonato”, ya que se trataría de un recién nacido en el que se quiere conservar la fisiología fetal. Se espera que los fetonatos tendrían plenos derechos y protecciones.

Respecto a la equidad de acceso, la existencia de AWT puede exacerbar las desigualdades. Con la necesidad de seguimiento y tratamiento clínico intensivo continuo, se anticipa que la AWT será costosa. Inicialmente, también se espera que AWT sea un recurso limitado, lo que genera dudas sobre quién debe tomar las decisiones de asignación y cómo.

  • Consideraciones éticas del dominio IV

En cuanto a los beneficios y daños potenciales, se distingue entre e recién nacido prematuro y los padres.

Respecto al bebé, destacan la mejor supervivencia y un mejor resultado funcional en los supervivientes. Sin embargo, a veces los bebés pueden sobrevivir pero con comorbilidades graves que disminuyen en gran medida su calidad de vida. En tales escenarios, los especialistas en ética se han preguntado si se debería haber permitido que estos bebés murieran en el momento del nacimiento o poco tiempo después, en lugar de mantenerlos con vida mediante reanimación e intervenciones invasivas continuas. En la atención clínica actual, si un bebé está gravemente enfermo en el momento del nacimiento o ya ha sufrido diversas formas de lesiones graves en el útero, los padres, junto con el equipo médico, pueden limitar el alcance de la reanimación.

Respecto a los padres, se benefician cuando sus hijos sobreviven y experimentan mejores resultados funcionales. Por el contrario, los padres experimentan angustia psicológica y dificultades financieras si el hijo sobreviviente tiene una discapacidad grave.

En cuanto a la autoridad de los padres para tomar decisiones, tanto ética como legalmente, los padres tienen una autoridad considerable pero restringida con respecto a la atención médica que recibirán sus hijos, ejercida al proporcionar o negar el permiso para intervenciones específicas. Los límites de esta autoridad son más claros con respecto a qué intervenciones se pueden rechazar por nociones de lo que constituiría negligencia médica y son menos claros con respecto a las solicitudes de intervenciones consideradas por juicio médico como «fútiles».

En cuanto al estatus legal de los bebés nacidos prematuramente actualmente hay un gran consenso respecto a considerar que tienen plenos derechos y protección legal.

Respecto a la equidad de acceso, en los países altamente desarrollados, el acceso a la atención de la UCIN es mucho menos limitado que el acceso a otras formas de atención médica. No obstante, dentro del entorno de la UCIN, las disparidades en la estructura, el proceso y los resultados de la atención son una preocupación persistente.

 

Lucía Gómez Tatay

 

Cambio de sexo, de género, de seso.

Cambio, movimiento, mutación, son términos con significados parecidos.

Hay cambios de tipo físico, como la congelación, la evaporación, la sublimación; cambios biológicos, atmosféricos, sociales, en la moda; cambios de país (migraciones). Hay cambios bruscos, cambios progresivos, cambios insignificantes, grandes cambios, etc.

Filosóficamente, el movimiento (cambio) es el paso de la potencia al acto. Ya hace dos mil quinientos años, los filósofos griegos discutían sobre el asunto. A este respecto, Dios no cambia. Dios, según los filósofos, es el Motor Inmóvil.

Un cambio asombroso es el de la transustanciación, en la Eucaristía, por el que, según enseña la Teología, aunque sigan los mismos accidentes, cambia la sustancia.

 

Biológicamente, la vida supone un continuo cambio (de los metabolitos, por ejemplo). Los materiales fisicoquímicos del cuerpo del anciano son diversos que los del óvulo fecundado: aun siendo el mismo sujeto, su físicoquímica cambia.

Los intercambios de iones, como el potasio, el sodio y otros, a través de las membranas celulares, van con la vida. Son movimientos bioquímicos presentes en las células de los seres vivos.

Siempre sorprenden los movimientos cardiacos de sístole y diástole, así como los movimientos musculares, respiratorios, intestinales,  etc.

Son asombrosos los sucesos electroencefalográficos  en el ciclo vigilia-sueño, con sus fases de vigilia, sueño ligero, sueño lento, sueño profundo, sueño paradójico. Se trata de ritmos que van progresivamente cambiando de matiz con el paso del tiempo: por ejemplo, no es igual la arquitectura  del sueño del anciano que la del niño o la del feto.

El tiempo, que realmente significa cambio, para el niño pasa más despacio que para el adulto; quizás porque para él todo es novedad, y las estructuras relacionadas con la memoria están por estrenar. Para el adulto, parece como si el pasado acelerase el presente; por eso, se dice que el tiempo “vuela.

En el cerebro, el núcleo supraquiasmático  tiene que ver con el ritmo nictemeral (noche – día). Aunque es una estructura autónoma, la luz provoca cambios en su funcionamiento y consecuentemente, en la fisiología del organismo. Los cambios meteorológicos influyen en tal sentido; e influye la situación de reposo, de cansancio, agotamiento, alegría, tristeza, enfermedad, etc.

Son ritmos con características propias para cada sexo.

Hablar de los dos sexos significa hablar de dos formas de ser persona, con similitudes y diferencias, a nivel celular, corporal, psicológico, neural. Las diferencias corporales son patentes, no solo a nivel genital, sino también en los aspectos morfológicos globales y hormonales.

Biológicamente, todo individuo, sea hombre o mujer, tiene una dotación cromosómica precisa y una estructuración cerebral (vulgarmente, el “seso”) acorde, entre otras características.  

Dentro del encéfalo, el hipotálamo anterior es considerado sexualmente dimórfico, especialmente sus núcleos intersticiales (NIHA1, 2, 3 y 4). El núcleo NIHA1 es igual en ambos sexos. NIHA2 es mayor en el varón hasta los 50 años, edad en que también disminuye en la mujer. NIHA3 y 4 son mayores en el varón. Se han buscado diferencias en el núcleo NIHA3 entre heterosexuales y homosexuales, pero no se ha llegado a conclusiones certeras.

El área preóptica (del hipotálamo), con funciones hormonales específicas, es dos veces mayor en el varón que en la mujer; estructura que después del nacimiento crece, y más tarde decrece en las niñas.

El cuerpo calloso, conjunto de fibras nerviosas que interconectan ambos hemisferios cerebrales, es mayor en la mujer que en el varón.

El sexo biológico va determinado por los cromosomas XX en la mujer y XY en el varón.

La reasignación de sexo puede modificar los caracteres anatómicos u hormonales, pero no el sustrato genético. El sexo biológico se mantiene inmutable; todas las células del organismo tienen los cromosomas XX o XY desde la concepción hasta la muerte.

El sexo psicológico se refiere a las vivencias psíquicas. Percepción que se suele formar a los dos-tres años, coincidiendo con el sexo biológico, aunque con excepciones, en concreto, según la educación recibida. Es normal cierta confusión en la pubertad, que enseguida se conduce según la propia biología “ordena”.

El sexo sociológico tiene relación con la percepción por parte del entorno, en gran medida fruto de procesos históricos y culturales (por ejemplo, durante mucho tiempo no se concebía a una mujer como militar o juez).

Cuando no hay armonía en estas tres situaciones, se producen generalmente alteraciones físicas y/o mentales (hipertensión, jaquecas, depresión, etc.).

La condición sexuada corresponde al núcleo íntimo de la persona, afectando a todas las dimensiones corporales/espirituales.

En la homosexualidad hay una separación de los aspectos unitivo y procreativo, propios de la sexualidad. Es vista en algunos ambientes como algo fisiológico, incluso genéticamente determinado; pero no se ha localizado el gen de la gaycidad, ni se ha visto que el cerebro del homosexual sea diferente al del heterosexual; aunque probablemente haya diferencias neurales, a día de hoy no comprobadas.

Hoy día se habla del cambio de sexo, cuestión biológicamente imposible: no se puede “cambiar” lo biológico.

 

¿Cómo aprenden los niños? Así funciona su cerebro y así lo puedes potenciar

Por Mª José Calvo para LaFamilia.info - 17.04.2023


Imagen de freepik

¿Cómo aprenden los niños? ¿Cómo potenciar su desarrollo? ¿Qué podemos hacer los padres en esas primeras etapas tan decisivas para el aprendizaje?

En esta nueva entrega la especialista Mª José Calvo, médico de familia, nos explica cómo aprenden los niños. Ella señala "se trata de dejar que los niños puedan admirarse de las cosas, permitir su curiosidad perceptiva por lo que le rodea, que es la que abre las ´puertas´ de la atención, dejar volar la imaginación y la creatividad, darles pequeños encargos dese muy pequeños, enseñándoles lo que está bien o mal, según su edad, y guiados por unos valores nobles, basados en principios universales que no pasan de moda. Los que tratamos de vivir". 

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Asimismo, los niños aprenden respetando sus ritmos naturales, esos periodos de crecimiento, y dándoles libertad de acción con cierta autonomía… Y siempre, guiados por el sentimiento de saberse queridos. Pero ojo, no basta con quererlos: se tienen que sentir queridos para desarrollarse bien. Lo cual no significa darles caprichos o sobreprotegerlos, sino cariño, dedicación, tiempo con ellos, compartir lo que llevamos en el corazón.

"Ojo: no basta con quererlos: se tienen que sentir queridos para desarrollarse bien"

Hemos visto que la mejor edad para el aprendizaje es hasta los 6-8 años. Y luego hasta el pico de la pubertad y adolescencia. Lo que más le gusta a un niño es moverse libremente y experimentar. Cuantas más oportunidades tenga de conocimiento perceptivo experiencial, mejor.

Cuantos más sentidos emplee mejor conocerá el mundo que le rodea y mejor desarrollará sus capacidades, gracias a esa fase motora y sensitiva de la maduración cerebral. Los sentidos son como las “ventanas” por las que contactamos con el mundo: lo conocemos, y lo podemos comprender. A partir de ahí construirá ideas mas abstractas, que engarzadas, darán lugar al razonamiento más lógico, entorno a los 7 años.

"Los sentidos son como las “ventanas” por las que contactamos con el mundo. Cuantos más sentidos emplee mejor conocerá el mundo que le rodea"

Un pensamiento del doctor Santiago Ramón y Cajal: “Es preciso sacudir enérgicamente el bosque de neuronas adormecidas. Es menester hacerlas vibrar con la emoción de lo nuevo, e infundirles nobles y elevadas inquietudes.” No quedarse en la inmediatez de adquirir solo unas habilidades concretas, sino elevar las miras, poner inquietudes nobles en ellos por mejorar el entorno…

Al hilo, una idea de María Montessori: “Sembrad en los niños ideas buenas aunque no las entiendan; los años se encargarán de descifrarlas en su entendimiento, y hacerlas florecer en su corazón.”

También es la edad ideal para enseñarles hábitos saludables, aprovechando esos momentos en los cuales es muy fácil adquirir unas funciones y unos valores humanos.

Disfrutar de la buena música, que pone en marcha todo el cerebro, de contemplar la naturaleza, del placer de jugar, de leer cuentos, y de adquirir valores humanos como el orden, la sinceridad, la empatía, la amistad, el valor del esfuerzo, la generosidad, la responsabilidad… y en definitiva ¡pensar en los demás!

Y es imprescindible la relación con otras personas, no solo de la familia, sino también con amigos, porque una persona es más enriquecedora que cualquier juguete, y muchísimo más que una “pantalla”.

Siempre, insisto, sabiéndose muy queridos. El cariño que les demos es el artífice de su buen desarrollo, base de su afectividad, de su autoestima y personalidad. No solo de cada uno de los padres, sino del trato cariñoso de ellos entre sí, origen de su vida y por tanto de su desarrollo. Y lo que le permitirá aprender a querer a los demás, algo imprescindible para lograr su plenitud personal y una vida lograda.

El juego: básico para el aprendizaje

Por otra parte, desde que nace el juego es muy importante en su vida. Todo lo aprende por vía afectiva, a través de las emociones, mediante el juego. Para él todo es juego, o se transforma en juego: aprende jugando, juega aprendiendo, juega con su madre, con su mirada, con su sonrisa… disfruta jugando. Para él, la vida es juego, y mediante él aprende todas las cosas. 

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Además, el juego estimula el desarrollo cerebral, la imaginación y la creatividad... Por ejemplo, mediante el juego simbólico el niño aprende muchas habilidades, relaciona distintas cosas en su cerebro, aprende por distintas vías sensoriales, motoras, de integración… También aprende a pensar y resolver problemas y dificultades, a tener empatía con otras personas, a regular emociones, acepta unas reglas... etc. Para un niño es vital jugar: es su vida.

Es importante que vaya siendo autónomo cuanto antes, adquiriendo habilidades y destrezas, y relacionándose. Pero no es bueno querer adelantar etapas, pues su cerebro no estará preparado. Para todo requiere unos tiempos atencionales tranquilos, sosegados, a su ritmo.

Ojo con las pantallas

Por eso cuidar las pantallas, especialmente en las primeras etapas en las que su cerebro está por formar. Porque en ellas todo sucede de forma demasiado rápida, y el exceso puede entorpecer su buen desarrollo. Interfiere con el propio pensamiento, rompe con su memoria, su concentración, anula la empatía, base del aprendizaje y la relación con los demás. Todo cuidado es poco; más tarde habrá que guiarles en ello.

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Cuando es un poco mayor, va aprendiendo cosas nuevas, y para ello necesita interiorizarlo y asentarlo sobre lo que ya sabe, porque lo relaciona con ello y establece un vínculo emocional con cada cosa. Si no, no puede aprender. Y los padres, o el maestro, van dando estructuras sobre las cuales construir lo que puede aprender. Por eso, las primeras etapas son cruciales, y cuanto más se sabe es más fácil aprender algo nuevo.

Y es preciso que le ilusione, que le motive, para que pueda asimilarlo porque disfruta. La motivación da un aporte extra de glucosa, el alimento del cerebro, que le posibilita trabajar mejor, a gusto. Cuanto más complejo, mayor necesidad de la emoción y del placer de aprender. Por eso es importante tener en cuenta esos momentos que facilitan dicho aprendizaje. Es todo un arte saber enseñar, conectar con los sentimientos del niño…, emocionarse con ello, y que disfrute aprendiendo. Un arte que se puede aprender y mejorar con el cariño.

*Colaboración de Mª José Calvo para LaFamilia.info. Médico de familia por la Universidad de Navarra y Orientadora familiar y conyugal por IPAO, y a través del ICE de la Universidad de Navarra. Colaboradora habitual en la revista “Hacer Familia” sobre temas de pareja. optimistaseducando.blogspot.com.co  

 

¿Individualismo versus familia?

El día de la mujer, una vez más nos mostraba que hay unas diferencias muy importantes en torno a lo que podemos entender por feminismo. La sensibilidad social creciente en cuanto al papel de la mujer en la sociedad es algo presente en Occidente desde hace ya bastantes años.. Pero las pretensiones de posiciones deshumanizadas de partidos extremistas actuales no son más que una enfermedad grave, que no se curará fácilmente.

Esos extremismos, unidos a la inmoralidad tan frecuente en las relaciones entre hombre y mujer, hacen que desaparezca la familia y, por lo tanto, la paz en la sociedad. “El clamor moderno sobre la identidad no puede entenderse sin comprender simultáneamente una causa que se ha pasado por alto: las dislocaciones familiares y comunales masivas, radicales y en gran parte no reconocidas en que incurrió el Homo sapiens desde la década de los sesenta, especialmente -aunque no solo- hoy en las sociedades de Occidente. Un fenómeno denominado aquí ‘La Gran dispersión’. El motor de esta transformación es la revolución sexual, es decir, los cambios sociales generalizados que siguieron al shock tecnológico de la píldora y los dispositivos que por primera vez ofrecieron anticonceptivos confiables en masa”.

Lo que se ha implantado en extendidos ambientes de nuestra sociedad es un individualismo egoísta, contrario a todo lo que el cristianismo ha predicado desde hace muchos siglos: el amor. Es un ambiente verdaderamente preocupante porque influye más de lo que parece. Se infiltra incluso en los ambientes que podríamos denominar cristianos, porque es muy fácil caer en el egoísmo, en comparar, medir, pensar en si me dan o me dejan de dar. Y un matrimonio que empieza así está llamado a terminar mal y pronto.

“Muchas personas, antes y ahora, han creído en buena fe que estos cambios equivalen a una ventaja neta para la humanidad, y que sus propias vidas se han visto potenciadas por las libertades que solo una revolución podría haber traído”. Sin embargo hay que decir que “estos mismos cambios han provocado simultáneamente la destrucción del hábitat natural del animal humano, con consecuencias radicales que apenas empezamos a comprender”.

JD Mez Madrid

 

Seres complementarios

La relación entre madre e hijo posee una alta valoración social mientras que el padre, en muchas ocasiones, cree que tiene que ser como una” segunda madre” para ser aceptado, y por tanto debe olvidarse de los rasgos propios de su masculinidad e imitar las cualidades del talento femenino (cariño, empatía, ternura, etc.) Algunos hombres, influenciados por esta idea, han llegado a identificarse con el modelo de “papás gallinas”, es decir, no un padre, sino más bien un hermano mayor o un tío.

Existen diversos estudios que aseguran que la ausencia del padre tiene efectos muy negativos en el desarrollo de los hijos. En este sentido, encuestas realizadas en Estados Unidos muestran qué si un niño ha sido educado por una madre sola, en lugar de por una madre y un padre, tiene seis veces más riesgo de crecer en la pobreza y dos veces más de abandonar la escuela, o incluso sufrir trastornos psíquicos. Además, otro estudio realizado por la Universidad de Oxford en Reino Unido demuestra que existe un vínculo directo entre el grado de implicación del padre y el éxito académico de sus hijos.

No hay que olvidar que el hombre y la mujer son seres complementarios y esa complementariedad debe reflejarse necesariamente en la educación de sus hijos. Por esto, es de “cajón o sentido común” que el equilibrio emocional de los hijos en una familia solo se consigue combinando los rasgos del hombre (valentía, fuerza, competitividad, etc.) con los valores más propios de la madre (ternura, comprensión, empatía, etc.).

¿Cómo se ha llegado hasta aquí? La cancelación de la figura del padre está relacionada con otra cuestión más profunda, la destrucción de la familia formada por un padre y una madre con hijos. Una familia se puede romper, por muchos factores, sobre todo cuando el padre o la madre solo busca su beneficio a través del otro. Creo que vale la pena potenciar el papel del padre en la familia, como nos lo recuerda, cada año, el día de la festividad de San José, día en que se celebra el día del padre. Esta coincidencia se debe a que, en nuestra tradición cristiana, siempre se ha considerado a San José como un buen modelo a imitar, ya que fue un hombre fuerte y valiente ante las dificultades, sin dejar de ser cariñoso y comprensivo, para ayudar a María y a su Hijo a cumplir su misión.

Domingo Martínez Madrid

 

Ahora tenemos uniones de hecho

Ahora tenemos uniones de hecho que no van a ninguna parte. Otras que terminan en matrimonio a una edad en la que no se puede tener hijos. Nos lleva a una confusión en la terminología, porque se habla de mi pareja en lugar de novio, marido o amigo. Como si todo diera igual. “Las dislocaciones familiares están teniendo repercusiones en cada etapa de la vida humana, como lo demuestran los nuevos datos sobre el fuerte aumento de los problemas psiquiátricos entre adolescentes y adultos jóvenes en Estados Unidos; décadas de evidencia empírica han mostrado los daños de los hogares sin padre; los ‘estudios de soledad’ ahora proliferan en sociología e indican el creciente aislamiento de los ancianos en todas las naciones occidentales, y tenemos una inquietante evidencia de los costos humanos de las nuevas técnicas reproductivas, como la donación anónima de esperma”.

Por eso cuando vemos padres jóvenes con niños pequeños, familias numerosas, con una visión rigurosamente católica, con virtudes que surgen del amor, de la preocupación de unos por otros, del empeño de dedicar tiempo a los hijos, aunque haya mucho trabajo, nos alegra mucho porque eso marca el futuro. Cualquier persona con dos dedos de frente y capacidad de observación se da cuenta de dónde está lo bueno..

Jesús Domingo Martínez

 

Merecedores de todos los respetos

Hoy, hay “venirse abajo” merecedores de todos los respetos, por ser sencillamente una manifestación y bien patente, por cierto, de los límites de la naturaleza humana: el provocado por el pesar de una madre después de parto muy difícil, o ante la enfermedad de un hijo; el nacido del dolor de un hombre después de la muerte de su madre; el que sufre cualquier ser humano que tenga que soportar una larga temporada en paro forzoso. También son corrientes los venirse abajo de algunas personas en torno a la jubilación; o los que suelen acompañar casi por igual a hombres y a mujeres, en los cambios profundos de perspectiva vital en torno a los cuarenta-cincuenta años.

Y no digamos el venirse abajo después de cometer un pecado grave desobedeciendo la palabra de Cristo, y dando entrada en el ánimo a las insidias del diablo, que nos invitan a dudar del perdón de Dios. En estos casos me gusta aplicar unas palabras de Benedicto XVI: “La conciencia moderna —y todos, de algún modo, somos "modernos"— por lo general no reconoce el hecho de que somos deudores ante Dios y que el pecado es una realidad que sólo se supera por iniciativa de Dios. Este debilitamiento del tema de la justificación y del perdón de los pecados, en último término, es resultado de un debilitamiento de nuestra relación con Dios”. (Ratisbona, homilía, 12-IX-2006). Y las aplico, porque en no pocas ocasiones he podido dar gracias a Dios al ver el levantarse de no pocas personas, después de una honda y serena Confesión.

No es difícil encontrar casos de venirse abajo en los que los motivos son bastante más fútiles: un simple disgustillo de esos que nos acompañan todos los días; un suspenso en un examen -también el que sirve para obtener el carnet de conducir-; y hasta el verse obligado a esperar el autobús algunos minutos más de lo previsto. La fragilidad humana es riquísima y variadísima. El único camino práctico para no continuar la infinita cadena del venirse abajo, es reconocer esa fragilidad, sonreír, y agradecérsela a Dios.

Pedro García

 

Martínez de Aguirre: “Facilitar el divorcio cambia la visión del matrimonio”

 

El lunes 17 de abril tuvo lugar el Foro Omnes "El matrimonio en Occidente: de la deconstrucción a la reconstrucción”, organizado junto a la Facultad de Derecho de la Universidad de Navarra. Entre los temas tratados estuvieron los cambios en el derecho civil en la regulación del matrimonio, la filiación y la necesidad de recuperar el sentido de la familia.

Paloma López Campos·17 de abril de 2023·Tiempo de lectura: 4 minutos

Foro matrimonio

Los ponentes Álvaro González Alonso y Carlos Martínez de Aguirre, y María José Atienza, redactora jefe de Omnes. (Alter Ego Visual)

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La sede de posgrado de la Universidad de Navarra en Madrid acogió el Foro Omnes “El matrimonio en Occidente: de la deconstrucción a la reconstrucción”, que contó con las ponencias de Álvaro González Alonso, director académico del Máster de Formación Permanente en Derecho Matrimonial y Procesal Canónico de la Universidad de Navarra, y Carlos Martínez de Aguirre, catedrático de Derecho Civil en la Universidad de Zaragoza. María José Atienza, redactora jefe de Omnes, presentó a los ponentes y actuó como moderadora de la mesa.

El primero en tomar la palabra fue Carlos Martínez de Aguirre, quien resaltó “las mutaciones en el Derecho Civil, que no solo han cambiado las reglas del juego, sino el juego en sí mismo”. Hasta el punto de que hemos presenciado la subjetivación del concepto del matrimonio y de la familia.

Entre esos cambios se encuentran “los avances técnicos y médicos que han provocado cambios en la sociedad, como la posibilidad de procrear sin necesidad de tener sexo”. A estos se unen las cirugías de cambio de sexo o las nuevas medidas legales para registrarse con un sexo distinto.

“Todo este conjunto de cosas”, señaló Martínez de Aguirre “transmite el mensaje del dominio de la voluntad humana sobre el sexo, la procreación y las realidades familiares”.

Un nuevo concepto de familia

Esto, que ya resulta complicado a nivel antropológico, hace que “desde el punto de vista técnico legal la situación cada vez sea más complicada”, pues “se produce una doble desconexión dentro del derecho de familia”. Ya no hay fundamento biológico y esto permite al legislador modificar los conceptos básicos a su voluntad.

Actualmente, hay un “concepto de familia adulto céntrico, centrado en los deseos de los adultos y pasando por encima de los intereses de los menores”. De aquí se deriva, consideró el catedrático, otra consecuencia: “el matrimonio es cada vez tratado más como una relación íntima autosatisfactiva entre adultos”. El resultado de esto es que “los hijos quedan a expensas de los deseos e intereses de los adultos”.

Tradicionalmente, “el matrimonio era una institución ligada a la procreación. Estos rasgos desaparecen cuando en el plano civil se acepta el matrimonio homosexual y el divorcio”. Esto es relevante porque “la decisión consistente de admitir que dos personas del mismo sexo puedan casarse, afecta a la propia estructura de la familia”. Por otro lado, “facilitar el divorcio cambia el modo de considerar el matrimonio y también tiene sus consecuencias técnicas”.

El fin de las obligaciones

Cuando dejamos que entre el divorcio en la ecuación, dijo Martínez de Aguirre, “las obligaciones de los cónyuges cambian. Cualquiera de ellos puede ponerles fin cuando quiera”.

“La existencia de un divorcio tan accesible desincentiva la inversión patrimonial y personal en un matrimonio”, en consecuencia, cada vez son más frecuentes los pactos prematrimoniales, que buscan muchas veces salvaguardar los bienes propios en vistas al divorcio.

El cambio en el concepto es evidente. “Antes se decía que el matrimonio es mucho más que un contrato, pero ahora hemos llegado al punto de decir que el matrimonio es mucho menos que un contrato”.

Sin embargo, el catedrático señaló que “la deconstrucción no es total. Todavía queda el rasgo de la pareja, de la unidad”. Si bien es verdad que, “considerando el matrimonio canónico y el civil, estamos ante dos figuras distintas que lo único que comparten es el nombre”.

Paternidad y filiación

Ahora que “hemos separado radicalmente el dato biológico del dato legal”, nos damos cuenta de que “la filiación empieza a descomponerse también”. Esto no es solo una idea, sino que, como apuntó Martínez de Aguirre, “hemos perdido calidad de vida familiar en prácticamente todos los indicadores que pudiéramos considerar”.

Por ello, “es necesario hacer un replanteamiento en profundidad de las regulaciones legales del matrimonio”.

Preservar la visión del matrimonio

Para resumir su intervención, el catedrático de la universidad de Zaragoza afirmó que “el derecho civil no tiene una idea de lo que es el matrimonio”. Pero “el derecho canónico ayuda a preservar la visión del matrimonio que nos permitirá reconocer que el camino que se está tomando ahora mismo no nos lleva a ninguna parte”.

Tras la ponencia de Carlos Mártínez de Aguirre, se dio paso al turno de preguntas. Una de las cuestiones tratadas fue la protección del matrimonio frente a los abusos legales. El profesor Aguirre destacó la importancia de redescubrir la importancia y esencia del matrimonio. También se cuestionó el acompañamiento a los jóvenes que piensan casarse, a lo que los ponentes respondieron que era importante no buscar respuestas existenciales en el ámbito jurídico y a dar importancia a la preparación de los acompañantes de los novios.

Finalizado el turno de preguntas, tomó la palabra Álvaro González Alonso, quien explicó el Máster de Formación Permanente en Derecho Matrimonial y Procesal Canónico de la Universidad de Navarra. Este curso de postgrado está aprobado por la Santa Sede, dura un curso académico y se cursa en un 80% de manera online. Tiene cinco características fundamentales:

 

Rigor científico e interdisciplinariedad

Acompañamiento y flexibilidad

Calidad del claustro académico

Servicio a la Iglesia y a la sociedad

Internacionalidad

La importancia de la formación

González Alonso destacó la importancia de profundizar en el conocimiento de una materia como la del Máster porque “importa lo que es en sí misma la institución del matrimonio”, y la formación del plan de estudios facilita ese conocimiento mayor. Por otro lado, señaló que “en la medida en que el conocimiento sea más profundo, más fácil será acompañar”.

Para concluir, el director académico expresó la necesidad de acercar la figura del Derecho canónico y la del Derecho civil, diciendo que “apremia un desarrollo de la legislación acorde con la verdad del matrimonio y la familia”.