Las Noticias de hoy 4 Julio 2022

Enviado por adminideas el Lun, 04/07/2022 - 12:07

Josemaría Escrivá de Balaguer: No te desalientes. Te he visto luchar... Tu  derrota de hoy es entrenamiento para la victoria definit...

Ideas Claras

DE INTERES PARA HOY    lunes, 04 de julio de 2022       

Indice:

ROME REPORTS

El Papa. El mundo necesita paz. Crisis Ucrania puede ser un reto para sabios estadistas

El Papa en el Ángelus: los discípulos saben ceder la palabra a otro

El Papa a congoleños: "Poner paz y orden en el corazón"

ENCONTRAR A CRISTO EN LA IGLESIA : Francisco Fernandez Carbajal

Evangelio del lunes: tu fe te ha salvado

“Agranda tu corazón” : San Josemaria

“Todos estamos muy unidos por la comunión de los santos”

Muy humanos, muy divinos (XIV): Para dar luz, palabras verdaderas

El alimento del amor : Erik Larsen

Aprendiendo a acompañar a las familias : María Pilar Lacorte Tierz

La ignorancia religiosa, en auge : Josep Mª Escolà

Las lágrimas del aborto : José Antonio García-Prieto Segura

El aborto: una estrategia fallida : Paul Swope 

Educar para pensar críticamente  : Evelyn Haydée Páez y Willdea Arreaza Vizcaya

¿Cómo podemos amar a Dios si no lo vemos ? : Acción Familia

Dios nos dio la riqueza pero también los políticos : Antonio García Fuentes

 

 

ROME REPORTS

El Papa. El mundo necesita paz. Crisis Ucrania puede ser un reto para sabios estadistas

El mundo necesita paz, pero no una paz basada en el equilibrio de las armas, en el miedo recíproco. "Eso es retroceder setenta años en la historia", dijo Francisco después del Ángelus, dirigiéndose a los jefes de las naciones y de las organizaciones "para que reaccionen ante la tendencia a acentuar la conflictividad y la oposición". Si se quiere, la crisis ucraniana puede ser un desafío para sabios estadistas, capaces de construir en el diálogo un mundo mejor para las nuevas generaciones, afirmó

 

Tras la oración mariana del Ángelus del domingo 3 de julio el Papa Francisco vuelve a dirigirse a los jefes de las naciones y de las organizaciones internacionales "para que reaccionen ante la tendencia a acentuar la conflictividad y la oposición". Es necesario "pasar de las estrategias de poder político, económico y militar, a un proyecto de paz global", aseveró. Éstas sus palabras:  

“Seguimos rezando por la paz en Ucrania y en todo el mundo. Hago un llamamiento a los jefes de las naciones y de las organizaciones internacionales para que reaccionen ante la tendencia a acentuar la conflictividad y la oposición. El mundo necesita paz. No una paz basada en el equilibrio de las armas, en el miedo recíproco. No, eso no sirve. Es retroceder setenta años en la historia. La crisis ucraniana debería haber sido, pero -si se quiere- todavía puede llegar a ser, un reto para los sabios estadistas, capaces de construir en el diálogo un mundo mejor para las nuevas generaciones. Con la ayuda de Dios, esto siempre es posible. Pero debemos pasar de las estrategias de poder político, económico y militar a un proyecto de paz global: no a un mundo dividido entre potencias en conflicto; sí a un mundo unido entre pueblos y civilizaciones que se respeten mutuamente.”

El ejemplo de los mártires ayude a dar testimonio de la Buena Noticia

También en el post-Ángelus del Papa, la memoria de la beatificación, el sábado 2 de julio en San Ramón de la Nueva Orán en Argentina, de Pedro Ortiz de Zárate, sacerdote diocesano, y Juan Antonio Solinas, sacerdote de la Compañía de Jesús:

“Estos dos misioneros, que dedicaron su vida a transmitir la fe y a defender a los pueblos indígenas, fueron asesinados en 1683 por llevar el mensaje de paz del Evangelio. Que el ejemplo de estos mártires nos ayude a dar testimonio de la Buena Noticia sin compromisos, dedicándonos generosamente al servicio de los más débiles. ¡Un aplauso para los nuevos beatos!”

02/07/2022«Mártires del Zenta». Semeraro: Alimentados con “el pan de los fuertes” sirvieron al Evangelio

Finalmente su saludo a todos los presentes, romanos y peregrinos, y en particular a los lectores y ministrantes de Dobra, Polonia; a los estudiantes de Slavonski Brod, Croacia; a los fieles albaneses con sus párrocos y al equipo itinerante del Camino Neocatecumenal en Albania.

También a los fieles de Nápoles, Ascoli Piceno, Perugia y Catania, y a los confirmandos de Tremignon y Vaccarino, diócesis de Vicenza, con su habitual deseo de un feliz domingo, y su pedido de oración por él. 

 

El Papa en el Ángelus: los discípulos saben ceder la palabra a otro

¿Cómo llevamos la Buena Noticia del Evangelio a los demás? ¿Con espíritu y estilo fraterno, o a la manera “del mundo”, es decir con protagonismo, competitividad y centralidad en la eficacia? Son preguntas que planteó el Papa este domingo a la hora del ángelus al reflexionar sobre el Evangelio del Día. “Se pueden hacer planes pastorales perfectos”, pero “si no hay disponibilidad para la fraternidad, la misión evangélica no avanza”.

 

Vatican News

La tarea de los discípulos es ir por delante a las aldeas y preparar a la gente para recibir a Jesús; y las instrucciones que Él les da no se refieren tanto a lo que deben decir, sino a cómo deben ser, es decir, no sobre “lo que tienen escrito en la libreta” que tienen que decir, no; sino sobre el testimonio que han de dar. Lo explicó el Papa Francisco al comentar el Evangelio de la Liturgia de este domingo, en el que leemos que “el Señor designó a otros setenta y dos [discípulos] y los envió de dos en dos delante de él a todas las ciudades y lugares a los que iba a ir” (Lc 10,1).

El Maestro envía a los discípulos de dos en dos, y los llama “obreros”, es decir, que están llamados a “trabajar”, a evangelizar “por medio de su comportamiento”, dijo el Santo Padre. 

Los discípulos saben ceder la palabra a otro

Esto significa, explicó, que “no son ‘francotiradores’, es decir, "predicadores que no saben ceder la palabra a otro”, sino que es “la vida misma de los discípulos la que anuncia el Evangelio”:

“Su saber estar juntos, su respeto mutuo, su no querer demostrar que son más capaces que el otro, su referencia unánime al único Maestro.”

Por eso el Santo Padre advirtió que “se pueden hacer planes pastorales perfectos, poner en marcha proyectos bien elaborados, organizarse hasta el más mínimo detalle; se pueden convocar multitudes y disponer de muchos medios; pero si no hay disponibilidad para la fraternidad, la misión evangélica no avanza”. 

La misión no se basa en el activismo personal

Como ejemplo, Francisco contó de un misionero que partió a África junto con un hermano de comunidad, pero que al cabo de un tiempo se separó de él, quedándose en una aldea donde llevó a cabo con éxito una serie de actividades de construcción para el bien de la comunidad. 

Todo funcionaba bien. Pero un día tuvo un sobresalto: se dio cuenta de que su vida era la de un buen empresario, ¡siempre entre obras y papeleo! Entonces, dejó la gestión en manos de otros y volvió con su hermano. Así comprendió por qué el Señor había enviado a los discípulos "de dos en dos": la misión evangelizadora no se basa en el activismo personal, es decir, en el "hacer” ¡no!, sino en el testimonio, el testimonio de amor fraterno, incluso a través de las dificultades que conlleva convivir con otro.

¿A la manera de Jesús o a la manera del mundo? 

Por eso este domingo el Papa llamó a preguntarnos en qué manera llevamos la Buena Noticia del Evangelio a los demás, si con espíritu y estilo fraterno, o “a la manera del mundo”, es decir, “con protagonismo, competitividad y centralidad en la eficacia”.  Preguntémonos – animó el Santo Padre - si tenemos la capacidad de colaborar, si sabemos tomar decisiones juntos, respetando sinceramente a los que nos rodean y teniendo en cuenta su punto de vista, si lo hacemos en comunidad y no solos. Porque, en efecto, dijo, es “sobre todo así, como la vida del discípulo deja traslucir la del Maestro, anunciándolo verdaderamente a los demás”.

"Que la Virgen María, Madre de la Iglesia, nos enseñe a preparar el camino del Señor con el testimonio de la fraternidad", concluyó. 

"El mundo necesita paz"

Tras la oración mariana el pensamiento del Papa en la guerra en Ucrania, con un nuevo llamamiento a los jefes de las naciones y de las organizaciones internacionales para que reacciones ante la tendencia a acentuar la conflictividad y la oposición. "El mundo necesita paz", reiteró. 

También los mártires beatificados ayer en Argentina, Pedro Ortiz de Zárate y Juan Antonio Solinas, fueron recordados por el pontífice, que manifestó su esperanza de que su ejemplo nos ayude a dar testimonio de la Buena Noticia "sin compromisos, dedicándonos generosamente al servicio de los más débiles". 

 

El Papa a congoleños: "Poner paz y orden en el corazón"

Desactivar la codicia, apagar el odio y el resentimiento, huir de la corrupción, el engaño y las artimañas para que comience la paz. Palabras del Papa en la Misa con la comunidad congoleña, en la que rezó por la paz y la reconciliación en la República Democrática del Congo, “tan herida y explotada”. “Vive en paz, enciende la paz y la paz habitará en tu casa, en tu Iglesia, en tu país".

 

Vatican News

“Alegría” es lo que sienten los discípulos de Jesús al saber que “el Reino de Dios está cerca”. Aunque aún no se ha alcanzado, está cerca nuestro: es la cercanía de Dios que es Jesús, y Él es la fuente de nuestra alegría, porque sabemos que “somos amados y nunca estamos solos”. El Papa Francisco al celebrar la Santa Misa con rito congoleño en el XIV domingo del tiempo ordinario, habló de el “cambio” que provoca en nosotros a cercanía de Dios: los que acogen a Jesús sienten “que tienen que imitarle” dijo, y por eso es claro lo que debemos hacer “como Iglesia” en la historia: nuestra tarea es la misión. 

Cómo envía Jesús a sus discípulos

Como cristianos, afirmó el Santo Padre, “no podemos contentarnos con vivir en la mediocridad”, pues “somos misioneros de Jesús”. Y aunque no sepamos como serlo, es el mismo Evangelio el que nos muestra que el Señor envía a los discípulos “sin esperar a que estén listos y bien entrenados”. Hay tres “sorpresas misioneras” que Jesús tiene reservadas para los discípulos. La primera es “el equipamiento”: 

Para ir en una misión a lugares desconocidos, hay que llevar varias cosas, ciertamente las esenciales. Jesús, en cambio, no dice lo que hay que llevar, sino lo que no hay que llevar: "No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias". Prácticamente nada: sin equipaje, sin seguridad, sin ayuda. 

El equipo fundamental: el hermano

Para Cristo, explicó el Sumo Pontífice, “el equipo fundamental" es "el hermano". El Maestro envía a los discípulos “de dos en dos”:

Nunca sin el hermano, porque no hay misión sin comunión. No hay anuncio que funcione sin cuidar de los demás. 

Segunda sorpresa de la misión: el mensaje

“Es lógico pensar que, para prepararse al anuncio, los discípulos deben aprender qué decir, estudiar a fondo los contenidos, preparar discursos convincentes y bien articulados”, continuó diciendo el Santo Padre. En cambio, “Jesús sólo les da dos frases”. La primera es un saludo: 

"En cualquier casa en la que entréis, decid primero: ‘¡Paz a esta casa!’".

Esto significa que el Señor prescribe presentarse, en cualquier lugar, como "embajadores de la paz". Porque Cristo es la paz, así se reconoce que “somos suyos”.  Si, por el contrario, “difundimos habladurías y sospechas”, y “creamos divisiones”, advirtió, “no actuamos en nombre de Jesús”. 

Paz y reconciliación en la R.D. Congo, "herida y explotada"

Los que fomentan el rencor, incitan al odio, pasan por encima de los demás, “no trabajan para Jesús”, aseguró el Papa Francisco, que rezó por la paz y la reconciliación en la República Democrática del Congo, “tan herida y explotada”.

Nos unimos a las misas celebradas en el país según esta intención, y rezamos para que los cristianos sean testigos de la paz, capaces de superar todo sentimiento de rencor y de venganza, para superar la tentación de que la reconciliación no es posible, y todo apego malsano al propio grupo que lleva a despreciar a los demás.

Desarmar el corazón del resentimiento y la ira

“Si vives su paz, Jesús viene y tu familia, tu sociedad cambia”, continuó diciendo el Santo Padre. “Cambian si primero tu corazón no está en guerra, no está armado de resentimiento e ira, no está dividido, no es doble, no es falso”. 

Poner paz y orden en el corazón, desactivar la codicia, apagar el odio y el resentimiento, huir de la corrupción, huir del engaño y las artimañas: ahí empieza la paz. Jesús dice: "Lleva la paz a tu hogar, empieza por honrar a tu mujer y amarla de corazón, por respetar y cuidar a tus hijos, a tus ancianos y a tus vecinos. Vive en paz, enciende la paz y la paz habitará en tu casa, en tu Iglesia, en tu país".

"Como corderos entre lobos"

“¡Imponte, sobresale!” dice el “sentido común del mundo”. Jesús, en cambio, pide a los suyos que vayan por el mundo “como corderos entre lobos”. Esto “no significa ser ingenuo, sino aborrecer todo instinto de supremacía y prepotencia, de codicia y posesión”, explicó el Sucesor de Pedro. 

El que vive como un cordero no ataca, no es voraz: se queda en el rebaño, con los demás, y encuentra seguridad en su Pastor, no en la fuerza ni en la arrogancia, en la codicia del dinero y de las posesiones que tanto daño causan también a la República Democrática del Congo.

El discípulo de Jesús – concluyó Francisco - rechaza la violencia, no hace daño a nadie: es pacífico y ama a todos. Y si eso le parece perdedor, mira a su Pastor, Jesús, el Cordero de Dios que así venció al mundo, en la cruz. 

Que el Señor nos ayude a ser misioneros hoy, yendo en compañía de nuestro hermano y hermana; teniendo la paz y la cercanía de Dios en nuestros labios; llevando en nuestros corazones la mansedumbre y la bondad de Jesús, el Cordero que quita los pecados del mundo.

Santa Misa con la comunidad congoleña en la Basílica de San Pedro

 

 

ENCONTRAR A CRISTO EN LA IGLESIA

— No es posible amar, seguir o escuchar a Cristo, sin amar, seguir o escuchar a la Iglesia.

— En Ella, participamos de la Vida de Cristo.

— Fe, esperanza y amor a la Iglesia.

I. Todos buscan a Jesús. Todos lo necesitan, y Él siempre está dispuesto a compadecerse de cuantos se le acercan con fe. Su Humanidad Santísima era como el canal por el que discurrían todas las gracias, mientras permaneciera entre los hombres. Por eso, toda la multitud intentaba tocarle, porque salía de Él una fuerza que sanaba a todos.

La mujer de la que habla el Evangelio de la Misa1 también se sintió movida a acercarse a Cristo. A sus sufrimientos físicos –ya doce años– se añadía la vergüenza de sentirse impura según la ley. En el pueblo judío se consideraba impura no solamente la mujer afectada de una enfermedad de este tipo, sino todo lo que ella tocaba. Por eso, para no ser notada por la gente, se acercó a Jesús por detrás y tocó tan solo su manto. «Tocó delicadamente el ruedo del manto, se acercó con fe, creyó y supo que había sido sanada...»2.

Estas curaciones, los milagros, las expulsiones de los demonios que Cristo realizó mientras vivía en la tierra, eran una prueba de que la Redención era ya una realidad, no una mera esperanza. Estas gentes que se acercan hasta el Maestro son como un anticipo de la devoción de los cristianos a la Santísima Humanidad de Cristo. Después, cuando estaba próximo a marcharse al Cielo, junto al Padre, sabiendo que siempre andaríamos necesitados de Él, dispuso los medios para que, en cualquier tiempo y lugar, pudiéramos recibir la infinita riqueza de la Redención: fundó la Iglesia, bien visible y localizable. Con ella ocurre algo parecido a lo que buscaban aquellas gentes en el Hijo de María. Estar en la Iglesia es estar con Jesús, unirse a este redil es unirse a Jesús, pertenecer a esa sociedad es ser miembro de su Cuerpo. Solo en ella encontramos a Cristo, al mismo Cristo, aquel que esperaba el pueblo elegido.

Quienes pretenden ir a Cristo dejando a un lado a su Iglesia, o incluso maltratándola, podrían un día llevarse la misma sorpresa de San Pablo en el camino de Damasco: Yo soy Jesús, a quien tú persigues3. Y «no dice –resalta San Beda–: ¿por qué persigues a mis miembros?, sino ¿por qué me persigues?, porque Él todavía padece afrentas en su Cuerpo, que es la Iglesia»4. Pablo no supo hasta ese momento que perseguir a la Iglesia era perseguir al mismo Jesús. Más tarde, cuando hable sobre Ella, lo hará describiéndola como el Cuerpo de Cristo5, o simplemente como Cristo6; y a los fieles como sus miembros7.

No es posible amar, seguir o escuchar a Cristo, sin amar, seguir o escuchar a la Iglesia, porque Ella es la presencia, sacramental y misteriosa a la vez, de Nuestro Señor, que prolonga su misión salvífica en el mundo hasta el final de los tiempos.

II. Nadie puede decir que ama a Dios si no escoge el camino –Jesús– establecido por el mismo Dios: Este es mi Hijo amado (...), escuchadle8. Y resulta ilógica la pretensión de ser amigos de Cristo despreciando su palabra y sus deseos.

Aquellas gentes que llegan de todas partes encuentran en Jesús a alguien que, con autoridad, les habla de Dios –Él mismo es la Palabra divina hecha carne–: encuentran a Jesús Maestro. Y ahora quedamos vinculados a Él cuando aceptamos la doctrina de la Iglesia: El que a vosotros oye, a Mí me oye, y el que a vosotros desecha, a Mí me desecha9.

Jesús es, además, nuestro Redentor. Es el Sacerdote, poseedor del único sacerdocio, que se ofreció a sí mismo como propiciación por los pecados. Cristo no se apropió la gloria de ser Sumo Sacerdote, sino que se lo otorgó el que le dijo: Tú eres mi hijo...10. A Jesús-Sacerdote y Víctima, que honra a Dios Padre y nos santifica a nosotros, nos unimos en cuanto participamos en la vida de la Iglesia; de sus sacramentos en particular, que son como canales divinos por los que fluye la gracia hasta llegar a las almas. Cada vez que los recibimos nos ponemos en contacto con Cristo mismo, fuente de toda gracia. A través de los sacramentos, los méritos infinitos que Cristo nos ganó alcanzan a los hombres de todas las épocas y son, para todos, firme esperanza de vida eterna. En la Sagrada Eucaristía, que Cristo mandó celebrar a la Iglesia, renovamos su oblación e inmolación: Este es mi cuerpo, que es entregado por vosotros; haced esto en conmemoración mía11; y solo la Sagrada Eucaristía nos garantiza esa Vida que Él nos ha ganado: si alguno come de este pan, vivirá para siempre, y el pan que Yo le daré es mi carne, vida del mundo...12.

La condición para participar en este sacrificio y banquete radica en otro de los sacramentos, que Cristo confirió a su Iglesia, el Bautismo: Id, pues; enseñad a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo13El que creyere y fuere bautizado se salvará...14. Y Si nuestros pecados nos han apartado de Dios, también la Iglesia es el medio para restituir nuestra condición de miembros vivos del Señor: a quien perdonareis los pecados -dice a sus Apóstoles- les serán perdonados; a quienes se los retuviereis les serán retenidos15. Nuestro Señor estableció que esta vinculación profundísima con Él se realizara a través de esos signos visibles de la vida sacramental de su Iglesia. En los sacramentos también encontramos a Cristo.

Y aunque alguna vez se dieran disensiones dentro de la Iglesia, no nos sería difícil encontrar a Cristo. Las mayorías o las minorías poco significan cuando se trata de encontrar a Jesús: en el Calvario solo estaba su Madre con unas pocas mujeres y un adolescente, ¡pero allí, a pocos metros, estaba Jesús! En la Iglesia también sabemos dónde está el Señor: Yo te daré -declaró a Pedro- las llaves del reino de los cielos, y cuanto atares en la tierra será atado en los cielos, y cuanto desatares en la tierra será desatado en los cielos16. Y ni siquiera las negaciones de Simón fueron suficientes para revocar estos poderes. El Señor, una vez resucitado, los confirmó de modo solemne: Apacienta mis corderos (...). Apacienta mis ovejas17. La Iglesia está donde están Pedro y sus sucesores, los obispos en comunión con él.

III. En la Iglesia vemos a Jesús, al mismo Jesús a quien las multitudes querían tocar porque salía de Él una fuerza que sanaba a todos. Y pertenece a la Iglesia quien a través de su doctrina, de sus sacramentos y de su régimen, se vincula a Cristo Maestro, Sacerdote y Rey. Con la Iglesia, en cierto modo, mantenemos las mismas relaciones que con el Señor: fe, esperanza y caridad.

En primer lugar fe, que significa creer lo que en tantas ocasiones no es evidente. También los contemporáneos de Jesús veían a un hombre que trabajaba, se fatigaba, necesitaba de alimento, sentía dolor, frío, miedo..., pero aquel Hombre era Dios. En la Iglesia conocemos a gentes santas, que muchas veces pasan en la oscuridad de una vida corriente, pero vemos también a hombres débiles, como nosotros, mezquinos, perezosos, interesados... Pero si han sido bautizados y permanecen en gracia, a pesar de todos los defectos están en Cristo, participan de su misma vida. Y si son pecadores, también la Iglesia los acoge en su seno, como a miembros más necesitados.

Nuestra actitud ante la Iglesia ha de ser también de esperanza. Cristo mismo aseguró: Sobre esta piedra edificaré Yo mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella18. Será siempre la roca firme donde buscar seguridad ante los bandazos que va dando el mundo. Ella no falla, porque en Ella encontramos siempre a Cristo.

Y si a Dios le debemos caridad, amor, este debe ser nuestro mismo sentir ante nuestra Madre la Iglesia, pues «no puede tener a Dios por Padre quien no tiene a la Iglesia por Madre»19. Es la madre que nos comunica la vida: esa vida de Cristo por la que somos hijos del Padre. Y a una madre se la quiere. Solo los malos hijos permanecen indiferentes, a veces hostiles, hacia quien les dio el ser. Nosotros tenemos una buena madre: por eso nos duelen tanto las heridas que le producen los de fuera y los de dentro, y las enfermedades que pueden sufrir otros miembros. Por eso, como buenos hijos, procuramos no airear las miserias humanas –pasadas o presentes– de tales o cuales cristianos, constituidos o no en autoridad: no de la Iglesia, que es Santa, y tan misericordiosa que ni a los pecadores niega su solicitud maternal. ¿Cómo hablar de Ella con frialdad, con dureza o con desgarro? ¿Cómo se puede permanecer «imparcial» ante una madre? No lo somos, ni queremos serlo. Lo suyo es lo nuestro, y no se nos puede pedir una postura de neutralidad, propia de un juez frente a un reo, pero no de un hijo en relación a su madre.

Somos de Cristo cuando somos de la Iglesia: en Ella nos hacemos miembros de su Cuerpo, que concibió, gestó y alumbró Nuestra Señora. Por eso, María Santísima es «Madre de la Iglesia, es decir, Madre de todo el pueblo de Dios, tanto de los fieles como de los pastores»20. La última joya que la piedad filial ha engarzado en las letanías de Nuestra Señora, el más reciente piropo a la Madre de Cristo, es apenas un sinónimo: Madre de la Iglesia.

1 Mt 9, 20-22. — 2 San Ambrosio, Comentario al Evangelio de San Lucas, VI, 56. — 3 Hech 9, 5. — 4 San Beda, Comentario a los Hechos de los Apóstoles, in loc. — 5 1 Cor 12, 27. — 6 1 Cor 1, 13. — 7 Rom 12, 5. — 8 Mt 17 5. — 9 Lc 10, 16. — 10 Heb 5, 5. — 11 Lc 22, 19. — 12 Lc 6, 51. — 13 Mt 28, 19. — 14 Mc 16, 16. — 15 Jn 20, 23. — 16 Mt 16, 19. — 17 Jn 21, 15-17 — 18 Mt 16, 18. — 19 San Cipriano, Sobre la unidad, 6, 8.— 20 Pablo VI, Alocución 21-XI-1964.

 

Evangelio del lunes: tu fe te ha salvado

Comentario del lunes de la 14.ª semana del tiempo ordinario. “Tu fe te ha salvado”. Jesús se alegra mucho e incluso se admira con gozo de aquellas personas que actúan con fe, que tienen el don de reconocer lo divino.

04/07/2022

Evangelio (Mt 9, 18-26)

Mientras les decía estas cosas, un hombre importante se acercó, se postró ante él y le dijo:

—Mi hija se acaba de morir, pero ven, pon la mano sobre ella y vivirá.

Jesús se levantó y le siguió con sus discípulos.

En esto, una mujer que padecía flujo de sangre hacía doce años, acercándose por detrás, tocó el borde de su manto, porque se decía a sí misma: «Con sólo tocar su manto me curaré». Jesús se volvió y mirándola le dijo:

—Ten confianza, hija, tu fe te ha salvado.

Y desde ese mismo momento quedó curada la mujer.

Después de esto, al llegar Jesús a la casa de aquel personaje, en cuanto vio a los músicos fúnebres y a la gente alterada, dijo:

—Retiraos; la niña no ha muerto, sino que duerme.

Pero se reían de él. Y, cuando echaron de allí a la gente, entró, la tomó de la mano y la niña se levantó. Y esta noticia corrió por toda aquella comarca.


Comentario

Jesús se alegra mucho e incluso se admira con gozo de aquellas personas que actúan ante Él con fe, con la seguridad de quienes saben que están tratando con Dios, cuando se dirigen al Maestro de Galilea; que tienen el talento de reconocer lo divino, aunque se muestre tan accesible y cercano.

El evangelio de hoy nos presenta a dos de esas personas, un hombre y una mujer, que son para nosotros un modelo de fe y confianza en Jesús. Es tal su fe en el Maestro, que confían en que su sola presencia y el tacto de su mano van a resucitar a un ser querido muerto; o creen ciegamente que el simple roce con el borde de su manto les va a curar de una enfermedad larga y persistente, por el simple hecho de que ese manto pertenece a Jesús.

Estos dos personajes no reparan en el ambiente que les rodea para manifestar su humilde ruego y deseo. Incluso cuando todos alrededor hagan más difícil lograr su propósito, como la gente que apretuja al Señor y dificulta su acceso a la mujer hemorroísa; o las plañideras y familiares desconsolados, que se lamentan de la triste muerte de la niña y se burlan del deseo iluso del padre y de las palabras de Jesús.

Hoy podemos renovar nuestra fe en la acción de Jesús que se realiza sobre todo por medio de los sacramentos: la confesión, la comunión. Si el roce de su manto cura enfermedades terribles, si solo el contacto con su mano resucita muertos, ¡qué no podrá hacer cuando nos perdona en la confesión por las palabras del sacerdote, o cuando le recibimos en la Comunión! Jesús también podrá decirnos: “Tu fe te ha salvado”.

 

“Agranda tu corazón”

No tengas espíritu pueblerino. Agranda tu corazón, hasta que sea universal, “católico”. No vueles como un ave de corral, cuando puedes subir como las águilas. (Camino, 7)

4 de julio

En una ocasión vi un águila encerrada en una jaula de hierro. Estaba sucia, medio desplumada; tenía entre sus garras un trozo de carroña. Entonces pensé en lo que sería de mí, si abandonara la vocación recibida de Dios. Me dio pena aquel animal solitario, aherrojado, que había nacido para subir muy alto y mirar de frente al sol. Podemos remontarnos hasta las humildes alturas del amor de Dios, del servicio a todos los hombres. Pero para eso es preciso que no haya recovecos en el alma, donde no pueda entrar el sol de Jesucristo. Hemos de echar fuera todas las preocupaciones que nos aparten de Él; y así Cristo en tu inteligencia, Cristo en tus labios, Cristo en tu corazón, Cristo en tus obras. Toda la vida ‑el corazón y las obras, la inteligencia y las palabras‑ llena de Dios. (...)

Pídelo conmigo a Nuestra Señora, imaginando cómo pasaría ella esos meses, en espera del Hijo que había de nacer. Y Nuestra Señora, Santa María, hará que seas alter Christus, ipse Christus, otro Cristo, ¡el mismo Cristo! (Es Cristo que pasa, 11)

 

 

“Todos estamos muy unidos por la comunión de los santos”

El prelado del Opus Dei ha comenzado un viaje pastoral por Galicia, Castilla y León y Asturias, que le llevará, hasta el 7 de julio, a reunirse con fieles de la prelatura, cooperadores y otras personas que participan de los medios de formación.

 

Viaje del prelado del Opus Dei a Galicia, Castilla y León y Asturias

03/07/2022

Santiago 1 de julio - Santiago 2 y 3 de julio 


El sábado 2 de julio, a las doce del mediodía, tuvo lugar el segundo encuentro de Mons. Ocáriz con personas del Opus Dei, bajo la carpa situada en la zona deportiva del Colegio Mayor La Estila. Los asistentes recibieron al Prelado con fuertes aplausos al son del pandeiro. Al llegar al estrado, le entregaron una capa de la tuna, bordada con los escudos de ciudades universitarias y que lucía en las cintas de colores los nombres de varios centros del Opus Dei.

En sus primeras palabras, D. Fernando manifestó su alegría por estar con tantas personas de la Obra y próximas a ella, y animó a pensar que “todos tenemos el mismo espíritu y estamos -cada uno en nuestro sitio- muy unidos por la comunión de los santos”. Recordó cómo san Josemaría también se llenaba de alegría al ver a sus hijos y a sus hijas y les animaba a ser más y a servir a la Iglesia, siempre “con la esperanza y la seguridad de que Dios nos ayuda a cada uno con fuerza y nos da la alegría para salir adelante”.

En el rato de tertulia surgieron temas variados: las redes sociales, la santificación del trabajo, la amistad y la vocación de los hijos. Hubo también ocasión para escuchar a la familia Braña, de la que habían venido tres generaciones para amenizar el encuentro con un popurrí de canciones gallegas.

Por la mañana recibió a varias familias

Ángela, que vive en A Coruña, le refirió cómo había superado dos enfermedades y manifestó su agradecimiento por el cariño de tantas personas. El Prelado, además de animarle a entender el sentido del sufrimiento, añadió que “a veces las personas tendemos sin querer a fijarnos en algo que nos preocupa o que nos hace sufrir (...) y nos olvidamos de que en eso mismo hay algo positivo, nunca todo es pura oscuridad”.

Para terminar Teresa y su hija Carmen, de Vigo, le regalaron unas flores que se llaman "alegrías". Mons. Ocáriz comentó que hay que esforzarse en sonreír y desterrar las caras largas. Definió el sentido del humor como “la capacidad de encontrar el lado bueno de las cosas y de descubrir el matiz divertido que nos puede ayudar a reírnos de nosotros mismos”.

Le regalaron una capa de la tuna

Con el arzobispo en la Catedral de Santiago

A las cinco de la tarde el prelado del Opus Dei concelebró la Santa Misa con el arzobispo de Santiago y ochenta sacerdotes en la catedral compostelana. El templo lucía sus mejores galas tras la restauración. Los cantos fueron interpretados por el coro vigués Montecastelo-Acacias, que ya tiene renombre internacional.

Saludo entre Mons. Fernando Ocáriz y Mons. Julián Barrio, arzobispo de Santiago

En su homilía, el Prelado pidió una mentalidad universal para acercar a muchas almas a Dios: “Se puede peregrinar de muchos modos. Sin embargo, el Camino ordinariamente se hace más alegre y llevadero en compañía. Algo similar ocurre en la vida cristiana, porque la Iglesia, Cuerpo de Cristo, es al mismo tiempo Pueblo y familia de Dios. Por eso, qué bueno es recordar que, en el camino de la vida, debemos ir con todos nuestros seres queridos, ir con toda la Iglesia, ir con todo el mundo, con mentalidad grande y universal. San Josemaría, antes de emprender el primer viaje que hizo a la tumba del Apóstol en 1938, escribió a uno de los jóvenes que trataba: «Dentro de unos días, iré a León de paso para Santiago, para ganar el Jubileo. Ya me acordaré de pedir por ti junto al Apóstol. Procura tú, en cambio, pedir por mí: dile que haga todo lo que Él quiera, cueste lo que cueste».

Recordó también a san Juan Pablo II: “Pedimos al Señor apóstoles dispuestos a ir a los confines del mundo, pero también a los «pueblos y lugares» cercanos, aquí, en Galicia, y también por toda esa Europa a la que san Juan Pablo II exhortó desde aquí justamente, junto a la tumba de Santiago, que volviera a Dios”.

El prelado del Opus Dei, durante la homilía en la Catedral de Santiago de Compostela

Finalizó su homilía pidiendo “que el Apóstol Santiago nos ayude en nuestro caminar, yendo de la mano de la Virgen, para que nuestra fe, nuestra esperanza y nuestra caridad sean cada vez más firmes y alegres”.

Antes de la homilía, una fiel de la Prelatura leyó, en gallego, la petición al Apóstol que es ya tradicional realizar en los Años Santos. Recordó que san Josemaría acudió a este lugar santo en varias ocasiones y que ahora, sus hijas y sus hijos, se sienten beneficiarios de aquellas peregrinaciones. “Desde hace 74 años de su estancia, se extiende la llamada a la santidad en la vida ordinaria por toda Galicia. Nosotros, que somos ya la segunda y tercera generación, queremos perseverar en esta aventura ilusionante. Afrontamos el primer centenario de la fundación dentro de seis años y agradecemos a Dios la semilla echada en nuestras vidas en Galicia, que permitieron recoger frutos de santidad, para el bien de la Iglesia y del mundo. Miles de fieles de la Prelatura, cooperadores y amigos han entrado en esta catedral para honrar a Dios y pedir la intercesión del señor Santiago. Renovamos ese mismo agradecimiento y esa misma petición en la Misa de hoy, acompañados del señor arzobispo y del prelado de la Obra”.

Lectura de la tradicional petición al Apóstol en los Años Santos

Después de la bendición final, el arzobispo, don Julián Barrio, quiso agradecer al Prelado y a todos los asistentes su presencia en la catedral: “De manera especial quiero agradecer a monseñor Fernando Ocáriz, prelado de la Obra, que haya querido estar esta tarde con nosotros, acompañado de tantos fieles de la Prelatura. Por mi parte también ha sido una gran satisfacción poder encontrarme con vosotros y contar con vuestro afecto. Rezaré por vosotros y por vuestras intenciones o preocupaciones. De manera especial, hoy encomiendo a los fieles de la Obra que el Señor ha llamado a su presencia. De modo particular queremos encomendar a don José, hermano de monseñor Ocáriz, a quien el Señor ha llamado a su presencia esta noche. Que el apóstol Santiago, con la intercesión de nuestra Madre Santa María y de san Josemaría, los haya acompañado al Pórtico definitivo de la Gloria”.

La ceremonia finalizó con el funcionamiento del espectacular botafumeiro, que produce particular impacto a quienes lo ven por primera vez.

No perder la esperanza

El domingo por la mañana la música de la tuna recibió al Prelado en el último encuentro que tuvo lugar en Santiago y al que asistieron más de 700 personas.

Tras saludar a los asistentes hizo referencia al Evangelio de la Misa del domingo y recordó que "Dios nos quiere muchísimo. Y quiere que colaboremos con Él, que seamos instrumentos en sus manos".

Mar, que vive en Ferrol, arrancó con la primera pregunta. Le contó a D. Fernando que es madre de 12 hijos y escritora, además de instagramer y bloguera, le regaló su último libro y le habló del café con amigas que ahora, gracias a las redes sociales, tienen ya con personas de más 50 ciudades. Además, le contó al Prelado que celebra los 25 años de matrimonio. Mons. Ocaríz le felicitó por sus años de matrimonio y por sus hijos.

Celia, que trabaja como psiquiatra en Santiago, pidió consejo para saber tratar con cariño a personas cercanas pero distantes en el modo de pensar. El Prelado le recordó que los cristianos podemos encontrar la fuerza que necesitamos en la Eucaristía.

Jessi es de Uganda y trabaja en el colegio Las Acacias en Vigo. Le contó a Mons. Ocáriz su conversión al catolicismo gracias al cariño y buen ejemplo de una amiga suya. Preguntó cómo ayudar a sus amigos y amigas a liberarse de prejuicios hacia la fe. De nuevo el Prelado recordó cómo la verdadera amistad acerca a todas las personas y así se rompen los recelos porque se transmite la propia vida, no como quien da una lección sino con nuestro cariño y amistad.

Rebeca, médico de Vigo y de la Junta directiva de un club juvenil, madre de cinco hijos, quería recibir unos consejos para impulsar mejor la formación con gente joven, consciente de la responsabilidad que tienen esas tareas, y con las dificultades de horarios por sus trabajos y familias. El Prelado le animó a trabajar con orden. Y añadió que no deben perder la esperanza: “Lo que se ha sembrado queda en el alma… y vuelve a salir a flote”.

Con ocasión de la última pregunta que realizó Rosa, escritora, profesora en Vigo y madre de acogida de dos ucranianos, el Prelado pidió rezar por la paz en Ucrania y también por otras guerras que pasan inadvertidas.


Primer día del viaje del Prelado a Galicia, Castilla y León y Asturias

El primer día, 1 de julio, el prelado del Opus Dei, Mons. Fernando Ocáriz, ha participado en algunos encuentros en el Colegio Mayor La Estila, obra corporativa del Opus Dei en Santiago de Compostela. Saludó a directivos y padres de algunos colegios y a responsables y familias de las EFAs -Escuelas Familiares Agrarias- de Galicia (As Neves, Fonteboa y Piñeiral), a quienes agradeció vivamente su labor y los detalles que le ofrecieron.

El Prelado recibió a varios directivos de centros educativos

El estrado de la tertulia lucía un mural con dibujos santiagueses como la fachada de la catedral, la del hostal de los Reyes Católicos, la esquina y acera del propio Colegio Mayor, además del perfil de la imagen del apóstol Santiago. Se trataba, pese a la multitud, de una reunión familiar. El encuentro estuvo presentado por Adrianey. Mons. Ocáriz, meditando en la liturgia del día, animó a los asistentes a considerar la necesidad -”el hambre de Dios”- que tienen tantas personas.

A Arturo -periodista jubilado pero muy activo, que le contó diversas iniciativas de comunicación-, el Prelado le recordó que el espíritu joven se mantiene con proyectos y buscando la presencia de Dios en todo momento.

Giancarlo relató su historia a Mons. Fernando Ocáriz

Un joven que frecuenta el Colegio Mayor La Estila, Giancarlo, estudiante de medicina de origen venezolano, le contó al Prelado su historia: emigró a España con sus padres por las dificultades que vivían en su país. Decidió cursar la carrera en Santiago, a donde vino a vivir toda la familia. Contactó con La Estila y el ambiente humano le llevó a sacar un buen rendimiento en el estudio. Empezó a participar en las actividades que le ofrecía el Colegio y, con el tiempo, solicitó ser admitido como supernumerario del Opus Dei.

José Luis, un padre de familia que coordina las actividades de un club juvenil, le pidió consejo sobre qué medios podía poner para implicar más a otros padres. Don Fernando le recordó la importancia de la amistad profunda con todos ellos, sean cuales sean sus formas de pensar y sus actitudes. La amistad, dijo, lo arregla todo.

Adrianey presentando a Ovidio, un ganadero de una localidad gallega

En un momento determinado de la tertulia, Adrianey presentó a Ovidio, de Monterroso, que se dedica a la cría de ovejas y cabras. Hace pocos días ha sido galardonado con dos premios por los mejores ejemplares de raza gallega. Ovidio ofreció al Padre esos reconocimientos en medio del aplauso general.

Antes de terminar el encuentro, Mons. Ocáriz animó a todos a rezar mucho por el Papa y a seguir sus enseñanzas, porque la labor que tiene es muy dura y no le faltan incomprensiones.

 

Muy humanos, muy divinos (XIV): Para dar luz, palabras verdaderas

Jesús y los primeros discípulos demostraron un gran amor a la verdad, con la seguridad de quien transmite una noticia que llena la vida de alegría.

10/06/2022

«Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño» (Jn 1,47). El elogio que Jesús hizo de Natanael podían también aplicárselo a él todos los que le escuchaban. El Maestro pronunciaba solo palabras verdaderas, y vivía profundamente de acuerdo con ellas. En las palabras de Jesús se manifiesta siempre el deseo ardiente de darnos lo mejor que tiene. Y ese amor hace que lo que dice sea siempre transparente, orientado a entregarnos su verdad y su misericordia. Por eso, entonces como ahora, su vida y su testimonio deslumbran, aunque a veces también asusten o desestabilicen.
 

Sin miedo a la verdad

Un momento en el que se percibe claramente este talante del Maestro es el capítulo sexto de san Juan. Poco después de haber dejado a la multitud sorprendida con la multiplicación de unos pocos panes y peces, de los que todos comen hasta saciarse, lo vemos decidido a revelar una verdad importante. Jesús sabe bien que a aquellos miles que lo han seguido hasta allí les va a costar mucho comprenderla. Pero no se va a ahorrar ninguna palabra, ni aliviará el mensaje para hacerlo más aceptable: «El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna» (Jn 6,54). Casi todos se despiden de él, precisamente por lo desconcertante de sus palabras: «Crudo es este lenguaje ¿quién puede aceptarlo?» (Jn 6,60).

Se podría decir, con lenguaje de red social, que en este momento su exceso de audacia le ha llevado a perder más de cinco mil seguidores. Para el Maestro, sin embargo, este fracaso es solo efímero y aparente: ni lo detiene ni lo condiciona… Tanto es así que, al descubrir el desánimo y el desengaño en los rostros de los doce, les pregunta también: «Y vosotros… ¿también queréis iros?» (Jn 6,67). Paradójicamente, para quedarse con nosotros, Jesús prefiere pagar el precio de la soledad: no está dispuesto, por asegurar un éxito pasajero, a dejar de alimentarnos y amarnos con el pan eucarístico a través de los siglos. Para Jesús, como para su Iglesia, la verdad es el amor por nosotros. Sabe que es decisivo manifestarse de modo auténtico, para que «todos los hombres se salven, es decir, que lleguen al conocimiento de la verdad» (1 Tim 2,4). Y la verdad muchas veces duele. «La verdad no es en absoluto barata. Es exigente, y quema», decía una vez Joseph Ratzinger. «El mensaje de Jesús también incluye el desafío que encontramos en esa pugna con sus contemporáneos (…). Quien no quiera dejarse quemar, quien no esté dispuesto a ello, tampoco se acercará a Él»[1].

Jesús dice lo que tiene que decir, como tiene que decirlo, cuando tiene que decirlo. Unos días antes de ser condenado a muerte por aquellos mismos que le están escuchando en el Templo de Jerusalén, después de haberlos acusado ante el pueblo como «guías ciegos, hipócritas, (…) sepulcros blanqueados» (Mt 23,27), los increpa así, también públicamente: «¡Serpientes! ¡Raza de víboras! ¿Cómo vais a escapar del castigo del infierno?» (Mt 23,33). Son palabras que nos pueden impresionar. Jesús no habla tan duramente con quienes están en el error, o con los pecadores… sino más bien con quienes, creyéndose justos, impiden que los demás se acerquen a Dios (Mt 23,13). Sabe perfectamente que sus palabras azuzan la antipatía de quienes ya piensan en darle muerte. Pero eso no le importa. Ni siquiera le frena el temor de que sus discípulos se puedan convertir en víctimas indirectas de su encendido discurso... Porque el amor a la verdad y a los hombres está por encima de la vida terrena. San Josemaría sintetiza muy bien esta actitud de Jesús: «no tengas miedo a la verdad, aunque la verdad te acarree la muerte»[2]. Con esas palabras ásperas y crudas que dirige a los fariseos, Jesús está defendiendo del error y de la mentira al pequeño rebaño que con el correr de los años —Él ya lo sabe— sufrirá también el martirio por amor a Dios y por defender esa misma verdad. Porque la verdad es la primera y la última palabra amorosa de los mártires cristianos.

Son muchos los pasajes de la vida del Señor en los que prevalece ese amor a la verdad. Como Él mismo afirma en su juicio ante Pilatos, «Yo para esto he nacido y he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad» (cfr. Jn 18,37). Y también los cristianos hemos sido bautizados y confirmados para ser testigos de aquel que es «el Camino, la Verdad y la Vida» (Jn 14,6), ante los intentos de someter la realidad a cálculos, intereses o ideologías. Testigos: eso significa la palabra mártir. Aunque Dios no llame a todos los cristianos a verter su sangre por la fe, sí espera que estemos dispuestos a dejarnos la vida, gota a gota, por esa misma fe; a ser «mártires sin espectáculo», como quien «gasta sus años trabajando sin otra mira que servir a la Iglesia y a las almas, y envejece sonriendo, y pasa inadvertido...»[3]. Porque, a fin de cuentas, «la existencia temporal —tanto de las personas como de la sociedad— sólo es importante precisamente como etapa hacia la eternidad. Por eso la vida terrena es solo relativamente importante, y no es un bien absoluto. Lo que importa absolutamente es que seas feliz, que te salves»[4].

No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto

¡Qué bello reflejo de la actitud valiente de Jesucristo contemplamos en sus primeros discípulos! Tras el fuego de Pentecostés, asombra escuchar la predicación de los apóstoles, que hablan ya sin miedo. Así lo han aprendido del Maestro. En el libro de los Hechos de los Apóstoles, vemos a Pedro y a Juan llevados presos ante el Sanedrín por exponer públicamente la verdad de la resurrección de nuestro Señor, y para dar explicaciones sobre la curación de un hombre cojo. Tras una noche en prisión, son sometidos a un interrogatorio, al que también asiste ese hombre sanado. Los ancianos y escribas les preguntan: «¿Con qué poder, o con ayuda de quién hacéis esto vosotros?» (Hch 4,7). La respuesta de Pedro es taxativa. Ya no queda ni medio asomo de la cobardía que le llevó a mentir y a negar al Señor durante la oscura noche de la pasión: «Que os quede claro a todos vosotros y a todo el pueblo de Israel: por el Nombre de Jesucristo el Nazareno, al que vosotros crucificasteis, al que Dios despertó de entre los muertos, gracias a él se presenta sano este ante vosotros» (Hch 4,10). La libertad con la que hablan Pedro y Juan los deja estupefactos. No saben qué hacer, salvo ordenarles no volver a enseñar ni a hacer nada en el Nombre de Jesús. La respuesta de Pedro y Juan pone en evidencia la arbitrariedad de lo que les están pidiendo: «Juzgad si es justo delante de Dios obedeceros a vosotros más que a Dios; porque nosotros no podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído» (Hch 4,19-20).

Estos ejemplos de la vida de Jesús y de los primeros discípulos nos proporcionan la medida adecuada de nuestro comportamiento a la hora de proclamar la verdad de Jesucristo. Una falsa prudencia podría llevarnos a fabricar discursos complacientes, o a callar cuando debemos hablar. Desde luego, evangelizar no significa entrar siempre al conflicto, pero tampoco puede consistir en evitarlo permanentemente, haciendo compromisos con la verdad. En este sentido, escribía san Josemaría: «¿Contemporizar? —Es palabra que solo se encuentra —¡hay que contemporizar!— en el léxico de los que no tienen gana de lucha —comodones, cucos o cobardes—, porque de antemano se saben vencidos»[5]. A la vez, sería también demasiado cómodo pensar que la fe se puede transmitir sin plantearse la solidez de nuestro discurso, o sin atender a los problemas, los anhelos y la sensibilidad de cada momento, de cada persona.

En todo caso, cuando un cristiano quiere vivir de acuerdo con su identidad, a veces tendrá que sobreponerse al miedo al ridículo, al «qué dirán». Hoy quizá sea menos frecuente que los discípulos de Jesús acaben entre los leones o en una celda, como sucedió a Pedro y Juan y a tantos santos que nos han precedido en la custodia y testimonio de la fe. Puede suceder, sin embargo, que nuestra imagen pública se resienta, o incluso que seamos perseguidos a causa de nuestra defensa de la dignidad humana y de la libertad de las conciencias, que se encuentran en la base del ejercicio de la fe, del respeto de la vida, y de tantas otras realidades irrenunciables.

La vida de los cristianos, escribe san Josemaría, no es «antinada»: es «afirmación, optimismo, juventud, alegría y paz»[6]. Pero precisamente por eso debemos tener «la valentía de vivir pública y constantemente conforme a nuestra santa fe»[7]: no podemos permitir que pierda fuerza en nuestras vidas el amor a Dios y a la verdad, porque sin ese amor y esa verdad no tendríamos ya nada que anunciar al mundo. Junto a eso, es importante buscar la manera de hacer el mayor bien posible en cada situación, teniendo en cuenta que la transmisión de la verdad no depende solo de que digamos las cosas, sino también de que quienes nos oyen entiendan. También Jesús a veces optó por callarse (Cfr. Lc 4,28-30; Mt 26,63); y, si muchas veces hablaba sin rodeos, siempre buscaba el modo de hacerse entender por unos y otros. En ese sentido, sucederá que a veces sea contraproducente insistir en una idea, y convenga en cambio esperar a otra ocasión, o repensar nuestras razones; y también, como parte de ese trabajo, tendremos que esforzarnos por comprender las razones de los demás, que muchas veces nos podrán dar luces para entender mejor nuestra fe y las carencias de nuestro discurso.

En su primera carta, la que podríamos llamar la primera encíclica de la historia, san Pedro presenta en pocos trazos todo este programa apostólico: «Glorificad a Cristo en vuestros corazones, siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza; pero con mansedumbre y respeto, y teniendo limpia la conciencia, para que quienes calumnian vuestra buena conducta en Cristo, queden confundidos en aquello que os critican» (1 Pe 3,15-16).

En los areópagos de nuestro siglo

El desafío de evangelizar no solo exige valentía, sino también preparación intelectual y teológica —la que cada uno pueda obtener—, don de lenguas y empatía con la cultura contemporánea, que es la nuestra. Ver al propio san Pablo en Atenas puede ayudarnos a entender cómo manifestarnos en los areópagos de nuestro siglo (cfr. Hch 17,16ss). Primero observamos a un Pablo que se consumía en su interior al observar una ciudad entregada a la idolatría. Sin embargo, su ardor no le lleva a hablar con amargura, o de malos modos[8]. Explora el terreno y escucha: primero a sus hermanos judíos en la sinagoga y, después, en la calle, a los filósofos epicúreos y estoicos, con los que entabla conversación y manifiesta sus ideas sobre Dios y sobre la vida. Además de contemplar con interés la arquitectura de la ciudad, san Pablo demuestra un buen conocimiento de su literatura; eso le permite adaptar su mensaje a aquel auditorio que ha mostrado curiosidad por sus palabras. San Pablo conforma su predicación a este auditorio, de por sí difícil, pero ni degrada ni atenúa el evangelio. El discurso que pronuncia en el Areópago permanece como un modelo, que vale la pena releer de vez en cuando.

En un primer momento, san Pablo alaba la belleza de un altar construido al Dios desconocido, que ha descubierto paseando por la ciudad. Esa referencia cultural lo acerca a sus interlocutores y le permite hablar sobre ese Dios misterioso, al que él dice conocer. Con diversas referencias literarias de los poetas griegos, san Pablo dirige empáticamente el discurso hacia la verdad que quiere transmitir: que todos somos criaturas de ese Dios desconocido, porque él es el Creador y el Señor de todas las cosas. Les explica además cómo ese Dios se ha hecho presente entre nosotros, no a través de ídolos construidos por mano de hombre, sino encarnándose, y ofreciendo como prueba de su divinidad su resurrección entre los muertos…

San Pablo consigue hacer brillar con todo su resplandor la autenticidad del kerygma, el corazón de la fe, ante un pueblo culto y pagano. Es cierto que, como le sucedió al Señor en el discurso del Pan de vida, la mayor parte del auditorio abandona educadamente: «Otra vez te escucharemos sobre esto» (Hch 17,32).No todos los oídos están preparados para aceptar la palabra de Dios a la primera. Pero algunos se quedan: el relato añade que ese día abrazaron la fe Dionisio el Areopagita, una mujer llamada Dámaris y unos cuantos más. La valentía, la preparación intelectual y el don de gentes de Pablo, como el de tantos cristianos, es madera que permite al Espíritu Santo encender el fuego de Jesucristo en muchos corazones. Este pasaje de la vida de san Pablo, en fin, enseña mucho sobre cómo proceder en una cultura que a veces ha perdido hasta el mismo lenguaje para nombrar a Dios.

Todo para todos

Las palabras y la vida de un cristiano puedan resultar a veces escandalosas, no porque haga nada malo, sino por contraste con lo que se considera como socialmente aceptable. Ciertamente, su modo de vivir puede poner en evidencia, aun sin pretenderlo, la forma de vida de muchas personas: en sus relaciones afectivas, en ciertos hábitos profesionales, en modos de divertirse. Formas y hábitos que no solo reciben la aprobación del sentir común, sino que a veces se han convertido en derechos exigibles jurídicamente.

En este contexto, es factible que una persona se pueda sentir juzgada y despreciada en su corazón ante una afirmación como esta de san Pablo: «No os dejéis engañar: ni fornicarios, ni idólatras, ni afeminados, ni sodomitas, ni ladrones, ni avaros, ni borrachos, ni insultadores, ni saqueadores heredarán el reino de Dios» (1 Co 6,9). Estas palabras pudieron escandalizar a algunos de los corintios que las recibieron, y seguramente siguen haciéndolo hoy. Los cristianos vivimos de afirmación, y los modos de hablar pueden cambiar en función de los momentos o de los interlocutores; pero no podemos hacer como aquellos maestros que dicen lo que cada uno querría oír (2 Tm 4,4). Ya el profeta Isaías escribía «¡Ay de los que llaman bien al mal y mal al bien, que tienen las tinieblas por luz y la luz por tinieblas, que tienen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo! (Is 5,20).

A la vez, nuestro testimonio de la verdad no se puede reducir a la denuncia del mal: el Evangelio es ante todo anuncio del amor incondicional de Dios por cada uno. Las mismas palabras de san Pablo no se limitan a una enunciación condenatoria de vicios y pecados; tras esas líneas fuertes, añade: «Así erais algunos de vosotros: pero os lavasteis y fuisteis santificados y fuisteis justificados gracias al nombre de Jesucristo y gracias al Espíritu de nuestro Dios» (1 Co 6,10-11).

Quizá hoy más que nunca percibimos cómo «la tarea evangelizadora se mueve entre los límites del lenguaje y de las circunstancias. Procura siempre comunicar mejor la verdad del Evangelio en un contexto determinado, sin renunciar a la verdad, al bien y a la luz que pueda aportar cuando la perfección no es posible. Un corazón misionero sabe de esos límites y se hace “débil con los débiles […] todo para todos” (1 Co 9,22)»[9]. Quien vive de una profunda amistad con Dios y con los demás puede dejarse conquistar por la verdad y manifestarla libremente y con cariño, acompañando a los demás por un plano inclinado. Es verdad, «el santo, para la vida de tantos, es “incómodo”. Pero eso no significa que haya de ser insoportable. —Su celo nunca debe ser amargo; su corrección nunca debe ser hiriente; su ejemplo nunca debe ser una bofetada moral, arrogante, en la cara del prójimo»[10].

Hoy como ayer, para acceder a la misericordia de Dios es necesario golpearse el pecho y reconocerse pecador, cosa que requiere a veces un recorrido lento y paciente, primero en cada uno de nosotros… Qué importante es que, a lo largo de la vida, todos podamos tener al lado amigos que, a la vez que nos comprenden, nos iluminan con palabras verdaderas. Porque solo la verdad nos hace libres; solo ella puede liberarnos el corazón (cf. Jn 8,32), solo con ella viene realmente la alegría. Y eso es lo que significa evangelizar: «se trata siempre de hacer feliz, muy feliz, a la gente», porque «la Verdad es inseparable de la auténtica alegría»[11].

[1] J. Ratzinger, Dios y el mundo, Círculo de lectores, Barcelona 2011, 209-211.

[2] San Josemaría, Camino, n. 34.

[3] San Josemaría, Via Crucis, 7.4.

[4] San Josemaría, Cartas, VI.1973, n.12.

[5] Camino, n. 54.

[6] Forja, n. 103.

[7] San Josemaría, Surco, n. 46.

[8] Cfr. Camino, nn. 396 y 397.

[9] Francisco, Ex. Ap. Evangelii gaudium, n. 44.

[10] Forja, n. 578.

[11] Surco, n. 185.

 

El alimento del amor

Más que una caricia, más que una palabra, esta la vida que compartimos y construimos juntos.

Un famoso maestro se encontró frente a un grupo de jóvenes que estaban en contra del matrimonio. Los muchachos argumentaban que el romanticismo constituye el verdadero sustento de las parejas y que es preferible acabar con la relación cuando éste se apaga en lugar de entrar en la hueca monotonía del matrimonio. El maestro les dijo que respetaba su opinión, pero les relató lo siguiente:

Mis padres vivieron 55 años casados. Una mañana mi mamá bajaba las escaleras para prepararle a papá el desayuno y sufrió un infarto. Cayó. Mi padre la alcanzó, la levantó como pudo y casi a rastras la subió a la camioneta. A toda velocidad, rebasando, sin respetar altos, condujo hasta el hospital. Cuando llegó, por desgracia, ya había fallecido.

Durante el sepelio, mi padre no habló; su mirada estaba perdida. Casi no lloró. Esa noche sus hijos nos reunimos con él. En un ambiente de dolor y nostalgia recordamos hermosas anécdotas; él pidió a mi hermano teólogo que le dijera dónde estaría mamá en ese momento. Mi hermano comenzó a hablar de la vida después de la muerte, conjeturas de cómo y dónde estaría ella. Mi padre escuchaba con atención, de pronto pidió que lo lleváramos al cementerio. «Papá», respondimos, «son las 11 de la noche! no podemos ir al cementerio ahora».

Alzó la voz y con una mirada vidriosa dijo: «No discutan conmigo por favor, no discutan con el hombre que acaba de perder a la que fue su esposa por 55 años». Se produjo un momento de respetuoso silencio, no discutimos más.

Fuimos al cementerio, pedimos permiso al velador, con una linterna llegamos a la lápida. Mi padre la acarició, oró y nos dijo a sus hijos que veíamos la escena conmovidos: «Fueron 55 años……¿saben?, nadie puede hablar del amor verdadero si no tiene idea de lo que es compartir la vida con una mujer así». Hizo una pausa y se limpió la cara. «Ella y yo estuvimos juntos en aquella crisis. Cambié de empleo», continuó. «Hicimos el equipaje cuando vendimos la casa y nos mudamos de ciudad. Compartimos la alegría de ver a nuestros hijos terminar sus carreras, lloramos uno al lado del otro la pertida de seres queridos, rezamos juntos en la sala de espera de algunos hospitales, nos apoyamos en el dolor, nos abrazamos en cada Navidad, y perdonamos nuestros errores…

Hijos, ahora se ha ido y estoy contento, ¿saben por qué?, porque se fue antes que yo, no tuvo que vivir la agonía y el dolor de enterrarme, de quedarse sola después de mi partida. Seré yo quien pase por eso, y le doy gracias a Dios. La amo tanto, que no me hubiera gustado que sufriera…».

Cuando mi padre terminó de hablar, mis hermanos y yo teníamos el rostro empapado de lágrimas. Lo abrazamos y él nos consoló: «Todo está bien, podemos irnos a casa; ha sido un buen día».

Esa noche entendí lo que es el verdadero amor; dista mucho del romanticismo, no tiene que ver demasiado con el erotismo, ni con el sexo, mas bien se vincula al trabajo, al complemento, al cuidado y, sobre todo, al verdadero amor que se profesan dos personas realmente comprometidas».

Cuando el maestro terminó de hablar, los jóvenes universitarios no pudieron debatirle; ese tipo de amor era algo que no conocían. Ojalá algún día puedas encontrar un amor así, y si lo encuentras, jamás, pero jamás lo dejes ir…

Por Erik Larsen

 

Aprendiendo a acompañar a las familias

El Papa Francisco nos recuerda en ‘Amoris laetitia’ que el camino de la nueva evangelización pasa por la familia

Es precisa una profunda “conversión pastoral” de la iglesia, la sociedad y también de las familias, que deben estar dispuestas a acompañar a otras familias en crisis. La tarea del acompañamiento no se improvisa: requiere convicciones firmes, pero también una adecuada formación.

La familia, como parte y fundamento de la sociedad en la que vivimos, ha sido invadida, y al mismo tiempo genera y retroalimenta formas de vida marcadamente individualistas: una visión del hombre como ser independiente y autosuficiente que supone el olvido de la verdad del hombre como ser familiar, llamado a la existencia por amor y destinado al amor a través del don de sí. Algunas manifestaciones de esta mentalidad se pueden observar hoy en muchas familias: apenas se comparten tiempos comunes en la vida de familia, no se prevén ni valoran los momentos de convivencia en la mesa, celebraciones o cuidado de los enfermos, ancianos, niños, etc.

Postmodernidad y familia

La vida profesional de los cónyuges, con el fenómeno conocido como “doble carrera”, la influencia de los estereotipos sociales y un malentendido igualitarismo que lleva a formular las cosas desde la óptica de la competitividad y no desde la lógica del don −“si tú ganas, yo pierdo”−, hace estragos en la vida de muchas familias, que hoy más que nunca necesitan reconocer qué significa para ellos ser una “comunidad de vida y amor”.

En este contexto, los hijos corren entonces el riesgo de ser pensados dentro de una lógica de autorrealización personal: y, o bien suponen un impedimento que hay que evitar, o bien son una necesidad a satisfacer, cueste lo que cueste.

Dificultades y crisis

Muchas personas manifiestan no tener un proyecto familiar definido, cosa que no sucede en el aspecto laboral, de manera que este entorno, con sus expectativas y sus reglas, acaba por organizar la vida de las personas en todas sus dimensiones. Esta situación deriva en una visión negativa del proyecto familiar, que se entiende supeditado y a menudo en contraposición a “la realización personal”: algo muy propio de la posmodernidad, que afecta profundamente al dinamismo y a la fuerza de las relaciones familiares.

A estas dificultades “vivenciales” para la comprensión de lo familiar, hay que añadir el obstáculo de la falta de herramientas para comunicar la verdad sobre la familia. Sigue siendo habitual utilizar un lenguaje voluntarista para explicar el proceso de amar, lenguaje que difícilmente se comprende hoy ya que, sobre todo los jóvenes, “razonan con los afectos” más que con las facultades intelectuales.

En nuestra sociedad se ha ido extendiendo una visión de la unión conyugal como un ideal que podría conseguir sólo una minoría, y que en la práctica es inasequible para la mayor parte de los seres humanos. Muchos jóvenes han pasado por la experiencia de la ruptura, separación y divorcio, en definitiva, la experiencia del desamor, de sus padres. Este es uno de los motivos por el que se tiene miedo a un amor incondicionado, para no sufrir las mismas decepciones que han visto en sus progenitores.

Dentro de esta visión pesimista de la familia, las dificultades y crisis se contemplan como patologías o fracasos, y no como parte de la normalidad en el crecimiento de todas las relaciones personales. Las dificultades, que en el normal devenir de la vida de familia y de la relación de esposos se afrontaban antes como “crisis de crecimiento”, se consideran hoy como motivos irremisibles de ruptura. La experiencia muestra, sin embargo, que las principales causas por las que hoy se rompen muchas familias no son en realidad irreparables. La causa de las dificultades se debe sobre todo al desconocimiento −teórico y vital− de la dinámica de las relaciones familiares y de lo que significa amar, lo cual hace muy difícil la tarea de construir esas relaciones.

Los retos: mostrar, educar, acompañar

Para ayudar a las familias a cambiar esta situación, es necesaria una tarea urgente, que tiene como base tres acciones, que se pueden desarrollar simultáneamente desde diferentes ámbitos y en las diversas etapas del ciclo vital familiar: mostrar, educar y acompañar para recuperar la verdad originaria sobre el amor conyugal y familiar.

Para mostrar la belleza de la familia, es necesario en primer lugar comprender la realidad y adecuar el lenguaje para explicarla según las exigencias de la cultura en cada lugar y momento histórico, dando las razones oportunas para lograr transmitir la verdad originaria de la persona y su vocación al amor de manera eficaz.

Es necesario redescubrir quiénes somos y qué significa amar, y al mismo tiempo reinventar una pedagogía y un lenguaje para transmitir eficazmente y hacer comprensible esta verdad a las nuevas generaciones. Esta tarea de formación se debe realizar en primer lugar y por su propia naturaleza en el seno de las familias.

La segunda acción consiste en educar para el amor. El esfuerzo de los esposos por vivir su compromiso matrimonial es el fundamento de la educación familiar, la relación que enseña a los hijos a sobrellevar las dificultades y los cambios, la que imprime la certeza de poder amar y ser amado con y a pesar de las limitaciones e imperfecciones propias y ajenas. En el amor conyugal de los padres se aprende el significado del amor como proceso y como compromiso.

El vínculo conyugal muestra un compromiso en el que cada uno es amado por el otro para siempre, a través de los acontecimientos cotidianos, un vínculo del que “nace toda la energía afectiva que crea la solidez de la relación familiar”.

Cuando el hijo se sabe y se siente fruto de este amor de los padres, se le está facilitando la tarea de aprender a amar. Esta es la mejor preparación remota para el matrimonio de los hijos.

La tarea de acompañar a las familias

El tercer reto es aprender una tarea imprescindible; acompañar, que es formar y orientar al mismo tiempo, para que las familias sean capaces de ver las dificultades también como oportunidades de fortalecer y mejorar la vida de familia. Acompañar implica dar el apoyo para que cada familia asuma su propio protagonismo.

Para abordar este reto se precisa una formación que adecúe los instrumentos y técnicas de resolución de conflictos a la naturaleza específica del ámbito familiar. Como en otros temas, el auténtico problema no es el conflicto, sino qué respuesta le damos. Por ello, las técnicas que se ponen en práctica en los procesos de acompañamiento familiar deben adecuarse siempre a las necesidades de la familia en general y de cada familia en particular.

La tarea del acompañamiento requiere personas formadas, procesos claros, formalizados y adecuados; de manera que, así como las personas sin recursos acuden a determinadas instituciones, las familias en dificultades, o que simplemente necesiten orientación y apoyo, puedan acudir a un primer punto de ayuda y colaboración, que en ocasiones será suficiente, y que en otros casos orientará y derivará a otro tipo de intervención.

Las familias que atraviesan dificultades la mayoría de las veces no necesitan terapeutas, ya que sus problemas, por lo menos al principio, no suelen ser patologías. En muchas ocasiones basta, como en todo, conocer mejor la verdadera naturaleza de las cosas, en este caso cuáles son las dinámicas de las relaciones familiares: qué significa amar y cómo se construye eficazmente una relación, y contar con la ayuda para entender ésa formación y aprender a aplicarla en las circunstancias concretas de cada familia.

Por este motivo, el hecho de que poder relacionarse con familias que hayan atravesado situaciones similares y que estén adecuadamente formadas en la tarea del acompañamiento, también puede ser el impulso para decidirse y construir una mejor vida de familia.

Los hijos necesitan el amor de un padre y una madre, y también del amor de unos padres que se esfuerzan por amarse. Porque incluso en el supuesto de que se haya producido la ruptura, los hijos los siguen necesitando a ambos y precisan respetarse y hacer presente que ambos quieren el bien del hijo. También aquí puede ser de gran ayuda la tarea de acompañar.

Es importante señalar la diferencia entre el acompañamiento y la mediación. Mientras el acompañamiento llega antes y actúa de modo preventivo, la mediación, en la mayor parte de las legislaciones civiles occidentales, se reduce a una “ayuda” que en muchas ocasiones llega tarde y facilita que la familia pueda “morir sin dolor”.

Aunque el acompañamiento es necesario en cualquier etapa del ciclo vital familiar, es especialmente importante en los primeros años de matrimonio, que es cuando se establecen el fundamento de la convivencia y los hábitos de comunicación. En este periodo los cónyuges sientan las bases de lo que será su estilo familiar, aprenden a comunicarse y a compartir, a respetarse, admirarse y resistir la adversidad.

Es el momento para aprender a tomar decisiones conjuntamente y afrontar las dificultades, respetando las diferencias. Es el mejor momento para aprender y valorar la necesidad de dedicarse tiempo y ternura como el mejor modo de ser padres y esposos.

Desde el Instituto de Estudios Superiores de la Familia formamos profesionales del acompañamiento familiar, a través del postgrado en Consultoría y Orientación Familiar. El programa aborda los fundamentos, estructura, funcionalidad de la familia así como la naturaleza de las relaciones familiares y de la educación familiar; y dedica también un amplio capítulo a la comunicación familiar, las disfunciones familiares y las técnicas de resolución de conflictos.

María Pilar Lacorte Tierz
Instituto de Estudios Superiores sobre la Familia (UIC, Barcelona)

 

La ignorancia religiosa, en auge

 

Escrito por Josep Mª Escolà

Publicado: 13 Junio 2022

 

Aumento del desconocimiento de la simbología Judeocristiana

Ocurrió en la capilla de un instituto de enseñanza Secundaria de Barcelona. Construida a mediados del siglo pasado, esa estancia se emplea actualmente como aula polivalente en la que se imparten distintas materias. Un día, un alumno de cuarto de ESO (15 años) salió de allí espantado. Había abierto la puerta de madera que separa una parte de la sala y no dudó en explicarle a un profesor lo que se había encontrado: "¡Bernat, no sabía que teníamos la tumba de una momia en el instituto!", le exclamó. "Por supuesto, no era ninguna momia --aclara Bernat Villaronga, docente de Religión del centro y presidente de la Federació d´Ensenyants de Religió de Catalunya--. Era el altar de piedra de la capilla".

Lo que puede parecer una exagerada anécdota --"quizás aquel chico había visitado recientemente el Museu Egipci o había visto alguna película de momias, pero no había entrado jamás en una iglesia", sospecha Villaronga-- no es más que otro ejemplo real de una preocupación. De una señal de alarma que no solo lanzan los docentes de Religión. También muchos profesores de Historia del Arte consultados por este diario (más de los que aparecen en este texto) muestran su inquietud por la falta de conocimientos de religión que hay entre los jóvenes, debida solo en parte a la corriente laica que ha restado fieles a las materias que tratan los orígenes del cristianismo. Porque una cosa es el laicismo y otra, diferente, la ignorancia sobre aspectos de cultura general que son imprescindibles para comprender muchos porqués de nuestra sociedad, resumen los especialistas.

Ni idea de la Biblia "En los 30 años que llevo dedicada a la docencia, he notado un gran descenso en los conocimientos de cultura religiosa por parte de los alumnos que llegan a la universidad. Esa falta de base afecta negativamente a las posibilidades de aprender algunas épocas y obras, porque es necesario conocer la historia religiosa como cualquier otro hecho cultural", explica Teresa Vicens, profesora de Iconografía Medieval de la Facultad de Historia de la Universitat de Barcelona (UB).

Según esta docente, "uno de los problemas más graves de estos jóvenes es que no tienen la más mínima idea de las cuestiones básicas de la Biblia. No todos los alumnos, claro, pero la mayoría no saben qué son el Antiguo y el Nuevo Testamento, confunden personajes e incluso hay algunos que no acertarían a explicar quiénes son Adán y Eva". Puede resultar sorprendente, pero no son pocos los estudiantes que "ni siquiera saben por qué se celebra la Semana Santa". Como mucho, "les suenan algunos nombres por lo que han visto en la televisión", afirma Vicens.

Como consecuencia de todo ello, esta profesora se ve obligada "a dar una información de temática religiosa" que a ella no le pertoca. "Yo imparto una materia de iconografía, pero tengo que acabar explicando nociones de cristianismo para que entiendan el contenido que realmente le corresponde a mi asignatura", asegura la docente, cuya experiencia le ha llevado a efectuar la misma recomendación todos los años al empezar el curso: "El primer día de clase les digo a los alumnos que quien no sepa de cultura religiosa debería coger un libro de ESO para empezar a entender algunas cosas y poder seguir mínimamente lo que iré explicando". "En los exámenes escriben disparates tan grandes que son dignos de ser recopilados en un libro de humor".

Vicens reconoce que existe esa falta de conocimiento de la mitología religiosa. "No se pueden dar por sabidas muchas cosas como se hacía hace unos años" .

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"Actualmente -dice-, si los alumnos no cursan Religión o Historia de las religiones, más allá de lo que les enseñen en casa, solo pueden adquirir ese tipo de conocimientos en Historia, Historia del Arte o Educación para la Ciudadanía. El problema es que esas asignaturas ya van tan cargadas de materia de por sí, tienen tantos contenidos, que por los conceptos religiosos se pasa muy por encima".

Cabría preguntarles también a muchos padres que son ateos o agnósticos por qué no explican a sus hijos los rasgos del cristianismo, simplemente desde el punto de vista histórico y tradicional, porque no por ello tienen que estar inculcándoles ninguna creencia. También es verdad que el tema trasciende la escuela y la familia. Es una cuestión social.

Josep Mª Escolà, en elperiodicomediterraneo.com/

 

Las lágrimas del aborto

 

Escrito por José Antonio García-Prieto Segura

Publicado: 29 Junio 2022

 

El corazón habla con lágrimas de arrepentimiento, prueba inequívoca de reconocer que la verdad estaba y estará siempre de parte de la vida

No es un título sensiblero ni retórico pretendiendo llamar la atención; hablo de lágrimas que he visto en el rostro de una mujer, hace muy pocos días, motivadas por el arrepentimiento de un aborto, ocurrido tiempo atrás. Las he visto, justamente, la víspera de conocerse la sentencia de la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos, revocando el fallo de esa misma Corte por el que, en 1973, se abrieron las puertas al aborto legal. Fue el caso Roe vs. Wade; en síntesis, ocurrió esto:

Norma McCorvey −conocida en el caso, como Jane Roe− solicitaba el derecho a abortar porque decía haber sido violada. Demandó a Henry Wade, abogado del distrito de Texas para evitar que aplicase una ley que allí prohibía el aborto. Contemporáneamente surgió un caso similar de otra mujer −Sandra Cano− en el estado de Georgia. En enero de 1973, la Corte resolvió los dos casos a favor de las demandantes; anuló esas leyes en los dos distritos, y se produjo el efecto dominó: se revocaron leyes similares en el entero país. Sonó el pistoletazo de salida para, en virtud de un falso derecho, poder suprimir la vida naciente en el seno materno. Ahora, queda revocado con la nueva sentencia del pasado 24 de junio.

Al día siguiente, la Conferencia Episcopal del país emitió una “Declaración” que, entre otras cosas, dice: “Durante casi cincuenta años, Estados Unidos ha impuesto una ley injusta permitiendo que algunos decidan si otros pueden vivir o morir; esta política ha tenido como consecuencia la muerte de decenas de millones de niños no nacidos, generaciones a las que se les negó el derecho incluso a nacer”.

Las referencias a este hecho incendian en estos días las redes sociales En mi caso, solo me impulsa a escribir dar testimonio del dolor y las lágrimas que he visto, como decía al principio, y hacer algunas reflexiones al respecto. Para empezar, el testimonio impactante de una sola mujer me ha llevado a pensar en los millones que habrán sufrido idéntica desgarradora tragedia. Pero no escribo soloni principalmente, desde el sentimiento, “desde el corazón” como quien dice; sino que lo haré desde el vínculo cabeza y corazón estrechamente unidos, y más aún si lo que está en juego es la verdad y dignidad de la persona, como en el caso del “problema aborto”, porque toca lo más esencial y originario de la existencia humana: la propia vida singular.

Muchos aspectos confluyen en esta penosa realidad, imposibles de abordarlos aquí; pero es evidente que el punto de partida y lo crucial para una decisión justa, gira en torno a la valoración que hagamos de la nueva vida originada en el seno materno. Una valoración verdadera debe contar con el aporte científico de la medicina y biología por un lado, y con la luz de nuestra inteligencia aplicada al hecho concreto, por otro. A estas alturas de la ciencia, no hay argumentos para negar que es una nueva vida la que aparece en el momento en que los gametos masculino y femenino se fusionan. Y toda mediana inteligencia comprenderá que aquella nueva realidad biológica del cigoto, desarrollándose, es la misma que, como persona, verá la luz de este mundo si no se le arrebata su vida. Esta verdad unida al principio ético de que toda vida humana es sagrada y no hay razones válidas para que nadie se arrogue el derecho de suprimirla, hace que el aborto se presente como lo que realmente es: eliminar la vida de un ser personal.

No hace falta ser creyente para aceptar esas verdades que aporta el sentido común y están en los fundamentos de todo comportamiento ético. Pero si recurrimos a instancias más elevadas, no harán sino fortalecer desde una perspectiva superior lo que nuestra razón ya ha alcanzado con sus propias luces. Y diremos que nuestra vida es un don de Dios ofrecido a través de nuestros padres.

Con todo, la gravedad moral del aborto se oscureció tanto que Juan Pablo II lo denunció en su Encíclica El Evangelio de la vida, de 1995: «Hoy, sin embargo, la percepción de su gravedad se ha ido debilitando progresivamente en la conciencia de muchos. La aceptación del aborto en la mentalidad, en las costumbres y en la misma ley es señal evidente de una peligrosísima crisis del sentido moral, que es cada vez más incapaz de distinguir entre el bien y el mal, incluso cuando está en juego el derecho fundamental a la vida. Ante una situación tan grave, se requiere más que nunca el valor de mirar de frente a la verdad y de llamar a las cosas por su nombre, sin ceder a compromisos de conveniencia o a la tentación de autoengaño» (J. Pablo II, Enc. El Evangelio de la vida, n. 58). 

Valentía para mirar de frente a la verdad, purificándola de adherencias contaminantes que nublan la razón, como las ideologías contrarias a la dignidad de la persona. Entonces, sin esos velos, la inteligencia, el lenguaje de la cabeza nos dice que quitar la vida a un ser humano inocente no puede reconocerse como un derecho. Es lo que han hecho ahora los magistrados de la Corte Suprema al revocar un derecho que no era tal. Han sido valientes en la autocrítica a su institución, y ¡ojalá les sigan muchos otros valientes en este lado del Atlántico!

Y con el lenguaje de la cabeza, el del corazón, igualmente purificado, en este caso, de presiones de parte y de posibles consejos engañosos. Entonces, el corazón habla con lágrimas de arrepentimiento, prueba inequívoca de reconocer que la verdad estaba y estará siempre de parte de la vida. Dos lenguajes con una sola voz.

Se ha dicho que en toda guerra la primera víctima es la verdad. En esta guerra desatada contra la vida naciente, Roe, es decir Norma McCorvey, la demandante del derecho al aborto, lo pedía −según señalé− alegando una violación como causa de su embarazo. Años más tarde admitió haber mentido y pidió a la Corte Suprema que anulara aquel fallo. Sandra, la demandante en el estado de Georgia, pidió igualmente la revocación del fallo. No fueron escuchadas, pero sus corazones hablaron al fin con el lenguaje de la verdad; ignoro si lo harían también con el de las lágrimas.

Me siento movido a rezar por ellas y concluir haciendo mías estas palabras de la Declaración de los Obispos americanos: “Nuestros primeros pensamientos están con los niños cuyas vidas han sido arrebatadas desde 1973. Lamentamos su pérdida y encomendamos sus almas a Dios, que los amó desde antes de todas las edades y los amará por toda la eternidad. Nuestros corazones también están con cada mujer y hombre que ha sufrido gravemente por el aborto; rezamos por su curación y prometemos nuestra compasión y apoyo continuos. Como Iglesia, debemos servir a quienes enfrentan embarazos difíciles y rodearlos de amor”.

José Antonio García-Prieto Segura

 

 

El aborto: una estrategia fallida

Por una comunicación eficaz a favor de la vida

El movimiento pro vida defiende el principio quizá más crucial de cualquier civilización desarrollada: la inviolabilidad y el valor de la vida humana. A pesar de ello y aunque haya mantenido vivo el debate sobre el aborto, no ha logrado hacer cambiar sustancialmente la opinión pública. Este fracaso sugiere la necesidad de mejorar la comunicación para responder a las preocupaciones reales de las mujeres que están en crisis por un embarazo no deseado. A partir de algunas campañas televisivas que han sido eficaces en Estados Unidos, Paul Swope reflexiona sobre la estrategia pro vida en un artículo publicado en la revista First Things (abril 1998).

Los últimos estudios psicológicos sobre el proceso mental de las mujeres que abortan permiten entender por qué los movimientos pro vida no han sido lo eficaces que era de esperar para convencerlas de que apuesten por la vida. Dichos estudios indican que la americana moderna en edad de tener hijos no ve el aborto en el mismo marco moral que la activista pro vida. Nuestro mensaje no es bien recibido porque hemos cometido el error de pensar que las mujeres, especialmente aquellas que se enfrentan al trauma de un embarazo no deseado, responderán a los  principios que consideramos evidentes según nuestra perspectiva moral, y hemos argumentado en consecuencia.

Este es un error de cálculo que ha perjudicado gravemente a la causa pro vida. Aunque no compartamos la forma en que muchas enfocan el tema, la importancia de nuestra misión y el imperativo de ser eficaces hacen necesario que escuchemos, entendamos y respondamos a las preocupaciones reales de las mujeres que se inclinan por el aborto.

La importancia de una nueva óptica se hizo evidente tras los resultados de una compleja investigación de la Caring Foundation [grupo que presenta el mensaje pro vida al público, vía televisión]. (…) Se cree que el hemisferio derecho del cerebro controla los aspectos emocionales, intuitivos y creativos de la persona, mientras las cuestiones analíticas y racionales se responden sobre todo con el hemisferio izquierdo. El estudio del hemisferio derecho del cerebro trata de descubrir las razones emocionales profundas por las que tomamos ciertas decisiones o por las que tenemos ciertas convicciones. Este enfoque tiene aplicaciones obvias en un tema como el aborto, ya que una mujer en plena crisis por un embarazo no deseado no puede resolver su problema de un modo lógico y frío con el hemisferio izquierdo del cerebro.

El estudio fue realizado por una empresa líder en este tipo de investigación (…). El procedimiento consistió en una serie de entrevistas individuales profundas y exhaustivas, para lograr respuestas íntimas emocionales.

Los resultados (19951997) tienen un nivel de confianza de un 95%.

Los tres males

Uno de los objetivos era dar respuesta a un interrogante que ha desconcertado a los pro vida durante mucho tiempo.

¿Cómo es posible que las mujeres, y el ciudadano en general, se sientan tranquilos estando personalmente en contra del aborto, pero a favor de mantener su legalidad? Los pro vida, al considerar que es moralmente evidente que no se puede sostener simultáneamente que el “aborto mata” y que el “aborto debe ser legal”, han intentado mostrar más claramente que el feto es un ser vivo.

Suponen que, al asumir la humanidad de los no nacidos, el imperativo moral lógico “no se debe matar a un bebé” será lo que naturalmente prevalezca y, en consecuencia, las mujeres escogerán la vida para sus hijos no nacidos.

La nueva investigación muestra por qué este planteamiento ha resultado poco eficaz y qué se puede hacer para mejorarlo. El resumen del informe indica que las mujeres creen que de un embarazo no planificado nada bueno puede resultar, por lo que dudan entre lo que consideran tres “males”: maternidad, adopción o aborto.

La maternidad no planificada, de acuerdo con estos estudios, representa una amenaza grave para las mujeres modernas (…). Esto se debe a que muchas mujeres jóvenes de hoy día han desarrollado una identidad que simplemente no contempla el ser madre. Puede incluir ir a la Universidad, sacar un título, obtener un buen trabajo, incluso casarse algún día, pero perciben la repentina intrusión de la maternidad como la pérdida total del control sobre su propia vida presente y futura. (…)

Al considerar la decisión de abortar, no lo hacen, como pueden pensar los pro vida, entre las opciones “llevar a término un embarazo no deseado” o “destruir la vida de un niño inocente”. Ellas sienten así la alternativa: “mi vida se acaba” o “la vida de este nuevo niño tiene que acabar”.

Desde esta perspectiva, la elección del aborto se convierte en un modo de defenderse, postura más asumible tanto para la protagonista como para quienes la apoyan.
(…)

Por qué descartan la adopción

La adopción, desafortunadamente, es la “peor” de las tres opciones, pues se percibe como una doble “muerte”.

Primero la “muerte propia”, ya que la mujer tendrá que llevar el embarazo hasta su término, convirtiéndose además en una mala madre, capaz de entregar su hijo a extraños. La segunda “muerte” es la del hijo “abandonado”: la mujer vivirá atormentada por el futuro de su hijo (…).

Aunque desearíamos que la mujer aceptara el slogan “adopción sí, aborto no”, este estudio concluye que ante la alternativa adopción / aborto, la adopción será la perdedora.

La actitud de estas mujeres hacia el aborto es bastante sorprendente. Primero, todas las involucradas en este estudio (ninguna era “pro vida”, sino que se autodefinían partidarias de la “elección”) reconocían que el aborto mata. Aunque esta convicción sin duda está “inscrita en el corazón humano”, el mérito de haberlo demostrado se debe al trabajo educativo del movimiento pro vida. Segundo, las mujeres creen que el aborto es malo, un error, y que Dios castigará a las que lo practiquen.

Tercero, creen también que Dios, en última instancia, las perdonará porque es clemente, no hubo intención de quedarse embarazada y porque ante semejante trance no existía otra opción, puesto que su vida estaba en juego.

(…) En resumen, el aborto será el menor de los tres “males” para la mujer porque ofrece la mayor garantía de esperanza de preservar su yo, su propia vida.

Hay que destacar que la principal preocupación en cualquiera de las tres opciones gira alrededor de la mujer y no del no nacido, lo que explica el atractivo de la retórica “pro elección”. Elección que concede a la embarazada en crisis cierta sensación de control sobre su futuro, y permite a quienes rechazan el aborto personalmente sentir compasión hacia las que recurren a él.

Lo que suscita rechazo

El informe que estudiamos ilumina otra fuente fundamental de frustración y fracaso del movimiento pro vida: un cuarto de siglo de encuestas ha demostrado reiteradas veces que la mayor parte de los americanos rechazan el aborto y que las mujeres son ligeramente más pro vida que los hombres. Pero a ambos les gusta más la etiqueta “pro elección” que la de pro vida. Asimismo, a los activistas pro vida se les considera peligrosos y extremistas. (…)

La investigación indica que la dificultad de obtener el apoyo público no se debe del todo al trato injusto de los medios de comunicación, aunque efectivamente este factor ha tenido sin duda un papel importante. Los slogans de los movimientos pro vida y las campañas educativas han tendido a exacerbar el problema, por haberse centrado casi exclusivamente en el hijo aún no nacido, y no en la madre. Esto produce resentimiento en vez de simpatía, particularmente entre las mujeres en edad de tener hijos.

No es de extrañar que las primeras personas que se dieron cuenta de la necesidad de un enfoque distinto fueran las que trabajaban directamente con las mujeres en crisis. (…)

Consideremos un típico slogan pro vida: “El aborto detiene el latido de un corazón”. Aunque esta frase pueda resultar eficaz entre los pro vida, su efecto entre mujeres jóvenes en crisis probablemente sería:

 1) provocar rabia contra el mensajero;

 2) confirmarlas en la opinión de que los pro vida no entienden su situación;

 3) las hundiría aún más en la actitud negativa y desesperanzada. Si la meta de los pro vida es disminuir el número de abortos y no sólo constatar un hecho, debemos preguntarnos si este mensaje no será francamente contraproducente.

 (…) La pregunta, quizás subconsciente pero clave, que se hace la mujer es: “¿Cómo podré conservar el control de mi vida?”. El movimiento pro vida debe tener en cuenta el punto de vista de la mujer y hacerlo de una manera compasiva que reafirme las innatas e íntimas convicciones de su conciencia.

Sin condenar ni estigmatizar, debe ayudar a la mujer a reconsiderar cómo percibe los tres “males” que se le presentan.

 Soluciones para mujeres en crisis

Como ejemplo práctico, la Caring Foundation ha preparado dos anuncios publicitarios para la televisión.

Uno presenta como modelo a una mujer que se puede identificar con las inquietudes de la audiencia a la que se dirige el anuncio, pero que ha optado por la vida y presenta su opción bajo un prisma positivo. El otro anuncio, pensado también desde la propia perspectiva de la mujer, presenta el aborto como solución negativa a su problema.

 El anuncio pro maternidad es como sigue:

 Una mujer está frente a una bonita casa, rastrillando las hojas, y tras despedirse de su hija, se vuelve al telespectador:

“Yo tenía 16 años cuando supe que estaba embarazada de Carrie. No estaba casada y me sentía realmente asustada. Ahora, algunas personas dicen que debería haber abortado, pero nunca pensé recurrir a tal posibilidad sólo porque me creaba un problema. Oye, no me considero una mártir, pero realmente no creo que tuviera opción después de estar ya embarazada. Piénsalo”.

Este anuncio, que no consiguió popularidad entre los pro vida, es, según las encuestas, extremadamente eficaz entre las mujeres jóvenes. Porque presenta un modelo accesible y creíble, y el mensaje subliminal –la bonita casa, la buena relación con la hija, la sensación de control de la madre que aparece sosteniendo el rastrillo y cuidando su propio jardín– refuerza el mensaje de que esta mujer es, de hecho, heroica, pues ha tenido que enfrentarse a una decisión difícil y ha conseguido sacar adelante su vida. Este anuncio ofrece sutilmente la auténtica solución que una mujer que se enfrenta a un embarazo no deseado busca desesperadamente y que contrasta con la decepción que a menudo le proporciona el aborto.

Otro anuncio que busca más directamente el rechazo del aborto es como sigue:

Una mujer se levanta de la cama; el reloj marca las 3 de la mañana. Se acerca a la ventana, y mira la negra noche lluviosa. Está de pie, en silencio, mientras se oye una voz femenina: “Dijeron que no oirías esos lloros que te despiertan por la noche… No habría ni rastro de biberones, ni trastos en el suelo, ni juguetes desperdigados.

Se oye el tic tac del reloj. Todo está en silencio. Y te das cuenta de que aún hay una voz. Si has sufrido el dolor de un aborto, llama al teléfono…”.

En ambos casos, el enfoque está en la mujer, en alguien que ha pasado por la experiencia de un embarazo no deseado. Los anuncios no hacen un juicio explícito; sólo muestran experiencias vividas con muy distintas soluciones y diferentes consecuencias.

Este es otro anuncio muy eficaz:

Una mujer joven está sentada al lado de la chimenea mirando hacia la cámara: “¿Sabes?, yo era partidaria del derecho al aborto, pero después tuve mi propio hijo. Cuando estaba embarazada, me di cuenta de que todo lo que este niño estaba intentando hacer era salir adelante, igual que todos nosotros. Todavía no me aclaro, no lo entiendo, pero cuando yo quería a mi niño, era un niño, y cuando no lo quería, ¿era otra cosa? Piénsalo”.

Tampoco esta mujer pretende tener todas las respuestas, ni encaja en el modelo pro vida. Simplemente quiere compartir su propia experiencia y hace una pregunta que, efectivamente, mina la argumentación de los pro elección.

Una mujer que sirva de modelo

Se está desarrollando una nueva campaña de anuncios basada en otra investigación sobre el “hemisferio derecho del cerebro” llevada a cabo en 1997. Mientras que el primer estudio se concentró en mujeres jóvenes que tenían dudas sobre esta materia, el segundo incluía mujeres que ya habían tomado la decisión de abortar o de tener su hijo. (…)

Se está probando un nuevo anuncio basado en esta última investigación.

Una mujer joven hace ejercicio corriendo por la calle. Llueve, y mientras corre, sus pensamientos se hacen audibles:

“Todo el mundo me dice cómo debo sentirme. Yo no pensaba quedarme embarazada. Ahora no. [Se refiere al novio enfadado, que se ve en una secuencia retrospectiva.]

Me dice cómo debo sentirme, qué debo hacer, y después desaparece cuando realmente lo necesito.

Ahora todo depende de mí. Pero ¿abortar? Yo no. Tengo que vivir con la decisión que tome. [Pausa. Corre hacia la lejanía, el cielo se aclara.] Lo conseguiremos”.

Los tres objetivos del anuncio son: crear admiración por llevar a término el embarazo, presentar una mujer que sirva de modelo y, sin buscar confrontación, mostrar el aborto de forma negativa.

Es significativo comparar estos objetivos con los comentarios que hicieron las mujeres de un grupo de trabajo con referencia a la actitud de la protagonista: (…) “Se nota el estrés que está sufriendo. No es un tema agradable, pero lo está soportando. Está haciendo lo mejor. Esta mujer tiene fortaleza, ya que corre en vez de sentarse a compadecerse de sí misma”.

Estas respuestas indican que una campaña de publicidad cuidadosamente estudiada promueve la ética de la cultura de la vida. Utilizando un lenguaje e imágenes atractivas en vez de alienantes, el movimiento pro vida puede mostrar que el aborto no juega a favor de la mujer y que apostar por la vida ofrece esperanza y un sentido positivo a la propia personalidad.

Es de destacar que la descripción del desarrollo del feto e incluso imágenes gráficas de un aborto pueden utilizarse con eficacia ante determinado público, especialmente si es proclive al mensaje pro vida y como método de motivación. Es más, los planteamientos aquí mostrados para desarrollar estrategias dirigidas a la mujer no son necesariamente transferibles a las que buscan un cambio político o legislativo. Ahora bien, al utilizar los medios de comunicación para llegar al gran público, es de vital importancia que el movimiento pro vida reestructure su mensaje, a fin de que sea mejor recibido por las mujeres.

El tremendo error de cálculo de la mujer joven es creer que el aborto puede “desembarazarla”, que la devolverá a la situación anterior a la crisis. Pero una mujer jamás es la misma después de un embarazo, se quede con el hijo, lo elimine o lo entregue en adopción. El aborto puede parecer una solución, pero no es la que la mujer anhela en su interior, ni siquiera la que conseguirá preservar su identidad.

Si los pro vida podemos ayudar a que la mujer recapacite y se convenza por sí misma, habremos hecho mucho para apartar a nuestra cultura de la mentalidad abortista.

La eficacia de algunas campañas

¿ Cuál ha sido la eficacia de esta publicidad? El trabajo de la Caring Foundation comenzó en el Estado de Missouri, donde estos anuncios se han emitido en televisión durante algunos años. Pues bien, es el Estado donde más rápidamente ha bajado el índice de abortos en Estados Unidos. Desde 1988 hasta 1992, el índice bajó sólo un 5% en el conjunto del país, frente a un 29% en Missouri. Además, según encuestas Gallup, la media nacional de adolescentes pro vida es del 29%, y del 60% en la zona central de Missouri.

En otros dos Estados se han emitido anuncios durante algunos años y en ambos se ha observado un descenso de los abortos de casi el 40%. Michigan pasó de 49.098 abortos en 1987 a 31.091 en 1995. Wisconsin, de 20.819 en 1981 a 12.782 en 1995. (…)

Debido a que la Caring Foundation contrata empresas profesionales independientes para realizar las encuestas previas y posteriores a las campañas, se puede afirmar sin duda alguna que los anuncios producen cambios en la opinión pública y que efectivamente influyen en la decisión de las mujeres que dudan entre abortar o tener el niño. Muchos centros de “atención a la embarazada” dicen que les llegan mujeres que estaban decididas a abortar hasta que vieron los anuncios.

En 1997 se llevó a cabo en Boston una campaña televisiva de trece semanas que llegaba a una audiencia de 4,4 millones de adultos. La empresa Baselice & Associates, de Houston, dirigió la encuesta. Se realizaron entrevistas, antes y después de haber visto el anuncio, con un margen de error del 4,9% y con un nivel de confianza del 95%. La encuesta posterior mostró que el 7% de la población de la zona (308.000 adultos) se había pasado a la postura pro vida. (…) De hecho, la postura pro vida entre aquellos que recordaban los anuncios pasó del 20% en la encuesta previa al 36% en la posterior, mientras que la postura pro elección bajó significativamente: del 33% al 25%.

La encuesta más reciente tuvo lugar en diciembre de 1997 en Indianápolis, y los datos resultaron ser un reflejo de la experiencia de Boston. La opinión pro vida de la población total aumentó del 36% al 45%, y entre la audiencia de mujeres de menos de 45 años, del 33% al 44%.

Además de las ya citadas, se han realizado investigaciones similares en Pensilvania, Wisconsin, Ohio, Iowa, Colorado, Missouri y Michigan. Se percibe un cambio de opinión hacia la postura pro vida en todas las encuestas y en casi todas las preguntas (8 cuestiones diferentes relativas al tema del aborto). La audiencia total cubierta por las distintas campañas en los últimos años ha alcanzado a más de 46 millones de adultos.

2727Vista la efectividad de estas campañas en el colectivo femenino, los anuncios se emiten ahora incluyendo un número de teléfono, para que se pueda solicitar la ayuda de un centro de atención a embarazadas. Se han recibido más de 5.000 llamadas a través de este servicio y se ha proporcionado consejo y la ayuda necesaria a muchas mujeres que han sufrido el trauma del aborto.

Por Paul Swope 

 

Educar para pensar críticamente

 

Escrito por Evelyn Haydée Páez y Willdea Arreaza Vizcaya

Publicado: 22 Junio 2022

 

Introducción

La Ley Orgánica de Educación, (LOE), entró en vigencia el 28 de julio de 1980 con su publicación en la Gaceta Oficial No. 2635; en ella, se estableció la orientación de la educación venezolana. Este cambio en el mundo normativo implicaba también cambios en las instituciones educativas en lo referente a los niveles y modalidades, las prácticas pedagógicas y el sistema de evaluación, así como en los perfiles de egreso del estudiante y en los papeles que debía jugar el docente. A partir de esa fecha, la población venezolana esperaba, producto de la acción educativa, la formación y capacitación como los equipos humanos necesarios para el desarrollo del país y la de promoción de los esfuerzos creadores del pueblo venezolano hacia el logro de su desarrollo integral, autónomo e independiente, así como la formación de un hombre con una serie de rasgos personales, uno de ellos, el de ser un hombre crítico.

Pensar críticamente encierra el arte de hacernos cargo de nuestra mente, y al lograrlo, nos hacemos cargo de nuestra vida, la mejoramos y sometemos a nuestro criterio y dirección. Para esto se requiere que aprendamos a auto-disciplinarnos y nos habituemos a examinar, por nosotros mismos, las cosas que vamos a hacer, lo que hacemos o las acciones que vamos a emprender (Beyer, 1998). Actuar de esta manera conlleva que nos interesemos en cómo trabaja nuestra mente, que  podamos dirigirla, afinarla, entonarla y modificar sus operaciones para hacerlo cada día mejor. Ello involucra que adquiramos el hábito de examinar reflexivamente la impulsiva y consuetudinaria manera de pensar y de actuar en todas las dimensiones de las vidas de cada ser humano.

La mayoría de las veces la conducta de la persona es irreflexiva, es acrítica. En la vida cotidiana se actúa de esta manera cuando, por ejemplo, se compra algo sin detenerse a pensar si de verdad se necesita, si es bueno para lo que se quiere o si el precio es real o comparativamente bueno. Como padres, a veces respondemos a los hijos de manera impulsiva sin detenernos a pensar si esa acción es consistente con lo que se quiere ser como padre o si con ello se está contribuyendo a fomentar la autoestima de los hijos o si se los está desanimando a pensar por sí mismos o a no asumir la responsabilidad de sus propias acciones.

Como ciudadanos, por ejemplo, votamos frecuentemente de manera impulsiva y acrítica sin tomarnos el tiempo para analizar, para estudiar las proposiciones y temas de relevancia para la comunidad y el país o sin tomar en cuenta si las propuestas de los aspirantes son imprecisas o son sólo falsas promesas. Como amigos, muchas veces nos vemos envueltos en situaciones que no se ajustan a nuestro parecer sólo por seguir la corriente del grupo o compañero. Como pareja, esposo o esposa, a menudo pensamos sólo en los intereses, deseos o puntos de vista individuales, ignorando los deseos o puntos de vista del compañero o de la compañera, asumiendo que lo que queremos y pensamos está justificado y es valedero, y que si él o ella no está de acuerdo es porque, sencillamente, es injusta o injusto e irracional. Como paciente, se es pasivo y acrítico sobre el cuidado de la salud cuando no se establecen buenos hábitos alimenticios y de ejercitación o cuando no se siguen las prescripciones médicas para lograr el propio bienestar.

Como educadores, muy a menudo, nos permitimos enseñar de la misma manera como fuimos enseñados, asignamos tareas que los estudiantes pueden realizar con mínimo esfuerzo mental, inadvertidamente desanimamos al estudiante cuando toma iniciativas y busca ser independiente, perdiendo así la oportunidad para cultivar su autodisciplina y capacidad para pensar. Como estudiantes, es usual buscar la vía del menor esfuerzo al realizar una tarea, copiándola del compañero sin detenerse a pensar en que no se está siendo honesto ni aprovechando la oportunidad para aprender que brinda el realizarla, así como minimizando la posibilidad de continuar estudios en el nivel porque al no realizar la tarea no se aprende o no se puede cumplir con los requerimientos de evaluación, con lo cual se estará obteniendo un bajo rendimiento o, peor aún, eliminando la posibilidad de iniciar estudios universitarios, si esa es la meta, por no tener las destrezas y habilidades requeridas para el ingreso a la carrera de nuestra preferencia.

En síntesis, es completamente posible, y desafortunadamente algo casi natural, vivir una vida irreflexiva, vivir de manera más o menos autómata, vivir de manera acrítica. Es posible vivir sin darse cuenta de la persona en la que uno se está convirtiendo, sin desarrollar o trabajar sobre las habilidades, destrezas y predisposiciones de las que se es capaz. Desde este punto de vista, el pensamiento crítico es un valor y un fin eminentemente práctico, está basado en las destrezas, la perspicacia y los valores esenciales para vivir el ideal de vida consciente que preconizaban los antiguos griegos. Pensar críticamente es una manera de vivir y de aprender que fortalece a la persona y, en el caso de los educadores, el pensar críticamente fortalece, consecuencialmente, a los estudiantes, a través de la práctica didáctica. Para contribuir al logro de esta finalidad educativa, en 1980 se atribuyeron responsabilidades a áreas curriculares específicas de acuerdo con el nivel de estudios. En el nivel de Educación Básica se diseñó un plan de estudios por etapas de tres grados cada una, diferenciado de acuerdo con el sector geográfico al cual atiende; a saber: urbano, rural, indígena y fronterizo. A este nivel le corresponde, desde entonces, estimular en el estudiante el deseo de saber y desarrollar su capacidad de ser, de acuerdo con sus actitudes, por cuanto está dirigido a lograr “...la máxima vinculación del sistema educativo con el proceso de desarrollo del país, a través de la formación de un ciudadano culto, útil, activo, responsable, reflexivo, crítico” (Ministerio de Educación, 1987a: 6).

Esta finalidad educativa del nivel, debía materializarse a través del curso obligatorio de áreas y asignaturas. Una de esas áreas es Estudios Sociales, integrada por las asignaturas Historia de Venezuela, Geografía de Venezuela, Geografía General, Historia Universal, Educación Familiar y Ciudadana, y Cátedra Bolivariana. Se esperaba que esta área fomentara “el trabajo individual, social y trascendental; [...] la criticidad, creatividad y espontaneidad; [...] el desarrollo del pensamiento lógico y una actitud crítica, reflexiva, responsable... (Ministerio de Educación, 1987b: 8).

Sin embargo, pareciera ser que el logro de un hombre crítico es una expectativa social insatisfecha por cuanto en estudios diagnósticos y planes nacionales que siguieron a la promulgación de esa ley se observa una reiterada incorporación de esta finalidad como meta de gestión gubernamental. El primero de esos diagnósticos se encuentra en las conclusiones del informe presentado por la Comisión Presidencial del Proyecto Educativo Nacional, en el cual se señala que los resultados de la acción educativa venezolana no han contribuido a desarrollar la personalidad ni a mejorar la capacidad del estudiante para la búsqueda del conocimiento, el ejercicio del pensamiento reflexivo, la actitud crítica, la conciencia ética, y que la rutina escolar “...priva al alumno del tiempo necesario para consultar textos, para pensar, discutir, observar, criticar, crear, experimentar y contemplar” (Uslar, 1986: 14).

Por su parte, en los planes de desarrollo nacional posteriores a 1980, se hicieron observaciones al desarrollo educativo que evidencian el incumplimiento de las expectativas de la sociedad y por ende del Estado venezolano. Así, se tiene que en el VI Plan de la Nación (1981), dentro de la nueva concepción de desarrollo propuesta en el Plan de Desarrollo Global de la Nación, se estableció como prioridad el estudio de las materias vinculadas con la nacionalidad y la enseñanza de la Historia y de la Geografía de Venezuela, como áreas prioritarias de atención para el desarrollo cualitativo de la educación.

Posteriormente, en el VII Plan de la Nación 1984-1988, se establece que su objetivo fundamental en materia educativa, consiste en consolidar las bases para la formación de un ciudadano creativo, crítico e integral, en el marco de una democracia más participativa, por lo que se reforzarán aquellos conocimientos que vinculen al estudiante con su contexto social, tales como historia, folklore, en tanto la realidad reclamaba la formación de un ciudadano crítico, observador, reflexivo, dotado de sensibilidad humana y con formación conservacionista de los valores históricos y culturales, que permitieran desarrollar la responsabilidad personal y la identidad nacional.

En el Plan de Acción del Ministerio de Educación (1995), el docente es considerado la clave de la transformación pedagógica sugerida y en los Aportes para el Debate sobre la Constituyente Educativa, se resalta, entre los graves problemas que afectan a la educación: “Métodos, procedimientos y modelos educativos, pedagógicos y didácticos atrasados, … ”. (MECD, 1999: 13). También en los Aspectos Propositivos del Proyecto Educativo Nacional se plantea que lograr este objetivo (formación de un hombre crítico), requiere “...la transformación de las prácticas pedagógicas (a las que califican de anquilosadas) y el logro de la pertinencia de los aprendizajes”. (MECD, 2001: 22).

Con base en estas realidades, en 1997 se reforma el nivel de Educación Básica mediante un Currículo Básico Nacional, CBN, para transformar los valores inmersos en las prácticas pedagógicas, actualizando las estrategias que sustentan el proceso de enseñanza- aprendizaje, formando integralmente al educando a través de las etapas de integración (primera), de interrelación (segunda) y de independencia (tercera), donde se establecen cuatro ejes transversales: lenguaje, valores, trabajo y desarrollo del pensamiento, éste último porque “Es importante tener estudiantes que sean creativos, atentos, reconozcan discrepancias y averigüen causas sobre los fenómenos, erradicando las actitudes pasivas de aceptación sin crítica, donde el docente plantea problemas con soluciones inmediatas” (ME, 1997:s/n).

Estas características personales del estudiante de Educación Básica son reforzadas en 1998, en la Propuesta Curricular que se presenta como documento base para la consulta nacional a los docentes, y en 1999, cuando se plantea en el Proyecto Educativo Nacional que es fundamental la relación entre los componentes curriculares, uno de ellos, el alumno, a fin de facilitar y mediar los procesos que propicien la reflexión, el análisis, la creatividad, comprensión, entre otros. Para ello, se deben desarrollar sus verdaderas habilidades y aptitudes, para lograr que adopte una postura crítica ante situaciones relacionadas con la realidad social. Se pretende con ese proyecto: “...profundizar hacia el desarrollo del pensamiento crítico, creativo, analítico, desarrollo de prácticas investigativas, auto- reflexivas del propio aprendizaje...” (MECD, 1999: 53), lo que implica obviamente un cambio en “...la práctica pedagógica repetitiva...” (MECD, 1999: 23) del docente, que se señala también en el prenombrado proyecto.

Este desarrollo del pensamiento del alumno es recogido además en los Aspectos Propositivos del Proyecto Educativo Nacional (2001) y en el Proyecto de Ley Orgánica de Educación (2001), al establecer, en el artículo 5 de este último, como finalidad de la educación contribuir al desarrollo de las capacidades de análisis y reflexiones críticas.

En todos estos documentos se puntualiza la importancia que el Estado venezolano asigna a la formación de un hombre crítico y el papel que debe jugar el docente para propiciar dicho logro. Tanto es así que en reconocimiento a este papel, el Gobierno venezolano, en la cláusula 31 de la IV Convención Colectiva de Trabajo de los Trabajadores de la Educación 2004-2006, conviene en revisar y actualizar los currícula en los distintos niveles y modalidades del Sistema Educativo, a los fines de posibilitar la formación de ese hombre crítico. Por otra parte, uno de los principios en los que se sustenta el proyecto de Ley de Educación Superior (2003), es precisamente el pensamiento crítico y creativo, considerados consustanciales a ese nivel educativo.

Cuando el docente piensa críticamente, actúa de manera reflexiva y toma, consciente y seriamente, esa finalidad educativa como objetivo de su labor, por ello, a través del proceso instruccional que planifica puede transformar cada dimensión de la vida escolar: cómo se formulan y promulgan las reglas y normativas en el aula, cómo se relaciona con sus estudiantes y los anima a relacionarse unos con otros, cómo cultiva sus hábitos de lectura, de escritura, su hablar y su escuchar o prestación de atención; su modelaje ante ellos, dentro y fuera del aula; en fin, pensar críticamente puede transformar cada una de las cosas que se tienen que hacer como docentes y, sobre todo, el cómo se hace.

Las precisiones anteriores destacan la necesidad de contar con profesores que hagan pensar a los estudiantes en su disciplina, que les den libertad para cometer errores, para tratar nuevos asuntos, enfoques o explicaciones de un fenómeno porque sólo teniendo libertad para reestructurar ideas y para analizar experiencias alternativas, aprenden los estudiantes a explorar los diversos contextos y a determinar por ellos mismos el significado de las informaciones nuevas. Sin embargo, ¿es esto lo que ocurre en nuestras aulas? ¿Está el docente con sus actividades instruccionales diarias, enseñando a sus estudiantes a pensar de manera crítica y, por ende, contribuyendo a formar los recursos humanos que el país necesita para alcanzar un desarrollo autónomo e independiente? Es importante dar respuesta a estas interrogantes porque, a pesar de que se habla de la necesidad de que los estudiantes posean un pensamiento crítico, la enseñanza de ese pensamiento a menudo fracasa, no porque la meta sea inalcanzable sino porque la instrucción es inadecuada. Una investigación realizada por Páez (2002), en cuatro asignaturas pertenecientes al área curricular Estudios Sociales, durante cuatro años escolares en dos instituciones educativas que ofrecen estudios en el nivel de Educación Básica, evidenció que no se está aplicando un proceso instruccional orientado hacia el logro del fin de la educación relacionado con la formación de un hombre crítico. En este orden de ideas, el presente trabajo está orientado a proponer una alternativa de planeamiento instruccional que responda a la siguiente interrogante: ¿cómo puede el proceso instruccional contribuir a desarrollar el pensamiento crítico del estudiante de tercera etapa del nivel de Educación Básica?

El pensamiento crítico

Uno de los supuestos para la enseñanza de habilidades del pensamiento, es que el desarrollo de la mente requiere de una ejercitación apropiada, sistemática, que permita prestar atención específica a la manera como se procesa la información y, con ello, aplicar y transferir los procesos en forma natural y espontánea a diferentes situaciones de la vida cotidiana y del ambiente escolar. Una vez en este nivel de desarrollo, el educando logra incorporarla a su manera de pensar y sus acciones se hacen consistentes con el aprendizaje logrado, no importa el tiempo transcurrido sin ponerlo en práctica.

Ahora bien, ¿Cómo puede enseñarse a pensar?, o, mejor aún, ¿Puede enseñarse a pensar? ¿Por qué enseñar a pensar? Todo ser humano piensa, pero no todos lo hacen con la misma coherencia, criticidad, profundidad, creatividad, como resultado de haber estudiado una asignatura; es por ello que debe prestarse atención específica a ese objetivo si se quiere desarrollar habilidades de pensamiento en el estudiante. Entonces, ¿qué caracteriza a un estudiante que piensa y piensa bien?

Uno de los autores que enfatiza en la necesidad de reflexionar sobre el proceso de pensamiento, es Dewey (1933). Él señalaba que nadie puede decirle a otra persona cómo debe pensar, pero sí puede decirle que hay unas maneras de pensar mejores que otras. Una de ellas es pensar de manera reflexiva, es decir, dándole vueltas al proceso mentalmente, considerándolo seria y consecutivamente hasta llegar a una conclusión sobre el mismo.

El pensamiento reflexivo involucra, por un lado, una duda, perplejidad, dificultad mental que origina el pensamiento y, por el otro, la búsqueda, la cacería, la indagación hasta encontrar un material que resuelva la duda y disipe la perplejidad. Donde no hay un problema o dificultad que resolver, el pensamiento fluye al azar, donde lo hay, su solución dirige el pensamiento y controla el proceso de pensar, considerando la experiencia y el conocimiento que se tenga sobre el tema, siempre que la persona tenga apertura mental, sea apasionada y entusiasta por las cosas que le interesan y demuestre responsabilidad para asumir las consecuencias de sus actuaciones.

Esta posición del autor indica que, para criticar, se debe primero reflexionar sobre el tema a enjuiciar. Es por eso que el docente debe conocer lo más posible las experiencias previas del estudiante, de sus expectativas, deseos, intereses, para poder determinar qué fuerzas debe usar en la formación de sus hábitos reflexivos como base de su pensamiento crítico.

Una de esas fuerzas o motores es la curiosidad, la cual, en términos rudimentarios, lo llevará a formularse preguntas a sí mismo o a otra persona hasta encontrar respuestas. El problema crucial para el educador es usar esa curiosidad para fines intelectuales a través de su conducción hacia objetivos didácticos, proporcionando los materiales y las condiciones para que esa curiosidad se dirija a investigaciones que le permitan incrementar su conocimiento y por medio de las cuales su inquisitividad se convierta en habilidad para encontrar las cosas que otros conocen, para formularse preguntas acerca de lo que lee en los libros y también para preguntar a otras personas.

Según el ya citado Dewey, a medida que el individuo satisface su curiosidad, va almacenando experiencias que, cuando se vea confrontado con casos similares, va a utilizar planteando sugerencias o posibilidades de ocurrencia o de causalidad para un determinado evento. A su vez, estas sugerencias, si están debidamente fundamentadas y si se llega a ellas de manera metódica, pueden conducir a resolver dificultades. Así, el problema del método para formar hábitos y pensar reflexivamente, es un problema de establecer las condiciones que hagan surgir y guíen la curiosidad del estudiante, de establecer las conexiones con su experiencia previa que promoverán las sugerencias, crear problemas que favorezcan la contigüidad en la sucesión de ideas sobre el particular.

No hay que olvidar que “Cada cosa que el docente hace, así como la manera en que lo hace, incita al niño a responder de una u otra manera, y cada respuesta tiende a formar en él, de una u otra forma, actitudes.” (Dewey, 1933:59). De allí la necesidad de que el docente esté pendiente de la conducta de sus estudiantes, de sus intereses, necesidades, porque ellos tratarán de satisfacerlos y no de satisfacer los requerimientos de la tarea. Estas actitudes del alumno hacia el estudio, son un elemento descriptor de su pensamiento crítico. Para Nickerson (1987), lo que caracteriza a un estudiante con pensamiento reflexivo es su conocimiento, habilidades, actitudes y maneras habituales de comportarse, reflejados en las siguientes conductas:

1.   Usa evidencias con destreza e imparcialidad (el término destreza, según Lampe (1989:23), se ha tomado de la psicología y se define como “...un tipo específico de comportamiento, más o menos complejo, que requiere períodos de adiestramiento y práctica deliberados para su adquisición”.

2.   Organiza sus pensamientos y los articula de manera concisa y coherente.

3.   Distingue entre inferencias lógicamente válidas e inválidas.

4.   Deja de enjuiciar cuando no tiene suficiente evidencia para fundamentar una decisión.

5.   Comprende la diferencia entre racionalizar y razonar.

6.   Intenta anticipar las probables consecuencias de acciones alternativas, antes de escoger entre ellas.

7.   Comprende la noción de grados de creencia.

8.   Tiene sentido del valor y costo de la información.

9.   Sabe cómo buscar la información y lo hace cuando la necesita.

10.   Ve semejanzas y analogías que no son evidentes.

11.   Puede aprender independientemente tanto lo menos como lo más importante.

12.   Tiene un inagotable interés por aprender.

13.   Aplica las técnicas de solución de problemas adecuadamente en áreas diferentes a las que ha aprendido.

14.   Puede estructurar problemas informalmente representados de la manera como lo haría utilizando las técnicas formales para resolverlos.

15.   Escucha cuidadosamente las ideas de los demás.

16.   Comprende la diferencia entre ganar una argumentación y estar en lo correcto.

17.   Reconoce que la mayoría de los problemas reales tienen más de una posible solución y que aquellas soluciones pueden diferir en muchos aspectos y que puede ser difícil compararlos en términos de un criterio de valor único.

18.   Busca enfoques inusuales a problemas complejos.

19.   Puede despojar de irrelevancias una argumentación verbal y expresarla en términos de sus componentes esenciales.

20.   Comprende la diferencia entre conclusiones, asunciones e hipótesis.

21.   Habitualmente cuestiona sus propias ideas e intenta comprender tanto las asunciones que son críticas para esos puntos de vista, como las implicaciones de ellas.

22.   Es sensible a la diferencia entre la validez de una creencia y la intensidad con que es sostenida.

23.   Puede representar puntos de vista diferentes sin distorsionar, exagerar o ridiculizar.

24.   Está consciente de que la comprensión que uno puede tener sobre un tema es siempre limitada, situación a menudo mucho más frecuente de lo que aparenta ser, a pesar de adoptar una actitud no inquisitiva; y por último,

25.   Reconoce la falibilidad de las propias opiniones, la probabilidad de parcializarse en esas opiniones y el peligro de sopesar evidencias diferencialmente de acuerdo con las preferencias personales.

Todas estas características apuntan a que hay una considerable diferencia entre el pensamiento crítico, reflexivo y el tipo de pensamiento que la mayoría habitualmente pone en práctica. Por su parte, Ennis (1985:45), quien viene trabajando sobre este tema desde la década de los sesenta, sustenta que el pensamiento crítico es “...el pensamiento reflexivo y razonable que está dirigido a decidir en qué creer o qué hacer”. Esta definición involucra actividades creativas como formular hipótesis, preguntas, plantear alternativas, hacer planes, pero involucra, además, actividades prácticas.

Para Ennis, el pensamiento crítico se descompone en predisposiciones y habilidades del individuo, que se integran cuando él decide en qué creer o qué hacer. La lista de predisposiciones incluye actitudes como: ser de mente abierta, prestar atención como un todo a la situación planteada, buscar las razones de algo, tratar de estar siempre bien informado, predisposiciones éstas que no necesitan de mayor explicación y que obviamente son deseables que las posea un individuo, sobre todo, si es estudiante. Las habilidades las divide en cuatro grupos, según se encuentren relacionadas con la claridad, la inferencia, el establecimiento de una base sólida para hacer inferencias, y la toma de decisiones, de manera ordenada y útil (se le conoce comúnmente como solución de problemas).

Cuando estas habilidades se combinan con las predisposiciones, se potencia el proceso de decidir qué hacer o qué creer. Cuando se piensa sobre algo, dice el autor, se tiene una base previa (información o conclusiones), de ello se infiere una conclusión que es la decisión acerca de una creencia o de una acción a tomar (puede ser que la decisión sea no emitir juicios).

Para solucionar un problema, se debe estar claro acerca de lo que acontece y todo ese proceso se da en interacción con los demás, sean éstos compañeros de clase, amigos, familiares. De estos dos aspectos o caras del pensamiento crítico, el que más se ha trabajado es el de las habilidades, porque se pueden observar con mayor facilidad.

Las predisposiciones, a su vez, incluyen conductas como las siguientes: buscar una afirmación que claramente establezca la posición asumida o cuestión tratada, buscar las razones de algo, tratar de estar bien informado, usar fuentes fidedignas y mencionarlas, tomar en cuenta la situación total, tratar de estar en sintonía con la idea central del tema, mantener en mente la idea o problema original, buscar alternativas, tener apertura mental, lo cual requiere considerar con seriedad los puntos de vista de los demás más que el de sí mismo, razonar tomando en cuenta las premisas  con las que no se está de acuerdo sin dejar que ese desacuerdo interfiera en el razonamiento, no emitir juicio si no se tienen evidencias y razones suficientes para hacerlo; asumir una posición  o cambiarla cuando las evidencias son suficientes para adoptarla o cambiarla, buscar tanta precisión como lo permita el tema, manejar las partes de un todo complejo de manera ordenada, ser sensible a los sentimientos, nivel de conocimientos y grado de sofisticación de las intervenciones de los demás.

Como puede notarse, para este autor, desarrollar el pensamiento crítico en el aula o ambiente de aprendizaje, requiere de una acción sostenida y sustentada de parte del docente, de manera permanente, utilizando estrategias de enseñanza y de aprendizaje flexibles, interactivas, variadas.

Para Lipman (1992), el pensamiento crítico se fundamenta en criterios, está dirigido a juzgar, es auto correctivo y sensible al contexto. Traza los orígenes del trabajo sobre pensamiento crítico hasta Dewey, y señala que la definición de Ennis (1985) sobre pensamiento crítico como el pensamiento razonable, racional, que ayuda a decidir qué hacer o en qué creer, sigue siendo la más popular y aceptada entre los educadores norteamericanos.

Del análisis de las aseveraciones de los autores mencionados se desprende una línea común en la definición del pensamiento crítico, cual es la necesidad de que haya enjuiciamiento. Enjuiciar es someter una cuestión a examen, discusión y a juicio (Diccionario Quillet, 1969). A su vez, examen es la indagación rigurosa que se hace acerca de las cualidades y circunstancias de una cosa o de un hecho; discutir es examinar atentamente una materia, alegar razones, y juicio, es la operación del entendimiento que consiste en comparar dos ideas para conocer y determinar sus relaciones. Estando todas estas operaciones de por medio, es deducible que el pensamiento crítico, entonces, requiere resolver problemas, tomar decisiones, aprender nuevos conceptos, pero, a la vez, incluye mucho más que eso.

Lipman, ya citado, define el pensamiento crítico como aquél que facilita el enjuiciamiento, porque se apoya en tres pilares objetivos:

1)   Criterios. Regla o principio que se utiliza para emitir juicios. Los criterios son razones valederas, al menos para la comunidad de expertos en el área de que se trate el asunto. Ellas le dan objetividad a los juicios emitidos. Las razones a su vez, deben estar sustentadas en la validez, consistencia de las evidencias presentadas.

2)   La auto corrección. Habituados a pensar sustentados en razones, podemos darnos cuenta de cuando estamos en un error o cuando nuestra opinión o posición es impertinente. Una de las ventajas de convertir el aula en una comunidad indagadora e inquisidora, es que sus miembros empiezan a darse cuenta y a corregir los métodos y procedimientos usados por los compañeros así como los propios, por ello son capaces de auto corregirse.

3)   La contextualidad. Cuando se piensa de manera crítica se reconoce lo siguiente:

Las circunstancias excepcionales o irregulares en las que se da una situación particular.

•    Las limitaciones espaciales, contingencias o restricciones

•    Las configuraciones totales

•    La posibilidad de que la evidencia sea atípica, como, por ejemplo, considerar que se pueda ganar un torneo deportivo porque se haya ganado el primer juego.

•    La posibilidad de que algún significado no pueda ser trasladado de un contexto a otro. Las razones que motivaron la solicitud que le hiciera el Congreso de Angostura al Libertador Simón Bolívar de ser dictador de la República, no justificarían tal régimen político en otros momentos históricos, así como la tragedia de Vargas, ocurrida a finales del siglo pasado en el país, no justificaría la decisión de no propiciar la formación de ciudades en los valles geográficos.

Entre los criterios que se pueden usar en el aula para sustentar una posición o emitir juicios, están los estándares, leyes, reglas, normas, cánones, ordenanzas, preceptos, límites de conducta, condiciones de funcionamiento de algo, parámetros, principios, convenciones, ideales, fines, objetivos, intuiciones, pruebas, evidencias de hechos, observaciones, métodos, procedimientos, políticas. En todo caso, los criterios están entre los instrumentos más valiosos para la conducta racional. Enseñar a los estudiantes a reconocerlos y usarlos, es un aspecto esencial de la enseñanza del pensamiento crítico.

La característica de contextualidad señalada por el citado Lipman hace que Estudios Sociales, sea un área curricular pertinente para desarrollar el pensamiento crítico del estudiante a través del uso de estrategias de enseñanza y de aprendizaje adecuadas. Utilizarlas conducirá a los estudiantes a tener buen juicio sobre lo estudiado: a hacer una buena interpretación de un texto escrito, a redactar una composición coherente, a comprender lo que escuchan en la clase, a proporcionar sólidos argumentos al asumir una posición, a detectar las posiciones asumidas, sugeridas o implícitas por un autor. Este buen juicio deberá estar basado en destrezas de razonamiento que le permitan hacer inferencias, así como indagar, formarse sus propios conceptos y transferir aprendizajes.

Según Scriven y Paul (2001), el pensamiento crítico es el proceso intelectual y disciplinado de conceptualizar, aplicar, analizar, sintetizar y/o evaluar, activa y hábilmente, información obtenida o generada a través de la observación, la experiencia, la reflexión, el razonamiento o la comunicación como una guía para actuar y creer. Cuando pensamos de manera crítica, de acuerdo con Paul (1987), generamos y moldeamos las ideas y las experiencias, de manera que puedan ser usadas para estructurar y resolver problemas, fundamentar decisiones y para comunicárselas  a los demás.

¿Cómo enseñar el pensamiento crítico a través del currículo de Estudios Sociales?

La respuesta a esta pregunta nos lleva a acompañar a Beyer (1990), en su recomendación de incorporar al currículo los procedimientos filosóficos siguientes:

1.- Razonamiento. Razonar es el rasgo más distintivo de la filosofía, es la inferencia sistemática de información de acuerdo con las reglas de la lógica para demostrar la validez de una afirmación; es el proceso por el cual se sacan conclusiones de las observaciones o de las creencias o hipótesis formuladas. El razonamiento lleva de una evidencia tal vez fragmentada a una conclusión. Usualmente, consiste en la presentación de argumentos o secuencia de afirmaciones para demostrar la veracidad de alguna aseveración. La habilidad para reconocer, analizar, juzgar, y formular argumentos válidos a través del razonamiento y las reglas de la lógica, son nucleares para el pensamiento crítico.

2.- Juicio crítico. Es la disposición y habilidad que tiene el filósofo para escudriñar y evaluar el pensamiento, tanto el propio como el de los demás, para determinar la veracidad, la confiabilidad y el valor de algo y para construir argumentos lógicos que justifiquen reclamos o aseveraciones. Es llamado juicio crítico porque se basa en criterios, los cuales le otorgarán su carácter positivo o negativo. Para enjuiciar se deben adquirir destrezas en:

a)   Determinación de la credibilidad de una fuente

b)   Distinción entre lo relevante y lo irrelevante

c)   Distinción entre hechos y juicios de valor

d)   Identificación y evaluación de asunciones subyacentes o tácitas.

e)   Identificación de parcialidades.

f)   Identificación de puntos de vista

g)   Evaluación de evidencias presentadas para sustentar una posición.

Para los filósofos, ser capaz de pensar significa ser capaz de realizar éstas y otras operaciones de pensamiento en la búsqueda de la verdad.

3.- Criterios. La filosofía, a diferencia de otras disciplinas, proporciona criterios para juzgar la calidad del pensamiento. El criterio general en el pensamiento crítico es el conocimiento.

4.- Punto de vista. Es la posición desde la cual se mira el pensamiento y es producto de la experiencia acumulada de cada cual. La total comprensión de una explicación o descripción, requiere de la comprensión del punto de vista que la origina. Detectar puntos de vista y considerarlos, es un aspecto importante del pensamiento filosófico.

5.- Diálogo. Éste es uno de los mejores métodos para ejercitar el pensamiento crítico. Para Paul (1987), diálogo es el intercambio entre dos o más individuos o puntos de vista sobre un tópico dado para cualificar su veracidad. Para ese intercambio, hay que dar y analizar evidencias, razonar lógicamente, identificar asunciones, mirar las consecuencias. Este diálogo puede hacerse en grupos o individualmente. La pregunta es una técnica ideal para estimular este diálogo, pero preguntas del tipo evaluativo (Flanders y Amidon, 1971; Sánchez, 1996) o socrático (Beyer, 1990), porque llevan al estudiante a buscar la verdad.

6.- Predisposición. Pensar requiere, además, de una predisposición mental para llegar al fondo de las cosas, para no ser conforme con las respuestas recibidas, para buscar más información de la que le dan, para cambiar de posición cuando las evidencias así lo exigen, para buscar fuentes de información primarias, entre otros.

Los educadores deben tratar de desarrollar estos procedimientos en la enseñanza de sus asignaturas y, según cuáles sean los objetivos de la lección, el razonamiento, ya inductivo, deductivo, analógico, debe ser incluido como fundamento metodológico, aun para sólo recordar conocimientos. También deben ser incluidos el juicio crítico y el uso de criterios. Al hacerlo, los educadores estarían utilizando lo que Ennis (1989), llama enfoque de inmersión, es decir, aquella instrucción en la que los estudiantes son estimulados a pensar críticamente en la asignatura, aunque no se le hagan explícitas las habilidades y predisposiciones de este tipo de pensamiento ya descritos en el aparte correspondiente.

Wilkinson y Dubrow (1991), opinan que sólo cuando los estudiantes dejan de asentir con las opiniones de los demás, empiezan a identificar y a evaluar problemas, a elaborar interpretaciones de los hechos razonadas y defendibles y pueden llegar a conclusiones y probarlas sin ayuda.

En el método de la discusión grupal, se pueden promover estas conductas mediante los diálogos abiertos, preguntando y respondiendo para animarlos, estimularlos y, de ser necesario, desafiarlos para que articulen sus ideas y las evalúen. El aula debe convertirse en un escenario para aprender a distinguir entre lo relevante y lo impertinente, entre lo lógico y lo ilógico, entre las soluciones factibles y las intrascendentes. Para hacerlo, es necesario desterrar algunos fantasmas que impiden el crecimiento intelectual y desarrollo de habilidades para pensar. Uno de ellos es la incertidumbre que tiene el alumno producto de su desconocimiento de algunos temas, aun cuando los haya estudiado con anterioridad en el mismo curso o en años anteriores, porque siempre le proporcionaron respuestas y nunca preguntas.

Ante esta situación, el estudiante prefiere aferrarse a un autor y no fabricar sus propias ideas o conclusiones. Por otra parte, está acostumbrado a la respuesta correcta y no a las respuestas posibles. Los exámenes planteados por los profesores, las guías, manuales, problemarios de autores así lo ejercitan. Es prudente señalar que esta posibilidad de respuesta única es cierta en muchos temas y áreas del conocimiento. El problema es que se ha generalizado a todo el currículum y, de hecho, en todas las áreas curriculares la múltiple respuesta es posible, propiciarla es propiciar el pensamiento independiente.

En este orden de ideas, el profesor de Estudios Sociales puede plantear alternativas de acción para crear un espacio abierto para la opinión de los estudiantes, enfatizando lo positivo y teniendo mucho tacto al corregir debilidades en la participación. También puede asignar tareas que requieran el enjuiciamiento del contenido, cuidando que dicha tarea se adapte tanto a las habilidades de los estudiantes como al contenido en sí. En todo caso, el docente debe velar porque no se sobresimplifique la tarea y que siempre contenga exigencias que requieran la descripción, el análisis y la evaluación del contenido, que será lo requerido en la discusión y que son actividades típicas en el aula que investiga.

Estas tres actividades ayudan a que el estudiante aprenda a identificar patrones, la cual es una habilidad difícil de lograr, donde lo importante es que el alumno capte que las cosas suceden por una o varias razones y nunca por casualidad. En lo referente a la evaluación del contenido, hay que estimular al estudiante a que confronte su interpretación con las evidencias de que dispone, porque la emisión de un juicio no es un hecho arbitrario, sino que debe ser demostrado y el análisis de esas evidencias es lo que permitirá enjuiciar.

La técnica del debate es bien pertinente para chequear estas actividades de evaluación. Para obtener buenos frutos, se requiere un profesor que domine el contenido para que pueda mantener el curso de la discusión aún cuando surjan planteamientos inesperados. El debate es una actividad que se realiza esporádicamente en las aulas de tercera etapa del nivel de Educación Básica, pero sólo con esta denominación no con lo que él en realidad connota.

Si los estudiantes se acostumbran a estas actividades, podrán pensar de manera independiente y serán capaces de pensar en voz alta acerca de lo que el profesor dice o plantea en la clase, acerca de lo que lee en el texto y con lo que no está de acuerdo, observará y escuchará a sus compañeros tanto como a su profesor, porque tomará en cuenta sus opiniones para que tomen en cuenta las de él o ella, en oportunidades, explorará aspectos no tocados en clase, expresará su opinión acerca de las tareas o actividades encomendadas. Todos estos signos, son evidencias del pensamiento independiente, fundamentado, razonado, crítico, reflexivo que se aspira del estudiante del nivel de Educación Básica en Venezuela.

¿Cómo puede desarrollarse el pensamiento crítico del estudiante en el área curricular Estudios Sociales de Tercera Etapa de Educación Básica?

Sócrates (2001), estableció la importancia de buscar evidencias, de analizar conceptos básicos, de buscar las implicaciones de lo que se dice y de lo que se hace a través de preguntas. Esta manera de preguntar es conocida en didáctica como la Pregunta Socrática y constituye quizás la mejor estrategia para enseñar a pensar críticamente. Richetti y Sheerín (1999:58), señalan que, subyacente en la teoría constructivista de la enseñanza y el aprendizaje, (tan en boga actualmente en nuestro país y preconizada en el Currículo Básico Nacional (1997) y en el Proyecto Educativo Nacional (1999) y en sus Aspectos Propositivos (2001), está el reconocimiento del valor del estudiante como ser pensante. Afirman estos autores que: “Si no se creyera en su capacidad para pensar, no habría constructivismo”. Para ellos, el fin del constructivismo es ayudar a los estudiantes “...a convertirse en educandos y pensadores autónomos, a explorar preguntas importantes, a construir e integrar comprensiones del conocimiento más profundas” (Richetti y Sheerín, 1999:60), y es así, porque como lo destaca Nieto (1997), el conocer y el pensar son dos términos que pertenecen al mundo cognitivo y como tales son usados por el hombre para resolver los problemas que se le plantean en su contexto personal y social.

Por su parte, Krynock y Robb (1999), destacan que cuando los estudiantes indagan y se formulan más preguntas, aprenden a buscar relaciones entre piezas de información y a desear conocer y saber más, tal como ha sucedido en sus clases de Ciencias y de Lenguaje. Es así como la habilidad para pensar, para indagar durante toda la vida e integrar el nuevo conocimiento, está basada en la habilidad para preguntar y considerar preguntas importantes.

En verdad, ¿Cómo más podríamos adquirir, analizar, integrar nueva información a la ya poseída, si no nos hacemos preguntas que nos fuercen a hacer tales cosas? “La gente no es un mero receptor de información. La gente adquiere, organiza y analiza información y luego llega a conclusiones que tienen sentido para ella” (Richetti y Sheerín, 1999:61). Por su parte, Goodrich (2000) acota que elaborar un argumento, dar razones para sustentarlo o para seguir creyendo en él a pesar de las evidencias, dar razones en pro y en contra del argumento, así como considerar el otro lado del mismo, es evidencia de poseer una destreza sofisticada de pensamiento.

De todo lo anterior se deriva el valor de la pregunta para desarrollar el pensamiento crítico por lo que debe ser la base para elaborar la planificación instruccional, incluyendo objetivos y estrategias metodológicas que lleven al estudiante a pensar, reflexionar, indagar, disentir, analizar y evaluar sus respuestas. Un proceso instruccional como el que se sugiere puede verse representado en la siguiente ilustración.

La asignatura Historia de Venezuela en séptimo grado está dirigida a afianzar el espíritu de investigación y análisis mediante el uso de técnicas y dinámicas grupales que permitirán al educando la comprensión de nuestro proceso histórico y su relación con los del continente y el mundo. Para ello se prevé en el programa analítico correspondiente, el estudio de la conformación de las provincias en el territorio venezolano y su organización política: Cabildos y Gobernaciones. Responsabilidad personal y social de la representación pública. Además se pretende que el estudiante valore la importancia de los organismos de dirección públicos.

Si se quiere poner en práctica un proceso instruccional que permita al estudiante desarrollar habilidades y destrezas de pensamiento crítico como las señaladas por los autores supramencionados, se propone el uso de estrategias metodológicas como las siguientes:

Realización de un trabajo de investigación social, en equipos (3-5 miembros), integrados por alumnos que vivan en un mismo municipio. Cada equipo selecciona un concejal del municipio donde vive y realiza una entrevista con el objeto de recaudar información acerca de estos aspectos:

a)   Integración del Concejo Municipal.

b)   Funciones que debe cumplir el Concejo Municipal.

c)   Relaciones entre el Concejo Municipal y el municipio.

Adicionalmente, como producto de la entrevista realizada al Concejal seleccionado, cada equipo debe ofrecer información específica acerca de:

1)   Acciones o actividades cumplidas efectivamente por el concejal para responder a sus electores.

2)   Factores que ayudan al cumplimiento de sus funciones u obstáculos que entorpecen el cumplimiento de las mismas.

3)   ¿Cómo afecta a la comunidad en la que vive el alumno y a la de la escuela, la acción realizada y la no realizada por el concejal?

4)   ¿Qué podría hacerse para que los concejales cumplan efectivamente sus funciones?

5)   Si los miembros del equipo integraran el Cabildo, ¿qué acciones pondrían en práctica para dar respuesta a las necesidades de su comunidad?

Esta actividad puede ser también cumplida tomando como base la Gobernación y la entrevista se realizaría a los miembros del Consejo Legislativo.

En la sesión asignada para entregar el trabajo, el profesor introduce la lección requiriendo luego a cada equipo que presente sus  experiencias para propiciar la interacción y el intercambio de ideas y propuestas, lo que permitiría, en conjunto, establecer las funciones de un cabildo o de una gobernación. También podría intervenir el profesor y proporcionar información acerca del procedimiento seguido por la corona española para organizar políticamente lo que es actualmente el territorio venezolano, en lo concerniente a gobernaciones y cabildos.

La información recopilada por los estudiantes servirá como organizador avanzado para el estudio del proceso de organización política del territorio venezolano al establecer los alumnos comparaciones entre las funciones que cumplía cada organismo en la época colonial y las que cumple en la actualidad.

La evaluación de este objetivo estaría centrada en dos vertientes. La primera, relativa al trabajo de campo, valoraría aspectos como: presentación y organización, claridad, concreción, coherencia en los planteamientos, profundidad del análisis, calidad de las preguntas formuladas en la entrevista. La segunda vertiente estaría relacionada con el estudiante, y en ella se consideraría: Creatividad en las soluciones propuestas, procesos de pensamiento demostrados: uso de la inducción, de la deducción, deducción de conclusiones hipotéticas; enjuiciamiento de la información, tipo de preguntas formuladas, planteamiento o análisis de dilemas o situaciones conflictivas, sustentación de los juicios emitidos, participación razonada en las discusiones grupales.

Esta actividad, realizada siguiendo las recomendaciones anteriores, con seguridad permitirá establecer vínculos con otras asignaturas del área curricular, facilitará la transferencia de aprendizajes y evitará la parcelación del conocimiento. Además, propiciará la formación en el alumno de una idea clara de lo que son los organismos públicos y de la responsabilidad que tienen ante las comunidades, creándose en ellos la noción de deberes y derechos. Consecuencialmente, se espera que esta actividad pueda formar en los estudiantes una libertad de conciencia para pensar y elegir reflexivamente y bien a sus representantes en la escuela, en la comunidad, región y nación, enjuiciando críticamente las propuestas presentadas y decidiendo, sustentadamente, apoyado o apoyada en criterios, qué hacer o en qué creer. ¿No es ésta acaso la actitud que se espera de un ciudadano que posee un pensamiento crítico?.

Evelyn Haydée Páez y Willdea Arreaza Vizcaya

 

¿Cómo podemos amar a Dios si no lo vemos ?

San Buenaventura enseña que el hombre es imagen de Dios y que las demás criaturas son «vestigios» de Dios. Así, la contemplación de las criaturas nos eleva a Dios

San Pablo, por Bonnaire (Lyon)

 

 

 

 

San Pablo pregunta en una de sus epístolas: “Si no amáis al próximo que veis, ¿cómo amaréis a Dios que no veis?” Es decir, si no amamos al próximo, del cual tenemos un conocimiento directo, intuitivo, a través de los sentidos y de la inteligencia, ¿cómo amaremos a Dios, del cual en la tierra sólo tenemos un conocimiento especulativo?

Dios dispuso, pues, los medios para que el primer mandamiento – el de amar a Dios sobre todas las cosas – sea comprendido y para eso debemos servirnos de todos los modos para conocerlo, teniendo como único criterio válido de juicio el Magisterio infalible de la Iglesia.

San Buenaventura, discípulos de San Francisco de Asís, dice que el hombre es imagen de Dios y que las demás criaturas son «vestigios» de Dios: una pisada en la arena nos permite saber si pasó por ahí un hombre o un caballo.

 

La contemplación de las criaturas nos eleva a Dios

 

 

 

 

Si analizamos el panorama marítimo que presentamos, encontramos tres elementos:

1 – El panorama

Contenidos

El panorama se acompaña de dos elementos “puros”: el mar y los montes; y uno que, a falta de mejor expresión, podríamos llamar “mixto, el punto donde la tierra toca en el mar.

2 – El mar

Es una masa líquida enorme, de color azul verdoso, que viene de lejos. Está en un movimiento continuo colosal, pujante, que avanza, que tiene algo de avasallador.

Sin embargo, es un avance fascinante, que no sólo no provoca deseos de huir, sino que da ganas de entrar. La persona tiene la ilusión de que estando sumergida en ese azul verde tendrá una delicia al sentir la frescura, lo salado de las aguas, el olor que de esa agua se desprende; en dejarse llevar, o en contrariar al mar, entrando en una especie de lucha con él.

3 – Los montes y la oposición entre ambos elementos

Son montes cercenados por la intemperie, por la brisa del mar. Pero la montaña, cortada, mutilada, se siente medio afrentada, y trata de mirar con superioridad, como diciéndole al mar: “Yo te detengo. Tú me hieres, pero tú mueres. Mi poder es fijo, estable. Yo soy la realidad palpable, tú eres la fantasía. Es mi orgullo de masa bruta”.

Y el mar responde: “Sustancia ciega, estúpida y parada. Yo continuará injuriándote, corroyéndote, lamiéndote y despreciándote. Si tu pones mala cara, yo te responde resplandeciendo y pasando.”

4 – El elemento intermediario.

Es la playa. No tiene los orgullos ni las pretensiones de la montaña, es casi tan graciosa como el mar. Se diría que es un poco de fondo de mar que duerme al pie de la montaña. Con ella, el mar es afable, le sonríe con su espuma blanca, la visita pero no la ocupa, y al retirarse, la deja regalos.

Tendríamos entonces dos perfecciones opuestas (el mar y la montaña) cuya armonía es afirmada en esa faja central, que hace la síntesis entre ambas cosas.

B ‒Análisis de las impresiones

El mar, en su modo de ser colma a quien lo considera. Produce una sensación de plenitud, es un mar en cuya majestad, grandeza y poder nada falta, ni siquiera los encantos graciosos y diminutos. Todo está en él presente.

Pero después de haber estado mucho tiempo dentro del mar, al ver la montaña, no se puede dejar de exclamar: “Oh estabilidad, Oh fuerza, Oh continuidad, Oh algo sobre lo que me apoyo y me conforto, en vez de ese mar continuamente encantador pero en el fondo traicionero y que me extenúa de tanto exigirme admiración.”

Es un poco el sentimiento de quien vuelve de una fiesta y se saca la ropa de gala para ponerse el pijama.

Por aquí ha pasado el pueblo más grande de la Historia

Son pues dos plenitudes opuestas, cuya armonía está físicamente demarcada por la playa; casi se diría que las pequeñas olas blancas que la bañan son hilos que cosen la belleza del mar a la de la tierra.

Entonces, podríamos definir el panorama como plenitud por encima de las plenitudes. Nuestra exclamación sería: ¡Oh plenitud!

C – Trascendencia

Dios no es pleno; Dios es la plenitud. Y Dios puede ser comparado a un océano infinito de perfecciones, y a una montaña, a una roca estable que nadie conmueve.

Está hecho un ejercicio en el que las criaturas nos elevan a Dios: al dejarme impresionar por esa plenitud, la belleza que estoy sintiendo (y el gozo por lo tanto), tengo un degustación anticipada del Cielo en la tierra.

 

Dios nos dio la riqueza pero también los políticos

 

                                Mi titular refleja un dicho popular que me dicen, es de uso cotidiano en Argentina; país enorme, rico en demasía; y que en el pasado siglo, llegó a ser una de las primeras potencias mundiales, social y económicamente hablando; hoy es una “especie de gran desastre mundial y que abochornaría al más insensible de los auténticamente argentinos, que como cada quisque, aman a su tierra como la mejor del mundo”; Argentina como muchos otros territorios mundiales y que son sobrados en recursos materiales, es un ejemplo deplorable de lo que deja tras de sí, “una política podrida en grado sumo y que es capaz de por dinero, vender a su padre y su madre, hijos incluidos”; y que padecen esa enfermedad pandémica, que impide el que el ser humano, se desarrolle como tal en este pobre mundo, sobrado de recursos materiales, pero falto de cerebros lo suficientemente desarrollados como para que aquí, se viviera de forma infinitamente mucho más social y humana; pero por lo que sea, “dios-diablo o la madre que los parió”, aquí sigue ejerciéndose la muy primitiva ley de la fuerza del más bruto, la que si en principio  e imaginadas las terribles necesidades de aquellos, “monos con rabo que bajaron de los árboles”, serían justificables, por cuanto, “el hambre es carrera del infierno, al decir de mi querida abuela materna”; ello fue superado, tan pronto aquellos primeros monos, aprendieron a cultivar la tierra, apacentar a muchos de sus animales; y a valerse de los infinitos recursos que les fue facilitando la Madre Tierra.

                                Pero a pesar del supuesto desarrollo cerebral de aquellos “monos” y los que hoy (“sin rabo pero con un hueso que demuestra que los antepasados lo llevaron”) habitamos este insignificante planeta, el que comparado con el Universo, es algo así como “una nada insignificante”; y pese a los adelantos que han conseguido (siempre materiales y por ello no nos sirven en absoluto). Pese a todo ello, no han asumido su (nuestra) miserable realidad, cuál es el que “hemos de morir” y que aquí quedará todo lo que pensamos una vez que era “nuestro”; pero que incluso ello y por grande o importante que sea, será sumido en el olvido más justiciero; y todo desaparecerá en lo que igual ocurre con los principios, o sea en “la nada”, puesto que nada somos, incluso puedo rechazar hasta lo que asegurara el profeta… “de polvo eres y en polvo te convertirás; puesto que hasta ello es discutible, ya que no fuimos nada y esa nada es la que nos espera a todo nacido, ya que se nace para morir y luego desaparecer en la más piadosa nada que podamos imaginar”; somos pues, “un episodio de vida, más o menos miserable, por lo que ese miserabilidad conviene no aumentarla, ya que ello y de seguro, nos dará mucho mejor vida en ese imaginario episodio, que cada cual vivimos por unas leyes que desconocemos totalmente”: y esa es la filosofía verdadera.

                                Por todo ello, ahora mismo me estoy riendo incluso de mí mismo ante mi propio “espejo de mi vida”, y en la que se aprende mucho si de verdad uno mismo se preocupa de aprender “sobre la marcha”; puesto que hace sólo unos días, mis fuerzas naturales no eran suficientes para sostener mi propio cuerpo, “el que físicamente se me caía al suelo sin poderlo evitar”, lo que me confirmó una vez más, “la nada que soy”; que sí, que posee “algo”, que piensa y define, pero… ¿por qué y para qué?; y esas preguntas me responden, al ver que ahora me encuentro mejor y sigo “pensando y escribiendo”; por lo visto; “lo que me diera esas facultades”; ha decidido que siga aquí por tiempo indefinido y por ello, “me va curando de ese sin vivir o invalidez terrible que se ha cernido sobre mí, como una experiencia más a sumar a las otras que ya viví”.

                                Y me río con un sentimiento de desprecio enorme, de un tal Wladimir Putin y de todos los “similares”, que pululan por este planeta, dominándolo y esquilmándolo, como despreciables “termitas”; que creen acumular poderes y bienes inagotables; y que sus figuras, pasen a la historia de sus países o incluso del planeta. Sintiendo junto al desprecio, una compasión extraña, puesto que sé como “mortal, que soy”, que al igual que yo, esos indeseables, tienen sus propios pesares, sus propios remordimientos, sus propios miedos, que no los han de dejar vivir ni incluso dormir, pese a las arrogancias con que se muestran en esos, “sus sueños”, de poderes inmensos, que en realidad no serán nada; como nada fueron los que similares a ellos, nos cuenta la historia, que al propio tiempo, luego nos cuentan la realidad de, “en las miserias, dolores y padecimientos en que vivieron sus épocas más luminosas de esos poderes que no lo son, precisamente por el daño que ocasionaron y ocasionan, a las sociedades en que vinieron como pandemias a padecer, tristemente ni sabemos el porqué de ello”: Amén.

 

NOTAS: A finales del siglo XIX Argentina era el país más rico del mundo. No se trataba de que fuera una economía grande para la región. Era, con todas las letras, el país más poderoso del planeta, en términos económicos, por encima de Estados Unidos, Alemania, Reino Unido y las potencias habituales. Durante ese tiempo, en la capital argentina se construyeron todo tipo de monumentos y edificios que hoy siguen adornando la que es, la ciudad más hermosa y con la arquitectura más fascinante de la América española, a pesar de que el socialismo implementado, ya ha comenzado a deteriorar el paisaje visual de Buenos Aires. Para el año 1895 Argentina tenía un PIB per cápita de 5 786 dólares, seguido por Estados Unidos y Bélgica en tercer lugar.

 

Antonio García Fuentes

(Escritor y filósofo)

www.jaen-ciudad.es (Aquí mucho más) 

 

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