Las Noticias de hoy 24 Junio 2023

Enviado por adminideas el Sáb, 24/06/2023 - 12:16

EN DEFENSA DE LA VIDA

Ideas Claras

DE INTERES PARA HOY    sábado, 24 de junio de 2023       

Indice:

ROME REPORTS

El Papa a los jóvenes de la JMJ: «Algunos piensan no puedo ir, pero voy a estar con ustedes»

El Papa reconoce virtudes heroicas de Sor Lucía

LA NATIVIDAD DE SAN JUAN BAUTISTA*  Francisco Fernandez Carbajal

24 de junio: natividad de san Juan Bautista

“Eres hijo de Dios”: San Josemaria

«Que la devoción a san Josemaría se extienda cada vez más para bien de la Iglesia y de las almas»

«Estoy feliz de encontrarme entre vosotros»: san Josemaría de tertulia

La ternura de Dios (V): “A mí me lo hicisteis”: las obras de misericordia corporales : Carlos Ayxelá

LA SALVACIÓN DE UN CONDENADO. PARA SER “MISIONERO” : José Martínez Colín

La oración más antigua a la Virgen – En un papiro del año 250

Valores: Optimismo : encuentra.com

Cómo una madre puede enseñar a su hijo a perdonar: Francisco Vêneto

Caridad versus Egoísmo : Alfredo Obarrio

Reflexión de Mons. Enrique Díaz: El corazón compasivo de Jesús

En la vida y en la muerte, alegre Tomás Moro : Joseph Pearce, 

El aborto en un Estado de derecho : Jesús Martínez Madrid

Los datos de la natalidad: Jesús Domingo Martínez

Sin derecho a vivir : José Morales Martín

Nuevo puritanismo : Juan García. 

El cambio de sexo no es posible : Julio Tudela

 

 

ROME REPORTS

 

 

El Papa a los jóvenes de la JMJ: «Algunos piensan no puedo ir, pero voy a estar con ustedes»

Videomensaje que el Santo Padre envió a los jóvenes que se están preparando para participar en la próxima JMJ Lisboa 2023

 

Vatican Media

“En este momento es el punto donde todos tenemos que mirar. Los jóvenes tienen que mirar, a ustedes jóvenes, adelante. Faltan 40 días como una Cuaresma hasta llegar al encuentro de Lisboa”, con estas palabras el Papa Francisco alienta a los jóvenes que se están preparando para participar en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), Lisboa 2023, que se realizará del 1 al 6 de agosto próximo en la capital de Portugal y también a aquellos que van a seguir la JMJ desde lejos.

 

Voy a estar con ustedes en Lisboa

En su videomensaje, el Santo Padre señala que, está preparado y listo a participar en la “fiesta de la juventud” y a pesar de la reciente intervención quirúrgica a la que fue sometido el pasado 7 de junio, el Pontífice confirma su presencia en Lisboa.

“Yo ya tengo todo en la mano porque tengo ganas de ir. Algunos piensan que por la enfermedad no puedo ir, pero el médico me dijo que puedo ir, así que voy a estar con ustedes”.

Poner en práctica los tres lenguajes de la vida

A los jóvenes, el Papa Francisco los alienta a ir adelante sin hacer caso “a aquellos que reducen la vida a ideas”, ya que ellos, “han perdido la alegría de la vida y la alegría del encuentro”. Y, al contrario, los invita a rezar por ellos y a poner en práctica los tres lenguajes de la vida.

“El lenguaje de la cabeza. El lenguaje del corazón. El lenguaje de las manos. El Lenguaje de la cabeza, para pensar claramente lo que sentimos y lo que hacemos. El lenguaje del corazón para sentir bien, profundamente lo que pensamos y lo que hacemos. Y el lenguaje de las manos para hacer con eficacia lo que sentimos y lo que pensamos”.

 

El “gracias” del Papa a los trabajadores de la logística

Esta mañana también fue publicado el videomensaje que el Papa Francisco envió a los trabajadores de la sociedad civil, encargados de la logística de la JMJ Lisboa 2023. A ellos el Pontífice les agradeció por el trabajo que están realizando y por hacer posible la “infraestructura del encuentro juvenil”.

 

 

 

El Papa reconoce virtudes heroicas de Sor Lucía

La guardiana del «tercer secreto» de Fátima ha sido proclamada Venerable junto con otros cuatro Siervos de Dios

 

Sor Lucía dos Santos, una de los tres pastorcitos de Fátima, es Venerable. En la mañana de este jueves 22 de junio, el Papa Francisco recibió al Cardenal Marcello Semeraro, Prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, autorizando la promulgación del Decreto que reconoce las virtudes heroicas de la religiosa. Junto con ella, otras cuatro Siervas de Dios se convirtieron en Venerables. También se reconoció el martirio de diez sacerdotes y diez laicos de la Archidiócesis de Sevilla, asesinados por odio a la fe durante la guerra civil española en 1936, y serán proclamados Beatos.

La guardiana del «Tercer Secreto»

Nacida en Aljustrel el 28 de marzo de 1907, Sor Lucía tuvo, en 1917, una serie de apariciones de la Virgen María en la Cova de Iria, en Fátima (Portugal), junto con sus dos primos Francisco y Jacinta Marto. Tras la prematura muerte de sus primos, que fallecieron pocos años después a causa de la gripe española y fueron canonizados por el Papa Francisco en 2017, Sor Lucía quedó como única depositaria del mensaje que le fue confiado por la Virgen, que transcribió, a instancias del obispo de Leiria, José Alves Correia da Silvia en cuatro documentos entre 1935 y 1941. Otro escrito, fechado en 1944, contenía la tercera parte, el llamado «tercer secreto», y fue enviado a Roma, abierto por primera vez en 1960 y no divulgado por San Juan XXIII y San Pablo VI. Fue san Juan Pablo II, particularmente devoto de Nuestra Señora de Fátima, quien dio a conocer el secreto en el año 2000.

Excepcionalidad y vida ordinaria

Sor Lucía vivió con empeño la custodia del mensaje mariano durante toda su larga vida, primero en el colegio de las Hermanas Doroteas de Vilar, después como carmelita en Coimbra, donde murió el 13 de febrero de 2005. La distinción entre su vida y las apariciones, dice la biografía disponible en el sitio web del Dicasterio para las Causas de los Santos, «también es difícil porque gran parte de su sufrimiento se debió a éstas: siempre estuvo oculta, protegida, custodiada. Se puede ver en ella toda la dificultad de mantener unidas la excepcionalidad de los acontecimientos de los que fue espectadora y el carácter ordinario de una vida monástica como la del Carmelo». El 13 de mayo de 1967, Sor Lucía fue a Fátima para encontrarse con San Pablo VI. Hizo lo mismo con San Juan Pablo II el 13 de mayo de 1982, cuando el Pontífice ofreció a Nuestra Señora una de las balas del atentado que había sufrido el año anterior, y de nuevo el 13 de mayo de 1991 y el 13 de mayo de 2000. Tras la muerte de Sor Lucía, Benedicto XVI también visitó Fátima en 2010 y el Papa Francisco en 2017. El propio Pontífice visitará el santuario el 5 de agosto, en el marco de su viaje a Lisboa para la Jornada Mundial de la Juventud

Veinte mártires de la guerra civil española en Sevilla

El decreto  también reconoce a 20 mártires de la fe durante la guerra civil española de 1936. Entre ellos, figura Don Manuel González-Serna Rodríguez, nacido en Sevilla en 1880 y nombrado párroco de la cercana Constantina en 1911. Detenido la noche del 19 de julio de 1936 por milicianos republicanos, fue ejecutado en la sacristía cuatro días después. En ese verano de 1936, al comienzo de la guerra civil española, otros 9 sacerdotes y 10 fueron asesinados en Sevilla y sus alrededores, a menudo tras ser detenidos y sin juicio previo, en el clima de persecución que los republicanos establecieron hacia todo aquel que profesara ser miembro de la Iglesia católica. Don Mariano Caballero Rubio vio quemada su parroquia en Huelva antes de ser detenido, el seminarista Enrique Palacios Monrabà fue detenido y asesinado junto a su padre a la edad de 19 años. Entre los mártires había también un abogado, un farmacéutico, miembros del consejo parroquial y un botones de las monjas clarisas, que vivía con su madre viuda cerca del monasterio.

Los otros cuatro nuevos Venerables

Con Sor Lucía, se proclamó Venerable al salesiano brasileño Antônio de Almeida Lustosa, arzobispo de Fortaleza fallecido en 1974, «convencido», como dice la biografía en la página web del Dicasterio para las Causas de los Santos, «de que la primera evangelización consiste en devolver la dignidad a las personas y a las familias más pobres». También fue ensayista, científico y artista. El sacerdote veneciano Antonio Pagani fue teólogo franciscano en el Concilio de Trento, promotor del laicado católico y fundador de los Hermanos de la Cruz y de la Sociedad de las Hermanas Dimisorias en 1579.  Sor Mary Lange, que abandonó su Cuba natal por Estados Unidos a causa de la discriminación racial y fundó en 1829 en Baltimore la Congregación de las Hermanas Oblatas de la Providencia, dedicada a la educación escolar. Por último, la monja vicenciana Anna Cantalupo, que en Catania se dedicó a atender a los enfermos pobres, en particular a los huérfanos de guerra, organizando la atención espiritual a los soldados de la Segunda Guerra Mundial que pasaban por la ciudad siciliana.

 

LA NATIVIDAD DE SAN JUAN BAUTISTA*

Solemnidad

— La misión del Bautista.

— Nuestro cometido: preparar los corazones para que Cristo pueda entrar en ellos.

— Oportet illum crescere... Conviene que Cristo crezca más y más en nuestra vida y que disminuya la propia estimación de lo que somos y valemos.

I. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan; éste venía para dar testimonio de la luz y preparar para el Señor un pueblo bien dispuesto1.

Hace notar San Agustín que «la Iglesia celebra el nacimiento de Juan como algo sagrado, y él es el único cuyo nacimiento festeja; celebramos el nacimiento de Juan y el de Cristo»2. Es el último Profeta del Antiguo Testamento y el primero que señala al Mesías. Su nacimiento, cuya Solemnidad celebramos, «fue motivo de gozo para muchos»3, para todos aquellos que por su predicación conocieron a Cristo; fue la aurora que anuncia la llegada del día. Por eso, San Lucas resalta la época de su aparición, en un momento histórico bien concreto: El año decimoquinto del imperio de Tiberio César, siendo Poncio Pilato procurador de Judea, Herodes tetrarca de Galilea...4. Juan viene a ser la línea divisoria entre los dos Testamentos. Su predicación es el comienzo del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios5, y su martirio habrá de ser como un presagio de la Pasión del Salvador6. Con todo, «Juan era una voz pasajera; Cristo, la Palabra eterna desde el principio»7.

Los cuatro Evangelistas no dudan en aplicar a Juan el bellísimo oráculo de lsaías: He aquí que yo envío a mi mensajero, para que te preceda y prepare el camino. Voz que clama en el desierto: preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas8. El Profeta se refiere en primer lugar a la vuelta de los judíos a Palestina, después de la cautividad de Babilonia: ve a Yahvé como rey y redentor de su pueblo, después de tantos años en el destierro, caminando a la cabeza de ellos, por el desierto de Siria, para conducirlos con mano segura a la patria. Le precede un heraldo, según la antigua costumbre de Oriente, para anunciar su próxima llegada y hacer arreglar los caminos, de los que, en aquellos tiempos, nadie solía cuidar, a no ser en circunstancias muy relevantes. Esta profecía, además de haberse realizado en la vuelta del destierro, había de tener un significado más pleno y profundo en un segundo cumplimiento al llegar los tiempos mesiánicos. También el Señor había de tener su heraldo en la persona del Precursor, que iría delante de Él, preparando los corazones a los que había de llegar el Redentor9.

Contemplando hoy, en la Solemnidad de su nacimiento, la gran figura del Bautista que tan fielmente llevó a cabo su cometido, podemos pensar nosotros si también allanamos el camino al Señor para que entre en las almas de amigos y parientes que aún están lejos de Él, para que se den más los que ya están próximos. Somos los cristianos como heraldos de Cristo en el mundo de hoy. «El Señor se sirve de nosotros como antorchas, para que esa luz ilumine... De nosotros depende que muchos no permanezcan en tinieblas, sino que anden por senderos que llevan hasta la vida eterna»10.

II. La misión de Juan se caracteriza sobre todo por ser el Precursor, el que anuncia a otro: vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él. No era él la luz, sino el que había de dar testimonio de la luz11. Así consigna en el inicio de su Evangelio aquel discípulo que conoció a Jesús gracias a la preparación y a la indicación expresa que recibió del Bautista: Al día siguiente estaba allí de nuevo Juan y dos discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dijo: He aquí el Cordero de Dios. Los dos discípulos, al oírle hablar así, siguieron a Jesús12. ¡Qué gran recuerdo y qué inmenso agradecimiento tendría San Juan Apóstol cuando, casi al final de su vida, rememora en su Evangelio aquel tiempo junto al Bautista, que fue instrumento del Espíritu Santo para que conociera a Jesús, su tesoro y su vida!

La predicación del Precursor estaba en perfecta armonía con su vida austera y mortificada: Haced penitencia –clamaba sin descanso–, porque está cerca el reino de los Cielos13. Semejantes palabras, acompañadas de su vida ejemplar, causaron una gran impresión en toda la comarca, y pronto se rodeó de un numeroso grupo de discípulos, dispuestos a oír sus enseñanzas. Un fuerte movimiento religioso conmovió a toda Palestina. Las gentes, como ahora, estaban sedientas de Dios, y era muy viva la esperanza del Mesías. San Mateo y San Marcos refieren que acudían de todos los lugares: de Jerusalén y de todos los demás pueblos de Judea14; también llegaban gentes de Galilea, pues Jesús encontró allí sus primeros discípulos, que eran galileos15. Ante los enviados del Sanedrín, Juan se da a conocer con las palabras de Isaías: Yo soy la voz que clama.

Con su vida y con sus palabras Juan dio testimonio de la verdad; sin cobardías ante los que ostentaban el poder, sin conmoverse por las alabanzas de las multitudes, sin ceder a la continua presión de los fariseos. Dio su vida defendiendo la ley de Dios contra toda conveniencia humana: no te es lícito tener por mujer a la esposa de tu hermano16, reprochaba a Herodes.

Poca era la fuerza de Juan para oponerse a los desvaríos del tetrarca, y limitado el alcance de su voz para preparar al Mesías un pueblo bien dispuesto. Pero la palabra de Dios tomaba fuerza en sus labios. En la Segunda lectura de la Misa17 la liturgia aplica al Bautista las palabras del Profeta: Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano, me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba. Y mientras Isaías piensa: en vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas, el Señor le dice: te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra.

El Señor quiere que le manifestemos en nuestra conducta y en nuestras palabras allí donde se desenvuelve diariamente el trabajo, la familia, las amistades..., en el comercio, en la Universidad, en el laboratorio..., aunque parezca que ese apostolado no es de mucho alcance. Es la misma misión de Juan la que el Señor nos encomienda ahora, en nuestros días: preparar los caminos, ser sus heraldos, los que le anuncian a otros corazones. La coherencia entre la doctrina y la conducta es la mejor prueba de la convicción y de la validez de lo que proclamamos; es, en muchas ocasiones, la condición imprescindible para hablar de Dios a las gentes.

III. La misión del heraldo es desaparecer, quedar en segundo plano, cuando llega el que es anunciado. «Tengo para mí –señala San Juan Crisóstomo– que por esto fue permitida cuanto antes la muerte de Juan, para que, desaparecido él, todo el fervor de la multitud se dirigiese hacia Cristo en vez de repartirse entre los dos»18. Un error grave de cualquier precursor sería dejar, aunque fuera por poco tiempo, que lo confundieran con aquel que se espera.

Una virtud esencial en quien anuncia a Cristo es la humildad y el desprendimiento. De los doce Apóstoles, cinco, según mención expresa del Evangelio, habían sido discípulos de Juan. Y es muy probable que los otros siete también; al menos, todos ellos lo habían conocido y podían dar testimonio de su predicación19. En el apostolado, la única figura que debe ser conocida es Cristo. Ese es el tesoro que anunciamos, a quien hemos de llevar a los demás.

La santidad de Juan, sus virtudes recias y atrayentes, su predicación..., habían contribuido poco a poco a dar cuerpo a que algunos pensaran que quizá Juan fuese el Mesías esperado. Profundamente humilde, Juan solo desea la gloria de su Señor y su Dios; por eso, protesta abiertamente: Yo os bautizo con agua; pero viene quien es más fuerte que yo, al que no soy digno de desatar la correa de sus sandalias: Él os bautizará en Espíritu Santo y en fuego20. Juan, ante Cristo, se considera indigno de prestarle los servicios más humildes, reservados de ordinario a los esclavos de ínfima categoría, tales como llevarle las sandalias y desatarle las correas de las mismas. Ante el sacramento del Bautismo, instituido por el Señor, el suyo no es más que agua, símbolo de la limpieza interior que debían efectuar en sus corazones quienes esperaban al Mesías. El Bautismo de Cristo es el del Espíritu Santo, que purifica como lo hace el fuego21.

Miremos de nuevo al Bautista, un hombre de carácter firme, como Jesús recuerda a la muchedumbre que le escucha: ¿Qué salisteis a ver al desierto? ¿Alguna caña que a cualquier viento se mueve? El Señor sabía, y las gentes también, que la personalidad de Juan trascendía de una manera muy acusada, y se compaginaba mal con la falta de carácter. Algo parecido nos pide a nosotros el Señor: pasar ocultos haciendo el bien, cumpliendo con perfección nuestras obligaciones.

Cuando los judíos fueron a decir a los discípulos de Juan que Jesús reclutaba más discípulos que su maestro, fueron a quejarse al Bautista, quien les respondió: Yo no soy el Cristo, sino que he sido enviado delante de él... Es necesario que Él crezca y que yo disminuya22Oportet illum crescere, me autem minui: conviene que Él crezca y que yo disminuya. Esta es la tarea de nuestra vida: que Cristo llene nuestro vivir. Oportet illum crescere... Entonces nuestro gozo no tendrá límites. En la medida en que Cristo, por el conocimiento y el amor, penetre más y más en nuestras pobres vidas, nuestra alegría será incontenible.

Pidámosle al Señor, con el poeta: «Que yo sea como una flauta de caña, simple y hueca, donde solo suenes tú. Ser, nada más, la voz de otro que clama en el desierto». Ser tu voz, Señor, en medio del mundo, en el ambiente y en el lugar en el que has querido que transcurra mi existencia.

1 Antífona de entrada. Jn 1, 6-7; Lc 1, 17. — 2 Liturgia de las Horas, Segunda lectura. San Agustín, Sermón 293, 1. — 3 Misal Romano, Prefacio de la Misa del día. — 4 Cfr. Lc 3, 1 ss. — 5 Cfr. Mc 1, 1. — 6 Cfr. Mt 17, 12. — 7 San Agustín, o. c., 3. — 8 Mc 1, 2. — 9 Cfr. L. Cl. Fillion, Vida de Nuestro Señor Jesucristo, FAX, 8ª ed., Madrid 1966, p. 260. — 10 San Josemaría Escrivá, Forja, n. 1. — 11 Jn 1, 6. — 12 Jn 1, 29-30. — 13 Mt 3, 2. — 14 Cfr. Mt 3, 5; Mc 1, 1-5. — 15 Cfr. Jn 1, 40-43. — 16 Mc 6, 18. — 17 Segunda lectura. Is 49, 1-6. — 18 San Juan Crisóstomo, Homilías sobre el Evangelio, de San Juan, 29, 1. — 19 Cfr. Hech 1, 22. — 20 Jn 3, 15-16. — 21 Cfr. San Cirilo de Alejandría, Catequesis, 20, 6. — 22 Cfr. Jn 3, 27-30.

Esta Solemnidad se celebraba ya en el siglo iv. Juan, hijo de Zacarías e Isabel, pariente de la Virgen, es el Precursor de Jesucristo, y en esta misión pone su vida entera, llena de austeridad, de penitencia y de celo por las almas. Como él mismo nos dice: conviene que Él (Jesús) crezca, y que yo mengüe. Es también este el proceso que se debe realizar en la vida espiritual de todo fiel cristiano.

 

 

24 de junio: natividad de san Juan Bautista

Comentario de la solemnidad de la Natividad de san Juan Bautista. “Y él, pidiendo una tablilla, escribió: «Juan es su nombre»”. Detrás de la actitud, podemos adivinar el deseo de Zacarías y de Isabel de ofrecer su hijo a Dios, amando la misión para la que el Señor lo mandó al mundo.

24/06/2023

Evangelio (Lc 1,57-66.80)

Entretanto le llegó a Isabel el tiempo del parto, y dio a luz un hijo. Y sus vecinos y parientes oyeron que el Señor había agrandado su misericordia con ella y se congratulaban con ella. El día octavo fueron a circuncidar al niño, y querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías. Pero su madre dijo:

—De ninguna manera, sino que se llamará Juan.

Y le dijeron:

—No hay nadie en tu familia que tenga este nombre. Al mismo tiempo preguntaban por señas a su padre cómo quería que se le llamase. Y él, pidiendo una tablilla, escribió: «Juan es su nombre». Lo cual llenó a todos de admiración. En aquel momento recobró el habla, se soltó su lengua y hablaba bendiciendo a Dios. Y se apoderó de todos sus vecinos el temor y se comentaban estos acontecimientos por toda la montaña de Judea; y cuantos los oían los grababan en su corazón, diciendo:

—¿Qué va a ser, entonces, este niño?

Porque la mano del Señor estaba con él.

Mientras tanto el niño iba creciendo y se fortalecía en el espíritu, y habitaba en el desierto hasta el tiempo en que debía darse a conocer a Israel.


Comentario

Entre los israelitas, el acto de imponer el nombre estaba reservado para el padre del niño. Era un modo en que se reconocía la paternidad sobre el recién nacido. Por eso, tocaba a Zacarías decir cuál era el nombre del bebé, aunque le resultaba complicado expresarse en esos momentos, porque se había quedado mudo por su incredulidad.

Los padres de san Juan Bautista reconocían que Dios los había bendecido mandándoles un niño cuando parecía que ya no tenían ninguna razón para esperar. El modo extraordinario en que vino al mundo les recordaba que ese hijo era un don del Señor. El ángel le había dicho a Zacarías que su ese hijo traería mucha felicidad no solo para sus padres, sino para una multitud de personas: «Será para ti gozo y alegría; y muchos se alegrarán con su nacimiento» (Lucas 1,14). San Juan, ese hijo tan esperado, tenía una misión de cara a todo el pueblo: «convertirá a muchos de los hijos de Israel al Señor su Dios» (Lucas 1,16).

Isabel y Zacarías insisten en ponerle al niño el nombre que el ángel había indicado. Detrás de esta actitud, podemos adivinar el deseo de ofrecer ese hijo a Dios. Ellos no quieren dominar sobre su vida, ni buscan afirmarse a través de su paternidad. De hecho, Zacarías renuncia a ponerle su mismo nombre, mientras que a los demás les parecía lo más lógico. Sin embargo, para Isabel y su marido, lo más importante es que su hijo cumpla la misión para la que ha venido al mundo.

Después de que Zacarías hubiera escrito «Juan es su nombre» su lengua se desató y empezó a alabar a Dios. Es la alegría de un padre generoso, que pone a su hijo en las manos del Señor y se entusiasma con la misión que ha recibido.

En los padres de san Juan Bautista encontramos un ejemplo maravilloso para todos los padres. Al Señor le agrada que nos alegremos con el don de los hijos. Al mismo tiempo, nos invita a respetar y amar “el nombre” que Él les ha dado: es decir, el propio temperamento, los talentos y, sobre todo, su vocación. Los padres se convierten entonces en los promotores de la personalidad de sus hijos y en una gran ayuda para que abracen la misión que el Señor les ha concedido.

 

“Eres hijo de Dios”

El bautismo nos hace “fideles —fieles, palabra que, como aquella otra, “sancti —santos, empleaban los primeros seguidores de Jesús para designarse entre sí, y que aún hoy se usa: se habla de los "fieles" de la Iglesia. —¡Piénsalo! (Forja, 622)

24 de junio

Entonces vino Jesús al Jordán desde Galilea, para ser bautizado por Juan [...]. Y una voz desde los cielos dijo: —Éste es mi Hijo, el amado, en quien me he complacido (Mt 3, 13.17).En el Bautismo, Nuestro Padre Dios ha tomado posesión de nuestras vidas, nos ha incorporado a la de Cristo y nos ha enviado el Espíritu SantLa fuerza y el poder de Dios iluminan la faz de la tierra.

¡Haremos que arda el mundo, en las llamas del fuego que viniste a traer a la tierra!... Y la luz de tu verdad, Jesús nuestro, iluminará las inteligencias, en un día sin fin.

Yo te oigo clamar, Rey mío, con voz viva, que aún vibra: "ignem veni mittere in terram, et quid volo nisi ut accendatur?" —Y contesto —todo yo— con mis sentidos y mis potencias: "ecce ego: quia vocasti me!"

El Señor ha puesto en tu alma un sello indeleble, por medio del Bautismo: eres hijo de Dios.

Niño: ¿no te enciendes en deseos de hacer que todos le amen? (Santo Rosario, Iº misterio luminoso)

 

 

«Que la devoción a san Josemaría se extienda cada vez más para bien de la Iglesia y de las almas»

El pasado 18 de junio el Arzobispo de Mérida-Badajoz bendijo un cuadro en la Iglesia de la Purificación de Almendralejo, que representa el milagro de la curación del Dr. Nevado por intercesión de san Josemaría Escrivá.

21/06/2023

El domingo 18 de junio tuvo lugar en la iglesia de la Purificación de Almendralejo (Extremadura) una Misa presidida por el Sr. Arzobispo de Mérida-Badajoz, D. Celso Morga, para bendecir un cuadro que representa el milagro de la curación del Dr. Nevado por intercesión de san Josemaría Escrivá.

D. Manuel Nevado fue un médico traumatólogo que ejercía su profesión en la localidad y padecía una radiodermitis incurable. Acudió para su curación a la intercesión del entonces beato Josemaría Escrivá de Balaguer. 

El autor del cuadro, con su mujer e hijo, y el Dr. Nevado, con su mujer

Esta curación fue considerada por la consulta médica de la Congregación de las Causas de los Santos como no explicable por causas naturales y, después de proseguir todos los trámites establecidos, fue el milagro para la canonización de san Josemaría el 6.X.2002.


✏ La historia de la curación del Dr. Nevado


Concelebraban también D. Javier Yániz, vicario de la Delegación de la Prelatura del Opus Dei en Andalucía Occidental y Extremadura, D. Rafael Corraliza, Párroco de la Iglesia de la Purificación, D. Carlos Peña y otros sacerdotes. En la ceremonia, D. Javier dirigió unas palabras de agradecimiento al Sr. Arzobispo, al párroco y a todos los asistentes y entregó una reliquia ex capillis (un cabello) del santo para su veneración en la parroquia.

Un momento de la Misa

El párroco, D. Rafael Corraliza agradeció la reliquia y la asistencia tan numerosa de fieles y manifestó su alegría por venerar en la parroquia la reliquia y el cuadro de san Josemaría curando al Dr. Nevado. Aprovechó para comentar algunos recuerdos de Manuel Nevado: “acudía a diario con su mujer a la Santa Misa en este templo y, como sabía que a mí me gusta mucho el campo, me invitaba a visitar las viñas que cultivaba en la cercana población de Olivenza”.

Entre los asistentes se encontraba Manuel Nevado y su esposa, hijos del Dr. Nevado y otros muchos parientes y amigos. Y también el autor del cuadro, el artista Ricardo Kantowitz con su familia, pintor brasileño de ascendencia polaca: su abuelo fue apresado y confinado en el campo de concentración de Auschwitz, y después de muchos padecimientos, sobrevivió al ser incluido en la lista de Schindler, según recordaba su nieto de las historias que le contaba su abuelo; después de la II Guerra Mundial emigraron a Brasil.


La historia de la conversión de Manuel Nevado, contada en el reportaje Regreso a Ítaca


En su homilía D. Celso Morga comentó: “estoy particularmente contento de celebrar esta Santa Misa en la Parroquia de la Purificación de Almendralejo, con este motivo tan entrañable de colocar aquí un cuadro, pintado por el maestro Ricardo Kantowitz, que nos recuerda el milagro aprobado para la canonización de san Josemaría Escrivá de Balaguer, milagro realizado por Dios nuestro Señor a través de la intercesión de san Josemaría, en favor del ilustre y recordado médico de Almendralejo, el doctor Manuel Nevado Ruiz”.

Y después de saludar con afecto a sus hijos y familiares presentes en la ceremonia, afirmó: “Es para mí particularmente gozoso, ya que soy, en el orden espiritual, hijo de san Josemaría, al que siempre también yo intento acudir con devoción y confianza de hijo”.

(En el centro) D. Javier Yániz, Mons. Celso Morga, el hijo del Dr. Nevado, el párroco Rafael Corraliza y otros sacerdotes, con el cuadro a sus espaldas

Seguidamente, comentó cómo “todos los aquí presentes aceptamos la posibilidad de los milagros, porque tenemos una visión espiritual del hombre y de la vida que se apoya en la razón iluminada por la Revelación de Jesucristo. Aceptar los milagros no significa claudicar de la razón. Aceptar los milagros se apoya en la razón, aunque una razón iluminada por la fe. Como decía Gilbert Chesterton en una de sus célebres frases: ‘cuando entramos en la iglesia para rezar y alabar a Dios nos quitamos el sombrero, pero no la cabeza’. La fe no nos hace renunciar a la razón. Dios con los milagros va más allá de las leyes de la naturaleza, pero nunca contra la naturaleza”.

Entrevista al hijo del Doctor Nevado y a su mujer antes de la ceremonia

Y continuó comentando cómo “los naturalistas, los materialistas no aceptan ni siquiera la posibilidad del milagro porque no conciben que haya otra realidad más allá de la materia. Incluso afirman que si Dios existiera no sería serio que se apartara de sus propias leyes con el milagro, porque sería como aceptar un trabajo mal hecho. Pero esta es una concepción equivocada: Dios realiza milagros porque hay una unidad más allá de la uniformidad de las leyes naturales. Para un crítico de manga estrecha todo tiene que ser uniforme, no acepta excepciones. En cambio, Dios es como las madres, que trata a sus hijos de forma diferente, conforme a sus diversos caracteres y gustos, sin romper la unidad profunda y el amor que siente por todos ellos. El gobierno de Dios sobre el mundo va más allá de la uniformidad y por medio de sus amigos los santos realiza milagros”.

Y terminó haciendo referencia al milagro: “el Dr. Nevado sufría la radiodermitis, típica de los médicos que han expuesto sus manos a la acción de las radiaciones de rayos X. La curación se realizó aquí en Almendralejo, en favor de un hijo de esta ciudad y el proceso para establecer la curación ‘rápida, completa y duradera’, como estableció la Consulta médica de la Congregación para las Causas de los Santos, se llevó a cabo en esta Arquidiócesis de Mérida-Badajoz. Por todo ello, es justo que un cuadro recuerde aquí en Almendralejo, en la parroquia de la Purificación, esta curación total”.

Concluyó el Arzobispo de Mérida Badajoz manifestando el deseo de que la “devoción a san Josemaría se extienda cada vez más, para bien de la Iglesia y de las almas”.

 

«Estoy feliz de encontrarme entre vosotros»: san Josemaría de tertulia

Cuatro encuentros del fundador del Opus Dei en Barcelona, Buenos Aires, Lima y São Paulo en 1972 y 1974 durante sus viajes de catequesis por España y América. Imágenes remasterizadas en alta definición por la Fundación Beta Films.

20/06/2023

Durante los años 1970 a 1975 san Josemaría hizo numerosos viajes en la península ibérica y América donde mantuvo encuentros con variadísimas personas con las que, con sencillez y espontaneidad, hablaba de la fe y la doctrina cristiana, la sociedad y la educación y un sinfín de temas, encendiendo deseos de mejora y de santidad en quienes le escuchaban. 

San Josemaría, al recordar los momentos en que Jesús se reunía familiarmente con los apóstoles y se entretenía con ellos, comentaba que la tertulia tiene «sabor de primitiva cristiandad»1. Explicaba que las conversaciones de Cristo resucitado con los discípulos eran el «evangelio de la tertulia». 

Recogemos cuatro tertulias que resumen algunos momentos de esos encuentros en Barcelona, Buenos Aires, Lima y São Paulo.


1. Encuentro con san Josemaría en Brafa (26 de noviembre de 1972, Barcelona, España)


2. Encuentro con san Josemaría en el teatro Coliseo, un año antes de su fallecimiento (26 de junio de 1974, Buenos Aires, Argentina)


3. Encuentro con san Josemaría en Valle Grande (13 de julio de 1974, Lima, Perú)


4. Encuentro con san Josemaría en Anhembi (1 de junio de 1974, São Paulo, Brasil)


Enlace relacionado: Más vídeos de la predicación de san Josemaría


1. Palabras de san Josemaría en una tertulia, 16-VI-1936.

 

 

La ternura de Dios (V): “A mí me lo hicisteis”: las obras de misericordia corporales

Este editorial trata de las obras de misericordia corporales, que sugirió Jesucristo. Un cristiano no puede desentenderse de las necesidades de los demás, también de los desconocidos, porque en ellos es Cristo quien nos reclama ayuda.

11/08/2016

Nuesto Dios no se ha limitado a decir que nos quiere. Él mismo nos modeló a partir del polvo de la tierra[1]; «fueron las manos de Dios las que nos crearon: el Dios artesano»[2]. Nos creó a su imagen y semejanza, y aun quiso hacerse «uno de los nuestros»[3]: el Verbo se hizo carne, trabajó con sus manos, cargó sobre sus espaldas toda la miseria de los siglos, y quiso conservar por toda la eternidad las llagas de su pasión, como un signo permanente de su amor fiel Por todo eso los cristianos no solo nos llamamos hijos de Dios, sino que lo somos[4]: para Dios, y para sus hijos, el amor «nunca podrá ser una palabra abstracta. Por su misma naturaleza es vida concreta: intenciones, actitudes, comportamientos que se verifican en el vivir cotidiano»[5]. San Josemaría prevenía así ante «la mentalidad de quienes ven el cristianismo como un conjunto de prácticas o actos de piedad, sin percibir su relación con las situaciones de la vida corriente, con la urgencia de atender las necesidades de los demás y de esforzarse por remediar las injusticias. Diría que quien tiene esa mentalidad no ha comprendido todavía lo que significa que el Hijo de Dios se haya encarnado, que haya tomado cuerpo, alma y voz de hombre, que haya participado en nuestro destino hasta experimentar el desgarramiento supremo de la muerte»[6].

SER CRISTIANOS SIGNIFICA ENTRAR EN ESA INCONDICIONALIDAD DEL AMOR DE DIOS, DEJARSE CAUTIVAR POR «EL AMOR SIEMPRE MÁS GRANDE DE DIOS»

Llamados a la misericordia

En la escena del juicio final que Jesús presenta en el Evangelio, tanto los justos como los injustos se preguntan perplejos, y preguntan al Señor, cuándo le vieron hambriento, desnudo, enfermo, y le auxiliaron, o dejaron de hacerlo[7]. Y el Señor les responde: «En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis» (Mt 25,40). No es un modo bonito de decir, como si el Señor solo nos animara a acordarnos de Él, y a seguir su ejemplo de misericordia; Jesús dice con solemnidad: «en verdad os digo… a mí me lo hicisteis». Él «se ha unido, en cierto modo, con todo hombre»[8], porque ha llevado el amor hasta el final: «nadie tiene amor más grande que el de dar uno la vida por sus amigos» (Jn 15,13) Ser cristianos significa entrar en esa incondicionalidad del amor de Dios, dejarse cautivar por «el amor siempre más grande de Dios»[9].

En este pasaje del Evangelio, el Señor habla de hambre, sed, peregrinaje, desnudez, enfermedad y cárcel[10]. Las obras de misericordia siguen esta misma pauta; los Padres de la Iglesia las comentaron con frecuencia, e iniciaron su desdoblamiento en obras corporales y espirituales, obviamente sin ánimo de abarcar todas las situaciones de indigencia. Con el correr de los siglos, se añadió a las primeras el deber de dar sepultura a los difuntos, con la correspondiente obra espiritual: la oración por vivos y difuntos. En los próximos dos editoriales vamos a recorrer estas obras en las que la sabiduría cristiana ha sintetizado nuestra vocación a la misericordia. Porque de vocación se trata –y vocación universal–, cuando el Señor dice a sus discípulos de todos los tiempos: «Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso» (Lc 6,36). Las obras de misericordia despliegan ante nosotros esa llamada. «Sería bonito que os las aprendierais de memoria –sugería recientemente el Papa–, ¡así es más fácil hacerlas!»[11].

Solidaridad en directo

Cuando, al repasar las obras de misericordia corporales, miramos a nuestro alrededor, en bastantes partes del mundo constataremos quizá en un primer momento que no son frecuentes las situaciones para ejercerlas. Siglos atrás la vida humana estaba mucho más expuesta a las fuerzas de la naturaleza, a la arbitrariedad de los hombres, y a la fragilidad del cuerpo; hoy, en cambio, hay muchos países en los que raramente se presentará –salvo en el caso de emergencias o catástrofes naturales– la necesidad inmediata de dar sepultura a un difunto, o de dar cobijo a alguien sin techo, porque la propia organización de los Estados provee este servicio. Y, sin embargo, no son pocos los lugares de la tierra en los que cada una de estas obras de misericordia está a la orden del día. E, incluso en los países más desarrollados, junto a la provisión de servicios de la asistencia social existen muchas situaciones de gran precariedad material –el así llamado cuarto mundo–.

HAY QUE ABRIR LOS OJOS, HAY QUE SABER MIRAR A NUESTRO ALREDEDOR Y RECONOCER ESAS LLAMADAS QUE DIOS NOS DIRIGE A TRAVÉS DE QUIENES NOS RODEAN. NO PODEMOS VIVIR DE ESPALDAS A LA MUCHEDUMBRE

A todos nos corresponde tomar conciencia de estas realidades y pensar en qué medida podemos contribuir a remediarlas. «Hay que abrir los ojos, hay que saber mirar a nuestro alrededor y reconocer esas llamadas que Dios nos dirige a través de quienes nos rodean. No podemos vivir de espaldas a la muchedumbre, encerrados en nuestro pequeño mundo. No fue así como vivió Jesús. Los Evangelios nos hablan muchas veces de su misericordia, de su capacidad de participar en el dolor y en las necesidades de los demás»[12].

Un primer movimiento de las obras de misericordia corporales es la solidaridad con todos los que sufren, aunque no les conozcamos: «No solo nos preocupan los problemas de cada uno, sino que nos solidarizamos plenamente con los otros ciudadanos en las calamidades y desgracias públicas, que nos afectan del mismo modo»[13]. A primera vista podría parecer que esta actitud es un sentimiento loable, pero inútil. Y sin embargo esta solidaridad es el humus en el que puede crecer con fuerza la misericordia. Del latín solidumsolidaridad denota la convicción de pertenecer a un todo, de modo que percibimos como propias las vicisitudes de los demás. Aunque el término tiene sentido ya a nivel meramente humano, para un cristiano adquiere toda su fuerza. «Ya no os pertenecéis», dice san Pablo a los Corintios (1 Cor 6,19). La afirmación podría inquietar al hombre contemporáneo, como una amenaza a su autonomía. Y, sin embargo, lo que nos dice es simplemente, en expresión frecuente entre los últimos pontífices, que la humanidad, y en particular la Iglesia, es una «gran familia»[14]

«Mantened el amor fraterno… Acordaos de los encarcelados, como si estuvierais en prisión con ellos, y de los que sufren, pues también vosotros vivís en un cuerpo» (Hb 13,1-3). Aunque no sea posible estar al corriente de las dolencias de cada hombre, ni remediar materialmente todos esos problemas, un cristiano no se desentiende de ellos, porque los ama con el corazón de Dios: Él «es más grande que nuestro corazón y conoce todo» (1 Jn 3,20). Cuando en la Santa Misa pedimos al Padre que «fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu»[15], miramos a la plenitud de lo que ya es una realidad que crece silenciosamente, «como un bosque, donde los árboles buenos aportan solidaridad, comunión, confianza, apoyo, seguridad, sobriedad feliz, amistad»[16].

LA SOLIDARIDAD EN CRISTIANO SE CONCRETA, PUES, EN PRIMER LUGAR EN LA ORACIÓN POR LOS QUE SUFREN, AUNQUE NO LES CONOZCAMOS.

La solidaridad en cristiano se concreta, pues, en primer lugar en la oración por los que sufren, aunque no les conozcamos. La mayor parte de las veces no veremos los frutos de esa oración, hecha también de trabajo y sacrificio, pero estamos convencidos de que «todo eso da vueltas por el mundo como una fuerza de vida»[17]. Por este mismo motivo, el Misal romano recoge un gran número de Misas por varias necesidades, que atienden a los motivos de todas las obras de misericordia. La oración de los fieles, al final de la liturgia de la Palabra, despierta también en nosotros «el desvelo por todas las iglesias» y por todos los hombres, de modo que podamos llegar a decir con san Pablo: «¿Quién desfallece sin que yo desfallezca? ¿Quién tiene un tropiezo sin que yo me abrase de dolor?» (2 Co 12,28-29).

La solidaridad también se despliega en «simples gestos cotidianos donde rompemos la lógica de la violencia, del aprovechamiento, del egoísmo», frente al «mundo del consumo exacerbado», que es a la vez «el mundo del maltrato de la vida en todas sus formas»[18]. Antiguamente era costumbre en muchas familias besar el pan cuando caía al suelo; se reconocía así el trabajo que suponía lograr el alimento, y se agradecía la posibilidad de tener algo que llevarse a la boca. «Dar de comer al hambriento» se puede concretar, pues, en comer lo que nos ponen, en evitar caprichos innecesarios, en aprovechar con creatividad las sobras de comida; «dar de beber al sediento» quizá nos llevará a evitar el derroche innecesario del agua, que en tantos lugares es un bien escasísimo[19]; «vestir al desnudo» se concretará también en cuidar la ropa, heredarla de unos hermanos a otros, sobreponerse a veces al dernier cri en moda, etc. De esas pequeñas –o no tan pequeñas– renuncias podrán salir limosnas para dar alegrías a los más necesitados, como enseñaba san Josemaría a los chicos de san Rafael; o también donativos para salir al encuentro de emergencias humanitarias. Meses atrás el Papa nos decía a propósito que, «si el jubileo no llega a los bolsillos, no es un verdadero jubileo»[20].

Hospitalidad: no abandonar al débil

Los padres, en primer lugar con su ejemplo, pueden hacer mucho por «enseñar a vivir así a sus hijos (…); enseñarles a superar el egoísmo y a emplear parte de su tiempo con generosidad en servicio de los menos afortunados, participando en tareas, adecuadas a su edad, en las que se ponga de manifiesto un afán de solidaridad humana y divina»[21]. Como la caridad es ordenada –porque sería falsa la de quien se volcara en quienes viven lejos y se desentendiera de quienes le rodean–, esa superación del egoísmo empieza habitualmente en el propio hogar. Todos, pequeños y mayores, tenemos que aprender a levantar la mirada para descubrir las menudas indigencias cotidianas de quienes viven con nosotros. En particular, es necesario acompañar a los familiares y amigos que sufren enfermedades, sin considerar sus dolencias como una distorsión para la que habría que encontrar soluciones meramente técnicas «“No me rechaces ahora en la vejez, me van faltando las fuerzas, no me abandones” (Sal 71,9). Es el clamor del anciano, que teme el olvido y el desprecio»[22]. Son muchos los avances de la ciencia que permiten mejorar las condiciones de los enfermos, pero ninguno de ellos puede reemplazar la cercanía humana de quien, en lugar de ver en ellos un peso, adivina a «Cristo que pasa», Cristo que necesita que le cuidemos. «Los enfermos son Él»[23], escribió san Josemaría, en expresión audaz, que refleja la llamada exigente del Señor: «en verdad os digo… a mí me lo hicisteis» (Mt 25,40).

«¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y vinimos a verte?». En ocasiones, puede costar ver a Dios detrás de la persona que sufre, porque esté de mal humor o disgustado, o porque muestre exigencias o egoísmos. Pero la persona enferma, precisamente por su debilidad, se hace aún más merecedora de ese amor. Un resplandor divino ilumina los rasgos del hombre enfermo que se asemeja a Cristo doliente, tan desfigurado que «no hay en él parecer ni hermosura que atraiga nuestra mirada, ni belleza que nos agrade de él» (Is 53,2).

LA ATENCIÓN DE LOS ENFERMOS REQUIERE BUENAS DOSIS DE PACIENCIA, Y DE GENEROSIDAD CON NUESTRO TIEMPO, ESPECIALMENTE CUANDO SE TRATA DE ENFERMEDADES QUE SE PROLONGAN EN EL TIEMPO.

La atención de los enfermos, de los ancianos, de los moribundos, requiere por eso buenas dosis de paciencia, y de generosidad con nuestro tiempo, especialmente cuando se trata de enfermedades que se prolongan en el tiempo. El buen Samaritano «igualmente tenía sus compromisos y sus cosas que hacer»[24]. Pero quienes, como él, hacen de esa atención una tarea ineludible, sin refugiarse en la frialdad de soluciones que a fin de cuentas consisten en descartar a quienes ya humanamente pueden aportar poco, el Señor les dice: «si comprendéis esto y lo hacéis, seréis bienaventurados» (Jn 13,17). A quienes han sabido cuidar de los débiles, Dios les reserva una bienvenida llena de ternura: «venid, benditos de mi Padre» (Mt 25,34).

«La grandeza de la humanidad –escribió Benedicto XVI– está determinada esencialmente por su relación con el sufrimiento y con el que sufre. Esto es válido tanto para el individuo como para la sociedad. Una sociedad que no logra aceptar a los que sufren y no es capaz de contribuir mediante la compasión a que el sufrimiento sea compartido y sobrellevado también interiormente, es una sociedad cruel e inhumana»[25]. Por eso, los enfermos nos devuelven la humanidad que se lleva a veces por delante el ritmo agitado del mundo: nos recuerdan que las personas son más importantes que las cosas, el ser que la función.

Algunas personas, porque Dios les ha llevado por ese camino, o porque lo han escogido para sí, acaban dedicando una parte importante de sus días a cuidar de quienes sufren, sin esperar que nadie reconozca su tarea. Aunque no salen en las guías de viajes, ellos son parte del auténtico patrimonio de la humanidad, porque nos enseñan a todos que estamos en el mundo para cuidar[26]: ese es el sentido perenne de la hospitalidad, de la acogida.

Raramente nos tocará enterrar a un difunto, pero podemos acompañarle a él y a sus familiares en sus últimos momentos. Por eso la participación en un funeral es siempre más que un cumplido social. Si vamos al fondo de esos gestos, veremos que guardan el pulso de la genuina humanidad, que se abre a la eternidad. «También aquí la misericordia da la paz a quien parte y a quien permanece, haciéndonos sentir que Dios es más grande que la muerte, y que permaneciendo en Él incluso la última separación es un “hasta la vista”»[27].

Creatividad: trabajar con lo que hay

Familias que emigran huyendo de la guerra, personas en desempleo, «prisioneros de las nuevas esclavitudes de la sociedad moderna»[28] como la drogadicción, el hedonismo, la ludopatía... Son muchas las necesidades materiales que podemos detectar a nuestro alrededor. Uno podría no saber por dónde o cómo empezar. Y sin embargo la experiencia demuestra que muchas pequeñas iniciativas, dirigidas a resolver alguna carencia de nuestro entorno más inmediato, empezadas con lo que se tiene, y con quien puede –la mayor parte de las veces con más buen humor y creatividad que tiempo, recursos económicos o facilidades de los entes públicos–, acaban haciendo mucho bien, porque la gratuidad genera un agradecimiento que es motor de nuevas iniciativas: la misericordia encuentra misericordia[29], la contagia. Se cumple la parábola evangélica del grano de mostaza: «es, sin duda, la más pequeña de todas las semillas, pero cuando ha crecido es la mayor de las hortalizas, y llega a hacerse como un árbol, hasta el punto de que los pájaros del cielo acuden a anidar en sus ramas» (Mt 13,32)

Las necesidades de cada lugar y las posibilidades de cada uno son muy variadas. Lo mejor es apostar por algo que esté al alcance de la mano, y ponerse a trabajar. Con el tiempo, muchas veces menos de lo que pensaríamos, se abrirán puertas que parecía que iban a permanecer cerradas. Y se llega entonces a los encarcelados, a los cautivos de tantas otras adicciones, que están abandonados como en la alcantarilla de un mundo que les ha descartado cuando se han roto.

Hay quien, por ejemplo, está desbordado de trabajo, y aunque creía no tener tiempo para estas labores, descubre el modo de redirigir parte de sus esfuerzos hacia realidades que ocupen a otros y les saquen del bache de quien está en la vida sin un rumbo. Surgen sinergias: uno pone poco tiempo pero capacidad de gestión y relaciones... otro, con menos capacidad de organizar, pone horas de trabajo. Para los jubilados, por ejemplo, se abre así el panorama de una segunda juventud, en la que pueden transmitir mucho de su experiencia de la vida: «independientemente de su grado de instrucción o de riqueza, todas las personas tienen algo para aportar en la construcción de una civilización más justa y fraterna. De modo concreto, creo que todos pueden aprender mucho del ejemplo de generosidad y de solidaridad de las personas más sencillas; esa sabiduría generosa que sabe “añadir más agua a los frijoles”, de la cual nuestro mundo está tan necesitado»[30].

* * *

Evocando sus primeros años de sacerdote en Madrid, nuestro Padre recordaba cómo iba por aquellos descampados «a enjugar lágrimas, a ayudar a los que necesitaban ayuda, a tratar con cariño a los niños, a los viejos, a los enfermos; y recibía mucha correspondencia de afecto..., y alguna que otra pedrada»[31] Y pensaba en las iniciativas que hoy, junto a tantas promovidas por los cristianos y por otras personas, son una realidad en muchos lugares del mundo; y que tienen que seguir creciendo «quasi fluvium pacis, como un río de paz»[32]: «Hoy para mí esto es un sueño, un sueño bendito, que vivo en tantos barrios extremos de ciudades grandes, donde tratamos a la gente con cariño, mirando a los ojos, de frente, porque todos somos iguales»[33]

Carlos Ayxelá


[1] Cfr. Gn 3,7; Sb 7,1.

[2] Francisco, Homilía en Santa Marta, 12-XI-2013.

[3] Conc. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes (7-XII-1965), 22.

[4] Cfr. 1 Jn 3,1.

[5] Francisco, Bula Misericordiae vultus (11-IV-2015), 9.

[6] San Josemaría, Es Cristo que pasa, 236.

[7] Cfr. Mt 25,36.44

[8] Conc. Vat. II, Gaudium et spes, 22.

[9] Francisco, Ex. Ap. Evangelii gaudium (24-XI-2013), 6; Cfr. San Juan Pablo II, Enc. Redemptor hominis (4-III-1979), 9.

[10] Cfr. Mt 25,35-36.

[11] Francisco, Angelus, 13-III-2016.

[12] Es Cristo que pasa, 146.

[13] Carta 14-II-1950, 20; citado por Burkhart, E.; López, J., Vida cotidiana y santidad en la enseñanza de San Josemaría, II, Rialp, Madrid 2011, p. 314.

[14] Cfr. por ejemplo, Beato Pablo VI, Mensaje a la Asamblea general de las Naciones Unidas, 24-V-1978; San Juan Pablo II, Enc. Dives in misericordia (30-XI-1980) 4, 12; Benedicto XVI, Mensaje para la XLI Jornada mundial de la paz, 8-XII-2007.

[15] Misal Romano, Plegaria Eucarística III.

[16] Francisco, Discurso, 28-XI-2014.

[17] Francisco, Evangelii gaudium, 279

[18] Francisco, Enc. Laudato si’ (24-V-2015), 230.

[19] Cfr. ibidem, 27-31.

[20] Francisco, Audiencia, 10-II-2016.

[21] Conversaciones, 111.

[22] Francisco, Ex. Ap. Amoris laetitia (19-III-2016), 191.

[23] San Josemaría, Camino, 419.

[24] Francisco, Audiencia, 27-IV-2016.

[25] Benedicto XVI, Enc. Spe salvi (30-XI-2007), 38

[26] Cfr. Francisco, Evangelii gaudium, 209.

[27] Francisco, Audiencia, 10-IX-2014.

[28] Francisco, Misericordiae vultus, 16.

[29] Cfr. Mt 5,7.

[30] Francisco, Videomensaje, 1-I-2015.

[31] San Josemaría, Notas de una reunión familiar, 1-X-1967 (citado en S. Bernal, Monseñor Josemaría Escrivá de Balaguer. Apuntes sobre la vida del Fundador del Opus Dei; Rialp, Madrid 1980, 6ª ed., p. 191).

[32] Is 66,12 (Vulg)

[33] San Josemaría, Notas de una reunión familiar, 1-X-1967.

 

 

LA SALVACIÓN DE UN CONDENADO. PARA SER “MISIONERO”

José Martínez Colín

1)  Para saber

En este 2023 se celebran 150 años del nacimiento de Santa Teresita del Niño Jesús y 100 años de su beatificación. Sus reliquias han viajado por el mundo. Ahora estuvieron en la Plaza de San Pedro para la Audiencia con el papa Francisco, quien le dedicará una Carta Apostólica y promulgará un Año Jubilar hasta enero de 2024 cuyo lema es: “Por la confianza y el amor”, que fueron las últimas palabras de su autobiografía, “Historia de un alma”.

En sus reflexiones sobre la pasión por evangelizar, el papa Francisco lo hizo sobre santa Teresita del Niño Jesús, pues es patrona universal de las misiones. ¿Cómo tiene este título sin salir de su monasterio? Ella era una monja carmelita que se definía como “un pequeño grano de arena”. De salud frágil, murió con tan solo 24 años. Su gran deseo era ser misionera y para siempre.

Así como un motor, aunque escondido, da fuerza al vehículo, así Teresita, sin aparecer, movía las misiones con su oración y ofreciendo continuos sacrificios. Su vida no fue fácil. Decía que obtenía de los demás “más espinas que rosas”, pero aceptó todo con amor, paciencia, ofreciendo su enfermedad, las críticas y las incomprensiones. Y lo hizo con alegría por las necesidades de la Iglesia.

2)  Para pensar

El celo apostólico de Santa Teresita estaba dirigido sobre todo a los pecadores, a los más “alejados”. Un episodio lo refleja. Un criminal de su época llamado Enrico Pranzini había sido condenado a morir en la guillotina por un triple homicidio. Sin embargo, el criminal rechazaba arrepentirse frente a Dios.

Santa Teresita, aún niña, se conmovió y pidió a Dios por la salvación de esa alma: rezó por su conversión y ofreció muchos sacrificios. Intuía que Dios se lo pedía para dar su misericordia. Sabía que Dios la escuchaba, pero quería saber si el criminal se arrepentiría. Pranzini fue ejecutado. Al día siguiente Teresita, intrigada si había salvado su alma, rápido averiguó la crónica de la ejecución. Leyó en el periódico que Pranzini, poco antes de apoyar la cabeza en el patíbulo, «se volvió, cogió el crucifijo que le presentaba el sacerdote ¡y besó por tres veces sus llagas sagradas!». Con ese signo de arrepentimiento del criminal, Teresita quedó muy contenta con la evidencia de que Dios la había escuchado y ahora habría mucha alegría en el Cielo, pues como dijo Jesús: “Habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por los noventa y nueve justos que no necesitan convertirse».

3)  Para vivir

Santa Teresita se propuso «consolar a Jesús, hacerlo amar por las almas, porque Jesús está enfermo de amor y la enfermedad del amor sólo se cura con amor». Su motor fue el amor. Su ejemplo es para todos, pues no importa a qué nos dedicamos: siempre podemos colaborar en la difusión del Evangelio, para que amen a Dios. Y sin llamarnos misioneros, lo seremos si somos testigos e instrumentos del amor de Dios.

El papa Francisco comentó que la Iglesia, antes que muchos medios y métodos, que a veces distraen de lo esencial, necesita corazones como el de Teresita que atraen al amor de Dios. Invitó el papa a pedir a la santa la gracia de superar nuestro egoísmo y pedir la pasión de interceder para que Jesús sea conocido y amado.

 

 

La oración más antigua a la Virgen – En un papiro del año 250

Un papiro conserva la plegaria más antigua a la Madre de Cristo y demuestra que ya existía su culto entre las primeras comunidades cristianas

La oración más antigua a la Virgen

 

Es un papiro de reducido tamaño, escrito en griego y de textura frágil. Es legible, a pesar de las pérdidas evidentes que presenta, y se conserva entre dos cristales para preservarlo del deterioro.

 

Apareció en el norte de Egipto, en la ciudad de Oxirrinco, una localidad que adquirió renombre internacional cuando fue excavada en el siglo XIX, en el año 1897, por una pareja de arqueólogos británicos, Bernard Pyne Grenfell y Arthur Surridge, y extrajeron de un antiguo vertedero que se conservaba en una zona de sus arrabales un abundante conjunto de manuscritos.

Después han deparado, y todavía deparan, innumerables sorpresas a los historiadores. Este documento se conserva en la Colección John Rylands de la Universidad de Manchester, en Inglaterra, y se publicó en los años 30 del siglo anterior, pero hasta ahora había pasado con cierta discreción entre los investigadores.

Aunque se conocía su existencia no ha sido hasta este momento, al haberse transcrito su texto de nuevo de manera íntegra y enmendado errores de la traducción anterior, que todavía perduraban, cuando su importancia ha tomado mayor relieve, aunque los estudiosos sospechaban ya lo que albergaba este fragmento.

 

La oración guarda muchos parecidos con la “Salve Regina” de la liturgia

Está datado por E. Lobel en el año 250 d. C. y durante siglos se conservó bajo la arena del desierto junto a otros materiales arqueológicos. El papiro fue uno de los materiales más extendidos en la antigüedad y el soporte sobre el que se conservaron y transmitieron numerosas obras de la cultura griega y latina.

 

 

Circuló a lo largo de la cuenca del Mediterráneo, pero en el interior de Europa apenas se han conservado ejemplares debido, sobre todo, a la acción de la humedad, un elemento dañino para su preservación, lo que convierte a esta clase de documentos en unas piezas esenciales para ahondar en el pasado literario de Occidente y Oriente Medio.

Este fragmento, de hecho, se ha salvado debido a la sequedad que predomina en el Norte de África. Algo que ha hecho que también sobreviviera su secreto.

Entre sus líneas se conserva la que es hasta ahora la fórmula más primitiva del «Salve Regina». Esto lo convierte en un documento crucial para la historia del cristianismo y la religión.

Durante años se había mantenido la creencia de que el culto dedicado a la Virgen tenía unas raíces más tardías. Los historiadores consideraban que sus orígenes estaban en el concilio ecuménico de Éfeso, que se celebró entre el 22 de junio y el 16 de julio del año 431.

Fue justo en esas fechas cuando se proclamó que María era «Madre de Dios» o «theotokos», que es el nombre que recibe en griego. Siempre se había tomado este instante como el punto de partida de un culto que, aunque pudiera existir un poco antes, arraigaría a partir de ese instante de una manera plena entre los fieles y prosperó con evidente fortuna a lo largo de la Edad Media.

 

 

Esto prueba que los cristianos oraban a María antes del Concilio de Éfeso del 431

Esta idea se mantuvo durante siglos, y en la posterior disputa que mantuvieron católicos y protestantes salió a relucir. Estos últimos sostenían que la Iglesia había incorporado dicha devoción y que en realidad no existía ninguna mención a este respecto en la Biblia. Pero el papiro demuestra ahora que ya existía una vocación anterior hacia la Virgen.

De hecho, entre sus líneas se mantiene íntegra la oración dirigida a la Madre de Cristo más antigua que se conoce en la actualidad y está datada en un periodo más antiguo de lo que la mayoría podía imaginar.

«Durante muchos años, este documento se ha dejado de lado. Puede que uno de los motivos fue que resultaba controvertido porque contiene a una oración a la Virgen María. El texto ha descolocado a varios teólogos porque aparece en la mitad del siglo III, antes de lo que nadie podía pensar. Algunos sostenían que este título de la Virgen como “Madre de Dios” no se había hecho oficial hasta el siglo V o de ahí en adelante».

Comenta el filólogo Felipe Hernández Muñoz, del departamento de Clásicas de la Universidad Complutense, que ha traducido el texto y confirmado los que tantos intuían: su relevancia para el cristianismo, tanto para su culto como para su pasado.

«Podemos deducir que los cristianos entendieron desde el relato de la Pasión, cuando Jesús le dice a Juan: “Ahí tienes a tu madre”, que la Virgen no solo era la de Juan, sino también la Madre de toda la Iglesia y de todos los cristianos. Esto lo asumió la religión popular y las primeras comunidades de esta fe», asegura Felipe Hernández.

Aunque conocía el documento, él mismo quiso examinarlo en persona y acudió el diciembre pasado a la Rylands Collection.

«Aproveché un viaje personal para acercarme. Hablé con los responsables de la biblioteca y les pregunté si era posible verlo. Me advirtieron de antemano que se encontraba en un estado muy precario. Estos documentos suelen sufrir mucho. Por eso en un principio solo me dejaban consultar una reproducción digital de una enorme calidad. Pero –subraya–, al llegar, el responsable me sacó el papiro y permitió que lo fotografiara.

Pude consultar el catálogo que tienen disponible y es cuando reparé que el texto no estaba bien transcrito». Se lo comentó, entonces, al conservador «y le subrayé que era importante, porque lo que puede leerse en el catálogo no es lo que hay en el papiro. Por tanto, dejé una hoja con la transcripción correcta del griego y la traducción en inglés y en latín. Ahora se han puesto en contacto conmigo y lo van a actualizar».

 

El origen de la plegaria estaría vinculado a la persecución de los romanos

 

Lo que se lee en este papiro es una oración muy sencilla, pero que cualquiera que conozca el culto cristiano reconocerá:

«Bajo tus / entrañas misericordiosas / nos refugiamos, / madre de Dios.

Nuestras / peticiones no des-/precies en el apuro /

sino que del peligro, / líbranos, / solo tú santa, / la bendita».

Uno de los aspectos que enseguida llamó la atención de Felipe Hernández fue que se usara el plural. «Percibimos una escritura cuidada. Está toda en mayúsculas y en griego, la lengua más extendida entonces. Hay rotos en el papiro, pero las letras se pueden intuir sin problema. Lo que me resultó interesante es que no usa el “líbrame del peligro”, sino el “líbranos del peligro”. Es como si ya existiera entre estas personas la conciencia de formar parte de una comunidad. No es una oración individual.

También sobresale que las primeras palabras son “bajo tus entrañas misericordiosas”. Esta expresión es similar al principio de la “Salve Regina”, comparte similitudes con la oración “Bajo tu amparo”. Esto, probablemente, se perpetuó y explique por qué los creyentes se referirían a María como Madre de la Misericordia o también “ojos misericordiosos”. La conexión entre este texto tan antiguo y nuestra “Salve” es bastante emocionante».

Pero, ¿cuál fue el contexto en el que nació la oración? Parece que el plural hace alusión a las peculiares circunstancias en las que se concretó. «Desde el punto de vista histórico se le pide a la Virgen que los libre del peligro. Este peligro común podría ser una de las persecuciones que padecieron los cristianos en el Imperio Romano.

Lo que tendría sentido porque fue una comunidad cristiana que ruega a María para que acuda y los ayude. Le están pidiendo amparo y protección. Esto nos indicaría también por qué las oraciones a la Virgen pueden ser anteriores a lo que se defendía. De hecho, conocemos representaciones de la Virgen en el arte que también son antiquísimas.

La idea de la Virgen como icono medieval hay que reconsiderarla, porque se preservan también imágenes anteriores. Este papiro –asegura– verifica que ya se había asentado su culto en el siglo III y que este título de “madre de Dios” estaba presente en los primeros cristianos. Solo es después cuando se le da un carácter oficial, pero la realidad es que ya circulaba entre las comunidades cristianas y que podría tener relación con las persecuciones de los romanos».

 

 

Valores: Optimismo

Valores: Optimismo

Forjar un modo de ser entusiasta, dinámico, emprendedor y con los pies sobre la tierra, son algunas de las cualidades que distinguen a la persona optimista.

El optimismo es el valor que nos ayuda a enfrentar las dificultades con buen ánimo y perseverancia, descubriendo lo positivo que tienen las personas y las circunstancias, confiando en nuestras capacidades y posibilidades junto con la ayuda que podemos recibir.

La principal diferencia que existe entre una actitud optimista y su contraparte –el pesimismo- radica en el enfoque con que se aprecian las cosas: empeñarnos en descubrir inconvenientes y dificultades nos provoca apatía y desánimo. El optimismo supone hacer ese mismo esfuerzo para encontrar soluciones, ventajas y posibilidades; la diferencia es mínima, pero tan significativa que nos invita a cambiar de una vez por todas nuestra actitud.

Alcanzar el éxito no siempre es la consecuencia lógica del optimismo, por mucho esfuerzo, empeño y sacrificio que pongamos, algunas veces las cosas no resultan como deseábamos. El optimismo es una actitud permanente de “recomenzar”, de volver al análisis y al estudio de las situaciones para comprender mejor la naturaleza de las fallas, errores y contratiempos, sólo así estaremos en condiciones de superarnos y de lograr nuestras metas. Si las cosas no fallaran o nunca nos equivocáramos, no haría falta ser optimistas.

Normalmente la frustración se produce por un fracaso, lo cual supone un pesimismo posterior para actuar en situaciones similares. La realidad es que la mayoría de nuestro tropiezos se dan por falta de cuidado y reflexión. ¿Para qué sirve entonces la experiencia? Para aprender, rectificar y ser más previsores en lo futuro.

El optimista sabe buscar ayuda como una alternativa para mejorar o alcanzar los objetivos que se ha propuesto, es una actitud sencilla y sensata que en nada demerita el esfuerzo personal o la iniciativa. Sería muy soberbio de nuestra parte, pensar que poseemos el conocimiento y los recursos necesarios para salir triunfantes en toda circunstancia.

Cualquiera que ha sido campeón en alguna disciplina, llegó a colocarse en la cima por su esfuerzo, perseverancia y sacrificio, pero pocas veces, o mejor dicho nunca, se hace alusión a su optimismo, a esa entrega apasionada por alcanzar su fin, conservando la confianza en sí mismo y en las personas que colaboraron para su realización. El optimismo refuerza y alienta a la perseverancia.

El optimista no es ingenuo ni se deja llevar por ideas prometedoras, procura pensar y considerar detenidamente todas las posibilidades antes de tomar decisiones. Si una persona desea iniciar un negocio propio sin el capital suficiente, sin conocer a fondo el ramo o con una vaga idea de la administración requerida, por muy optimista que sea seguramente fracasará en su empeño, ya que carece de las herramientas y fundamentos esenciales para lograrlo.

En otras circunstancias nos engañamos e inventamos una falsa realidad para hacernos la vida más fácil y cómoda. Basta mencionar al estudiante que se prepara poco y mal antes de sus evaluaciones, esperando obtener la calificación mínima y necesaria para “salir del paso”, sin darse cuenta que su falso optimismo lo llevará –tarde o temprano- al fracaso.

Se podría pensar que el optimismo nada tiene que ver con el resto de las personas, sin embargo, este valor nos hace tener una mejor disposición hacia los demás: cuando conocemos a alguien esperamos una actitud positiva y abierta; en el trabajo, una personalidad emprendedora; en la escuela, profesores y alumnos dedicados. Si nuestras expectativas no se cumplen, lo mejor es pensar que las personas pueden cambiar, aprender y adaptarse con nuestra ayuda. El optimista reconoce el momento adecuado para dar aliento, para motivar, para servir.

En la amistad y en la búsqueda de pareja también es necesario ser optimista. Algunas personas se encierran en sí mismos después de los fracasos y las desilusiones, como si ya no existiera alguien más en quien confiar. El optimismo supone reconocer que cada persona tiene algo bueno, con sus cualidades y aptitudes, pero también sus defectos, los cuales debemos aceptar y buscar la manera de ayudarles a superarlos.

El paso hacia una actitud optimista requiere de una disposición más entusiasta y positiva, es tanto como darle la vuelta a una moneda y ver todo con una apariencia distinta:

– Analiza las cosas a partir de los puntos buenos y positivos, seguramente con esto se solucionarán muchos de los inconvenientes. Curiosamente, no siempre funciona igual a la inversa.

– Haz el esfuerzo por dar sugerencias y soluciones, en vez de hacer críticas o pronunciar quejas.

– Procura descubrir las cualidades y capacidades de los demás, reconociendo el esfuerzo, el interés y la dedicación. Esto es lo más justo y honesto.

– Aprende a ser sencillo y pide ayuda, generalmente otras personas encuentran la solución más rápido.

– No hagas alarde de seguridad en ti mismo tomando decisiones a la ligera, considera todo antes de actuar pues las cosas no se solucionan por sí mismas. De lo contrario es imprudencia, no optimismo.

No es más optimista el que menos ha fracasado, sino quien ha sabido encontrar en la adversidad un estímulo para superarse, fortaleciendo su voluntad y empeño; en los errores y equivocaciones una experiencia positiva de aprendizaje. Todo requiere esfuerzo y el optimismo es la alegre manifestación del mismo, de esta forma, las dificultades y contrariedades dejan de ser una carga, convirtiéndonos en personas productivas y emprendedoras.

 

 

Cómo una madre puede enseñar a su hijo a perdonar

La tarea no es fácil: al fin y al cabo, la mejor forma de enseñar es con el ejemplo

La capacidad de perdonar está en el corazón del cristianismo. Cristo, después de todo, encarna literalmente el perdón de Dios al encarnarse a sí mismo. Hace explícito, hasta el extremo, cuánto Dios quiere que nos reconciliemos con su amor.

La importancia del perdón va más allá de la perspectiva religiosa. Toda la mejor psicología jamás desarrollada por la humanidad destaca el perdón como algo esencial para las relaciones saludables. Por eso, enseñar el perdón es una de las misiones más esenciales de todo padre y madre católicos.

Ejemplos de la Biblia

Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, la Biblia refuerza en innumerables pasajes que Dios perdona nuestros desamores. Además, la Escritura nos recuerda que nosotros mismos necesitamos perdonar para restaurar la paz en nuestros corazones. Se pueden apreciar ejemplos sublimes en la historia de José en Egipto y en la magnífica parábola del hijo pródigo, magistralmente narrada por Jesús.

Distinguir entre error y persona que yerra

Es importante que las madres católicas enseñen a sus hijos que perdonar no significa ignorar la ofensa o ser indulgente con el mal, sino dejar ir el dolor y el resentimiento que causa el mal. Por lo tanto, es fundamental distinguir entre el error, que debe ser admitido y rechazado, y la persona que comete el error, ya que necesita apoyo para corregir el error y progresar.

Cultivar la paz

Las madres también pueden enseñar a sus hijos a cultivar la paz en todas sus relaciones, ya sean familiares, de amistad, sociales, afectivas. Este cultivo requiere paciencia, empatía y compasión. Al enseñar estas virtudes a los niños, las madres literalmente cambian el mundo. En última instancia, crían adultos que están «entrenados» para evitar fricciones, resolver conflictos y recurrir al diálogo.

El desafío del ejemplo

La tarea no es fácil. Después de todo, la mejor manera de enseñar es con el ejemplo, y dar un ejemplo de perdón requiere practicarlo constantemente de primera mano. Esto incluye el perdón y la paciencia constante con los hijos y la familia. Resulta que en los brotes de estrés, esto puede ser particularmente desafiante, pero las recompensas valen la pena.

El fruto de la oración

Por último, pero no menos importante, la oración es una herramienta poderosa para cultivar la paz y el perdón. La oración familiar en especial puede ser una oportunidad de oro para pedirle a Dios la fuerza para perdonar y amar a los demás todos los días.

Por Francisco Vêneto

 

Caridad versus Egoísmo

Alfredo Obarrio

Me pregunto: ¿Qué es lo que marca a un individuo o a una sociedad? Su grado de compromiso con el prójimo. Según sea nuestra postura, nuestra vida será luminosa y terapéutica o bien profundamente estéril.

Esta no es una reflexión ni banal ni pasajera. Nos habla del ser del hombre, del hombre individual, de ti y de mí, pero también de cómo es la sociedad que vivimos.

Varias preguntas nos pone ante el espejo: ¿qué somos, cómo nos vemos, cómo deseamos ser? Pero también: ¿qué es lo que no somos?, ¿qué es lo que no seremos nunca?, ¿qué es lo que no deseamos cambiar para que todo cambie? Me refiero a nuestra miseria, nuestro egoísmo, nuestra soberbia, nuestra vanidad. En definitiva, a nuestra falta de caridad.

Ese espejo es como el relato de Dorian Grey. Nos creemos efebos. Nos creemos perfectos. La belleza lo es todo. El poder lo es todo. El yo lo es todo. Es el pacto con el diablo. Así lo escribe Oscar Wilde. El joven pacta con el diablo para que su belleza no se vea alterada por las huellas del tiempo. El pacto se cumple. Pero el diablo deja marcas profundas en el alma. Su viejo retrato pintado al óleo va reflejando toda su podredumbre. Su infinito egoísmo va deformando su belleza. El cuadro le delata. El diablo también. El lector se pregunta: ¿cambiará al ver cómo se deforma? Pero, como sabemos, cuando se vive para el hedonismo, la comodidad y el desamor no hay espacio para el arrepentimiento. Solo un acto realiza. Cubre su retrato con una sábana blanca. Puro escapismo. Lo es, porque cuando descubrirnos que el egoísmo ha cubierto todos los pliegues de nuestra piel, ya nada queda de nosotros. Nos convertimos en máscaras de cera, en seres aislados, en seres que viven en la penumbra, porque el goce siempre es pasajero. No lo es la caridad. Esta permanece. No nos envilece. Todo lo contrario. Nos acomoda en esa belleza que nace de Dios. En una belleza que vive en el corazón de los hombres, en unos hombres que han comprendido que, a diferencia de Caín, nosotros, aún en nuestra fragilidad, somos los guardianes de nuestros hermanos. Ellos son parte de nosotros. La mejor parte. Entregarnos a ellos, protegerlos, cuidarlos, alimentarlos y proyectarlos nos purifica y nos alegra el corazón. Cada acto que realizamos nos sostiene aún más que a ellos. Todos lo sabemos, porque todos, en algún momento de nuestras vidas, lo hemos experimentado. Porque todos, en algún momento de nuestras vidas, también fuimos esos hombres frágiles, esos seres diminutos necesitados de una mano tendida, de una cálida sonrisa o de una mirada amiga que nos dijera: tranquilo, yo estoy contigo hasta el fin de los tiempos.

Una pregunta se precipita, como un torrente, en nuestra mente: ¿así lo vive nuestra sociedad? ¿De verdad esta sociedad nuestra se mueve por criterios de caridad o, en menor medida, de solidaridad? La duda permanece. La vida, ya larga, me ha descubierto que hay mucha gente que así actúa. Colectivos y personas individuales se entregan sin importarles el tiempo o la incomodidad. ¿Y la sociedad en su conjunto? La literatura sale a nuestro encuentro. Christian Bobin, en su obra titulada La presencia pura, nos recuerda, no sin amargura:

“estamos todos sometidos a leyes que sólo se ocupan de lo que es calculable, de lo que se puede demostrar, dividir, multiplicar. Todo lo que se puede poner en números: se puede recortar una hora en minutos y en segundos. Pero si estoy enfermo y me das dos minutos, igual te reprocharán por ello más tarde, te dirán que tenías algo mejor que hacer. Pero como enfermo, sé que esos dos minutos son como si me hubieras dado dos siglos, una recuperación de inteligencia hacia la vida, una recuperación de amor, una mini resurrección. Y esto no tiene precio. Somos nosotros, colectivamente, los que estamos enfermos, mucho más que estas personas”.

No le falta razón a Bobin. Su texto nos lleva a un fragmento de El Principito: el relato de El mercader y el Principito. En él, el Principito comprende que la felicidad no se haya en la soledad que provoca la avaricia, el egoísmo y la vanidad, sino en la entrega a los demás. El tiempo se revierte, como un cántaro de luz, cuando lo depositamos en nuestros amigos, familiares, o cuando se lo entregamos a los más menesterosos. Si lo hacemos, ya no seremos como Sísifo subiendo una piedra que nos golpea una y otra vez, ya no seremos seres que enterraremos nuestros talentos en la arena, sino que haremos de ellos un espacio abierto para el encuentro, la comunicación, la entrega y la verdad. No seremos muertos, ni gentes amuralladas, como nos indica Christian Bobin, sino frondosos árboles sobre los que se podrán recostar el cansado, el necesitado, el hambriento y el excluido:

Sabemos que la vida nos golpea, pero también nos enseña. Entre sus enseñanzas, dos verdades permanecen. La primera recuerda que la mayor soledad nace del egoísmo, de la soberbia, de la idolatría. Pura necedad. La segunda es eterna: “Os lo aseguro que cuando lo hicisteis con uno de esos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis” (Mt. 25, 40). Pura verdad.

¿Qué camino escogemos? ¿La comodidad o la entrega? De su respuesta depende nuestra felicidad, y para el católico, muy probablemente la vida Eterna, aunque no nos corresponde a nosotros aventuranos. A tal atrevimiento no llegamos.

 

 

Reflexión de Mons. Enrique Díaz: El corazón compasivo de Jesús

XI Domingo Ordinario

 

Cathopic

Mons. Enrique Díaz Díaz comparte con los lectores de Exaudi su reflexión sobre el Evangelio de este Domingo de 18  junio, de 2023, titulado: “El corazón compasivo de Jesús”

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Éxodo 19, 2 – 6: “Serán para mi un reino de sacerdotes y una nación consagrada”

Salmo 99: “El Señor es nuestro Dios y nosotros su pueblo”

Romanos 5, 6-11: “Si la muerte de Cristo nos reconcilia con Dios, mucho más nos reconcilia su vida”

San Mateo 9, 36 – 10, 8: “Jesús envió a su doce apóstoles con instrucciones”

¡Qué contrastes encontramos en la vida y en los planes de Dios! Dios ama a las multitudes como nos lo muestra San Mateo, pero no quiere que esas multitudes queden amorfas, anónimas, sin fuerza, sino que las transforma y las hace su pueblo predilecto y las lleva en alas de águila porque son su especial tesoro y las transformará en un reino de sacerdotes y una nación consagrada. Da rostro, nombre y rasgos a cada uno de los que forman la multitud para amarlo, protegerlo y convertirlo en su predilecto. Tanto vale cada persona que Cristo muere por ella y derrama su sangre para que sea salvada.

Jesús, al contemplar la situación de las multitudes “se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y desamparadas”, se conmovía interiormente. La compasión es un sentimiento que con frecuencia aparece en el Antiguo Testamento vinculado a la relación de una madre con el hijo que lleva en sus entrañas. Es mucho más que el tener lástima, es una conmoción interior que une el corazón de quien contempla con el corazón de quien sufre. Compadecerse es padecer juntamente con el hermano, no solamente tener lástima. Así Jesús, movido por este amor entrañable, se fija en el cansancio y abatimiento del pueblo que estaba “como ovejas sin pastor”. Otra expresión del Antiguo Testamento que encierra un reproche contra los dirigentes de Israel y recuerda la imagen de Dios como el único y verdadero pastor de su pueblo. Al desatender los líderes religiosos y políticos de Israel sus labores de cuidado y pastoreo, el pueblo se encuentra desamparado y extenuado, y Jesús asume esta tarea. Él es el buen pastor que, sufriendo con entrañas de misericordia y compasión, se coloca a la cabeza de su pueblo y asume su cuidado para sacarlo de su postración.

 ¡Qué diferente la actitud de Jesús a nuestras actitudes! Ante el hambre, Él se conmueve; ante el hambre, nosotros permanecemos indiferentes o aun buscamos nuestra propia ganancia. La situación de nuestros pueblos es difícil para la mayoría: hay hambre, desnutrición, enfermedades, víctimas, necesidad, y nadie puede permanecer indiferente. A la luz de esta situación, es necesario reafirmar con valentía que el hambre y la desnutrición son inaceptables en un mundo que, en realidad, dispone de niveles de producción, de recursos y de conocimientos suficientes para acabar con estos dramas y con sus consecuencias. El grave problema no es la insuficiencia de alimentos, sino la mala distribución y las políticas económicas. A veces nos sentimos impotentes ante la magnitud de la situación y podemos caer en la tentación de cruzarnos de brazos. Pero lo que sucede a nivel internacional y de grandes empresas lo repetimos a nivel casero y familiar y damos la espalda al hermano buscando nuestra propia ganancia. ¿Qué hace Jesús? ¿A qué nos invita?

En concreto Jesús llama a los doce y “les da poder”, no para imponerse a las gentes, sino para expulsar demonios y curar enfermedades y dolencias. Éstas serán las dos grandes tareas de sus enviados: proclamar que ya está cerca el Reino de Dios y curar a las personas de todo cuanto introduce mal y sufrimiento en sus vidas. Harán lo que le han visto hacer a Él: curar a las personas haciéndoles experimentar lo cerca que Dios está de sus sufrimientos. Es así como se puede colaborar con Jesús en su proyecto del Reino de Dios. En cada aldea han de hacer lo mismo: anunciarles el Reino compartiendo con ellos la experiencia que están viviendo con Jesús y, al mismo tiempo, curar a los enfermos del pueblo. Todo lo han de hacer gratis sin cobrar ni pedir limosna, pero recibiendo a cambio un lugar en la mesa y en la casa de los vecinos. Es la manera de construir en las aldeas una comunidad basada en valores radicalmente diferentes al poder, al comercio, a la relación de patrón-cliente. Mientras no compartamos el pan con el prójimo no lo podremos llamar hermano. Aquí todos comparten lo que tienen: unos su experiencia del Reino de Dios y su poder de curar; otros, su mesa y su casa.

¿Habrá hoy quien quiera seguir a Jesús? Pedro, Santiago, Juan y los demás discípulos son hombres sencillos, con sus problemas, sus familias, sus negocios pequeñitos o alguno más importante. Sin embargo, todos captaron el nuevo modo de vivir de Jesús y la propuesta para un mundo diferente. Hoy, si captamos lo grande y maravilloso de esta propuesta, habrá seguramente seguidores fieles de Jesús. Luchar contra los demonios del poder y de la ambición, curar las heridas que deja un mundo hostil, anunciar a todos que Dios está cerca y que se puede compartir en una mesa común, sigue siendo una tarea maravillosa a la que Jesús sigue invitando.

En este domingo, al descubrir el rostro de Jesús frente a los desamparados, ¿cómo nos situamos frente los hermanos desprotegidos y frente a la invitación de Jesús? ¿Con qué palabras y acciones anunciamos la llegada del Reino de Dios? ¿Qué realidades concretas nos abren a la esperanza? ¿Qué dificulta en medio de nosotros la llegada de este Reino?

Dios nuestro, fuerza de todos los que en Ti confían, ayúdanos con tu gracia, sin la cual nada puede nuestra humana debilidad, para que podamos responder fielmente al llamado de Jesús y aportar nuestras pobres fuerzas en la construcción del Reino. Amén.

 

 

En la vida y en la muerte, alegre Tomás Moro

Un hombre alegre en vida e, igualmente, alegre ante la muerte

 

Cada vez que se me presenta alguna oportunidad vuelvo a Santo Tomás Moro (1478-1535). Leer textos suyos o sobre él me resulta grato. Es un personaje para todos los tiempos y edades de la vida. Humanista entre los grandes, juez prudente, canciller de Inglaterra, político íntegro, ejemplo de ciudadano y cristiano comprometido con su tiempo. En esta ocasión he leído la obra de teatro “Tomás Moro” (Rialp, 2012), escrita por varios autores, entre los que se encuentra William Shakespeare. El prólogo del libro corre a cargo de Joseph Pearce, conocedor acucioso de Shakespeare, en cuidadosa traducción de Aurora Rice y Enrique García-Máiquez. Todo abona a generar interés por el libro.

La obra de teatro escrita hacia el año 1600, en una Inglaterra anglicana, pasó los filtros de la censura estatal. Tiene mucho mérito que se haya respetado el perfil y sentir de Tomás Moro, condenado a ser decapitado por alta traición durante el reinado de Enrique VIII, en una historia que nos es muy conocida. Moro se negó a reconocer la licitud del matrimonio de éste ultimo con Ana Bolena, así como su condición de cabeza de la iglesia anglicana en oposición a Roma.

Me ha llamado la atención que el texto acentúe el sentido del humor y la aguda ironía de Moro, muy patente en sus “Epigramas” (Rialp, 2012), como éste, por ejemplo: “Has cantado tan mal que podrías ser obispo, pero has leído tan bien que no podrías serlo”. Sentido del humor que acompaña, asimismo, a sus escritos políticos como la “Utopía”. En la obra de teatro que comento, hay un acto en el que se escenifica el encuentro entre Erasmo de Roterdam y Moro. Como el primero no conocía presencialmente al segundo, Moro trama un juego. Hace que uno de sus amigos finja ser Moro, a fin de gastarle una broma a Erasmo. Éste pronto descubre el juego y con la misma gracia exclama: “La mejor medicina, el buen humor. Capaz conserva el cuerpo, pues sabemos que la melancolía atora el flujo de la sangre y el aire; pero un erguido espíritu nos alarga los días con feliz ejercicio”. Tal para cual.

Durante su detención en la Torre de Londres recibe a su familia en varias oportunidades. A ellos se dirige con estas consoladoras y serenas palabras: “Bienvenido, hijo. Bienvenidas, esposa e hijas. ¿Por qué lloráis? ¿Por qué vivo tranquilo? ¿No me veíais, cuando canciller, siempre agobiado por peticionarios? No podía dormir ni comer ni cenar en paz. Aquí no hay nada de eso. Aquí puedo sentarme a hablar con mi guardián durante medio día. Reíd y estad alegres. ¿Por qué habéis de llorar?”. Así era el talante de Moro. Y, también, sabemos por sus escritos espirituales durante el encierro (“La agonía de Cristo”, por ejemplo) que la prisión nunca tuvo la comodidad de su hogar. Supo pasar por alto estas dificultades pensando en sus seres queridos.

Un hombre alegre en vida e, igualmente, alegre ante la muerte. A uno de sus amigos, camino al cadalso le dice: “Aquí solo vengo a que me sangre el verdugo. Dice mi médico que es bueno para el dolor de cabeza”. Las últimas palabras de Moro en la obra de teatro traslucen su fe y la convicción de que la vida no termina aquí: “Nos vamos suspirando; y luego, a descansar. Aquí abandona Moro la risa. Y con razón: el loco, con su frágil vida de carne, muere. Que ningún ojo eche una triste lágrima. Nuestro nacer al Cielo tiene que ser así: vacío de temor”. Tomás Moro, sabio, honesto, alegre. A él, que goza de la visión beatífica, me encomiendo devotamente.

 

El aborto en un Estado de derecho

El presidente Macron, al inaugurar en enero la presidencia francesa en la Comisión europea, propuso incluir el aborto en la carta europea de los derechos fundamentales. Afortunadamente, a punto de acabar su mandato, podemos afirmar que su llamamiento no tuvo el eco suficiente, así que por ahora limita su intento a la Constitución francesa. El Gobierno alemán quiere igualmente establecer el aborto como un derecho y acaba de crear una comisión para que presente la correspondiente propuesta al Parlamento (Arndt queda bien enterrado). España se suma a esa tendencia, cuyo próximo objetivo es fácilmente predecible: acabar con la objeción de conciencia del personal sanitario. Una vez que el aborto ha adquirido plena carta de naturaleza legal, no tiene sentido que alguien objete, piensan. Hay que acallar como sea esas voces que no dejan de recordarnos que el aborto es un crimen terrible, en el que se derrama la sangre más inocente e indefensa. Corren malos vientos para los bienes fundamentales que el Estado de derecho prometía garantizar. 

Jesús Martínez Madrid

 

 

Los datos de la natalidad

El Instituto Nacional de Estadística acaba de hacer públicos los datos de la natalidad en España. Entre los meses de enero y marzo los nacimientos fueron un 1,7% menos que en el mismo período del año anterior, pero si comparamos con 2019, antes de la pandemia, esto representa un 10% menos. La bajada de la tasa de natalidad se produce en todas las Comunidades Autónomas excepto en La Rioja, Madrid y Aragón. Navarra, Asturias y Extremadura son las regiones con más bajo índice de nacimientos. España ha tenido la tasa natalidad más baja de toda la Unión Europea en el período 2017-2021. Si tenemos en cuenta que la edad media y la esperanza de vida de los españoles no deja de crecer, nos asomamos a una sociedad de personas mayores y sin niños.

Jesús Domingo Martínez

 

Sin derecho a vivir

Como dijo en un contundente comunicado la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal, tras la aprobación de la ley sobre el aborto, con esta sentencia, el Tribunal Constitucional avaló la Ley del Aborto, que pasa a ser constitucional que haya seres humanos que no tienen derecho a vivir. También se pregunta "en nombre de qué justicia se realiza la más injusta de las discriminaciones entre las personas", declarando a unas dignas de ser defendidas, mientras a otras se les niega esa dignidad. Los obispos españoles tienen claro que esta ley del aborto sigue el "camino nefasto de las colonizaciones ideológicas" que el Papa Francisco ha denunciado en su viaje a Hungría.

Como dijo el obispo secretario, es tremendo que las únicas palabras de apoyo que reciba una mujer con un embarazo problemático sean “deshazte de tu hijo”. Estamos ante un disparate jurídico, pero más al fondo, ante una quiebra de civilización. Ahora es decisiva una auténtica movilización social por la vida a través de la ayuda eficaz a las mujeres que viven embarazos no deseados, a través de un debate público que no se puede cancelar, y mediante el testimonio público de personas y familias de que la vida humana siempre es un bien que merece ser protegido.

José Morales Martín

 

 

Nuevo puritanismo

En una emisora de radio, hace unos días, escuchamos la historia de Hope Carrasquilla, la profesora de un colegio de Florida que fue despedida hace dos mes por mostrar en clase una fotografía del David de Miguel Ángel. Algunos padres vieron en la obra maestra del Renacimiento algo pornográfico. La lucha contra la pornografía es más necesaria que nunca.

Pero confundir una obra de arte con la pornografía supone confundirlo casi todo. La belleza, en este caso la de una escultura, siempre es resplandor de algo verdadero. También en Estados Unidos un centenar de académicos de la Universidad de Harvard se han unido a un esfuerzo por defender la libertad de expresión en el campus.

El origen de este nuevo puritanismo es consecuencia de un modo de entender la cultura. La cultura en muchas ocasiones ha dejado de tener que ver con la trascendencia, con los significados, y se ha convertido exclusivamente en representación.

En la educación primaria y secundaria, en las universidades y en los museos, se ha extendido una forma de cultura que se presenta como un proyecto moral muy restringido. Se trata de que toda expresión intelectual o artística tenga como punto de partida el daño, real o ficticio, que han causado ciertas posiciones: por ejemplo, la supremacía blanca, el patriarcado, la gordofobia y un largo etcétera. La cultura, entonces, reduce su horizonte a representar a las víctimas reales o ficticias de los diversos procesos históricos. De esta forma, la ética se aleja de la estética y, sobre todo, se vacía y pierde su horizonte total, que tiene que ver con la verdad integral de lo humano.

Juan García. 

 

El cambio de sexo no es posible

La persona que se opere tendrá siempre la presión de lo que genéticamente es

 

(C) Pexels

(C) Pexels

Julio Tudela, Director del Observatorio de Bioética de la Universidad Católica de Valencia, ha afirmado en una entrevista publicada en YouTube para el canal de La verdad os hará libres, que los fármacos empleados para el bloqueo puberal, que no están autorizados para este uso en casos de disforia de género, sino que lo están para tratar los casos de pubertad precoz, pueden producir graves alteraciones en el desarrollo del cerebro de los adolescentes, tanto a corto como a largo plazo.

«En el proceso madurativo de un adolescente se implica todo su cuerpo, su estructura ósea, su sistema metabólico-endocrino y su sistema nervioso, es decir, su cerebro. Es una fase que está mediada por hormonas. Por tanto, los fármacos que bloquean la pubertad contrarrestan los efectos de estas hormonas y alteran los procesos madurativos en el adolescente».

Efectos secundarios incalculables

Para Tudela, el uso de este tipo de bloqueadores puede conllevar consecuencias muy perjudiciales. «Estos fármacos no están autorizados para este uso, son fármacos que se usan en casos de pubertad precoz. Si se usan en los casos de disforia, se van a utilizar mucho más tiempo, y los efectos secundarios a largo plazo serán incalculables», advierte.

«Los tratamientos que se están utilizando provocan que muchos caracteres físicos vayan a ser modificados, no vamos a dejar que las hormonas de la pubertad hagan

 

su trabajo. Y es, entonces, cuando aparecen los problemas metabólicos. Si bloqueamos las hormonas que están detrás de estas regulaciones, vamos a tener problemas en el futuro. La propia esterilidad de por vida es uno de ellos, afirma el facultativo.

Sin embargo, Tudela cree que hay una consecuencia más importante. «Hoy sabemos que la conectividad cerebral, la manera en la que se conectan las neuronas de nuestro cerebro, lo que nos afianza en nuestra personalidad, condiciona nuestra percepción del mundo y nos conforma en nuestro ejercicio del libre albedrío… está comandada por hormonas», explica.

«Si cuando se está desarrollando aceleradamente esta reestructuración neuronal de nuestro cerebro, que es en la pubertad, interfiero en el proceso bloqueando la acción de estas hormonas, las consecuencias para el cerebro de estas personas son impredecibles», añade.

Además, el investigador recuerda que en la adolescencia siempre hay dudas en la autopercepción. «Los problemas de percepción son un proceso que requiere maduración, este proceso se termina de completar al final de la adolescencia. Si yo bloqueo el proceso de maduración adolescente, no estoy dando oportunidad a la biología del individuo. Estamos echando leña al fuego».

Empeora la salud mental de estos pacientes

Sobre si son efectivos los tratamientos para bloquear los efectos de la pubertad, Tudela afirma que «la cantidad de depresiones, ansiedades, tendencias al suicidio… son mayores en estos pacientes. Nunca se corrigen las causas que originaron la disforia, sino que permanecen ahí, porque nadie entra a analizarlas», comenta.

El profesor explica que hay datos que dicen que las terapias de resignación quirúrgica empeoran la salud mental de los pacientes. Un estudio de Suecia, de 2007, asegura que un 45% de los jóvenes transexuales entre 16 y 24 años tiene tendencias suicidas, y el 26% han intentado suicidarse.

«Estos estudios se han hecho en Suecia, que es muy tolerante y donde no se da el estigma social. Cuando reducimos el estigma social y las tasas de suicidio se mantienen, ¿a qué se debe?», plantea Tudela.

Precisamente en Suecia, la visión que se tenía de este tipo de tratamientos ha sido rectificada. «En 2019, los suecos cambiaron por completo su posición. El principal hospital en investigación de bloqueadores de la pubertad ha dicho que se acabó. En Finlandia dicen ahora que se priorice las intervenciones psicológicas, como tratamiento de primera línea… mientras que en España se denostan, incluso se prohiben», apunta el profesor.

Pero los casos se suceden. «En Noruega hay una comisión de salud que dice que no hay evidencia científica de seguridad y eficacia en estos tratamientos, y que hay que detenerlos. En Reino Unido, que es un país muy liberal, han dicho que los niños menores de 16 años no pueden dar su consentimiento… un poco diferente de lo que hemos aprobado aquí en España», recuerda el especialista, que cita también a Francia, Australia y Canadá.

Personas que necesitan ayuda

Para Tudela, es muy importante que el médico no olvide nunca cuál es su principal tarea «la persona que sufre esto, es una persona que necesita ayuda, que necesita ser escuchada, acogida, aceptada y acompañada. Los médicos deberían adoptar siempre posturas prudentes, mi intervención no puede causar nunca un daño. Y, estas intervenciones, están siendo maleficentes: hacen daño», asegura.

El profesor comenta que, según datos recogidos por un hospital de referencia en Cataluña, el 80% de los adolescentes que ingresan solicitando la transición de género, sale con el tratamiento hormonal prescrito tras la primera consulta. «Esto no es posible, nos estamos volviendo locos, 

esto nunca se ha permitido en la medicina, ¿por qué ahora sí? Estamos prescribiendo tratamientos agresivos de consecuencias irreversibles de forma imprudente», clama.

«Hay que pedir siempre consejo médico pluridisciplinar, dejarse asesorar por especialistas, investigar las causas previas. Es muy frecuente que entre los jóvenes que   manifiestan la disforia se hayan sufrido abusos en la infancia, o trastornos de déficit de atención o de autismo. Si no se trata todo esto, estamos introduciendo nuevos estresores a personas que ya sufren mucho estrés», añade Tudela.

Otro de los elementos a tener en cuenta por padres y médicos, es el del factor ambiental. «Hoy tenemos una gran presión mimética hacia este tipo de conductas. ¿Por qué tenemos un incremento de un 5.000% de casos en los últimos años? La presión de grupo que procede de redes sociales, gobiernos, entidades educativas, la OMS… quiere normalizar y medicalizar estos procesos de transición», comenta.

«Nos llegan muchos casos de psicólogos en colegios que aconsejan a los adolescentes iniciar el proceso de transición. Esto no se puede hacer, es un error, es la manipulación de un niño, que no puede defenderse. Si a un adolescente le prometes que, si se hace no sé qué, va a dejar de sufrir, el adolescente va a decir que sí», afirma el experto.

Y, aquí es cuando llega la trampa. «Cuando el adolescente dice que sí y empieza el conflicto con las familias, y el bloqueo… se siente muy satisfecho. Es en ese momento cuando se hacen los estudios. Pero, si a estas personas las seguimos en el tiempo, veremos que comenzarán a manifestarse las consecuencias negativas y que su índice de satisfacción decrece», relata.

El cambio de sexo no es posible

El profesor concluye asegurando que la biología es muy clara. «El cambio de sexo no es posible, se puede cambiar el aspecto, la apariencia, el comportamiento… pero hay más 6.500 genes de nuestro genoma ya identificados que se expresan de manera diferente según el sexo. La persona que se opere tendrá siempre esa presión de lo que genéticamente es», apunta, y que tendrá que contrarrestar el resto de su vida.

Tudela invita a no olvidar los intereses que hay detrás de toda esta deriva, desde los ideológicos y económicos, hasta los demográficos. «Hay intereses de manipulación demográfica, todos estos procesos conducen a la esterilidad. Hay presiones de control de la población que están detrás, y esto la OMS (Organización Mundial de la Salud) lo ha dicho sin sonrojo», expresa.

Julio Tudela – Observatorio de Bioética