Las Noticias de hoy 25 Marzo 2023

Enviado por adminideas el Sáb, 25/03/2023 - 11:53

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Ideas Claras

DE INTERES PARA HOY    sábado, 25 de marzo de 2023    

Indice:

ROME REPORTS

El Papa: Cuando Jesús nos sana, nos devuelve la dignidad

El Papa: Los corredores humanitarios son una forma de evitar tragedias

“La Iglesia debe ir adelante, debe crecer continuamente, así permanecerá joven”

LA VOCACIÓN DE SANTA MARÍA : Francisco Fernandez Carbajal

25 de marzo: Anunciación del Señor

La anunciación del Señor : San Josemaria

La Anunciación del Señor

«Fueron hombres y mujeres profundamente convencidos de la fuerza y belleza del mensaje que tenían entre manos»

Isidoro Zorzano: soñar cosas grandes

La familia, lugar precioso donde se resguarda la vida : Silvia del Valle Márquez

Jean-Luc Moens: “Yo no quiero ir al cielo sin mi mujer” : Leticia Sánchez de León

Pilar Río: Los laicos, hombres y mujeres “del mundo en el corazón de la Iglesia” : Antonino Piccione

¿Solo o a solas? : Lucía Legorreta

¿Sirvió la guerra de Irak para algo positivo? : Salvador Sánchez Tapia

¿Nos podemos fiar de las garantías de las monedas estables? : Germán López Espinosa

Proteger a las posibles víctimas : Pedro García

La pendiente de la eutanasia: Jesús D Mez Madrid

Nunca el derecho de la mujer : Juan García. 

Más de un año de guerra : José Morales Martín

Los famosos que fueron «hijos no deseados»

 

 

ROME REPORTS

 

El Papa: Cuando Jesús nos sana, nos devuelve la dignidad

Palabras del Santo Padre antes del Ángelus

 

Ángelus 15 de enero de 2023 © Vatican Media

Alas 12 del mediodía de hoy, domingo 19 de marzo 2023, el Santo Padre Francisco se asomó a la ventana del estudio del Palacio Apostólico Vaticano para recitar el Ángelus con los fieles y peregrinos congregados en la Plaza de San Pedro.

Estas son las palabras del Papa al introducir la oración mariana:

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Palabras del Papa

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy el Evangelio nos muestra a Jesús que devuelve la vista a un hombre ciego de nacimiento (cfr Jn 9,1-41). Pero este prodigio no es bien recibido por varias personas y grupos. Veamos en detalle.

Pero primero quisiera deciros: hoy, tomad el Evangelio de Juan y leed vosotros este milagro de Jesús, es hermoso el modo en el que Juan lo cuenta. Capítulo 9, en dos minutos se lee. Hace ver cómo procede Jesús y cómo procede el corazón humano: el corazón humano bueno, el corazón humano tibio, el corazón humano temeroso, el corazón humano valiente. Capítulo 9 del Evangelio de Juan. Hacedlo hoy, os ayudará mucho. ¿Y de qué manera las personas acogen este signo?

En primer lugar, están los discípulos de Jesús, que ante el ciego de nacimiento terminan en el chismorreo: se preguntan si la culpa es de sus padres o suya (cf. v. 2). Buscan un culpable; y nosotros muchas veces caemos en esto que es tan cómodo: buscar un culpable, en lugar de plantearse preguntas exigentes en la vida. Y hoy podemos decir: ¿qué significa para nosotros la presencia de esta persona? ¿qué nos pide a nosotros? Después, una vez curado, las reacciones aumentan. La primera es la de los vecinos, que se muestran escépticos: “Este hombre siempre ha sido ciego: ¡no es posible que vea ahora, no puede ser él, es otro!”: escepticismo (cfr vv. 8-9). Para ellos es inaceptable, mejor dejar todo como era antes (cfr v. 16) y no meterse en este problema. Tienen miedo, temen a las autoridades religiosas y no se pronuncian (cfr vv. 18-21). En todas estas reacciones, emergen corazones cerrados frente al signo de Jesús, por varios motivos: porque buscan un culpable, porque no saben sorprenderse, porque no quieren cambiar, porque están bloqueados por el miedo. Y muchas situaciones se parecen hoy a esta. Delante de algo que es precisamente un mensaje de testimonio de una persona, es un mensaje de Jesús, nosotros caemos en esto: buscamos otra explicación, no queremos cambiar, buscamos una salida más elegante que aceptar la verdad.

El único que reacciona bien es el ciego: él, feliz de ver, testimonia lo que le ha sucedido de la forma más sencilla: «Era ciego y ahora veo» (v. 25). Dice la verdad. Primero se veía obligado a pedir limosna para vivir y sufría los prejuicios de la gente: “es pobre y ciego de nacimiento, debe sufrir, debe pagar por sus pecados o por los de sus antepasados”. Ahora, libre en el cuerpo y en el espíritu, da testimonio de Jesús: no inventa nada y no esconde nada. “Era ciego y ahora veo”. No tiene miedo de lo que dirán los otros: el sabor amargo de la marginación ya lo ha conocido durante toda la vida, ya ha sentido sobre él la indiferencia, el desprecio de los transeúntes, de quien lo consideraba como un descarte de la sociedad, útil a lo sumo para la piedad de alguna limosna. Ahora, curado, ya no teme esas actitudes de desprecio, porque Jesús le ha dado plena dignidad. Y esto es claro, sucede siempre: cuando Jesús nos sana, nos devuelve la dignidad, la dignidad de la sanación de Jesús, plena, una dignidad que sale del fondo del corazón, que toma toda la vida; y Él en sábado, delante de todos, le ha liberado y le ha donado la vista sin pedirle nada, ni siquiera un gracias, y él da testimonio. Esta es la dignidad de una persona noble, de una persona que se sabe curada y retoma, renace; ese renacer en la vida, del que se hablaba hoy en “A Sua Immagine”: renacer.

Hermanos, hermanas, con todos estos personajes el Evangelio de hoy nos pone también a nosotros en medio de la escena, así que nos preguntamos: ¿qué posición tomamos?, ¿qué hubiéramos dicho entonces? Y, sobre todo, ¿qué hacemos hoy? Como el ciego, ¿sabemos ver el bien y ser agradecidos por los dones que recibimos? Me pregunto: ¿cómo es mi dignidad? ¿Cómo es tu dignidad? ¿Testimoniamos a Jesús o difundimos críticas y sospechas? ¿Somos libres frente a los prejuicios o nos asociamos a los que difunden negatividad y chismes? ¿Estamos felices de decir que Jesús nos ama, que nos salva o, como los padres del ciego de nacimiento, nos dejamos enjaular por temor a lo que pensará la gente? Los tibios de corazón que no aceptan la verdad y no tienen la valentía de decir: “No, esto es así”. Y también, ¿cómo acogemos las dificultades y la indiferencia de los demás? ¿Cómo acogemos a las personas que tienen tantas limitaciones en la vida, ya sean físicas, como este ciego; o sociales, como los mendigos que encontramos por la calle? ¿Y esto lo acogemos como una maldición o como ocasión para hacernos cercanos a ellos con amor?

Hermanos y hermanas, pidamos hoy la gracia de sorprendernos cada día por los dones de Dios y de ver las diferentes circunstancias de la vida, también las más difíciles de aceptar, como ocasiones para obrar el bien, como hizo Jesús con el ciego. La Virgen nos ayude en esto, junto a San José, hombre justo y fiel.

 

 

El Papa: Los corredores humanitarios son una forma de evitar tragedias

El Papa en audiencia con los refugiados que llegan a Europa

 

 

Este sábado, 18 de marzo de 2023, en el Aula Pablo VI, el Santo Padre Francisco ha recibido en audiencia a los refugiados llegados a Europa a través de los corredores humanitarios, junto con sus familias y representantes de las Comunidades que los acogen y se ocupan de su integración.

Publicamos a continuación el discurso que el Papa dirigió a los presentes durante el encuentro:

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Discurso del Papa

Queridos amigos, ¡buenos días y bienvenidos!

Quiero dar las gracias a quienes han intervenido para explicar la iniciativa y dar sus testimonios. Me alegra conocer a tantas personas refugiadas y a sus familias que han llegado a Italia, Francia, Bélgica y Andorra a través de los corredores humanitarios. Su realización se debe tanto a la generosa creatividad de la Comunidad de Sant’Egidio, la Federación de Iglesias Evangélicas y la Mesa Valdense, como a la red de acogida de la Iglesia italiana, en particular Cáritas, así como al compromiso del gobierno italiano y de los gobiernos que los han acogido.

Los corredores humanitarios se pusieron en marcha en 2016 como respuesta a la situación cada vez más dramática en la ruta del Mediterráneo. Hoy tenemos que decir que esa iniciativa está de trágica actualidad, es más, es más necesaria que nunca; el reciente naufragio en Cutro desgraciadamente también lo atestigua. Ese naufragio no debería haber ocurrido, y hay que hacer todo lo posible para que no se repita. Los corredores son puentes que tantos niños, mujeres, hombres, ancianos, procedentes de situaciones muy precarias y de graves peligros, han cruzado finalmente con seguridad, legalidad y dignidad hacia sus países de acogida. Cruzan las fronteras y, más aún, los muros de la indiferencia en los que a menudo se rompe la esperanza de tantas personas que esperan durante años en situaciones dolorosas e insoportables.

Cada uno de ustedes merece atención por la dura historia que ha vivido. En particular, quisiera recordar a quienes han pasado por los campos de detención en Libia; varias veces he escuchado su experiencia de dolor, humillación y violencia. Los corredores humanitarios son una forma viable de evitar las tragedias y los peligros del tráfico de personas. Sin embargo, aún se necesitan muchos esfuerzos para extender este modelo y abrir más rutas legales para la migración. Allí donde falta voluntad política, modelos eficaces como el suyo ofrecen nuevas vías viables. Al fin y al cabo, una migración segura, ordenada, regular y sostenible redunda en interés de todos los países. Si ustedes no ayudan a reconocerlo, se corre el riesgo de que el miedo apague el futuro y justifique las barreras sobre las que se destrozan vidas.

El trabajo que ustedes realizan, identificando y acogiendo a las personas vulnerables, trata de responder de la manera más adecuada a un signo de los tiempos. Señala un camino a Europa, para que no permanezca bloqueada, atemorizada, sin visión de futuro. En efecto, «encerrarse en uno mismo o en la propia cultura no es nunca la manera de recuperar la esperanza» (Discurso en la Universidad Roma Tre, 17 de febrero de 2017). De hecho, la historia europea se ha desarrollado a lo largo de los siglos gracias a la integración de poblaciones y culturas diferentes. Por tanto, ¡no tengamos miedo al futuro!

Los corredores humanitarios no sólo pretenden llevar a los refugiados a Italia y otros países europeos, arrancándolos de situaciones de incertidumbre, peligro y espera interminable; también trabajan por la integración, porque no hay acogida sin integración. Al mismo tiempo, en su trabajo han aprendido que la integración no está exenta de dificultades. No todos los que llegan están preparados para el largo viaje que les espera. Por eso es importante poner aún más cuidado y creatividad en informar a quienes tienen la oportunidad de venir a Europa sobre la realidad que van a encontrar. Y no olvidemos que hay que acompañar a las personas de principio a fin. Vuestro papel termina cuando una persona está realmente integrada en nuestra sociedad. La Sagrada Escritura enseña: «Tratarás al extranjero que habita entre vosotros como al que ha nacido entre vosotros» (Lev 19,34).

Saludo aquí a los cientos de personas, familias, comunidades, que generosamente se han puesto a disposición para llevar a cabo este proceso virtuoso. Habéis abierto vuestros corazones y vuestros hogares. Habéis apoyado la integración con vuestros recursos y habéis implicado a otros. Os doy las gracias de todo corazón: representáis un bello rostro de Europa, que se abre al futuro y paga su camino.

A vosotros, promotores de los «corredores», a los religiosos y religiosas, a las personas y organizaciones que habéis participado en ellos, quiero deciros: sois mediadores de una historia de integración, no intermediarios que se aprovechan de la necesidad y el sufrimiento. No sois intermediarios, sino mediadores, y demostráis que, si se trabaja seriamente para sentar las bases, es posible acoger e integrar eficazmente.

Esta historia de acogida es un compromiso concreto por la paz. Entre vosotros hay muchos refugiados ucranianos; a ellos quiero decirles que el Papa no renuncia a buscar la paz, a esperarla y a rezar por ella. Lo hago por vuestro atormentado país y por otros afectados por la guerra; aquí hay muchas personas que han huido de otras guerras. Y este servicio a los pobres, a los refugiados y a los desplazados es también una fuerte experiencia de unidad entre los cristianos. De hecho, esta iniciativa de los corredores humanitarios es ecuménica. Es un hermoso signo que une a hermanos y hermanas que comparten la fe en Cristo.

Por ello, saludo con afecto a quienes, entre vosotros, han atravesado los corredores humanitarios y viven ahora una nueva vida. Habéis demostrado una firme voluntad de vivir libres del miedo y la inseguridad. Habéis encontrado amigos y simpatizantes que ahora son una segunda familia para vosotros. Habéis estudiado un nuevo idioma y conocido una nueva sociedad. Todo esto ha sido difícil, pero fructífero. Lo digo también como hijo de una familia de emigrantes que ha recorrido este camino. Vuestro buen ejemplo y vuestra laboriosidad ayudan a disipar temores y alarmas sobre los extranjeros. Al contrario, vuestra presencia puede ser una bendición para el país en el que os encontráis y cuyas leyes y cultura habéis aprendido a respetar. La hospitalidad que se os ha ofrecido se ha convertido para vosotros en un motivo de retribución: de hecho, algunos de vosotros os dedicáis a servir a otros que lo necesitan.

Así, hermanos y hermanas, en esta asamblea nuestra, donde los que acogen y los acogidos están juntos y casi se mezclan, podemos saborear la palabra del Señor Jesús: «Fui forastero y me acogisteis» (Mt 25,35). Esta palabra nos indica todo el camino. Un camino que hay que recorrer juntos, con perseverancia. ¡Gracias por abrirlo y trazarlo! ¡Adelante! Que el Señor os bendiga y la Virgen, Madre del Camino, os guarde. Yo también os bendigo de corazón, y os pido por favor que recéis por mí.

 

 

“La Iglesia debe ir adelante, debe crecer continuamente, así permanecerá joven”

8ª catequesis del Papa Francisco sobre la pasión de evangelizar

 

Catequesis del Papa, Evangelizar © Vatican Media

El Santo Padre ha continuado este miércoles, 22 de marzo de 2023, con el ciclo de catequesis en la audiencia general sobre el tema de la “pasión de evangelizar”.

A continuación, sigue el texto de la catequesis completa, los saludos y el resumen de las palabras en español del Santo Padre.

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Catequesis. La pasión por la evangelización: el celo apostólico del creyente 8. La primera forma de evangelización: dar testimonio (cf. Evangelii nuntiandi)

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy nos ponemos a la escucha de la “carta magna” de la evangelización en el mundo contemporáneo: la exhortación apostólica Evangelii nuntiandi de san Pablo VI (EN, 8 de diciembre de 1975). Es actual, fue escrita en 1975, pero es como si hubiera sido escrita ayer. La evangelización es más que una simple transmisión doctrinal y moral. Es en primer lugar testimonio: no se puede evangelizar sin testimonio; testimonio del encuentro personal con Jesucristo, Verbo Encarnado en el cual la salvación se ha cumplido. Un testimonio indispensable porque, ante todo, el mundo necesita «evangelizadores que le hablen de un Dios a quien ellos mismos conocen y tratan familiarmente» (EN, 76). No es transmitir una ideología o una “doctrina” sobre Dios, no. Es transmitir a Dios que se hace vida en mí: esto es dar testimonio; y además porque «el hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan, […] o si escuchan a los que enseñan, es porque dan testimonio» (ibid., 41). El testimonio de Cristo, por tanto, es al mismo tiempo el primer medio de la evangelización (cf. ibid.) y condición esencial para su eficacia (cf. ibid., 76), para que sea fructuoso el anuncio del Evangelio. Ser testigos.

Es necesario recordar que el testimonio comprende también la fe profesada, es decir, la adhesión convencida y manifiesta a Dios Padre e Hijo y Espíritu Santo, que por amor nos ha creado, nos ha redimido. Una fe que nos transforma, que transforma nuestras relaciones, los criterios y los valores que determinan nuestras elecciones. El testimonio, por tanto, no puede prescindir de la coherencia entre lo que se cree y lo que se anuncia y lo que se vive. No se es creíble solamente diciendo una doctrina o una ideología, no. Una persona es creíble si tiene armonía entre lo que cree y lo que vive. Muchos cristianos solamente dicen que creen, pero viven de otra cosa, como si no lo fueran. Y esto es hipocresía. Lo contrario del testimonio es la hipocresía. Cuántas veces hemos escuchado “ah, este va a misa todos los domingos, y después vive así, así, así, así”: es verdad, es el contratestimonio.

Cada uno de nosotros está llamado a responder a tres preguntas fundamentales, así formuladas por Pablo VI: “¿Creéis verdaderamente en lo que anunciáis? ¿Vivís lo que creéis? ¿Predicáis verdaderamente lo que vivís?” (cf. ibid.). Hay una armonía: ¿crees en lo que anuncias? ¿Tú vives lo que crees? ¿Tú anuncias lo que vives? No nos podemos conformar con respuestas fáciles, preconfeccionadas. Estamos llamados a aceptar también el riesgo desestabilizante de la búsqueda, confiando plenamente en la acción del Espíritu Santo que obra en cada uno de nosotros, impulsándonos a ir siempre más allá: más allá de nuestros confines, más allá de nuestras barreras, más allá de nuestros límites, de cualquier tipo.

En este sentido, el testimonio de una vida cristiana conlleva un camino de santidad, basado en el Bautismo, que nos hace «partícipes de la divina naturaleza, y, por lo mismo, realmente santos» (Const. dogm. Lumen gentium, 40). Una santidad que no está reservada a pocos; que es don de Dios y requiere ser acogido y que fructifique para nosotros y para los demás. Nosotros elegidos y amados por Dios, debemos llevar este amor a los otros. Pablo VI enseña que el celo por la evangelización brota de la santidad, brota del corazón que está lleno de Dios. Alimentada por la oración y sobre todo del amor por la Eucaristía, la evangelización a su vez hace crecer en santidad a la gente que la realiza (cf. EN, 76). Al mismo tiempo, sin la santidad la palabra dela evangelizador «difícilmente abrirá brecha en el corazón de los hombres de este tiempo», sino que «corre el riesgo de hacerse vana e infecunda» (ibid.).

Entonces, debemos ser conscientes que los destinatarios de la evangelización no son solamente los otros, aquellos que profesan otros credos o que no los profesan, sino también nosotros mismos, creyentes en Cristo y miembros activos del Pueblo de Dios. Y debemos convertirnos cada día, acoger la palabra de Dios y cambiar de vida: cada día. Y así se hace la evangelización del corazón.  Para dar este testimonio, también la Iglesia en cuanto tal debe comenzar con la evangelización de sí misma. Si la Iglesia no se evangeliza a sí misma se queda en una pieza de museo. En cambio, lo que la actualiza constantemente es la evangelización de sí misma. Necesita escuchar sin cesar lo que debe creer, las razones de su esperanza, el mandamiento nuevo del amor. La Iglesia, que es un pueblo de Dios inmerso en el mundo y, con frecuencia, tentado por los ídolos —muchos— siempre necesita oír proclamar las obras de Dios. En una palabra, esto quiere decir que la Iglesia siempre tiene necesidad de ser evangelizada, tiene necesidad de tomar el Evangelio, rezar y sentir la fuerza del Espíritu que va cambiando el corazón (cf. EN, 15).

Una Iglesia que se evangeliza para evangelizar es una Iglesia que, guiada por el Espíritu Santo, está llamada a recorrer un camino exigente, un camino de conversión, de renovación. Esto conlleva también la capacidad de cambiar los modos de comprender y vivir su presencia evangelizadora en la historia, evitando refugiarse en las cómodas zonas de la lógica del “siempre se ha hecho así”. Son refugios que enferman la Iglesia. La Iglesia debe ir adelante, debe crecer continuamente, así permanecerá joven. Esta Iglesia está completamente dirigida a Dios, por tanto, es partícipe de su proyecto de salvación para la humanidad, y, al mismo tiempo, enteramente dirigida hacia la humanidad. La Iglesia debe ser una Iglesia que encuentra dialógicamente el mundo contemporáneo, que teje relaciones fraternas, que genera espacios de encuentro, aplicando buenas prácticas de hospitalidad, de acogida, de reconocimiento e integración del otro y de la alteridad, y que cuida de la casa común que es la creación. Es decir, una Iglesia que encuentra dialógicamente el mundo contemporáneo, dialoga con el mundo contemporáneo, pero que encuentra cada día al Señor y dialoga con el Señor, y deja entrar al Espíritu Santo que es el protagonista de la evangelización. Sin el Espíritu Santo nosotros podremos solamente hacer publicidad de la Iglesia, no evangelizar. Es el Espíritu Santo en nosotros, lo que nos impulsa hacia la evangelización y esta es la verdadera libertad de los hijos de Dios.

Queridos hermanos y hermanas, os renuevo la invitación a leer y releer la Evangelii nuntiandi: os digo la verdad, yo la leo a menudo, porque es la obra maestra de san Pablo VI, es la herencia que nos ha dejado a nosotros para evangelizar.


Saludos:

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Los invito a leer y a reflexionar, de una manera personal y comunitaria, la Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi, y llevar a la oración estas preguntas: ¿Crees lo que anuncias? ¿Vives lo que crees? ¿Anuncias lo que vives? Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide. Muchas gracias.


 

LLAMAMIENTOS

Hoy se celebra la Jornada Mundial del Agua. Vuelven a la mente las palabras de san Francisco de Asís: «Alabado seas, mi Señor, por la hermana agua, la cual es muy útil y humilde, y preciosa y casta». En estas sencillas palabras escuchamos la belleza de la creación y la conciencia de los desafíos que implica cuidar de ella. En estos días se celebra en Nueva York la segunda Conferencia del Agua de la Organización de las Naciones Unidas. Rezo por el buen resultado de los trabajos y espero que este importante evento pueda acelerar las iniciativas a favor de quienes sufren la escasez de agua, este bien primario. El agua no puede ser objeto de despilfarros y abusos o motivo de guerras, sino que debe ser preservada para nuestro beneficio y el de las generaciones futuras.

El sábado se celebrará la Solemnidad de la Anunciación del Señor y el pensamiento va al 25 de marzo del año pasado, cuando en unión con todos los Obispos del mundo, se consagraron la Iglesia y la humanidad, en particular Rusia y Ucrania, al corazón Inmaculado de María. No nos cansemos de encomendar la causa de la paz a la Reina de la paz. Por eso deseo invitar a cada creyente y comunidad, especialmente a los grupos de oración, a renovar cada 25 de marzo el acto de consagración a la Virgen, para que Ella, que es Madre, pueda custodiar a todos en la unidad y en la paz.

Y no nos olvidemos, en estos días, de la martirizada Ucrania, que sufre tanto.


 

Resumen leído por el Santo Padre en español

Queridos hermanos y hermanas:

En esta catequesis reflexionamos sobre la Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi, de san Pablo VI, dedicada a la evangelización en el mundo contemporáneo. Recordamos que evangelizar, más que la mera transmisión de contenidos doctrinales o morales, es ante todo dar testimonio del encuentro personal con Jesucristo. Y esto es muy importante, porque la gente necesita de testigos, es decir, de personas que sean coherentes entre lo que creen y lo que viven, entre la fe que profesan y las obras que realizan. Coherencia.

Otro aspecto a tener en cuenta es que los destinatarios de la evangelización no son solamente las personas que están fuera de la Iglesia —porque profesan otra religión o no profesan ninguna—; sino también nosotros mismos, que pertenecemos al Pueblo de Dios. Y esto significa que la misma Iglesia, para poder evangelizar, necesita ser evangelizada, y para ello está llamada a recorrer un camino exigente, un camino de continua conversión y renovación.

 

LA VOCACIÓN DE SANTA MARÍA

— El ejemplo de Nuestra Señora.

— Corresponder a la propia vocación.

— El  que nos pide el Señor.

I. Al entrar al mundo dijo el Señor: Vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad1.

La Anunciación y Encarnación del Hijo de Dios es el hecho más maravilloso y extraordinario, el misterio más entrañable de las relaciones de Dios con los hombres y el más trascendental de la historia de la humanidad: ¡Dios se hace hombre y para siempre! Y sin embargo este acontecimiento tuvo lugar en un pueblo pequeño de un país prácticamente desconocido en su tiempo. En Nazareth, «el que es Dios verdadero nace como hombre verdadero, sin que falte nada a la integridad de su naturaleza humana, conservando la totalidad de la esencia que le es propia y asumiendo la totalidad de nuestra esencia humana... para restaurarla»2.

San Lucas nos narra con suma sencillez este supremo acontecimiento: En el sexto mes fue enviado un ángel a una ciudad de Galilea, llamada Nazareth, a una virgen desposada con un varón de nombre José, de la casa de David, y el nombre de la virgen era María3. La piedad popular ha representado desde antiguo a Santa María recogida en oración cuando recibe la embajada del ángel: Dios te salve, llena de gracia, el Señor es contigo. Nuestra Madre quedó turbada ante estas palabras, pero con una turbación que no la deja paralizada. Ella conocía bien la Escritura por la instrucción que todo judío recibía desde los primeros años y, sobre todo, por la claridad y penetración que le daban su fe incomparable, su profundo amor y los dones del Espíritu Santo. Por eso entendió el mensaje de aquel enviado de Dios. Su alma está completamente abierta a lo que Dios le va a pedir. El ángel se apresura a tranquilizarla y le descubre el designio del Señor sobre ella, su vocación: has hallado gracia delante de Dios –le dice–: concebirás en tu seno y darás a luz a un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor le dará el trono de David, su padre, reinará eternamente sobre la casa de Jacob, y su Reino no tendrá fin.

«El mensajero saluda, en efecto, a María como llena de gracia: la llama así como si este fuera su verdadero nombre. No llama a su interlocutora con el nombre que le es propio en el registro civil, Miryam (María), sino con este nombre nuevo: llena de gracia. ¿Qué significa este nombre? ¿Por qué el arcángel llama así a la Virgen de Nazareth?

»En el lenguaje de la Biblia, gracia significa un don especial que, según el Nuevo Testamento, tiene la propia fuente en la vida trinitaria de Dios mismo, de Dios que es amor (cfr. 1 Jn 4, 8)»4. María es llamada llena de gracia porque este nombre designa su verdadero ser. Cuando Dios cambia un nombre a alguien o le da un sobrenombre, le destina a algo nuevo o le descubre su verdadera misión en la historia de la salvación. María es llamada llena de gracia, agraciadísima, en razón de su Maternidad divina.

El anuncio del ángel descubre a María su propio quehacer en el mundo, la clave de toda su existencia. La Anunciación fue para Ella una iluminación perfectísima que alcanzó su vida entera y la hizo plenamente consciente de su papel excepcional en la historia de la humanidad. «María es introducida definitivamente en el misterio de Cristo a través de este acontecimiento»5.

Cada día –en el Ángelus–, muchos cristianos en todo el mundo recordamos a Nuestra Madre este momento inefable para Ella y para toda la humanidad; también cuando contemplamos el primer misterio de gozo del Santo Rosario. Procuremos meternos en esa escena y contemplar a Santa María que abraza con amorosa piedad la santa voluntad de Dios. «Cómo enamora la escena de la Anunciación. –María –¡cuántas veces lo hemos meditado! está recogida en oración..., pone sus cinco sentidos y todas sus potencias al habla con Dios. En la oración conoce la Voluntad divina; y con la oración la hace vida de su vida: ¡no olvides el ejemplo de la Virgen!»6.

II. Aquí estoy para hacer tu voluntad7.

La Trinidad Santísima había trazado un plan para Nuestra Señora, un destino único y absolutamente excepcional: ser Madre del Dios encarnado. Pero Dios pide a María su libre aceptación. No dudó Ella de las palabras del ángel, como había hecho Zacarías; manifiesta, sin embargo, la incompatibilidad entre su decisión de vivir siempre la virginidad, que el mismo Dios había puesto en su corazón, y la concepción de un hijo. Es entonces cuando el ángel le anuncia en términos claros y sublimes que iba a ser madre sin perder su virginidad: El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que nacerá será llamado Santo, Hijo de Dios.

María escucha y pondera en su corazón estas palabras. Ninguna resistencia en su inteligencia y su corazón: todo está abierto a la voluntad divina, sin restricción ni limitación alguna. Este abandono en Dios es lo que hace al alma de María ser buena tierra capaz de recibir la semilla divina8Ecce ancilla Domini... he aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra. Nuestra Señora acepta con inmensa alegría no tener otra voluntad y otro querer que el de su Amo y Señor, que desde aquel momento es también Hijo suyo, hecho hombre en sus purísimas entrañas. Se entrega sin limitación alguna, sin poner condiciones, con júbilo y libremente. «Así María, hija de Adán, al aceptar el mensaje divino, se convirtió en Madre de Jesús y, al abrazar de todo corazón y sin entorpecimiento de pecado alguno la voluntad de Dios, se consagró totalmente como esclava del Señor a la Persona y a la obra de su Hijo, sirviendo con diligencia al misterio de la redención con Él y bajo Él, con la gracia de Dios omnipotente. Con razón, pues, piensan los Santos Padres que María no fue un instrumento puramente pasivo en las manos de Dios, sino que cooperó a la salvación de los hombres con fe y obediencia libres»9.

La vocación de Santa María es el ejemplo perfecto de toda vocación. Entendemos la vida nuestra y los acontecimientos que la rodean a la luz de la propia llamada. Es en el empeño por llevar a cabo ese designio divino donde encontramos el camino del Cielo y la propia plenitud humana y sobrenatural.

La vocación no es tanto la elección que nosotros hacemos, como aquella que Dios ha hecho de nosotros a través de mil circunstancias que es necesario saber interpretar con fe y con un corazón limpio y recto. No me habéis elegido vosotros a Mí, sino que Yo os elegí a vosotros10. «Toda vocación, toda existencia, es por sí misma una gracia que encierra en sí otras muchas. Una gracia, esto es, un don, algo que se nos da, que se nos regala sin derecho alguno de nuestra parte, sin mérito propio que lo motive o -menos aún justifique. No es preciso que la vocación, el llamamiento a cumplir el designio de Dios, la misión asignada, sea grande o brillante: basta que Dios haya querido utilizarnos, servirse de nosotros, basta el hecho de que confíe en nuestra colaboración. Es esto ya, en sí mismo, tan inaudito, tan grandioso, que toda una vida dedicada al agradecimiento no bastaría para corresponder»11.

Hoy le será muy grato a Dios que le demos gracias por las incontables luces que han ido señalando el itinerario de nuestra llamada, y que lo hagamos a través de su Madre Santísima que tan fidelísimamente correspondió a lo que el Señor quiso de Ella.

III. Ne timeas...

«No temas. Aquí radica el elemento constitutivo de la vocación. El hombre, de hecho, teme. Teme no solamente ser llamado al sacerdocio, sino también ser llamado a la vida, a sus obligaciones, a una profesión, al matrimonio. Este temor muestra un sentido de responsabilidad inmadura. Hay que superar el temor para acceder a una responsabilidad madura: hay que aceptar la llamada, escucharla, asumirla, ponderarla según nuestras luces, y responder: sí, sí. No temas, no temas, pues has hallado la gracia, no temas a la vida, no temas tu maternidad, no temas tu matrimonio, no temas tu sacerdocio, pues has hallado la gracia. Esta certidumbre, esta conciencia nos ayuda de igual forma que ayudó a María. En efecto, “la tierra y el paraíso esperan tu , oh Virgen Purísima”. Son palabras de San Bernardo, famosas y hermosísimas palabras. Espera tu , María. Espera tu , madre que vas a tener un hijo; espera tu , hombre que debes asumir una responsabilidad personal, familiar y social...

»Esta es la respuesta de María, la respuesta de una madre, la respuesta de un joven: un  para toda la vida»12, que nos compromete gozosamente.

La respuesta de María –fiat– es aún más definitiva que un simple . Es la entrega total de la voluntad a lo que el Señor quería de Ella en aquel momento y a lo largo de toda su vida. Este fiat tendrá su culminación en el Calvario cuando, junto a la Cruz, se ofrezca juntamente con su Hijo.

El  que nos pide el Señor, a cada uno en su propio camino, se prolonga a lo largo de toda la vida, en acontecimientos pequeños unas veces, mayores otras, en las sucesivas llamadas, de las cuales unas son preparación para las siguientes. El  a Jesús nos lleva a no pensar demasiado en nosotros mismos y a estar atentos, con el corazón vigilante, hacia donde viene la voz del Señor que nos señala el camino que Él traza a los suyos. En esta correspondencia amorosa se van entrelazando, en perfecta armonía, la propia libertad y la voluntad divina,

Pidamos hoy a Nuestra Señora el deseo sincero y grande de conocer con más hondura la propia vocación, y luz para corresponder a las sucesivas llamadas que el Señor nos hace. Pidámosle que sepamos darle una respuesta pronta y firme en cada circunstancia, pues solo la vocación es lo que llena una vida y le da sentido.

1 Heb 10, 5-7. — 2 Liturgia de las Horas, Segunda lectura. San León Magno, Carta 28, a Flaviano, 3 — 3 Lc 1, 26-37. — 4 Juan Pablo II, Enc. Redemptoris Mater, 25-III-1987, 8. — 5 Juan Pablo II, loc. cit. — 6 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 481. — 7 Salmo responsorial. Sal 39, 7. — 8 Cfr. M. D. Philippe, Misterio de María, Rialp, Madrid 1986, p. 108. — 9 Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 56. — 10 Jn 15, 16. — 11 F. Suárez, La Virgen Nuestra Señora, Rialp, 17ª ed., Madrid 1984, pp. 35-36. — 12 Juan Pablo II, Alocución 25-III-1982.

 

 

25 de marzo: Anunciación del Señor

Comentario de la solemnidad de la Anunciación. “Y entró donde ella estaba y le dijo: Dios te salve, llena de gracia, el Señor es contigo”. Contemplando a nuestra Madre Inmaculada, bella, totalmente pura, humilde, sin soberbia ni presunción, podemos reconocer nuestro destino verdadero: ser amados, ser transformados por el amor de Dios.

25/03/2023

Evangelio (Lc 1, 26-38)

En el sexto mes fue enviado el ángel Gabriel de parte de Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David. La virgen se llamaba María.

Y entró donde ella estaba y le dijo:

— Dios te salve, llena de gracia, el Señor es contigo.

Ella se turbó al oír estas palabras, y consideraba qué podía significar este saludo.

Y el ángel le dijo:

— No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios: concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará eternamente sobre la casa de Jacob y su Reino no tendrá fin.

María le dijo al ángel:

— ¿De qué modo se hará esto, pues no conozco varón?

Respondió el ángel y le dijo:

— El Espíritu Santo descenderá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso, el que nacerá Santo será llamado Hijo de Dios. Y ahí tienes a Isabel, tu pariente, que en su ancianidad ha concebido también un hijo, y la que llamaban estéril está ya en el sexto mes, porque para Dios no hay nada imposible.

Dijo entonces María:

— He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.

Y el ángel se retiró de su presencia.


Comentario

El evangelio de San Lucas nos presenta a María, una muchacha de Nazaret, un pueblo minúsculo de Israel.

En esa muchacha de aquel pueblecito lejano, alejada de los focos del mundo, se posó la mirada del Señor, que la había elegido para ser la madre de su Hijo.

La historia de María es así la historia de un Dios que sorprende.

Y María se deja sorprender ante el anuncio del Ángel, no oculta su admiración. Es el asombro de ver que Dios quiere hacerse hombre, y que la ha elegido precisamente a Ella, para ser su madre. Una sencilla muchacha de Nazaret, que no vive en los palacios del poder y de la riqueza, que no ha hecho cosas extraordinarias.

Es el asombro de ver que Dios está enamorado de ella: es la llena de gracia.

Dios la miró así desde el primer instante de su designio de amor.

La miró bella, llena de gracia.

¡Qué hermosa es María!

Esta expresión, “llena de gracia”, tan familiar para el pueblo cristiano, es un saludo de gran profundidad, porque le recuerda la grandeza de su vocación: Ella ha sido elegida para ser la Madre de Dios y por ello ha sido preservada del pecado original en el instante mismo de su Concepción.

La "llena de gracia" es el nombre que Dios mismo le da para indicar que desde siempre y para siempre es la amada, la escogida para acoger el don más precioso, Jesús, el amor encarnado de Dios.

Al contemplar esta escena, la Virgen también quiere que nos dejemos sorprender con ella.

Contemplando a nuestra Madre Inmaculada, bella, totalmente pura, humilde, sin soberbia ni presunción, podemos reconocer nuestro destino verdadero, nuestra vocación más profunda: ser amados, ser transformados por el amor, por la belleza de Dios.

Dios ha puesto su mirada de amor sobre cada uno de nosotros, con nombre y apellidos.

De la misma manera que a María, Él nos ha elegido antes de la creación del mundo, para ser santos e inmaculados.

Ella es la desde siempre y para siempre amada.

Y lo mismo se puede decir de cada cristiano: desde siempre y para siempre amados.

Ese es su proyecto de amor para nosotros: que en cada uno de nosotros nazca Cristo, para que todo se vea impregnado por Cristo, para que todo esté empapado de la divinidad.

La Virgen María está abierta a Dios, se fía de él, aunque no lo comprenda del todo: se deja sorprender.

"He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra" (Lc 1, 38).

Esa es su respuesta.

Dios nos sorprende siempre, rompe nuestros esquemas, pone en crisis nuestros proyectos, y nos dice: fíate de mí, no tengas miedo, déjate sorprender, sal de ti mismo y sígueme.

Él espera que nos dejemos sorprender: en la sencillez, en la humildad de nuestra vida. Ahí quiere manifestarse.

Nos da su amor que nos salva, nos cura, nos da fuerza. Y nos llama a una aventura divina: ser la mirada de Dios; su sonrisa, sus manos en este mundo.

No nos pide cosas extraordinarias.

Sólo pide que escuchemos su palabra y nos fiemos de él.

Que cada día, con María, sea una Anunciación.

 

 

La anunciación del Señor

Cómo enamora la escena de la Anunciación. –María –¡cuántas veces lo hemos meditado!– está recogida en oración..., pone sus cinco sentidos y todas sus potencias al habla con Dios. En la oración conoce la Voluntad divina; y con la oración la hace vida de su vida: ¡no olvides el ejemplo de la Virgen! (Surco 481)

25 de marzo

No olvides, amigo mío, que somos niños. La Señora del dulce nombre, María, está recogida en oración.

Tú eres, en aquella casa, lo que quieras ser: un amigo, un criado, un curioso, un vecino... –Yo ahora no me atrevo a ser nada. Me escondo detrás de ti y, pasmado, contemplo la escena:

El Arcángel dice su embajada... ¿Quomodo fiet istud, quoniam virum non cognosco? –¿De qué modo se hará esto si no conozco varón? (Luc., I, 34.)

La voz de nuestra Madre agolpa en mi memoria, por contraste, todas las impurezas de los hombres..., las mías también.

Y ¡cómo odio entonces esas bajas miserias de la tierra!... ¡Qué propósitos!

Fiat mihi secundum verbum tuum –Hágase en mí según tu palabra. (Luc., I, 38.) Al encanto de estas palabras virginales, el Verbo se hizo carne.

Va a terminar la primera decena... Aún tengo tiempo de decir a mi Dios, antes que mortal alguno: Jesús, te amo. (Santo Rosario. Iº misterio gozoso).

 

La Anunciación del Señor

El 25 de marzo, la Iglesia celebra el anuncio del cumplimiento de las promesas de salvación. Es la fiesta de la Encarnación: el Hijo eterno del Padre entra en la historia; se hace hombre en la carne de María, una muchacha humilde del pueblo de Israel.

24/03/2023

Audios y textos para rezar en la Solemnidad de la Anunciación del Señor

• La Encarnación del Hijo de Dios: En el capítulo 1 de San Lucas se cuenta la Encarnación del Hijo de Dios, que comienza con la Anunciación del Arcángel San Gabriel a la Virgen María.

• Origen y celebración de la liturgia la Anunciación del Señor.

 Oración del Ángelus.

Oración del Ángelus

 

• La Anunciación: Textos de San Josemaría sobre esta escena del Evangelio (también en audio).


Textos para meditar sobre solemnidad de la Anunciación del Señor

 El Papa Francisco, en el mensaje para una Jornada Mundial de la Juventud, explica el alcance de las palabras del Ángel: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios» (Lc 1,30).

• La Anunciación. El descubrimiento de la vocación. El beato Álvaro habla del ejemplo de la Virgen en su respuesta a la llamada de Dios para que fuera Madre del Salvador.

Primer misterio gozoso del Rosario. Escena en cerámica realizada por Palmira Laguéns, con dibujos de José Alzuet

• Vida de María (V): La anunciación de Nuestra Señora. El diálogo más importante de la historia tuvo lugar en el interior de una pobre casa de Nazaret. Sus protagonistas son el mismo Dios, que se sirve del ministerio de un Arcángel, y una Virgen llamada María, de la casa de David, desposada con un artesano de nombre José.

• La Encarnación: Es la demostración por excelencia del Amor de Dios hacia los hombres, pues la Segunda Persona de la Santísima Trinidad —Dios— se hace partícipe de la naturaleza humana en unidad de persona. 

• Ejemplos de fe (V): María, modelo y maestra de fe. Nuestra Madre nos enseña a estar totalmente abiertos al querer divino, incluso si es misterioso. Por eso, es maestra de fe.

• Nazaret: basílica de la Anunciación (del libro “Huellas de nuestra fe”). En Nazaret se venera la habitación donde la Santísima Virgen recibió el anuncio del Ángel. El beato Álvaro del Portillo celebró la Santa Misa en esa gruta.


 


Preguntas sobre la Encarnación del Hijo de Dios

• Diez preguntas sobre la Virgen María (Preguntas sobre la fe cristiana). ¿Cómo eligió Dios a María? ¿Cómo fue la concepción del Hijo de Dios? ¿Por qué llamamos a María, Virgen y Madre? Respuesta a algunas de las preguntas más habituales sobre la Virgen María.

• ¿Por qué se hizo hombre el Hijo de Dios? Cuatro respuestas a las preguntas más habituales.

 

«Fueron hombres y mujeres profundamente convencidos de la fuerza y belleza del mensaje que tenían entre manos»

Los historiadores Santiago Martínez Sánchez y Fernando Crovetto son los editores de un nuevo libro titulado “Gentes, escenarios y estrategias. El Opus Dei durante el pontificado de Pío XII, 1939-1958”. Ahí se narran los inicios en once de los veintitrés países en los que la Obra se hizo presente durante esos años. Cada relato detalla el contexto católico de la época y los desafíos que debieron afrontar hombres y mujeres de esta institución en la difusión del mensaje de santidad.

Entrevista sobre el libro Gentes, escenarios y estrategias. El Opus Dei durante el pontificado de Pío XII, 1939-1958Portada de “Gentes, escenarios y estrategias. El Opus Dei durante el pontificado de Pío XII, 1939-1958”

23/03/2023

Desde los primeros momentos de la fundación del Opus Dei, Josemaría Escrivá tuvo conciencia y manifestó por escrito que la Obra tenía un horizonte universal y aspiró a extender globalmente el mensaje de la santidad en medio del mundo. 


 👉 Reseña e información sobre "Gentes, escenarios y estrategias. El Opus Dei durante el pontificado de Pío XII, 1939-1958"


Ese proyecto se materializó durante el pontificado de Pío XII (1939-1958). Por entonces, la Iglesia tuvo una vitalidad y un crecimiento extraordinarios. También el Opus Dei fue acogido por laicos y sacerdotes de diversas partes del mundo, a las que hombres y mujeres de la Obra llegaron en estas décadas.

Santiago Martínez y Fernando Crovetto

El nuevo libro coordinado y editado por los historiadores Fernando Crovetto y Santiago Martínez narra cómo fue esa realidad. A través de diez estudios realizados por investigadores y colaboradores del Instituto de Histórico san Josemaría Escrivá (Roma) y del Centro de Estudios Josemaría Escrivá (Pamplona), se ofrece un mapa sobre la primera expansión internacional del Opus Dei. 

Cada capítulo señala los ritmos y las dimensiones de ese proceso y los ubica en sus contextos religioso, cultural, social o político. Además, rescata a los hombres y mujeres que difundieron el mensaje de santidad en medio del mundo en distintos continentes.

Santiago Martínez y Fernando Crovetto son investigadores del Instituto Histórico san Josemaría Escrivá. Crovetto es profesor de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz (Roma). Martínez Sánchez es director del Centro de Estudios Josemaría Escrivá y profesor de la Universidad de Navarra (Pamplona). Con ocasión del lanzamiento del libro conversamos con ellos sobre algunas cuestiones.

¿Qué características tuvo el catolicismo de mediados del siglo XX, concretamente durante el pontificado de Pío XII?

Martínez Sánchez: Fue un catolicismo pujante, con seminarios llenos, con una Acción Católica –al menos en Europa y América– con mucha fuerza y con un asociacionismo católico en buen estado. La Iglesia no tuvo por entonces especiales problemas doctrinales o disciplinares. Ese período de la postguerra mundial, caracterizado por la reconstrucción material y moral del mundo, fue también un momento de renovación espiritual de la Iglesia Católica. Después del Concilio Vaticano II sobrevino una nueva dinámica, en parte de crisis e incertidumbre. En definitiva, durante el pontificado de Pío XII se da una etapa de transformación material, moral, psicológica y espiritual colectivas, de la sociedad y de la Iglesia.

Crovetto: Ese contexto ofrece una oportunidad a la Iglesia para proponer la reconstrucción espiritual que ve necesaria por entonces, porque hay un desafío cultural, una búsqueda de sentido y un deseo de que el pensamiento cristiano pueda influir nuevamente en la sociedad. La forma de concretarlo es a través de las instituciones laicas que cobran mayor fuerza en esos años. Ciertamente ese momento de la historia es de crecimiento de iniciativas apostólicas y de internacionalización de la Iglesia.

Sin embargo, a veces he interpretado esa etapa como un período de contraste. Por un lado, se observa mucha vitalidad. Pero, por otro, se produce una apostasía de las masas, una secularización; hay una cultura y una sociedad que están dejando de ser cristianas. Todo ello se verá luego con más fuerza.

¿En qué medida el contexto mundial y eclesiástico de esos años fue favorable para que el Opus Dei se expandiera fuera de España y experimentara un rápido crecimiento?

Martínez Sánchez: Lo que ocurre en la Iglesia católica influye muchísimo en el Opus Dei. Por supuesto que los años del pontificado de Pío XII le ayudaron a expandirse. Ese proceso estuvo determinado por dos factores. Por un lado, el Opus Dei se entiende a sí mismo como un fenómeno global, como una realidad universal. Por otro lado, la Obra tiene un mensaje espiritual al que son muy sensibles los obispos, especialmente en todo lo que tenga que ver con la evangelización de ambientes intelectuales.

Crovetto: Todo ello se da en un contexto de guerra fría: dos bloques enfrentados y el miedo a la posible influencia comunista. Muchos eclesiásticos detectan que los universitarios católicos pierden la fe o la práctica religiosa al llegar a la universidad. En muchos casos, esta problemática se presenta en el Vaticano, donde se conoce que el Opus Dei ha trabajado en España con universitarios y, entonces, recomiendan a los obispos ponerse en contacto con la Obra. A través de esas recomendaciones, el Opus Dei es invitado a varios países para emprender iniciativas apostólicas con universitarios y, después, otros apostolados, porque su labor no se limita al mundo académico.

Esa situación marca su ritmo de la expansión, siendo posible identificar dos momentos. Uno cuando la institución va a un nuevo país sin ser invitada. Es decir, sus miembros viajan por razones profesionales o académicas e intentan poner en marcha iniciativas apostólicas. En esos escenarios cuesta mucho que cuaje el mensaje y de hecho en algunos casos regresan. Un segundo momento se da a partir del año 50, cuando se comienza a viajar a lugares donde los prelados piden ayuda para sus diócesis. Eso hace que la expansión sea “más sencilla”.

Martínez Sánchez: En la medida en que la institución es llamada, hay más posibilidades de que el mensaje arraigue. Aquellos eclesiásticos que solicitan ayuda al Opus Dei, son precisamente los que han descubierto la importancia del papel del laico. Por tanto, tienen una especie de empatía o simpatía natural hacia lo que la Obra es y lo que ésta puede aportar y significar para su diócesis.

Hay que tener en cuenta que el Opus Dei puede desarrollarse donde la Iglesia está activa. Eso sucede en muchos escenarios en los años 50 y, al contrario, un poco después, cuando el catolicismo se desmorona después del Concilio Vaticano II en países como Bélgica u Holanda. Hoy, sin ir más lejos, en España la sociedad está más secularizada y la labor del Opus Dei cuesta más, como es lógico.

¿Cómo fue pensada la expansión de la Obra por el fundador? ¿Cómo se puso en marcha ese proyecto?

Martínez Sánchez: Fue una estrategia fundamentalmente centrada en las personas. Se pensó enviar grupos reducidos de hombres y mujeres, entre ellos algún sacerdote, para facilitar la integración e inculturación en esos países.

Nunca se pensó en una labor previa de propaganda. El Opus Dei no lanzó periódicos ni revistas, ni antes de su llegada a un nuevo sitio buscó difundir “Camino”, el primer libro escrito por el Fundador. En último término, san Josemaría no quiso que la expansión fuera fría, sino cálida y amable a través de personas, del contacto uno a uno.

Esos primeros que llegaban a un nuevo país se ponían en contacto con la gente del lugar a través de sus realidades profesionales, en su propio espacio de trabajo. También creaban iniciativas con una dimensión pública que pudiesen ayudar a conocer gente. Por lo general, los varones comenzaban con una residencia universitaria y las mujeres con escuelas hogares. Hay que tener en cuenta que el gran eco del movimiento feminista es posterior a los años 50. En ese sentido, el Opus Dei es deudor de su contexto e impulsa iniciativas en función de las necesidades de las sociedades e iglesias locales.

Crovetto: También se puede hablar de una estrategia geográfica. Es decir, desde el principio se intenta que no se realice la expansión sólo en Europa. Se busca llegar a América, empezando por Estados Unidos y México. Un país de lengua inglesa y otro española. Esta expansión se empieza en el 48, logrando diez años más tarde llegar a otros continentes: África y Asia. Es decir, que parte de la táctica era también estar en países muy distintos, no solo los afines como podían ser los países de América Latina en los que existe una cercanía de idioma y cultura con la mayoría de los miembros del Opus Dei, que por entonces eran españoles.

¿Cuáles fueron los principales obstáculos que debieron enfrentar quienes realizaron los viajes de expansión?

Martínez Sánchez: Uno de los primeros obstáculos fue la falta de recursos materiales. Viajaban casi con lo puesto y debían buscarse la vida. Les tocaba poner en marcha iniciativas sin dinero o con escasos recursos humanos. Otro obstáculo fueron las incomprensiones puntuales al mensaje de la llamada universal a la santidad, porque esto también era una idea relativamente nueva. Hay que tener en cuenta que en el siglo XX se redescubre que los sacerdotes, los párrocos, pueden ser santos. Aquella idea se había perdido, al igual que la de que los laicos podemos ser santos.

Crovetto: La vocación a la santidad laical es un mensaje de difícil asimilación en ese momento, porque se entiende que la vocación religiosa y sacerdotal es superior a la laical. Por eso hay algunas pequeñas incomprensiones, que actualmente ya no se dan pero que en aquella época estaban presentes.

Hubo también problemas eclesiásticos puntuales. A veces se cuestionó para qué había ido el Opus Dei a tal diócesis. Eso respondía a la concepción del momento y a la existencia de una estructura eclesiástica más territorial y vertical, que a lo largo del siglo XX va cambiando en la medida en que la Acción Católica y algunos movimientos se extendieron por distintos países.

Por último, también se pueden señalar algunas dificultades básicas que debieron afrontar los miembros de la Obra que viajaban a otros países. Puntualmente el idioma y la cultura.

¿En qué medida las historias sobre hombres y mujeres que protagonizaron el despertar de los laicos a la misión de la Iglesia pueden ser inspiradoras para aquellos que hoy buscan vivir su fe?

Crovetto: Me parece que es muy animante ver personas que se propusieron y lograron difundir un mensaje de santidad. Tuvieron que enfrentarse a una situación que, aunque a veces pensemos que fue mejor a la actual, en realidad no fue así. Cuando vas entrando en ellas, a través de las fuentes documentales, te das cuenta que no fue tan sencillo. Pero lo lograron con serenidad y bastante trabajo. A mí eso me anima porque también hoy tenemos dificultades pero, igual que ellos, podremos sacarlas adelante.

En ese sentido, el estudio de la historia humaniza a sus protagonistas y podemos ver que no tuvieron capa, sino que afrontaron una realidad similar a la que nos pasaría a cada uno de nosotros si tuviéramos que empezar hoy una iniciativa en un lugar donde no conocemos a casi nadie. Sin embargo, pasa el tiempo y aquello sirvió, fructificó. Eso es un estímulo para los cristianos de hoy que tenemos muchos desafíos por delante.

Martínez Sánchez: Sin duda ninguna, fueron hombres y mujeres profundamente convencidos de la fuerza y belleza del mensaje que tenían entre manos. Da igual a quién mires: sacerdotes o seglares, hombres o mujeres, casados o célibes. Aquella primera generación, en sentido amplio de la palabra, comprendió y trató de vivir muy bien el espíritu de la Obra, sin cosas raras. Ojalá nosotros también hoy podamos tener este mismo convencimiento sobre la belleza, utilidad y bondad para los demás de ese mensaje.

Otro punto para reflexionar es que el mensaje de la Obra tuvo acogida porque había sed de algo que ayudase a vivir la fe y el deseo de servir a la sociedad sin abandonar tus convicciones religiosas. Hoy también hay mucha gente que busca algo distinto de la oferta material o hedonista que tenemos por todas partes porque sienten que no calma la sed. Descubrir que hay personas contentas, que viven un ideal de servicio hoy como ayer, me parece que ayuda a querer participar de este ideal cristiano.

 

Isidoro Zorzano: soñar cosas grandes

Isidoro Zorzano Ledesma nació en Buenos Aires (Argentina) el 13 de septiembre de 1902 y falleció en Madrid (España) el 15 de julio de 1943, después de una larga enfermedad.

12/09/2021

Isidoro Zorzano nació en Buenos Aires (Argentina) el 13 de septiembre de 1902. Era el tercero de cinco hijos de unos emigrantes españoles. Sus padres habían conseguido una posición económica acomodada y regresaron a España en 1905, aunque con la intención de volver a Argentina. Se establecieron en Logroño, donde Isidoro cursó la enseñanza elemental y el bachillerato. En 1912 falleció inesperadamente su padre, y su madre decidió quedarse allí.

En enero de 1916 conoció a Josemaría Escrivá, un nuevo compañero de curso, proveniente de Barbastro, con el que entabló amistad. Isidoro terminó el bachillerato en 1918 y comenzó a prepararse para el ingreso en la Escuela Especial de Ingenieros Industriales de Madrid, ciudad a la que se trasladó en octubre de 1919.

Siendo adolescente, Isidoro intensificó su práctica religiosa y buscó la ayuda de algún sacerdote para que le aconsejara sobre su vida cristiana. Ejercía las obras de misericordia y —en palabras de un compañero— «estaba siempre dispuesto a ayudar a todos en cualquier momento».

En 1924, con motivo de la quiebra del Banco Español del Río de la Plata, los Zorzano perdieron casi todos sus ahorros. Isidoro y su hermano menor, Francisco, pensaron en dejar los estudios para sostener a la familia con su trabajo. Sin embargo, la madre y sus dos hermanas quisieron que ambos continuaran sus carreras. Isidoro comenzó también a dar clases particulares.

En junio de 1927, Isidoro obtuvo el título de ingeniero industrial. Después de dar clases en una academia de preparación para el ingreso en ingeniería industrial y tras una breve experiencia en los astilleros de Matagorda (Cádiz), se trasladó a Málaga, para trabajar en la Compañía de los Ferrocarriles Andaluces y dar clases en la Escuela Industrial de esa ciudad.

Por entonces, Isidoro comenzó a sentir con más profundidad inquietudes espirituales. El 24 de agosto de 1930, tuvo en Madrid una larga conversación con Josemaría Escrivá, su compañero de bachillerato, que era sacerdote desde hacía cinco años. Josemaría le explicó el mensaje del Opus Dei, fundado en 1928: buscar la santidad y hacer apostolado a través del trabajo profesional y del cumplimiento de los deberes ordinarios. Isidoro advirtió enseguida que aquel panorama respondía plenamente a sus aspiraciones y decidió formar parte del Opus Dei.

 

Isidoro Zorzano (centro de la imagen, con gafas), junto con sus compañeros de trabajo.

Regresó a Málaga y volvió a sus tareas acostumbradas, pero ahora todo había adquirido una luz nueva. Fomentó su vida de oración, madrugaba todos los días para asistir a Misa y comulgar, colaboraba generosamente con obras asistenciales; entre otras, dedicaba horas a dar clases a niños pobres en algunas escuelas llevadas por las religiosas Adoratrices y por el P. José Manuel Aicardo, de la Compañía de Jesús.

Uno de sus alumnos en la Escuela Industrial, que le acompañaba también en los paseos de la Sociedad Excursionista, recuerda que era simpático, agradable en el trato, equilibrado; aprovechaba cualquier oportunidad para servir a los demás y acercarles a Dios. Un colega de universidad, que le trató también en Málaga, cuenta que aunque su sueldo le hubiera permitido disfrutar de comodidades, vivía con sobriedad, porque utilizaba su dinero para ayudar a su familia y a los necesitados.

Todos conocían su sentido de justicia y su cercanía con los obreros que trabajaban bajo su dirección. No discriminaba a nadie por sus ideas políticas, atendía y servía a todos, tanto en las oficinas como en la escuela. Sus alumnos recuerdan que, en ocasiones, impartía clases particulares gratuitas para que todos aprendieran la materia y lograran aprobar el examen.

En 1936 se difundió una exacerbada actitud antirreligiosa y el ambiente de la ciudad se hizo muy peligroso. En el mes de junio, unos dependientes comunicaron a Isidoro que algunos grupos políticos habían decidido su muerte por ser católico, por lo que se trasladó a Madrid.

Poco después estalló la Guerra Civil y, en las regiones dominadas por comunistas y anarquistas, se desató una violenta persecución religiosa. San Josemaría y el puñado de jóvenes pertenecientes al Opus Dei tuvieron que esconderse o fueron encarcelados por su condición de católicos. Isidoro habría podido salir de España, pero decidió quedarse en Madrid para no desentenderse de los demás: amparándose en una documentación precaria —una partida de nacimiento en Buenos Aires— y sabiendo que su vida estaba continuamente en peligro, contribuyó a mantener unidos con san Josemaría y entre sí a los miembros del Opus Dei.

En aquellos años socorrió a muchas personas no solo espiritualmente, sino también procurándoles provisiones y alimentos que conseguía con gran sacrificio, renunciando en buena parte a lo suyo. Pasaba tantas privaciones que en una ocasión llegó a desvanecerse en la calle.

En aquellos meses, se puso de manifiesto su amor a la Eucaristía: a pesar de las restricciones, proporcionaba a san Josemaría y a otros sacerdotes el pan y el vino para que pudieran celebrar la Misa en la clandestinidad, guardaba en su habitación las sagradas formas para que comulgaran los refugiados y reunía a los conocidos para que asistieran a la celebración eucarística en algún piso.

Terminada la guerra, Isidoro obtuvo en Madrid un puesto de trabajo en la Compañía Nacional de Ferrocarriles del Oeste. Un colega declaró que «ejerció un ascendente notorio sobre todos sus subordinados, primero porque se destacó como un hombre de gran talento y de extraordinaria competencia, y segundo porque su trato era tan dulce y paternal que no había quien se resistiera».

San Josemaría le nombró administrador de las obras de apostolado del Opus Dei: desempeñó ese encargo con disponibilidad y humildad, sin perder la paz ante las constantes dificultades económicas de las distintas iniciativas, que eran siempre deficitarias.

Meditaba detenidamente la vida de Cristo, acudía a la santísima Virgen con afecto filial, manifestaba su amor a Dios en el servicio a los demás y en el cuidado de las cosas pequeñas. Un testigo que le trató en Madrid escribió que había visto «en sus acciones, palabras, comportamiento y en las expresiones de su alma una admirable manera de vivir con sencillez y con toda naturalidad la heroicidad de la vida corriente entrañada en Dios. Al tratar con Isidoro, yo me sentía como sencilla y casi insensiblemente envuelto en la presencia de Dios».

A comienzos de 1943 le diagnosticaron una linfogranulomatosis maligna. Sobrellevó la dolorosa enfermedad con fortaleza y abandono en la voluntad de Dios. Una de las enfermeras que le asistió declaró: «Nunca necesitaba nada; para él todo estaba bien; nunca se quejó». Falleció con fama de santidad el 15 de julio de ese mismo año, a la edad de cuarenta años, y fue enterrado en el cementerio de La Almudena. «Era frecuente entre nosotros —relata uno de sus compañeros en los Ferrocarriles del Oeste— cuando hablábamos de unos y otros jefes el decir: “Don Isidoro es un santo”».

En 2009 sus restos fueron trasladados a la parroquia de San Alberto Magno de MadridCalle Benjamín Palencia, 9, donde reposan actualmente.

El 21 de diciembre de 2016, el Papa Francisco, con el voto favorable de la Congregación de las Causas de los Santos, autorizó que se publicase el decreto por el que se declaraba «venerable» a Isidoro Zorzano.



Agradecemos los donativos de quienes desean colaborar en los gastos de la Oficina de las Causas de los Santos de la Prelatura del Opus Dei. Se pueden enviar por giro; por transferencia a la cuenta bancaria de la Asociación de Cooperadores del Opus Dei con IBAN número ES53 2100 1547 7502 0024 4065 y BIC CAIXESBBXXX en La Caixa, agencia urbana de la calle Cartagena, 4, 28028 Madrid; o por otros medios.

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La familia, lugar precioso donde se resguarda la vida

Si escucho la palabra familia, a mi mente vienen muchos conceptos como son hijos, padre, madre, hermanos, pero también vida y es porque en la familia se gesta la vida y es ahí mismo donde se le debe cuidar desde su concepción hasta la muerte natural.

En la actualidad existen personas que atacan a la familia y a la vida y que buscan poder terminar con ella a toda costa, sobre todo en las etapas más vulnerables, por eso debemos educar a nuestros hijos para que sean capaces de defender la vida y a la familia dando testimonio de que aún se puede vivir en familia y llenos de Amor, por eso aquí te dejo mis 5Tips para lograrlo.

PRIMERO. Que nuestros hijos se sepan amados.

Cuando nuestros hijos se saben amados es más fácil que aprecien la vida y estén dispuestos a defenderla y respetarla. 

A veces se nos olvida demostrárselos porque pensamos que ellos ya lo saben, pero siempre es necesario recordárselos, aunque ya sean adolescentes o jóvenes, con hechos y con signos como los abrazos, caricias, atención o salir con ellos a caminar y escucharlos. 

Así ellos después serán capaces de demostrar afecto y respeto por la vida. 

SEGUNDO. Celebremos la vida en todas las etapas.

¡Claro! Con signos visibles. Es bueno celebrar el cumpleaños de cada miembro de la familia con una pequeña fiesta-reunión, con la comida favorita y todos en familia; también es bueno celebrar cuando se sabe que hay nuevo bebé, cuando alguno tiene un logro importante, cuando se cumplen años de casados o cuando los abuelitos cumplen un año más de vida, así tendremos siempre como prioridad celebrar la vida en familia.

TERCERO. Oremos por los que no la respetan.

A veces me pongo a pensar cómo puede ser posible que tantas personas busquen acabar con la vida de los más vulnerables y en verdad que mi cabeza no me da para comprenderlo, pero si me hace buscar formas para solucionarlo y he caído en cuanta que cuando las cosas se me escapan de las manos es el tiempo de voltear los ojos a Dios y pedirle su ayuda. 

Este es el caso de las personas que no respetan la vida, debemos orar en familia por ellos, por la conversión de su corazón y porque dejen de dañar a los inocentes y vulnerables, enfermos y ancianitos, de nuestra sociedad. 

Podemos dedicar un misterio del Rosario o una simple oración por ellos para que Dios les perdone sus faltas y dejen de dañar a los indefensos.

Si agregamos a nuestros hijos a esta oración será una excelente oportunidad de rezar en familia por el fin del aborto, la eutanasia que mata a muchos adultos mayores y enfermos y los experimentos genéticos que matan a miles de bebés recién concebidos.

CUARTO. Cuidemos a los enfermos y adultos mayores de nuestra familia. 

Otra forma de valorar la vida y de enseñarle a nuestros hijos a hacerlo es tenerles paciencia y amor a los enfermos y ancianitos. 

Si en familia tenemos a alguien con estas características podemos organizarnos para que nuestros hijos puedan ayudar en su cuidado, estar al pendiente de sus necesidades y tratar de pasar tiempo con ellos para que sea más ameno el día. 

Claro que siempre conforme a su edad, capacidades y madurez porque no podemos pedirles algo que les haga daño o que les genere problemas. 

Cuando están pequeños, con que nos vean realizar estas acciones alegremente y con amor, ya están aprendiendo y colaborando para lograr que la vida sea amada y respetada en nuestra familia. 

Y QUINTO. Demos testimonio de que apreciamos.

Es importante que eduquemos a nuestros hijos para que no les de pena decir que nosotros defendemos la vida, que no estamos de acuerdo las personas que quieren pasar por encima de los más débiles y vulnerables y que estamos dispuestos a defender la vida desde nuestra familia. 

Una forma muy práctica de hacerlo es participar en las campañas de adopción de bebés que han sido abortados y orar por ellos y por sus mamás. Es una forma tierna y necesaria que nuestros hijos, de cualquier edad, pueden poner un granito de arena para que nuestra sociedad defienda la vida. 

Recordemos que la familia es la célula básica de la sociedad y si tenemos familias que defienden la vida, tendremos una sociedad a favor de la vida y la familia. 

 

 

Jean-Luc Moens: “Yo no quiero ir al cielo sin mi mujer”

Matemático, casado y padre de siete hijos, Jean-Luc Moens, es miembro de la comunidad del Emmanuel, una de las comunidades carismáticas de la Iglesia católica. En una entrevista concedida a Omnes, nos cuenta cómo vive esta llamada de Dios en medio del mundo con las particularidades de la comunidad a la que pertenece.

Leticia Sánchez de León·16 de marzo de 2023·Tiempo de lectura: 8 minutos

Jean-Luc Moens

Foto: Jean-Luc Moens ©Cortesia de Jean-Luc Moens

Jean-Luc Moens es un laico, padre de familia, conocido en todo el panorama carismático católico.

Fue el primer moderador de Charis, institución erigida el 8 de diciembre de 2018 por voluntad del papa Francisco y que reúne a diversas entidades carismáticas de la Iglesia Católica en todo el mundo.

Durante su mandato como moderador, Moens defendió la importancia de una experiencia espiritual auténtica, la unidad entre los miembros de la comunidad carismática y la colaboración con otras realidades de la Iglesia católica.

En el año 2021 dejó su cargo como moderador de Charis para ocuparse de su familia y, especialmente de su hija, que en ese periodo enfermó gravemente.

¿Cómo está su hija?

– Igual. Tuvo una embolia, se le paró el corazón. No está claro por qué ocurrió, pero durante un tiempo no se encontraba bien, y un día se cayó al suelo, delante de su hija. Mi hija le dijo a la suya en ese momento: “llama a la ambulancia”. Cuando llegó la ambulancia se le paró el corazón. Le hicieron -como es normal en estos casos- la maniobra de reanimación, solo que se la hicieron durante 45 minutos…. tenía en ese momento 42 años.

Jean-Luc Moens

Jean-Luc Moens junto a su mujer y su hija

Cuando aún estaba en coma después de la primera embolia su marido la abandonó. Mi hija se quedó sin nada: perdió su cuerpo, su marido, su casa, sus hijos, su trabajo. Lo perdió todo. Ahora tiene una hemiplejia (parálisis de la mitad del cuerpo) del lado izquierdo; y tampoco le funciona bien la pierna derecha.

Además, el ictus le dañó el cerebro y ha perdido la memoria inmediata, olvida las cosas recientes. En algún momento, hablando con sus hijos, les dice: “¿Qué tal el colegio?” -y le cuentan- y al cabo de una hora, la misma pregunta: “¿Qué tal el colegio?”.  Es muy duro para ellos porque no entienden lo que pasa.

Al principio, mi mujer y yo buscamos un lugar donde pudieran acogerla y atenderla bien, con todas las particularidades que la enfermedad conlleva, pero todas eran residencias para personas mayores y ella es tan joven…así que transformamos nuestra casa para que pudiera vivir con nosotros. Pusimos todo eléctrico para que pudiera abrir las puertas, un ascensor para que pudiera subir al segundo piso, etc.

Todo esto lo cuento para decir que, a pesar de todo, sé que Dios me ama. Y veo en esta situación un plan de Dios para mí. No se si veremos ese plan aquí en la tierra, pero sin duda lo veremos en el cielo. Hay que pensarlo así, porque si no, es imposible seguir adelante.

Este año es el año de Santa Teresa de Lisieux y ella siempre decía en sus cartas: “Jesús me ha enviado este sufrimiento, gracias Jesús”. Todo esto hace crecer nuestra fe. Sin fe es difícil afrontar las dificultades. Lo que el Señor nos da para vivir, es también para dar testimonio y esperanza, porque debemos esperar.

Cuando Jesús pregunta a sus apóstoles: “¿Quién decís que soy yo?” Pedro responde: “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo”, y Jesús le responde como diciendo: “Bien hecho, mi Padre te ha inspirado esto”. Pero luego añade -“Ahora tengo que ir a Jerusalén para ser rechazado, encarcelado, crucificado…” y entonces Pedro dice: “Ah no, eso no”.

Nosotros somos como Pedro: queremos un Cristo glorioso, pero no aceptamos un Cristo crucificado. Y ésta es también nuestra vocación. Porque todo cambia si vemos nuestra vida como un todo. Puede que viva 80 u 85 años o que muera mañana, pero no es el final.

Yo veo el tiempo en la tierra y el tiempo después de la muerte de una manera matemática: el tiempo en la tierra es un tiempo limitado que está insertado en un todo infinito, la “intemporalidad”. Lo importante es observar nuestra vida como un todo, de manera que lo que vivo ahora encontrará su sentido y su recompensa en la segunda parte.

A propósito del infinito, usted es matemático. Ésta idea del infinito, el concepto de eternidad, ¿Cómo la entiende? ¿Cómo se puede aceptar ese tiempo infinito, eterno, al que todos aspiramos?

– Decía alguien “La eternidad es muy larga, sobre todo al final” (se ríe). Yo pienso mucho en la eternidad: los humanos vivimos insertos en un tiempo concreto, y no tenemos la capacidad de imaginar cómo es la eternidad.

Pero, como matemático, me lo explico de la siguiente manera: Vivimos en tres dimensiones: la primera dimensión es lineal, es el tiempo, como una línea horizontal. Si añadimos una segunda dimensión, una línea vertical, tendríamos el espacio. Y con esas dos condiciones de tiempo y espacio cabe que exista el movimiento, la tercera dimensión. Si salimos por un momento de esas tres dimensiones (espacio, tiempo y movimiento) y vemos todo desde fuera, estaríamos en una cuarta dimensión, y si estoy fuera de estas dimensiones, lo veo todo en un instante.

Así es Dios para nosotros: está fuera del espacio-tiempo y lo ve todo en un instante. La eternidad es un instante y un presente que nunca termina. Pero es un presente, no una espera.

Porque si pensamos en la eternidad como un tiempo que no acaba, no querríamos ir, porque nos parecería aburrido. Dicho esto, sigue siendo un misterio a los ojos humanos.

Matemático,  casado, con 7 hijos y 13 nietos. Su vocación fue tardía. ¿Qué es para usted la vocación?

– Llamada. “Vocare” es “llamar”. Estoy convencido de que Dios llama a cada uno con un plan único. Dios nunca hace las cosas en serie, cada uno es único. ¿Qué es la santidad? Es llegar a ser lo que Dios quiso que yo fuera. El santo es el que realiza plenamente su vocación.

Carlo Acutis decía: “Todo el mundo nace original y desgraciadamente mueren como fotocopias”. El santo es el que sigue siendo original, y ésa es nuestra vocación.

Para mí la vocación no es sólo saber si me casaré, si seré sacerdote, etc. Ciertamente, es parte de la vocación, pero la vocación es también mi lugar en la Iglesia, lo que el Señor me pide, mi misión, cómo estoy llamado por Él a servir -a servirle- en el mundo. En este sentido existe una infinidad de vocaciones, y eso es lo bonito. Claramente la realización de mi vocación es estar casado, ser padre, abuelo, etc., pero también mi vocación es evangelizar, dar a conocer a Dios.

La vocación implica algo más amplio, más extenso y que yo acepto libremente. No es que Dios me haya llamado y me haya puesto sobre unos raíles como el tren que sigue un camino preestablecido y no se sale de los raíles. Cuando uno toma otra ruta que quizá no es la que Dios quiere para él, Dios adecúa su plan de alguna manera.

También me siento muy afortunado de vivir en esta época de la Historia. Porque en este tiempo, después del Vaticano II, como laico, puedo estar seguro de que mi vocación es la santidad. Como laico, he sido evangelizador toda mi vida.

Hace 45 años hablé con un sacerdote, y le dije: “Me gustaría ser misionero”, y me dijo: “Pero usted está casado y tiene hijos, eso es imposible”. Pero fue posible. Fui elegido para evangelizar a tiempo completo. ¡Qué gracia tan inmensa! Todos estamos llamados a ser testigos de la Fe en el mundo, pero yo tuve la gracia de poder hacerlo a tiempo completo, en comunidad. Y esto es un regalo de Dios en mi vida que le agradezco todos los días.

Jean Luc Moens

Esta “llamada”, esta misión que menciona, se hace realidad en su vida a través de la comunidad a la que pertenece, la Comunidad del Emmanuel. ¿Cuál es el carisma de esta comunidad?

– Como cualquier carisma es difícil de explicar en pocas palabras, pero podemos decir que la base es la efusión del Espíritu Santo. Y esta efusión ha cambiado mi vida. Yo era cristiano porque nací en una familia cristiana: iba a misa todos los domingos y rezaba las tres avemarías junto a mi cama cada noche, nada más. Después, recibí la efusión del Espíritu Santo y empecé a tener una relación personal con Dios, con Jesús. Jesús se convirtió en una persona para mí, con quién hablo mucho. Y al que también intento escuchar (se ríe).

Nuestra comunidad nació de la efusión del Espíritu Santo y, junto a eso, son importantes los momentos de convivencia fraterna con los demás miembros de la comunidad. De hecho, la vocación del Emmanuel es dar a conocer a Dios a todos los hombres, lejanos o cercanos a la Iglesia. Sus miembros se comprometen juntos a vivir la adoración, la compasión por los necesitados, la evangelización, la comunión de estados de vida (laicos, sacerdotes, consagrados juntos) y la especial devoción a Teresa de Lisieux para avanzar en el camino de la santidad.

Porque ¿Cómo habla el Espíritu? A menudo nos gustaría oír la voz de Dios: “Jean Luc, tienes que hacer esto”, pero normalmente no es así. Yo he oído la voz de Dios en mi vida, pero lo normal es escuchar a los hermanos y Dios habla a través de los hermanos.

A mí siempre me gusta hacer una comparación. ¿Qué es un carisma comunitario? Es como un cóctel. La Iglesia es como una bodega donde están todos los ingredientes, todos ellos pertenecen a la Iglesia. Cada comunidad coge ciertos ingredientes en cantidades diferentes.

Por ejemplo, si se coge el ingrediente de la pobreza, la evangelización, el amor a la Iglesia, y se mezcla bien, tenemos a los franciscanos. Si añadimos la predicación, el estudio, tenemos a los dominicos; y si cogemos la efusión del Espíritu Santo, la vida fraterna, la adoración, la compasión por los pobres…lo mezclamos todo bien et voilà: la Comunidad del Emmanuel. Que es única. Pero en todo cóctel hay un líquido de base o ingrediente principal: para nosotros es la efusión del Espíritu Santo y la vida fraterna.

Un carisma comunitario es, de hecho, un camino hacia la santidad. Yo entré en una comunidad para ser santo, nada menos. Quiero ser santo. Y con nuestro carisma particular y junto con mis hermanos, y a través de los otros elementos que ya he mencionado, recorro un camino de santidad, pero, que dura una vida obviamente, no es que cuando entré, me hice santo, es un camino y esa es mi verdadera vocación. Y ésto me da una alegría inmensa.

Usted fue moderador de Charis hasta que decidió dejar el cargo por los problemas de salud de su hija. ¿Considera la familia el primer lugar donde se materializa su vocación?

– Desde luego. Mi primer lugar de santidad, de esta llamada, es mi familia, y antes de nada mi mujer. No me casé para estar por ahí haciendo otras cosas. Creo que la vocación a la santidad, sea donde sea, se vive sobre todo en familia; no puedo hacerme santo lejos de mi familia, o a pesar de mi familia.

No, yo puedo llegar a ser santo porque estoy casado, soy padre, soy abuelo, y es ahí donde el Señor me está esperando y, cuando decía que el Señor habla a través de los hermanos, el Señor me habla a través de mi mujer primero de todo, porque no puedo escuchar a los demás y sin escuchar primero a mi mujer.

Creo que hemos llegado a un momento en la historia de la Iglesia en el que esta llamada a la santidad de los laicos, de los casados y de la familia en su conjunto, es cada vez más clara.

Yo veo que empieza a haber conciencia de la santidad familiar: la familia Ulma, por ejemplo, una familia polaca, serán beatificados todos juntos, como una familia: los padres y los seis hijos y también el séptimo niño que estaban esperando.

Otro ejemplo es la familia Rugamba, de Rwanda, -yo estoy ayudando en la causa de beatificación y espero que sean beatificados pronto-, y tantos otros ejemplos que están dejando claro que la vida de pareja es también una llamada a la santidad, y la Iglesia quiere dar esta señal a los casados.

Yo no quiero ir al cielo sin mi mujer. Y quiero que todos mis hijos, incluso mis hijos políticos, todos, vayan conmigo al cielo. Y por eso rezo por cada uno de ellos todos los días.

 

 

Pilar Río: Los laicos, hombres y mujeres “del mundo en el corazón de la Iglesia”

Entrevista a la profesora de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz sobre el papel de los laicos en una Iglesia sinodal.

Antonino Piccione·20 de marzo de 2023·Tiempo de lectura: 5 minutos

Pilar rio

Foto: Pilar Río ©Pontificia Universidad de la Santa Cruz

RELACIONADASCardenal Farrell: "Los movimientos laicales deben sentirse parte integrante de la Iglesia"El Papa explica que los laicos pueden llevar la dirección espiritual de otras personas

Chilena, profesora extraordinaria de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, donde enseña Eclesiología y Sacramentos. También licenciada en Periodismo, trabajó en “El Mercurio” de Santiago antes de trasladarse a Roma.

Planteamos algunas preguntas a Pilar Río, con el fin de arrojar luz sobre lo que el Papa Francisco señala como la actitud “de los laicos de vivir principalmente su misión en las realidades seculares en las que están inmersos cada día, pero esto no excluye que también tengan habilidades, carismas y competencias para contribuir a la vida de la Iglesia: en la animación litúrgica, la catequesis y la formación, las estructuras de gobierno, la administración de los bienes, la planificación y ejecución de programas pastorales, etcétera”.

“Caminar juntos”: comunión, participación, misión. ¿Cuáles son las principales dimensiones de la sinodalidad y de qué tentaciones debe cuidarse?

–La sinodalidad es una dimensión constitutiva de la Iglesia, un estilo de vida y de trabajo que manifiesta su ser misterio de comunión para la misión, de modo que lo que el Señor nos pide en este momento de la historia podría resumirse, en cierto sentido, en estas actitudes: encontrarse – escuchar – discernir – caminar juntos como pueblo unido en la realización de la misión que Cristo ha confiado a su Iglesia.

La palabra “sínodo” procede del griego y significa “caminar juntos”.

La sinodalidad indica, pues, un camino de reflexión, de escucha, de narración y de sueño para el futuro, que apunta a la renovación del modo de ser y de actuar de la Iglesia como comunión misionera. Compartir una visión, una perspectiva que nos atrae, e identificar las etapas y modalidades (procesos) que activan un cambio duradero y eficaz.

Una experiencia inspirada por el Espíritu Santo, que conserva por tanto un amplio margen de apertura e imprevisibilidad, características del Espíritu, que sopla y va donde quiere. Por eso utilizamos la expresión “celebrar el Sínodo”, porque en realidad significa reconocer la acción del Espíritu que acompaña siempre a nuestra Iglesia.

En cuanto a la tentación de la que debemos cuidarnos, permítanme recordar las recientes palabras del Papa Francisco para quien “el camino que Dios está mostrando a la Iglesia es precisamente el de vivir la comunión y caminar juntos de manera más intensa y concreta.

La está invitando a superar los modos de actuar independientes o las vías paralelas que nunca se encuentran: el clero separado de los laicos, los consagrados separados del clero y de los fieles, la fe intelectual de ciertas élites separada de la fe popular, la Curia romana separada de las Iglesias particulares, los obispos separados de los sacerdotes, los jóvenes separados de los ancianos, los cónyuges y las familias poco implicados en la vida de las comunidades, los movimientos carismáticos separados de las parroquias, etcétera. Esta es la tentación más grave en este momento”.

¿Quién es el fiel laico y qué papel puede atribuir a los laicos en una Iglesia sinodal?

–El laico es un fiel cristiano, es decir, una persona bautizada y, por tanto, incorporada a Cristo y a la Iglesia. En virtud de su estatuto en el mundo, teológico y no simplemente sociológico, este cristiano es llamado por Dios al mundo para informarlo con el espíritu del Evangelio.

De ahí que su papel en una Iglesia sinodal sea el de un sujeto eclesial activo, plenamente participante y corresponsable de toda la misión de la Iglesia y, de modo peculiar aunque no exclusivo, de la santificación del mundo.

Toda su misión está orientada, también en clave sinodal y por tanto junto con los demás miembros de la Iglesia, a la evangelización, a la santificación y a la caridad vivida en medio del mundo.

Por lo que se refiere a servicios como la catequesis, la animación litúrgica, la formación, la colaboración en determinadas tareas de los pastores, la administración de bienes, el cuidado de las estructuras pastorales, etc., hay que recordar que el laico, como fiel, tiene no sólo el derecho sino también, en algunas ocasiones, el deber de asumirlos, obviamente según su condición laical.

Tanto en el ámbito intraeclesial como en el temporal, son muchos y complejos los retos que los laicos no pueden dejar de afrontar. ¿Puede recordar alguno que considere especialmente importante?

–Por lo que se refiere al primero, el ámbito intraeclesial, los retos más exigentes se refieren a las cuestiones de la colaboración mutua, la formación (tanto de laicos como de pastores), la superación de dicotomías, miedos y desconfianzas mutuas, la escucha, la presencia más incisiva de la mujer, la valorización de las competencias profesionales de los laicos, el riesgo de clericalización…

En el ámbito temporal, en cambio, me referiría en primer lugar al desafío de reconocer el valor plenamente eclesial de la misión especial e insustituible de los laicos en el mundo, pero también de reconocer el carisma de la vida laical.

Los desafíos son también los de no mundanizarse, de ahí la importancia de la vida sacramental y de oración, de vivir con los pies en la tierra pero con la mirada hacia el cielo, de no refugiarse en ambientes protegidos sino salir hacia las periferias.

En definitiva, ser hombres y mujeres “de Iglesia en el corazón del mundo” y hombres y mujeres “del mundo en el corazón de la Iglesia”.

En el fondo, la santificación de las realidades temporales constituye el desafío de los desafíos. Un desafío que estamos llamados a jugar en muchos campos: los bienes de la vida y la familia, la cultura, la economía, las artes y las profesiones, las instituciones políticas, las estructuras sociales, las relaciones internacionales.

La presencia más incisiva de la mujer en la vida y misión de la Iglesia, como bautizada, es un derecho. ¿Lo considera plenamente reconocido en la perspectiva de la Evangelii gaudium, el documento programático del actual pontificado?

–Yo diría que Francisco ha innovado hasta el punto de introducir un cambio de paradigma, por el que todos no podemos sino estar agradecidos y agradecidas. “Los fieles laicos [como fieles] -son palabras del Santo Padre- no son ‘huéspedes’ en la Iglesia, están en su casa, por lo que están llamados a cuidar de su propia casa. Los laicos, y especialmente las mujeres, deben ser más valorados en sus competencias y en sus dones humanos y espirituales para la vida de las parroquias y de las diócesis. Pueden llevar el anuncio del Evangelio en su lenguaje “cotidiano”, comprometiéndose en diversas formas de predicación. Pueden colaborar con los sacerdotes en la formación de niños y jóvenes, ayudar a los novios en su preparación al matrimonio y acompañarles en su vida conyugal y familiar. Deben ser siempre consultados en la preparación de nuevas iniciativas pastorales a todos los niveles, local, nacional y universal. Deben tener voz en los consejos pastorales de las Iglesias particulares. Deben estar presentes en las oficinas de las diócesis. Pueden ayudar en el acompañamiento espiritual de otros laicos y también aportar su contribución en la formación de seminaristas y religiosos’. No somos huéspedes sino, como mujeres bautizadas, sujetos eclesiales, partícipes y corresponsables de toda la misión”.

Aunque estas palabras del Papa ponen el acento en el aspecto intraeclesial de la misión, quisiera destacar también la ¡importante tarea eclesial que la mujer está llamada a desempeñar en el mundo, contribuyendo con su genio femenino al cuidado de lo humano.

El cardenal Farrell, ha exhortado a superar “la lógica de la ‘delegación’ o la de la ‘sustitución’. ¿Qué pasos quedan por dar para que se supere esta lógica reductiva? 

–Esta lógica nos hace ver lo lejos que estamos todavía de un reconocimiento de la eclesiología conciliar, más concretamente del capítulo segundo de la constitución dogmática sobre la Iglesia Lumen gentium sobre el Pueblo de Dios, donde el cristiano, por razón del bautismo, aparece como sujeto de la misión, como discípulo misionero, como suele decir el Papa Francisco.

En efecto, la misión no se comparte a través de la jerarquía, sino directamente de Cristo a la Iglesia, a cada bautizado, por lo que los cristianos no somos auxiliares, delegados o sustitutos, sino verdaderos protagonistas de la misión eclesial.

Partir de esta toma de conciencia puede ser un buen comienzo para iniciar un cambio de mentalidad y de cultura dentro de la Iglesia, que concierna no sólo a los pastores, sino también a los propios laicos. Profundizar y asimilar la doctrina sobre el Pueblo de Dios que el Concilio nos ha legado es un paso fundamental.

 

¿Solo o a solas?

Es preocupante saber que la cifra de hogares unipersonales, al menos en las grandes ciudades del mundo está superando a la de las viviendas ocupadas por dos personas. La vida en solitario se está convirtiendo en una elección posible, sin que se les juzgue por querer hacerlo.

Ahora bien, una cosa es vivir solo, y otra muy distinta es sentirse solo. Puede ser algo que se disfrute, pero también algo que se sufre.

Afirma el filósofo Francesc Torralba que la soledad buscada es un bien para el alma, mientras que el aislamiento es una noción física, la soledad es una experiencia emocional. El estar con nosotros mismos es una conveniencia más que un inconveniente.

No obstante, le tenemos miedo a la soledad, nos sentimos tristes al estar solos.  Y más duro es el sentirse solo cuando estás en una relación, vives en una familia o formas parte de un grupo.

Recuerdo como en una conferencia de más de 500 mujeres, les pedí que levantaran la mano aquellas que se sintieran solas en ese momento de su vida.  Tristemente más de la mitad del auditorio lo hizo, a pesar de estar casadas y tener familia.

Si por algo no hemos aprendido a estar a solas, o a vivir alguna etapa de la vida en solitario, nos sucede que empezamos a rellenar todos los espacios vacíos que quedan entre horas, entre semanas, entre el día y la noche.

Seguramente conoces a personas cuyas agendas están totalmente llenas, no sabe estar solo, y tampoco lo desea.

Me gustó la comparación del vaso medio lleno o medio vacío en el tema de la soledad: siempre estamos solos, del mismo modo que nunca estamos solos.

No se trata de decidir si es mejor vivir solos o acompañados. Lo importante es que tenemos que buscar momentos de reflexión, para encontrarnos con nosotros mismos, con nuestros miedos, alegrías, sueños y frustraciones.  No tener miedo a estar solos.  Bien dicen que lo más difícil en este mundo es conocerse a uno mismo.

Como ya lo mencionamos, el sentirse solo no tiene nada que ver con estar o no acompañado.  Si realmente sufres este sentimiento de soledad, reflexiona que está sucediendo en tu vida: ¿eres capaz de establecer relaciones profundas y duraderas?, ¿te preocupes de lo que les sucede a tus seres queridos y amigos? ¿te das a ti mismo?

O más bien, lo único que esperas es que los demás te busquen y te nutran, que se preocupen por ti y tus problemas.

Recuerda, una relación es de dos personas, para que te amen y respeten, tienes que saber amar y respetar a los demás.

Lo importante no es dónde, cuándo y cómo, sino que no falte la capacidad de amar y ser amados.

 

¿Sirvió la guerra de Irak para algo positivo?

Salvador Sánchez Tapia

Profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Navarra

Oculto tras el protagonismo que acapara la guerra que se está librando en Ucrania, se cumplen estos días veinte años del comienzo de la operación militar que puso fin al despotismo de Saddam Hussein, que alteró irremediablemente el equilibrio de poder en Oriente Medio y que sacudió los cimientos del sistema internacional de una forma aún no totalmente vislumbrada.

La operación “Iraqi Freedom” fue una deslumbrante ofensiva convencional ejecutada con notable pericia profesional por una fuerza conjunto-combinada liderada por Estados Unidos ante cuya superioridad nada pudo hacer un poco motivado enemigo iraquí compuesto por una amalgama de unidades del ejército regular, de la Guardia Republicana y de milicias improvisadas, que trató inútilmente de contener el torrente ofensivo que anegaba el país.

De lo fulgurante de la operación habla por sí solo el hecho de que, tan sólo veintiún días después de abandonar sus posiciones de partida en Kuwait, las fuerzas de la coalición alcanzaran Bagdad, provocando el colapso del régimen de Saddam, cuyo fin selló definitivamente la posterior captura y ejecución del dictador. Sin embargo, como ya sucediera en Vietnam, esa incuestionable victoria militar no tuvo su traducción al nivel de la estrategia política. En otras palabras: los objetivos alcanzados por las armas no estaban alineados con los definidos en el nivel político, y no sirvieron para mejorar la posición estratégica norteamericana, en clara contradicción con la naturaleza política de la guerra que tan sagazmente había identificado Clausewitz.

Esta falta de alineamiento es, tal vez, el mayor reproche que, desde el punto de vista técnico, se puede hacer al diseño estratégico norteamericano. Reforzada por decisiones como la de disolver las fuerzas armadas iraquíes, echando a miles de soldados en brazos de la insurgencia, semejante miopía estratégica hizo que la conclusión de la ofensiva convencional, lejos de significar el final de las operaciones militares en Irak fuera, en realidad, el comienzo de una ocupación cuyos parámetros tardó en comprender el liderazgo norteamericano, y que alteró drásticamente el paisaje estratégico de la región. Súmense a ello episodios, puntuales pero terribles, como el de Abu Ghraib, o el del fracaso en la búsqueda de armas de destrucción masiva, para entender el efecto que la Guerra de Irak ha tenido -está teniendo- sobre el poder militar norteamericano, desgastado por el esfuerzo, y sobre su reputación internacional, mellada de una forma de la que aún no se ha recuperado totalmente.

Con la perspectiva del tiempo, algunos efectos negativos de la guerra aparecen nítidos. Primero, el esfuerzo de una década para transformar Irak en un sistema democrático que no diera cobijo a grupos terroristas fue aprovechado por China para reducir la brecha económica que le separaba de Norteamérica y cuestionar su posición de principal potencia global. Probablemente, la ausencia de guerra no habría servido para evitar la emergencia del poder chino. Pero, quizás, ésta habría tardado más en llegar y, sobre todo, se habría producido con unos Estados Unidos asentados sobre una base más sólida. Segundo, cuando, finalmente, Washington decidió abandonar Irak, dejó tras de sí un estado fallido, profundamente dividido y a merced de Irán, y fértil para el crecimiento de grupos como el Estado Islámico. Tercero, esa misma salida generó un vacío en la región, que alteró el equilibrio de poder en que se había instalado en los largos años de Pax Americana, y que otros -China comienza a asomar- se apresuran a llenar.

España no permaneció ajena a las ondas de choque provocadas por la guerra. La decisión del gobierno de la época de implicarse en la posguerra con un contingente del Ejército de Tierra sirvió de pretexto a quienes quisieron aprovechar la circunstancia para -con éxito, hay que decir- introducir una cuña en la coalición occidental, y desestabilizar la política nacional, doméstica y exterior.

Vista en retrospectiva, la pregunta de si la guerra mereció o no la pena surge de forma natural. Los largos años de operaciones en Irak sirvieron, desde luego, para librar a este país de la tiranía del partido Baath encarnada por Saddam y terminaron, junto con las ejecutadas en Afganistán, doblegando a Al Qaeda. Sin embargo, el precio pagado en sangre para, finalmente, dejar tras de sí un Irak roto, y un Oriente Medio desestabilizado; y el desgaste económico y en términos de prestigio internacional que han tenido que pagar los Estados Unidos arroja un balance bastante más matizado. ¿Ha acercado la guerra a Norteamérica a su declive como potencia global?

Con independencia de todas estas consideraciones, no puede omitirse una referencia a los soldados norteamericanos, iraquíes, e internacionales -once españoles entre ellos-, que entregaron generosamente su vida en el cumplimiento del deber al servicio de sus respectivos países. Que su sacrificio no haya sido baldío y se vea siempre recompensado por la gratitud y el recuerdo.

 

¿Nos podemos fiar de las garantías de las monedas estables?

Germán López Espinosa

Catedrático de Contabilidad

Las tres monedas estables más importantes, según su capitalización de mercado, del mundo cripto son Tether, USD Coin y Binance USD. Se les denomina estables porque, en teoría, garantizan la paridad 1:1 con monedas fiat. Las reservas que garantizan esa paridad en el caso de Tether están custodiadas por Tether Holdings Limited, en USD Coin por Circle Internet Financial, LLC y por Paxos Trust Company, LLC para Binance USD. Pasemos a analizar estas reservas que garantizan la paridad de los tokens emitidos. 

La moneda estable mayor por capitalización de mercado es Tether con un nivel de tokens emitidos de 66.057 millones, según el último informe trimestral de fecha 31 de diciembre de 2022, que consta en su página web. En su página web se afirma que dicha moneda estable está garantizada 1:1 con moneda fiat. En el último informe trimestral constan los activos que respaldan esos tokens. Sorprende mucho que de los 67.044 millones de dólares en activos, tan solo 39.230 millones sean letras del tesoro estadounidense a un vencimiento inferior a los 60 días. El resto de los activos está compuesto por fondos del mercado monetario (7.373), préstamos garantizados (5.853), depósitos (5.318), bonos corporativos, fondos y metales preciosos (3.444), repos (3.046), otras inversiones (2.686) y letras del tesoro de otros países (94). Se considera importante resaltar que este resto de activos, que suponen el 41,49% del total, tienen ratings inferiores al del tesoro americano, por lo que estos activos tienen un mayor riesgo y la garantía dista de ser de la misma calidad crediticia que los dólares.

La segunda moneda estable por importancia es USD Coin. Sobre esta moneda tenemos informes mensuales. En el último, con datos a 31 de diciembre, se puede observar que el nivel de USD Coin asciende a 44.554 millones respaldada por activos por valor de 44.694 millones de dólares que están invertidos en un fondo del mercado monetario llamado Circle Reserve Fund Assets (23.664) con activos con vencimientos entre 10 y 82 días y el resto está en letras del tesoro estadounidense (10.524) y liquidez (10.506). Sin embargo, se considera necesario resaltar que los activos invertidos en el fondo del mercado monetario se valoran a coste amortizado y no a valor razonable, que sería lo lógico si se está hablando de una moneda con paridad 1:1 con el dólar estadounidense. Téngase en cuenta que la política de valorar a coste amortizado estos activos, a efectos de valorar las garantías, no es adecuada y menos en un año donde han existido 7 subidas de tipos de interés en Estados Unidos. Aunque los activos tengan un vencimiento a corto plazo, entre 10 y 82 días, su valor razonable se ve afectado cuando se producen subidas de tipos de interés.

La tercera moneda estable por importancia es Binance USD. En el informe de enero de 2023 el número de tokens en circulación ascendía a 16.094 millones cuando en noviembre de 2022 el número de tokens ascendía a 22.262 millones. Los activos que respaldan la moneda estable son letras del tesoro estadounidense por importe de 3.344 millones de dólares, préstamos a 1 día colateralizados con deuda del tesoro por importe de 12.439 millones de dólares y 636 millones en depósitos. Los préstamos a 1 día se dice que se realizan con instituciones financieras con reputación, pero no se explica concretamente qué instituciones son y la finalidad de estas operaciones para dichas instituciones. 

Resulta curiosa la diferente distribución de activos en garantía que ofrecen las tres monedas estables cuando todas buscan la misma finalidad. Además, es necesario comentar que ninguna de las empresas que las custodian disponen de estados financieros públicos y tampoco revelan el nivel de pérdidas que han tenido durante el año 2022, cuando se han producido las subidas de tipos de interés en Estados Unidos. Este es un coste, que puede ser relevante dependiendo de la selección de activos que hagan, y sobre el que no se dispone de información alguna.

 

 

Proteger a las posibles víctimas

En España, contra viento y marea, la Ley Trans se ha aprobado, definitivamente desde hoy. El Gobierno y los Grupos Parlamentarios que lo sostienen han hecho oídos sordos a las evidencias y, sobre todo, a las historias de vida de jóvenes y adultos que podían narrar en primera persona los daños que los fármacos, la cirugía y una falsa doctrina habían causado en sus vidas. En estos últimos días, varios medios de comunicación han dado voz a historias de vida que deberían conmover al más indiferente. Algunos de los protagonistas de estas historias ya no podrán contar cómo ha sido el calvario. Algunos otros se han atrevido a levantar la voz con la ayuda de sus familias. Muchos de ellos creyeron encontrar en el mal llamado “cambio de sexo” una respuesta a los problemas que les aquejaban. A partir de ya, la Ley seguirá su curso, los colegios vivirán un contagio acelerado y los jóvenes y sus familias seguirán indefensos si no se articula, cuanto antes, una respuesta transversal y socialmente sostenida, que con criterios profesionales sea capaz de proteger a las víctimas potenciales de este disparate.

Pedro García

 

 

La pendiente de la eutanasia

Hoy el Tribunal Constitucional ha avalado la eutanasia porque "la tesis absolutizadora de la vida no es compatible con la Constitución", esto estaba dentro de la hoja de ruta calculada por el Gobierno, se trata de la ley sobre la eutanasia. Conviene, no obstante, echar un vistazo a lo que está sucediendo en aquellos pocos lugares del mundo que nos llevan la delantera en este asunto. El caso de Canadá es muy significativo. Si las recomendaciones del Informe del Gobierno Federal son aprobadas, la eutanasia se permitiría en niños y en personas con enfermedades mentales y con demencia. El informe anuncia taimadamente lo que no es, ya desde el mismo título. Se trata, literalmente, de un Informe para la Asistencia Médica en el morir, y daría a Canadá la ley de eutanasia más permisiva del mundo. Se trata de un fenómeno moral bien conocido que responde al nombre de la “pendiente resbaladiza”, consistente en forzar una legislación primera, en la que se habla siempre de excepcionalidad y termina años más tarde en una legislación mucho más permisiva y alejada de los supuestos reducidos sobre los que se trató de sustentar su necesidad y urgencia.

Jesús D Mez Madrid

 

Nunca el derecho de la mujer

Nunca el derecho de la mujer a su ambiguamente llamada "salud reproductiva" puede anular el derecho a la vida del hijo que lleva en su vientre. Solo cuando la vida del feto sea, en sí misma, un peligro real para la vida de la madre, se podría extirpar, porque en ese hipotético caso -hoy muy poco frecuente- el feto se comportaría como si fuera un tumor maligno que se debe operar.

Los obispos españoles, en el documento de enero dicen que  el aborto "se sigue fundamentado en una ideología ya obsoleta, basada en el poder absoluto del individuo, contraria al nuevo paradigma ecológico de los cuidados y despreciando los descubrimientos científicos".

Una sociedad, unos gobernantes, que no defienden y protegen de hecho la vida humana desde su concepción hasta la muerte natural, recuerda los peores momentos de Europa del pasado siglo XX. Sería una sociedad que no puede progresar socialmente, moralmente, demográficamente, porque falla el derecho fundamental, que inevitablemente lleva al egoísmo, al individualismo, a la ausencia de valores y virtudes, al descuido en la atención de los más vulnerables (enfermos, ancianos, embarazadas, etc). También se descuida la formación moral de los jóvenes y se cae en un círculo vicioso. Solo interesa lo material, lo lúdico, lo sensual... Los animales pueden llegar a tener más protección y "derechos" que las personas. El aborto "es incoherente con quien quiere defender una ecología integral donde esté en el centro la vida humana en toda su diversidad"  (Doc. Dios es fiel a su Alianza)

Hay que salir de esa espiral ciega y egoísta, y reconocer y respetar la dignidad de todo ser humano, abierto a la trascendencia, con derechos inviolables que toda autoridad humana que respete la libertad debe reconocer. Todas las personas de buena voluntad tenemos por delante una tarea de la que no podemos desentendernos, hasta derogar estas leyes inicuas, impropias de una sociedad madura. Estamos viviendo unos días tristes, pero no es el final. El bien puede más que el mal. En nuestras manos está conseguirlo.

Juan García. 

 

 

Más de un año de guerra

Se ha cumplido un año y casi un mes de la invasión de Ucrania por parte de Rusia. La resistencia desarrollada por los ucranianos, en contra de todo pronóstico, ha impedido la toma de control del país por parte de Putin. El frente se ha estabilizado en el este y la guerra no parece estar cerca de su final. Ocho millones de personas han tenido que abandonar sus casas, y es posible que haya más de 200.000 muertos. El ejército ruso ha cometido graves crímenes de guerra y la devastación es difícil de evaluar.

Trece meses después es evidente que Ucrania no debe perder esta guerra, porque eso significaría que la ley del más fuerte impera en las relaciones internacionales, que una invasión injusta queda impune y que Europa y el resto del mundo serían lugares mucho más inseguros. Hasta ahora la OTAN ha conseguido apoyar a Kiev sin convertirse en parte beligerante. Los últimos envíos de material militar, especialmente los tanques Leopard, son esenciales para que el ejército ucraniano no se vea desbordado. No obstante, esperemos que esto acabe pronto.

José Morales Martín

 

Los famosos que fueron «hijos no deseados»

ABC.es - 22.02.2022

 
Cristiano Ronaldo junto a su madre Dolores Aveiro

Sus madres estuvieron a punto de abortar por distintas circunstancias, sin embargo todas ellas tomaron la valiente decisión de seguir adelante con el embarazo y dieron a luz a fenómenos del deporte, la música o el cine.

Cristiano Ronaldo

La madre de Cristiano Ronaldo, Dolores Aveiro, a través de su libro de memorias «Madre coraje» confesó que le faltó muy poco en su día para abortar cuando se encontraba embarazada del delantero estrella. ¿La razón? Ya tenía tres hijos y pensaba que tal vez no podría permitirse económicamente criar a uno más.

Finalmente, le echó valor y tesón a las circunstancias para poder sacarlo adelante: «Fue una decisión familiar, no individual. Al principio, él no deseaba que se conociesen todos estos detalles debido al sufrimiento por el que atravesé. Pero acabó por entender que se trataba de un ejemplo». Y se extendió aún más en este sentido: «Es importante que las mujeres de hoy tomen conciencia y se lo piensen dos veces antes de llegar a abortar».

Ante esto, el futbolista intenta tomárselo con humor: «A veces, Cristiano se burla de mí y dice: 'No querías que naciera pero ahora mira estoy aquí ayudando a toda la familia'».

Andrea Bocelli

El compositor Andrea Bocelli publicó su historia en video compartido a través de Youtube para alentar a otras madres jóvenes a salvar la vida de sus bebés: «Una joven esposa fue hospitalizada por un ataque de apendicitis. Los médicos tuvieron que aplicarle hielo en el estómago y, al final del tratamiento, le sugirieron que abortara. Le dijeron que era la mejor solución, porque el bebé nacería con alguna discapacidad. Pero la joven y valiente mujer decidió no abortar, y el niño nació. La mujer era mi madre y yo era el niño. Quizá soy parte interesada, pero puedo decir que tomó la decisión acertada».

Hijo de campesinos, padeció muy pronto glaucoma: «Hasta los 12 años, veía sombras, contornos. Después, un balonazo en plena cara me dejó completamente ciego», explicó durante una entrevista. A pesar de ello, «no siento nostalgia: siempre me sentí en deuda con el mundo. Soy afortunado».

Jack Nicholson

El legendario actor Jack Nicholson es un acérrimo defensor de la vida: «Estoy en contra de eso. No tengo derecho a ningún otro punto de vista». La postura antiabortista de Nicholson es por motivos personales: su madre, que lo tuvo cuando era adolescente, fue presionada para abortar, sin embargo ella se negó a ello. Fue el fuerte carácter de su madre y su abuela lo que detuvo el aborto. Cuando se le preguntó sobre el aborto en una entrevista con la revista «Rolling Stone», dijo que lo único que sentía por su madre y su abuela era una gratitud inmensa: «Si hubieran tenido menos carácter, nunca habría podido vivir. Estas mujeres me dieron el regalo de la vida».

Celine Dion 

La cantante francocanadiense Celine Dion era el decimocuarto hijo de su madre. Al principio su madre quedó devastada cuando descubrió que estaba embarazada de nuevo. Confusa, acudió a su sacerdote para preguntarle si debería abortar como todo el mundo le aconsejaba, él la animó para que no lo hiciera y trajo al mundo a Celine.

Durante una entrevista con «National Post», la cantante aseguró que una vez que su madre dio a luz, «me amó tan apasionadamente como al resto de sus hijos». A raíz de este suceso, la cantante se decanta siempre que puede en contra del aborto. 

Tim Tebow

En 1987 los médicos que atendían a la madre de Tim Tebow le aconsejaron que abortase ante una gestación extremadamente difícil. Ella se negó y el resultado fue Tim. A raíz de este suceso traumático, la estrella del fútbol americano aprovecha toda la notoriedad que le daba el mundo del deporte para propagar sus convicciones religiosas, como también hicieron sus padres, misioneros evangélicos en Filipinas. Además, el joven Tebow siempre ha asegurado estar «muy convencido» del error que es el aborto, como demuestra su propia existencia.

Justin Bieber

Según afirma la madre de Justin Bieber a través de su libro «Nowhere But Up: The Story of Justin Bieber's Mom», llegó a ejercer de camello, pensó en el suicidio e incluso se planteó abortar cuando se quedó embarazada del cantante. La madre de la joven estrella se quedó en cinta con tan solo 17 años, en ese momento su familia y amigos le alentaron a abortar, algo que ella rechazó. Tras esto, acudió a un hogar para jóvenes embarazadas donde recibió el apoyo y la ayuda que necesitaba. Su madre aseguró que estaba decidida a hacer lo que fuera necesario para criar a su bebé.