Las. Noticias de hoy 19 Noviembre 2022

Enviado por adminideas el Sáb, 19/11/2022 - 12:46

 

Oración por la Paz - ACI Prensa

Ideas Claras

DE INTERES PARA HOY    sábado, 19 de noviembre de 2022    

Indice:

ROME REPORTS

 El Papa: “La perseverancia es construir el bien cada día, sobre su palabra, sobre el amor”

El Papa: ¡La paz es posible! No nos resignemos a la guerra”

Francisco: “No se dejen engañar y den testimonio”

La esencia del sínodo es escuchar, comprender y aplicar la voluntad de Dios

AMAR LA CASTIDAD : Francisco Fernandez Carbajal

Evangelio del sábado: la certeza de la resurrección

"Calma, deja que corra el tiempo" : San Josemaria

Mensaje del Prelado (18 noviembre 2022)

“Donde todo comienza”

Mons. Ocáriz: «Hablad, contad, cantad...»

Solemnidad de Cristo Rey

Divorcios, drogas, cárcel... un retiro y la confesión cambiaron su vida: «Corría hacia la muerte»

Belleza de la Liturgia (19). Para dar gloria a Dios : José Martínez Colín.

La “Ley trans” en España, cada vez más criticada por los expertos : Julio Tudela, Cristina Castillo

¿Pueden tener los niños relaciones sexuales con quien les dé la gana? : Julio Tudela

Madeleine Enzlberger: “El objetivo final de una censura impuesta por el Estado es la autocensura”

Aborto en la actualidad política : Josefa Romo 

Sin familias : Jesús Domingo Martínez

“Sino para darse” : Domingo Martínez Madrid

Cambió mi vida : Pedro García

Solemnidad de Jesucristo Rey del universo –

 

ROME REPORTS

 

 

 El Papa: “La perseverancia es construir el bien cada día, sobre su palabra, sobre el amor”

Palabras del Santo Padre antes del Ángelus

 

Ángelus 13 noviembre 2022 © Vatican Media

 

“La perseverancia es construir el bien cada día, sobre su palabra, sobre el amor, sobre el bien”, dijo el Papa Francisco durante la oración del Ángelus de este domingo, 13 de noviembre de de 2022, a los peregrinos y fieles reunidos en la Plaza de San Pedro.

 

Estas fueron las palabras del Papa al introducir la oración mariana:

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Palabras del Papa

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y feliz domingo!

El Evangelio de hoy nos lleva a Jerusalén, al lugar más sagrado: el templo. Allí, en torno a Jesús, algunos hablan de la magnificencia de aquel edificio grandioso, “adornado de bellas piedras” (Lc 21,5). Pero el Señor dice: “De lo que ven, no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida”  (v. 6). Luego aumenta la intensidad, explicando cómo en la historia casi todo se derrumba: habrá, dice, revoluciones y guerras, terremotos y hambrunas, plagas y persecuciones (cf. vv. 9-17). Es como si dijera: no hay que confiar demasiado en las realidades terrenales: pasan. Son palabras sabias, pero pueden darnos cierta amargura: ya hay tantas cosas que van mal, ¿por qué también el Señor hace discursos tan negativos? En realidad, su intención no es ser negativo, es otra, es darnos una valiosa enseñanza, a saber, el camino de salida de toda esta precariedad. ¿Y cuál es el camino de salida? ¿Cómo podemos salir de esto que pasa y pasa y no existirá más?

Este se encuentra en una palabra que quizás nos sorprenda. Cristo lo revela en la última frase del Evangelio, cuando dice: “Con su perseverancia salvarán su vida”  (v. 19). La perseverancia. ¿Qué cosa es esto? La palabra indica ser “muy severos”; pero ¿severos en qué sentido? ¿Acaso con uno mismo, considerándose no estar a la altura? No. ¿Acaso con los demás, siendo rígidos e inflexibles? Tampoco. Jesús nos pide que seamos “severos”, disciplinados, persistentes en lo que a Él le importa, en lo que importa. Porque, lo que realmente importa, muchas veces no coincide con lo que atrae nuestro interés: a menudo, como aquellas personas en el templo, priorizamos las obras de nuestras manos, nuestros logros, nuestras tradiciones religiosas y civiles, nuestros símbolos sagrados y sociales. Esto está bien, pero le damos demasiada prioridad. Estas cosas son importantes, pero pasan. En cambio, Jesús dice que nos centremos en lo que permanece, que evitemos dedicar nuestra vida a construir algo que luego se destruirá, como aquel templo, olvidándonos de construir lo que no se derrumba, de construir sobre su palabra, sobre el amor, sobre el bien. Ser perseverantes, ser severos y decididos para edificar aquello que no pasa.

Esto es, entonces, la perseverancia: es construir el bien cada día. Perseverar es permanecer constantes en el bien, especialmente cuando la realidad circundante empuja a hacer otra cosa. Pongamos algunos ejemplos: sé que rezar es importante, pero yo, como todo el mundo, siempre tengo muchas cosas que hacer, y por eso lo dejo para más adelante: “No, ahora estoy ocupado, no puedo, lo hago después”. O bien, veo tanta gente astuta que se aprovecha de las situaciones, que “regatea” las normas, y yo también dejo de observarlas, dejo de perseverar en la justicia y la legalidad. “Pero si estos astutos lo hacen, también lo hago yo”. Atención con eso. Todavía más: hago un servicio en la Iglesia, para la comunidad, para los pobres, pero veo que tanta gente en su tiempo libre solo piensa en divertirse, y entonces me dan ganas de abandonar y hacer como ellos. Porque no veo resultados o me aburro o no me hace feliz.

Perseverar, en cambio, es permanecer en el bien. Preguntémonos: ¿cómo va mi perseverancia? ¿Soy constante, o vivo la fe, la justicia y la caridad según el momento, es decir, si me apetece, rezo, si me conviene, soy justo, servicial y atento, mientras que, si estoy insatisfecho, si nadie me lo agradece, dejo de hacerlo? En resumen, ¿mi oración y mi servicio dependen de las circunstancias o dependen de un corazón firme en el Señor? Si perseveramos —nos recuerda Jesús— no tenemos nada que temer, ni siquiera en los acontecimientos tristes y difíciles de la vida, ni siquiera en el mal que vemos a nuestro alrededor, porque permanecemos anclados en el bien. Dostoievski escribió: “No tengas miedo de los pecados de los hombres, ama al hombre incluso con su pecado, porque este reflejo del amor divino es el culmen del amor en la tierra” (Los hermanos Karamazov, II,6,3g). La perseverancia es el reflejo del amor de Dios en el mundo, porque el amor de Dios es fiel, es perseverante, nunca cambia.

Que la Virgen, sierva del Señor perseverante en la oración (cf. Hch 1,12), fortalezca nuestra constancia

 

 

 

El Papa: ¡La paz es posible! No nos resignemos a la guerra”

Palabras del Santo Padre después de la oración mariana

 

Ángelus 13 noviembre 2022 © Vatican Media

Tras el rezo del Ángelus de este domingo, 13 de noviembre de 2022, El Santo Padre invitó a  “Permanecer siempre cerca de nuestros hermanos y hermanas de la atormentada Ucrania. Cercanos con la oración y la solidaridad concreta. ¡La paz es posible! No nos resignemos a la guerra”.

A continuación, siguen las palabras del Papa después del Ángelus ofrecidas por la Oficina de Prensa de la Santa Sede:

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Palabras del Papa

Queridos hermanos y hermanas:

Mañana se cumple el primer aniversario del lanzamiento de la Plataforma de Acción Laudato si’, que promueve la conversión ecológica y estilos de vida coherentes con ella. Quiero dar las gracias a todos los que se han sumado a esta iniciativa: hay unos seis mil participantes, entre personas, familias, asociaciones, empresas, instituciones religiosas, culturales y sanitarias. Este es un excelente comienzo de un proceso de siete años dirigido a responder al clamor de la tierra y al grito de los pobres. Animo a que esta misión, crucial para el futuro de la humanidad, fomente en todos un compromiso concreto para el cuidado de la creaci

En esta perspectiva, me gustaría recordar la Cumbre del Clima COP27 que se desarrolla en Egipto. Espero que se den pasos adelante, con valor y determinación, siguiendo las huellas del Acuerdo de París.

Permanezcamos siempre cerca de nuestros hermanos y hermanas de la atormentada Ucrania. Cercanos con la oración y la solidaridad concreta. ¡La paz es posible! No nos resignemos a la guerra.

Y los saludo a todos, peregrinos de Italia y de varios países, familias, parroquias, asociaciones y fieles. En particular, saludo al grupo carismático “El Shaddai” de los Estados Unidos de América, a los músicos uruguayos del bandoneón —¡veo la bandera ahí, espléndidos!—, la Misión greco-católica rumana de París, los representantes de la pastoral escolar de Limoges y Tulle con sus respectivos obispos, los miembros de la comunidad eritrea de Milán, a quienes aseguro mis oraciones por su país. Me complace dar la bienvenida a los ministros servidores de Ovada, a la cooperativa “La Nuova Famiglia” de Monza, a la Protección Civil de Lecco, a los fieles de Perugia, Pisa, Sassari, Catania y Bisceglie, y a los chicos y chicas de la Inmaculada.

Les deseo a todos un buen domingo. Por favor, no se olviden de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!

 

 

Francisco: “No se dejen engañar y den testimonio”

Misa de la VI Jornada Mundial de los Pobres.

 

VI Jornada Mundíal de los Pobres © Vatican Media

Alas 10:00 de esta mañana, XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario, el Santo Padre Francisco presidió en la Basílica Vaticana la celebración eucarística con motivo de la VI Jornada Mundial de los Pobres.

Publicamos a continuación la homilía que el Papa pronunció tras la proclamación del Evangelio:

Homilía del Papa

Mientras algunos hablan de la belleza exterior del templo y admiran sus piedras, Jesús llama la atención sobre los eventos turbulentos y dramáticos que marcan la historia humana. En efecto, mientras el templo construido por las manos del hombre pasará, como pasan todas las cosas de este mundo, es importante saber discernir el tiempo en que vivimos, para seguir siendo discípulos del Evangelio incluso en medio a las dificultades de la historia.

Y, para indicarnos el modo de discernir, el Señor nos propone dos exhortaciones: no se dejen engañar y den testimonio.

Lo primero que Jesús les dice a sus oyentes, preocupados por “cuándo” y “cómo” ocurrirán los hechos espantosos de los que habla, es: “Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: ‘Soy yo’, y también: ‘El tiempo está cerca’. No los sigan” (Lc 21,8). Y añade: “Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen” (v. 9). Y esto en el momento actual nos viene bien. ¿De qué engaño, pues, quiere liberarnos Jesús? De la tentación de leer los hechos más dramáticos de manera supersticiosa o catastrófica, como si ya estuviéramos cerca del fin del mundo y no valiera la pena seguir comprometiéndonos en cosas buenas. Si pensamos de esta manera, nos dejamos guiar por el miedo, y quizás luego buscamos respuestas con curiosidad morbosa en las fábulas de magos u horóscopos, que nunca faltan —y hoy muchos cristianos van a visitar a los magos, buscan el horóscopo como si fuese la voz de Dios—; o bien, confiamos en fantasiosas teorías propuestas por algún “mesías” de última hora, generalmente siempre derrotistas y conspirativas —también la psicología de la conspiración es mala, nos hace mal—. Aquí no está el Espíritu del Señor: ni en el ir en busca del “gurú” ni en este espíritu de la conspiración; ahí no está el Señor. Jesús nos advierte: “No se dejen engañar”, no se dejen deslumbrar por curiosidades ridículas, no afronten los acontecimientos movidos por el miedo, más bien apréndanlos a leerlos con los ojos de la fe, seguros de que estando cerca de Dios «Ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza» (v. 18).

Si la historia humana está llena de acontecimientos dramáticos, situaciones de dolor, guerras, revoluciones y calamidades, es igualmente cierto — dice Jesús — que todo esto no es el final (cf. v. 9); no es un buen motivo para dejarse paralizar por el miedo o ceder al derrotismo de quien piensa que todo está perdido y es inútil comprometerse en la vida. El discípulo del Señor no se deja atrofiar por la resignación, no cede al desaliento ni siquiera en las situaciones más difíciles, porque su Dios es el Dios de la resurrección y de la esperanza, que siempre reanima, con Él siempre se puede levantar la mirada, empezar de nuevo y volver a caminar. El cristiano, entonces, ante la prueba —cualquier prueba, cultural, histórica o personal—, se pregunta: “¿Qué nos está diciendo el Señor a través de este momento de crisis?”. También yo hago esta pregunta hoy: ¿Qué nos está diciendo el Señor, ante esta tercera guerra mundial? ¿Qué nos está diciendo el Señor? Y, mientras ocurren cosas malas que generan pobreza y sufrimiento, el cristiano se pregunta “¿Concretamente, que bien puedo hacer yo?”. No huir, hacerse la pregunta: ¿Qué me dice el Señor y qué bien puedo hacer yo?

No por casualidad, la segunda exhortación de Jesús, después de “no se dejen engañar”, está en positivo. Él dice “Esto les sucederá para que puedan dar testimonio de mí” (v. 13). Ocasión para dar testimonio. Quisiera subrayar esta hermosa palabra: ocasión, que significa tener la oportunidad de hacer algo bueno a partir de las circunstancias de la vida, incluso cuando no son ideales. Es un hermoso arte, típicamente cristiano; no quedarnos como víctimas de lo que sucede —el cristiano no es víctima y la psicología del victimismo es mala, nos hace mal—, sino aprovechar la oportunidad que se esconde en todo lo que nos acontece, el bien que es posible, lo poco de bueno que sea posible hacer, y construir también a partir de situaciones negativas. Cada crisis es una posibilidad y ofrece oportunidades de crecimiento. Porque cada crisis está abierta a la presencia de Dios, a la presencia de la humanidad. Pero, ¿qué nos hace el espíritu maligno? Quiere que trasformemos la crisis en conflicto, y el conflicto está siempre cerrado, sin horizonte y sin salida. No. Vivamos la crisis como personas humanas, como cristianos, no transformándola en conflicto, porque cada crisis es una posibilidad y ofrece oportunidades de crecimiento. Nos damos cuenta de ello si volvemos a leer nuestras historias personales. En la vida, a menudo, los pasos adelante más importantes se dan precisamente dentro de algunas crisis, de momentos de prueba, de pérdida de control, de inseguridad. Y, entonces, comprendemos la invitación que Jesús hace hoy directamente a mí, a ti, a cada uno de nosotros. Mientras ves a tu alrededor hechos desconcertantes, mientras se levantan guerras y conflictos, mientras ocurren terremotos, carestías y epidemias, ¿qué haces? ¿qué hago yo? ¿Te distraes para no pensar en ello? ¿Te diviertes para no involucrarte? ¿Tomas el camino de la mundanidad, de no hacerse cargo, de no tomar en serio estas situaciones dramáticas? ¿Miras hacia otro lado? ¿Te adaptas, sumiso y resignado, a lo que sucede? ¿O estas situaciones se convierten en ocasiones para testimoniar el Evangelio? Hoy cada uno de nosotros debe preguntarse, ante tantas calamidades, ante esta tercera guerra mundial tal cruel, ante el hambre de tantos niños, de tanta gente: ¿Puedo derrochar, malgastar el dinero, desperdiciar mi vida, perder el sentido de mi vida, sin armarme de valor y avanzar?

Hermanos y hermanas, en esta Jornada Mundial de los Pobres la Palabra de Jesús es una fuerte advertencia para romper esa sordera interior que todos nosotros tenemos y que nos impide escuchar el grito sofocado de dolor de los más débiles. También hoy vivimos en sociedades heridas y asistimos, precisamente como nos lo ha dicho el Evangelio, a escenarios de violencia —basta pensar en las crueldades que padece el pueblo ucraniano—, injusticia y persecución; además, debemos afrontar la crisis generada por el cambio climático y la pandemia, que ha dejado tras de sí un rastro de malestares no solo físicos, sino también psicológicos, económicos y sociales. También hoy, hermanos y hermanas, vemos levantarse pueblo contra pueblo y presenciamos angustiados la vehemente ampliación de los conflictos, la desgracia de la guerra, que provoca la muerte de tantos inocentes y multiplica el veneno del odio. También hoy, mucho más que ayer, muchos hermanos y hermanas, probados y desalentados, emigran en busca de esperanza, y muchas personas viven en la precariedad por la falta de empleo a causa de condiciones laborales injustas e indignas. Y también hoy, hermanos y hermanas, los pobres son las víctimas más penalizadas de cada crisis. Pero, si nuestro corazón permanece adormecido e insensible, no logramos escuchar su débil grito de dolor, llorar con ellos y por ellos, ver cuánta soledad y angustia se esconden también en los rincones más olvidados de nuestras ciudades. Es necesario ir a los rincones de la ciudad, esos rincones escondidos, oscuros; allí se ve mucha miseria, y mucho dolor, y mucha pobreza descartada.

Hagamos nuestra la invitación fuerte y clara del Evangelio a no dejarnos engañar. No escuchemos a los profetas de desventura; no nos dejemos seducir por los cantos de sirena del populismo, que instrumentaliza las necesidades del pueblo proponiendo soluciones demasiado fáciles y apresuradas. No sigamos a los falsos “mesías” que, en nombre de la ganancia, proclaman recetas útiles solo para aumentar la riqueza de unos pocos, condenando a los pobres a la marginación. Al contrario, demos testimonio, encendamos luces de esperanza en medio de la oscuridad; aprovechemos, en las situaciones dramáticas, las ocasiones para testimoniar el Evangelio de la alegría y construir un mundo fraterno, al menos un poco más fraterno; comprometámonos con valentía por la justicia, la legalidad y la paz, estando siempre del lado de los débiles. No escapemos para defendernos de la historia, sino que luchemos para darle a esta historia que nosotros estamos viviendo un rostro diferente.

¿Y dónde encontrar la fuerza para todo esto? En el Señor. En la confianza en Dios, que es Padre, que vela por nosotros. Si le abrimos nuestro corazón, aumentará en nosotros la capacidad de amar. Este es el camino: crecer en el amor. Jesús, en efecto, después de haber hablado de escenarios de violencia y de terror, concluye diciendo, “Ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza” (v. 18). ¿Pero qué significa? Que Él está con nosotros, Él es nuestro custodio, Él camina con nosotros. ¿Tengo esa fe? ¿Tú tienes esa fe de que el Señor camina contigo? Esto nos lo debemos repetir siempre, especialmente en los momentos más dolorosos: Dios es Padre y está a mi lado, me conoce y me ama, vela por mí, no duerme, cuida de mí y con Él ni siquiera un cabello de mi cabeza se perderá. ¿Y yo cómo respondo a esto? Mirando a los hermanos y a las hermanas que están en necesidad, mirando esta cultura del descarte que descarta a los pobres, que descarta a las personas con menos posibilidades, que descarta a los ancianos, che descarta a los que están por nacer… Mirando todo esto, ¿qué me siento llamado a hacer como cristiano en este momento?

Amados por Él, decidámonos a amar a los hijos más descartados. El Señor está allí. Hay una vieja tradición, también en los pueblecitos de Italia, en la cena de Navidad, dejar un puesto vacío para el Señor que ciertamente llamará a la puerta en la persona de un pobre que tiene necesidad. ¿Y tu corazón?, ¿tiene siempre un puesto libre para esta gente? ¿Mi corazón, tiene un puesto libre para esta gente? ¿O estamos demasiado ocupados con los amigos, con los eventos sociales, con las obligaciones para tener un puesto libre para esta gente? Cuidemos de los pobres, en quienes está Cristo, que se hizo pobre por nosotros (cf. 2 Co 8,9). Él se identifica con el pobre. Sintámonos comprometidos para que no se pierda ni un cabello de sus cabezas. No podemos quedarnos, como aquellos de los que habla el Evangelio, admirando las hermosas piedras del templo, sin reconocer el verdadero templo de Dios, que es el ser humano, el hombre y la mujer, especialmente el pobre, en cuyo rostro, en cuya historia, en cuyas heridas está Jesús. Él lo dijo. Nunca lo olvidemos.

 

La esencia del sínodo es escuchar, comprender y aplicar la voluntad de Dios

Discurso del Papa en la Asamblea Plenaria del Dicasterio para la Comunicación

 

Vatican News

Este sábado 12 de noviembre de 2022, el Santo Padre Francisco recibió en Audiencia, en el Palacio Apostólico Vaticano, a los empleados y participantes de la Asamblea Plenaria del Dicasterio para la Comunicación.

Tras entregar el discurso preparado para la ocasión, el Papa se dirigió a los participantes en la reunión.

Publicamos a continuación el discurso que el Santo Padre preparó para la ocasión y que pronunció ante los presentes:

***

Discurso del Santo Padre

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y bienvenidos!

Agradezco al Dr. Ruffini sus amables palabras, y saludo a todos los que participan en la Asamblea Plenaria del Dicasterio para la Comunicación, cuyo tema es «Sínodo y Comunicación: un camino a desarrollar».

El Sínodo no es un simple ejercicio de comunicación, ni un intento de repensar la Iglesia con la lógica de que mayorías y minorías tengan que ponerse de acuerdo. Este tipo de visión es mundana y sigue el patrón de muchas experiencias sociales, culturales y políticas. En cambio, la esencia del camino sinodal radica en una verdad fundamental que nunca debemos perder de vista: pretende escuchar, comprender y poner en práctica la voluntad de Dios.

Si, como Iglesia, queremos conocer la voluntad de Dios para hacer que la luz del Evangelio siga siendo relevante en nuestro tiempo, entonces debemos volver a la conciencia de que nunca se da al individuo, sino siempre a la Iglesia en su conjunto. Sólo en el tejido vivo de nuestras relaciones eclesiales somos capaces de escuchar y comprender al Señor que nos habla. Sin «caminar juntos», podemos convertirnos simplemente en una institución religiosa, que ha perdido la capacidad de hacer brillar la luz del mensaje de su Maestro, ha perdido la capacidad de dar sabor a los diferentes acontecimientos del mundo.

Jesús nos advierte contra esa deriva. Nos repite: «Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué puede hacerse salada? Porque para nada sirve sino para ser tirado y pisoteado por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad situada en un monte no puede permanecer oculta, ni una lámpara encendida para ponerla debajo de un celemín, sino sobre el candelero para alumbrar a todos los que están en la casa» (Mt 5,13-16). Por ello, la dimensión sinodal es una dimensión constitutiva de la Iglesia, y la reflexión que nos mantiene comprometidos en estos años pretende poner de manifiesto con fuerza lo que la Iglesia siempre ha creído implícitamente.

La Biblia está llena de historias de hombres y mujeres que a veces imaginamos erróneamente como héroes solitarios. Por ejemplo, Abraham, la primera persona a la que Dios dirige su palabra, no es un solitario que se pone en camino, sino un hombre que toma en serio la voz de Dios, que le invita a salir de su tierra, y lo hace junto a su familia (Gn 12,1-9). La historia de Abraham es la historia de los vínculos de Abraham.

Incluso Moisés, el libertador de Israel, no habría podido cumplir su misión si no hubiera contado con la ayuda de su hermano Aarón, su hermana María, su suegro Jetro y otros muchos hombres y mujeres que le ayudaron a escuchar la Palabra del Señor y a ponerla en práctica para el bien de todos. Es un hombre herido en su propia historia personal, y no tiene habilidades oratorias, de hecho, es tartamudo. Casi podríamos decir que es un hombre que tiene dificultades precisamente para comunicarse, pero los que le rodean suplen su propia incapacidad (cf. Ex 4,10.12-16).

María de Nazaret no habría podido cantar su Magnificat sin la presencia y la amistad de su prima Isabel (cf. Lc 1,46-55), y no habría podido defender al niño Jesús del odio de los que querían matarlo si José no hubiera estado a su lado (Mt 2,13-15.19-23).

El propio Jesús está necesitado de vínculos, y cuando tiene que afrontar la batalla decisiva de su misión en Jerusalén, la noche de su arresto se lleva a sus amigos Pedro, Santiago y Juan al huerto de Getsemaní (cf. Mt 26,36-46).

La contribución de la comunicación es precisamente hacer posible esta dimensión comunitaria, esta capacidad relacional, esta vocación de vínculos. Y así entendemos cómo es tarea de la comunicación fomentar la cercanía, dar voz a los excluidos, llamar la atención sobre lo que normalmente descartamos e ignoramos. La comunicación es, por así decirlo, el oficio de los vínculos, dentro del cual resuena y se escucha la voz de Dios.

Tres cosas me gustaría señalarles como posibles pistas para una futura reflexión en este ámbito.

La primera tarea de la comunicación debe ser hacer que las personas se sientan menos solas. Si no disminuye el sentimiento de soledad al que tantos hombres y mujeres se sienten condenados, entonces esa comunicación es sólo un entretenimiento, no es el oficio de vincular como decíamos antes.

Para poder llevar a cabo tal misión, debe quedar claro que una persona se siente menos sola cuando se da cuenta de que las preguntas, las esperanzas, las labores que lleva dentro encuentran su expresión fuera. Sólo una Iglesia inmersa en la realidad sabe realmente lo que hay en el corazón del hombre contemporáneo. Por lo tanto, toda verdadera comunicación está hecha sobre todo de escucha concreta, está hecha de encuentros, de rostros, de historias. Si no sabemos estar en la realidad, nos limitaremos a señalar desde arriba en direcciones que nadie escuchará. La comunicación debe ser una gran ayuda para la Iglesia, para vivir concretamente en la realidad, favoreciendo la escucha e interceptando los grandes interrogantes de los hombres y mujeres de hoy.

Vinculado a este primer reto, me gustaría añadir otro: dar voz a los sin voz. Muy a menudo somos testigos de sistemas de comunicación que marginan y censuran lo que es incómodo y lo que no queremos ver. La Iglesia, gracias al Espíritu Santo, sabe bien que su tarea es estar con los últimos, y su hábitat natural son las periferias existenciales.

Pero las periferias existenciales no son sólo aquellas que por razones económicas se encuentran al margen de la sociedad, sino también las que están llenas de pan pero vacías de sentido, son también las que viven en situaciones de marginalidad por determinadas elecciones, o fracasos familiares, o acontecimientos personales que han marcado indeleblemente su historia. Jesús nunca tuvo miedo del leproso, del pobre, del extranjero, aunque estas personas estuvieran marcadas por un estigma moral. Jesús nunca ignoró a los indocumentados de todo tipo. Me pregunto si nosotros, como Iglesia, sabemos dar voz también a estos hermanos, si sabemos escucharlos, si sabemos discernir con ellos la voluntad de Dios, y dirigirles así una Palabra que salva.

Por último, el tercer reto de la comunicación que me gustaría dejaros es el de educarnos en la fatiga de comunicar. No pocas veces, incluso en el Evangelio hay malentendidos, lentitud en la comprensión de las palabras de Jesús, o malentendidos que a veces se convierten en verdaderas tragedias, como le ocurrió a Judas Iscariote, que confundió la misión de Cristo con un mesianismo político.

Por lo tanto, debemos aceptar también esta dimensión del «cansancio» en la comunicación. Muy a menudo, los que miran a la Iglesia desde fuera se sienten desconcertados por las diferentes tensiones que existen en ella. Pero quienes conocen el camino del Espíritu Santo saben bien que a Él le encanta sacar comunión de la diversidad, y crear armonía de la confusión. La comunión nunca es uniformidad, sino la capacidad de mantener unidas realidades muy diferentes. Creo que también deberíamos ser capaces de comunicar este cansancio sin pretender resolverlo u ocultarlo. El disentimiento no es necesariamente una actitud de ruptura, pero puede ser uno de los ingredientes de la comunión. La comunicación también debe hacer posible la diversidad de puntos de vista, buscando siempre preservar la unidad y la verdad, y luchando contra la calumnia, la violencia verbal, el personalismo y el fundamentalismo que, bajo la apariencia de ser fieles a la verdad, sólo propagan la división y la discordia. Si sucumbe a estas degeneraciones, la comunicación, en lugar de hacer mucho bien, acaba haciendo mucho daño.

Queridos hermanos y hermanas, el trabajo de este Dicasterio no es meramente técnico. Su vocación, como hemos visto, toca la forma misma de ser Iglesia. Gracias por lo que haces. Os animo a seguir adelante de forma decidida y profética. Servir a la Iglesia significa ser fiable y también valiente a la hora de atreverse con nuevos caminos. En este sentido, sé siempre fiable y valiente. Os bendigo a todos de corazón. Y, por favor, no olvides rezar por mí.

 

 

AMAR LA CASTIDAD

— Sin la pureza es imposible el amor.

— Castidad matrimonial y virginidad.

— Apostolado sobre esta virtud. Medios para guardarla.

I. Vinieron los saduceos, que niegan la resurrección de los muertos, para proponer a Jesús una cuestión que, según ellos, reducía al absurdo esa verdad admitida comúnmente por el resto de los hebreos1. Según la ley judía2, si un hombre moría sin dejar hijos, el hermano tenía obligación de casarse con la viuda para suscitar descendencia a su hermano. Las consecuencias de esta ley se presentaban como un argumento aparentemente sólido contra la resurrección de los cuerpos. Pues si siete hermanos habían muerto sucesivamente sin dejar descendencia, en la resurrección ¿de quién será esposa?

El Señor contestó con citas de la Sagrada Escritura reafirmando la resurrección de los muertos, y, al enseñar las cualidades de los cuerpos resucitados, desvaneció el argumento de los saduceos. La objeción mostraba por sí misma una gran ignorancia en el poder de Dios para glorificar los cuerpos del hombre y de la mujer a una condición semejante a la de los ángeles que, siendo inmortales, no necesitan la reproducción de la especie3. La actividad procreadora se ciñe a unos años dentro de esta etapa terrena del hombre para cumplir la misión de propagar la especie y, sobre todo, de aumentar el número de elegidos para el Cielo. Lo definitivo es la vida eterna. Esta vida es solo un paso hacia el Cielo.

Mediante la virtud de la castidad, o pureza, la facultad generativa es gobernada por la razón y dirigida a la procreación y unión de los cónyuges dentro del matrimonio. La tendencia sexual se sitúa así en el orden querido por Dios en la creación, aunque –a causa del profundo desorden introducido en la naturaleza humana por el pecado original y por los pecados personales– a veces resulte precisa la lucha ascética para mantener esta ordenación.

La virtud de la castidad lleva también a vivir una limpieza de mente y de corazón: a evitar aquellos pensamientos, afectos y deseos que apartan del amor de Dios, según la propia vocación4. Sin la castidad es imposible el amor humano y el amor a Dios. Si la persona renuncia al empeño por mantener esta limpieza de cuerpo y de alma, se abandona a la tiranía de los sentidos y se rebaja a un nivel infrahumano: «parece corno si el “espíritu” se fuera reduciendo, empequeñeciendo, hasta quedar en un puntito... Y el cuerpo se agranda, se agiganta, hasta dominar»5, y el hombre se hace incapaz de entender la amistad con el Señor. En los primeros tiempos, en medio de un ambiente pagano hedonista, la Iglesia amonestó con firmeza a los cristianos sobre «los placeres de la carne, que como crueles tiranos, después de envilecer el alma en la impureza, la inhabilitan para las obras santas de la virtud»6. La pureza dispone el alma para el amor divino, para el apostolado.

II. La castidad no consiste solo en la renuncia al pecado. No es algo negativo: «no mirar», «no hacer», «no desear»... Es entrega del corazón a Dios, delicadeza y ternura con el Señor, «afirmación gozosa»7. Virtud para todos, que se ha de vivir según el propio estado. En el matrimonio, la castidad enseña a los casados a respetarse mutuamente y a quererse con un amor más firme, más delicado y más duradero. «El amor consigue que las relaciones conyugales, sin dejar de ser carnales, se revistan, por decirlo así, de la nobleza del espíritu y estén a la altura de la dignidad del hombre. El pensamiento de que la unión sexual está destinada a suscitar nuevas vidas tiene un asombroso poder de transfiguración, pero la unión física solo queda verdaderamente ennoblecida si procede del amor y es expresión de amor (...).

»Y cuando el sexo se desvincula completamente del amor y se busca por sí mismo, entonces el hombre abandona su dignidad y profana también la dignidad del otro.

»Un amor fuerte y lleno de ternura es, pues, una de las mejores garantías y sobre todo una de las causas más profundas de la pureza conyugal.

»Pero hay todavía una causa más alta. La castidad, nos dice San Pablo, es un “fruto del Espíritu” (cfr. Gal 5, 23), es decir, una consecuencia del amor divino. Para la guarda de la pureza en el matrimonio hace falta no solo un amor delicado y respetuoso por la otra persona sino sobre todo un gran amor a Dios. El cristiano que intenta conocer y amar a Jesucristo encuentra en este amor un poderoso estímulo para su castidad. Sabe que la pureza acerca de un modo especial a Jesucristo y que la cercanía de Dios, prometida a los que guardan limpio el corazón (cfr. Mt 5, 8), es la garantía principal de esa misma limpieza»8.

La castidad no es la primera ni la más importante virtud, ni la vida cristiana se puede reducir a la pureza, pero sin ella no hay caridad, y esta sí es la primera de las virtudes y la que da su plenitud a todas las demás. Sin la castidad, el mismo amor humano se corrompe. Quienes han recibido la llamada a servir a Dios en el matrimonio, se santifican precisamente en el cumplimiento abnegado y fiel de los deberes conyugales, que para ellos se hace camino cierto de unión con Dios. Quienes han recibido la vocación al celibato apostólico, encuentran en la entrega total al Señor y a los demás por Dios, indiviso corde9, sin la mediación del amor conyugal, la gracia para vivir felices y alcanzar una íntima y profunda amistad con Dios.

Si miramos hoy a Nuestra Señora –y en este día de la semana, el sábado, muchos cristianos la tienen especialmente presente–, vemos que en Ella se dan de modo sublime esas dos posibilidades que en el resto de las mujeres se excluyen: la maternidad y la virginidad. En nuestras tierras la llamamos muchas veces simplemente «la Virgen», la Virgen María. Y la tratamos como Madre. Fue voluntad de Dios que su Madre sea a la vez Virgen. La virginidad ha de ser, pues, un valor altísimo a los ojos de Dios, y encierra un mensaje importante para los hombres de todos los tiempos: la satisfacción del sexo no pertenece a la perfección de la persona. Las palabras de Jesús cuando resuciten de entre los muertos, ni se casarán ni serán dadas en matrimonio indican que «hay una condición de vida, sin matrimonio, en la que el hombre, varón y mujer, halla a un tiempo la plenitud de la donación personal y la comunión entre las personas, gracias a la glorificación de todo su ser en la unión perenne con Dios. Cuando la llamada a la continencia por el reino de los Cielos encuentra eco en el alma humana (...) no resulta difícil percibir allí una sensibilidad especial del espíritu humano, que ya en las condiciones terrenas parece anticipar aquello de lo que el hombre será partícipe en la resurrección futura»10. La virginidad y el celibato apostólico son aquí en la tierra un anticipo del Cielo.

A la vez, la doctrina cristiana ha afirmado siempre que «el sexo no es una realidad vergonzosa, sino una dádiva divina que se ordena limpiamente a la vida, al amor, a la fecundidad.

»Ese es el contexto, el trasfondo, en el que se sitúa la doctrina cristiana sobre la sexualidad. Nuestra fe no desconoce nada de lo bello, de lo generoso, de lo genuinamente humano, que hay aquí abajo»11. Quienes entregan a Dios por amor todo su ser, sin mediar un amor humano en el matrimonio, no lo hacen «por un supuesto valor negativo del matrimonio, sino en vista del valor particular que está vinculado a esta opción y que hay que descubrir y aceptar personalmente como vocación propia. Y por esto, Cristo dice: el que pueda entender, que entienda (Mt 19, 12)»12. El Señor ha dado a cada uno una misión aquí en la vida; su felicidad está en cumplirla acabadamente, con sacrificio y alegría.

III. La castidad vivida en el propio estado, en la especial vocación recibida de Dios, es una de las mayores riquezas de la Iglesia ante el mundo; nace del amor y al amor se ordena. Es un signo de Dios en la tierra. La continencia por el reino de los Cielos «lleva sobre todo la impronta de la semejanza con Cristo, que, en la obra de la redención, hizo Él mismo esta opción por el reino de los Cielos»13. Los Apóstoles, apartándose de la tradición de la Antigua Alianza donde la fecundidad procreadora era considerada como una bendición, siguieron el ejemplo de Cristo, convencidos de que así le seguían más de cerca y se disponían mejor para llevar a cabo la misión apostólica recibida. Poco a poco fueron comprendiendo –nos recuerda Juan Pablo II– cómo de esa continencia se origina una particular «fecundidad espiritual y sobrenatural del hombre que proviene del Espíritu Santo»14.

Quizá en el momento actual a muchos les puede resultar incomprensible la castidad, y mucho más el celibato apostólico y la virginidad vividas en medio del mundo. También los primeros cristianos tuvieron que enfrentarse a un ambiente hostil a esta virtud. Por eso, parte importante del apostolado que hemos de llevar a cabo es el de valorar la castidad y el cortejo de virtudes que la acompañan: hacerla atractiva con un comportamiento ejemplar, y dar la doctrina de siempre de la Iglesia sobre esta materia que abre las puertas a la amistad con Dios. Hemos de cuidar, por ejemplo, los detalles de pudor y de modestia en el vestir, en el aseo, en el deporte; la negativa tajante a participar en conversaciones que desdicen de un cristiano; el rechazo de espectáculos inmorales...; y sobre todo hemos de dar el ejemplo alegre de la propia vida. Con nuestra conversación hemos de poner de manifiesto, descaradamente cuando sea necesario, la belleza de esta virtud y los innumerables frutos que de ella se derivan: la mayor capacidad de amar, la generosidad, la alegría, la finura de alma... Hemos de proclamar a los cuatro vientos que esta virtud es posible siempre si se ponen los medios que Nuestra Madre la Iglesia ha recomendado durante siglos: el recogimiento de los sentidos, la prudencia atenta para evitar las ocasiones, la guarda del pudor, la moderación en las diversiones, la templanza, el recurso frecuente a la oración, a los sacramentos y a la penitencia, la recepción frecuente de la Sagrada Eucaristía, la sinceridad... y, sobre todo, un gran amor a la Virgen Santísima15. Nunca seremos tentados por encima de nuestras fuerzas16.

Al terminar nuestra oración acudimos a Santa María, Mater pulchrae dilectionis, Madre del amor hermoso, que nos ayudará siempre a sacar un amor más firme aun de las mayores tentaciones.

1 Lc 20, 27-40. — 2 Cfr. Dt 25, 5 ss. — 3 Santo Tomás, Comentario al Evangelio de San Mateo, 22, 30. — 4 Cfr. Catecismo Romano, III, 7, n. 6. — 5 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 841. — 6 San Ambrosio, Tratado sobre las vírgenes, 1, 3. — 7 Cfr. San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 5. — 8 J. M. Martínez Doral, La santidad de la vida conyugal, en Scripta Theologica, Pamplona 1989, vol. XXI, fasc. 3, pp. 880-881. — 9 Cfr. 1 Cor 7, 33. — 10 Juan Pablo II, Audiencia general 10-II-1982. — 11 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 24. — 12 Juan Pablo II, loc. cit. — 13 ídem, Audiencia general 24-III-1982. — 14 Ibídem. — 15 Cfr. S. C. para la Doctrina de la Fe, Declaración acerca de ciertas cuestiones de ética sexual, 29-XII-1975, 12. — 16 Cfr. 1 Cor, 10, 13.

 

Evangelio del sábado: la certeza de la resurrección

Comentario del sábado de la 33.ª semana del tiempo ordinario. “No es Dios de muertos, sino de vivos; todos viven para Él”. Somos capaces de abrazar los misterios divinos, aunque no lleguemos a comprenderlos del todo. Basta la humildad.

19/11/2022

Evangelio (Lc 20,27-40)

Se le acercaron algunos de los saduceos —que niegan la resurrección— y le preguntaron:

—Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si muere el hermano de alguien dejando mujer, sin haber tenido hijos, su hermano la tomará por mujer y dará descendencia a su hermano. Pues bien, eran siete hermanos. El primero tomó mujer y murió sin hijos. Lo mismo el segundo. También el tercero la tomó por mujer. Los siete, de igual manera, murieron sin dejar hijos. Después murió también la mujer. Entonces, en la resurrección, la mujer ¿de cuál de ellos será esposa?, porque los siete la tuvieron como esposa.

Jesús les dijo:

—Los hijos de este mundo, ellas y ellos, se casan; sin embargo, los que son dignos de alcanzar el otro mundo y la resurrección de los muertos, no se casan, ni ellas ni ellos. Porque ya no pueden morir otra vez, pues son iguales a los ángeles e hijos de Dios, siendo hijos de la resurrección. Que los muertos resucitarán lo mostró Moisés en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor Dios de Abrahán y Dios de Isaac y Dios de Jacob. Pero no es Dios de muertos, sino de vivos; todos viven para Él.

Tomando la palabra, algunos escribas dijeron:

—Maestro, has respondido muy bien.

Y ya no se atrevían a hacerle más preguntas.


Comentario

Hay numerosos sucedidos en la vida de Jesús que nos dejan la impresión, a menudo desconcertante, de la “necedad” de los que se acercan a escucharlo y a preguntarle. Este término, “necedad”, pertenece a la tradición sapiencial de la que dan testimonio una serie de libros del Antiguo Testamento. El necio es el que se cierra a lo evidente, a lo que tiene delante. El que no está dispuesto a escuchar. El que está convencido de que las cosas son como él piensa. ¡O que deberían ser como él piensa! Y que, por tanto, vive en un mundo que en parte es ficción. Vive engañado.

El evangelio de la misa de hoy nos presenta a unos saduceos. En la pregunta que hacen al Señor se deja entrever lo pequeño de sus corazones. Esa pequeñez se refleja en su obstinación por quedarse en la letra de la Ley de Moisés, o en lo que ellos entendían de esa letra, sin abrir su corazón a lo que Dios había revelado en esa misma Ley, aunque fuera aún de una forma oscura, pero que podía ser alcanzado por los destinatarios abiertos a Dios y con un corazón humilde. Para ellos era inconcebible una resurrección, entre otras cosas, por su concepción del matrimonio. Pero Jesús mismo les dice que, aunque no puedan llegar a comprender cómo vivirán en la otra vida las personas que aquí estuvieron casadas, la misma Ley les dice que Dios es un Dios de vivos.

Entre las diversas enseñanzas que podemos sacar de este pasaje, se impone una de fondo: solo pueden penetrar en el conocimiento del Misterio de Dios los que tienen buenas disposiciones, los que están abiertos y escuchan, los que preguntan con humildad, los que aceptan a Cristo, los que lo aman. El Misterio de Dios supera nuestra comprensión, pero, ciertamente, es un muro infranqueable para el que no quiere abrirse a comprender lo que le supera. Quien encierra a Dios y las realidades divinas en lo que la razón humana puede abrazar, creyendo vivir en la realidad, vive fuera de ella. A Dios solo podemos acercarnos con el corazón abierto. Sobre esas buenas disposiciones, Él construirá, con la fe, la esperanza y la caridad, el camino del conocimiento amoroso y la plenitud de vida.

 

 

"Calma, deja que corra el tiempo"

Estás intranquilo. -Mira: pase lo que pase en tu vida interior o en el mundo que te rodea nunca olvides que la importancia de los sucesos o de las personas es muy relativa. -Calma: deja que corra el tiempo; y, después, viendo de lejos y sin pasión los acontecimientos y las gentes adquirirás la perspectiva, pondrás cada cosa en su lugar y con su verdadero tamaño. Si obras de este modo serás más justo y te ahorrarás muchas preocupaciones. (Camino, 702)

19 de noviembre

No os asustéis, ni temáis ningún daño, aunque las circunstancias en que trabajéis sean tremendas, peores que las de Daniel en la fosa con aquellos animales voraces. Las manos de Dios son igualmente poderosas y, si fuera necesario, harían maravillas. ¡Fieles! Con una fidelidad amorosa, consciente, alegre, a la doctrina de Cristo, persuadidos de que los años de ahora no son peores que los de otros siglos, y de que el Señor es el de siempre.

Conocí a un anciano sacerdote, que afirmaba –sonriente– de sí mismo: yo estoy siempre tranquilo, tranquilo. Y así hemos de encontrarnos siempre nosotros, metidos en el mundo, rodeados de leones hambrientos, pero sin perder la paz: tranquilos. Con amor, con fe, con esperanza, sin olvidar jamás que, si conviene, el Señor multiplicará los milagros. (Amigos de Dios, 105)

 

 

Mensaje del Prelado (18 noviembre 2022)

El prelado del Opus Dei da gracias a Dios por su viaje a México y anima a acudir a la oración con la confianza y naturalidad de los hijos de Dios.

18/11/2022

Queridísimos: ¡que Jesús me guarde a mis hijas y a mis hijos!

Doy muchas gracias a Dios por los días que he pasado en México. Una vez más he comprobado, por el cariño y la atención de tantísimas personas, que la Obra es verdadera familia.

Ante Nuestra Señora de Guadalupe, he recordado y procurado hacer mías las palabras de san Josemaría a la Virgen, también en su viaje a México: «Ahora sí que te digo con el corazón encendido: monstra te esse Matrem!». Y continuaba: «Si un hijo pequeño le pidiera esto a su madre, es seguro que no habría madre que no se conmoviera». Así acudimos nosotros al diálogo con el Señor y con la Virgen: con la confianza y naturalidad de los hijos.

Tenemos la seguridad de que Jesús y su Madre reciben nuestra oración en cualquier momento. Por eso, os animo a abandonar en sus manos las necesidades del mundo y de la Iglesia. Quizá recordáis que don Javier contaba cómo, en una ocasión, san Josemaría le preguntó: «¿Ya rezas, hijo mío?». Y, sin esperar respuesta, añadió: «Yo no paro».

No dejemos nunca de rezar –tantas veces sin palabras–, con una fe que lleva consigo «una esperanza que no defrauda» (Rm 5,5). Como dice el Papa: «Incluso si el cielo se ofusca, el cristiano no deja de rezar. Su oración va a la par que la fe». Cuando no veamos los frutos inmediatos de la oración, sigamos acudiendo al Señor, con perseverancia, seguros en el amor que Dios nos tiene (cfr. 1 Jn 4,16).

Os pido especialmente que recéis por los veinticinco nuevos diáconos de la Prelatura que serán ordenados mañana en Roma.

Con todo cariño, os bendice

vuestro Padre

Fernando Ocáriz

Roma, 18 de noviembre de 2022

 

 

“Donde todo comienza”

¿Qué ocurre en las primeras ocho semanas de vida? Tres profesoras de la Universidad de Navarra explican en el vídeo “Donde todo comienza” lo que acontece durante las primeras semanas de gestación.

15/11/2022

Algunos cambios legislativos recientes han vuelto a plantear cuestiones fundamentales acerca de la vida humana sobre las que la ciencia tiene respuestas. 

“A lo largo del desarrollo embrionario no hay un salto cualitativo que marque el inicio de la vida, el salto es, sin duda, la fecundación”. Lo afirma así Mar Cuadrado, directora del departamento de Patología, Anatomía y Fisiología de la Universidad de Navarra, en un vídeo divulgativo que plasma con recursos gráficos, sonoros y entrevistas qué ocurre durante las ocho primeras semanas de vida.

Las profesoras de la Universidad de Navarra Begoña Olartecoechea, Mar Cuadrado y Elisa MengualLas profesoras de la Universidad de Navarra Begoña Olartecoechea, Mar Cuadrado y Elisa Mengual

En el mismo reportaje intervienen Begoña Olartecoechea, profesora clínica asociada de Obstetricia y Ginecología de la Universidad, y Elisa Mengual, profesora del departamento de Patología, Anatomía y Fisiología del centro académico.

Un nuevo ser humano desde la fecundación

La profesora Cuadrado explica en el vídeo, titulado “Donde todo comienza”, que el desarrollo del ser humano empieza en la fecundación, cuando el espermatozoide y el óvulo se fusionan en una sola célula denominada cigoto: “El cigoto marca así el inicio de un nuevo ser. Un ser único e irrepetible que es distinto a cualquier otro porque esa célula, aunque no lo veamos, contiene toda la información genética de ese individuo: nos dice si es un niño o una niña, el color de sus ojos y de su pelo, en definitiva, todas sus características propias”.

En el reportaje audiovisual se plasma el momento de la fecundación, así como la formación del cigoto y la división en distintas células. Recoge el sonido del latido cardiaco del bebé en la tercera semana de vida y ecografías que permiten comprobar cómo, durante todo este desarrollo, se van formando los distintos órganos internos (el tubo neural, el tracto digestivo, sistema respiratorio, el sistema nefrourinario, etc.), y la definición de las extremidades: brazos, piernas y manos que empiezan ya a separar los dedos.


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“Al final de la octava semana de vida se percibe perfectamente la forma del embrión, su cabecita, sus pabellones auriculares, que se están desarrollando. A partir de ese momento, lo que hace es ir aumentando en tamaño, en peso y por supuesto, en maduración, pero al final de estas ocho semanas todos los órganos ya están formados”, afirma la Dra. Begoña Olartecoechea.

La profesora Elisa Mengual incide en que el desarrollo en estos primeros dos meses de vida es clave: “Cuando explicamos en la facultad de Medicina la formación de las estructuras del embrión, para entender cómo van a ser en adulto, nos centramos en esos primeros meses de vida porque luego no hay ningún cambio prácticamente. Todo el tracto digestivo, cómo gira, las posibles patologías que podamos ver luego: un vólvulo intestinal o una malformación cardiaca…, todo eso se ha formado ya en los dos primeros meses de vida, y tiene una dimensión de 3 centímetros”.

 

 

Mons. Ocáriz: «Hablad, contad, cantad...»

Prosigue el viaje pastoral de Mons. Fernando Ocáriz por diversas ciudades de México: Aguascalientes, Guadalajara, Monterrey y Ciudad de México. Ofrecemos el segundo vídeo que muestra su encuentro con la gente.

Lunes 7 de noviembre

El prelado del Opus Dei viajó a Montefalco, una casa de retiros espirituales ubicada en el estado de Morelos, al sur de la capital, a donde llegó poco antes del mediodía.

Allí recibió a diversos grupos de personas. Paty le contó de su sobrina, que tiene 4 años y sufre una grave enfermedad. Tiene mucho interés por conocer más la fe católica y es muy piadosa. Mons. Ocáriz dijo que el ejemplo de esta joven puede ayudar a reflexionar sobre la infancia espiritual y el abandono en Dios: «Tened confianza en el Señor; la misma confianza que depositábais en vuestro padre y vuestra madre». 

También explicaron al Prelado que en una parroquia de una zona lejana han podido comprar copones grandes de un metal precioso gracias a la colecta realizada entre todos los vecinos. Quien explicó esta iniciativa preguntó a don Fernando cuándo llegaría la Obra a áreas tan alejadas de las capitales: «Donde tú estás -dijo-, la Obra está ahí. Pero nos desarrollaremos más, si sois fieles».

Domingo 6 de noviembre

Por la mañana, hubo una tertulia general en la Arena Monterrey. Acudieron personas provenientes del norte de México, del sur de la Unión Americana e incluso de algunos países de Centroamérica.

En primer lugar, Mons. Ocáriz pidió oraciones por el Papa Francisco. También recordó la importancia de tener fe en la oración y de amar mucho al Señor para identificarse con él.

Algunas personas quisieron compartir algunas impresiones, hacerle preguntas y contarle múltiples anécdotas: desde iniciativas educativas con los más desamparados, hasta operaciones quirúrgicas, pasando también por impulsores de la devoción a la Madre de Dios a través de matachines y del proyecto de “La Virgen en todos lados”. “Siempre se puede querer más a la Virgen. Ella nos mira con amor y nosotros debemos responder a esa mirada”, dijo el Prelado.

En ese rato de catequesis se abordaron numerosos temas: la importancia de las virtudes en la educación de los hijos, el redescubrimiento de la amistad, la esperanza ante las contrariedades o el agradecimiento que debemos tener hacia los migrantes que fortalecen nuestra sociedad.

En concreto, el prelado del Opus Dei se detuvo en la oportunidad que ofrece el sufrimiento cuando aparece en la vida, para fortalecer la fe, siempre que lo experimentemos unidos a la Cruz del Señor. Otros temas fueron la necesidad de ser prudentes en las redes sociales, el valor del celibato como un don de Dios y el matrimonio.

Finalmente, don Fernando concluyó la tertulia reiterando la importancia de pedir juntos por el Papa, y pidió oraciones para toda la Iglesia, para la Obra y también para él.

Sábado 5 de noviembre

El día 5 Mons. Fernando Ocáriz respondió, durante un encuentro, a las preguntas de muchas jóvenes mexicanas: «Es bueno conocer y estudiar la propia fe, para ser capaces de amar más a Jesucristo, que nos llama a identificarnos con Él, para ser felices. Del conocimiento viene el amor hacia quien nos llama a ser ipse Christus, el mismo Cristo».

Luisa, de Sinaloa, preguntó cómo se podía preparar mejor para la Jornada Mundial de la Juventud que tendrá lugar en Lisboa. «Escuchad y meditad las palabras del Papa. Y también, ¡divertíos mucho!». Además, le regalaron un farol proveniente de la ciudad de Culiacán: «Esto me hace pensar que todos tenemos que ser faroles encendidos, para dar luz a los demás e iluminar sus vidas».

Karina contó cómo descubrió su vocación a la Obra como Numeraria Auxiliar poco después de la muerte de 11 mujeres de la Obra mexicanas en un accidente automovilístico en el 2016. «Para seguir la propia vocación -recordó el Prelado- es necesaria la oración, pedir luces al Señor y pedir consejo. Lo importante no es pensar qué es más fácil y qué es más difícil; toda vocación es fácil y toda vocación es difícil. Es fácil con la gracia de Dios y es difícil porque todas implican esfuerzo. El celibato es un grandísimo don de Dios que da la capacidad de amar mucho».

Lilly, Paula y Lucía tocaron una pieza con flauta traversa. También surgió una pregunta sobre cómo cuidar nuestra fe y ser coherentes: «La fe es un don de Dios. Ante algunos ambientes que se oponen a la doctrina cristiana, primero, no hay que asustarse, sino mantenerse serenos, y –a la vez– ser prudentes. La primera prudencia es pedir ayuda a Dios. Los mismos apóstoles, teniendo a Jesús presente, le pedían: Señor, auméntanos la fe».

El equipo de @opusdeitips, una cuenta de Instagram que publica contenido sobre el mensaje de san Josemaría, preguntó cómo transmitir la filiación divina a gente joven. «El contenido que hacéis, que explica qué es la filiación divina, es ya una gran ayuda. Luego, transmitid la experiencia de la alegría de saberse hijos de Dios a las personas que tenéis cerca».

Al final, el Prelado se dirigió a todas: «Cuento con vosotras. No podéis limitaros a recibir formación cristiana; ustedes también hacen la Obra con nosotros».

Viernes 4 de noviembre

Tras celebrar la santa Misa en el colegio Liceo de Monterrey, a la que acudieron numerosas familias, Mons. Ocáriz charló con un grupo de mujeres. Maru –odontóloga– recordó algunas anécdotas de su profesión y Sofi habló sobre las amigas que ha hecho en la Universidad. Algunas, que vinieron desde el cercano Estados Unidos, le pidieron oración por la labor apostólica en ese país. El prelado les recordó que en el Opus Dei uno se siente en casa esté en el país que esté, «si cuidamos el ambiente de familia y el trato lleno de caridad entre nosotros».

Por la tarde, recibió a un grupo de jóvenes que participan de la formación cristiana que se ofrece en diversos centros del Opus Dei en el Norte de México. Asistieron chicos de Hermosillo, Culiacán, Chihuahua, Torreón y Monterrey. Se habló sobre temas como la fe, el apostolado, la vocación, las contrariedades, la alegría, la esperanza y otras cuestiones e inquietudes que presentaron los muchachos con anécdotas y preguntas.

Don Fernando les animó a no cansarse de profundizar en la formación y a asistir a ella de modo activo, no solo como el que recibe una clase, sino buscando cómo se pueden traducir las enseñanzas de la fe católica en la propia vida y cómo incorporarlas a la jornada cotidiana y a los sueños personales.

Pablo fue el primero en intervenir; contó cómo la llegada de un hermano con parálisis cerebral le ha ayudado a él y su familia a quererse más y a ser más generosos. “De alguna manera -le dijo el Prelado-, ahí está presente el amor de Dios, y ha servido para algo muy importante: la unión y generosidad de la familia; a veces estas cosas que pueden presentarse como una desgracia son en realidad una bendición de Dios, aunque no siempre sea tan fácil verlo así”.

A continuación, Eugenio preguntó: “¿Cómo vencer el miedo a las dificultades?”. “La raíz de nuestra seguridad siempre está en Dios —contestó don Fernando— pues nunca estamos alejados de la mano de Dios, ni dejados a nuestra suerte”. Citó también las palabras de San Pablo: “Si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros? Muchas veces lo que necesitamos es tener más fe, pedirle al Señor que nos aumente la fe”.

Otro joven de Monterrey —que también se llamaba Eugenio— pudo compartir con el Prelado cómo fue acercándose y redescubriendo a Dios gracias a la catequesis y las actividades que ha encontrado en Sillares, un centro del Opus Dei. “La formación -respondió Mons. Ocáriz- está dirigida a la identificación de cada persona con Jesucristo. Necesitamos recibirla no solo para tener información más o menos interesante, sino para que me sirva para conocer más al Señor, quererle más, y también para actuar más como Él, y sentir más como Él”. Explicó también cómo Dios quiere que todos seamos santos, pero que toca a cada uno descubrir el plan concreto que Dios ha pensado para cada uno.

Gerardo, de Culiacán, y José Pablo, de Chihuahua, preguntaron cómo acercar a sus amigos y hermanos a Dios. “Que se vea la alegría que tenéis cuando os empeñáis por vivir una auténtica vida cristiana. Además, rezad mucho por vuestros amigos y profundizad en la amistad”.

Sergio, del Club Roda, preguntó cómo distinguir la visión humana de lo que Dios nos quiere inspirar. “Piensa en tu oración, habla con Dios, pregúntale. Y pide consejo a quien te pueda ayudar. Dios respetará tu libertad, pero esa libertad alcanza su verdadero sentido cuando se dirige siempre hacia el amor, el amor a Dios y, por Dios, a los demás”.

Antes de acabar, unos chicos regiomontanos tuvieron la oportunidad de cantar el “Corrido de Monterrey”. El Prelado dio su bendición a todos, animándoles a ser fieles, alegres y apóstoles.

Jueves 3 de noviembre

Ese día don Fernando acudió al colegio Liceo de Monterrey, cuya formación cristiana está confiada a la prelatura. Las alumnas le dirigieron varias preguntas. Se mencionó en diversas ocasiones la necesidad de tratar a Jesús en el Sagrario y hacerle compañía. Después de que algunas cantasen una canción con la guitarra, el Prelado les animó a estar siempre alegres, y a demostrar esa alegría «cantando siempre, aunque sea por dentro».

Miércoles 2 de noviembre

El 2 de noviembre el prelado siguió su recorrido por México. En Monterrey, al norte del país, se reunió con un grupo de hijas suyas en Los Pinos, un centro donde se organizan numerosos retiros espirituales. Comenzó hablando de la ilusión que necesita cada cristiano para querer formarse siempre un poco más. Chayo y Mariana contaron unos chistes, y el Prelado aprovechó para animar a las presentes a tener siempre buen humor. Ana Lucía preguntó cómo cultivar amistades profundas: “Interesaos genuinamente por cada una -dijo Mons. Ocáriz-, y cuidad siempre la cercanía de la oración”.

Luego, Angie le dio la bienvenida en tarahumara, un lenguaje indígena, y le pidió que volviera pronto. Otra de las presentes preguntó qué tenía que pasar para que el Opus Dei tuviera más presencia en la Sierra Tarahumara. “San Josemaría siempre decía que, si queremos ser más, hemos de ser mejores, empezando por vosotras, con vuestro trabajo, con vuestra oración”.

Edith platicó sobre su reciente bautizo, primera comunión y confirmación, y también cantó –acompañada por la guitarra– una canción mexicana popular. Las intervenciones siguieron. Antes de irse, el prelado recordó que “no nos despedimos, porque siempre estamos muy cerca”.

Martes 1 de noviembre

El prelado del Opus Dei dedicó gran parte de la mañana a visitar enfermos y enfermas, y a charlar con matrimonios que impulsan diversas iniciativas educativas (Lar, Forsa y FAPACE). También aprovechó para conocer el colegio Los Altos, donde pudo platicar con algunas alumnas.

Después, tuvo una reunión en la Universidad Panamericana Campus Guadalajara con personas que trabajan en colegios, en la Universidad y en la escuela de negocios Ipade. Don Fernando mencionó muchas veces la importancia del trabajo que hace cada persona en esas instituciones. “No es mejor trabajo -dijo- el que hace el rector de la Universidad que el que hace una persona que solo da una clase a la semana, porque -como decía san Josemaría- es mejor el trabajo que se haga con más amor de Dios”.

Lunes 31 de octubre

Por la mañana, don Fernando se reunió con un grupo de hijas suyas para charlar de los retos profesionales y apostólicos entre sus compañeras de trabajo y con otras amigas. Por la tarde, acudió a rezar a la Virgen de Zapopán, en Jalisco.

Domingo 30 de octubre

En el segundo día de su visita a Guadalajara, el prelado mantuvo una tertulia con universitarios en la Universidad Panamericana.

De parte de todos los jóvenes que frecuentan el club Cauda, Álvaro regaló a Mons. Ocáriz un álbum del mundial, en el que en vez de los jugadores de fútbol puede verse a los chicos que acuden a recibir formación cristiana en ese centro. Luego, Álvaro contó que ha empezado a impartir catecismo a niños pequeños. Como no sabe si lo está haciendo bien, preguntó cómo explicar el amor de Dios a una persona a quien parece no interesarle. “Depende de las circunstancias –dijo el Prelado–; no hay una fórmula mágica. Lo que siempre es necesario es acompañar la formación con la oración, con tu oración. A veces no es fácil enseñar porque no conoces a esa persona o a ese niño, pero por eso le pides al Espíritu Santo el don de lenguas, le pides luz para que el mensaje de la fe llegue a él”.

A continuación preguntó Diego: “¿Cómo podemos saber qué es a lo que Dios nos llama?”. La voluntad del Señor, contestó don Fernando, no se manifiesta normalmente de modo evidente, “por lo que es muy importante rezar, pedir luz y fuerza para decidir. A veces sabemos que nos llama, pero nos falta querer seguirlo”. El Prelado habló sobre el celibato y comentó que supone –para quien recibe esa llamada– un don muy grande: “El celibato apostólico es una donación de amor inmenso a Dios, y, por Dios, al mundo entero”. Expresó que sería un error ver el celibato como un gran sacrificio, y recordó las palabras que Jesús dirige en los evangelios numerosas veces a sus apóstoles: “No tengáis miedo”.

Entre una pregunta y otra también hubo tiempo para breves espectáculos: José Andrés, que vive en la residencia universitaria Altovalle, cantó la canción “Cuando Sale La Luna”. Santiago hizo un truco de magia que despertó los aplausos de los asistentes.

Poncho, un muchacho de Aguascalientes, y José María, de San Luis Potosí, hicieron preguntas similares: ¿cómo acercar a mis amigos a Dios? El prelado del Opus Dei habló de la importancia de la amistad y de la oración en el apostolado: “Se trata de saber transmitir, por el afecto y el cariño, lo que uno lleva dentro, que es la verdadera alegría de la propia relación a Dios, que no limita nuestra vida, sino que multiplica la felicidad”. Citando a san Josemaría, recordó que “lo que se necesita para conseguir la felicidad, no es una vida cómoda, sino un corazón enamorado”.

Más adelante, el Prelado charló un rato con algunas jóvenes que reciben formación cristiana en centros del Opus Dei, que le acogieron con la canción "Cielito lindo". Precisamente, comenzó el encuentro reflexionando sobre la fortuna que supone acudir a clases para conocer la fe católica y profundizar en la vida espiritual, para poder así acercarse más a Cristo.

Rosita le contó su proceso de conversión, gracias al acompañamiento que recibió desde el primer momento en Jaltepec, un colegio donde estudia la preparatoria. Durante este tiempo fue descubriendo el valor de los sacramentos y decidió recibir la Primera Comunión y la Confirmación hace pocos meses.

Las preguntas de las participantes versaron en torno al ambiente difícil que se está viviendo en el Estado. El prelado animó a no perder la esperanza, a reconocer que Dios es un Padre que cuida de nosotros. Recordando una idea de san Josemaría, señaló que «se puede llorar, se puede sufrir, pero estar tristes, no».

Antes de concluir, Jimena le regaló una Virgen que pintaron entre todas las chicas que participan en la catequesis, desde la más pequeña hasta la más grande.

Sábado 29 de octubre

Durante su primer día en Guadalajara, el prelado del Opus Dei mantuvo un encuentro con fieles y amigos de la Prelatura que arrancó con la canción “México, lindo y querido”, entonada al son del mariachi.

A raíz del evangelio del día, Mons. Ocáriz habló sobre la humildad, y recordó que san Josemaría señalaba que esta virtud nos lleva a reconocer nuestros fallos, pero también revela nuestra grandeza de ser hijos de Dios.

Con ocasión de su 56 aniversario de bodas, un matrimonio preguntó cómo afinar en fidelidad. «La fidelidad -respondió el Prelado- está en quererse cada día más. Toditos y toditas, como dicen aquí en Guadalajara, tenemos defectos. Hay que quererse como son».

Aprovechando la proximidad del Mundial de fútbol, una familia subió al escenario para regalarle una camiseta de la selección mexicana de fútbol marcada con su nombre por atrás. Al final del encuentro, Daniela cantó “Paloma Querida”, acompañada por Álvaro en el violín, mientras dos niñas vestidas de Catrinas (uno de los íconos más representativos de la cultura mexicana en el Día de Muertos) le entregaban un ramo de flores.

Viernes 28 de octubre

El prelado se trasladó a Aguascalientes, ciudad ubicada en el centro norte de México. Allí tuvo lugar un encuentro general de catequesis en el Centro de Convenciones San Marcos.

Una de las intervenciones fue la de Francisco, que se definió como “el hombre más joven del recinto”, pese a sus 105 años. Su hija relató la devoción tan grande de su padre por el Santo Rosario. A propósito de esta referencia, el prelado invitó a los presentes “a rezar y acudir a María con mayor devoción”.

También comentó que el espíritu cristiano no puede imponerse, «sino que hay que transmitirlo, porque es lo que tenemos en el corazón: no dar lecciones, sino transmitir con alegría”. Mons. Ocáriz habló también de la importancia de la Santa Misa, y volvió a invitar a todos a vivir muy unidos al Papa y a rezar por él.

Otra de las preguntas fue de Gonzalo Quesada, un padre de familia de la ciudad de Querétaro, que trabaja como organizador de eventos, especialmente de bodas. Contó que aprovecha esas celebraciones para animar a los futuros esposos y transmitirles experiencias para mantenerse unidos y crecer en el amor a lo largo del tiempo. Preguntó al Prelado cómo mantener el trato con Dios a lo largo del día, y éste le aconsejó que pensara que Jesús lo espera en cada rato de oración y en cada acto de piedad, porque “Él, en su grandeza, ha querido necesitar de nuestro afecto”.

Otra persona contó la ayuda que había recibido un amigo gracias a la intercesión del beato Álvaro tras un accidente automovilístico, y que hoy goza de buena salud. Mons. Ocáriz agradeció ese favor a Dios e invitó a todos a tener fe en la oración, a creer que Él nos escucha cuando le pedimos algo: “Su acción siempre es eficaz, aunque no veamos el resultado, pues la oración no se pierde”.

Michelle Raymond, directora del departamento de Arte y Cultura de la Universidad Panamericana, relató que había trabajado junto con los estudiantes en un musical basado en “Los Miserables”; algunos alumnos involucrados presentaron la pieza “Un día más”.

El encuentro continuó adelante con una cuestión sobre cómo vivir la castidad en el noviazgo; por su parte, una niña quiso saber cómo se llamaba el ángel de la guarda del Prelado. Unas jóvenes cantaron una canción usando la tonada de “Pescador”, compuesta para la venida del Papa Juan Pablo II a México, cambiando su letra para hacer alusión a la venida del Prelado.

El encuentro terminó con otra canción: “Pelea de gallos”, una canción emblemática de Aguascalientes, cantada por una profesora y un profesor de la Universidad Panamericana, que fueron acompañados por un joven charro que floreaba la reata al son de la música.

Jueves 27 de octubre

Por la mañana, el Prelado saludó a algunas familias mexicanas, que aprovecharon para felicitarle por su cumpleaños, que coincidía con su primera jornada en tierras mexicanas.

Por la tarde, acudió a la Basílica de Guadalupe, para celebrar la Misa [enlace a la homilía]. Durante la homilía, invitó a los presentes a «no admitir el pesimismo ni el desánimo», sino a “fortalecer nuestro ánimo mediante la fe en la asistencia, en la presencia de Dios en nosotros, reconociéndonos hijos de Dios en Jesucristo; hijos de un Dios que es amor y que todo lo sabe y todo lo puede”.

Pidió a los numerosos fieles asistentes que acompañaran al Papa Francisco y a toda la Iglesia con la oración y recordó que México, “que ha recibido tantas bendiciones de Dios, tiene una especial responsabilidad para ser sal y luz en los cinco continentes, comenzando por los hogares de familia y los lugares de trabajo”.

Al finalizar la Misa, todos los asistentes cantaron “Morenita mía”, recordando la visita hecha por san Josemaría Escrivá en 1970 en la Antigua Basílica de Guadalupe, en la que también se entonó esa canción.

 

 

 

Solemnidad de Cristo Rey

“Qué responderíamos, si Él preguntase: tú, ¿cómo me dejas reinar en ti?”, pregunta san Josemaría con ocasión de esta solemnidad. Ofrecemos recursos para meditar sobre Jesucristo como Rey del Universo.

Recursos para meditar en la solemnidad de Jesucristo como Rey del Universo.

17/11/2022

• Cristo Rey: En el último domingo del año litúrgico se celebra la Solemnidad de Cristo Rey. Ofrecemos el texto y el audio de la homilía que San Josemaría predicó el 22 de noviembre de 1970.

• ¿Qué es y en qué consistirá el reino de los Cielos? Textos breves del fundador del Opus Dei.


Lecturas y liturgia de la fiesta de Cristo Rey

• Comentario al evangelio: Cristo Rey. Comentario del domingo de la solemnidad de Cristo rey (Ciclo C).

• Cristo Rey del Universo. Breve texto para meditar sobre esta fiesta en el año litúrgico.


Otros textos para la solemnidad de Cristo Rey

• Que la Virgen nos ayude a buscar cada día la verdad de Jesús, Rey del Universo, que nos libera de las esclavitudes terrenas y nos enseña a gobernar nuestros vicios: Ángelus del Papa Francisco en la solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo (2021)

• Consagración del Opus Dei al Corazón de Jesús: Año 1952. Se acercaba la fiesta de Cristo Rey y san Josemaría decidió consagrar el Opus Dei, con sus miembros y apostolados, al Sagrado Corazón de Jesús. En este artículo se explica ese momento de la historia de la Obra.

• Omnia traham ad meipsum (Jn 12,32 Todo lo atraeré hacia mí): Estudio de Pedro Rodríguez, profesor de la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra, publicado en Romana, nº 13 (1991).

 

 

Divorcios, drogas, cárcel... un retiro y la confesión cambiaron su vida: «Corría hacia la muerte»

Ludovic era adicto a las drogas y llegó a pasar por la cárcel. La invitación de unos jóvenes de la parroquia cambió su vida.

Divorcios, adicciones, la cárcel... La vida de Ludovic ha estado marcada por momentos de grandes sufrimientos que le llevaron a desesperar. Un folleto para acudir a un retiro iba a ser el principio del cambio. Découvrir Dieu le ha entrevistado. 

Ludovic tiene hoy 59 años y hace quince vivía inmerso en un infierno. "Yo trabajaba y buscaba todas las cosas que ofrece este mundo: alcohol, drogas, dinero, relaciones... Vivía sin ningún sentido, me casé tres veces, tuve dos hijos", relata.

Dime si existes

Hasta que un día la cosa se hace más seria y Ludovic se ve en problemas con la Justicia. "Estaba encarcelado y todo se había derrumbado, era la nada... Tenía la sensación de que mi vida corría hacia la muerte: nada tenía sentido y no veía cómo reconstruirla de nuevo", afirma.

El último día de su condena, Ludovic le preguntó gritando a Dios si existía. "Liberado ya de cualquier condena, después de seis meses, alquilo un apartamento. Cojo esta casa estando desempleado y sigo viviendo con mis adicciones. Hasta que un día, unos jóvenes de una parroquia cercana llamaron a mi puerta y me dieron un folleto: era algo que personalmente necesitaba", confiesa.

Y Ludovic quiso responder a este folleto. "Fui a una iglesia... no tenía nada más que hacer... Y pude encontrarme con un sacerdote que me acogió, que me abrió los brazos y que estuvo ahí para escucharme, sin ningún prejuicio. Era la primera vez que podía contar a alguien lo que estaba atravesando en mi vida, las dificultades que tenía y la situación en la que me encontraba", relata.

Una confesión especial

El sacerdote le sugiere que se inscriba en un curso que tenían en la parroquia, para conocer gente. Sin embargo, no le interesaba mucho aquello. "Durante todo este tiempo, no contesté a nada que tuviera que ver con fe o la Iglesia. Lo único que me gustaba era que teníamos una comida a la semana y que el vino estaba bueno", explica.

"Fui a una iglesia... Y un sacerdote me acogió y estuvo ahí para escucharme, sin prejuicios".

Llega el verano y la iglesia se vacía. "Estoy solo en mi apartamento y, por casualidad, me encuentro con otro folleto, que me invitaba a una reunión cristiana que estaba teniendo lugar en Saint-Laurent-sur-Sèvre. No tenía medios para ir, pero, al final, conseguí pasar una semana allí", comenta.

Ludovic había salido de una vida difícil, pero controlada, a un mundo totalmente desconocido. "Me encontré entre mucha gente y pasé tres días llorando antes de poder hablar con un sacerdote. Allí me confesé y pude preguntarle todas las dudas que tenía. Poco a poco, deposité allí toda esa carga pesada y encontré la alegría interior", afirma.

"Le devolví todo"

Esa misma tarde, Ludovic estaba en el retiro tomando café, cuando siente algo muy especial. "Siento una presencia interior que me consume por completo: un calor intenso que nunca había sentido. Alguien interiormente me dice que me ama. Era la primera vez que sentía un amor intenso. Le respondo que sí y le ofrezco todas mis adicciones y dependencias. Ese día le dije: 'No tengo nada para darte, solo el alcohol, mi tabaco...'. Y, le doy todo", confiesa.

Ludovic no entiende mucho lo que está ocurriendo. Al día siguiente, que era domingo, una misa concluye el retiro. "Tomé mi tren de regreso un poco preocupado por lo que iba a pasar, no tenía nada, no podía comprar comida, tabaco...  Podía quedar todavía alcohol en mi apartamento, pero yo le había entregado a Él todas mis adicciones. Desde entonces, no bebo, no fumo… Le devolví todo", asegura.

Desde ese momento, Ludovic renace y comienza una nueva vida. "Pude reconstruir mi vida con Cristo, con Dios. Hoy, diez años después, tengo la certeza de que Él respondió a mi llamada. He podido construir mi vida, poner en su lugar todo lo que estaba mal. También he podido arreglarme conmigo, porque si no aprendía a quererme, no podía perdonar a las personas que había dañado. Mis hijos, por ejemplo, con los que pude reconstruir el trato", afirma.

Aquí puedes ver el testimonio de Ludovic en francés. 

Sin embargo, Dios, le guardaba un último regalo. "Él no se olvida de nosotros y respondió a otra llamada. En 2019, en un viaje parroquial en el que participé, quise dar mi testimonio. Y, aquello, me permitió conocer a mi esposa. Ahora sé que Él está presente, y que  estaba presente antes en mi vida, pero que no lo veía, porque todas aquellas dependencias ocupaban el espacio. Él fue capaz de sumergirse en mí. Cada día trato de averiguar cómo quiere que le devuelva todo el bien que me ha dado. Sólo puedo dar gracias por eso, porque Él respondió a mi llamado", concluye.

 

 

Belleza de la Liturgia (19). Para dar gloria a Dios

Escrito por José Martínez Colín.

Dar gloria a Dios no le añade algo a la belleza de la luz donde habita Dios, quien ya es perfección absoluta e infinita.

1) Para saber

En la historia del arte no es difícil encontrar artistas que solo después de que murieron fue reconocida su grandeza. Uno de ellos fue Vincent Van Gogh. A pesar de pintar mucho, se cree que más de 900 obras, apenas si pudo vender unas cuantas en pocos francos. Pintaba por amor al arte. Sin embargo, ahora se ha llegado a pagar más de 100 millones de euros por una sola obra suya. Al mirar una de sus pinturas, se puede reconocer al autor por su estilo inconfundible.

Al artista se le reconoce por sus obras. También al mirar la creación, podemos conocer a su Autor. Dice el Papa Francisco que en la creación podemos descubrir, no solo el infinito poder y belleza de Dios, sino también y sobre todo, su amor tan grande, al querer compartir la maravilla de existir. Lo creado, en toda su bondad y grandeza, es el espejo de la “gloria de Dios”: es como un glorioso resplandor de la gloria de Dios, a través del cual podemos conocer al Dios Creador.

2) Para pensar

Cuenta un historiador que cuando Vincent van Gogh iba a la escuela, el profesor sabía perfectamente si había hecho o no su tarea, porque, si no la había hecho le llevaba flores en la mano. Como tenía poco dinero, el artista robaba las flores de un jardín por el que pasaba y probaba entregar éstas en lugar de sus deberes. Esto pone de manifiesto el carácter sensible que tenía el artista. También cuando se enamoró de Agostina Segatori, de la que hizo un retrato, por no tener con qué comprarle flores, le pintaba un ramo de flores. Ponía su arte al servicio de su amor.

La creación, comenta el Papa, toda ella, es una manifestación del amor de Dios. Su finalidad es mostrar la gloria de Dios. Cuando el Hijo de Dios se hizo hombre, asumió también la misma materia y con su cuerpo dio gloria a Dios, llegando a su plenitud con su obediencia en la Cruz, en donde toda la creación fue atraída y asumida por Él para dar la gloria a Dios.

3) Para vivir

Dar gloria a Dios, dice el Papa, no le añade algo a la belleza de la luz donde habita Dios, quien ya es perfección absoluta e infinita. Darle gloria significará que cada ser manifieste esa perfección a su modo, así como una pintura muestra la genialidad del artista. La creación irracional da gloria a Dios por el mismo hecho de existir, al desarrollarse según su propia naturaleza, según su modo de ser. Un manzano lo glorifica dando manzanas. Los hombres también han de dar esa gloria según su modo de ser, es decir, racional, libre y conscientemente. Aquí es donde interviene la liturgia, la cual le facilita y proporciona al hombre la manera adecuada, propia y perfecta para hacerlo.

La Liturgia da gloria a Dios porque nos permite, aquí en la tierra, ver a Dios en la celebración de los misterios y, al verlo, revivir por su Pascua: nosotros, que estábamos muertos por los pecados, hemos revivido por la gracia con Cristo (cfr. Ef 2,5). San Ireneo nos recuerda: «La gloria de Dios es el hombre vivo, y la vida del hombre consiste en la visión de Dios». Todos fuimos creados para dar gloria a Dios, consiguiendo así nuestra felicidad. Los santos, que ya gozan de Dios, son quienes más gloria a Dios han dado y son, a la vez, los más felices.

 

 

La “Ley trans” en España, cada vez más criticada por los expertos

Alertan de que no existen datos suficientes de seguridad y eficacia para el empleo de los tratamientos para el bloqueo hormonal previo a la transición de género.

La aprobación el pasado mes de junio del Proyecto de Ley para la Igualdad de las Personas Trans y la Garantía de los Derechos LGBTI por parte del Gobierno español no está exenta de polémica desde entonces.

Ahora el Gobierno quiere aprobar esta normativa que entre otros aspectos contempla la medicación con bloqueadores de la pubertad y el cambio de sexo legal a partir de los 12 años, desoyendo las advertencias de los expertos sobre los graves riesgos de esta práctica.

Los países referentes dan marcha atrás

Mientras, países como Francia, Finlandia, Suecia, Australia, Reino Unido, Nueva Zelanda y algunos estados de EEUU como Arkansas, Texas, Alabama, Ohio y Arizona ya están rectificando y dando marcha atrás. Suecia, uno de los primeros en aprobar las leyes trans, ha puesto fin a la prescripción de bloqueadores puberales en menores de 18 años. Además, ha incorporado en sus protocolos de actuación la evaluación psiquiátrica antes de comenzar una terapia hormonal. Nueva Zelanda ha decidido establecer la valoración psiquiátrica obligatoria y Finlandia establece la edad mínima para los tratamientos médico-quirúrgicos a los 25 años.  Por su parte, Francia ha decidido frenar el uso de bloqueadores de la pubertad por los terribles efectos secundarios que provocan, tales como impacto en el crecimiento, debilitamiento óseo, riesgo de infertilidad, consecuencias emocionales e intelectuales y, para las niñas, síntomas parecidos a la menopausia. Julio Guerrero-Fernández y Cristina Mora, pediatras del Hospital La Paz de Madrid, en su estudio Protocolo de tratamiento hormonal en niños y adolescentes trans, describen los efectos secundarios indeseables de las terapias de transición de género.

Influencia del entorno social

En la misma línea, la Academia Nacional de Medicina de Francia emitió recientemente un comunicado de prensa en el que advertía del alarmante incremento en el número de casos de identidad transgénero en los jóvenes, afirmando que, a menudo, están relacionados con la influencia del entorno social y animando a que se extreme la prudencia al instaurar tratamientos de bloqueo hormonal y transición de género, porque pueden resultar contraproducentes y, en muchos casos, irreversibles. Los expertos advierten de que entre los efectos secundarios destacables asociados a este tipo de terapias, cabe destacar problemas cardiovasculares, osteoporosis o problemas neurológicos. A nivel psicológico, se apunta un mayor riesgo de depresión, ansiedad y tendencia suicida. Antes, la National Institute for Health and Care Excellence (NICE) del Reino Unido, estableció que la relación riesgo / beneficio de las intervenciones hormonales de bloqueo y transición de genero para menores era muy incierta. En 2020, una revisión judicial en Reino Unido destacó los problemas éticos generales que plantea la práctica de la «afirmación» médica de menores. Las conclusiones del Tribunal Superior del Reino Unido reflejan una creciente preocupación entre un número significativo de investigadores y médicos sobre el rápido aumento, sin causa que lo justifique, del número de adolescentes con disforia de género y la marcada falta de evidencia de que las hormonas y la cirugía mejoren los resultados de salud a largo plazo (ver AQUÍ).

¿Y qué dicen los expertos en España, aquellos a los que el Gobierno ha desoído desde el principio?

En la misma línea de los países anteriormente citados, la Asociación Española de Psiquiatras de la Adolescencia y la Infancia (Aepnya) ha emitido un duro comunicado en que acusa al Gobierno de «negligencia grave institucional en el cuidado de los niños», olvidando que con esta ley “se pone en peligro la atención médica integral a que todos los niños tienen derecho». Se obvia que «en todas las decisiones judiciales relevantes para la vida del menor debe prevalecer el interés superior del menor, así como que en países como Finlandia o en Reimo Unido se ha pasado de modelos rápidos e invasivos a otros más reflexivos y vinculados a la Salud Mental», ha afirmado Luisa Lázaro, presidenta de Aepnya.

Nuestra valoración

Desde el Observatorio de Bioética hemos alertado en repetidas ocasiones de las dificultades éticas que subyacen a los tratamientos de bloqueo hormonal y de transición de género, advirtiendo de los graves problemas médicos asociados a las terapias de bloqueo hormonal no autorizados para esta indicación, sino para el tratamiento de la pubertad precoz en la que se administran por un tiempo limitado a preadolescentes en los que se quiere demorar el desarrollo puberal porque se presenta prematuramente. Como hemos advertido desde nuestro Observatorio en este informe, “no existen datos suficientes de seguridad y eficacia para el empleo de estos tratamientos para el bloqueo hormonal previo a la transición de género, que deben considerarse “off-label” o “fuera de ficha técnica”, por no existir una autorización expresa para su uso con esta indicación”. Los efectos secundarios son objetivos y bien conocidos: entre ellos, los relacionados con el desarrollo de la masa ósea y el crecimiento (ver AQUÍ), los que afectan a la fertilidad y al desarrollo de los órganos sexuales, y al desarrollo neurológico (Hruz PW), y metabólico.

 

  

Julio Tudela

Cristina Castillo

Observatorio de Bioética

 

 

¿Pueden tener los niños relaciones sexuales con quien les dé la gana?

*Artículo publicado en el Diario ABC el 11 de noviembre de 2022.

La polémica desatada por las declaraciones de una ministra del Gobierno de España, en las que se incluía la expresión “todas las niñas, los niños, les niñes de este país tienen derecho a conocer su propio cuerpo, a saber que ningún adulto puede tocar su cuerpo si ellos no quieren y que eso es una forma de violencia, tienen derecho a conocer que pueden amar o tener relaciones sexuales con quien les dé la gana, basadas eso sí en el consentimiento”, merece un comentario y una valoración bioética.

Banalización de la sexualidad

La tendencia creciente en las sociedades modernas hacia la banalización de la sexualidad humana reduciéndola a un instrumento hedonista más, entraña el grave riesgo de contribuir a la desestructuración personal. El ser humano, inteligente y libre, necesita trascender sus decisiones y actos más allá de la mera satisfacción de sus instintos. La supervivencia y la reproducción son las pulsiones instintivas que articulan la conducta en los mamíferos, condicionan sus decisiones y constituyen su única ruta existencial. Pero el ser humano, aunque mamífero dotado de instintos, experimenta la capacidad de orientar sus elecciones y conducta hacia bienes mayores que sobrevivir o reproducirse.

La necesidad de la relación humana en un contexto de donación e intercambio mutuos crea nuevas expectativas en la búsqueda del sentido vital de las personas, que apuntan mucho más allá de la mera consecución de recompensas placenteras.

Y esto es especialmente intenso referido a la sexualidad y a las conductas que de ella se derivan. La diferencia sexual, biológicamente estructurada hacia la fecundidad mediante la unión complementaria de lo masculino y lo femenino, proyecta a los mamíferos hacia la mera reproducción. Pero a los seres humanos lo hace, además, hacia la relación.

Las relaciones sexuales humanas -hacia las que empujan los instintos, pero también la necesidad de relación íntima y donación exclusiva que confiere la condición sexuada- afectan de un modo especialmente intenso a la maduración y construcción de la personalidad y, con ella, a la difícil tarea de conferir sentido a la existencia.

El ser humano, inteligente y libre, es el más desvalido de los animales al comienzo de su existencia, mostrando niveles extraordinarios de dependencia durante mucho más tiempo, lo que provoca naturalmente la necesidad del sostenimiento familiar o de grupo hasta alcanzar su autonomía. Los progenitores, por tanto, engendrando la vida a través de sus relaciones sexuales, adquieren una deuda especialmente notoria con su prole, que los necesitará durante mucho tiempo para crecer.

Pero, además, su inteligencia y capacidad de decisión libre requerirá de sus padres mucho más que asistencia biológica de supervivencia. Necesitará entrenamiento, aprendizaje, adiestramiento, cura y fortalecimiento para poder comprender, valorar, elegir y responsabilizarse de sus elecciones.

Por tanto, las relaciones sexuales humanas engloban mucho más que la satisfacción instintiva, la obtención de placer. Afectan a la intimidad en la comunicación, la donación al otro y la responsabilidad que se adquiere con la procreación. Todo ello ocupa un lugar destacado en la ardua tarea de dotar de sentido a la propia existencia.

Educar la sexualidad

Dado que la pulsión ligada al instinto sexual es biológicamente una de las más intensas, adquirir la capacidad de autodominio que permita dirigir este instinto hacia el bien, es una labor que lleva toda la vida, pero que ha de iniciarse desde bien pronto en el seno de la familia. Y debe encauzarse porque la libertad personal nos permite, además de elegir lo que nos conviene, optar por lo que nos destruye.

Reducir la sexualidad humana a su mera dimensión instintiva, supone un retroceso antropológico, que priva al ser humano de su propia realización a través de la relación interpersonal en la esfera de la intimidad, experimentando la donación al otro y asumiendo la responsabilidad que se deriva de sus consecuencias: el hijo y su acompañamiento.

Hablar de sexualidad humana en una dimensión meramente hedonista, “tener relaciones sexuales con quien les dé la gana” como se ha afirmado, amando o no, asumiendo responsabilidades o no, donándose o no, empuja inexorablemente a la frustración del que busca construirse solo en sí mismo, renuncia a la donación sincera, al bien del otro, y articula su conducta solo hacia su yo y sus pulsiones, renunciando a la construcción de relaciones edificantes, amorosas, fecundas y responsables.

Consentimiento informado

Sin información suficiente, y sin capacidad para entenderla, evaluarla correctamente y sopesar las consecuencias que se derivan de las elecciones posibles, no existe elección libre. Consentir en tales circunstancias sitúa al que lo hace en situaciones de enorme riesgo, optando, desde la ignorancia, por alternativas que pueden serle lesivas o destructivas. Por ello la potestad de otorgar el consentimiento se limita en determinadas circunstancias.

Una de ellas es la inmadurez, esto es, la incapacidad de evaluar convenientemente la naturaleza de las opciones y las consecuencias de las decisiones.

El límite para el consentimiento de las relaciones sexuales está fijado en España en los 16 años. Antes, se ha consensuado que, dado que el menor puede optar por aceptar prácticas que pueden lesionarle como persona, dejando heridas que quizá arrastre para siempre, no le está permitido otorgar su consentimiento. De otro modo podría también ser embaucado, manipulado, sometido o abusado por quien sepa confundirle.

El límite a la capacidad de consentir se basa, pues, en la necesidad de proteger a quien no está todavía capacitado para elegir en libertad con responsabilidad.

Este límite se extiende a otras muchas circunstancias, como la de poder abortar, que ahora ha sido rebajado otorgando a las menores la posibilidad de decidir sin madurez suficiente sobre opciones cuyas consecuencias no pueden calibrar debidamente.

Educar y esperar

La maduración humana, como hemos dicho, es más compleja y lenta, por inteligente, que en ninguna otra especie animal. La educación en el autodominio, que consiste en canalizar la demanda instintiva hacia el bien y no solo hacia el placer, toma su tiempo y su trabajo constante. La exposición al reclamo hedonista, como la pornografía o las relaciones sexuales prematuras o promiscuas, supone una interferencia en el complejo y lento proceso madurativo que debe conducir al ser humano hacia la búsqueda y consecución de su sentido vital, y no solo de su experiencia placentera.

Amar, expresión máxima de donación, a veces duele y conlleva renuncia, es decir, displacer. Pero otorga sentido a la existencia, da razón para seguir, crecer, cambiar, levantarse y ser mejores. Para ser para los otros.

Educar la sexualidad es contribuir a ello desde la intimidad personal, donde la experiencia de “ser para otro” se convierte en exclusiva, intensa, sincera y fecunda.

 

Julio Tudela

Observatorio de Bioética

 

 

Madeleine Enzlberger: “El objetivo final de una censura impuesta por el Estado es la autocensura”

La directora ejecutiva del Observatory on Intolerance and Discrimination against Christians in Europe (OIDAC Europe) considera que "la libertad de religión y las demás libertades fundamentales intrínsecamente vinculadas, como la libertad de expresión, deben ser mejor vigiladas y protegidas, especialmente en las universidades".

 

Maria José Atienza·16 de noviembre de 2022·Tiempo de lectura: 7 minutos

informe oidac

“Cuanto menos conocimiento o educación tiene un cristiano sobre su propia fe, más probable es que se autocensure” así afirma Madeleine Enzlberger, directora ejecutiva del Observatory on Intolerance and Discrimination against Christians in Europe (OIDAC Europe).

Esta plataforma acaba de publicar su último informe sobre los ataques a la libertad religiosa en Europa en el que recoge más de 500 casos de delitos de odio contra la fe cristiana en diversos ámbitos y países europeos.

El informe, presentado en el marco del Día Internacional de la Tolerancia que se celebra cada 16 de noviembre, muestra cómo en la actualidad el índice de delitos de odio y la creciente intolerancia laica tienen un efecto paralizante (chilling effect) sobre la libertad religiosa de los cristianos.

En muchas sociedades occidentales nos encontramos con la realidad de una falta de formación en la fe de los propios cristianos que dificulta su defensa de temas nucleares como la dignidad de la vida o el papel de la Iglesia en la sociedad… ¿Tenemos el reto clave en la educación? ¿Cómo abordar una tarea tan amplia?

–Una de las principales conclusiones de nuestro reciente estudio sobre el fenómeno de la autocensura entre los cristianos en Alemania y Francia, reveló que el nivel de educación de los cristianos se correlaciona significativamente con su tendencia a la autocensura.

Esto significa que cuanto menos conocimiento o formación tiene un cristiano sobre su propia fe, más probable es que se autocensure.

Lo harán porque no se sienten lo suficientemente seguros para expresar públicamente su opinión, que a menudo es vista de forma crítica por el público, simplemente es un problema de baja autoestima debido a la falta de conocimiento. También descubrimos que es un problema que afecta más a los católicos que a los protestantes.

En definitiva, no se trata de un problema que sólo pueda resolverse generando más conocimientos teológicos, sino de una creencia personal y relacional que se manifiesta en la vida cotidiana y en la identidad de un creyente.

Para que una persona pueda desarrollar este nivel de fe necesita suficiente espacio y libertad en la esfera privada y pública.

Si, por ejemplo, un joven se enfrenta a una discriminación o intolerancia persistentes o ve que sus compañeros sufren castigos sociales o legales por expresar sus opiniones de acuerdo con su creencia, en algunos casos es probable que la persona llegue a la conclusión de que los costes sociales de mantener su creencia son demasiado altos.

En consecuencia, el individuo podría incluso abandonar su fe por completo. Esta es una evolución que no puede ser deseable en ninguna sociedad pluralista y verdaderamente tolerante.

Para hacer frente a este problema, es importante contrarrestar los dos principales problemas de este desarrollo erosionado.

En primer lugar, la libertad de religión y las demás libertades fundamentales intrínsecamente vinculadas, como la libertad de expresión, deben ser mejor vigiladas y protegidas, especialmente en las universidades.

Hay que detener y revertir el llamado chilling effect (efecto paralizante) que se traduce incluso en una cultura de la anulación, no sólo en beneficio de los cristianos sino de toda la sociedad.

En segundo lugar, los creyentes necesitan espacios seguros para poder crecer en su fe y, hasta cierto punto, también cierta formación apologética.

 

Los cristianos están llamados a decir la verdad cuando se les pide, o cuando ven que se comete una injusticia, y esto requiere cada vez más valor.

 

Madeleine Enzlberger.Directora ejecutiva OIDAC Europe

Muchos cristianos consideran que defender una posición sólida es contrario al respeto por las diferentes formas de vida o creencias que nos rodean. ¿Cómo evitar la trampa de la autocensura disfrazada de tolerancia o prudencia?

–Esta es una cuestión más espiritual que práctica, diría yo. No existe un concepto único que pueda aplicarse a todo el mundo. También hay que tener en cuenta que las distintas confesiones tienen posturas diferentes sobre algunas cuestiones y sobre cómo abordarlas.

Un enfoque que podría considerarse una estrategia general es discernir la motivación y la postura del propio corazón cuando hablamos.

Un corazón endurecido, la percepción de que luchamos contra la gente o el miedo son, por lo general, consejos poco acertados. Recuerda siempre que no luchamos contra alguien, sino por alguien.

Los cristianos están llamados a decir la verdad cuando se les pide, o cuando ven que se comete una injusticia, y esto requiere cada vez más valor.

Discernir el propio corazón es un buen navegante y responsabilizar a las partes interesadas en el terreno de los principios democráticos.

Los cristianos de Europa no son sólo creyentes, sino también ciudadanos de países democráticos, que ponen la tolerancia en su bandera.

¿Es más peligrosa la autocensura o la censura impuesta?

–Hay que responder a esta pregunta de forma diferenciada, porque ambas formas de censura pueden ser muy perjudiciales.

Madeleine Enzlberger. Directora ejecutiva OIDAC Europe

En última instancia, la censura impuesta por el Estado es más peligrosa porque es más amplia. En comparación con la autocensura, es más visible y, por lo general, la censura estatal está vinculada a un castigo legal. En consecuencia, el efecto de enfriamiento es muy severo, y la gente no sólo será censurada sino que se autocensurará, que es el objetivo final de la censura impuesta por el Estado.

También crea una falta de confianza entre los individuos porque nunca se sabe en quién se puede confiar o no y a quién se le puede contar algo o no. La censura impuesta por el Estado es, por tanto, uno de los rasgos más esenciales de un régimen totalitario en contraste con una democracia liberal.

El peligro de la autocensura es que a menudo no es visible a primera vista, y también puede darse en las democracias porque es una forma especial de «regular» un conflicto social existente. En nuestra época el conflicto gira sobre todo en torno a los fundamentos de nuestra moral, que a su vez funcionan como base para la regulación de nuestra convivencia en una sociedad.

Como la autocensura es un fenómeno social más sutil, erosiona lentamente la libertad de expresión y los discursos públicos y privados diversos y vitales. Sin la libertad de expresión no se puede garantizar plenamente la libertad religiosa.

Sin el libre intercambio de ideas en el discurso público, las democracias no pueden evolucionar y dejan de ser verdaderamente representativas.

Estamos en un momento en el que, en la esfera pública, se evita cualquier signo religioso o se critica a una persona, dirigente, etc. que asiste a un servicio religioso. ¿Es realmente una falta de pluralidad o de respeto a otros creyentes o ateos mostrar una dimensión no sólo religiosa sino también espiritual del ser humano?

–La suposición de que las personas no religiosas basan su moral o su pensamiento en una verdad «neutra» sin valores es sencillamente falsa.

Todas las personas tienen creencias que se basan en una verdad fundamental, incluso cuando esta verdad no implica a Dios. Este es uno de los mayores errores del mundo actual. Esto significa que todas las personas derivan sus decisiones o comportamientos de alguna forma de verdad, no hay ninguna exención.

 

Dejar la religión fuera de la ecuación cuando intentamos comprender la realidad social siempre nos llevará a un resultado sesgado.

 

Madeleine Enzlberger.Directora ejecutiva OIDAC Europe

El segundo concepto erróneo es que la secularidad significa que la fe no pertenece al espacio público. Esto tampoco es cierto. La laicidad, que separa a la Iglesia del Estado y garantiza una relación sana entre ambos, es en general neutral respecto a la religión.

La laicidad significa que el Estado no tiene una posición positiva ni negativa hacia la Iglesia. En cambio, el laicismo, que es la secularidad impregnada de ideología, tiene un sesgo específicamente antirreligioso y a menudo anticristiano. Por lo tanto, hablamos de la dinámica de la intolerancia secular como el principal impulsor de los casos de intolerancia y discriminación que observamos contra los cristianos en Europa.

Un tercer concepto erróneo es que una creencia personal es algo que podría compararse con un estilo de vida o una afición elegida, lo cual no es así, de hecho, es uno de los marcadores de identidad preponderantes en las personas. Dejar la religión fuera de la ecuación cuando intentamos comprender la realidad social siempre nos llevará a un resultado sesgado.

A la luz de estos tres conceptos erróneos, es justo decir que el verdadero respeto y la diversidad sólo pueden existir si los no creyentes y los creyentes se consideran iguales porque no hay diferencia entre ellos, ya que ambos grupos siguen su forma de entender la verdad. Una verdad basada en la fe no vale en absoluto menos que una verdad no derivada de la fe. Este es el punto más esencial.

El informe anual de OIDAC

El estudio realizado por OIDAC (Observatory on Intolerance and Discrimination against Christians in Europe) se basa principalmente en el análisis del trato que recibe actualmente la libertad de religión y de conciencia.

Para ello, hay tres elementos fundamentales en los que se centra el estudio: la libertad de expresión, la patria potestad, la libertad de reunión y la libertad contractual. OIDAC ha recogido los datos principalmente a través de archivos del propio Observatorio, entrevistas, cuestionarios, informes de los gobiernos, estadísticas oficiales y medios de comunicación.

También cuenta con la colaboración en el estudio de dos expertos en libertad religiosa: Janet Epp Buckingham y Todd Huizinga.

En el año 2021, OIDAC registró delitos de odio hacia los cristianos en 19 países europeos, 14 de ellos implicaron algún tipo de agresión física y 4 casos fueron asesinatos.

Por otro lado, durante el mismo año varias organizaciones cristianas fueron vetadas de plataformas sociales por tener opiniones discrepantes, mientras que en esos mismos medios los comentarios y discursos violentos contra los cristianos sí que se permitieron.

El informe también refleja el aumento de la autocensura por parte de los cristianos a lo largo del 2021 en cinco ámbitos: la educación, el lugar de trabajo, la esfera pública, las relaciones privadas y los medios de comunicación.

Los resultados del estudio indican que Francia y Alemania son los países en los que se concentran la mayor cantidad de delitos de odio, seguidos de Italia, Polonia, Reino Unido y España.

La mayoría de los delitos consisten en vandalismo (pintadas, daños en las propiedades y profanación) y, en segundo lugar, se encuentran el robo de ofrendas, objetos religiosos, hostias consagradas y los bienes muebles de las iglesias.

Durante épocas de fiestas religiosas, como Navidad, se observa que hay una concentración de delitos de odio contra los cristianos, perpetrados principalmente por satanistas, islamistas y grupos políticos de extrema izquierda.

En conclusión, en el informe de la OIDAC se examinan las dificultades que tienen los cristianos practicantes en Europa, debido a la hostilidad social, a los delitos de odio, el trato discriminatorio y los estereotipos.

Estos hechos perjudican las libertades fundamentales cuya protección, según el Observatorio, “es vital para mantener una sociedad democrática, y para promover la tolerancia, la paz y el respeto hacia sus miembros”.

 

 

Aborto en la actualidad política

Sobre las elecciones de “medio mandato” (midterm) en Estados Unidos, el día 17 nos enteramos por la Prensa de que los republicanos toman el control de la Cámara de Representantes de EEUU. El aborto ha estado presente en el debate electoral: Biden basó en él su campaña.

En el mundo occidental, incluidos los americanos, no puede entenderse la matanza de niños en el vientre de sus madres (mucho menos, el infanticidio de nonatos a punto de nacer); otra cosa es el interés político y económico.

Sobre la realidad del aborto creo que hay mucha ignorancia. En España, además, se persigue a los que pretenden defender la vida con la oración frente a los abortorios. El aborto no es un método anticonceptivo, pues se produce contra un niño nonato, un niño que vive.  ¿Cómo es posible que el presidente de la República de Estados Unidos alardee de católico y promueva el aborto? Un católico es un cristiano, un seguidor de Cristo, que mandó, a los suyos, amarse sin distinción; o sea, procurando el bien del prójimo, sin discriminarle por edad, salud u otra consideración. El aborto es el mayor pecado contra el amor que  debe distinguir y distingue al verdadero cristiano. Defender el aborto es decantarse por la matanza de niños pequeñitos que viven aún en el vientre materno, la primera cuna de todo ser humano. Es verdad que un embarazo inesperado puede suponer un problema de soledad o económico, y  rara vez para la salud o la vida de la madre; pero nunca está justificada la muerte violenta dada a un ser humano inocente. Siempre hay que procurar salvar ambas vidas. El Estado debe  proveer a las necesidades de las madres vulnerables.

Josefa Romo 

 

 

Sin familias

El INE ha publicado un estudio prospectivo que permite visionar cuál será la realidad demográfica de España dentro de medio siglo. Se estima que la tasa de fecundidad estará en el 1,27, fundamentalmente gracias a la población inmigrante. Se estima que la población nacida en España no superará el 63,5% en 2072. Estas cifras implican un cambio cultural muy profundo al que nadie debería ser indiferente. No solo por el hecho de que la mayor parte de la población pueda no ser de origen español, sino porque en un plazo de quince años se estima que más de 6 millones de españoles vivirán solos, y la mayor parte de ellos serán mayores de 65 años.

Sin familias aumenta la desvinculación y la pobreza, se precariza la vida, aumentan los problemas de salud mental y se malogra el cuidado intergeneracional. La demografía es un buen indicador para el diseño de políticas sociales de incentivo de la natalidad. Y esta debería ser una de las cuestiones prioritarias de un Gobierno verdaderamente comprometido con el bienestar y la justicia social.

Jesús Domingo Martínez

 

 

 

 

“Sino para darse”

 

 

Con motivo del sesenta aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, el Papa Francisco ha pronunciado una importante homilía, tanto para la compresión del significado histórico del último Concilio como para la situación actual de la Iglesia. Por primera vez en la historia, la Iglesia se preguntó en un Concilio sobre sí misma, se dedicó a indagar su naturaleza y misión para poder servir mejor a la humanidad conforme al designio de Cristo.

El Papa insistió, en esta homilía de agradecida conmemoración, en que hay que estar siempre alerta ante dos actitudes de mundanidad que se pueden dar en el seno de la Iglesia y que no son expresiones de amor sino de infidelidad: el progresismo que se adapta al mundo, y el tradicionalismo o involucionismo que añora un mundo pasado. En este momento en que la recepción del Vaticano II no está conlcuída, es hora, según Francisco, de volver “a las fuentes límpidas del Concilio”, a la pasión con la que se vivió ese acontecimiento del Espíritu, a “redescubrir el río vivo de la Tradición sin estancarse en las tradiciones”, siendo conscientes de que la Iglesia “no celebró el Concilio para contemplarse sino para darse”.

Domingo Martínez Madrid

 

 

 

 

 

Cambió mi vida

Pienso que sería bueno pararse a reflexionar sobre cómo afecta a mi vida ese aparatillo, el móvil. Podríamos distinguir: 1. Hay quien vive para el móvil. 2. Hay quien necesita el móvil para muchas cosas. 3. Hay quien lo usa lo justo imprescindible. 4. Hay quien no lo tiene. Esto último ya nos resulta casi increíble. Hasta ese punto ha llegado a tomar posiciones en nuestra vida este invento moderno, que tanto nos ayuda.

Nos ayuda, pero no sería razonable vivir para el móvil. Hay personas para quienes ya es totalmente imprescindible en su trabajo. Pensemos en un repartidor a domicilio o a pequeñas empresas, por ejemplo. Por lo tanto es vital que pongamos empeño en usarlo lo imprescindible, es decir, tener una medida, para evitar dependencias malsanas. “Lo primero que tenemos que pensar es con cuánta frecuencia miramos a los ojos a las personas a las que amamos: el marido, la mujer, los hijos, los padres... Estamos tan pendientes de las pantallas que se nos ha olvidado mirarnos y escucharnos. No es raro entrar en un hogar donde cada miembro mira a una pantalla distinta”. Ciertamente hace falta una cierta reflexión.

Después está la responsabilidad de quien y cuando puede o debe utilizarlo. Responsabilidad que compete a los padres en cuanto a sus hijos. “Darle un móvil sin restricciones a un adolescente equivale a meter en su dormitorio, noche tras noche, millones de revistas y vídeos pornográficos, con la confianza de que nuestro adolescente sea tan bueno, maduro y responsable que no abra o vea ninguno. De hecho, el grupo mayor de usuarios de pornografía en internet son adolescentes entre 12 y 17 años, y la edad media de los niños que ven pornografía por primera vez es de 11 años. Y esto es debido a que es asequible, accesible y anónima”.

El móvil es utilísimo para un número muy considerable de personas que nos rodean. Pero todo tiene una medida, un momento, un porqué. Y no podemos estar en la inopia.

Pedro García

 

Solemnidad de Jesucristo Rey del universo –

Cristo es el Rey del universo y de cada uno de nosotros.

Es una de las fiestas más importantes del calendario litúrgico, porque celebramos que Cristo es el Rey del universo. Su Reino es el Reino de la verdad y la vida, de la santidad y la gracia, de la justicia, del amor y la paz.

 

Último domingo del año litúrgico

Un poco de historia

La fiesta de Cristo Rey fue instaurada por el Papa Pío XI el 11 de Marzo de 1925.
El Papa quiso motivar a los católicos a reconocer en público que el mandatario de la Iglesia es Cristo Rey.

Posteriormente se movió la fecha de la celebración dándole un nuevo sentido. Al cerrar el año litúrgico con esta fiesta se quiso resaltar la importancia de Cristo como centro de toda la historia universal. Es el alfa y el omega, el principio y el fin. Cristo reina en las personas con su mensaje de amor, justicia y servicio. El Reino de Cristo es eterno y universal, es decir, para siempre y para todos los hombres.

Con la fiesta de Cristo Rey se concluye el año litúrgico. Esta fiesta tiene un sentido escatólogico pues celebramos a Cristo como Rey de todo el universo. Sabemos que el Reino de Cristo ya ha comenzado, pues se hizo presente en la tierra a partir de su venida al mundo hace casi dos mil años, pero Cristo no reinará definitivamente sobre todos los hombres hasta que vuelva al mundo con toda su gloria al final de los tiempos, en la Parusía.

 

jesus rey

 

Si quieres conocer lo que Jesús nos anticipó de ese gran día, puedes leer el Evangelio de Mateo 25,31-46.

En la fiesta de Cristo Rey celebramos que Cristo puede empezar a reinar en nuestros corazones en el momento en que nosotros se lo permitamos, y así el Reino de Dios puede hacerse presente en nuestra vida. De esta forma vamos instaurando desde ahora el Reino de Cristo en nosotros mismos y en nuestros hogares, empresas y ambiente.

Jesús nos habla de las características de su Reino a través de varias parábolas en el capítulo 13 de Mateo:

“es semejante a un grano de mostaza que uno toma y arroja en su huerto y crece y se convierte en un árbol, y las aves del cielo anidan en sus ramas”;
“es semejante al fermento que una mujer toma y echa en tres medidas de harina hasta que fermenta toda”;
“es semejante a un tesoro escondido en un campo, que quien lo encuentra lo oculta, y lleno de alegría, va, vende cuanto tiene y compra aquel campo”;
“es semejante a un mercader que busca perlas preciosas, y hallando una de gran precio, va, vende todo cuanto tiene y la compra”.

En ellas, Jesús nos hace ver claramente que vale la pena buscarlo y encontrarlo, que vivir el Reino de Dios vale más que todos los tesoros de la tierra y que su crecimiento será discreto, sin que nadie sepa cómo ni cuándo, pero eficaz.

La Iglesia tiene el encargo de predicar y extender el reinado de Jesucristo entre los hombres. Su predicación y extensión debe ser el centro de nuestro afán vida como miembros de la Iglesia. Se trata de lograr que Jesucristo reine en el corazón de los hombres, en el seno de los hogares, en las sociedades y en los pueblos. Con esto conseguiremos alcanzar un mundo nuevo en el que reine el amor, la paz y la justicia y la salvación eterna de todos los hombres.

Para lograr que Jesús reine en nuestra vida, en primer lugar debemos conocer a Cristo. La lectura y reflexión del Evangelio, la oración personal y los sacramentos son medios para conocerlo y de los que se reciben gracias que van abriendo nuestros corazones a su amor. Se trata de conocera Cristo de una manera experiencial y no sólo teológica.

Acerquémonos a la Eucaristía, Dios mismo, para recibir de su abundancia. Oremos con profundidad escuchando a Cristo que nos habla.

Al conocer a Cristo empezaremos a amarlo de manera espontánea, por que Él es toda bondad. Y cuando unoestá enamorado se le nota.

El tercer paso es imitar a Jesucristo. El amor nos llevará casi sin darnos cuenta a pensar como Cristo, querer como Cristo y a sentir como Cristo, viviendo una vida de verdadera caridad y autenticidad cristiana. Cuando imitamos a Cristo conociéndolo y amándolo, entonces podemos experimentar que el Reino de Cristo ha comenzado para nosotros.

Por último, vendrá el compromiso apostólico que consiste en llevar nuestro amor a la acción de extender el Reino de Cristo a todas las almas mediante obras concretas de apostolado. No nos podremos detener. Nuestro amor comenzará a desbordarse.

Dedicar nuestra vida a la extensión del Reino de Cristo en la tierra es lo mejor que podemos hacer, pues Cristo nos premiará con una alegría y una paz profundas e imperturbables en todas las circunstancias de la vida.

A lo largo de la historia hay innumerables testimonios de cristianos que han dado la vida por Cristo como el Rey de sus vidas. Un ejemplo son los mártires de la guerra cristera en México en los años 20’s, quienes por defender su fe, fueron perseguidos y todos ellos murieron gritando “¡Viva Cristo Rey!”.

La fiesta de Cristo Rey, al finalizar el año litúrgico es una oportunidad de imitar a estos mártires promulgando públicamente que Cristo es el Rey de nuestras vidas, el Rey de reyes, el Principio y el Fin de todo el Universo.

Jesucristo, Rey del Universo – Queremos que Cristo reine!