Las Noticias de. hoy 17 Junio 2023

Enviado por adminideas el Sáb, 17/06/2023 - 11:56

Felicidades por la llegada de una nueva vida a su familia

Ideas Claras

DE INTERES PARA HOY    sábado, 17 de junio de 2023       

Indice:

ROME REPORTS

El Papa Francisco ha sido dado de alta

El Papa: No nos cansemos de gritar «no a la guerra»

El Papa: Que una Europa unida tenga hoy “un proyecto de alcance mundial”

EL INMACULADO CORAZÓN DE LA VIRGEN MARÍA* : Francisco Fernandez Carbajal

Evangelio del sábado: Inmaculado Corazón de María

“Constancia, que nada te desconcierte” : San Josemaria

Cor Mariae dulcissimum, iter para tutum!

Fiesta del Inmaculado Corazón de María – Junio 17

Cómo poner límites cuando los familiares te piden demasiado  : Sheila Morataya

Ideología de género en el Magisterio de la Iglesia | Carta del Papa Juan Pablo II a las mujeres

INCULTURACIÓN EN CHINA. AMISTAD ES COMPARTIR : Jorge Espinosa Cano

La persecución religiosa en el siglo XXI : César Castilla Villanueva

¿Por qué han bajado los precios energéticos si la guerra sigue? : Álvaro Bañón Irujo

Nuestros hijos necesitan papás de carne y hueso : Silvia del Valle Márquez

Una imposición mortal : La hija de Cortés

Los dos pulmones de Europa : Jesús Martínez Madrid

Escaramuzas diplomáticas : Juan García. 

No es miedo a morir sino a vivir : JD Mez Madrid

Vivir en soledad el fin de la vida : Jesús Martínez Madrid

Natalidad : Antonio Moreno

 

ROME REPORTS

 

 

El Papa Francisco ha sido dado de alta

Se confirma el Ángelus del domingo y las audiencias de los próximos días, excepto la audiencia general del miércoles 21 de junio, que se cancela para salvaguardar la recuperación postoperatoria del Santo Padre

 

(C) Vatican Media

(C) Vatican Media

 

Tal como lo había anunciado ayer la Oficina de Prensa de la Santa Sede, la mañana de este viernes, 16 de junio, el Papa Francisco fue dado de alta del Hospital Gemelli de Roma, donde se encontraba hospitalizado desde hace más de una semana para someterse a una laparotomía y a una cirugía plástica de la pared abdominal con prótesis.

 

Acción de gracias en Santa María La Mayor

Después de los últimos controles médicos, por parte del personal que seguía la convalecencia del Santo Padre, se informaba que el “curso clínico de recuperación se ha desarrollado sin complicaciones”. Por ello, el Pontífice fue dado de alta y antes de regresar a la Casa Santa Marta en el Vaticano se dirigió a la Basílica de Santa María La Mayor para agradecer, en oración ante el icono de la Salus Populi Romani, a la Virgen María por su salud.

El Papa también había visitado la Basílica Mariana después de las dos anteriores hospitalizaciones: el 1 de abril de 2023, cuando había sido hospitalizado a causa de una infección en las vías respiratorias y el 14 de julio de 2021, después de una operación de estenosis diverticular.

(C) Vatican Media

El Papa reinicia con sus actividades

Por su parte, la Oficina de Prensa de la Santa Sede informó que el Santo Padre “antes de regresar al Vaticano, poco después de las 10:00 de la mañana, se detuvo para una breve visita privada a las Religiosas del Instituto María Santísima Bambina, reunidas para su capítulo general, y, afuera de la ‘Entrada Perugino’ de la Ciudad del Vaticano, se detuvo para saludar a la policía y al personal militar para agradecerles por su servicio”.

Asimismo, la Oficina de Prensa dio a conocer que, las actividades del Papa Francisco para los próximos días “están confirmados”. Por tanto, el Pontífice dirigirá la oración del Ángelus de este domingo y las audiencias privadas también están confirmadas para los próximos días, “excepto la Audiencia General del miércoles 21 de junio, que se cancela para salvaguardar la recuperación postoperatoria del Santo Padre”.

Dolor por el naufragio en Grecia

Entre saludos y aclamaciones: «¡Santo Padre, Santo Padre!», Francisco logra expresar un pensamiento sobre el reciente y dramático naufragio en Grecia, que se ha cobrado la vida de más de 80 personas. Ayer el Pontífice ya había enviado un telegrama para compartir su dolor, hoy con un hilo de voz y el rostro sombrío susurra: «Tanto, tanto dolor».

Palabras del cirujano Alfieri: «El Papa está bien»

Con los periodistas en el Hospital Gemelli, el doctor Alfieri se detiene a hacer algunas bromas y no se intimida ante las diversas preguntas. «El Papa ha confirmado todos los viajes», el de Lisboa para la JMJ y también Mongolia a finales de agosto. «Al contrario», subraya el especialista, «podrá afrontarlos mejor que antes porque ahora ya no tendrá las molestias de dolencias anteriores. Será un Papa más fuerte».

Alguien pregunta cómo continuará su convalecencia, y el cirujano, con un poco de ironía, responde enseguida: «¡Pero si no convalece, ya ha empezado a trabajar!». La referencia es a las «actividades laborales» que han marcado, junto con la oración y la lectura, los días de su hospitalización. «Le pedimos que hiciera un poco de convalecencia, estoy seguro de que esta vez nos escuchará un poco más porque tiene citas importantes por delante y ya ha dicho personalmente que las cumplirá todas, incluidos los viajes», vuelve a decir Alfieri.

(C) Vatican Media

Gratitud al equipo médico del Gemelli

Ayer, él y todo el personal del Hospital Gemelli tuvieron un momento privado con el Papa, que les agradeció su atención y dedicación. «El Santo Padre quiso dar las gracias a todo el personal de enfermería, a todo el personal sanitario, a todos los médicos», cuenta el cirujano. «Quiso dar las gracias a toda la dirección, porque cuando el Papa viene aquí todo el hospital sigue trabajando, nadie se queda atrás….». También tuvo una conversación personal con uno de nuestros colegas que no se encuentra bien, un momento muy emotivo que se suma al que vivió en el hospital pediátrico». Una foto de este momento había sido difundida ayer por la Oficina de Prensa del Vaticano y mostraba a Francisco bajo un crucifijo atento a hablar con una pareja.

 

 

El Papa: No nos cansemos de gritar «no a la guerra»

Encuentro Mundial sobre la Fraternidad Humana

 

© Vatican Media

En el Encuentro Mundial sobre la Fraternidad Humana, con miles de personas reunidas en la Plaza de San Pedro, no faltó la «presencia» del Papa Francisco. Su discurso preparado para la ocasión fue leído por el cardenal Gambetti, vicario del Papa para la Ciudad del Vaticano y presidente de la Fundación Fratelli tutti. «Procuremos que cuanto hemos vivido hoy sea el primer el primer paso de un camino y pueda poner en marcha un proceso de fraternidad».

 

***

Discurso del Papa

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenas tardes!

Aunque no puedo recibiros en persona, quisiera daros la bienvenida y agradeceros de corazón vuestra presencia. Me alegra afirmar con vosotros el deseo de fraternidad y de paz para la vida del mundo. Un escritor puso estas palabras en labios de Francisco de Asís: «El Señor está donde están tus hermanos» (E. Leclerc, La sabiduría de un pobre). Verdaderamente, el Cielo de arriba nos invita a caminar juntos por la tierra, a redescubrirnos como hermanos y a creer en la fraternidad como dinámica fundamental de nuestro deambular.

En la Encíclica Fratelli tutti escribí que «la fraternidad tiene algo positivo que ofrecer a la libertad y a la igualdad» (n. 103), porque quien ve a un hermano ve en el otro un rostro, no un número: es siempre «alguien» que tiene dignidad y merece respeto, no «algo» para ser usado, explotado o descartado. En nuestro mundo, desgarrado por la violencia y la guerra, no bastan los retoques y los ajustes: sólo una gran alianza espiritual y social que brote de los corazones y gire en torno a la fraternidad puede devolver al centro de las relaciones la sacralidad y la inviolabilidad de la dignidad humana.

Por eso la fraternidad no necesita teorías, sino gestos concretos y opciones compartidas que la conviertan en una cultura de paz. Por tanto, la pregunta que debemos hacernos no es qué pueden darme la sociedad y el mundo, sino qué puedo dar yo a mis hermanos y hermanas. De vuelta a casa, pensemos qué gesto concreto de fraternidad hacer: reconciliarnos con la familia, los amigos o los vecinos, rezar por quienes nos han hecho daño, reconocer y ayudar a quien lo necesita, llevar una palabra de paz a la escuela, la universidad o la vida social, ungir con la cercanía a quien se siente solo…

Sintámonos llamados a aplicar el bálsamo de la ternura en las relaciones que se han enquistado, entre las personas como entre los pueblos. No nos cansemos de gritar «no a la guerra», en nombre de Dios o en nombre de todo hombre y mujer que aspira a la paz. Me vienen a la memoria aquellos versos de Giuseppe Ungaretti que, en plena guerra, sintió la necesidad de hablar precisamente de los hermanos como «Palabra temblorosa / en la noche / Hoja recién nacida». La fraternidad es un bien frágil y precioso. Los hermanos son el ancla de la verdad en el mar proceloso de los conflictos que siembran la mentira. Evocar a los hermanos es recordar a los que luchan, y a todos nosotros, que el sentimiento de fraternidad que nos une es más fuerte que el odio y la violencia, es más, nos une a todos en el mismo dolor. Es desde aquí que partimos y recomenzamos, desde el sentimiento de «sentirnos juntos», la chispa que puede reavivar la luz para detener la noche de los conflictos.

Creer que el otro es hermano, decirle al otro «hermano» no es una palabra vacía, sino lo más concreto que cada uno de nosotros puede hacer. Significa, de hecho, emanciparse de la pobreza de creer en el mundo como hijo único. Significa, al mismo tiempo, elegir superar la lógica de las parejas, que permanecen juntas sólo por interés, sabiendo también superar los límites de los lazos de sangre o étnicos, que sólo reconocen lo semejante y niegan lo diferente. Pienso en la parábola del samaritano (cf. Lc 10, 25-37), que se detiene con compasión ante el judío necesitado de ayuda. Sus culturas eran enemigas, sus historias diferentes, sus regiones hostiles entre sí, pero para aquel hombre, la persona encontrada en la calle y su necesidad eran lo primero.

Cuando las personas y las sociedades optan por la fraternidad, incluso las políticas cambian: la persona vuelve a prevalecer sobre el beneficio, la casa que todos habitamos sobre el medio ambiente que se explota en beneficio propio, el trabajo recibe un salario justo, la acogida se convierte en riqueza, la vida en esperanza, la justicia se abre a la reparación y la memoria del mal causado se cura en el encuentro entre víctimas y victimarios.

Queridos hermanos y hermanas, os doy las gracias por haber organizado este encuentro y por haber dado vida a la «Declaración sobre la fraternidad humana», redactada esta mañana por los distinguidos Premios Nobel presentes. Creo que nos ofrece «una gramática de la fraternidad» y es una guía eficaz para vivirla y testimoniarla cada día de manera concreta. Habéis trabajado bien juntos y os lo agradezco mucho. Hagamos que lo que hemos vivido hoy sea el primer paso de un camino y pueda iniciar un proceso de fraternidad: las plazas conectadas desde diversas ciudades del mundo, a las que saludo con gratitud y afecto, dan testimonio tanto de la riqueza de la diversidad como de la posibilidad de ser hermanos aunque no estemos cerca, como me ocurrió a mí. ¡Sigan adelante!

Quisiera despedirme dejándoles una imagen, la de un abrazo. De esta tarde que hemos pasado juntos, deseo que guardéis en el corazón y en la memoria el deseo de abrazar a las mujeres y a los hombres del mundo para construir juntos una cultura de paz. La paz, en efecto, necesita fraternidad y la fraternidad necesita encuentro. Que el abrazo dado y recibido hoy, simbolizado por la plaza en la que os reunís, se convierta en compromiso de vida. Y profecía de esperanza. Yo mismo os abrazo y, mientras repito mi agradecimiento, os digo de corazón: ¡Estoy con vosotros!

 

 

El Papa: Que una Europa unida tenga hoy “un proyecto de alcance mundial”

Mensaje a los Miembros del Grupo del Partido Popular Europeo

 

El Papa Francisco durante el encuentro con una delegación del Grupo del Partido Popular Europeo del Parlamento Europeo, 18 de marzo de 2022 (Vatican Media)

La audiencia del Papa Francisco con miembros del Grupo del Partido Popular del Parlamento Europeo estaba prevista para el 9 de junio en el Vaticano. Dado que el encuentro no tuvo lugar, el Santo Padre envió un mensaje desde el Hospital Gemelli a su presidente, Manfred Weber, en el que pide a los parlamentarios una fuerte toma de conciencia de la responsabilidad de los políticos cristianos «para traducir el gran sueño de la fraternidad en acciones concretas de buena política a todos los niveles».

 

Publicamos a continuación el Mensaje que el Santo Padre Francisco envió al Presidente, Dr. Manfred Weber, y a los Miembros del Grupo del Partido Popular Europeo en el Parlamento Europeo:

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Mensaje del Santo Padre

Distinguidas señoras y señores!

Me complace dirigirles un cordial saludo, miembros del Grupo del Partido Popular en el Parlamento Europeo, institución que visité en noviembre de 2014, y me gustaría aprovechar esta oportunidad para compartir con ustedes algunas reflexiones.

La primera: sois parlamentarios, por lo que sois representantes de los ciudadanos que os han confiado un mandato. Cuando se celebraron las primeras elecciones al Parlamento Europeo, la gente se interesó, era algo nuevo, un paso importante en la construcción de una Europa unida. Pero, como siempre, con el paso del tiempo, el interés decae; y entonces hay que cuidar bien la relación entre los ciudadanos y los parlamentarios. Es un problema clásico de las democracias representativas. Y si ya es difícil mantener vivo el vínculo dentro de cada país, con mayor razón en el caso del Parlamento Europeo, que está aún más «alejado». Pero, por otra parte, hoy en día la comunicación puede ayudar mucho a superar las distancias.

Un segundo punto: el pluralismo. Es evidente que un gran grupo parlamentario debe prever un cierto pluralismo interno. Sin embargo, en ciertas cuestiones en las que están en juego valores éticos primordiales y puntos importantes de la doctrina social cristiana, es necesario estar unidos. Esto me parece un aspecto particularmente interesante, porque exige reflexionar sobre la formación permanente de los parlamentarios. Es normal que también ustedes necesiten momentos de estudio y reflexión en los que puedan profundizar y debatir las cuestiones éticamente más relevantes. Se trata de un reto apasionante, que se juega sobre todo en el plano de la conciencia, y que pone también de relieve la calidad de quien hace política. El político cristiano debe distinguirse por la seriedad con la que afronta las cuestiones, rechazando soluciones oportunistas y manteniéndose siempre firme en los criterios de la dignidad de la persona y del bien común.

A este respecto, tiene usted un patrimonio muy rico en el que apoyarse para aportar su contribución original a la política europea: la doctrina social de la Iglesia. Pensemos, por ejemplo, en los dos principios de solidaridad y subsidiariedad y en su dinámica virtuosa. Hay aspectos ético-políticos, ligados a cada uno de estos dos principios, que usted comparte con colegas de distintas filiaciones, que ponen respectivamente el acento en uno o en otro; pero el entrelazamiento de ambos, el hecho de activarlos juntos y hacerlos funcionar de manera complementaria, esto es propio del pensamiento social y económico de inspiración cristiana, y por tanto se confía particularmente a su responsabilidad.

Otro aspecto que tiene similitudes con éste: la visión de una Europa que mantiene unidas la unidad y la diversidad. Esto es fundamental; tuve ocasión de subrayarlo recientemente durante mi visita a Hungría. Una Europa que aprecie plenamente las diferentes culturas que la componen, su enorme riqueza de tradiciones, lenguas, identidades, que son las de sus pueblos y sus historias; y que al mismo tiempo sea capaz, con sus instituciones y sus iniciativas políticas y culturales, de hacer que este riquísimo mosaico forme figuras coherentes.

Y para ello se necesita una fuerte inspiración, un «alma», me gusta decir que se necesitan «sueños». Hacen falta valores elevados y una gran visión política. Con esto no pretendo restar importancia a la gestión ordinaria, a la buena administración ordinaria, de hecho, si es buena ya es mucho. Pero no basta, no es suficiente para sostener una Europa que se enfrenta a los grandes retos globales del siglo XXI. Para hacer frente a estos retos como una Europa unida, se necesita una inspiración alta y fuerte. Y vosotros, diría yo, deberíais ser los primeros en atesorar los ejemplos y las enseñanzas de los padres fundadores de esta Europa. La apuesta original, que puede ser también la apuesta actual, es aspirar no sólo a una organización que proteja los intereses de las naciones europeas, sino a una unión en la que todos puedan vivir una vida «a escala humana, fraternal y justa»[1].

Quisiera subrayar este término: fraterno. Como sabéis, la fraternidad y la amistad social son el gran «sueño» que he compartido con toda la Iglesia y con todos los hombres y mujeres de buena voluntad (cf. Enc. Fratelli tutti, 8). Creo que la fraternidad puede ser también fuente de inspiración para quienes quieren reanimar hoy a Europa, para que responda plenamente a las expectativas tanto de sus pueblos como del mundo entero. Porque un proyecto para Europa hoy sólo puede ser un proyecto mundial. Creo que los políticos cristianos de hoy deben ser reconocidos por su capacidad de traducir el gran sueño de la fraternidad en acciones concretas de buena política a todos los niveles: local, nacional, internacional. Por ejemplo: desafíos como el de las migraciones, o el del cuidado del planeta, me parece que sólo pueden abordarse a partir de este gran principio inspirador: la fraternidad humana.

Queridos amigos, recordemos los orígenes: no olvidemos cómo nació la Europa unida; no olvidemos la tragedia de las guerras del siglo XX. El trabajo gradual y paciente de construcción de una Europa unida, en ámbitos primero particulares y luego cada vez más generales, ¿qué tenía de inspirador? ¿Qué ideal, sino el de generar un espacio en el que los pueblos pudieran vivir en libertad, justicia y paz, respetándose en la diversidad? Hoy este proyecto se ve puesto a prueba en un mundo globalizado, pero puede relanzarse inspirándose en la inspiración original, más pertinente y fecunda que nunca no sólo para Europa, sino para toda la familia humana.

Y quisiera concluir con una última observación: ¿quiénes son los que más viven la Europa unida? Ustedes me lo enseñan: son los jóvenes. Hoy se empieza pronto a estudiar en el extranjero; luego, para la universidad, sobre todo para las especializaciones, el horizonte es europeo; y lo mismo para la búsqueda de trabajo… No me refiero a la triste necesidad, que desgraciadamente existe, de ir a otra parte por falta de oportunidades en casa; no, sino al hecho de que ahora es normal que los jóvenes, por ejemplo, hagan una primera parte de sus estudios en su país y se especialicen en otro. Un poco como ocurría en la Edad Media: estudiabas un poco en Padua, un poco en París, un poco en Oxford o en Heidelberg… Miremos a ellos, a los jóvenes, y pensemos en una Europa y un mundo a la altura de sus sueños.

Por eso os animo a seguir adelante con valentía y esperanza, con la ayuda de Dios. Que el Evangelio sea vuestra estrella polar y la Doctrina Social vuestra brújula. Os bendigo cordialmente a todos vosotros y a vuestros seres queridos. Y os pido, por favor, que recéis por mí. Gracias.

Roma, Policlínico «Gemelli», 9 de junio de 2023

FRANCISCO

__________________________

[1] P.H. Spaak,Discurso pronunciado con ocasión de la firma de los Tratados de Roma, 25 marzo 1957.

[00980-IT.01] [Testo originale: Italiano]

[B0438-XX.02]

 

 

EL INMACULADO CORAZÓN DE LA VIRGEN MARÍA*

Memoria

— El Corazón de María.

— Un Corazón materno.

— Cor Mariae dulcissimum, iter para tutum.

I. En mí está toda gracia del camino y de verdad, en mí toda esperanza de vida y de fuerza1, leemos en la Antífona de entrada de la Misa.

Como considerábamos en la fiesta de ayer, el corazón expresa y es símbolo de la intimidad de la persona. La primera vez que se menciona en el Evangelio el Corazón de María es para expresar toda la riqueza de esa vida interior de la Virgen: María -escribe San Lucas- guardaba todas estas cosas, ponderándolas en su corazón2.

El Prefacio de la Misa proclama que el Corazón de María es sabio, porque entendió como ninguna otra criatura el sentido de las Escrituras, y conservó el recuerdo de las palabras y de las cosas relacionadas con el misterio de la salvación; inmaculado, es decir, inmune de toda mancha de pecado; dócil, porque se sometió fidelísimamente al querer de Dios en todos sus deseos; nuevo, según la antigua profecía de Ezequiel –os daré un corazón nuevo y un espíritu nuevo3–, revestido de la novedad de la gracia merecida por Cristo; humilde, imitando el de Cristo, que dijo: Aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón4sencillo, libre de toda duplicidad y lleno del Espíritu de verdad; limpio, capaz de ver a Dios según la Bienaventuranza del Señor5firme en la aceptación de la voluntad de Dios, cuando Simeón le anunció que una espada de dolor atravesaría su corazón6, cuando se desató la persecución contra su Hijo7 o llegó el momento de su Muerte; dispuesto, ya que, mientras Cristo dormía en el sepulcro, a imitación de la esposa del Cantar de los Cantares8, estuvo en vela esperando la resurrección de Cristo.

El Corazón Inmaculado de María es llamado, sobre todo, santuario del Espíritu Santo9, en razón de su Maternidad divina y por la inhabitación continua y plena del Espíritu divino en su alma. Esta maternidad excelsa, que coloca a María por encima de todas las criaturas, se realizó en su Corazón Inmaculado antes que en sus purísimas entrañas. Al Verbo que dio a luz según la carne lo concibió primeramente según la fe en su corazón, afirman los Santos Padres10. Por su Corazón Inmaculado, lleno de fe, de amor, humilde y entregado a la voluntad de Dios, María mereció llevar en su seno virginal al Hijo de Dios.

Ella nos protege siempre, como la madre al hijo pequeño que está rodeado de peligros y dificultades por todas partes, y nos hace crecer continuamente. ¿Cómo no vamos a acudir diariamente a Ella? «“Sancta Maria, Stella maris” -Santa María, Estrella del mar, ¡condúcenos Tú!

»-Clama así con reciedumbre, porque no hay tempestad que pueda hacer naufragar el Corazón Dulcísimo de la Virgen. Cuando veas venir la tempestad, si te metes en ese Refugio firme, que es María, no hay peligro de zozobra o de hundimiento»11. En él encontramos un puerto seguro donde es imposible naufragar.

II. María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón12.

El Corazón de María conservaba como un tesoro el anuncio del Ángel sobre su Maternidad divina; guardó para siempre todas las cosas que tuvieron lugar en la noche de Belén y lo que refirieron los pastores ante el pesebre, y la presencia, días o meses más tarde, de los Magos con sus dones, y la profecía del anciano Simeón, y las zozobras de su viaje a Egipto... Más tarde, le impresionó profundamente la pérdida de su Hijo en Jerusalén, a la edad de doce años, y las palabras que Este les dijo a Ella y a José cuando por fin, angustiados, le encontraron. Luego descendió con ellos a Nazareth y les estaba sometido. Pero María conservaba todas estas cosas en su corazón13. Jamás olvidó María, en los años que vivió aquí en la tierra, los acontecimientos que rodearon la muerte de su Hijo en la Cruz y las palabras que allí oyó a Jesús: Mujer, he ahí a tu hijo14. Y al señalar a Juan, Ella nos vio a todos nosotros y a todos los hombres. Desde aquel momento nos amó en su Corazón con amor de madre, con el mismo con que amó a Jesús. En nosotros reconoció a su Hijo, según lo que Este mismo había dicho: Cuanto hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a Mí me lo hicisteis15.

Pero Nuestra Señora ejerció su maternidad antes de que se consumase la redención en el Calvario, pues Ella es madre nuestra desde el momento en que prestó, mediante su fiat, su colaboración a la salvación de todos los hombres. En el relato de las bodas de Caná, San Juan nos revela un rasgo verdaderamente maternal del Corazón de María: su atenta solicitud por los demás. Un corazón maternal es siempre un corazón atento, vigilante: nada de cuanto atañe al hijo pasa inadvertido a la madre. En Caná, el Corazón maternal de María despliega su vigilante cuidado en favor de unos parientes o amigos, para remediar una situación embarazosa, pero sin consecuencias graves. Ha querido mostrarnos el Evangelista, por inspiración divina, que a Ella nada humano le es extraño ni nadie queda excluido de su celosa ternura. Nuestros pequeños fallos y errores, lo mismo que las culpas grandes, son objeto de sus desvelos. Le interesan los olvidos y preocupaciones, y las angustias grandes que a veces pueden anegar el alma. No tienen vino16, dice a su Hijo. Todos están distraídos, nadie se da cuenta. Y aunque parece que no ha llegado aún la hora de los milagros, Ella sabe adelantarla.

María conoce bien el Corazón de su Hijo y sabe cómo llegar hasta Él; ahora, en el Cielo, su actitud no ha variado. Por su intercesión nuestras súplicas llegan «antes, más y mejor» a la presencia del Señor. Por eso, hoy podemos dirigirle la antigua oración de la Iglesia: Recordare, Virgo Mater Dei, dum steteris in conspectu Domini, ut loquaris pro nobis bona17, Virgen Madre de Dios, Tú que estás continuamente en su presencia, habla a tu Hijo cosas buenas de nosotros. ¡Bien que lo necesitamos!

Al meditar sobre esta advocación de Nuestra Señora, no se trata quizá de que nos propongamos una devoción más, sino de aprender a tratarla con más confianza, con la sencillez de los niños pequeños que acuden a sus madres en todo momento: no solo se dirigen a ella cuando están en gravísimas necesidades, sino también en los pequeños apuros que les salen al paso. Las madres les ayudan con alegría a resolver los problemas más menudos. Ellas –las madres– lo han aprendido de nuestra Madre del Cielo.

III. Al considerar el esplendor y la santidad del Corazón Inmaculado de María, podemos examinar hoy nuestra propia intimidad: si estamos abiertos y somos dóciles a las gracias y a las inspiraciones del Espíritu Santo, si guardamos celosamente el corazón de todo aquello que le pueda separar de Dios, si arrancamos de raíz los pequeños rencores, las envidias... que tienden a anidar en él. Sabemos que de su riqueza o pobreza hablarán las palabras y las obras, pues el hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca cosas buenas18.

De nuestra Señora salen a torrentes las gracias de perdón, de misericordia, de ayuda en la necesidad... Por eso, le pedimos hoy que nos dé un corazón puro, humano, comprensivo con los defectos de quienes están junto a nosotros, amable con todos, capaz de hacerse cargo del dolor en cualquier circunstancia en que lo encontremos, dispuesto siempre a ayudar a quien lo necesite. «¡Mater Pulchrae dilectionis, Madre del Amor Hermoso, ruega por nosotros! Enséñanos a amar a Dios y a nuestros hermanos como tú los has amado: haz que nuestro amor hacia los demás sea siempre paciente, benigno, respetuoso (...), haz que nuestra alegría sea siempre auténtica y plena, para poder comunicarla a todos»19, y especialmente a quienes el Señor ha querido que estemos unidos con vínculos más fuertes.

Recordamos hoy cómo, cuando las necesidades han apremiado, la Iglesia y sus hijos han acudido al Corazón Dulcísimo de María para consagrar el mundo, las naciones o las familias20. Siempre hemos tenido la intuición de que solo en su Dulce Corazón estamos seguros. Hoy le hacemos entrega, una vez más, de lo que somos y tenemos. Dejamos en su regazo los días buenos y los que parecen malos, las enfermedades, las flaquezas, el trabajo, el cansancio y el reposo, los ideales nobles que el Señor ha puesto en nuestra alma; ponemos especialmente en sus manos nuestro caminar hacia Cristo para que Ella lo preserve de todos los peligros y lo guarde con ternura y fortaleza, como hacen las madres. Cor Mariae dulcissimum, iter para tutum, Corazón dulcísimo de María, prepárame..., prepárales un camino seguro21.

Terminamos nuestra oración pidiendo al Señor, con la liturgia de la Misa: Señor, Dios nuestro, que hiciste del Inmaculado Corazón de María una mansión para tu Hijo y un santuario del Espíritu Santo, danos un corazón limpio y dócil, para que, sumisos siempre a tus mandatos, te amemos sobre todas las cosas y ayudemos a los hermanos en sus necesidades22.

1 Antífona de entrada. Misas de la Virgen María, I. Misa del Inmaculado Corazón de la Virgen María, n. 28. — 2 Lc 2, 19. — 3 Cfr. Ez 36, 26. — 4 Mt 11, 29.  5 Cfr. Mt 5, 8. — 6 Cfr. Lc 2, 35. — 7 Cfr. Mt 2, 13. — 8 Cfr. Cant 5, 2. — 9 Cfr. Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 53. — 10 Cfr. San Agustín, Tratado sobre la virginidad, 3. — 11 San Josemaría Escrivá, Forja, n. 1055. — 12 Antífona de comunión, Lc 2, 19. — 13 Lc 2, 51. — 14 Jn 19, 26. — 15 Mt 25, 40. — 16 Cfr. Jn 2, 3. — 17 Misal de San Pío V, Oración sobre las ofrendas de la Misa de Santa María Medianera de todas las gracias; cfr. Jer 18, 20. — 18 Mt 12, 35. — 19 Juan Pablo II, Homilía 31-V-1979. — 20 Cfr. Pío XII, Alocución Benedicite Deum, 31-X-1942; Juan Pablo II, Homilía en Fátima, 13-V-1982. — 21 Cfr. Himno Ave Maris Stella. — 22 Oración colecta de la Misa.

Después de la consagración del mundo al dulcísimo y maternal Corazón de la Virgen María en 1942, llegaron numerosas peticiones al Romano Pontífice para que extendiera el culto al Inmaculado Corazón de María, que ya existía en algunos lugares, a toda la Iglesia. Pío XII accedió en 1945, «seguros de encontrar en su amantísimo Corazón... el puerto seguro en medio de las tempestades que por todas partes nos apremian». A través del símbolo del corazón, veneramos en María su amor purísimo y perfecto a Dios y su amor maternal hacia cada hombre. En él encontramos refugio en medio de todas las dificultades y tentaciones de la vida y el camino seguro -iter para tutum- para llegar prontamente a su Hijo.

 

 

Evangelio del sábado: Inmaculado Corazón de María

Comentario de la memoria del Inmaculado Corazón de María. “¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que es necesario que yo esté en las cosas de mi Padre?”: La Virgen María no entiende, pero se fía de Jesús porque los planes de Dios son más grandes que los planes de los hombres. Pidamos a María tener un corazón a la manera del suyo, siempre dispuestos a aceptar la voluntad de Dios.

17/06/2023

Evangelio (Lc 2, 41-51)

Sus padres iban todos los años a Jerusalén para la fiesta de la Pascua. Y cuando tuvo doce años, subieron a la fiesta, como era costumbre. Pasados aquellos días, al regresar, el niño Jesús se quedó en Jerusalén sin que lo advirtiesen sus padres. Suponiendo que iba en la caravana, hicieron un día de camino buscándolo entre los parientes y conocidos, y al no encontrarlo, volvieron a Jerusalén en su busca. Y al cabo de tres días lo encontraron en el Templo, sentado en medio de los doctores, escuchándoles y preguntándoles. Cuantos le oían quedaban admirados de su sabiduría y de sus respuestas. Al verlo se maravillaron, y le dijo su madre:

—Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira que tu padre y yo, angustiados, te buscábamos.

Y él les dijo:

—¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que es necesario que yo esté en las cosas de mi Padre?

Pero ellos no comprendieron lo que les dijo.


Comentario

Hoy celebramos en la Iglesia la fiesta del Inmaculado Corazón de María. Los Corazones de Jesús y de María están maravillosamente unidos desde el momento de la Encarnación. La Iglesia nos enseña que el modo más seguro de llegar a Jesús es por medio de María. El papa Pío XII estableció la fiesta para toda la Iglesia el 4 de mayo de 1944. Por medio de la intercesión de María obtenemos la paz entre las naciones, libertad para la Iglesia, la conversión de los pecadores, amor a la pureza y la práctica de las virtudes.

En el Evangelio de hoy, la Sagrada Familia acude al Templo de Jerusalén. Lo hacen por devoción. La Ley de Moisés obligaba a los varones israelitas a presentarse ante el Señor tres veces por año: en Pascua, en Pentecostés y en la fiesta de los Tabernáculos. Ese deber no afectaba a las mujeres ni a los niños antes de que cumplieran 13 años. Además, en tiempos de Jesús, era costumbre que sólo los que residían a menos de una jornada de viaje hiciesen esa peregrinación, que además se solía limitar a la fiesta de Pascua. Como Nazaret distaba de Jerusalén varios días de camino, tampoco José se hallaba estrictamente ligado por el precepto. Sin embargo, tanto él como María iban todos los años a Jerusalén para la fiesta de Pascua (Lc 2, 41).

En el camino de vuelta, los varones y las mujeres viajaban por separado. Los niños podían ir con cualquiera de los dos grupos. María y José se percatan de que Jesús no está y angustiados le buscan entre los parientes y conocidos (Lc 2, 44). A toda prisa, quizá esa misma noche, regresaron en su busca a Jerusalén. Al tercer día de búsqueda lo hallaron en el Templo. Lo encontraron sentado en medio de los doctores, escuchándolos y preguntándoles. Y cuantos le oían, quedaban admirados de su sabiduría y de sus respuestas (Lc 2, 46-47).

También la Virgen y su Esposo, al verlo, se maravillaron (Lc 2, 48). Pero su asombro no se debía a la sabiduría de las respuestas, sino a que era la primera vez que sucedía algo semejante: Jesús, el hijo obedientísimo, se había quedado en Jerusalén, sin avisarles.

—Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira que tu padre y yo, angustiados, te buscábamos. Y Él les respondió: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que es necesario que Yo esté en las cosas de mi Padre? Pero ellos no comprendieron lo que les dijo (Lc 2, 48-50).

Ellos no comprendieron la respuesta que les dio (Lc 2, 50). María y José no entienden. Jesús quiere revelar los aspectos misteriosos de su intimidad con el Padre, aspectos que María intuye, pero sin saberlos relacionar con la prueba que estaba atravesando. La respuesta de María es admirable. En lo más profundo de su alma conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón (Lc 2, 51).

Al recibir esa respuesta, sin comprenderla, María y José acataron los planes de Dios, con una humildad y una docilidad plenas. Es una lección para todos los cristianos, que nos invita a aceptar con amor las manifestaciones de la Providencia divina, aunque en ocasiones no las entendamos. El corazón de María se une totalmente al corazón de Jesús. No entiende, pero se fía porque sabe que los planes de Dios son más grandes que los planes de los hombres. Pidamos a María tener un corazón a la manera del suyo, siempre dispuestos a aceptar la voluntad de Dios.

¡Corazón Inmaculado de María, ruega por nosotros!

 

“Constancia, que nada te desconcierte”

El desaliento es enemigo de tu perseverancia. -Si no luchas contra el desaliento, llegarás al pesimismo, primero, y a la tibieza, después. -Sé optimista. (Camino, 988)

17 de junio

Constancia, que nada desconcierte. -Te hace falta. Pídela al Señor y haz lo que puedas por obtenerla: porque es un gran medio para que no te separes del fecundo camino que has emprendido. (Camino, 990)

No puedes "subir". -No es extraño: ¡aquella caída!...

Persevera y "subirás". -Recuerda lo que dice un autor espiritual: tu pobre alma es pájaro, que todavía lleva pegadas con barro sus alas.

Hacen falta soles de cielo y esfuerzos personales, pequeños y constantes, para arrancar esas inclinaciones, esas imaginaciones, ese decaimiento: ese barro pegadizo de tus alas.

Y te verás libre. -Si perseveras, "subirás". (Camino, 991)

Da gracias a Dios, que te ayudó, y gózate en tu victoria. -¡Qué alegría más honda, esa que siente tu alma, después de haber correspondido! (Camino, 992)

 

Cor Mariae dulcissimum, iter para tutum!

“El Fundador del Opus Dei”, biografía escrita por Andrés Vázquez de Prada

06/12/2010

El Padre hubo de pasar en Roma el verano de 1951. Las circunstancias le obligaron —es expresión suya— a permanecer al pie del cañón. Esto representaba para él notable sacrificio, pues le cogía extenuado por el mucho trabajo de todo un curso académico, con la casa a medio construir y con la amenaza de los rigores estivales del ferragosto romano. A ello se sumaban las alteraciones propias de la diabetes, de manera que, ya por entonces, los padecimientos le resultaban tan intolerables que —echándolo a broma— decía que le traían de continuo memoria del Purgatorio. Por otra parte, tampoco podía moverse de Roma. De tiempo atrás había observado un casi imperceptible cambio en algunas personas de la Curia. Un día llegaba a sus oídos un comentario levemente crítico; otro, un Cardenal, viejo conocido de don Josemaría, negaba en público haber tenido trato con el Fundador |# 46|.

Por estos, y otros indicios, comenzó a sospechar que algo se estaba tramando, sin que alcanzase a definirlo, ni saber realmente en qué consistía. Tales señales, referidas y centradas en torno a la Obra, le indicaban la presencia de algo sospechoso. Sin duda, una grave amenaza se cernía sobre el Opus Dei. Y, aunque más que de noticias se trataba de difusos presentimientos, una extraña corazonada acabó dominando las reflexiones, los hábitos y hasta los gestos de don Josemaría, alegre y preocupado a un mismo tiempo. Gastaba bromas, pero insistiendo mucho en que encomendaran sus intenciones en la oración. Su estado de ánimo quedaba reflejado en una inquietud muy especial, un desasosiego interior que se traslucía en su mirada y hasta en su modo de caminar.

«Como siempre —testimonia Encarnación Ortega—, recurrió a la oración y a la mortificación. Pasaba días enteros sin comer nada o prácticamente nada, cosa que nos hacía temer por su salud. También sabíamos que dormía muy poco. Y cada día era más apremiante la urgencia con que nos hacía rezar, y más intenso el modo con que nuestro Padre rezaba. Un día, nos mandó interrumpir todas las actividades que nos ocupaban y marcharnos media hora al oratorio a "forzar" al Señor con nuestra oración [...]. Me parece que ha sido una de las veces que en nuestra vida hemos puesto más el corazón al pedirle a Dios que ayudase a nuestro Padre» |# 47|.

Uno de esos días —en la primera mitad del verano de 1951—, paseaba don Josemaría por el jardín de Villa Tevere, concentrado, con paso rápido, y tomando notas en una agenda de bolsillo, cuando se le acercó uno de sus hijos, Javier Echevarría:

— «¿Cómo está, Padre?», le preguntó.

— Lleno de paz y con fortaleza santa: como un león, dispuesto a defender esta Obra de Dios que el Señor me ha confiado. Reza y ayúdame |# 48|. Ésa fue su respuesta.

Aun desconociendo a ciencia cierta de qué se trataba, el Padre intuía una nueva contradicción para su persona y para toda la Obra. Ese oscuro presentimiento le calaba hasta los tuétanos de su ser |# 49|. Barruntaba un serio peligro, pero de una manera tan vaga, que no podía librarse de la impalpable sensación que le producía el adivinar un peligro cercano, sin llegar a saber de qué parte le vendría el golpe. Sentía la invisible amenaza, en tensión, con todos sus sentidos en actitud de alerta, en espera de que le atacasen:

Me siento como un ciego que se tiene que defender —les decía el Padre—, pero que no puede sino dar bastonazos al aire; porque no sé qué pasa, pero algo pasa... |# 50|.

Por lo demás, este presentimiento, aunque le desazonaba, era una gracia divina que empujaba a toda la Obra, con el Fundador al frente, hacia la Cruz de Cristo. El Señor permite tales oscuridades para que nos santifiquemos, y para que se fortalezca más la Obra |# 51|, escribía poco después.

En anteriores campañas de calumnias, chismes y villanías sabía a dónde recurrir, cómo responder y a quiénes replicar. Ahora tendría que pelear contra sombras impalpables. Los amigos, al sobrevenir la contradicción de los buenos solían aconsejarle dos clases de comportamiento. Según unos lo mejor era callar y dejar que calumniasen, envueltos en capa de humildad. Así, encajando los golpes en silencio, los enemigos no tendrían la oportunidad de vocear el escándalo por todas partes. Otros, en cambio, eran partidarios de proclamar la verdad a voces; y, por lo tanto, le animaban a defenderse: a responder, rechazar y rebatir a los detractores. Pensaba don Josemaría que ambas opiniones eran razonables y cristianamente compatibles. No era fácil, sin embargo, adivinar el justo modo de hacer las cosas, porque, reflexionando sobre cómo debía conducirse, por muy buena voluntad que pusiera, siempre llevaba las de perder. Pero la culpa no era suya, como nos resume haciendo historia de las persecuciones sufridas:

siempre los acontecimientos me han demostrado que me encontraba, en realidad, en la misma situación que se relata en el apólogo del padre, del hijo y del asno. Hiciera lo que hiciera, surgían murmuraciones |# 52|.

(Todo eran reparos y tergiversaciones. Le sucedía como al labriego que volvía del campo con su hijo |# 53|. Iba orondo sobre su asno, satisfecho de la vida, cuando se topó con un vecino, el cual afeó su conducta: — ¿Qué?, ¿contento?; ¡y al hijo que lo parta un rayo!

Se apeó el viejo y montó el hijo en el asno. Poco más adelante se encaró una mujer con ellos: — ¡Cómo!, exclamó indignada. ¿A pie el padre? ¡Vergüenza le debía dar al mozo!

Bajó éste del burro, y tras él caminaban padre e hijo cuando alguien les echó una indirecta: — ¡Cuidado, que se cansa el asno!

No sabiendo qué hacer, montaron ambos. Andaba cansino el burro el último trecho del camino cuando alguien les voceó de nuevo: ¡Se necesita ser bestias!; ¿no veis que el pobre animal no puede con su alma?)

La situación en que se hallaba era muy confusa; y la amenaza, invisible. ¿A quién podía rebatir?; y ¿de qué? No podía permanecer inactivo. Interiormente sentía que una fuerza misteriosa le impulsaba a defender la Obra con uñas y dientes: — hijos míos —solía comentar a quienes tenía entonces a su alrededor—, estoy como un león rugiente, tamquam leo rugiens, en vela, para que el diablo no nos muerda |# 54|.

Tenía la impresión de que pisaba arenas movedizas. Don Álvaro, para contrarrestar sus inquietudes, le presentaba argumentos de gozo: Padre —le decía—, si va todo bien, si hay muchas vocaciones y, gracias a Dios, hay muy buen espíritu de parte de todos |# 55|. Pero el Padre insistía en que era preciso hacer algo. Una fuerza divina le arrastraba, por necesidad sobrenatural, a agarrarse al manto de la Virgen, explicaría luego a sus hijos: Como no encuentro en la tierra quien de verdad y decididamente nos ayude, me he dirigido a Nuestra Madre Santa María |# 56|.

Una vez tomada la decisión, el 9 de agosto escribió a toda la gran familia del Opus Dei, diciéndoles que en la fiesta de la Asunción celebraría la Santa Misa en Loreto:

Y allí, dentro de aquella casita de la Sagrada Familia, Jesús, María y José, haré la consagración del Opus Dei al Inmaculado Corazón de María.

Después, todos los años, con la fórmula que os enviaré, en todas nuestras Casas y Centros, renovaremos esta consagración.

Va a ser una consagración ambiciosa, porque le consagraremos también los pueblos y naciones que están lejos de su Hijo Divino.

¡Bien propio es de nuestro espíritu! Uníos a mí, especialmente en ese día |# 57|.

Por esas fechas exhortaba a sus hijos a repetir incesantemente, incansablemente, una jaculatoria que estaba siempre en sus labios: Cor Mariae dulcissimum, iter para tutum! |# 58|, para que el Corazón Dulcísimo de María protegiese el caminar de la Obra.

En la mañana del 14 de agosto, con un sol de justicia, el Padre con don Álvaro, acompañados de otros dos miembros de la Obra, salieron en coche de Roma. Tomaron la vía Salaria y luego cruzaron a la costa adriática. Sin detenerse llegaron hasta la basílica de Nuestra Señora en Loreto y fijaron la misa para el día siguiente en el altar de la Santa Casa. Mediada la tarde fueron a Ancona, donde pasaron la noche.

Al día siguiente, fiesta de la Asunción, estaba el Padre antes de las nueve de la mañana en Loreto, con la basílica llena de gentes venidas de los contornos. La Santa Casa, donde celebró la misa, es un pequeño recinto en medio del templo, donde se apretujaba una muchedumbre fervorosa que había acudido allí, precisamente, en la fiesta de Nuestra Señora. El Padre trataba de decir la misa con recogimiento. Pero las manifestaciones espontáneas de piedad de los asistentes no le dejaban concentrarse:

Así, mientras besaba yo el altar cuando lo prescriben las rúbricas de la Misa, tres o cuatro campesinas lo besaban a la vez. Estuve distraído, pero me emocionaba. Atraía también mi atención el pensamiento de que en aquella Santa Casa —que la tradición asegura que es el lugar donde vivieron Jesús, María y José—, encima de la mesa del altar, han puesto estas palabras: Hic Verbum caro factum est. Aquí, en una casa construida por la mano de los hombres, en un pedazo de la tierra en que vivimos, habitó Dios |# 59|.

Al volver de la sacristía, mientras don Álvaro decía misa a las nueve y media, el Padre consiguió refugiarse en el corredor que hay detrás del altar de la Santa Casa. Allí hizo la consagración al Corazón dulcísimo de María, imagen perfecta del Corazón de Jesús. En nombre de todo el Opus Dei le decía a la Señora:

te consagramos nuestro ser y nuestra vida; todo lo nuestro: lo que amamos y somos. Para ti nuestros cuerpos, nuestros corazones y nuestras almas; tuyos somos nosotros y nuestros apostolados |# 60|.

El Padre permaneció de rodillas todo el tiempo que duró la misa que dijo don Álvaro. Solo, perdido en oración, sin notar los pisotones del gentío que desfilaba continuamente por el pasillo detrás del altar, implorando gracias del Corazón de María:

Inflama nuestros pobres corazones para que amemos con toda el alma a Dios Padre, a Dios Hijo, y a Dios Espíritu Santo; infunde en nosotros amor grande a la Iglesia y al Papa, y haznos vivir plenamente sumisos a todas sus enseñanzas; danos un gran amor a la Obra, al Padre y a nuestros Directores; haz que, fieles a nuestra vocación, tengamos celo ardiente por las almas; elévanos, Señora, a un estado de perfecto amor de Dios, y concédenos el don de la perseverancia final |# 61|.

Al salir se dio cuenta el Padre de que llevaba la sotana pisoteada. Después de desayunar emprendieron el regreso a Roma. Era fuerte el calor; pero iba muy contento. Haciendo oración. Metido en Dios. En silencio. Dando gracias. Esa misma tarde vio a sus hijas y a sus hijos. Les contó de dónde venía y cómo la consagración a la Virgen le daba la seguridad de que la Señora tomaría una vez más al Opus Dei bajo su amparo. Y les encargó seguir suplicando al Corazón dulcísimo de María el: iter para tutum |# 62|.

Lleno de paz y confianza, don Josemaría hizo nuevas peregrinaciones a diversos Santuarios marianos, para agradecer los beneficios recibidos, renovando la consagración hecha en Loreto. El 21 de agosto fue de peregrino a Pompeya; y el 22 al Divino Amor. En el mes de octubre se llegó a Lourdes el día 6 y celebró allí misa el 7. De Lourdes se fue a Zaragoza, donde se postró a los pies de la Virgen del Pilar el día 9; y, después de atender a los apostolados de la Obra en Madrid, visitó a sus hijos de Portugal, renovando la consagración en Fátima el 19 de octubre |# 63|.

* * *

Con la acostumbrada bendición del Padre y una talla de la Virgen, el 8 de diciembre de 1949 partieron para Milán, in paupertate et laetitia, los primeros miembros de la Obra, a comenzar la labor apostólica de modo estable en esa capital. En diciembre se les unió Juan Udaondo, como sacerdote del Centro. Semanas más tarde se presentaron al Cardenal Schuster el director y el sacerdote del Centro.

— Vd. es un sacerdote que pertenece a una institución de derecho pontificio y yo soy el Obispo de esta diócesis, le dijo a Juan Udaondo. ¿Cómo nos las vamos a arreglar?

— Nuestro Fundador —le explicó el sacerdote— siempre nos ha enseñado a servir a la Iglesia como la Iglesia quiere ser servida, y a tirar del carro en la dirección que señale el Obispo. Deseamos tenerle informado de nuestra labor, por lo menos tanto como los párrocos de sus respectivas parroquias, si no más |# 64|.

En el verano de 1951 los de la Obra se fueron, en el mes de agosto, a una casa cerca de Roma, en Castelgandolfo, donde asistieron a un curso de formación.

Regresaron a Milán en septiembre y, al cabo de unos días, visitaron de nuevo al Cardenal, que les acogió como si estuviera impaciente por verles: — ¿Dónde habéis estado todo este tiempo?, les preguntó. Había mandado al párroco a que les avisase, pero se encontró con la casa cerrada. Tenía algo que decirles. Le habían referido cosas increíbles, burdas calumnias, respecto a la Obra. Pero podían estar tranquilos, él se hallaba muy contento de tenerlos en su diócesis. Sin embargo, añadía con gesto de refrescar su memoria..., ¿quién me lo ha dicho?, ¿quién me lo ha dicho?... ¡Desde muy arriba me lo han dicho!...; y el Cardenal dejaba en suspenso la frase |# 65|.

Inmediatamente refirieron al Padre la conversación mantenida con el Cardenal. Dos días más tarde, el 28 de septiembre, el Padre indicaba a los de Milán que visitaran de nuevo al Cardenal Schuster y que, luego de haberlo considerado en la oración, le contaran, punto por punto, y de manera precisa y concreta, lo sucedido en España: ataques desde el púlpito en 1940, habladurías consiguientes, falsa información a algunos obispos, hojas calumniosas, denuncias a la autoridad civil, visitas a las familias, etc. |# 66|. El Cardenal les escuchó con atención, repitiéndoles que estaba muy contento del trabajo de la Obra en Milán.

* * *

El 5 de enero de 1952, el Procurador General del Opus Dei, don Álvaro del Portillo, recibió un escrito oficial del Secretario de la Sagrada Congregación de Religiosos, Mons. Larraona, en el que cortésmente le pedía «copia de las Constituciones del Opus Dei y del Reglamento interno de la Administración, con una relación escrita —doctrinal y práctica— del régimen del Instituto en sus dos Secciones, así como el modo concreto de llevar a cabo la singular colaboración sancionada por las Constituciones» |# 67|.

Don Álvaro contestó con premura. Su carta de respuesta al Secretario tiene fecha del 6 de enero. Con ella se envían adjuntas copias de los Estatutos del Opus Dei y del Reglamento interno de la Administración doméstica, además de un documento de diez páginas dando razón, minuciosa y fundamentada, de la separación existente entre las dos Secciones de la Obra, y de su régimen y relaciones.

«Para poder entender y encuadrar rectamente, sea in iure o de facto, las relaciones que existen entre las dos ramas del Opus Dei —comienza advirtiendo el escrito—, permítasenos subrayar que es preciso tener presente y valorar, en su justo peso, lo que la Constitución Apostólica Provida Mater Ecclesia ha sancionado definitivamente en el orden doctrinal de los principios jurídicos y en el orden práctico de la vida» |# 68|.

¿A qué pedir una copia del Derecho particular del Opus Dei? Aunque don Álvaro no hace explícitamente esta pregunta en su escrito, su respuesta y razonamiento exhalan un leve estupor. En efecto, los argumentos expuestos por el Procurador General dejan un interrogante flotando en el aire: ¿no ha sido escrupulosa y detenidamente examinado, estudiado, aprobado y sancionado ese Derecho particular del Opus Dei? Porque es evidente que los Estatutos obtuvieron el nihil obstat del Santo Oficio en octubre de 1943, y que fueron sometidos más tarde a riguroso y exhaustivo examen por la Sagrada Congregación de Religiosos con ocasión de la erección diocesana en 1943; y otra vez al conceder el decretum laudis en 1947; y de nuevo en 1950 al solicitar la aprobación definitiva del Opus Dei |# 69|. Y, ese servicio doméstico que llevan las mujeres en las Administraciones de las casas del Opus Dei, ¿no ha sido acaso expresamente alabado y enriquecido con indulgencias por Pío XII en el Breve pontificio Mirifice de Ecclesia, de 1947? |# 70|.

Era evidente que algún tipo de denuncias había llegado a la Curia, en particular sobre la unidad jurisdiccional de las dos ramas del Opus Dei. Alguien se había encargado también de que surtieran efecto. Así las cosas, el Fundador recibió a los pocos días carta de sus hijos de Milán y una relación de Juan Udaondo de la visita que acababa de hacer al Cardenal Schuster:

«Milán, 15 de enero de 1952.

Esta mañana he ido con Juan Masiá a visitar al Cardenal Schuster. Nos ha preguntado que cómo andaban nuestras cosas: le hemos dicho que bien e inmediatamente después nos ha preguntado si nuestro Presidente —refiriéndose al Padre— tenía alguna Cruz. Le he contestado que al Padre nunca le faltaban pero que para nosotros la cruz era señal de alegría y de predilección divina y que el Padre nos dice muchas veces que "un día sin cruz es día perdido y que Jesucristo, Sacerdote Eterno, bendice siempre con la Cruz". Entonces el Cardenal nos ha dicho que tenemos que estar preparados, que seguramente continuarán las persecuciones y que él, leyendo la historia de las obras de Dios y las vidas de sus fundadores, se había dado cuenta de cómo siempre el Señor había permitido contradicciones y persecuciones y cómo incluso habían sido sometidas a visitas apostólicas y el Fundador había sido depuesto de su cargo de Superior. Nos hablaba con cariño; se le veía preocupado por la Obra y por el Padre y nos decía que no nos desanimemos si nos ocurre alguna de estas cosas, que debemos seguir trabajando con mucho empeño y ha repetido varias veces: continuate a lavorare, avanti, coraggio, etc.

Tanto Juan como yo le hemos escuchado muy tranquilos y le hemos dicho que no se preocupase, que la Obra era de Dios y que el Señor había acostumbrado al Padre y a todos nosotros a la persecución; que en todas estas cosas el Padre nos había hecho ver siempre la mano de Dios y que la Obra saldrá adelante de todas las persecuciones, que para nosotros son un motivo de alegría y nos ayudan y nos empujan a hacernos santos y a trabajar sólo por el Señor» |# 71|.

Con esto quedaba avisado el Fundador acerca del origen de la contradicción, pero carecía de datos concretos y suficientes para acusar a nadie u organizar una defensa apropiada. Pensó, sin embargo, que sería conveniente remachar el escrito del 6 de enero sobre el régimen de las dos Secciones de la Obra. Don Álvaro del Portillo, como Procurador General, escribió por segunda vez, el 3 de febrero, al Secretario de la Sagrada Congregación de Religiosos, P. Larraona, hombre justo y rectilíneo, que conocía el lado jurídico del Opus Dei, como ya ha sido expuesto. En el fondo, este nuevo escrito venía a mostrar lo imprudente e injusto que resultaba tal modo de proceder en la Curia, y el riesgo que corría la fama de toda una Institución al someterla, de buenas a primeras, a un proceso investigativo. Si venía funcionando sin escándalo, sin incidentes, con eficacia, durante casi un cuarto de siglo, ¿a qué pensar en cambiar ahora su estructura? El hecho de que se reexaminaran sus Estatutos, ¿no levantaría por fuerza infundadas sospechas, que los calumniadores se encargarían de difundir a los cuatro vientos, como si se estuvieran tomando medidas contra el Opus Dei a causa de un oculto escándalo? |# 72|.

Ante una operación tan improcedente, el Fundador, confiado en la intercesión de Nuestra Señora, recobró el optimismo:

Yo espero —escribía el 9 de febrero a Madrid— que, con la gracia de Dios y porque es de justicia, quede todo en agua de borrajas. Cor Mariae dulcissimum, iter para tutum! |# 73|.

Aguardando el desenlace de los acontecimientos, le llegó un aviso apremiante de Milán. El Cardenal Schuster estaba en ascuas esa temporada. Cuando el 18 de febrero de 1952 le visitaron otra vez los de la Obra, apenas cambiados los primeros saludos, le faltó tiempo al Cardenal para preguntar por el Fundador:

— «¿No tiene en estos momentos una gran Cruz encima?

— Si es así, estará muy contento, porque siempre nos ha enseñado que si estamos junto a la Cruz, estaremos muy cerca de Jesús, le contestaron.

— No, no es eso, les interrumpió. Conozco la cruz de vuestro Fundador. Decidle de mi parte que se acuerde de su paisano San José de Calasanz, y que se mueva» |# 74|.

Cuando la carta de Milán llegó a manos del Padre, el papel había ya absorbido las lágrimas del que escribía. Demasiado bien entendió don Josemaría el mensaje del Cardenal y en qué consistía la tenebrosa trama urdida contra la Obra. Pretendían dividirla en dos instituciones separadas y extrañas entre sí, una para hombres y otra para mujeres. Bastaba para ello el decapitarla. Quitado de en medio el Padre, quedaba deshecha su unidad: «percutiam pastorem et dispergentur oves» |# 75|.

El Fundador actuó con rapidez. Se fue a ver al Secretario de la Congregación de Religiosos y le dijo:

Sepan que si me quitan del cargo de Presidente General sin explicarme los motivos, mi dolor durará tan solo cuatro segundos; más bien me hacen un favor, porque pediré la admisión y seré el último en el Opus Dei, como lo he deseado siempre. Pero si me alejan de la Obra, sepan que cometen un crimen, porque me asesinan |# 76|.

Indagó por el motivo de aquel revuelo. Se le informó que no había ninguno. Existía, en cambio, fuerte presión por parte de ciertas personas. (Era obvio que mediaba secreto de oficio. Ni le dijeron ni intentó averiguar el nombre de los ocultos promotores).

El siguiente paso fue hablar con el Cardenal Tedeschini que tomó posesión de su encargo de Cardenal Protector del Opus Dei el 24 de febrero de 1952 |# 77|.

Por aquel entonces don Josemaría preparó una carta, de estilo firme y sincero, y, acompañado de don Álvaro, fue a ver al Cardenal Tedeschini, a quien entregó el escrito, a él dirigido. El Cardenal Protector lo leyó con calma y prometió que su contenido llegaría a conocimiento del Santo Padre. La carta llevaba fecha del 12 de marzo de 1952 |# 78|. Todo el Opus Dei se hallaba en esos días entregado a intensísima oración, mientras el Padre, con el alma en vilo, dejaba entrever a sus hijos un corazón angustiado:

Hijo mío —decía a uno de ellos—, ¿cuántas veces me has oído decir que me hubiese gustado no ser de la Obra para pedir inmediatamente la admisión, y obedecer a todos y en todo, ocupando el último puesto? Tú bien sabes que no he querido ser fundador de nada. Ha sido Dios quien así lo ha querido. ¿Has visto cómo quieren destruir la Obra, y cómo me atacan? Me quieren echar de la Obra [...]. Hijo mío, si me echan me matan, si me echan me asesinan. Ya se lo he dicho: que me pongan en el último lugar, pero que no me echen; porque si me echan, cometen un asesinato |# 79|.

La víspera de san José, 18 de marzo, Tedeschini obtuvo audiencia papal, y leyó a Pío XII la carta que la semana anterior le había dirigido don Josemaría. El tono de la exposición era más bien subido, sincero y familiar. Ese estilo, evidentemente, podía emplearse con el Cardenal Protector, abriéndole de par en par el alma; pero los conceptos, aun yendo convenientemente arropados en ternura de lenguaje, resultaban duros ante el Sumo Pontífice. Era necesario, sin embargo, que el mensaje le llegara al Papa claro y directo, porque eran muchas las razones para sospechar que, quienes movían los hilos de aquel tenebroso asunto, tenían acceso directo al despacho del Pontífice.

Leía, pues, en voz alta el Cardenal Tedeschini y el Papa le seguía con atención:

Roma, 12 de marzo de 1952.

Eminencia Reverendísima:

Después de tantos años como amigo y protector de facto [...] y ahora, por disposición soberana del Sumo Pontífice, Protector de iure del Opus Dei, y siendo persona que siempre ha seguido con vigilante interés y paternal afecto el proceso interno y el desarrollo externo de nuestra Obra, nadie mejor que Su Eminencia podrá comprender y apreciar nuestro asombro, repleto de pena y profundo dolor, al recibir la carta de la Sagrada Congregación de Religiosos que lleva fecha del 5 de enero de 1952. De su contenido y de la respuesta a dicha carta tiene conocimiento Vuestra Eminencia por las copias de los dos documentos (6 de enero; 3 de febrero de 1952), que se le remitieron en el momento oportuno. Nos sorprende y nos aflige que se quiera volver de nuevo a cuestión tan a fondo discutida, examinada y decidida, juntamente con todo el ordenamiento del Opus Dei.

Permítasenos indicar, Eminencia, que este comportamiento de la Sagrada Congregación de Religiosos no puede tener otro origen que las denuncias contra el Opus Dei. Y en tal caso, animados por un vivo sentimiento de justicia y de amor a la verdad, nos atrevemos a exponer el deseo de que abiertamente se nos manifiesten dichas denuncias, y respetuosamente exigimos aducir las pruebas.

Y seguía la lista de chismes y falsedades contra la Obra. Finalmente, para concluir, el Fundador sometía al buen criterio del Cardenal Protector la conveniencia de proceder a la redacción de un nuevo Reglamento interno de la Administración para asegurar aún más cuanto se contempla en el Reglamento actual, porque de este modo se evitaría, por un lado, la posible preocupación de la Santa Sede; y, por otro, la difamación calumniosa de muchos millares de almas.

El Papa seguía atentamente la lectura del Cardenal. De cuando en cuando levantaba las manos, como para subrayar con un gesto las palabras. Y, tan pronto acabó Tedeschini con la carta, el Santo Padre, impaciente y sorprendido, exclamó: «Ma chi mai ha pensato a prendere nessun provvedimento?» |# 80|.

A la pregunta de a quién se le había ocurrido tomar medida alguna contra el Opus Dei, respondió el Cardenal con el silencio. El Papa quedaba sobre aviso, y fuera de juego quienes esperaban el momento propicio para deshacer el Opus Dei. El Fundador había llegado a tiempo de paralizar la maniobra |# 81|.

 

Fiesta del Inmaculado Corazón de María – Junio 17

 

Los dones especiales de que María estaba dotada, la hacían especialmente apta para desempeñar la misión de madre y educadora. En las circunstancias concretas de cada día, Jesús podía encontrar en ella un modelo para seguir e imitar, y un ejemplo de amor perfecto a Dios y a los hermanos.

Sábado de la 3ª semana de Pentecostés

Causa de nuestra alegría que hace brotar las semillas como un jardín
1. «María guardaba todas estas cosas en su corazón» (Lc 2,51). El Corazón de María dio su sangre y su vida a Jesús Niño, pues aunque la generación de Jesús, se realizó por obra del Espíritu Santo, pasó por las fases de la concepción, la gestación y el parto como la de todos los hombres. La maternidad de María no se limitó al proceso biológico de la generación, sino que contribuyó al crecimiento y desarrollo de su hijo, y como la educación es una prolongación de la procreación, indudablemente que el Corazón de María educó el corazón de su Niño, y le enseñó a comer, a hablar, a rezar, a leer y a comportarse en sociedad. Ella es Theotokos no sólo porque engendró y dio a luz al Hijo de Dios, sino también porque lo acompañó en su crecimiento humano. Si en Jesús reside la plenitud de la divinidad, parece que no tenía necesidad de educadores. Pero el Hijo de Dios vino al mundo en una condición humana totalmente semejante a la nuestra, excepto en el pecado (Hb 4,15). Y como todo ser humano, el crecimiento de Jesús, desde su infancia hasta su edad adulta (Lc 2,40), requirió la acción educativa de sus padres. El evangelio de san Lucas, particularmente atento al período de la infancia, narra que Jesús en Nazaret se hallaba sujeto a José y a María (Lc 2,51). Luego Jesús estaba abierto a la obra educativa de su madre y de José.

2. Los dones especiales de que María estaba dotada, la hacían especialmente apta para desempeñar la misión de madre y educadora. En las circunstancias concretas de cada día, Jesús podía encontrar en ella un modelo para seguir e imitar, y un ejemplo de amor perfecto a Dios y a los hermanos. Desempeñando la función de padre, José cooperó con su esposa para que la casa de Nazaret fuera un ambiente favorable al crecimiento y a la maduración personal del Salvador. Al enseñarle el duro trabajo de carpintero, José insertó a Jesús en el mundo del trabajo y en la vida social. María, junto con José, quien introdujo a Jesús en los ritos y prescripciones de Moisés, en la oración al Dios de la alianza con el rezo de los salmos y en la historia del pueblo de Israel, centrada en el éxodo. De ella y de José aprendió Jesús a frecuentar la sinagoga y a realizar la peregrinación anual a Jerusalén por la Pascua. La obra educativa de María fue muy eficaz y profunda, pues encontró en la psicología humana de Jesús un terreno muy fértil. La misión educativa de María, dirigida a un hijo tan singular, presenta características particulares con respecto al papel que desempeñan las demás madres. Ella garantizó las condiciones favorables para que se pudieran realizar los dinamismos y los valores esenciales del crecimiento, ya presentes en el hijo. El hecho de que en Jesús no hubiera pecado exigía de María una orientación siempre positiva, excluyendo intervenciones encaminadas a corregir y ayuda a su Hijo Jesús a crecer, desde la infancia hasta la edad adulta, «en sabiduría, en edad y en gracia» (Lc 2, 52) y a formarse para su misión. María y José aparecen, por tanto, como modelos de todos los educadores. Los sostienen en las grandes dificultades que encuentra hoy la familia y les muestran el camino para lograr una formación profunda y eficaz de los hijos. Su experiencia educadora es un punto de referencia seguro para los padres cristianos, que están llamados, en condiciones cada vez más complejas y difíciles, a ponerse al servicio del desarrollo integral de sus hijos, para que lleven una vida digna del hombre y que corresponda al proyecto de Dios (Juan Pablo II).

3. Aunque fue su madre quien introdujo a Jesús en la cultura y en las tradiciones del pueblo de Israel, será él quien le revele su plena conciencia de ser el Hijo de Dios, enviado a irradiar la verdad en el mundo, siguiendo la voluntad del Padre. De «maestra» de su Hijo, María se convirtió así en humilde discípula del divino Maestro, engendrado por ella. Jesús empleó los años más floridos de su vida, educando a su Madre en la fe. Tres años de vida itinerante y treinta años de vida de familia. La mejor discípula del Señor, fue formada por el mismo Señor, su Hijo. ¡Qué tierra más fértil la suya para recibir sus enseñanzas! Ella fue la única que dio el ciento por uno de cosecha. «¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te amamantaron! -Más dichosos los que oyen la Palabra de Dios y la practican» (Lc 11,27).

4. Según Santo Tomás, cuando damos culto al Corazón Inmaculado de María honramos a la persona misma de la Santísima Virgen. «Proprie honor exhibetur toti rei subsistenti” (Sum Theol 3ª q 5 a.1). Cuando se venera un órgano del cuerpo el culto se dirige a la persona, pues sólo ella es capaz de recibirlo. En la devoción al Corazón de Maria el homenaje va dirigido, pues, a la persona de la Virgen, significada en el Corazón. Una persona puede recibir honor por distintos motivos, por su poder, autoridad, ciencia, o virtud; pues, aunque el honor es uno, puede ser diferenciado. Así la Virgen es venerada en la fiesta de la Inmaculada, de la Visitación, de la Maternidad, o de la Asunción, con cultos distintos, porque los motivos son distintos. Por tanto, el culto a su Corazón Inmaculado es distinto, por el motivo, que es su amor.

Un amor siempre presente

5. Todas las culturas han visto simbolizado el amor en el corazón. En el de María, honramos la vida moral de la Virgen: Sus pensamientos y afectos, sus virtudes y méritos, su santidad y toda su grandeza y hermosura; su amor ardentísimo a Dios y a su Hijo Jesús y su amor maternal a los hombres redimidos por su sangre divina. Al honrar al Corazón Inmaculado de María lo abarcamos todo, pues él fué templo de la Trinidad, remanso de paz, tierra de esperanza, cáliz de amargura, de pena, de dolor y de gozo.

6. En cada época histórica ha predominado una devoción. En el siglo I, la Theotocos, la Maternidad divina, como réplica a la herejía de Nestorio. En el siglo XIII, la devoción del Rosario. En el XIX, la Asunción y la Inmaculada. A mediados de ese mismo siglo comenzó a extenderse la devoción al Inmaculado Corazón de María, que ya antes había tenido sus adalides, como San Bernardino de Sena y San Juan de Ávila; y en el siglo XVII, San Juan Eudes. Gran apóstol del Inmaculado Corazón de María fue San Antonio María Claret, que fundó la Congregación de los Misioneros del Inmaculado Corazón de María. Pero es en el siglo XX, cuando alcanza su cenit con dos hechos trascendentales: las apariciones de la Virgen en Fátima y la consagración del mundo al Corazón Inmaculado de María, hecha por Pío XII el año 1942. En Fátima la Virgen manifestó a los niños que Jesús quiere establecer en el mundo la devoción a su Inmaculado Corazón como medio para asegurar la salvación de muchas almas y para conservar o devolver la paz al mundo. La Beata Jacinta Marto, le dijo a Lucía: «Ya me falta poco para ir al cielo. Tú te quedarás aquí, para establecer la devoción al Corazón Inmaculado de Maria». También se lo dirá después la Virgen. El año 1942, después de la consagración de varias diócesis en el mundo realizada por sus respectivos obispos, Pío XII hizo la oficial de toda la Iglesia. De este modo la devoción al Inmaculado Corazón de María se vió eficacísimamente confirmada y afianzada. Y después Pablo VI y, sobre todo Juan Pablo II, que se declara milagro de María: Santo Padre, le dijeron en Brasil: Agradecemos a Dios, sus trece años de pontificado. Y contestó, tres años de pontificado y diez de milagro. El ha sido el Pontífice que ha acertado a cumplir plenamente el deseo de la Virgen, cuyos resultados se han visto con el derrumbamiento del marxismo y la conversión de Rusia.

7. Cuando en el siglo XVIII, el mundo se enfriaba por el indiferentismo religioso de doctrinas ateas, se manifiesta Cristo a Santa Margarita María de Alacoque en Paray le Monial, y la constituye promotora del culto al Corazón de Jesús, y cuando en el siglo XX, el mundo se va a ver envuelto por amenazas de guerras, divisiones y odios, herencia nefasta del materialismo y del marxismo, pide la Virgen a los niños de Fátima, que extiendan la devoción al Inmaculado Corazón de Maria. Como remedio a los males actuales, la misma Virgen nos ofrece su Corazón Inmaculado, que es, ternura y dulzura, pero, a la vez, exigencia de oración, sacrificio, penitencia, generosidad y entrega. No basta el culto; hay que imitar sus virtudes.

8. En los seres racionales existe una sinergia, un lazo invisible, pero de irresistible fortaleza, que nos une con Dios, con los hombres y con las criaturas: el corazón. El Corazón de María, expresa el corazón físico que latía en el pecho de María, que entregó la sangre más pura y noble para formar la Humanidad de Cristo, y en el que resonaron todos los dolores y alegrías sufridos a su lado; y el corazón espiritual, símbolo del amor más santo y tierno, más generoso y eficaz, que la hicieron corredentora, con el cúmulo de capacidades y virtudes que adornan la persona excelsa de la Madre de Dios.

9. El Corazón es la raíz de su santidad eximia, y el resumen de todas sus grandezas, porque todos sus Misterios se resumen en el amor. Dios, que creó el mundo para el hombre, se reservó en él un jardín donde fuera amado, comprendido, mimado, el huerto cerrado del Cantar de lo Cantares. Su Santuario, su obra primorosa y singular. Su Corazón y su alma son templo, posesión y objeto de las delicias del Señor. Sólo su corazón pudo ser el altar donde se inmoló, desde el primer instante, el Cordero inmaculado. Según San Bernardo, Maria «fuit ante sancta quam nata»: nació antes a la luz de la vida de la gracia que a la luz de este mundo…No hay un Corazón más puro, inmaculado y santo que el de María. Como el sol reverbera sobre el fango de la tierra, así su Corazón inmaculado brilló sobre las miserias del mundo sin ser contaminado por ellas. Es la Mujer vestida del sol del Apocalipsis (12,1).

10. La plenitud de la gracia que recibió María repercutió en su Corazón en el que no existió la más leve desviación en sus sentimientos y afectos. Su humildad, su fe, su esperanza, su compasión y su caridad, hicieron de su Corazón el trono del amor y el tabernáculo de la misericordia. El Corazón de María es el de la Hija más grata del Padre. El Corazón de la Madre que con mayor dulzura y ternura haya amado a su Hijo. El Corazón de la Esposa donde el Espiritu realizó la más grande de sus maravillas: concibió del Espíritu Santo.

María, Madre de toda la humanidad

11. Para los hombres, el Corazón de María es también un corazón humano, muy humano. Es el corazón de la Madre: Todos los hombres hemos sido engendrados en el Corazón Inmaculado de Maria: «Mujer, he ahí a tu hijo» (Jn 19,26. San Juan nos representaba a todos. Porque amó mucho mereció ser Madre de Dios y atrajo el Verbo a la tierra, sin dolor; con sufrimiento y con dolor, ha merecido ser Madre nuestra. El amor a su Hjo y a sus hijos es tan entrañable y tierno, que guarda en su corazón las acciones más insignificantes de sus hijos, de quienes su Hijo Jesús es Hermano Mayor.

12. Dios ha querido conceder sus gracias a los hombres por el Corazón Inmaculado de María. Es el cuello del Cuerpo Místico por donde descienden las gracias de la Cabeza. Sus hijos predilectos son los santos. Ella goza viéndoles interceder por sus hermanos menores, y goza viendo que las gracias que le piden llegan a nosotros a través de Ella. Por su Corazón pasa todo cuanto ennoblece y dignifica al mundo: las gracias de conversión, la paz de las conciencias, las santas aspiraciones, el heroismo de los santos, los rayos más luminosos que le señalan al mundo las rutas de salvación. Como la imaginación, abandonada a sí misma, es la loca de la casa, el corazón dejado a la deriva, sin educar, es la perdición de toda nuestra persona, María nos enseña a amar con ardor, pero con gran pureza. El amor a Dios, a nosotros mismos y a nuestros hermanos halla el modelo humano más perfecto en el Corazón Inmaculado de Maria.

13. Ahora bien, si María fuera sólo Madre de la Iglesia como comunidad, y no Madre de cada uno de los miembros, sólo se preocuparía del bien de la Iglesia. Pero cada cristiano carecería de seguridad. Sería como un general que ama mucho a su ejército, pero no vacila en sacrificar a todos los soldados para salvar a la nación; y de intimidad, porque en una multitud tan grande, ¿cómo puede cada uno acercarse a Ella? El soldado no tiene fácil acceso al general; ni el ciudadano al rey. María no sería nuestra Madre, sino nuestra Reina, o nuestro general, distante de nuestras pequeñas preocupaciones.

14. Si una madre de diez hijos los amara sólo en grupo, y no se preocupara de cada uno en particular; si preparara comida, camas, descanso, trabajo, recreo para el grupo, no sería madre de familia, sino administradora de un colegio, o de un cuartel, donde la revisión médica se hace para todos una vez al año; y la vacuna colectiva, también. La madre de familia, lleva al médico a cada hijo siempre que lo necesita o se queja: no tiene un día al año de revisión para todos, ni de vacuna para todos. Con la Virgen María no estamos en un cuartel, ni en un colegio; sino en una familia, y bien pequeña: «No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre se ha complacido en daros el Reino» (Lc. 12,32).

15. A María le sobra corazón para atendernos a todos como si fuéramos únicos: Dios le dio Corazón de Madre para que con él amara a todos y cada uno de los hombres. Y, no sólo los de hoy, sino todos los de ayer y de mañana. Nosotros somos como la última floración, como el benjamín, al que prodiga sus cuidados.

16. Toda madre tiene amor particular a cada hijo exactamente igual que el que tiene a todos en conjunto. Y más al más desvalido, al subnormal, al extraviado. Si el Corazón de María es nuestra Madre, ama a cada hombre con el mismo amor con que ama a toda la Iglesia. Ninguna madre cuando tiene el primer hijo restringe su amor, reservándolo para los que vengan. Da todo su amor al primero y al segundo, sin quitar nada al primero, y sin ahorrar nada para el tercero. Cuida de todos, y de cada uno como si no tuviera otro. Sólo saboreando el amor singular de su Corazón a cada uno, se puede gustar la delicia de sentirse amados por Ella, y se dialogará con ella y se intimará con Ella y se gozará en Ella. Para llegar a su intimidad, que es importantísimo para nuestra vida interior, es preciso tener firme fe en ese amor particular.

Un don que Cristo nos ha otorgado

17. Todos estos conceptos brotan del «Totus tuus» de Juan Pablo II, que en su Encíclica «Redemptoris Mater», ha escrito: «Se descubre aquí el valor real de las palabras dichas por Jesús a su madre cuando estaba en la Cruz: «Mujer, ahí tienes a tu hijo», y al discípulo: «Ahí tienes a tu madre» (Jn 19,26). Estas palabras determinan el lugar de María en la vida de los discípulos de Cristo y expresan su nue va maternidad como Madre del Redentor: la maternidad espiritual, nacida de lo profundo del misterio pascual del Redentor del mundo…. Es esencial a la maternidad la referencia a la persona. La maternidad determina siempre una relación única e irrepetible entre dos personas: la de la madre con el hijo y la del hijo con la madre. Aun cuando una misma mujer sea madre de muchos hijos, su relación personal con cada uno de ellos caracteriza la maternidad en su misma esencia. En efecto, cada hijo es engendrado de un modo único e irrepetible, y esto vale tanto para la madre como para el hijo. Cada hijo es rodeado del mismo modo por aquel amor materno, sobre el que se basa su formación y maduración en la humanidad. Se puede afirmar que la maternidad «en el orden de la gracia» mantiene la analogía con cuanto «en el orden de la naturaleza» caracteriza la unión de la madre con el hijo. En esta luz se hace más comprensible el hecho de que, en el testamento de Cristo en el Calvario, la nueva maternidad de su madre haya sido expresada en singular, refiriéndose a un hombre: «Ahí tienes a tu hijo». Se puede decir, además, que en estas mismas palabras está indicando plenamente el motivo de la dimensión mariana de la vida de los discípulos de Cristo; no sólo de Juan, que en aquel instante se encontraba a los pies de la Cruz en compañía de la Madre de su Maestro, sino de todo discípulo de Cristo, de todo cristiano. El Redentor confía su madre al discípulo y, al mismo tiempo, se la da como madre.

La maternidad de Maria, que se convierte en herencia del hombre, es un don: un don que Cristo mismo hace personalmente a cada hombre. El Redentor confía María a Juan en la medida que confía Juan a María»…Entregándose filialmente a Maria, el cristiano, como el apóstol Juan, «acoge entre sus cosas propias» a la Madre de Cristo y la introduce en todo el espacio de su vida interior, es decir, en su «yo» humano y cristiano: «la acogió en su casa. Así el cristiano trata de entrar en el radio de acción de aquella «caridad materna», con la que la Madre del Redentor «cuida de los hermanos de su Hijo», «a cuya generación y educación coopera» según la medida del don, propia de cada uno por la virtud del Espíritu de Cristo. Así se manifiesta también aquella maternidad según el espíritu, que ha llegado a ser la función de Maria a los pies de la Cruz y en el Cenáculo. Esta relación filial, esta entrega de un hijo a la Madre, no sólo tiene su comienzo en Cristo, sino que se puede decir que definitivamente se orienta hacia El. Se puede afirmar que Maria sigue repitiendo a todos las mismas palabras que dijo en Caná de Galilea: «Haced lo que él os diga.

En efecto es El, Cristo, e1 Camino, la Verdad y la Vida» (Jn 4,6); es El a quien el Padre ha dado al mundo, para que el hombre «no perezca, sino que tenga vida eterna» (Jn 3,16)… Para todo cristiano y todo hombre, María es la primera que «ha creído», y precisamente con esta fe suya de esposa y de madre quiere actuar sobre todos los que se entregan a ella como hijos. Y es sabido que cuanto más perseveran los hijos en esta actitud y avanzan en la misma, tanto más María les acerca a la «inescrutable riqueza de Cristo (Ef 3,8). Con acierto, la capital de Ecuador, que está viviendo esta semana el momento más importante de este Jubileo del año 2000 con la celebración del Congreso Eucarístico Mariano, ha escogido el lema «Jesucristo, pan de vida para el mundo, por María». Porque sus hijos reconocen cada vez mejor la dignidad del hombre en toda su plenitud, y el sentido definitivo de su vocación, porque «Cristo manifiesta plenamente el hombre al propio hombre» (L.G.).

18. Durante el Concilio, Pablo VI proclamó solemnemente que «Maria es Madre de la Iglesia, es decir, Madre de todo el pueblo de Dios, tanto de los fieles como de los pastores» Más tarde, el año 1968, en el Credo del Pueblo de Dios, ratificó esta afirmación de forma más comprometida: «Creemos que la Santísima Madre de Dios, nueva Eva, Madre de la Iglesia, continúa en el cielo su misión maternal para con los miembros de Cristo, cooperando al nacimiento y al desarrollo de la vida divina en las almas de los redimidos. El Concilio ha subrayado que la verdad sobre la Santísima Virgen, Madre de Cristo constituye un medio eficaz para la profundización de la verdad sobre la Iglesia… Por consiguiente, María acoge, con su nueva maternidad en el Espíritu, a todos y a cada uno en la Iglesia, acoge también a todos y a cada uno por medio de la Iglesia. En este sentido, Maria, Madre de la Iglesia, es también su modelo. En efecto, la Iglesia -como desea y pide Pablo VI- «encuentra en María, la más auténtica forma de la perfecta imitación de Cristo».

19. El egoísmo afecta a todo amor creado, incluido el de las madres, con ser el más puro. Sólo el amor de la Virgen María no tuvo jamás mezcla de egoísmo. El amor de su Corazón es virginal, sin mezcla de egoísmo, amor puro. Amándonos con amor virginal, sabemos que no se busca a sí misma: sólo busca nuestro bien. Incluso nuestra correspodencia de amor a Ella, no la quiere por bien suyo, aunque en ella se goce como madre, sino por bien nuestro, para poder lograr nuestra transformación en Dios.

20. El amor particular que nos tiene engendra nuestra intimidad con Ella, y el amor virginal abandono total en su Corazón, pues no nos ama como madre humana, sino como Madre de Dios, con la perfección que le confiere su Maternidad divina. Con el mismo amor con que ama a su Jesús. Al amar a Dios lo ha hecho «Emmanuel», «Dios con nosotros» y al amarnos a nosotros, nos identifica con El.

Una madre que cuida y protege a sus hijos

21. El amor de los padres resulta con frecuencia ineficaz para proteger y defender a sus hijos, aunque su entrega, no pueden impedir que enfermen, sufran accidentes, mueran. Hacen por ellos lo que pueden, pero pueden muy poco. Pero como María nos ama con su Corazón de Madre de Dios, su eficacia es absoluta, porque tiene en sus manos la omnipotencia divina, no por ser madre nuestra, sino por ser Madre de Dios.

22. En una familia de cinco hijos, de los cuales uno es infinitamente rico y poderoso, y los otros cuatro pobres, la madre no consentirá que el rico no socorra a sus hermanos pobres. María no podrá consentir que su Hijo Jesús, le impida usar de su infinita riqueza y poder para socorrernos a nosotros. Esto no va a ocurrir nunca, pues ha sido Jesús quien la ha hecho nuestra madre, y administradora de su Corazón de Jesús y jamás pondrá límites al uso que su Corazón haga de sus tesoros infinitos.

23. Si el Padre hubiera concedido al Corazón de María algo a condición de que no fuera también nuestro, lo hubiera impedido: Si me haces su madre no me des nada que yo no pueda compartir con ellos. Al darnos el Corazón de su Madre y nuestra Madre, ha hecho nuestros todos los dones y riquezas que puso en su Corazón: su predestinación si la queremos, el cariño con que la envuelve, y los regalos con que Dios la recrea. No se puede amar a la Madre, si no se ama a sus hijos, ni se puede favorecer a la madre, si se abandona a sus hijos.

24. Si a un niño pequeño le diéramos una joya preciosa, la perdería. Por eso se la damos a su madre, para que la conserve. Por eso Dios no ha querido darnos sus dones directamente, porque ya tiene experiencia de lo que pasó con Adán, y se los ha confiado a María, que nunca los perderá. Estando en sus manos son nuestros. Ella nos los conserva. Su Corazón es nuestra seguridad, nuestro tesoro inviolable. Todo lo suyo es nuestro, Ella lo quiere para nosotros. Toda la inocencia de María, su pureza, su santidad, su humildad, su amor a Dios y a los hombres, son nuestros, porque Ella es nuestra. (San Juan de la Cruz. Dichos de luz y amor, 26). Y como son nuestros los podemos ofrecer a Dios, especialmente cuando no encontramos nada que ofrecerle. Entonces es cuando le ofrecemos más y la conquistamos más, porque somos más pobres.

Refugio de los pecadores

25. Su Corazón hace suyos nuestros pecados y dolores, como los hizo suyos Jesús en su pasión y en la Eucaristía. Nuestros pecados, dolores y aflicciones. Los pecados: «Este es el Cordero de Dios, que toma sobre sí, ahora los pecados del mundo»; los dolores y sufrimientos: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?» (Act. 9,4): al perseguir Saulo a los cristianos, Cristo mismo se sintió perseguido. Como en la Eucaristía Jesús sufre viendo nuestras dolencias reactivando su pasión; y goza inefablemente, viéndonos a su lado, el Corazón de María, que en la Cruz estaba unida a su Jesús como Corredentora, se identificó con ellos, sufriendo todos nuestros dolores y pecados, y recibiendo hoy el consuelo de nuestra gratitud e intimidad. Siempre y en cada momento compadece con nosotros. Cuando pecamos, vuelve a sentirse como avergonzada y pecadora. Por eso Jesús nos perdona tan fácilmente, para quitarle a su Madre la humillación de nuestros pecados, que la oprime porque somos sus hijos. Igual que el Padre nos perdona para quitar a su Hijo el oprobio que en la Eucaristía siente de nuestros pecados porque los hace suyos, y al quitárnoslos se los quita a El. Sin la Eucaristía sería muy difícil nuestro perdón, a pesar de la pasión de Cristo, que quedaría demasiado lejos, y es ahora cuando necesitamos que El haga suyo lo nuestro.

26. Porque el Corazón de María hace suyos ahora nuestros pecados, y siente con nosotros todas nuestras aflicciones, dolores y penas, no debemos desconfiar ni desesperar. Ella es refugio de pecadores. Y cuando después del pecado nos echamos en sus brazos, Ella nos anima diciendo: Me siento Yo manchada; mas como mi Hijo quiere verme totalmente limpia, os limpiará a vosotros para que todos estemos limpios.

Consuelo de los afligidos

27. El Corazón de María es nuestro consuelo. No nos acompaña en el sufrimiento por pura fórmula. Llora con nosotros, sufre con nosotros nuestro mismo dolor, está con nosotros, tratando de que superemos la depresión de vernos solos y abandonados en el sufrimiento y en el dolor, especialmente en esta época de angustia, vacío y ansiedad. Siempre nos queda su Corazón, sus brazos acogedores que llevan nuestra misma carga, haciéndola ligera. Y Jesús, amando a su Madre, para hacer ligera la carga de Ella, la lleva con Ella y con nosotros, y nos dice: «Venid a Mí todos los que estáis cargados y agobiados, y yo os aliviaré, porque mi yugo es suave, y mi carga ligera» (Mt. 11,28). Si aprendemos a ir a Jesús por María, hallaremos fortaleza y hasta verdadera delicia en el sufrimiento y en el dolor. La compañía que nos hacen los que nos aman es externa y desde fuera: son incapaces de llegar al nivel de nuestro dolor. El Corazón de María siente en nosotros y con nosotros todas nuestras angustias y dolores, porque conoce ahora, y siente en su carne, lo que estamos pasando. Y si su Corazón prefiere sufrir con nosotros ese dolor antes que quitárnoslo, es porque ve que es necesario que lo pasemos. Cuántos bienes deben seguirse de estos sufrimientos, humillaciones, anonadamiento y aislamiento, olvidos, desprecios, dolores físicos y morales, y hasta los mismos pecados que nos humillan y confunden, cuando el Corazón de María, pudiéndolo evitar, prefiere hacerlo suyo, y sufrirlo en nosotros y con nosotros. Si lo tenemos presente veremos la luminosidad de la cruz, y entenderemos lo que nos dice San Pablo: «Dios, a los que decidió salvar, determinó hacerlos conformes a la imagen de su Hijo» (Rom. 8,29), y «seremos conglorificados con El, si padecemos con El»(Rom. 8,17). Entonces comprendemos los deseos ardientes que los santos tuvieron de sufrir, y no nos extrañará oír a Santa Teresa: «O padecer o morir».

28. La ilusión mayor de una madre es que su pequeño llegue a adulto y se haga fuerte como su padre: «Sed perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto» (Mt. 5,48). Ese es el deseo del Corazón de María: que lleguemos a la perfección del Padre Celestial, copiando a su Jesús, que agota la perfección del Padre, pues es esplendor de su gloria e imagen desu substancia. Esa es la clave para entender el empeño del Corazón de María en dejarnos sufrir.

Buscar la intercesión de María

29. Bueno es y muy provechoso que reflexionemos y meditemos las verdades eternas y desentrañemos con nuestro esfuerzo el valor y la riqueza de las virtudes y la maldad de los pecados y su fealdad, y la belleza del amor, pero, como obra nuestra, tengo para mí, que esta reflexión y actividad se queda a mitad camino, como diría San Juan de la Cruz, «con ella se hace poca hacienda». Reflexionando vemos, pero ya decía el clásico: «Video meliora, proboque, deteriora sequor». «Veo lo mejor y lo apruebo, pero sigo lo peor». Y San Pablo: «No hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero» (Rm 7,19). Lo vemos, pero nos faltan fuerzas para hacer la verdad y lo mejor. Son las fuerzas que Dios nos ofrece por manos del Corazón de María, por eso lo más lógico eficaz de razón y de fe, es llevar a la Eucaristía los problemas y en presencia y compañía del Corazón de María, derramar nuestro corazón, problemas y tentaciones para que como por ósmosis y en otra dimensión de nuestro ser, transformen nuestra vida, sin saber cómo y sin poderlo explicar.

«Entréme donde no supe,
y quedéme no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.

Yo no supe dónde entraba,
Pero cuando allí me ví,
Grandes cosas entendí;
No diré lo que sentí,
Pero me quedé no sabiendo,
Toda ciencia trascendiendo» (San Juan de la Cruz).

30. «¡Oh Dios, tú que has preparado en el Corazón de María, una digna morada al Espíritu Santo, haz que por la intercesión de su Corazón y su compañía e intimidad, lleguemos a ser templos de su gloria». Amen.

 

 

Cómo poner límites cuando los familiares te piden demasiado

 

Sheila Morataya

¿Debo decir siempre que sí a lo que mi familia o amigos me piden? ¿Dinero, alojamiento…? A veces, sobre todo entre personas migrantes, se presenta el conflicto interior. La coach Sheila Morataya ayuda a juzgar cada situación con criterio y actuar con libertad

Límites: ¡son fundamentales! Para muchas personas existe la duda de qué hacer cuando los familiares y amigos piden más allá de lo que podemos darles. Esto ocurre especialmente entre los migrantes y la familia que quedó en el país de origen.

Suele pasar que quien ha emigrado comienza a recibir peticiones de dinero o de alojamiento por parte de otros miembros de la familia, hasta el punto de que la petición se convierte en exigencia que desborda. Ahí surge a veces la duda, el temor, el sentimiento de culpa… y es difícil decidir hasta dónde ayudar y cuándo decir «no».

Una mujer de origen mexicano que emigró a Estados Unidos escribió hace poco tiempo:

«Estoy muy estresada porque mi tía está quedándose en mi casa. Se va a ir a México en unas semanas, pero me preguntó que si cuando regrese se puede quedar aquí mientras encuentra trabajo. Sintiéndome acorralada, le dije ‘sí’. Ahora no tengo tranquilidad porque pienso que se va a quedar indefinidamente.

Por este estrés, siento que me vienen pensamientos negativos hacia mi esposo. A veces es él quien paga las consecuencias de mi mal humor, aunque estoy batallando. Él con mucha paciencia nomás me abraza y eso me ayuda bastante pero no quiero tener negatividad hacia él, y menos cuando él no tiene la culpa.

Mi pregunta es, ¿cómo puede uno decirle a alguien que ahora no es momento bueno para que se quede en mi casa porque hay problemas aquí?

Me siento un poco mal porque mi tía es muy acomedida y me quiere ayudar con los quehaceres de la casa y con mis hijos, pero me estresa no tener privacidad y no tener libertad en mi propio hogar. Mi esposo tampoco está a gusto. Pero no quiero hacer sentir mal a mi tía ni que se estropee nuestra relación.

¿Qué consejo dar a esta persona?

Este en un problema que se da no sólo en la familia de la mujer que me escribió sino en muchas familias mexicanas y de otros países, que viven mayormente en los Estados Unidos. Me gustaría explicar cómo decir «sí» y cómo decir «no» en situaciones como esa o menos importantes.

Poner límites y autoestima

Ese «sentirte acorralada» tiene que ver con la poca capacidad que muchas personas tienen para poner límites. Este «no poder» está relacionado con la propia autoestima por lo que esta es una situación excelente para trabajar sobre la misma.

Siguiendo con el ejemplo de la mujer mexicana y su tía, podríamos preguntarnos: «¿acaso es suyo el problema que su tía no tenga donde quedarse? Y más allá, cabe plantearse: ¿Por qué la persona ha acudido a ti? Además, antes de tomar cualquier decisión, ¿has hablado con tu esposo para decidir entre los dos cuál va a ser la respuesta a quien pide alojamiento o dinero?

¿Qué quiere decir límites?

Los límites son lo mismo que las reglas. Cuando sales de tu país, hay un límite que se debe  respetar: la frontera. Así que los límites de una persona son esas vallas que ponemos para que los problemas de los otros se queden en su respectivo terreno, donde corresponde que estén y fuera de tus fronteras.

¿Conoces la parábola del buen samaritano?

Para los doctores Henry Cloud y John Townsend, autores del libro Límites, un límite es cualquier cosa que nos permite diferenciarnos de otra persona o nos muestra dónde comienza y dónde termina nuestro ser.

La parábola del buen samaritano es un modelo del comportamiento correcto en muchos aspectos. Imagina cómo hubiera sido la historia si el samaritano no hubiera sido capaz de poner límites. Te invito a leer la parábola en el evangelio de san Lucas, capítulo 10, versículos 25-37.

Ya que hemos leído la parábola, observamos los siguientes puntos que señalan Cloud y Townsend sobre el decir sí o no a una persona:

  1. Por compasión alguna vez ayudamos a una persona necesitada pero luego esa persona nos manipuló hasta obtener más de lo que estábamos dispuestos a dar.
  2. Hicimos el favor por quedar bien y luego nos quedamos irritados con nosotros mismos por no haber tenido la capacidad de decir ‘no’.

Sigue estos 3 consejos

  1. Limita tu exposición a quienes no se comportan correctamente. No puedes cambiar a los demás ni hacer que el otro se comporte bien, pero sí puedes limitar tu nivel de confianza con esa persona.
  2. Acostúmbrate a tener tus propios límites internos. Nuestro interior necesita un espacio reservado para estar con nuestros sentimientos, impulsos o deseos y no para demostrarlos en público. Si aprendes a decirte no a ti mismo en cosas que apetecen, podrás ser capaz de decir ‘no’ a los demás.
  3. Aunque en su momento dijiste ‘sí’ a tu tía (a un familiar), puedes sincerarte con ella y decirle que debido a una situación personal por la que estás atravesando no te es posible ayudarla. No tengas miedo a su reacción. Sé firme. Comunica con amor la decisión de ambos como matrimonio y no des más explicaciones.

 

Sheila Morataya

 

 

Ideología de género en el Magisterio de la Iglesia | Carta del Papa Juan Pablo II a las mujeres

Carta del Papa Juan Pablo II a las mujeres

Carta dirigida a las mujeres del mundo entero, en la proximidad de la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer de Pekín.

Esto le ha impedido ser profundamente ella misma y ha empobrecido la humanidad entera de auténticas riquezas espirituales. No sería ciertamente fácil señalar responsabilidades precisas, considerando la fuerza de las sedimentaciones culturales que, a lo largo de los siglos, han plasmado mentalidades e instituciones. Pero si en esto no han faltado, especialmente en determinados contextos históricos, responsabilidades objetivas incluso en no pocos hijos de la Iglesia, lo siento sinceramente. Que este sentimiento se convierta para toda la Iglesia en un compromiso de renovada fidelidad a la inspiración evangélica, que precisamente sobre el tema de la liberación de la mujer de toda forma de abuso y de dominio tiene un mensaje de perenne actualidad, el cual brota de la actitud misma de Cristo. El, superando las normas vigentes en la cultura de su tiempo, tuvo en relación con las mujeres una actitud de apertura, de respeto, de acogida y de ternura. De este modo honraba en la mujer la dignidad que tiene desde siempre, en el proyecto y en el amor de Dios. Mirando hacia El, al final de este segundo milenio, resulta espontáneo preguntarse: ?qué parte de su mensaje ha sido comprendido y llevado a término?

Ciertamente, es la hora de mirar con la valentía de la memoria, y reconociendo sinceramente las responsabilidades, la larga historia de la humanidad, a la que las mujeres han contribuido no menos que los hombres, y la mayor parte de las veces en condiciones bastante más adversas. Pienso, en particular, en las mujeres que han amado la cultura y el arte, y se han dedicado a ello partiendo con desventaja, excluidas a menudo de una educación igual, expuestas a la infravaloración, al desconocimiento e incluso al despojo de su aportación intelectual. Por desgracia, de la múltiple actividad de las mujeres en la historia ha quedado muy poco que se pueda recuperar con los instrumentos de la historiografía científica. Por suerte, aunque el tiempo haya enterrado sus huellas documentales, sin embargo se percibe su influjo benéfico en la linfa vital que conforma el ser de las generaciones que se han sucedido hasta nosotros. Respecto a esta grande e inmensa « tradición » femenina, la humanidad tiene una deuda incalculable. ¡Cuántas mujeres han sido y son todavía más tenidas en cuenta por su aspecto físico que por su competencia, profesionalidad, capacidad intelectual, riqueza de su sensibilidad y en definitiva por la dignidad misma de su ser!

4. Y qué decir también de los obstáculos que, en tantas partes del mundo, impiden aún a las mujeres su plena inserción en la vida social, política y económica?

Baste pensar en cómo a menudo es penalizado, más que gratificado, el don de la maternidad, al que la humanidad debe también su misma supervivencia. Ciertamente, aún queda mucho por hacer para que el ser mujer y madre no comporte una discriminación. Es urgente alcanzar en todas partes la efectiva igualdad de los derechos de la persona y por tanto igualdad de salario respecto a igualdad de trabajo, tutela de la trabajadora-madre, justas promociones en la carrera, igualdad de los esposos en el derecho de familia, reconocimiento de todo lo que va unido a los derechos y deberes del ciudadano en un régimen democrático.

Se trata de un acto de justicia, pero también de una necesidad. Los graves problemas sobre la mesa, en la política del futuro, verán a la mujer comprometida cada vez más: tiempo libre, calidad de la vida, migraciones, servicios sociales, eutanasia, droga, sanidad y asistencia, ecología, etc. Para todos estos campos será preciosa una mayor presencia social de la mujer, porque contribuirá a manifestar las contradicciones de una sociedad organizada sobre puros criterios de eficiencia y productividad, y obligará a replantear los sistemas en favor de los procesos de humanización que configuran la « civilización del amor ».

5. Mirando también uno de los aspectos más delicados de la situación femenina en el mundo, cómo no recordar la larga y humillante historia —a menudo « subterránea »— de abusos cometidos contra las mujeres en el campo de la sexualidad?

A las puertas del tercer milenio no podemos permanecer impasibles y resignados ante este fenómeno. Es hora de condenar con determinación, empleando los medios legislativos apropiados de defensa, las formas de violencia sexual que con frecuencia tienen por objeto a las mujeres. En nombre del respeto de la persona no podemos además no denunciar la difundida cultura hedonística y comercial que promueve la explotación sistemática de la sexualidad, induciendo a chicas incluso de muy joven edad a caer en los ambientes de la corrupción y hacer un uso mercenario de su cuerpo.

Ante estas perversiones, cuánto reconocimiento merecen en cambio las mujeres que, con amor heroico por su criatura, llevan a término un embarazo derivado de la injusticia de relaciones sexuales impuestas con la fuerza; y esto no sólo en el conjunto de las atrocidades que por desgracia tienen lugar en contextos de guerra todavía tan frecuentes en el mundo, sino también en situaciones de bienestar y de paz, viciadas a menudo por una cultura de permisivismo hedonístico, en que prosperan también más fácilmente tendencias de machismo agresivo. En semejantes condiciones, la opción del aborto, que es siempre un pecado grave, antes de ser una responsabilidad de las mujeres, es un crimen imputable al hombre y a la complicidad del ambiente que lo rodea.

6. Mi « gratitud » a las mujeres se convierte pues en una llamada apremiante, a fin de que por parte de todos, y en particular por parte de los Estados y de las instituciones internacionales, se haga lo necesario para devolver a las mujeres el pleno respeto de su dignidad y de su papel.

A este propósito expreso mi admiración hacia las mujeres de buena voluntad que se han dedicado a defender la dignidad de su condición femenina mediante la conquista de fundamentales derechos sociales, económicos y políticos, y han tomado esta valiente iniciativa en tiempos en que este compromiso suyo era considerado un acto de transgresión, un signo de falta de femineidad, una manifestación de exhibicionismo, y tal vez un pecado.

Como expuse en el Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de este año, mirando este gran proceso de liberación de la mujer, se puede decir que « ha sido un camino difícil y complicado y, alguna vez, no exento de errores, aunque sustancialmente positivo, incluso estando todavía incompleto por tantos obstáculos que, en varias partes del mundo, se interponen a que la mujer sea reconocida, respetada y valorada en su peculiar dignidad » (n. 4).

¡Es necesario continuar en este camino! Sin embargo estoy convencido de que el secreto para recorrer libremente el camino del pleno respeto de la identidad femenina no está solamente en la denuncia, aunque necesaria, de las discriminaciones y de las injusticias, sino también y sobre todo en un eficaz e ilustrado proyecto de promoción, que contemple todos los ámbitos de la vida femenina, a partir de una renovada y universal toma de conciencia de la dignidad de la mujer. A su reconocimiento, no obstante los múltiples condicionamientos históricos, nos lleva la razón misma, que siente la Ley de Dios inscrita en el corazón de cada hombre. Pero es sobre todo la Palabra de Dios la que nos permite descubrir con claridad el radical fundamento antropológico de la dignidad de la mujer, indicándonoslo en el designio de Dios sobre la humanidad.

7. Permitidme pues, queridas hermanas, que medite de nuevo con vosotras sobre la maravillosa página bíblica que presenta la creación del ser humano, y que dice tanto sobre vuestra dignidad y misión en el mundo.

El Libro del Génesis habla de la creación de modo sintético y con lenguaje poético y simbólico, pero profundamente verdadero: « Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó: varón y mujer los creó » (Gn 1, 27). La acción creadora de Dios se desarrolla según un proyecto preciso. Ante todo, se dice que el ser humano es creado « a imagen y semejanza de Dios » (cf. Gn 1, 26), expresión que aclara en seguida el carácter peculiar del ser humano en el conjunto de la obra de la creación.

Se dice además que el ser humano, desde el principio, es creado como « varón y mujer » (Gn 1, 27). La Escritura misma da la interpretación de este dato: el hombre, aun encontrándose rodeado de las innumerables criaturas del mundo visible, ve que está solo (cf. Gn 2, 20). Dios interviene para hacerlo salir de tal situación de soledad: « No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada » (Gn 2, 18). En la creación de la mujer está inscrito, pues, desde el inicio el principio de la ayuda: ayuda —mírese bien— no unilateral, sino recíproca. La mujer es el complemento del hombre, como el hombre es el complemento de la mujer: mujer y hombre son entre sí complementarios. La femineidad realiza lo « humano » tanto como la masculinidad, pero con una modulación diversa y complementaria.

Cuando el Génesis habla de « ayuda », no se refiere solamente al ámbito del obrar, sino también al del ser. Femineidad y masculinidad son entre sí complementarias no sólo desde el punto de vista físico y psíquico, sino ontológico. Sólo gracias a la dualidad de lo « masculino » y de lo « femenino » lo « humano » se realiza plenamente.

8. Después de crear al ser humano varón y mujer, Dios dice a ambos: « Llenad la tierra y sometedla » (Gn 1, 28). No les da sólo el poder de procrear para perpetuar en el tiempo el género humano, sino que les entrega también la tierra como tarea, comprometiéndolos a administrar sus recursos con responsabilidad.

El ser humano, ser racional y libre, está llamado a transformar la faz de la tierra. En este encargo, que esencialmente es obra de cultura, tanto el hombre como la mujer tienen desde el principio igual responsabilidad. En su reciprocidad esponsal y fecunda, en su común tarea de dominar y someter la tierra, la mujer y el hombre no reflejan una igualdad estática y uniforme, y ni siquiera una diferencia abismal e inexorablemente conflictiva: su relación más natural, de acuerdo con el designio de Dios, es la « unidad de los dos », o sea una « unidualidad » relacional, que permite a cada uno sentir la relación interpersonal y recíproca como un don enriquecedor y responsabilizante.

A esta « unidad de los dos » confía Dios no sólo la obra de la procreación y la vida de la familia, sino la construcción misma de la historia. Si durante el Año internacional de la Familia, celebrado en 1994, se puso la atención sobre la mujer como madre, la Conferencia de Pekín es la ocasión propicia para una nueva toma de conciencia de la múltiple aportación que la mujer ofrece a la vida de todas las sociedades y naciones. Es una aportación, ante todo, de naturaleza espiritual y cultural, pero también socio-política y económica. ¡Es mucho verdaderamente lo que deben a la aportación de la mujer los diversos sectores de la sociedad, los Estados, las culturas nacionales y, en definitiva, el progreso de todo el genero humano!

9. Normalmente el progreso se valora según categorías científicas y técnicas, y también desde este punto de vista no falta la aportación de la mujer. Sin embargo, no es ésta la única dimensión del progreso, es más, ni siquiera es la principal. Más importante es la dimensión ética y social, que afecta a las relaciones humanas y a los valores del espíritu: en esta dimensión, desarrollada a menudo sin clamor, a partir de las relaciones cotidianas entre las personas, especialmente dentro de la familia, la sociedad es en gran parte deudora precisamente al « genio de la mujer ».

A este respecto, quiero manifestar una particular gratitud a las mujeres comprometidas en los más diversos sectores de la actividad educativa, fuera de la familia: asilos, escuelas, universidades, instituciones asistenciales, parroquias, asociaciones y movimientos. Donde se da la exigencia de un trabajo formativo se puede constatar la inmensa disponibilidad de las mujeres a dedicarse a las relaciones humanas, especialmente en favor de los más débiles e indefensos. En este cometido manifiestan una forma de maternidad afectiva, cultural y espiritual, de un valor verdaderamente inestimable, por la influencia que tiene en el desarrollo de la persona y en el futuro de la sociedad. ¿Cómo no recordar aquí el testimonio de tantas mujeres católicas y de tantas Congregaciones religiosas femeninas que, en los diversos continentes, han hecho de la educación, especialmente de los niños y de las niñas, su principal servicio? Cómo no mirar con gratitud a todas las mujeres que han trabajado y siguen trabajando en el campo de la salud, no sólo en el ámbito de las instituciones sanitarias mejor organizadas, sino a menudo en circunstancias muy precarias, en los Países más pobres del mundo, dando un testimonio de disponibilidad que a veces roza el martirio?

10. Deseo pues, queridas hermanas, que se reflexione con mucha atención sobre el tema del « genio de la mujer », no sólo para reconocer los caracteres que en el mismo hay de un preciso proyecto de Dios que ha de ser acogido y respetado, sino también para darle un mayor espacio en el conjunto de la vida social así como en la eclesial. Precisamente sobre este tema, ya tratado con ocasión del Año Mariano, tuve oportunidad de ocuparme ampliamente en la citada Carta apostólica Mulieris dignitatem, publicada en 1988. Este año, además, con ocasión del Jueves Santo, a la tradicional Carta que envío a los sacerdotes he querido agregar idealmente la Mulieris dignitatem, invitándoles a reflexionar sobre el significativo papel que la mujer tiene en sus vidas como madre, como hermana y como colaboradora en las obras apostólicas. Es ésta otra dimensión, —diversa de la conyugal, pero asimismo importante— de aquella « ayuda » que la mujer, según el Génesis, está llamada a ofrecer al hombre.

La Iglesia ve en María la máxima expresión del « genio femenino » y encuentra en Ella una fuente de continua inspiración. María se ha autodefinido « esclava del Señor » (Lc 1, 38). Por su obediencia a la Palabra de Dios Ella ha acogido su vocación privilegiada, nada fácil, de esposa y de madre en la familia de Nazaret. Poniéndose al servicio de Dios, ha estado también al servicio de los hombres: un servicio de amor. Precisamente este servicio le ha permitido realizar en su vida la experiencia de un misterioso, pero auténtico « reinar ». No es por casualidad que se la invoca como « Reina del cielo y de la tierra ». Con este título la invoca toda la comunidad de los creyentes, la invocan como « Reina » muchos pueblos y naciones. ¡Su « reinar » es servir! ¡Su servir es « reinar »!

De este modo debería entenderse la autoridad, tanto en la familia como en la sociedad y en la Iglesia. El « reinar » es la revelación de la vocación fundamental del ser humano, creado a « imagen » de Aquel que es el Señor del cielo y de la tierra, llamado a ser en Cristo su hijo adoptivo. El hombre es la única criatura sobre la tierra que « Dios ha amado por sí misma », como enseña el Concilio Vaticano II, el cual añade significativamente que el hombre « no puede encontrarse plenamente a sí mismo sino en la entrega sincera de sí mismo » (Gaudium et spes, 24).

En esto consiste el « reinar » materno de María. Siendo, con todo su ser, un don para el Hijo, es un don también para los hijos e hijas de todo el género humano, suscitando profunda confianza en quien se dirige a Ella para ser guiado por los difíciles caminos de la vida al propio y definitivo destino trascendente. A esta meta final llega cada uno a través de las etapas de la propia vocación, una meta que orienta el compromiso en el tiempo tanto del hombre como de la mujer.

11. En este horizonte de « servicio » —que, si se realiza con libertad, reciprocidad y amor, expresa la verdadera « realeza » del ser humano— es posible acoger también, sin desventajas para la mujer, una cierta diversidad de papeles, en la medida en que tal diversidad no es fruto de imposición arbitraria, sino que mana del carácter peculiar del ser masculino y femenino.

Es un tema que tiene su aplicación específica incluso dentro de la Iglesia. Si Cristo —con una elección libre y soberana, atestiguada por el Evangelio y la constante tradición eclesial— ha confiado solamente a los varones la tarea de ser «icono » de su rostro de « pastor » y de « esposo » de la Iglesia a través del ejercicio del sacerdocio ministerial, esto no quita nada al papel de la mujer, así como al de los demás miembros de la Iglesia que no han recibido el orden sagrado, siendo por lo demás todos igualmente dotados de la dignidad propia del « sacerdocio común », fundamentado en el Bautismo. En efecto, estas distinciones de papel no deben interpretarse a la luz de los cánones de funcionamiento propios de las sociedades humanas, sino con los criterios específicos de la economía sacramental, o sea, la economía de « signos » elegidos libremente por Dios para hacerse presente en medio de los hombres.

Por otra parte, precisamente en la línea de esta economía de signos, incluso fuera del ámbito sacramental, hay que tener en cuenta la « femineidad » vivida según el modelo sublime de María. En efecto, en la « femineidad » de la mujer creyente, y particularmente en el de la « consagrada », se da una especie de « profecía » inmanente (cf. Mulieris dignitatem, 29), un simbolismo muy evocador, podría decirse un fecundo « carácter de icono », que se realiza plenamente en María y expresa muy bien el ser mismo de la Iglesia como comunidad consagrada totalmente con corazón « virgen », para ser « esposa » de Cristo y « madre » de los creyentes. En esta perspectiva de complementariedad « icónica » de los papeles masculino y femenino se ponen mejor de relieve las dos dimensiones imprescindibles de la Iglesia: el principio « mariano » y el « apostólico-petrino » (cf. ibid., 27).

Por otra parte —lo recordaba a los sacerdotes en la citada Carta del Jueves Santo de este año— el sacerdocio ministerial, en el plan de Cristo « no es expresión de dominio, sino de servicio » (n. 7). Es deber urgente de la Iglesia, en su renovación diaria a la luz de la Palabra de Dios, evidenciar esto cada vez más, tanto en el desarrollo del espíritu de comunión y en la atenta promoción de todos los medios típicamente eclesiales de participación, como a través del respeto y valoración de los innumerables carismas personales y comunitarios que el Espíritu de Dios suscita para la edificación de la comunidad cristiana y el servicio a los hombres.

En este amplio ámbito de servicio, la historia de la Iglesia en estos dos milenios, a pesar de tantos condicionamientos, ha conocido verdaderamente el « genio de la mujer », habiendo visto surgir en su seno mujeres de gran talla que han dejado amplia y beneficiosa huella de sí mismas en el tiempo. Pienso en la larga serie de mártires, de santas, de místicas insignes. Pienso de modo especial en santa Catalina de Siena y en santa Teresa de Jesús, a las que el Papa Pablo VI concedió el título de Doctoras de la Iglesia. Y ¿cómo no recordar además a tantas mujeres que, movidas por la fe, han emprendido iniciativas de extraordinaria importancia social especialmente al servicio de los más pobres? En el futuro de la Iglesia en el tercer milenio no dejarán de darse ciertamente nuevas y admirables manifestaciones del « genio femenino ».

12. Vosotras veis, pues, queridas hermanas, cuántos motivos tiene la Iglesia para desear que, en la próxima Conferencia, promovida por las Naciones Unidas en Pekín, se clarifique la plena verdad sobre la mujer.

Que se dé verdaderamente su debido relieve al « genio de la mujer », teniendo en cuenta no sólo a las mujeres importantes y famosas del pasado o las contemporáneas, sino también a las sencillas, que expresan su talento femenino en el servicio de los demás en lo ordinario de cada día. En efecto, es dándose a los otros en la vida diaria como la mujer descubre la vocación profunda de su vida; ella que quizá más aún que el hombre ve al hombre, porque lo ve con el corazón. Lo ve independientemente de los diversos sistemas ideológicos y políticos. Lo ve en su grandeza y en sus límites, y trata de acercarse a él y serle de ayuda. De este modo, se realiza en la historia de la humanidad el plan fundamental del Creador e incesantemente viene a la luz, en la variedad de vocaciones, la belleza —no solamente física, sino sobre todo espiritual— con que Dios ha dotado desde el principio a la criatura humana y especialmente a la mujer.

Mientras confío al Señor en la oración el buen resultado de la importante reunión de Pekín, invito a las comunidades eclesiales a hacer del presente año una ocasión para una sentida acción de gracias al Creador y al Redentor del mundo precisamente por el don de un bien tan grande como es el de la femineidad: ésta, en sus múltiples expresiones, pertenece al patrimonio constitutivo de la humanidad y de la misma Iglesia.

Que María, Reina del amor, vele sobre las mujeres y sobre su misión al servicio de la humanidad, de la paz y de la extensión del Reino de Dios.

Con mi Bendición.

+S. S. Juan Pablo II

Vaticano, 29 de junio, solemnidad de los santos Pedro y Pablo, del año 1995.

A vosotras, mujeres del mundo entero,

os doy mi más cordial saludo:

1. A cada una de vosotras dirijo esta carta con objeto de compartir y manifestar gratitud, en la proximidad de la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer, que tendrá lugar en Pekín el próximo mes de septiembre.

Ante todo deseo expresar mi vivo reconocimiento a la Organización de las Naciones Unidas, que ha promovido tan importante iniciativa. La Iglesia quiere ofrecer también su contribución en defensa de la dignidad, papel y derechos de las mujeres, no sólo a través de la aportación específica de la Delegación oficial de la Santa Sede a los trabajos de Pekín, sino también hablando directamente al corazón y a la mente de todas las mujeres. Recientemente, con ocasión de la visita que la Señora Gertrudis Mongella, Secretaria General de la Conferencia, me ha hecho precisamente con vistas a este importante encuentro, le he entregado un Mensaje en el que se recogen algunos puntos fundamentales de la enseñanza de la Iglesia al respecto. Es un mensaje que, más allá de la circunstancia específica que lo ha inspirado, se abre a la perspectiva más general de la realidad y de los problemas de las mujeres en su conjunto, poniéndose al servicio de su causa en la Iglesia y en el mundo contemporáneo. Por lo cual he dispuesto que se enviara a todas las Conferencias Episcopales, para asegurar su máxima difusión.

Refiriéndome a lo expuesto en dicho documento, quiero ahora dirigirme directamente a cada mujer, para reflexionar con ella sobre sus problemas y las perspectivas de la condición femenina en nuestro tiempo, deteniéndome en particular sobre el tema esencial de la dignidad y de los derechos de las mujeres, considerados a la luz de la Palabra de Dios.

El punto de partida de este diálogo ideal no es otro que dar gracias. « La Iglesia —escribía en la Carta apostólica Mulieris dignitatem— desea dar gracias a la Santísima Trinidad por el «misterio de la mujer» y por cada mujer, por lo que constituye la medida eterna de su dignidad femenina, por las «maravillas de Dio», que en la historia de la humanidad se han realizado en ella y por ella » (n. 31).

2. Dar gracias al Señor por su designio sobre la vocación y la misión de la mujer en el mundo se convierte en un agradecimiento concreto y directo a las mujeres, a cada mujer, por lo que representan en la vida de la humanidad.

Te doy gracias, mujer-madre, que te conviertes en seno del ser humano con la alegría y los dolores de parto de una experiencia única, la cual te hace sonrisa de Dios para el niño que viene a la luz y te hace guía de sus primeros pasos, apoyo de su crecimiento, punto de referencia en el posterior camino de la vida.

Te doy gracias, mujer-esposa, que unes irrevocablemente tu destino al de un hombre, mediante una relación de recíproca entrega, al servicio de la comunión y de la vida.

Te doy gracias, mujer-hija y mujer-hermana, que aportas al núcleo familiar y también al conjunto de la vida social las riquezas de tu sensibilidad, intuición, generosidad y constancia.

Te doy gracias, mujer-trabajadora, que participas en todos los ámbitos de la vida social, económica, cultural, artística y política, mediante la indispensable aportación que das a la elaboración de una cultura capaz de conciliar razón y sentimiento, a una concepción de la vida siempre abierta al sentido del « misterio », a la edificación de estructuras económicas y políticas más ricas de humanidad.

Te doy gracias, mujer-consagrada, que a ejemplo de la más grande de las mujeres, la Madre de Cristo, Verbo encarnado, te abres con docilidad y fidelidad al amor de Dios, ayudando a la Iglesia y a toda la humanidad a vivir para Dios una respuesta « esponsal », que expresa maravillosamente la comunión que El quiere establecer con su criatura.

Te doy gracias, mujer, ¡por el hecho mismo de ser mujer! Con la intuición propia de tu femineidad enriqueces la comprensión del mundo y contribuyes a la plena verdad de las relaciones humanas.

3. Pero dar gracias no basta, lo sé. Por desgracia somos herederos de una historia de enormes condicionamientos que, en todos los tiempos y en cada lugar, han hecho difícil el camino de la mujer, despreciada en su dignidad, olvidada en sus prerrogativas, marginada frecuentemente e incluso reducida a esclavitud.

 

 

INCULTURACIÓN EN CHINA. AMISTAD ES COMPARTIR

Jorge Espinosa Cano

1)  Para saber

“Los amigos verdaderos son los que vienen a compartir nuestra felicidad cuando se les ruega, y nuestra desgracia sin ser llamados”. Esta frase se le atribuye a Demetrio de Falera, filósofo de la antigua Grecia, quien inventó el oficio de bibliotecario.

En la amistad es natural querer compartir los propios bienes. Y cuando se tiene el bien de la fe, la amistad favorece su transmisión. El papa Francisco se refirió a un sacerdote italiano que a través de la amistad hizo posible que el anuncio de Jesucristo llegara al pueblo chino cuando aún no se conocía. Se trata del venerable Mateo Ricci del siglo XVI, un ejemplo de celo apostólico.

2)  Para pensar

Relataba el papa Francisco que Mateo Ricci, después de haber entrado en la Compañía de Jesús, se entusiasmó por lo que contaban los misioneros sobre el Extremo Oriente. Ya se habían hecho varios intentos para entrar a China sin lograrlo. Entonces Ricci se propuso que los chinos debían conocer a Jesús. Para ello se preparó muy bien, estudiando cuidadosamente la lengua y las costumbres chinas. Luego se estableció por dieciocho años en el sur del país antes de llegar a Pekín, que era el centro de China. Con constancia, paciencia y animado por una fe inquebrantable, Mateo Ricci pudo superar dificultades, peligros, y desconfianzas. ¿Cuál era su secreto? Que siguió siempre el camino del diálogo y la amistad, y esto le abrió muchas puertas para el anuncio de la fe cristiana. Estudió de forma profunda sus textos clásicos, para presentar el cristianismo en diálogo positivo con su sabiduría confuciana, con los usos y costumbres de la sociedad china. Esto se llama una actitud de inculturación, comentó el Papa Francisco.

Su óptima preparación científica, vestido como un erudito, suscitaba el respeto, interés y admiración por parte de los hombres cultos. Por ejemplo, por su famoso mapamundi que les reveló una realidad exterior a China más amplia de lo que imaginaban. Los conocimientos matemáticos y astronómicos de Ricci y de los misioneros que le acompañaban contribuyeron a un encuentro fecundo entre la cultura de occidente y de oriente.

3)  Para vivir

Ser un hombre de ciencia le abrió las puertas a Ricci para dialogar con los hombres de ciencia de China. Pero lo que fue decisivo para que aceptaran la fe fue, junto con la gracia divina, su testimonio del Evangelio, su vida virtuosa y de oración. Porque ante todo, siempre rezaba. Dice el Papa que la oración es la que alimenta la vida misionera, una vida de caridad y ayuda a los otros, con total desinterés por honores y riquezas. Esto llevaba a sus discípulos y amigos chinos a acoger la fe católica. Veían a un hombre tan inteligente, tan sabio, y tan creyente que decían: “Eso que predica es verdad porque lo dice una personalidad que testimonia con su propia vida lo que anuncia”.

Esta coherencia de vida es la que nos toca vivir a todos nosotros, dice el Papa. Porque se puede saber el “Credo” de memoria, pero si nuestra vida no es coherente con lo que profesamos no sirve de nada. Lo que atrae a las personas es el testimonio de coherencia: los cristianos estamos llamados a vivir lo que decimos y de esa manera dar muchos frutos en el mundo.

 

La persecución religiosa en el siglo XXI

Escrito por César Castilla Villanueva

Publicado: 13 Junio 2023

I.            Introducción

La persecución religiosa es aquella que tiene como objetivo hostigar a personas que tienen un credo que afecta a los intereses de aquel o aquellos que están en el poder o también por parte de algún grupo en particular que se encuentre al margen de la ley y que quiere imponer su creencia a la fuerza en detrimento de los demás. En pleno siglo XXI, aún existen Estados o grupos religiosos desviacionistas al margen de la ley que intentan asediar a minorías especialmente en África y Medio Oriente. El objetivo principal de esta investigación es demostrar como grupos extremistas incurren en esta práctica violentando el derecho de los demás sin que la Comunidad Internacional haga nada por resolver este problema.

II.     El legado de la impunidad y la indiferencia ante la persecución religiosa

Las persecuciones religiosas son un hecho execrable que por lo general atentan contra las minorías. Una de las más recordadas en la historia del mundo contemporáneo es aquella que sucedió en el Imperio Otomano, donde la Comunidad Internacional fue testigo del genocidio sistemático de la población no musulmana, llevado a cabo en contra de una minoría religiosa durante la segunda mitad del siglo XIX.

En esta época los principios islámicos habían influenciado el crecimiento del Imperio Otomano. Esto quiere decir que estos principios no solo moldeaban la fe de los musulmanes sino también otros aspectos como lo político y lo social. Por lo tanto, el carácter islámico de la teocracia otomana aparecía como un factor predominante en la organización legal del Estado otomano. Es aquí donde la figura del Sultán Califa ejercía una doble función. El hecho de ser sultán le permitía ejercer el poder sobre el plano político; y por ser Califa, tenía la misión de proteger el Islam.

La sinergia de estas dos funciones derivaba solo en una: velar por la aplicación de la Sharia (Revelación de la ley islámica al profeta Mahoma en el siglo VII d.C.) (Dadrian, 1995, pp. 29-30). En el imperio otomano la sociedad estaba dividida en musulmana y no musulmana creando una dicotomía entre ciudadanos de primera y segunda clase (dominantes y dominados). Esto había llamado poderosamente la atención de Gran Bretaña, Francia y Rusia, cuestionando el tratamiento que el Imperio Otomano otorgaba a la población no musulmana, es decir las minorías cristianas. Lo cual influyó para que se dieran a cabo una serie de reformas en el seno del gobierno otomano (Tanzimat) entre 1839 y 1876.

Durante el mandato del Sultán Califa Abdul Hamid II (1848-1918) que asumiría el poder en 1876 se llevaron a cabo las peores masacres en contra de las minorías no musulmanas (masacres hamidianas o masacres armenias entre 1894 y 1896), provocando un enfrentamiento entre la comunidad musulmana y las minorías cristianas representada por los armenios en mayor cuantía. Es así que las potencias europeas empezaron a hacer un llamado para proteger a los armenios víctima del régimen opresor de Abdul Hamid II, lo que finalmente despertaría el nacionalismo turco y encendería aún más la represión en contra de los armenios cristianos a finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX a manos de los Jóvenes Turcos miembros del Comité Unión y Progreso (CUP) o Ittihad (Ittihad ve Terakki Cemiyeti).

Desde noviembre de 1894, los cables de noticias llegaban a  Inglaterra anunciando por primera vez las atrocidades cometidas en Samsun, donde el sultán Abdul Hamid negaba a toda costa los crímenes cometidos bajo sus órdenes que iban desde violaciones, mutilaciones, incendios, y masacres perpetuadas por soldados tanto regulares como irregulares. Es así que se decide llevar a cabo una investigación tardía en pleno invierno compuesto por un francés, un ruso y un inglés, dando como resultado que el criminal responsable habitaba en el castillo de Yildiz, el cual solo se limitaba a pagar una deuda mediante el dictado de una Orden Imperial de Liakat a su fiel servidor Zekhi Pasha, comandante del cuadragésimo sexto Cuerpo. A pesar de la visita de esta delegación europea, poco o mucho sirvió para frenar la masacre en contra de los cristianos armenios (Quillard, 1900, p. 1).

En 1895, a pesar del plan de reforma para garantizar los derechos de los no musulmanes en particular de los armenios, propuesto por las seis potencias que reinaban en aquel sistema internacional de carácter euro-céntrico se elevaría ante las autoridades del imperio otomano el 11 de mayo de 1895, pero dos semanas después Abdul Hamid, el 3 de junio del mismo año presenta un proyecto oponiéndose a la petición europea, lo que significó que entre 1895 y 1896 el sultán rojo acabó con la vida de al menos trescientos mil armenios (Quillard, 1900, p. 1).

En esta época las intervenciones entre las potencias europeas estaban basadas en un mínimo de cohesión hasta el tratado de Berlín de 1878 que sienta un precedente para la protección de algunas minorías y grupos religiosos, donde la presión de las grandes potencias de aquella época como Reino Unido y Rusia podía influir en el Imperio Otomano [1], ambos países eran firmantes de dicho tratado. Sin embargo, esta tentativa no  fue lo suficientemente eficaz ni eficiente para poder frenar el genocidio en contra de las comunidades no musulmanas (Dadrian, 1995, pp. 49-50).

Para noviembre de 1914, habían transcurrido los primeros meses de la Primera Guerra Mundial, es ahí cuando Mehmed V (1909-1918) declaró la Yihad contra los países de la Triple Entente (Inglaterra, Francia y  Rusia). Por otro lado, la persecución hacia los armenios se había intensificado, es decir, el legado de Abdul Hamid II seguía presente, ya  que bajo su mandato avalo la matanza de más de 200.000 armenios entre 1894-96. Todo esto respondía a una política oficial de genocidio implementada en nombre del nacionalismo turco propuesto por el partido nacionalista y reformista “Comité de Unión y Progreso” también conocido como “Jóvenes Turcos”. Como resultado de esta persecución religiosa según la historiadora Nelida Boulgourdjian-Toufeksian afirma que de dos millones cien mil armenios censados en el Imperio Otomano en el transcurso del año 1912 según las estadísticas del Patriarca Armenio en Estambul, solo quedaron 77.435 en 1927 (Alfred de Zayas, 2010).

III.   ¿Choque de civilizaciones o desviacionismo [2] religioso como causal de las persecuciones religiosas en el siglo XXI?

Comenzando la década de los 90’s, se afianzaría la desconfianza en lo que respecta al entendimiento entre civilizaciones. Samuel Huntington escribe Clash of Civilizations en 1993, donde adopta una postura fatalista cuando se refiere a las relaciones entre Occidente y Oriente, enmarcándolas en un «choque de civilizaciones» donde la religión jugara un rol preponderante:

«La hipótesis de este artículo es que la principal fuente de conflicto en un nuevo mundo no será fundamentalmente ideológica ni económica. El carácter tanto de las grandes divisiones de la humanidad como de la fuente dominante de conflicto será cultural» (Huntington, 1993).

Para Huntington el origen del conflicto radicará en la profundización de las diferencias que mantienen las civilizaciones más importantes, que según él son la occidental, confuciana, japonesa, islámica, hindú, eslava, ortodoxa, latinoamericana y finalmente también toma en cuenta a la africana. Las cuales tienden a diferenciarse por su historia, idioma, tradición y religión, elementos que a través de la historia han generado los conflictos más prolongados y violentos (Huntington, 1993).

Por otro lado, si las persecuciones religiosas de este siglo XXI no son producto de un choque de civilizaciones inminente ¿podrían estas tener su origen y agravarse por el desviacionismo religioso? Una vez desaparecida la guerra de ideologías políticas antagónicas es decir entre el capitalismo y el comunismo durante la última década del siglo XX, ve la luz un nuevo tipo de conflicto donde la relación Occidente y Oriente se ve involucrada.

El desviacionismo religioso del Islam ha conllevado a que organizaciones político-religiosas como los Talibanes, Al-Qaeda y el Estado Islámico se hayan nutrido principalmente de corrientes desviacionistas como el wahabismo y salafismo. El wahabismo resalta la unidad de Dios (Tawhid), es decir haciendo alusión al monoteísmo absoluto mientras todo lo que caiga fuera de este concepto debe ser denunciado como una innovación herética (Bida). En el caso del salafismo es un movimiento reformista ultra conservador dentro del islam sunita que propone que el Islam sea como se daba durante la vida del poeta; rechazando toda innovación religiosa (Bida) para finalmente adoptar la Sharia donde el común denominador es la lucha contra los “infieles” de Occidente y de Medio Oriente. Dentro de estas dos corrientes existe otra línea de pensamiento denominado takfirismo que consiste en la acusación de apostasía de la parte de un musulmán hacia otro musulmán o seguidor de cualquier otra fe de Abraham.

Por otro lado, la amenaza del desviacionismo religioso se extendió finalmente a otros continentes como África [3] y Asia a través de su proceso de contratación, creación y apoyo financiero de células terroristas. Al mismo tiempo, los enfoques de seguridad han cambiado considerablemente en los últimos años debido al aumento del número de amenazas, como por ejemplo el neo-realismo que incluye una amplia gama de nuevos conceptos como el terrorismo internacional, la guerra preventiva, y también la creación de alianzas de seguridad.

Esto afecta especialmente a Medio Oriente, donde poblaciones enteras se ven afectadas, por la insania de mentes extremistas dado que el derecho de las poblaciones a ser protegidas se desvanece ante la indiferencia de la comunidad internacional, que a falta de una voluntad política dejan pasar el tiempo mientras vidas inocentes pierden la vida a diario. Intervenir militarmente en un territorio que sea soberano con el fin de proteger a una población debería de dejar de ser un tabú, y contar con el visto bueno de los miembros del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

IV.    Los Izadies víctimas de la persecución takfirista del estado islámico (Daesh)

El origen del Daesh (داعش) se remonta a la invasión estadounidense de Irak en marzo de 2003, cuando el Sheikh jordano Abu Musab al-Zarqawi [4] anunció su lealtad a los líderes más importantes de Al Qaeda: el Sheikh saudí Osama bin Laden y el médico egipcio Ayman al-Zawahiri en 2004. Abu Musab al-Zarqawi, antes de convertirse en el líder de Al-Qaeda en Irak (AQI), fue también el líder del Grupo de Monoteísmo y Yihad [5], que forma parte de la red de Al-Qaeda. Durante una breve estancia en Afganistán, decidió instalarse en el norte de Irak en 2002 (Ayad, 2014). Ciertamente, en el primer momento el objetivo principal de AQI era contrarrestar la invasión de Estados Unidos y sus aliados en territorio iraquí, para tal efecto este grupo se había ensañado con las fuerzas de seguridad iraquíes que cooperaban con los estadounidenses.

A principios del año 2006, AQI con otras organizaciones pro-yihad [6] creó el Consejo Consultivo de los muyahidín en Irak [7] y la Alianza de los perfumados [8], unificando así sus acciones; Abu Abdullah al-Rashid al- Baghdadi también conocido como Abu Omar al-Baghdadi, proclamó el Estado Islámico de Irak (ISI) en octubre de 2006 y se convirtió en el líder de esta organización hasta su muerte en 2010, cuando fue sustituido por Abu Bakr al-Baghdadi, quien inmediatamente cortó los vínculos con Al Qaeda.

Durante los años de la Primavera Árabe, Siria sufre el efecto boomerang de estos eventos que buscan un cambio de régimen desde marzo de 2011. El Estado Islámico de Irak (ISI) se envuelve en este conflicto y el nombre de esta organización se convierte en 'Estado Islámico en Irak y el Levante (ISIL) en abril de 2013 [9]. Esta vez se inicia la persecución en contra de las personas consideradas Rawafid (aquellos que rechazan la Sunna) por el ISIL y todos los partidarios del presidente sirio. ISIL con el apoyo financiero y militar de las potencias occidentales, especialmente Estados Unidos y de la Unión Europea, trató de derrocar al régimen de Bashar al-Asad.

La proclamación del califato por el Estado Islámico (EI) es obviamente, un desafío a la autoridad de Al-Qaeda, la principal organización terrorista implicada en la Yihad en todo el mundo después de los ataques del 9/11. Pero a pesar de las diferencias surgidas entre el EI y Al-Qaeda desde abril 2013 a causa de su participación en Siria (Sallon, 2014), el EI se ha convertido en un grupo terrorista que ha superado en peligrosidad a Al-Qaida. No obstante, el Califato goza de un apoyo significativo entre los grupos muyahidines de Irak y Siria [10] y también se benefician de seguidores en Europa. Sin duda, el factor de motivación fue bien canalizado a través del uso de las redes sociales como Twitter, YouTube, etc., y también mediante la publicación de la revista Islamic State Report magazine (ISR) en idiomas árabe e inglés.

También hay que señalar que la presencia del EI se ha ampliado con el apoyo financiero de países como Arabia Saudita, que siempre ha apoyado organizaciones wahabitas, salafistas y yihadistas en el Magreb, Mashrek y Oriente Medio. El Reino de Bahréin también juega un papel clave en el apoyo del EI, ya que nunca ha aceptado y tolerado que los Chiitas puedan gobernar Irak. Por último, la complicidad de otros países, como Turquía, ya que este país considera que apoyando la causa del EI puede contribuir a derrocar al régimen sirio (Toscano, 2014).

Para la mayoría de los países sunitas, los Chiitas son una secta herética e Irán es considerado un Rogue State. También se debe de tomar en cuenta que el EI abraza el takfirismo y actúa bajo el apoyo de sus unidades de inteligencia que han sido esenciales para la toma de Mosul, área ocupada por los «apóstatas» (Islamic State Report, 1435) es decir politeístas, cristianos, izadíes y los dos principales grupos poblacionales de Irak: los Chiitas que están viviendo principalmente en el sur de Irak y los kurdos en el Kurdistán iraquí.

En este caso, son los Yazidies (Izadies), quienes fueron víctimas de persecución y eliminación sistemática por parte del EI por tan solo tener un credo completamente diferente a aquel que pregona y propaga el EI. Esto se inició prácticamente después de la inauguración de su Califato a fines de junio de 2014. Dicho credo es inclusive anterior al siglo VI d.C., es decir antes de la expansión del islam, los Izadies tienen sus raíces en la antigua Mesopotamia, actualmente Irak incluyendo al sur del Kurdistán iraní, en Kermanshah. Aunque muchos de ellos hayan nacido en el Kurdistán, niegan o no se identifican con este. Para el 2014, en Irak los Izadies totalizaban una población de 325.856 habitantes (un 1% de la población total) [11].

Los Izadies son monoteístas puesto que consideran a una sola deidad como su único Dios, el cual es Melek Taus [12], el ángel en forma de pavo real, es decir un ángel caído que para los musulmanes no es otro que Sheitan o Satanás. Bajo la óptica de los Izadies, Malek Taus no se rebeló contra Dios, todo lo contrario, se le ordenó que cuidara de la creación. Aunque con el transcurrir de los años fueron adoptando varias costumbres de distintas religiones (sincretismo) entre ellas el zoroastrismo (dualismo entre el bien y el mal), del islam, puesto que son herederos de Sheikh Adi, un místico sufí, fundador de una comunidad musulmana ortodoxa en el siglo XII que se instaló en el Kurdistán; e inclusive del cristianismo ya que creen en el bautismo (De Mareschal, 2014).

Para agosto de 2014, la situación se había complicado tanto que a mediados de este mes, la ONU había puesto a Irak en el nivel más alto de emergencia (nivel 3), debido a la catástrofe humanitaria por el avance impresionante del EI y la persecución de las minorías religiosas (Espinosa, 2014). Esto despertó el temor en los iraquíes puesto que miles de Izadies habían desaparecido o habían sido masacrados por los combatientes de EI, lo que podría ser un presagio de un retorno a la pesadilla sectaria de 2006 y 2007, cuando los vecinos se volvieron contra los vecinos.

Esta situación generó que más de 400.000 izadies, que siguen una religión antigua con raíces en las tradiciones cristianas, musulmanas y zoroastrianas, hayan decidido dejar sus hogares por miedo a ser eliminados (Ahmed, 2014). La verdadera pesadilla de los izadies comenzó el 3 de agosto de 2014 cuando los muyahidines del IS, toman Sinjar (ciudad situada en el noroeste de Irak, cerca de la frontera con Siria), debiendo huir hacia las montañas sin agua ni alimentos, teniendo que soportar temperaturas de hasta 50° C (Gillig, 2014). La situación se volvió tan tensa al punto que el papa Francisco invocó a la ONU a tomar cartas en el asunto a través de una intervención (Follorou, 2014).

Breen Tahsin, diplomático iraquí destacado en Gran Bretaña e hijo del príncipe Tahsin Saeed Bek, jefe de la comunidad yazidi, el 19 de agosto de 2014, denuncia en Ginebra que la Comunidad Internacional no había hecho nada para poner fin al genocidio de los Izadies de Irak por parte de los efectivos del IS. Según las cifras dadas por Tahsin, más de 3.000 Izadies fueron eliminados por el EI, y otros 5.000 fueron capturados por esta organización. Pero lo que más le preocupaba era la suerte de otras 4.000 familias en las montañas de Sinjar (Follorou, 2014, p. 3).

Entonces ante lo expuesto anteriormente porque ante el asedio y los crímenes en contra de los izadies, a través de asesinatos selectivos, entierros de gente aún con vida, torturas, etc.; por parte de los efectivos del Estado Islámico. La pregunta que debería hacerse es ¿Por qué el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, contempló de forma indiferente esta situación? ¿Por qué no hubo una resolución por parte del Consejo de Seguridad que permita una intervención militar para proteger a esta minoría religiosa? ¿Porque solo se limitaron a condenar? ¿Por qué la mayoría de Estados tuvo que actuar en forma independiente y desorganizada? ¿Por qué aun en pleno siglo XXI el dialogo intercultural fracasa y la persecución religiosa se vuelve algo tan común en nuestro mundo contemporáneo?

V.      ¿El dialogo intercultural como una posible solución a las persecuciones religiosas en el siglo XXI?

En la Declaración Universal sobre la Diversidad Cultural de la UNESCO del 2 de noviembre de 2001, aprobada por 185 Estados Miembros, documento que consta de 12 artículos y dividida en 4 secciones donde principalmente trata de interrelacionar la diversidad cultural con algunas variables como pluralidad, derechos humanos, creatividad, solidaridad internacional; redefine la palabra cultura como:

«El conjunto de los rasgos distintivos espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o a un grupo social y que abarca, además de las artes y las letras, los modos de vida, las maneras de vivir juntos, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias» (UNESCO, 2001).

Este documento fue preparado para la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible, celebrada en Johannesburgo del 26 de agosto al 4 de setiembre de 2002, apunta a garantizar la existencia de la diversidad cultural, frenando toda tentativa segregacionista y fundamentalista que a partir de finales del siglo XX y comienzos del siglo XXI, en particular después del 11 de setiembre de 2001 se ha convertido en una amenaza contra la convivencia pacífica de las civilizaciones y atentando contra la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948 así como a  los pactos internacionales sobre los derechos civiles y políticos; y el otro de los derechos económicos y culturales, ambos suscritos en 1966 (UNESCO, 2004). A comienzos del siglo XXI, el presidente de la República Islámica de Irán, Muhammad Jatami (1997-2005) de tendencia reformista, trata de retomar la fórmula del austríaco Hans Köchler, cuya propuesta  denominada Diálogo de Civilizaciones (Dialogue of Civilizations), fue el pionero en proponer un diálogo de tal naturaleza en 1972, a través de una carta dirigida a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Para la implementación y difusión de ésta propuesta, Köchler decide realizar un viaje (Global Dialogue Expedition) por algunos puntos del planeta sumando un total de 28 ciudades visitadas en 26 países, tales como el Reino de Jordania, India, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Tailandia, Indonesia, Senegal; que le toma desde marzo a mayo de 1974, con el fin de explicar y discutir su punto de vista acerca de la hermenéutica cultural con representantes de diferentes culturas. Durante la primera semana de este viaje, exactamente el 9 de marzo de 1974, organizó la primera conferencia internacional sobre “La Auto-Comprensión Cultural de las Naciones” (The Cultural Self-comprehension of Nations) en la Royal Scientific Society de Amman, actividad que persistiría por un par de décadas más (Koechler, 2002).

Por lo tanto, Jatami apoyándose en la filosofía islámica-chiita, desarrolló un enfoque, entre el mundo islámico en general y otras civilizaciones, especialmente aquellas de Occidente, alegando que ambas pueden crear las condiciones necesarias para que exista un diálogo eficaz y eficiente, con el objetivo de lograr un mayor entendimiento entre ambas partes. Es así que Jatami se convierte en el promotor de la idea para que el año 2001 sea elegido como el año del Diálogo entre Civilizaciones en el seno de las Naciones Unidas. A diferencia de Samuel Huntington en su famoso “Choque de Civilizaciones” (Clash of Civilisations), la visión con que Jatami encara de una manera optimista los desafíos de entablar una línea de diálogo entre civilizaciones en el nuevo milenio.

En su discurso “Como continuar el diálogo de las civilizaciones” pronunciado en Siria en enero de 2002, Jatami resalta la importancia de la relación entre la filosofía islámica y la tolerancia como instrumento para el entendimiento con otras ideologías existentes:

«El islam no solo ha crecido a lo largo de la historia por el diálogo mantenido entre sus distintas escuelas y sectas sino también ha dado cobijo  siempre a las ideas no islámicas. La filosofía griega llego a Irán y al mundo islámico a través de Alejandría por lo que la filosofía islámica por la tolerancia demostrada por los musulmanes hacia otras ideologías se convirtió pronto en una de las más ricas ramas de la filosofía» (Jatami, 2006).

Muhammad Jatami, años más tarde, después de terminar su periodo presidencial, se dedicó a difundir su propuesta de diálogo, a tal punto que en el año 2007 creó la Fundación para el Diálogo entre Civilizaciones (Foundation for Dialogue among Civilisations), con sede en Ginebra apostando por un diálogo regular a través del tiempo entre los pueblos, las culturas, las civilizaciones y las religiones del mundo con el fin de promover la paz, la justicia y especialmente la tolerancia además de poner en práctica las recomendaciones de las resoluciones pertinentes de la ONU (Foundation for Dialogue among Civilisations, 2013).

VI.    La tolerancia religiosa como ingrediente principal en el diálogo intercultural

Sin embargo, la tolerancia ha sido y será un elemento indispensable para una convivencia pacífica dentro de las relaciones interculturales; pero cuando se trata de ir más allá, y enfocarnos en las relaciones entre Oriente y Occidente, nos damos cuenta de que toda tentativa de dialogo ha sido en vano y poco fructífera, terminando siempre en un fracaso. A la tolerancia se le puede clasificar como valor o virtud, entendiéndose como valor (Muller & Halder, 2001) a aquella característica de un ser que le permite ser apreciado que por lo general va ligado a lo moral; y virtud (Ferrater Mora, 1998) en el sentido de hábito o manera de hacer una cosa gracias a que goza de una capacidad.

Desde el plano filosófico, la tolerancia se ha considerado como el hecho opuesto de adoptar una actitud contraria a la de preservar en la propia opinión con dureza y rigidez (Ferrater Mora, 1998, p. 3523). Y si quisiéramos profundizar más en el tema, nos tocaría recurrir a la ética, ya que siendo ésta una rama de la filosofía, tiene como objeto de estudio a la moral, donde los valores del ser humano se convierten en una de las principales tareas de estudio y la tolerancia cabria dentro de este campo (Hildebrandt, 1997). Sabiendo que los valores morales, son esencialmente valores personales y están cimentados en la libertad, es aquí donde el significado de la palabra tolerancia juega un rol esencial ya que demuestra el respeto a la forma diferente de pensar de los demás, lo único malo es que siendo algo tan personal no se pueden universalizar.

Ya en la práctica, la tolerancia, por lo general se espera que como una virtud transformada en actitud aplaque las diferencias que se puedan suscitar entre las religiones, ideologías políticas, aficiones de todo tipo, entre otros; permitiendo una convivencia pacífica la cual sería posible a través de un proceso de entendimiento y asimilación de personas con características diferentes a nosotros.

Aunque la tolerancia ha sido defendida por parte de algunos filósofos, también tuvo ciertos detractores como los filósofos tradicionalistas que sostenían que la tolerancia para con el error permite la expansión de este, por lo tanto, recomendaban que es mejor no comulgar con aquellos que no comulgan con la verdad. En el caso de Balmes, la tolerancia está acompañada con la idea del mal, puesto que la tolerancia genera malas costumbres (Ferrater Mora, 1998, p. 3524).

En el plano religioso, el término “tolerancia”, cobra vigencia ante la actitud mostrada por parte de algunos autores durante las guerras religiosas de los siglos XVI y XVII, con el objetivo de poder lograr una convivencia pacífica entre católicos y protestantes (Ferrater Mora, 1998, p. 3523).

En la antigüedad, la tolerancia contribuyó a que las poblaciones que vivían bajo el mandato del Imperio Persa alcancen una relativa armonía. Por “Imperio Persa”, debe entenderse a un conjunto de reinos o dinastías que gobernaron Persia, donde su administración principal era Persepolis (Περσέπολις) [13] o también llamada Takht-e-Jamshid (جمشيد تخت) [14], la que se ubicaría en lo que actualmente es la provincia de Fars, en el sudoeste de la República Islámica de Irán [15].

Las primeras civilizaciones que dieron vida al imperio persa, fueron descendientes de grupos indoeuropeos que colonizaron la parte meridional y septentrional de la meseta de lo que hoy en la actualidad se conoce como Irán. Estas civilizaciones pertenecían a la raza Aria, de la cual proceden la mayoría de pueblos europeos, caracterizados por haber sido criados en la pobreza y sin mayores necesidades se propusieron colonizar las poblaciones del Asia Occidental.

El imperio persa tiene sus orígenes en las antiguas civilizaciones Elamita (عيالم تمدن) [16] y luego en la Meda [17] abarcando ésta última poblaciones asentadas entre el mar Caspio y los ríos de Mesopotamia, la cual terminó dominando a los persas hacia el siglo VII A.C. No obstante, el imperio persa alcanza su mayor esplendor en dos etapas, la primera con la dinastía Aqueménide fundada por Aquemenes (s. VII a.C.), bajo la dirección de Ciro II el Grande y la segunda con la dinastía Sasánida fundada por Ardacher I, bajo la dirección de Sapor II (s. II d.C.).

En el caso de la dinastía Aqueménide fue Ciro II el Grande 559-529 A.C., fundador y líder de éste imperio, que después de vencer a los Medos en el año 550 A.C., se caracterizó por tener una visión unificadora de los pueblos persas, extendiendo su liderazgo hacia territorios ubicados en Asia Menor, inclusive anexando algunas colonias griegas. Otra de sus hazañas fue la conquista de los territorios de lo que hoy es Pakistán entre los años 546-540 A.C. y la toma de Babilonia en el año 539 A.C., lo que incluía los territorios de Palestina y Siria, permitiendo que los judíos apresados por el rey Nabucodonosor en esta ciudad regresen a su país. De esta manera, Ciro II el Grande extendió el imperio persa por toda la parte del Asia occidental donde el mar Mediterráneo y Negro bañan sus costas.

La segunda etapa donde el imperio persa llega a alcanzar un desarrollo importante es con la dinastía Sasánida que ocupó Persia entre  los siglos III y VI d.C., tomando la posta de la dinastía Aqueménide en cuestión de liderazgo; reforzando así las estructuras del imperio persa, además de crear una órbita geopolítica importante, permitiendo también contrarrestar al poderío de los romanos en la región de Mesopotamia. A lo largo de sus aproximados 400 años de existencia, esta dinastía tuvo numerosas guerras con los romanos y con el imperio bizantino, pero también conquistó territorios en Mesopotamia, Siria y Asia Menor e invadió India y Armenia, para finalmente sucumbir a la conquista árabe.

Junto al desarrollo de los sasánidas también se dio originaron dos religiones iranias, donde la deidad principal era Zurvan [18] dios de lo infinito y del espacio, el cual previo sacrificio de mil años fue padre del dios del Bien Ahura Mazda y del dios del Mal Angra Mainyu creando un concepto dualista. Estos dos existen desde y para la eternidad ocupando cuadrantes opuestos en el cosmos, con características totalmente opuestas en su naturaleza; compartiendo algo en común, que ninguno de los dos es omnipotente y cada uno está limitado por la existencia y el poder del otro (Lincoln, 2012). Aunque es difícil precisar en qué momento la ortodoxia zurvanista o mazdea podía prevalecer una por encima de la otra. A pesar que el zurvanismo se impusiera después del siglo III A.C., Ardashir (Artajerjes) fue considerado el restaurador del zoroastrismo (Eliade & Couliano, 2008).

A partir de Darío I, la doctrina de Zoroastro (Zarathustra) [19], el culto a la deidad Ahura Mazda, en otras palabras, el Zoroastrismo se convirtió en una religión predominante cuyas fuentes fueron puestas por escrito en el libro sagrado Avesta a partir de los siglos IV o VI de la era cristiana. Dicho libro está dividido en nueve secciones Yasna (Sacrificios), Yasht (Himnos a las divinidades) Vendidad (Reglas de pureza), Vispered (El culto), Nyayishu y Gah (Oraciones), Khorda o Pequeño Avesta (Oraciones Cotidianas), Hadhokht Nask (Libro de las Escrituras), Aogemadaecha (Nosotros aceptamos) y Nirangistan (Reglas culturales) (Eliade & Couliano, 2008, p. 300). En este caso los soberanos de la dinastía aqueménides como Dario I (522-486 A.C.), Jerjes (486-465 A.C.), Artajerjes II (402-359 A.C.) (Eliade & Couliano, 2008, p. 300), siempre tuvieron una actitud de respeto hacia las creencias o manifestaciones de índole religioso existentes en los diversos pueblos anexados por el imperio persa lo que significaba rendir culto a divinidades arias como Mitra y Anahita conjuntamente con las egipcias, babilonias e inclusive hebreas.

Cabe mencionar que esta fue una época caracterizada por fuertes tendencias nacionalistas, donde el rey concentraba el poder, el cual le permitía tener el control del ejército, la administración, la hacienda pública y la política exterior donde su principal preocupación era sin duda el imperio romano. Los reyes sasánidas fueron los responsables de la instauración del Zoroastrismo modernizado como religión oficial del imperio. Por tal motivo también proliferaron monumentos figurativos iranios durante Sapor I (241-272 d.C.) y Narses (292-302) (Eliade & Couliano, 2008, p. 300). No obstante, al principio las demás religiones fueron vistas como un elemento separatista (Planeta Sudamericana, 1981). Sin embargo, en el caso de Sapor I, probablemente zurvanita mostró simpatía en favor de Mani, profeta fundador del maniqueísmo que predico en Persia; a tal punto que sus hermanos Mihrshah y Peroz se convirtieron a esta religión. Hay que resaltar que Mani fue encarcelado por Bahram I y por Kerdir iniciando una persecución. Esta situación cambiaría con la llegada de Yezdigird (el Pecador), cuya tolerancia mereció el aprecio tanto de cristianos como de paganos (Eliade & Couliano, 2008, p. 303).

Entre sus principales reyes tenemos a Ardashir I, Sapor I y Cosroes I. Éste último fue considerado un monarca tolerante ya que según la historia no se dieron persecuciones de ningún tipo durante su reinado (Pisa Sanchez, 2011). En el periodo de Ardashir I en Ctesifonte (Capital del Imperio Sasánida), hubo mucha proliferación de judíos. En esta ciudad también se podía encontrar una escuela judía de alto nivel desde el siglo tercero d.C.; y el Exilarca [20] (גלות ראש), jefe de la comunidad judía en Babilonia también residió en la ciudad de Mahuz [21]. En el caso de Cosroes II (590-628) fue tolerante con el cristianismo, siendo Shirin, su esposa una princesa cristiana de Constantinopla (Ropero, 2010). Debido a esto, Cosroes II en un momento de su vida desarrolló una cierta afinidad con el cristianismo y los cristianos, los cuales podían ejercer libremente su fe. La construcción de Conventos e iglesias era permitida, por ejemplo, el Convento de Pethion que estuvo ubicado específicamente en Ctesifonte. En tiempos posteriores hubo dos iglesias, una con el nombre de Santa María y la otra llamada San Sergio ambas construidas bajo las órdenes de Cosroes II [22].

En ambos casos, es decir durante el reinado de estas dos dinastías hubo monarcas que desarrollaron la tolerancia en todo el sentido de la palabra incluyendo la religiosa. La tolerancia es un término demasiado complejo para poder definirlo, aunque por lo general es aplicado al comportamiento humano puede ser también interpretado como una virtud. Pero si nos basamos en la etimología latina tendríamos que centrarnos en el verbo Tolerare que significa resistir, sufrir, soportar, etc. (Cabedo Manuel, 2006). Para Max Müller y Alois Halder el término “tolerancia” es un concepto practico y no teórico, el cual tiene múltiples funciones como el de proteger al sistema dominante contra la disolución, protege al sujeto de la opinión minoritaria contra represiones físicas, sociales, mentales; y finalmente como una especie de preparación para una confrontación pacífica (Muller & Halder, 2001, pp. 426-427).

VII.     Conclusiones

Las persecuciones de cualquier tipo son actos deplorables especialmente aquellas que son de tipo religioso porque limitan la libertad del ser humano en su relación con Dios. Lamentablemente la historia universal nos muestra que las persecuciones religiosas se han originado desde la edad antigua. Ante esto poco o mucho se ha podido hacer para evitarlas. En el presente artículo se ha puesto como ejemplo las masacres hamidianas llevadas a cabo por Abdul Hamid II (1894-1896) en contra de todo no musulmán, que sin duda alguna afectó principalmente a los Armenios. Sin embargo esto sólo fue el inicio, porque durante los años finales del Imperio Otomano, por el año 1915, la persecución religiosa por parte del Estado se intensificó.

En el siglo XXI, podemos encontrar persecuciones religiosas de toda índole, en especial promovidas por algunos Estados y grupos terroristas como el Estado Islámico en Medio Oriente, África y Asia, que tienen como objetivo a cristianos, musulmanes, Izadies y personas de otras creencias.

¿Estaremos siendo testigos de un clash de civilizaciones, como se refería Samuel Huntington en la década de los 90? Si es así, ¿qué se puede hacer para revertir esta situación y poder vivir en harmonía? Es exactamente aquí cuando el dialogo intercultural juega un rol fundamental, teniendo como objetivo principal promover una convivencia harmónica. El legado del austriaco Hans Köchler y del ex-presidente irani Jatami no debe olvidarse, sino, por el contrario, ha de continuarse con su ejemplo. Lamentablemente lo que no se conoce no se valora: por lo tanto, se debería seguir divulgando la obra de estos personajes que entregaron parte de su vida para lograr un mundo mejor.

A manera de conclusión, la pregunta que se debería plantear es: ¿que nos ha impedido poner en práctica la tolerancia? Sabiendo los beneficios que ésta puede aportar para alcanzar un nivel de convivencia óptimo, tanto al interior de una sociedad y como al exterior, esto nos permitiría desarrollar un enfoque sobre relaciones internacionales capaz de consolidar una política exterior que promueva el dialogo intercultural. Al parecer, en estas dos primeras décadas que están transcurriendo del siglo XXI, pareciera que resultara difícil ponerlo en práctica, y, por el contrario, todo lo que se ha conseguido hasta el momento es haber desencadenado un proceso de intolerancia al interior de países que están constituidos por diferentes etnias y credos, entre regiones que son completamente asimétricas.

César Castilla Villanueva, en https://dialnet.unirioja.es/

Notas:

       El Imperio Austro-Húngaro, Francia, el Imperio Alemán y el Reino de Italia también fueron firmantes de dicho tratado.

       Entendido como dar una interpretación diferente a una ortodoxia.

       Como se sabe, Al-Qaïda es una agrupación terrorista inspirada en el wahabismo, que fue liderada en sus inicios por Osama ben Laden. Se caracteriza por tener varias células como Al-Qaïda en el Maghreb islámico (AQMI), Al-Qaïda en Irak (AQI) o Al-Qaïda en la península Arábiga (AQPA).

       Abu Musab al-Zarqawi fue asesinado en 2006.

5        al-Jihad. al-Tawhidw Jama'at )جماعة التوحيد والجهاد

       Al-Qaïda en Irak (AQI), Jaysh Al-Taifa Al- Mansoura, KataebAnsar al-Tawhid, Sarayat al-Jihad al-Islami, Kataeb Al-Ahwal.

7        مجلس شورى المجاهدين في العراق(Majlis Shura al-Mujahideen fi al-Iraq.)

8        (المطيبين  حلف)  Hilf  al-Mutaibin,  grupo  compuesto  por  el  Consejo  Consultivo  de  los Muyahidines en Irak y otras organizaciones como Jund Assahaba, Jaish Al Fatihin, Kataib Ansara Tawhidwa Sunna, y otros jefes de tribus.

9        الدولة االسالمية في العراق والشام(Ad-Dawlat al-Islāmiyya fī'l-'Irāqwa'sh-Shām.)

10        AnsarBeit Al-Maqdisa, Al-Nosra.

11        Cfr. Cia. Fact Book, 2014.

12           ملك طاووس

13        Denominada por los griegos de ésta forma, cuyo significado es “Ciudad de los Persas”.

14        “Reino de Jamshid” en español.

15        Fundada por el Ayatollah Imam Jomeyni en abril de 1979, después de la caída del Sha de Irán y largos años de opresión sobre el pueblo musulmán.

16        Tamdan Eilam que en español significa “Civilización de Elam”.

17        Μηδία o مادای en griego y persa respectivamente.

18        Del avéstico zruvan, “tiempo”.

19        Profeta del Siglo VII A.C., Irán.

20        Líder laico de la comunidad judía de Babilonia, luego de la destrucción del reino de Judá, así como la consecuente deportación de los hebreos bajo las órdenes de Nabucodonosor

21        ايران در زمان ساسانيان، آرتور کريستنسن، ص. Traducción del Persa al Español por el autor de este ensayo)

   22         Ibidem.

 

 

¿Por qué han bajado los precios energéticos si la guerra sigue?

Álvaro Bañón Irujo

Profesor de Dirección Financiera e Inversiones

Tras la invasión rusa a Ucrania en febrero de 2022, se dispararon los precios de casi todas las materias primas. El precio del gas natural se dobló entre enero y mayo, y con él, el de la energía eléctrica. El del petróleo subió un 50 % y el de materias primas como el trigo, otro 50 %.

En verano del año pasado, la gasolina alcanzó en España precios de hasta 2,1 euros por litro y algunos auguraban que alcanzaría los 3 euros. Hoy el gas está –y ha estado este invierno– prácticamente al mismo precio que antes de la invasión, la electricidad lleva meses más barata que antes y el litro de gasolina está en torno a los 1,5 euros. El trigo, casi un 50 % más barato que hace un año.

¿Qué ha pasado? Desgraciadamente, no es que haya acabado la invasión. Lo que ha ocurrido es que los mercados han funcionado y la oferta y la demanda se han ajustado al nuevo escenario, llevando los precios de nuevo al equilibrio en los mercados de materias primas.

 

Los precios de la energía

En el lado de la demanda, en empresas y hogares se ha buscado la eficiencia energética para gastar menos. En las casas y comunidades de vecinos la calefacción se ha encendido más tarde, se ha invertido en aislamientos y se vigilan más los consumos. Las empresas también han tomado conciencia de la importancia del coste energético y han tomado medidas. El resultado de todo esto es una bajada del consumo de gas de más del 17 % en Europa (un 10,8 % en España).

¿Se habrían tomado estas medidas si no hubiera habido una brutal subida en los precios? Muy probablemente no. Aunque suene raro, esta subida de precios ha sido sana porque ha llevado a los consumidores a la eficiencia.

Por el lado de la oferta, y especialmente en el caso del gas, el mercado ha funcionado: al subir tanto los precios aparecieron vendedores de gas de debajo de las piedras y Europa tiene incluso dificultades para almacenarlo. Hay exceso de oferta y el precio del gas se ha desplomado. Ha habido incluso atascos de buques metaneros para descargar gas natural licuado en los puertos españoles.

 

Es la oferta y la demanda

Podríamos hacer la misma reflexión con el trigo, el maíz o el petróleo. Al subir los precios ha aparecido más oferta. Es así desde hace 2 000 años. Esto nos lleva a algo difícil de entender, incluso para los estudiosos. Los precios no tienen que ver con los costes, tienen que ver con la oferta y la demanda. Al mercado no le interesan los costes sino encontrar el precio al que al vendedor le interesa vender y al comprador, comprar.

Hace un año el coste de extraer un barril de petróleo era prácticamente el mismo que hoy y, sin embargo, hoy cuesta cerca de un 40 % menos. ¿La razón? La oferta y la demanda. El coste de una habitación de hotel en Pamplona el 7 de noviembre y el 7 de julio es similar (para el propio hotel). Y sin embargo, el 7 de julio, con los sanfermines, el precio se multiplica por cuatro. ¿Por qué? Por la oferta y la demanda.

Ahora bien, si los mercados se ajustan, ¿por qué la cesta de la compra no baja? La respuesta es doble:

  1. Porque la demanda sigue firme. Necesitamos comprar comida y la demanda es bastante inelástica (no varía mucho ante los cambios de precio) en productos básicos como la leche, el aceite y los huevos.
  2. Porque, para que bajen los precios, se necesita que haya competencia, más productores ofreciendo sus productos en el mercado.

No hay que confiar en que los precios bajarán cuando bajen los costes de los productos, porque no lo harán. Bajarán cuando aumente la competencia y sobre producto en el mercado.

Por otro lado, hay bienes que ya están bajando. ¿Por qué? Porque su consumo se ha ajustado a los precios.

 

Ajuste de mercados

Por ejemplo, si sube mucho el precio de la ternera consumiremos menos ternera y compraremos más pollo. ¿Qué sucederá entonces? Al disminuir la demanda, los productores se encontrarán con terneros a los que tendrán que dar salida y eso hará bajar los precios.

Como conclusión, y ahora que se habla tanto de intervenir los mercados, un consejo para los poderes públicos: dejen que los mercados se ajusten. El precio es un indicador del exceso de oferta o de demanda y cualquier desequilibrio será corregido por el propio mercado. Si el precio sube mucho aparecerán nuevos vendedores, se reducirá la demanda y se ajustará el precio.

Todo intento de fijar un precio no basado en la oferta y la demanda lleva al desabastecimiento o al mercado negro. Si se quiere que bajen los precios de un bien o de un servicio, o que mejore ese servicio, se debe favorecer la aparición de nuevos competidores. Solo así se pondrán las pilas los que ya están en el mercado. No hay nada peor que sentirse un cliente cautivo.

 

 

Nuestros hijos necesitan papás de carne y hueso

En la actualidad la figura del papá en la familia se ha desvirtuado mucho, ya que en muchas ocasiones casi no están presentes por el trabajo y tantas responsabilidades que tienen para llevar a casa lo necesario para vivir dignamente.

Sé que esto es muy importante, pero también lo es que nuestros hijos tengan a un padre presente, de carne y hueso, y no solo un concepto lejano que muy pocas veces se acerca, sólo para corregir y que por lo tanto los pequeños le tienen terror.

Nosotros como mamás debemos buscar que nuestros hijos tengan un concepto correcto de papá y él debe buscar estar presente en los momentos más importantes de la vida familiar.

No siempre es fácil pero aquí te dejo mis 5Tips para lograr tener un papá de carne y hueso en nuestra familia.

PRIMERO. Cuando esté en casa que esté alegre y al 100%.

Sabemos que las ocupaciones y el tráfico que en la actualidad prima en nuestras ciudades nos hace invertir mucho tiempo en los traslados y en el trabajo, restando tiempo para estar con la familia, pero el tiempo que papá logre estar, que sea de calidad, que esté contento y dispuesto a convivir y jugar con los hijos, salir al parque o ver películas con ellos.

De ser posible que evite contestar llamadas del trabajo o que dedique algunos minutos a ello y que regrese a la convivencia con los hijos.

No es necesario que esta actividad sea extraordinaria o que implique un gasto excesivo, papá debe estar consciente que el ingrediente secreto, el elemento estrella de este tiempo, es él, su presencia con los hijos.

SEGUNDO. Que esté enterado de las actividades familiares. Nosotros como mamás podemos ayudarles a lograrlo si ponemos un calendario familiar en un lugar visible para que cuando llegue del trabajo o cuando vaya de salida vea lo que hay en el día para la familia y pueda dar algunas palabras de aliento o acompañamiento para cada uno de los hijos.

En este calendario hay que anotar las actividades de la escuela de nuestros hijos, las actividades de las clases extra escolares y también las fechas importantes para la familia, así papá las podrá tener en cuenta y pedir permisos o vacaciones con tiempo cuando sea necesario.

En caso de que le sea imposible asistir, puede darle a los hijos algunas palabras con referencia a esa actividad y mostrar su interés con alguna llamada para ver cómo les fue y tratar de llegar a tiempo a casa por la noche para propiciar un momento de convivencia y, por qué no, de sana celebración familiar.

TERCERO. Busquen un momento al día para estar juntos.

Sé que cada vez esto es más difícil, pero podemos buscar que todos desayunemos juntos o de ser necesario, que sea en la cena cuando estemos juntos.

No es necesario que sean horas y horas, con que dediquemos algunos minutos para poder dialogar y compartir lo que se hizo en el día o lo que se quiere hacer, es más que suficiente. Esto sirve para establecer un vínculo entre papá y los hijos y fortalecerlo día con día.

CUARTO. Establezcan una hora a la semana para la convivencia familiar.

Y es que debemos ponerla en las agendas de todos y en el calendario familiar, para que busquemos que todos estén en casa y así poder convivir en familia.

Conforme crecen los hijos, esto se vuelve casi imposible, pero por eso debemos establecer un día y todos tomarlo muy en serio, de otra forma las relaciones familiares se enfrían y se vuelven lejanos. Esto es un peligro cuando nuestros hijos se vuelven adolescentes y jóvenes porque se pierde la comunicación con ellos y la confianza en papá, sobre todo, porque lo sienten cada vez más lejano.

Debemos tomar en cuenta que es precisamente en la adolescencia cuando los hijos necesitan más de un papá presente e involucrado con ellos para que las dudas que de manera natural van surgiendo puedan dialogarlas y poner las cosas en su justa dimensión.

En cuanto a las hijas, la figura paterna es vital ya que es quien les da seguridad, por eso debe haber una convivencia constante y por eso, por lo menos una hora a la semana debe haber ese tiempo familiar.

Y QUINTO. Que papá tenga detalles amorosos.

Expresar el amor no les resta autoridad, ni los hace menos hombres, por el contrario, los hace personas de carne y hueso, capaces de sentir y de amar. Esto forma la personalidad de los hijos y los marca para toda la vida

Es mejor un papá cercano y amoroso que uno regido y lejano que solo se le tiene miedo porque cuando llega comienza el terror de las exigencias exageradas y los castigos excesivos por cosas que no se han hecho.

Cuando papá educa a los hijos con amor y desde el amor, es capaz de sentir con ellos, hacer empatía, buscar el bien de cada uno de ellos y el bien de la familia, corrigiéndolos cuando debe e impulsándolos cuando así se amerita.

Un papá de carne y hueso es un papá presente, aunque las actividades de su trabajo le impidan dar tiempo en cantidad, pero lo da en calidad y tiene detalles amorosos que les dan vida a los hijos.

 

Una imposición mortal

A principios del presente mes de junio, la ONU, en su plataforma de noticias: “Mirada Global Historias Humanas”, publicó un artículo afirmando que la decisión del Tribunal Supremo estadounidense de anular, el pasado junio del 2022, el derecho constitucional al aborto, ha tenido como consecuencia que millones de mujeres y niñas, en los Estados Unidos, hayan sufrido un alarmante deterioro en el acceso a la atención de la salud sexual y reproductiva. Ya que, de acuerdo con los expertos independientes en derechos designados por la ONU, debido a dicha decisión, 14 estados de los 50 del país, han prohibido o al menos restringido el derecho al aborto, lo cual, “viola el derecho internacional de los derechos fundamentales poniendo en grave peligro a millones de mujeres y niñas” a quienes se les niega los derechos humanos fundamentales de atención integral de la salud, incluida la salud sexual y reproductiva lo cual puede dar lugar a violaciones de los derechos de las mujeres a la intimidad, la integridad y la autonomía corporal; a la libertad de conciencia o creencias; a la igualdad y la no discriminación así como el derecho a no sufrir tortura y tratos crueles.

El articulo añade que las mujeres y niñas de comunidades marginadas, minorías raciales y étnicas, migrantes, con discapacidad, o que viven con bajos ingresos, se ven afectadas de forma desproporcionada por dichas prohibiciones. El artículo termina instando, tanto al gobierno federal como a los gobiernos estatales, a que actúen para invertir la retórica regresiva del sistema legislativo promulgando medidas que garanticen el acceso al aborto legal y seguro. El informe anterior se suma a la recomendación publicada, el pasado 5 de mayo, por la ONU en su “Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial” que afirma que; limitar el acceso a “la información, a los servicios y a los medicamentos sexuales y reproductivos, incluida la planificación familiar y especialmente el aborto” es discriminación racial.

Es paradójico que la ONU sostenga que la prohibición o restricción del aborto constituye una forma de discriminación racial cuando lo contrario es la realidad. Basta recordar que una de las más importantes promotoras del aborto a nivel internacional, Margaret Sanger, fue una ferviente defensora de la eugenesia, lo cual la llevó a fundar, en 1934, inspirada en la teoría de la selección natural de Darwin y el mito de la sobrepoblación de Malthus; la Liga Americana de Control Natal (posteriormente Planned Parenthood) a través de la cual buscaba limitar, cuando no exterminar, a la población clasificada como inferior. Sanger promovió como medios de “eugenesia negativa”; la anticoncepción subvencionada por el gobierno, el aborto y la esterilización forzada, llegando a afirmar: “ninguna mujer tendrá derecho legal a tener un hijo, y ningún hombre tendrá derecho a ser padre, sin un permiso de paternidad”.

Desafortunadamente, su fundación no se aleja un ápice de la filosofía que le dio origen. Por el contrario, a pesar de que los afroamericanos representan aproximadamente del 14% de la población estadounidense, alrededor del 38% de los abortos que se realizan, tienen como víctimas a los bebés afroamericanos. No es casual que la gran mayoría de clínicas abortistas se encuentren cerca o en los vecindarios de minorías quienes son afectados con el crimen del aborto de manera desproporcionada. Planned Parenthood es responsable del asesinato de 247 bebés negros al día. Otro dato revelador es que, aun cuando se estima que la población afroamericana en los Estados Unidos está constituida por aproximadamente 46 millones, alrededor de 20 millones de bebés negros han sido abortados desde 1973 cuando, con el caso Roe v. Wade, la Suprema Corte dictaminara que la Constitución de los Estados Unidos protege la libertad de una persona embarazada a tener un aborto.

Actualmente, la llamada eugenesia negativa es promovida mundialmente por la ONU a través del pomposo nombre de salud reproductiva. Si en los Estados Unidos las principales víctimas del aborto son los bebés afroamericanos, en Asia son las niñas y en los países más desarrollados son los bebés con alguna discapacidad. La posición de la ONU no puede ser más incongruente: denuncia la discriminación racial y promueve la masacre de miles sino millones de bebés negros alrededor del mundo; habla de proteger a las mujeres mientras calla ante los miles de bebés que son asesinados sólo por ser mujeres; dice trabajar por las personas vulnerables y fomenta la exterminación de bebés que puedan presentar la más mínima discapacidad. Contrariamente a lo que afirma la ONU, el aborto es racista, es injusto y es cruel; pero sobre todo es criminal pues cada vida, desde el momento de su concepción, es sumamente valiosa ya que ha sido creada a imagen y semejanza de Dios, de ahí su dignidad.

Es hora de llamar a las cosas por su nombre. El llamado aborto seguro consiste en el asesinato, a través de diferentes métodos a cuál más cruel, del bebé en gestación y por lo tanto no puede ser, en ninguna circunstancia, un derecho. La mujer fue creada por Dios como fuente de vida. Desafortunadamente, el diabólico empeño del hombre por redefinir la naturaleza ha convertido el vientre de la madre en un peligrosísimo lugar rondado por la muerte; renegando así del amor nato, del amor más profundo e incondicional que es el amor de la madre. Como dice el proverbio: “Hay caminos que al hombre le parecen rectos, pero que acaban por ser caminos de perdición”. Es hora de enderezar el sendero y defender cada vida, sin excepción alguna, desde su concepción. Retomemos el único camino que conduce al bien, a la verdad y a la vida. El camino que Cristo nos enseñó.

 

 

Los dos pulmones de Europa

Fue Juan Pablo II quien acuñó el término de los “dos pulmones” espirituales del cristianismo. La Iglesia de Roma necesita y se complementa con la espiritualidad de las Iglesias orientales. Un argumento extrapolable al fortalecimiento del diálogo con la Ortodoxia que, al igual que la Iglesia católica, custodia la tradición apostólica. Karol Wojtyla vio cumplido su sueño de la ampliación al este de la UE, un proyecto alentado desde sus orígenes por los sucesivos pontífices.

El proceso de integración puesto en marcha por Schuman, De Gasperi y Adenauer representaba una apuesta por la reconciliación en un continente devastado por la II Guerra Mundial. La Iglesia siempre ha puesto en valor esta dimensión ética, y al tiempo ha sido muy crítica con una visión en exceso economicista y tecnocrática del proyecto europeo, sin por ello dejarse engañar por populismos como el de Vladimir Putin, que enarbolan torticeramente las banderas de la nación y de las raíces cristianas del continente.

Jesús Martínez Madrid

 

Escaramuzas diplomáticas

La puesta en entredicho del embajador chino en París protagonizaba un gran conflicto diplomático. Coincidía históricamente con la denuncia de Moscú contra Washington ante el consejo de seguridad de la ONU por estar violando, a su entender, los objetivos y principios de la Carta de las Naciones Unidas… Rusia asumió en abril la presidencia rotatoria de ese consejo, y su ministro de exteriores, Serguéi Lavrov, convocó una reunión especial en defensa de la Carta y del multilateralismo. La ONU estaría sufriendo una profunda crisis, y serían responsables los países de occidente y en particular Estados Unidos. “Nada más lejos de la verdad, es cínico”, denunció el embajador europeo, Olof Skoog. En la sesión, el secretario general, Antonio Guterres, condenó sin ambages la invasión de Ucrania como violación del derecho internacional y la Carta de la ONU.

Estas escaramuzas diplomáticas invitan a insistir en la importancia de la veracidad para la concordia democrática y la paz mundial, a pesar de los serios embates que sufre en tiempos de tanta guerra también cultural, del hiperprotagonismo de las redes y plataformas sociales, y de la aceleración de las decisiones que  afectan a todos. La experiencia ya centenaria de gobiernos marxistas, con su particular y falso concepto de verdad, se perpetúa hoy con el evidente cinismo de los líderes rusos y chinos.

Su énfasis en el multilateralismo oculta el rechazo de la universalidad de los derechos humanos, francamente en peligro hoy. Ante la tesis de que "en el mundo, países diferentes tienen concepciones diferentes sobre el problema de los derechos del hombre", Occidente no puede responder sólo con sanciones económicas, reverso del antiguo principio commerce d'abord.  Los más idealistas pensaban sinceramente que la apertura al comercio con occidente, provocaría también  que las fronteras se abriesen a las ideas. En realidad, no hay indicios de que esté siendo el camino para el progreso de los derechos humanos. Muy al contrario. Basta pensar en la terrible represión de las libertades en Hong Kong.

Juan García. 

 

No es miedo a morir sino a vivir

En la regulación de los comportamientos personales y médicos ante el fin de la vida, la historia reciente del derecho en Francia cuenta con dos leyes promulgadas en el siglo XXI tras alcanzar en vía parlamentaria una insólita mayoría: la primera, de 2005, rozó la unanimidad, por la ponderación del ponente chiraquiano, que daría nombre a la ley (Leonetti). Pero unos años después, en 2016, aun reconociendo el acierto de la norma, se actualizó en algunos extremos en la llamada ley Claeys-Leonetti, por los nombres de los dos ponentes, el primero socialista.

Parecía haberse llegado a una ley duradera, por su amplitud y rigor, aunque lógicamente no todos aceptaban todo, especialmente los que deseaban el pleno reconocimiento de la eutanasia y la asistencia médica al suicidio. Parecía duradera también, porque concedía importancia capital a la puesta en marcha de los servicios de cuidados paliativos: por aquella época llamaba la atención su exigüidad, a pesar de haberse decretado algunos planes trienales... Por todo esto, no se vio necesario reabrir la cuestión en los “estados generales” de la bioética organizados durante un semestre en 2018, antes de abordar la imperativa actualización periódica de las leyes bioéticas.

Pero el presidente Emmanuel Macron no siempre conecta con la mayoría social, como se ve estos días con la reforma del sistema público de pensiones. El gobierno ha impuesto su criterio mediante el equivalente al decreto-ley, sin que precedieran “estados generales” o convenciones ciudadanas, como en materia de cambio climático, o del fin de la vida. En el caso de la muerte, ciertamente tomó una iniciativa inesperada y, a mi entender, poco madura, porque parece haber ido cambiando ante la magnitud del debate cívico que ha suscitado el problema.

En algún momento pareció que iba hacia el modelo de Bélgica. Luego, a los de Oregón o Suiza. La última es la búsqueda del “modelo francés”..., que es justamente el que quiere reformar. No es fácil superar desde la moderación y la profundidad la ley Claeys-Leonetti, menos aún cuando los cuidados paliativos siguen siendo tan deficientes. Porque esa norma combina prudentemente dos criterios clásicos del espíritu republicano francés –libertad, fraternidad: autonomía de la voluntad y libertad compartida- y promete avanzar en igualdad.  Porque sigue siendo flagrante la desigualdad ciudadana en materia de cantidad y calidad de los cuidados paliativos, que llegan sólo a un tercio de la población declinante.

Como describe François Blot, especialista en reanimación médica, hace cien años, la gente moría mal, pero moría rápido. Hoy muchas personas temen las condiciones inhumanas del final de la vida. La clave no es morir con dignidad, sino vivir dignamente acompañado la fase final de la vida, porque eso es lo que agobia a una mayoría: no tener un final de vida pleno de verdadera humanidad.

JD Mez Madrid

 

Vivir en soledad el fin de la vida

No es infrecuente cruzarse, haciendo paseos y/o excursiones por la montaña, con caminantes –participio verbal que sirve para todos los géneros- que gozan de la marcha en soledad. Deben de tener sus razones: quizá necesitan tiempo para pensar, lejos de trabajos agobiantes, o deseos de encontrar en la cultura de la vida energía para conllevar la dureza que impone la tecnoestructura de lunes a viernes, un fenómeno descrito hace años por el filósofo Alejandro Llano.

Aunque intento comprender, no dejo de sentir cierta pena ante la posible soledad. Estos últimos días, en los que tanto se habla y escribe de la muerte, sobre todo fuera de España, se acentúan las incógnitas del fin de la vida: veo a personas jóvenes, fuertes, con aparente vigor físico, que seguramente llevan una vida sana; probablemente vivirán más que los sedentarios, aunque aumente para todos, año tras año, la media de la esperanza de vida: gozan y quizá piensan en solitario por las sendas de montaña. ¿Morirán también solos en su ancianidad?

Desde hace meses, apenas hay día en que no aparezca algo interesante en la prensa sobre el fin de la vida. Dentro de la paradoja postmoderna amante del relativismo, los estados legislan abundantemente sobre toda parcela humana. No es sólo “furor pedagógico”, del que quizá proviene la reciente ley de una comunidad española sobre cultura de la paz. Más bien suele ser consecuencia de la presión mediática de minorías activas.

Jesús Martínez Madrid

 

Natalidad

Un hijo es una pancarta que dice NO al consumismo, al individualismo, al suicidio colectivo en el que nos hemos embarcado como sociedad hastiada de bienes terrenales, pero sin nada que esperar, sin un sentido común.

1 de junio de 2023·Tiempo de lectura: 3 minutos

natalidad

Charlando el otro día con un amigo que acaba de ser padre, calculamos que, de haber tenido los beneficios sociales de los que están disfrutando él y su mujer por tener un hijo, el Estado nos debe –a mí, a mi esposa y a toda la familia– más de dos años de baja laboral.

Me parecen bien todos los beneficios que se den desde las administraciones para ayudar a las familias, sobre todo en los primeros años de vida de los hijos, pero vaticino que hará falta algo más que estímulos laborales o económicos si queremos salir del invierno demográfico en el que nos hemos metido.

Y es que, no lo olvidemos, la popularización de los anticonceptivos y el uso del aborto como un método más a finales del siglo XX supuso un cambio de paradigma en lo más profundo de la identidad humana. Los hijos dejaron de ser un regalo sorpresa que nos deparaba (o no) la vida, para convertirse en un objeto al que se accedía solo si entraba en los planes de los padres.

Empezaron, pues a nacer personas por encargo destinadas a satisfacer los deseos humanos más dispares. Quizá usted que me lee fue en su día para sus padres una persona-peluche, una persona-espejo o una persona-parejita. Y obviamente, cosas de la vida, quizá usted no satisfizo para nada los deseos de sus padres pues, en el primer caso su carácter es arisco y olvida siempre llamarlos por su cumpleaños; en el segundo caso, no siguió la carrera de su padre ni quiso heredar el negocio de su madre; y, en el tercer caso, resultó ser del mismo sexo que el primer retoño, fastidiando a uno de sus dos progenitores.  

Los hijos, vengan como vengan, tienen la maldita costumbre de no indicar previa y detalladamente sus especificaciones, como corresponde a cualquier buen producto de Amazon. Muchísimos salen rana y hacen no lo que el solicitante quiere, sino lo que les parece a ellos. Ya ni siquiera se hacen cargo de los padres cuando les llega la hora de ser cuidados, lo que en justicia compensaba el esfuerzo de criarlos. 

Entonces, ¿para qué ser padres?, ¿cómo motivar a las parejas a apostar por la vida? Para responder a esta pregunta no hay más que retroceder unas décadas en el tiempo y analizar lo que pasó en la época en la que fuimos concebidos los llamados baby boomers, los hijos de la explosión demográfica posterior a la Segunda Guerra Mundial. ¿Qué tenían nuestras familias para que la natalidad experimentase un boom de tal calibre? Ciertamente, la pujanza económica ayudó, pero hoy somos mucho más ricos que entonces y todo nos parece poco. Lo que realmente animaba a las familias a no tenerle miedo a los hijos era no tenerle miedo al mañana. El hecho de haber dejado atrás las guerras, hizo que la sociedad mirara hacia delante con ilusión, ya que cualquier tiempo futuro sería siempre mejor que el infierno bélico. Un embarazo era un motivo de alegría porque se consideraba un bien para la familia, para el pueblo, para la sociedad.  

No eran condiciones especialmente buenas en lo económico ni en lo laboral, muchos trabajaban de sol a sol o tuvieron que emigrar, pero había esperanza. En un discurso reciente, el Papa acaba de afirmar precisamente que: «si nacen pocos niños significa que hay poca esperanza», denunciando que las jóvenes generaciones «crecen en la incertidumbre, cuando no en la desilusión y el miedo. Viven en un clima social en el que fundar una familia se está convirtiendo en un esfuerzo titánico, en lugar de ser un valor compartido que todos reconocen y apoyan».

He sido testigo en unas cuantas ocasiones de cómo la gente no tiene reparo en afearle a una madre joven, orgullosa, con su precioso bebé en brazos, el hecho de traerlo al mundo por “lo mal que están las cosas y el mucho trabajo que dan”.

Un bebé es una bofetada al amargamiento general que nos invade, al supuesto progreso con cara de vinagre; es una pedorreta en la cara de los profetas de calamidades; es un grito de esperanza en medio de un mundo ensimismado en darse gusto sin caer en que el hombre y la mujer se realizan en el servicio, en la donación a los otros y al mundo entero.

Un hijo es una pancarta que dice NO al consumismo, NO al individualismo, NO a la pérdida de los vínculos humanos, NO al suicidio colectivo en el que nos hemos embarcado como sociedad hastiada de bienes terrenales, pero sin nada que esperar, sin un sentido común.

Urge volver a los valores intangibles y espirituales, esos que nos hicieron salir de la cueva y progresar como especie mirando hacia adelante, sin miedo al futuro, empujándonos unos a otros como tribu. ¿Quieren hijos? Busquen la fuente de la esperanza que no falla. Vale más que todo el oro del mundo.