Las Noticias de hoy 15 Abril 2023

Enviado por adminideas el Sáb, 15/04/2023 - 11:26

Respeto Al Prójimo Y Defensa Del Medio Ambiente que Dios nos regala -  comparte | Facebook

Ideas Claras

DE INTERES PARA HOY    sábado, 15 de abril de 2023   

Indice:

ROME REPORTS

¿Cuáles son las características del celo evangélico verdadero?

Comienza el Congreso general extraordinario del Opus Dei

¡No tengáis miedo!

ID AL MUNDO ENTERO... : Francisco Fernandez Carbajal

Evangelio del sábado: apóstoles con goteras

”Cristo resucitado es el compañero” : San Josemaria

Las características del celo evangélico

Diez recursos para el Domingo de la Divina Misericordia

Retiro de abril #DesdeCasa (2023)

¡Hay esperanza! : Felipe Arizmendi

Fabricar hijos: la nueva esclavitud del siglo XXI : Pilar María Estellés Peralta

Cambio de sexo, de género, de seso. : José Luis Velayos

Disfrutar más… con menos : Lucía Legorreta

CELEBREMOS LA ALEGRÍA DE LA PASCUA EN FAMILIA : Silvia Del Valle

AL INICIO DE LA PASCUA. UNA PAZ DURADERA : José Martínez Colín

Una Pasión muy actual : Jorge Hernández Mollar

Marta Risari: “Formar parte del Opus Dei no resta nada a ser fieles de las diócesis”

La píldora abortiva en Estados Unidos, ¿prohibida? : Paloma López Campos

Extraña que si los españoles : Domingo Martínez Madrid

Una sociedad que… : Jesús D Mez Madrid

Diez años de pontificado misionero : Juan García. 

Europa se vacía : José Morales Martín

Un ser para la vida : Maria Candela Temes

 

 

ROME REPORTS

 

¿Cuáles son las características del celo evangélico verdadero?

10ª catequesis del Papa Francisco sobre la pasión de evangelizar

 

Características celo apostólico

Audiencia general, 12 abril 2023 © Vatican Media

“¿Cuáles son las características del celo evangélico verdadero según Pablo?”, ha planteado el Papa Francisco.

En la audiencia general de hoy, miércoles 12 de abril de 2023, el Santo Padre ha presentado la 10ª catequesis dedicada al tema de “la pasión por la evangelización”, titulada “Los testigos: san Pablo 2”.

A lo largo de la misma Francisco ha reflexionado sobre el celo evangélico, y sobre cómo el propio San Pablo habla de él y lo describe en algunas de sus cartas.

A continuación, sigue el texto de la catequesis completa, los saludos, el llamamiento por la paz y las palabras en español del Pontífice.

Catequesis. La pasión por la evangelización: el celo apostólico del creyente 10. Los testigos: San Pablo 2

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Después de haber visto, hace dos semanas, el impulso personal de san Pablo por el Evangelio, podemos reflexionar hoy más profundamente sobre el celo evangélico, así como él mismo habla sobre ello y lo describe en algunas de sus cartas.

En virtud de su propia experiencia, Pablo no ignora el peligro de un celo distorsionado, orientado en una dirección equivocada; en este peligro había caído él mismo antes de su caída providencial en el camino de Damasco. A veces tenemos que lidiar con una preocupación mal orientada, obstinada en la observancia de normas puramente humanas y obsoletas para la comunidad cristiana. “El celo – escribe el Apóstol – que ésos muestran por vosotros no es bueno” (Gal 4,17).

No podemos ignorar la preocupación con la que algunos se dedican a ocupaciones equivocadas también en la misma comunidad cristiana; se puede presumir de un falso impulso evangélico mientras se está persiguiendo en realidad la vanagloria o las propias convicciones o un poco el amor de uno mismo.

Por esto nos preguntamos: ¿cuáles son las características del celo evangélico verdadero según Pablo? Para esto, me parece útil el texto que hemos escuchado al inicio, una lista de “armas” que el Apóstol indica para la batalla espiritual. Entre estas está la prontitud para propagar el Evangelio, traducida por algunos como “celo” —esta persona es un celante en el llevar adelante estas ideas, estas cosas—, e indicada como un “calzado”. ¿Por qué? ¿Por qué el impulso por el Evangelio está vinculado a lo que se pone en los pies? Esta metáfora hace referencia a un texto del profeta Isaías, que dice así: “¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae buenas nuevas, que anuncia salvación, que dice a Sión: “Ya reina tu Dios”!” (52,7).

También aquí encontramos la referencia a los pies de un anunciador de buenas noticias. ¿Por qué? Porque quien va a anunciar debe moverse, ¡debe caminar! Pero notamos también que Pablo, en ese texto, habla del calzado como parte de una armadura, según la analogía del equipamiento de un soldado que va a la batalla: en los combates era fundamental tener estabilidad de apoyo, para evitar las insidias del terreno, porque a menudo el adversario llenaba de trampas en el campo de batalla, y para tener la fuerza necesaria para correr y moverse en la dirección adecuada.  Por esto, el calzado es para correr y evitar todas estas cosas del adversario.

El celo evangélico es el apoyo en el que se basa el anuncio, y los anunciadores son un poco como los pies del cuerpo de Cristo que es la Iglesia. No hay anuncio sin movimiento, sin “salida”, sin iniciativa. Esto quiere decir que no hay cristiano si no en camino, no es un cristiano si el cristiano no sale de sí mismo para ponerse en camino y llevar un anuncio. No hay anuncio sin movimiento, sin camino. No se anuncia el Evangelio parados, encerrados en una oficina, en el escritorio o en el ordenador haciendo polémicas como “leones de teclado” y sustituyendo la creatividad del anuncio con el corta y pega de ideas cogidas aquí y allí. El Evangelio se anuncia moviéndose, caminando, yendo.

El término usado por Pablo, para indicar el calzado de quien lleva el Evangelio, es una palabra griega que denota prontitud, preparación, alacridad. Es lo contrario de la dejadez, incompatible con el amor. De hecho, en otra parte Pablo dice: “con un celo sin negligencia; con espíritu fervoroso; sirviendo al Señor” (Rm 12,11). Esta actitud era lo que se pedía en el Libro del Éxodo para celebrar el sacrificio de la liberación pascual: “Así lo habéis de comer: ceñidas vuestras cinturas, calzados vuestros pies, y el bastón en vuestra mano; y lo comeréis deprisa. Es Pascua de Yahveh. Yo pasaré esta noche” (12,11-12a).

Un anunciador está preparado para partir, y sabe que el Señor pasa de forma sorprendente; por tanto, debe estar libre de esquemas y predispuesto a una acción inesperada y nueva: preparado para las sorpresas. Quien anuncia el Evangelio no puede estar fosilizado en jaulas de plausibilidad o en el “siempre se ha hecho así”, sino que debe estar preparado para seguir una sabiduría que no es de este mundo, como dice Pablo hablando de sí mismo: “Y mi palabra y mi predicación no tuvieron nada de los persuasivos discursos de la sabiduría, sino que fueron una demostración del Espíritu y del poder para que vuestra fe se fundase, no en sabiduría de hombres, sino en el poder de Dios” (1 Cor 2,4-5).

Pues bien, hermanos y hermanas, es importante tener esta prontitud a la novedad del Evangelio, esta actitud que es un impulso, un tomar la iniciativa, un ir el primero. Es un no dejarse escapar las ocasiones para promulgar el anuncio del Evangelio de paz, esa paz que Cristo sabe dar más y mejor de como la da el mundo.  Y por esto os exhorto a ser evangelizadores que se mueven, sin miedo, que van adelante, para llevar la belleza de Jesús, para llevar la novedad de Jesús que cambia todo. “Sí, Padre, cambia el calendario, porque ahora nosotros contamos los años antes de Jesús…” – “Pero también, cambia el corazón: ¿y tú estás dispuesto a dejar que Jesús te cambie el corazón? ¿O tú eres un cristiano tibio, que no se mueve? Piensa un poco: ¿tú eres un entusiasta de Jesús, vas adelante? Piensa un poco…

Saludos

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Con la fuerza que nos da Cristo Resucitado, y teniendo en cuenta la experiencia de san Pablo, salgamos a anunciar a todos la Buena Noticia, que nos da alegría y paz. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide. Muchas gracias.

Llamamiento

Ayer se celebraba el 60º aniversario de la Encíclica Pacem in terris, que san Juan XXIII dirigió a la Iglesia y al mundo en medio de la tensión entre los dos bloques enfrentados en la llamada Guerra Fría. El Papa abrió ante todos el horizonte amplio en el que se puede hablar de paz y construir la paz: el diseño de Dios sobre el mundo y sobre la familia humana. Esa Encíclica fue una verdadera bendición, como un atisbo de serenidad en medio de nubes oscuras. Su mensaje es muy actual. Basta por ejemplo este pasaje: “las relaciones internacionales, como las relaciones individuales, han de regirse no por la fuerza de las armas, sino por las normas de la recta razón, es decir, las normas de la verdad, de la justicia y de una activa solidaridad” (n. 114). Invito a los fieles y a los hombres y las mujeres de buena voluntad a leer la Pacem in terris, y rezo para que los jefes de las naciones se dejen inspirar por ella en los proyectos y en las decisiones.

Resumen leído por el Santo Padre en español

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy reflexionamos sobre el celo apostólico a la luz de los escritos de san Pablo. La experiencia del Apóstol nos demuestra que puede haber un celo distorsionado —quizás movido por la vanagloria o las propias ideas—, tal como le sucedió a él mismo antes de su encuentro con Cristo en el camino de Damasco. De hecho, las imágenes que utiliza en sus cartas pueden ayudarnos a definir las características de un verdadero celo apostólico, de un verdadero apóstol de Jesús.

En el texto que hemos escuchado, Pablo dice a los efesios que “el calzado” para anunciar el Evangelio es “el celo”. Esta metáfora también nos recuerda al profeta Isaías, cuando habla de los pasos del que anuncia la buena noticia. ¿Qué significa esta referencia a “los pies” del apóstol? Significa que quienes anuncian a Jesús se tienen que mover, no se pueden quedar quietos. El celo evangélico es la base del anuncio, lo que impulsa a salir, a tener iniciativas, a tener creatividad; en definitiva, nos hace estar dispuestos a “modificar la agenda”, poniendo en primer lugar el anuncio de Jesús.

© Librería Editora Vaticana

 

 

Comienza el Congreso general extraordinario del Opus Dei

Del 12 al 16 de abril

(C) Pexels

 

Del 12 al 16 de abril, 274 fieles del Opus Dei se reunirán en Roma con el prelado y sus vicarios para reflexionar sobre los estatutos de la prelatura y adaptarlos al motu proprio “Ad charisma tuendum”. En esta carta apostólica, el Papa Francisco pidió que se renovaran algunos puntos del documento que define la misión y regula la vida de la prelatura.

Con el motu proprio Ad charisma tuendum, el Papa Francisco animaba al Opus Dei a promover la acción evangelizadora y a “difundir la llamada a la santidad en el mundo, a través de la santificación del trabajo y de las ocupaciones familiares y sociales”. El motu proprio modifica dos artículos de la Constitución Apostólica Ut Sit (con que se erigió la prelatura en 1982) para adaptarlos a la normativa fijada por la reciente Constitución Apostólica Praedicate Evangelium sobre la Curia romana. Además, en su artículo tercero, el Motu proprio añadía que los Estatutos del Opus Dei “serán convenientemente adaptados, a propuesta de la propia Prelatura, para su aprobación por los órganos competentes de la Sede Apostólica” (Ad charisma tuendum, n. 3).

Con esta premisa, el Prelado del Opus Dei, Mons. Fernando Ocáriz, ha convocado un congreso general extraordinario en Roma “para llevar a cabo lo que el Papa nos ha pedido sobre la adecuación de los Estatutos de la Obra a las indicaciones del motu proprio ‘Ad charisma tuendum’”.

Previamente, el Prelado había solicitado la participación de todos los fieles de la Prelatura que desearan señalar sugerencias específicas. En un mensaje del pasado 30 de marzo explicaba: “Las numerosas sugerencias que se han recibido se han estudiado en Roma, con la ayuda de expertas y expertos, para presentar propuestas concretas en el Congreso. Las que no eran aplicables a la petición de la Santa Sede contenida en el motu proprio se podrán tener en cuenta para preparar el próximo Congreso General ordinario en 2025. Son un material muy valioso, que os quiero agradecer de nuevo”.

En este congreso general extraordinario participan 126 mujeres y 148 hombres, de los cuales 90 son sacerdotes. Provienen de los cinco continentes: África (6,6%), América (36%), Asia (6,2%), Europa (50%) y Oceanía (1,1%). El 12 de abril, antes de comenzar las reuniones, se celebrará una Misa para encomendar al Señor esos trabajos. Luego, los congresistas se dividirán en grupos de trabajo para abordar las propuestas de adaptación de algunos de los puntos que componen los estatutos del Opus Dei.

Los trabajos y conclusiones de estos días se presentarán posteriormente al Dicasterio para el Clero, el ente de la Santa Sede con competencias sobre las prelaturas personales. Más adelante, la Santa Sede comunicará las modificaciones finales a los estatutos aprobadas por el Papa, que es el legislador en la materia.

En una reciente carta a los fieles de la Prelatura, Mons. Fernando Ocáriz señaló que “todos los Congresos Generales son momentos muy especiales de unidad entre toda la Obra, y de la Obra con el Santo Padre y con el conjunto de la Iglesia. En estas semanas, deseamos que esté especialmente presente la aspiración de san Josemaría: Omnes cum Petro ad Iesum per Mariam (Todos con Pedro a Jesús por María)”.

En la página web del Opus Dei se ha abierto una sección sobre el congreso que incluye los documentos previos del Papa y de la Santa Sede, los mensajes del Prelado, algunas preguntas y respuestas sobre el congreso y el motu proprio, así como información de prensa sobre la actualidad de la Prelatura del Opus Dei. Los diversos materiales se encuentran en: https://opusdei.org/es/page/ad-charisma-tuendum.

El Opus Dei inspira para encontrar a Cristo en el trabajo, la vida familiar y el resto de actividades ordinarias. Pertenecen actualmente a la prelatura 93.600 personas, de las cuales el 60% son mujeres. Muchas más personas, cooperadores y amigos de fieles del Opus Dei, participan en actividades de formación cristiana.

 

¡No tengáis miedo!

¡Ay de mi si no predicase el Evangelio!

 

(C) Vatican News

En 1994 se publicó Cruzando el umbral de la esperanza (Norma, 1994) de Juan Pablo II, una edición a cargo del periodista italiano Vittorio Messori, cuyo contenido son las respuestas del Romano Pontífice a las preguntas elaboradas por Messori. El libro estaba pensado para conmemorar los quince años de su pontificado (1978-1993). Después de muchos años, he vuelto a leer pausadamente el texto. Como era de suponer, encontré en el libro razones de esperanza para estos tiempos que zarandean al mundo y a la barca de la Iglesia, causando perplejidad y desconcierto a más de uno (me incluyo).

En el inicio de su pontificado, Juan Pablo II llenó de entusiasmo a los fieles cristianos exclamando: ¡no tengáis miedo! Una exhortación que hoy mismo cobra singular relevancia. “¿De qué no debemos tener miedo?” De nosotros mismos, de lo que hemos creado y puede escapársenos de las manos. No tener miedo de Dios y atrevernos a invocarlo con la oración que Jesucristo nos enseñó: ¡Padre nuestro que estás en el Cielo! Y continúa diciendo: “¿Por qué no debemos tener miedo? Porque el hombre ha sido redimido por Dios, (…) pues en la Redención se encuentra la más profunda afirmación de aquel «¡No tengáis miedo!»: «¡Dios ha amado al mundo! ¡Lo ha amado tanto que ha entregado a su Hijo unigénito!» (cfr. Juan 3,16). Este Hijo permanece en la historia de la humanidad como el Redentor” (p. 224).

El Dios cristiano no es un Dios lejano, es un Dios con nosotros, cuya Pasión, Muerte y Resurrección vivimos en esta Semana Santa. Un Dios que obra siempre y obra en el mundo. Lo palpamos de un modo más cercano en estos días ya a puertas de celebrarse la Vigilia Pascual. Pero Cristo no deja de hacerse presente, asimismo, en la Eucaristía, en el testimonio de sus santos, en la vida esforzada de tantos cristianos que procuran amar a Dios y al prójimo en sus tareas ordinarias. Un Dios, ciertamente, cuya presencia no deja de tener un tono de misterio, cuando nos enfrentamos a la experiencia del sufrimiento y apelamos a su Misericordia.

Tiempos difíciles para la Iglesia, en unos lugares más que en otros. Los sondeos de opinión y las estadísticas arrojan en algunos casos un debilitamiento de la fe y un decrecer de los fieles. Sin embargo, anota San Juan Pablo II: “No nos podemos detener, pues, en las meras estadísticas. Para Cristo lo importante son las obras de caridad. La Iglesia, a pesar de todas las pérdidas que sufre, no cesa de mirar con esperanza hacia el futuro. Tal esperanza es un signo de la fuerza de Cristo. Y la potencia del Espíritu siempre se mide con el metro de estas palabras apostólicas: «¡Ay de mi si no predicase el Evangelio!» (1 Corintios 9,16). ¿Replegarse? ¿Darse por vencidos y dejarse llevar por los ciclones que quieren arrancar las raíces cristianas de la sociedad? No. Sin dejar de llamar por su nombre el bien y el mal -afirma el Santo Padre- el Evangelio enseña que se puede y se debe ahogar el mal en abundancia de bien (cfr. Romanos 12, 21).

El Evangelio es ciertamente exigente. Es sabido que Cristo, a este respecto, no engañaba nunca a Sus discípulos ni a los que Le escuchaban. Al contrario, los preparaba con verdadera firmeza para todo género de dificultades internas y externas (…) Por tanto, si Él dice: «¡No tengáis miedo!», con toda seguridad no lo dice para paliar de algún modo sus exigencias. Al contrario, con estas palabras confirma toda la verdad del Evangelio y todas las exigencias en él contenidas. Al mismo tiempo, sin embargo, manifiesta que lo que Él exige no supera las posibilidades del hombre. Si el hombre lo acepta con disposición de fe, también encuentra en la gracia, que Dios no permite que le falte, la fuerza necesaria para llevar adelante esas exigencias (p. 227)”.

Iluminadoras y animantes estas palabras de San Juan Pablo II que nos recuerdan que el cristianismo es una religión de la acción de Dios y de la acción del hombre. Dios quiere contar con cada una de sus criaturas para poner a Cristo en la cumbre de las actividades humanas. Cada uno ha de responder libre y responsablemente a esa misión. Responsabilidad personal y social en la que radica la grandeza del ser humano.

 

 

ID AL MUNDO ENTERO...

— El Señor nos envía al mundo para dar a conocer su doctrina.

— Como los Apóstoles, encontraremos obstáculos. Ir contra corriente. La reevangelización de Europa y del mundo. Santidad personal.

— «Tratar a las almas una a una». Optimismo sobrenatural.

I. La Resurrección del Señor es una llamada al apostolado hasta el fin de los tiempos. Cada una de las apariciones concluye con un mandato apostólico. A María Magdalena le dice Jesús: ... ve a mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre1; a las demás mujeres: Id y decid a mis hermanos que vayan a Galilea y que allí me verán2. Los mismos discípulos de Emaús sienten la necesidad, aquella misma noche, de comunicar a los demás que Cristo vive3. En el Evangelio de la Misa de hoy, San Marcos recoge el gran mandato apostólico, que seguirá vigente siempre: Por último se apareció a los Once, cuando estaban a la mesa (...). Y les dijo: Id al mundo entero y predicad el Evangelio a toda la creación4.

Desde entonces, los Apóstoles comienzan a dar testimonio de lo que han visto y oído, y a predicar en el nombre de Jesús la penitencia para la remisión de los pecados a todas las naciones, comenzando por Jerusalén5. Lo que predican y atestiguan no son especulaciones, sino hechos salvíficos de los que ellos han sido testigos. Cuando por la muerte de Judas es necesario completar el número de doce Apóstoles, se exige como condición que sea testigo de la Resurrección6.

En aquellos Once está representada toda la Iglesia. En ellos, todos los cristianos de todos los tiempos recibimos el gozoso mandato de comunicar a quienes encontramos en nuestro caminar que Cristo vive, que en Él ha sido vencido el pecado y la muerte, que nos llama a compartir una vida divina, que todos nuestros males tienen solución... El mismo Cristo nos ha dado este derecho y este deber. «La vocación cristiana es, por su misma naturaleza, vocación también al apostolado»7, y «todos los fieles, desde el Papa al último bautizado, participan de la misma vocación, de la misma fe, del mismo Espíritu, de la misma gracia (...). Todos participan activa y corresponsablemente (...) en la única misión de Cristo y de la Iglesia»8.

Nadie nos debe impedir el ejercicio de este derecho, el cumplimiento de este deber. La Primera lectura de la Misa nos relata la reacción de los Apóstoles cuando los sumos sacerdotes y los letrados les prohíben absolutamente predicar y enseñar en el nombre de Jesús. Pedro y Juan replicaron: ¿Puede aprobar Dios que os obedezcamos a vosotros en vez de a él? Juzgadlo vosotros. Nosotros no podemos menos de contar lo que hemos visto y oído9.

Tampoco nosotros podemos callar. Es mucha la ignorancia a nuestro alrededor, es mucho el error, son incontables los que andan por la vida perdidos y desconcertados porque no conocen a Cristo. La fe y la doctrina que hemos recibido debemos comunicarla a muchos a través del trato diario. «“No se enciende la luz para ponerla debajo de un celemín, sino sobre un candelero, a fin de que alumbre a todos los de la casa; brille así vuestra luz ante los hombres, de manera que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”.

»Y, al final de su paso por la tierra, manda: “euntes docete” —id y enseñad. Quiere que su luz brille en la conducta y en las palabras de sus discípulos, en las tuyas también»10.

II. En cuanto los Apóstoles comenzaron, con valentía y audacia, a enseñar la verdad sobre Cristo, empezaron también los obstáculos, y más tarde la persecución y el martirio. Pero al poco tiempo la fe en Cristo traspasará Palestina, alcanzando Asia Menor, Grecia e Italia, llegando a hombres de toda cultura, posición social y raza.

También nosotros debemos contar con las incomprensiones, señal cierta de predilección divina y de que seguimos los pasos del Señor, pues no es el discípulo más que el Maestro11. Las recibiremos con alegría, como permitidas por Dios; las acogeremos como ocasiones para actualizar la fe, la esperanza y el amor; nos ayudarán a incrementar la oración y la mortificación, con la confianza de que la oración y el sacrificio siempre producen frutos12, pues los elegidos del Señor no trabajarán en vano13. Y trataremos siempre bien a los demás, con comprensión, ahogando el mal en abundancia de bien14.

No nos debe extrañar que en muchas ocasiones hayamos de ir contra corriente en un mundo que parece alejarse cada vez más de Dios, que tiene como fin el bienestar material, y que desconoce o relega a segundo plano los valores espirituales; un mundo que algunos quieren organizar completamente de espaldas a su Creador. A la profunda y desordenada atracción que los bienes materiales ejercen sobre quienes han perdido todo trato con Dios, se suma el mal ejemplo de algunos cristianos que, «con el descuido de la educación religiosa, o con la exposición inadecuada de la doctrina, o incluso con los defectos de su vida religiosa, moral y social, han velado más bien que revelado el genuino rostro de Dios y de la religión»15.

El campo apostólico en el que habían de sembrar los Apóstoles y los primeros cristianos era un terreno duro, con abrojos, cardos y espinos. Sin embargo, la semilla que esparcieron fructificó abundantemente. En unas tierras el ciento, en otras el sesenta, en otras el treinta por uno. Basta que haya un mínimo de correspondencia para que el fruto llegue, porque es de Dios la semilla, y Él quien hace crecer la vida divina en las almas16. A nosotros nos toca el trabajo apostólico de prepararlas: en primer lugar, con la oración, la mortificación y las obras de misericordia, que atraen siempre el favor divino; con la amistad, la comprensión, la ejemplaridad.

El Señor nos espera en la familia, en la Universidad, en la fábrica, en las asociaciones más diversas, dispuestos a recristianizar de nuevo el mundo: Id al mundo entero y predicad el Evangelio a toda la creación, nos sigue diciendo el Señor. Es la nuestra una época en la que Cristo necesita hombres y mujeres que sepan estar junto a la Cruz, fuertes, audaces, sencillos, trabajadores, sin respetos humanos a la hora de hacer el bien, alegres, que tengan como fundamento de sus vidas la oración, un trato lleno de amistad con Jesucristo.

El Señor cuenta con nuestros propósitos de ser mejores, de luchar más contra los defectos y contra todo aquello, por pequeño que sea, que nos separa de Él; cuenta con un apostolado intenso entre aquellas personas con las que nos relacionamos más a menudo. Debemos pensar hoy en nuestra oración si a nuestro alrededor, como ocurría entre los primeros cristianos, hay una porción de gente que se está acercando más firmemente a Dios. Debemos preguntarnos si nuestra vida influye para bien entre aquellos que frecuentan nuestro trato por razón de amistad, de trabajo, de parentesco, etcétera.

III. Del misterio pascual de Cristo nace la Iglesia y esta se presenta a los hombres de su tiempo con una apariencia pequeña, como la levadura, pero con una fuerza divina capaz de transformar el mundo, haciéndolo más humano y más cercano a su Creador. Muchos hombres de buena voluntad han respondido hoy a las frecuentes llamadas del sucesor de Pedro para dar luz a tantas conciencias que andan en la oscuridad en tierras en las que en otro tiempo se amaba a Cristo.

Como hicieron los primeros cristianos, «lo verdaderamente importante es tratar a las almas una a una, para acercarlas a Dios»17. Por eso, nosotros mismos debemos estar muy cerca del Señor, unidos a Él como el sarmiento a la vid18. Sin santidad personal no es posible el apostolado, la levadura viva se convierte en masa inerte. Seríamos absorbidos por el ambiente pagano que con frecuencia encontramos en quienes quizá en otro tiempo fueron buenos cristianos.

La Primera lectura de la Misa nos dice que los sumos sacerdotes, los ancianos y los letrados estaban sorprendidos viendo el aplomo de Pedro y Juan, sabiendo que eran hombres sin letras ni instrucción, y descubrieron que habían sido compañeros de Jesús19. A los Apóstoles se les ve seguros, sin complejos, con el optimismo que da el ser amigos de Cristo. Esa amistad que crece día a día en la oración, en el trato con Él.

El cristiano, si está unido al Señor, será siempre optimista, «con un optimismo sobrenatural que hunde sus raíces en la fe, que se alimenta de la esperanza y a quien pone alas el amor (...).

»Fe: evitad el derrotismo y las lamentaciones estériles sobre la situación religiosa de vuestros países, y poneos a trabajar con empeño, moviendo (...) a otras muchas personas. Esperanza: Dios no pierde batallas (San Josemaría Escrivá, passim) (...). Si los obstáculos son grandes, también es más abundante la gracia divina: será Él quien los remueva, sirviéndose de cada uno como de una palanca. Caridad: trabajad con mucha rectitud, por amor a Dios y a las almas. Tened cariño y paciencia con el prójimo, buscad nuevos modos, iniciativas nuevas: el amor aguza el ingenio. Aprovechad todos los cauces (...) para esta tarea de edificar una sociedad más cristiana y más humana»20.

Santa María, Reina de los Apóstoles, nos encenderá en la fe, en la esperanza y en el amor de su Hijo para que colaboremos, eficazmente, en nuestro propio ambiente y desde él, a recristianizar el mundo de hoy, tal como el Papa nos pide. En nuestros oídos siguen resonando las palabras del Señor: Id a todo el mundo... Entonces solo eran Once hombres, ahora somos muchos más... Pidamos la fe y el amor de aquellos.

1 Jn 20, 17. — 2 Mt 28, 10. — 3 Cfr. Lc 24, 35. — 4 Mc 16, 14-15. — 5 Cfr. Lc 24, 44-47. — 6 Cfr. Hech 1, 21-22. — 7 Conc. Vat. II, Decr. Apostolicam actuositatem, 2. — 8 A. del Portillo, Fieles y laicos en la Iglesia, EUNSA, 1ª ed., Pamplona 1969, p. 38. — 9 Hech 4, 20. — 10 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 930. — 11 Mt 10, 24. — 12 Cfr. San Josemaría Escrivá, Camino, nn. 694-697. — 13 Is 65, 23. — 14 Cfr. Rom 12, 21. — 15 Conc. Vat. II, Const. Gaudium et spes, 19. — 16 Cfr. 1 Cor 3, 6. — 17 A. del Portillo, Carta pastoral, 25-XII-1985, n. 9. — 18 Cfr. Jn 15, 5.  19 Hech 4, 13. — 20 A. del Portillo, Ibídem, n. 10.

 

Evangelio del sábado: apóstoles con goteras

Comentario del sábado de Pascua. “Id al mundo entero y predicad el Evangelio a toda criatura”. La fe incipiente de los apóstoles no es obstáculo para que Jesús les encargue semejante misión. Es el Espíritu Santo quien transforma nuestros talentos y debilidades en instrumentos amor al Señor y a los demás.

15/04/2023

Evangelio (Mc 16,9-15)

En aquel tiempo, Jesús, después de resucitar al amanecer del primer día de la semana, se apareció en primer lugar a María Magdalena, de la que había expulsado siete demonios. Ella fue a anunciarlo a los que habían estado con él, que se encontraban tristes y llorosos. Pero ellos, al oír que estaba vivo y que ella lo había visto, no lo creyeron.

Después de esto se apareció, bajo distinta figura, a dos de ellos que iban de camino a una aldea; también ellos regresaron y lo comunicaron a los demás, pero tampoco les creyeron.

Por último, se apareció a los once cuando estaban a la mesa y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no creyeron a los que lo habían visto resucitado.

Y les dijo: — Id al mundo entero y predicad el Evangelio a toda criatura.


Comentario

En el evangelio de san Marcos que la Iglesia nos invita a considerar hoy, llama poderosamente la atención el contraste entre la incredulidad de los apóstoles ante las noticias que van recibiendo de la resurrección de Jesús, frente a la confianza que el Señor vuelve a depositar en ellos encargándoles el mandato misionero: “Id al mundo entero y predicad el Evangelio a toda criatura”.

Esta falta de fe de los discípulos no es algo querido por el Señor, que, de hecho, les reprocha “su incredulidad y dureza de corazón”, pero tampoco es un obstáculo insalvable para hacer de ellos los instrumentos de difusión del Evangelio por todo el mundo.

Tampoco es nueva esta falta de fe en los once, pero Jesús siempre da una oportunidad más para volver a empezar y vuelve a confiar en ellos.

Resulta conmovedor ver cómo el Señor no solo olvida e incluso perdona estas faltas, sino que, además, pone en sus manos una misión todavía mayor: anunciar la obra de la Salvación a todos los hombres.

Jesús, cuando nos invita a ser sus apóstoles –y recordemos que todos los cristianos recibimos esta llamada con el Bautismo–, no se fija en lo que no tenemos o en lo que flaqueamos, sino que nos proyecta hacia el futuro con una confianza infinita en la obra que el Espíritu Santo hará en cada uno de nosotros, si luchamos por dejarle hacer en nuestra vida.

Ojalá sepamos nosotros también confiar en las personas que tenemos a nuestro alrededor, viendo, con los ojos de Cristo, toda la potencialidad para hacer el Bien que tiene cada hijo de Dios.

 

”Cristo resucitado es el compañero”

El Maestro pasa, una y otra vez, muy cerca de nosotros. Nos mira... Y si le miras, si le escuchas, si no le rechazas, Él te enseñará cómo dar sentido sobrenatural a todas tus acciones... Y entonces tú también sembrarás, donde te encuentres, consuelo y paz y alegría (Via Crucis, Estación VIII, n.4).

15 de abril

En medio de las ocupaciones de la jornada, en el momento de vencer la tendencia al egoísmo, al sentir la alegría de la amistad con los otros hombres, en todos esos instantes el cristiano debe reencontrar a Dios. Por Cristo y en el Espíritu Santo, el cristiano tiene acceso a la intimidad de Dios Padre, y recorre su camino buscando ese reino, que no es de este mundo, pero que en este mundo se incoa y prepara.

Hay que tratar a Cristo, en la Palabra y en el Pan, en la Eucaristía y en la Oración. Y tratarlo como se trata a un amigo, a un ser real y vivo como Cristo lo es, porque ha resucitado. Cristo, leemos en la Epístola a los Hebreos, como siempre permanece, posee eternamente el sacerdocio. De aquí que puede perpetuamente salvar a los que por medio suyo se presentan a Dios, puesto que está siempre vivo para interceder por nosotros (Heb VII, 24–25.).

Cristo, Cristo resucitado, es el compañero, el Amigo. Un compañero que se deja ver sólo entre sombras, pero cuya realidad llena toda nuestra vida, y que nos hace desear su compañía definitiva. El espíritu y la esposa dicen: ven. Diga también quien escucha: ven. Asimismo el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome de balde el agua de vida, la felicidad eterna... Y el que da testimonio de estas cosas dice: ciertamente, vengo pronto. Así sea. Ven, Señor Jesús (Apoc XXII, 17 y 20.). (Es Cristo que pasa, 116)

 

 

Las características del celo evangélico

En su catequesis semanal, el Papa Francisco retomó el ejemplo de san Pablo y su celo apostólico. Dijo que es como “el calzado” de un apóstol porque lo necesitan para moverse.

12/04/2023

Queridos hermanos y hermanas:

Después de haber visto, hace dos semanas, el impulso personal de san Pablo por el Evangelio, podemos reflexionar hoy más profundamente sobre el celo evangélico, así como él mismo habla sobre ello y lo describe en algunas de sus cartas.

En virtud de su propia experiencia, Pablo no ignora el peligro de un celo distorsionado, orientado en una dirección equivocada; en este peligro había caído él mismo antes de su caída providencial en el camino de Damasco. A veces tenemos que lidiar con una preocupación mal orientada, obstinada en la observancia de normas puramente humanas y obsoletas para la comunidad cristiana. «El celo –escribe el Apóstol– que ésos muestran por vosotros no es bueno» (Gal 4,17).

No podemos ignorar la preocupación con la que algunos se dedican a ocupaciones equivocadas también en la misma comunidad cristiana; se puede presumir de un falso impulso evangélico mientras se está persiguiendo en realidad la vanagloria o las propias convicciones o un poco el amor de uno mismo.

Por esto nos preguntamos: ¿cuáles son las características del celo evangélico verdadero según Pablo? Para esto, me parece útil el texto que hemos escuchado al inicio, una lista de “armas” que el Apóstol indica para la batalla espiritual. Entre estas está la prontitud para propagar el Evangelio, traducida por algunos como “celo” —esta persona es un celante en el llevar adelante estas ideas, estas cosas—, e indicada como un “calzado”. ¿Por qué? ¿Por qué el impulso por el Evangelio está vinculado a lo que se pone en los pies? Esta metáfora hace referencia a un texto del profeta Isaías, que dice así: «¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae buenas nuevas, que anuncia salvación, que dice a Sión: “Ya reina tu Dios”!» (52,7).

También aquí encontramos la referencia a los pies de un anunciador de buenas noticias. ¿Por qué? Porque quien va a anunciar debe moverse, ¡debe caminar! Pero notamos también que Pablo, en ese texto, habla del calzado como parte de una armadura, según la analogía del equipamiento de un soldado que va a la batalla: en los combates era fundamental tener estabilidad de apoyo, para evitar las insidias del terreno, porque a menudo el adversario llenaba de trampas en el campo de batalla, y para tener la fuerza necesaria para correr y moverse en la dirección adecuada. Por esto, el calzado es para correr y evitar todas estas cosas del adversario.

El celo evangélico es el apoyo en el que se basa el anuncio, y los anunciadores son un poco como los pies del cuerpo de Cristo que es la Iglesia. No hay anuncio sin movimiento, sin “salida”, sin iniciativa. Esto quiere decir que no hay cristiano si no en camino, no es un cristiano si el cristiano no sale de sí mismo para ponerse en camino y llevar un anuncio. No hay anuncio sin movimiento, sin camino. No se anuncia el Evangelio parados, encerrados en una oficina, en el escritorio o en el ordenador haciendo polémicas como “leones de teclado” y sustituyendo la creatividad del anuncio con el corta y pega de ideas cogidas aquí y allí. El Evangelio se anuncia moviéndose, caminando, yendo.

El término usado por Pablo, para indicar el calzado de quien lleva el Evangelio, es una palabra griega que denota prontitud, preparación, alacridad. Es lo contrario de la dejadez, incompatible con el amor. De hecho, en otra parte Pablo dice: «con un celo sin negligencia; con espíritu fervoroso; sirviendo al Señor» (Rm 12,11). Esta actitud era lo que se pedía en el Libro del Éxodo para celebrar el sacrificio de la liberación pascual: «Así lo habéis de comer: ceñidas vuestras cinturas, calzados vuestros pies, y el bastón en vuestra mano; y lo comeréis deprisa. Es Pascua de Yahveh. Yo pasaré esta noche» (12,11-12a).

Un anunciador está preparado para partir, y sabe que el Señor pasa de forma sorprendente; por tanto, debe estar libre de esquemas y predispuesto a una acción inesperada y nueva: preparado para las sorpresas. Quien anuncia el Evangelio no puede estar fosilizado en jaulas de plausibilidad o en el “siempre se ha hecho así”, sino que debe estar preparado para seguir una sabiduría que no es de este mundo, como dice Pablo hablando de sí mismo: «Y mi palabra y mi predicación no tuvieron nada de los persuasivos discursos de la sabiduría, sino que fueron una demostración del Espíritu y del poder para que vuestra fe se fundase, no en sabiduría de hombres, sino en el poder de Dios» (1 Cor 2,4-5).

Pues bien, hermanos y hermanas, es importante tener esta prontitud a la novedad del Evangelio, esta actitud que es un impulso, un tomar la iniciativa, un ir el primero. Es un no dejarse escapar las ocasiones para promulgar el anuncio del Evangelio de paz, esa paz que Cristo sabe dar más y mejor de como la da el mundo. 

Y por esto os exhorto a ser evangelizadores que se mueven, sin miedo, que van adelante, para llevar la belleza de Jesús, para llevar la novedad de Jesús que cambia todo. “Sí, Padre, cambia el calendario, porque ahora nosotros contamos los años antes de Jesús…” – “Pero también, cambia el corazón: ¿y tú estás dispuesto a dejar que Jesús te cambie el corazón? ¿O tú eres un cristiano tibio, que no se mueve? Piensa un poco: ¿tú eres un entusiasta de Jesús, vas adelante? Piensa un poco…

 

Diez recursos para el Domingo de la Divina Misericordia

La Fiesta de la Divina Misericordia se celebra el domingo siguiente a la Pascua de Resurrección. Este año la fecha de esta fiesta es el domingo 16 de abril. Esta fiesta fue propuesta por San Juan Pablo II en el año 2000.

14/04/2023

Sor M. Faustina Kowalska (1905-1938), recibió el mensaje de la misericordia de Dios, que pide por la confianza en Dios y la actitud de misericordia hacia el prójimo. Llama a proclamar y orar por la Divina Misericordia para el mundo, incluyendo la práctica de nuevas formas del culto.

La devoción a la Divina Misericordia creció muy rápidamente después de la beatificación (18 de abril de 1993) y canonización (30 de abril de 2000) de Sor Faustina y también debido a las peregrinaciones del Papa Juan Pablo II a Lagiewniki (1997 y 2002).

En el año 2000 el Papa Juan Pablo II canonizó a Santa Faustina y durante la ceremonia declaró: “Así pues, es importante que acojamos íntegramente el mensaje que nos transmite la palabra de Dios en este segundo domingo de Pascua, que a partir de ahora en toda la Iglesia se designará con el nombre de ‘Domingo de la Divina Misericordia’”. (Homilía, 30 de abril, 2000). Tanto Benedicto XVI como el Papa Francisco han recomendado esta devoción.

La imagen de Jesús Misericordioso, que también se conoce como la imagen de la Divina Misericordia.

 


Diez recursos sobre la Divina Misericordia

 

1. Santuario de la Divina Misericordia y Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia: ambas páginas tienen numerosos recursos sobre esta devoción, textos de Santa Faustina y de San Juan Pablo II, etc.

2. Evangelio del Domingo de la Divina Misericordia.

3. El corazón de Cristo, paz de los cristianos. Homilía del fundador del Opus Dei.

4. Carta Apostólica “Misericordia et Misera”, del Papa Francisco, al concluir el Jubileo Extraordinario de la Misericordia.

5. San Josemaría Escrivá de Balaguer y la devoción al Amor Misericordioso (1927-1935). Publicado en Studia et Documenta en el año 2009.

6. El beato Álvaro del Portillo y la misericordia de Dios (vídeo)

7. Artículo de Mons. Javier Echevarría, con motivo de la JMJ de Polonia, en el que aconseja seguir los pasos de san Juan Pablo II y de santa Faustina Kowalska.

8. Libro electrónico de Mons. Javier Echevarría: “Misericordia y vida cotidiana”. Transcripción de las meditaciones sobre las catorce obras de misericordia.

9. Libro electrónico “La ternura de Dios”. Este ebook gratuito reúne los ocho editoriales sobre la misericordia, publicados en la sección Textos para la vida interior.

10. ¿Cómo mantener vivo el Jubileo de la Misericordia? (10 de noviembre de 2016): vídeos de la serie Just Start; una explicación de las obras de misericordia corporales y espirituales; podcast de Mons. Javier Echevarría, etc.

 

Retiro de abril #DesdeCasa (2023)

Esta guía es una ayuda para hacer por tu cuenta el retiro mensual, allí dónde te encuentres, especialmente en caso de dificultad de asistir en el oratorio o iglesia donde habitualmente nos reunimos para orar.

01/04/2023

∙ Descarga el retiro mensual #DesdeCasa (PDF)
1. Introducción. El misterio pascual: el amor incondicional de Jesús
2. Meditación I. Vivir la Misa.
3. Meditación II. Contemplar y vivir la pasión del Señor.
4. Charla.
5. Lectura espiritual.
6. Examen de conciencia.

Retiro de abril #DesdeCasa (2023) from Opus Dei


Introducción. El misterio pascual: el amor incondicional de Jesús

“No es la ciencia la que redime al hombre. El hombre es redimido por el amor. Eso es válido incluso en el ámbito puramente intramundano. Cuando uno experimenta un gran amor en su vida, se trata de un momento de «redención» que da un nuevo sentido a su existencia. Pero muy pronto se da cuenta también de que el amor que se le ha dado, por sí solo, no soluciona el problema de su vida. Es un amor frágil. Puede ser destruido por la muerte. El ser humano necesita un amor incondicionado. Necesita esa certeza que le hace decir: «Ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro» (Rom 8, 38-39). Si existe este amor absoluto con su certeza absoluta, entonces –sólo entonces– el hombre es «redimido», suceda lo que suceda en su caso particular. Esto es lo que se ha de entender cuando decimos que Jesucristo nos ha «redimido». Por medio de Él estamos seguros de Dios, de un Dios que no es una lejana «causa primera» del mundo, porque su Hijo unigénito se ha hecho hombre y cada uno puede decir de Él: «Vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó hasta entregarse por mí» (Gal 2, 20).

En este sentido, es verdad que quien no conoce a Dios, aunque tenga múltiples esperanzas, en el fondo está sin esperanza, sin la gran esperanza que sostiene toda la vida (cf. Efes. 2, 12). La verdadera, la gran esperanza del hombre que resiste a pesar de todas las desilusiones, sólo puede ser Dios, el Dios que nos ha amado y que nos sigue amando «hasta el extremo», «hasta el total cumplimiento» (cf. Jn 13, 1; 19, 30). Quien ha sido tocado por el amor empieza a intuir lo que sería propiamente «vida». Empieza a intuir qué quiere decir la palabra esperanza que hemos encontrado en el rito del Bautismo: de la fe se espera la «vida eterna», la vida verdadera que, totalmente y sin amenazas, es sencillamente vida en toda su plenitud. Jesús que dijo de sí mismo que había venido para que nosotros tengamos la vida y la tengamos en plenitud, en abundancia (cf. Jn 10, 10), nos explicó también qué significa «vida»: «Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo» (Jn 17, 3). La vida en su verdadero sentido no la tiene uno solamente para sí, ni tampoco sólo por sí mismo: es una relación. Y la vida entera es relación con quien es la fuente de la vida. Si estamos en relación con Aquel que no muere, que es la Vida misma y el Amor mismo, entonces estamos en la vida. Entonces «vivimos».

Benedicto XVI, Enc. Spe Salvi, nn. 26-27.

Primera meditación

Opción 1. Meditación: Vivir la misa.

Opción 2. Entender y vivir la Misa. Textos escogidos sobre cuáles son las partes de la misa y su significado.

Segunda meditación

Opción 1. Meditación: Contemplar y vivir la pasión del Señor.

Opción 2: Jesús murió en la cruz por nuestros pecados, Catecismo de la Iglesia católica, nn. 595-623.

Charla

El pecado, enemigo de una vida plena y libre. Consideración del pecado desde la filiación divina. ¿Por qué abunda el pecado? El hijo pródigo y la misericordia divina. El sacramento de la confesión.

Reset: historias de caídas, errores, perdón y amor.

Lectura

San Josemaría, Homilía El corazón de Cristo, paz de los cristianos (Audio y texto).

Examen de conciencia

Acto de presencia de Dios

1. «Esto es mi cuerpo, que es entregado por vosotros» (Mt 22, 19). ¿Le pido a Dios que me ayude a descubrirlo en la Eucaristía, a ser cada día más consciente de la gracia que significa recibir la comunión? ¿Cómo procuro transmitir a los que tengo alrededor el valor que tiene la santa Misa?

2. «Quien come este pan vivirá eternamente» (Jn 6, 58). ¿Pongo habitualmente mi vida en sus manos: alegrías, tristezas, dificultades, etc. sabiendo que él siempre me acompaña y así hace llevadero nuestro caminar hacia la vida eterna?

3. «Ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros, antes de padecer» (Lc 22, 14). ¿Deseo entrar en la Iglesia cuando me es posible para visitar al Señor y hablar con él, adorarle, darle gracias?

4. ¿Procuro llevar mi día a la santa Misa como ofrenda para que el Señor la acepte, la bendiga y la una a su sacrificio? ¿Fomenta mi confianza saber que, de esta manera, mi vida es redentora, aunque no falten en ella oscuridades y dificultades objetivas?

5. «Jesús, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo» (Jn 13, 1). «Me amó y se entregó a sí mismo por mí» (Ga 2, 20). ¿Qué significa para mí que Jesús haya dado su vida y hasta la última gota de su sangre?

6. Meditar la vida del Señor, especialmente el misterio de su cruz, ¿mueve mi corazón al dolor de amor por mis pecados y a la generosidad?

7. Ante las dificultades de la vida, ¿procuro pararme a pensar que Dios está siempre a mi lado y que nada de lo que me pasa, ni lo bueno ni lo malo, le es indiferente? ¿Me doy cuenta de la suerte que tengo de tener a Dios como padre y amigo y de que mi vida está en sus manos?

8. Cuando en la cruz el buen ladrón le pidió que se acordara de él en el Paraíso, Jesucristo no tardó nada en acogerle: «Y le respondió: “En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el Paraíso”» (Lc 23, 43). ¿Cómo me siento acogido por el Señor? ¿Sé acoger a todo el mundo en mi corazón, tal y como son, y me intereso por sus preocupaciones?

Acto de contrición

 

¡Hay esperanza!

Acércate a Jesús y verás que tu vida se llena de esperanza

 

(C) Pexels

MIRAR

Pareciera que nuestras autoridades están rebasadas, pues los grupos armados se enseñorean de más y más espacios. Aunque en las altas esferas federales se diga que el crimen no domina territorios, que vengan a vivir entre nosotros para que comprueben lo contrario. Extorsionan a medio mundo, acaparan tierras comunitarias, talan montes sin compasión y, como tienen poderosas armas, nadie se atreve a enfrentárseles. Acudimos a instancias gubernamentales y piden que la gente presente denuncias, pero hacerlo es exponerse a represalias mortales. El partido político que se presenta como la esperanza de México, ha sido incapaz de romper este círculo corruptor de grupos y personas. A pesar de todo, ¡hay esperanza! Si se acepta a Jesucristo en el corazón, él nos ayuda a romper cadenas que parecen indestructibles. Si se escucha su Palabra liberadora, nos libera de la idolatría del dinero, del poder y del placer, para que seamos realmente libres. ¡Cristo resucitado es nuestra esperanza!

En nuestra vida, quizá carguemos pesadas lozas de errores cometidos en otros tiempos, de atropellos sufridos por pederastas y violadores, de decepciones que rompen el corazón, de calumnias que nos han destrozado, de enfermedades que parecen incurables, de la pérdida de un ser querido, etc. Algo muy doloroso es el sentimiento de que no valemos, de que nada nos sale bien, de que no sabemos qué hacer; es la vida sin sentido, que nos puede orillar a la soledad, a la angustia, a buscar el alcohol y las drogas como refugio engañadizo, a compensar nuestros complejos con apariencias de lujos y de preeminencia sobre los demás. Por estos desengaños y sufrimientos, algunos ven el suicidio como su única salida. Sin embargo, ¡hay esperanza! Cuando uno descubre el amor de Dios manifestado en Cristo misericordioso y vivo entre nosotros, todo puede cambiar. El rompe nuestra soledad y nos ayuda a salir del sepulcro. ¡Cristo resucitado es nuestra esperanza!

En la vieja Europa nos dicen que cada día hay menos niños, porque los jóvenes no quieren ni casarse, menos tener hijos; prefieren animales. Precisamente por eso van desapareciendo sus culturas, pues llegan como fuerza de trabajo extranjeros que son aceptados o tolerados como única salida a sus economías. Hay un cambio cultural. Nos dicen que baja más y más el número de creyentes, que muchos templos están vacíos y, por ello, deben venderlos para cualquier otro uso, pues los pocos fieles no pueden sufragar los gastos de mantenimiento. No sólo disminuyen, sino que no hay nuevas vocaciones sacerdotales y religiosas. A pesar de ello, ¡hay esperanza! En otras partes no estamos mucho mejor, pero de Africa, de la India, de Corea del Sur, e incluso de nuestra América Latina, se les están enviando sacerdotes y religiosas. En las comunidades que atiendo, no han bajado los feligreses, aunque nos falta más presencia juvenil. Si no cambiamos, podemos seguir los malos pasos de Europa. ¡En Cristo resucitado hay esperanza! Cuando uno lo descubre y se entusiasma por él, frecuenta la oración y los sacramentos, acude a alimentarse de la Palabra de Dios y se convierte en un testigo que contagia a otros, y surgen nuevas vocaciones.

DISCERNIR

El Papa Francisco, en su homilía de la Vigilia Pascual reciente, nos dijo:

“A veces pensamos que la alegría del encuentro con Jesús pertenece al pasado, mientras que en el presente vemos sobre todo tumbas selladas: las de nuestras desilusiones, nuestras amarguras, nuestra desconfianza; las del “no hay nada más que hacer”, “las cosas no cambiarán nunca”, “mejor vivir al día” porque “no hay certeza del mañana”. También cuando hemos sido atenazados por el dolor, oprimidos por la tristeza, humillados por el pecado; cuando hemos sentido la amargura de algún fracaso o el agobio por alguna preocupación, hemos experimentado el sabor acerbo del cansancio y hemos visto apagarse la alegría en el corazón.

A veces simplemente hemos experimentado la fatiga de llevar adelante la cotidianidad, cansados de exponernos en primera persona frente a la indiferencia de un mundo donde parece que siempre prevalecen las leyes del más astuto y del más fuerte. Otras veces, nos hemos sentido impotentes y desalentados ante el poder del mal, ante los conflictos que dañan las relaciones, ante las lógicas del cálculo y de la indiferencia que parecen gobernar la sociedad, ante el cáncer de la corrupción —hay tanta—, ante la propagación de la injusticia, ante los vientos gélidos de la guerra. E incluso, quizá nos hayamos encontrado cara a cara con la muerte, porque nos ha quitado la dulce presencia de nuestros seres queridos o porque nos ha rozado en la enfermedad o en las desgracias, y fácilmente quedamos atrapados por la desilusión y se seca en nosotros la fuente de la esperanza. De ese modo, por estas u otras situaciones —cada uno sabe cuáles son las propias—, nuestros caminos se detienen frente a las tumbas y permanecemos inmóviles llorando y lamentándonos, solos e impotentes, repitiéndonos nuestros “por qué”. Esa cadena de “por qué”…

La noticia que cambiará para siempre la vida y la historia: ¡Cristo ha resucitado!. Esto es lo que realiza la Pascua del Señor: nos impulsa a ir hacia adelante, a superar el sentimiento de derrota, a quitar la piedra de los sepulcros en los que a menudo encerramos la esperanza, a mirar el futuro con confianza, porque Cristo resucitó y cambió el rumbo de la historia.

Hoy, la fuerza de la Pascua nos invita a quitar las lápidas de la desilusión y la desconfianza. El Señor, experto en remover las piedras sepulcrales del pecado y del miedo, quiere iluminar tu memoria santa, tu recuerdo más hermoso, hacer actual ese primer encuentro con Él” (8-IV-2023).

ACTUAR

No vivas de lamentos, ni de echar culpas a otros, ni te deprimas por errores que hayas cometido. Acércate a Jesús y verás que tu vida se llena de esperanza, para ti y para los demás.

 

Fabricar hijos: la nueva esclavitud del siglo XXI

La maternidad subrogada altera y supedita el bienestar del niño

 

(C) Pexels

 

La maternidad subrogada altera y supedita el bienestar del niño y su salud física y psíquica a los deseos de los padres/abuelos de intención; se atenta contra el interés superior del niño al romper su vínculo materno tras el parto, ya pactado en el contrato de gestación ab initio.

Ciertamente es estupendo el nacimiento de nuevos hijos; una alegre noticia para la familia y para una sociedad envejecida como la española, dados los desastrosos índices de natalidad de nuestro país. Por ello, el deseo de tener un hijo/nieto nos parece a todos, en principio, algo humano y comprensible. Y así es. Lo que no es humano y comprensible sino ética y jurídicamente reprochable es anteponer ese deseo de maternidad/paternidad/abuelidad al respeto de los derechos y dignidad de los perjudicados en esta empresa: la mujer gestante y el hijo gestado a través de la técnica de maternidad subrogada.

Esta práctica no es mayoritaria pero tampoco aislada. La realidad es que algunos españoles -famosos y anónimos de ayer y hoy- conciertan contratos de maternidad subrogada que son nulos y no están permitidos en España, y a sabiendas, se desplazan a otros países en el llamado “turismo reproductivo” con la finalidad de satisfacer un deseo de ser progenitor con la misma carga genética, olvidando (o ignorando) que ser padre/madre/abuela no es un derecho. No existe un derecho a la maternidad/paternidad basado en la mera voluntad o en la proyección de la autonomía y del desarrollo personal afirma el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en una sentencia de 24 de enero de 2017, caso Paradiso y Campanelli c. Italia, donde afirma que “no existe un deber del Estado de proteger el mero “deseo” de constituir una familia, con independencia de la forma en la que este propósito se lleve a cabo”.

Tampoco cabe pues, apelar a la libertad. La libertad se ejerce en relación con los otros; no existe esa supuesta libertad sin límites, que no es ética ni ajustada a Derecho y que produce la irreparable lesión de los derechos de otros más débiles. Hacer prevalecer esa libertad (identificada con el “deseo” y, por tanto, fútil) de unos individuos (los más fuertes) frente a otros más débiles, es injustificable. Se vulnera la ley española, la dignidad y derechos de la mujer gestante y del ser humano más vulnerable, el niño en estado embrionario, del hijo nacido de esta práctica.

 

 

 

La maternidad subrogada sea altruista o mediando precio, transgrede numerosas consideraciones éticas y jurídicas. No se pretende al hijo como un fin en sí mismo; tiene como finalidad la “producción” de un hijo para satisfacer los deseos de paternidad/maternidad/abuelidad. Aceptar la maternidad subrogada sería tanto como aceptar que la dignidad de la mujer -y del hijo gestado con estas técnicas-, pueda ser degradada a un mero objeto. Que es lícito que podamos a nuestro antojo cosificar, instrumentalizar, su condición humana para satisfacer los deseos que no derechos (comprensibles pero no omnipotentes) de parentalidad. Existen límites. No todo lo que la Ciencia y la técnica pueden alcanzar, se debe llevar a cabo. De lo contario, accedemos a que se alquile el útero de una mujer y se page por sus servicios ¿a que no es nuevo esto de pagar por los cuerpos de las mujeres?

 

Estas prácticas, muy lucrativas para los intermediarios, producen la explotación del estado de necesidad de las gestantes, algunas de las cuales viven en situaciones de pobreza y exclusión social. El perfil socio-económico de las mujeres que se someten a estas prácticas suele ser bajo y el nivel de conocimiento y libertad con el que han participado en este comercio es bastante dudoso.

La ley española regula que la madre se determina por el parto pero con esta práctica se comercializa la maternidad, se instrumentaliza el cuerpo de la mujer que es transformado en herramienta de producción, algo que es incompatible con la dignidad humana. Ello supone, en contra de nuestra legislación, la explotación de la mujer, convertirla en una mera incubadora, algo muy vejatorio para ella al ser tratada como un recipiente, como un vientre que se puede alquilar ignorando sus sentimientos, su personalidad, su maternidad. Se la esclaviza.

Asimismo, como quiera que el resultado del uso de las técnicas de reproducción asistida tiene como culmen o meta la generación de un ser humano, no podemos ignorar que los seres humanos en nuestro ordenamiento jurídico y en pleno siglo XXI no pueden ser considerados como propiedad de otras personas, por lo que nadie debiera poder disponer de ellos, sea para adquirirlos, sea para suprimirlos. El ejercicio de la paternidad/maternidad es una responsabilidad, no la materialización de una propiedad. En este sentido (y no en el utilizado en aquel momento para limitar la libertad de educación de los padres) cobra relevancia aquella célebre frase de la ministra que afirmaba que los hijos “no pertenecen a los padres”. Efectivamente, los hijos no son propiedad de los padres y, por tanto, no se puede comerciar con ellos, sino que la paternidad/maternidad es una responsabilidad y no existe un derecho (como tal) a producir hijos para la satisfacción de deseos personales. Vulnera el orden público español, establecer las relaciones de filiación por medio de contratos entre particulares o prácticas no reconocidas legalmente. Ello no es plausible, recomendable ni legal. Se satisfacen mejor las necesidades personales y sociales de los niños en situación de abandono -de los que nadie se ocupa ni preocupa- si recurrimos a la muy loable y satisfactoria posibilidad de la adopción.

Sin embargo, en vez de optar por la adopción, cada vez son más los ciudadanos que optan por la maternidad subrogada o por la combinación de estos vientres de alquiler con otra práctica que permite la inseminación artificial post-mortem de los hijos fecundados tras la muerte de su padre, denominados doctrinalmente como los “los hijos de Thanatos”. Se trata de hijos nacidos para satisfacer el deseo de maternidad de la viuda tras el fallecimiento de su marido -aunque también se incluye a la pareja sentimental en la ley española- así como el deseo del fallecido de tener descendencia con la propia carga genética aunque sea tras su fallecimiento, dando lugar a un “vacío de parentalidad” intencional antes, incluso, de la concepción de este hijo que nace ya huérfano de padre. Y parece que la audacia de algunos no va a dejar de sorprendernos si atendemos al creciente número de abuelos/las que se suman a la satisfacción de sus deseos de abuelidad pasando por encima de las graves consecuencias que suponen la permanente explotación sexual y reproductiva de la mujer, la reducción de la gestante al papel de incubadora humana, la situación de inferioridad de esta gestante en el contrato de gestación acordado con las empresas intermediarias y su alienación como persona, como ser humano.

En relación con los hijos gestados, la Convención sobre los Derechos del Niño relativo a la venta de niños, la prostitución infantil

 y la utilización de niños en la pornografía define la venta de niños como “todo acto o transacción en virtud del cual un niño es transferido por una persona o grupo de personas a otra a cambio de remuneración o de cualquier otra retribución”. La Comisión de Derechos del Niño de Naciones Unidas ha advertido a algunos de los países en los que se llevan a cabo estas prácticas sobre la necesidad de establecer garantías que eviten el tráfico con niños, pero ¿cómo se garantiza la erradicación del ánimo de lucro y anteposición de los propios deseos personales si no es con la prohibición de esta técnica de reproducción?

 

La realidad es que la maternidad subrogada altera y supedita el bienestar del niño y su salud física y psíquica a los deseos de los padres/abuelos de intención; se atenta contra el interés superior del niño al romper su vínculo materno tras el parto, ya pactado en el contrato de gestación ab initio. Ello entra en contradicción con el derecho del hijo a permanecer con su familia de origen. En consecuencia, se pone en riesgo –y frecuentemente se vulnera intencionalmente- el derecho del niño a ser criado por sus verdaderos progenitores (en todo caso por su madre), a dar prioridad a su permanencia en su familia de origen y al mantenimiento de sus relaciones familiares biológicas y, por ende, se priva al futuro niño, del derecho a conocer sus orígenes. Se vulnera en todos los aspectos y en todo caso, el interés superior -y preferente- del menor.

El contrato de maternidad subrogada no sólo es nulo legalmente en nuestro país, sino que vulnera el orden público español en materia de filiación y supone un fraude de ley la utilización de este conocido “turismo reproductivo” a otros países para obtener allí lo que la ley española prohíbe aquí.

 

Pilar María Estellés Peralta

Directora del Departamento de Derecho Privado

 

 

Cambio de sexo, de género, de seso.

Cambio, movimiento, mutación, son términos con significados parecidos.

Hay cambios de tipo físico, como la congelación, la evaporación, la sublimación; cambios biológicos, atmosféricos, sociales, en la moda; cambios de país (migraciones). Hay cambios bruscos, cambios progresivos, cambios insignificantes, grandes cambios, etc.

Filosóficamente, el movimiento (cambio) es el paso de la potencia al acto. Ya hace dos mil quinientos años, los filósofos griegos discutían sobre el asunto. A este respecto, Dios no cambia. Dios, según los filósofos, es el Motor Inmóvil.

Un cambio asombroso es el de la transustanciación, en la Eucaristía, por el que, según enseña la Teología, aunque sigan los mismos accidentes, cambia la sustancia.

Biológicamente, la vida supone un continuo cambio (de los metabolitos, por ejemplo). Los materiales fisicoquímicos del cuerpo del anciano son diversos que los del óvulo fecundado: aun siendo el mismo sujeto, su físicoquímica cambia.

Los intercambios de iones, como el potasio, el sodio y otros, a través de las membranas celulares, van con la vida. Son movimientos bioquímicos presentes en las células de los seres vivos.

Siempre sorprenden los movimientos cardiacos de sístole y diástole, así como los movimientos musculares, respiratorios, intestinales,  etc.

Son asombroso los sucesos electroencefalográficos  en el ciclo vigilia-sueño, con sus fases de vigilia, sueño ligero, sueño lento, sueño profundo, sueño paradójico. Se trata de ritmos que van progresivamente cambiando de matiz con el paso del tiempo: por ejemplo, no es igual la arquitectura  del sueño del anciano que la del niño o la del feto.

El tiempo, que realmente significa cambio, para el niño pasa más despacio que para el adulto; quizás porque para él todo es novedad, y las estructuras relacionadas con la memoria están por estrenar. Para el adulto, parece como si el pasado acelerase el presente; por eso, se dice que el tiempo “vuela.

En el cerebro, el núcleo supraquiasmático  tiene que ver con el ritmo nictemeral (noche – día). Aunque es una estructura autónoma, la luz provoca cambios en su funcionamiento y consecuentemente, en la fisiología del organismo. Los cambios meteorológicos influyen en tal sentido; e influye la situación de reposo, de cansancio, agotamiento, alegría, tristeza, enfermedad, etc.

Son ritmos con características propias para cada sexo.

Hablar de los dos sexos significa hablar de dos formas de ser persona, con similitudes y diferencias, a nivel celular, corporal , psicológico, neural. Las diferencias corporales son patentes, no solo a nivel genital, sino también en los aspectos morfológicos globales y hormonales.

Biológicamente, todo individuo, sea hombre o mujer, tiene una dotación cromosómica precisa y una estructuración cerebral (vulgarmente, el “seso”) acorde, entre otras características.  

Dentro del encéfalo, el hipotálamo anterior es considerado sexualmente dimórfico, especialmente sus núcleos intersticiales (NIHA1, 2, 3 y 4). El núcleo NIHA1 es igual en ambos sexos. NIHA2 es mayor en el varón hasta los 50 años, edad en que también disminuye en la mujer. NIHA3 y 4 son mayores en el varón. Se han buscado diferencias en el núcleo NIHA3 entre heterosexuales y homosexuales, pero no se ha llegado a conclusiones certeras.

El área preóptica (del hipotálamo), con funciones hormonales específicas, es dos veces mayor en el varón que en la mujer; estructura que después del nacimiento crece, y más tarde decrece en las niñas.

El cuerpo calloso, conjunto de fibras nerviosas que interconectan ambos hemisferios cerebrales, es mayor en la mujer que en el varón.

El sexo biológico va determinado por los cromosomas XX en la mujer y XY en el varón.

La reasignación de sexo puede modificar los caracteres anatómicos u hormonales, pero no el sustrato genético. El sexo biológico se mantiene inmutable; todas las células del organismo tienen los cromosomas XX o XY desde la concepción hasta la muerte.

El sexo psicológico se refiere a las vivencias psíquicas. Percepción que se suele formar a los dos-tres años, coincidiendo con el sexo biológico, aunque con excepciones, en concreto, según la educación recibida. Es normal cierta confusión en la pubertad, que enseguida se conduce según la propia biología “ordena”.

El sexo sociológico tiene relación con la percepción parte del entorno, en gran medida fruto de procesos históricos y culturales (por ejemplo, durante mucho tiempo no se concebía a una mujer como militar o juez).

Cuando no hay armonía en estas tres situaciones, se producen generalmente alteraciones físicas y/o mentales (hipertensión, jaquecas, depresión, etc.).

La condición sexuada corresponde al núcleo íntimo de la persona, afectando a todas las dimensiones corporales/espirituales.

En la homosexualidad hay una separación de los aspectos unitivo y procreativo, propios de la sexualidad. Es vista en algunos ambientes como algo fisiológico, incluso genéticamente determinado; pero no se ha localizado el gen de la gaycidad, ni se ha visto que el cerebro del homosexual sea diferente al del heterosexual; aunque probablemente haya diferencias neurales, a día de hoy no comprobadas.

Hoy día se habla del cambio de sexo, cuestión biológicamente imposible: no se puede “cambiar” lo biológico.

 

Disfrutar más… con menos

Leí un artículo que me gustó mucho de Max Kaiser titulado: Vivir con menos, para vivir con más, en el cual menciona cómo desde pequeños nos enseñan a querer y a buscar más en todo: cualquier cosa material o inmaterial, era sólo el escalón previo para buscar algo más.

Nuestra vida se ha convertido en una carrera frenética para acumular cosas o substituirlas: más de todo, todo el tiempo.

De pronto, de un día para otro, sin esperarlo, llegó la pandemia. Y esa carrera por tener más se detuvo bruscamente. De un día para otro se redujo el espacio en que habitamos, las personas con las que interactuábamos y las actividades que acostumbrábamos hacer en un día.

En un principio, pensamos que sería poco tiempo y que regresaríamos a la normalidad pronto. Los ahorros alcanzarían, los proyectos podían esperar y la familia iba a aguantar.

Las semanas se convirtieron en meses, y los meses en años. Pero más que pretender ser pesimista, me gustaría reflexionar las grandes lecciones que aprendimos de esta experiencia.

Sin darnos cuenta hemos aprendido a vivir con menos de todo. Menos espacio para movernos, menos compromisos por día, menos ingresos, y también menos gastos. Menos diversión y contacto con personas distintas; menos traslados y prisas.

Menos tráfico y menos contaminación; menos privacidad y menos espacios propios, menos cosas, menos lujos, menos formalidades.

Dejamos de usar camisas, sacos, corbatas y zapatos de vestir. De pronto algunos pantalones o vestidos, playeras y tenis empezaron a ser suficientes para vivir cada día.

Y todo aquello que tenemos guardado hace años ahora parece que no sirve para nada, es más, nos estorba.

Cosas que considerábamos indispensables, pasaron a segundo plano. Aquellos compromisos con personas ajenas se volvieron menos importantes.

Nos hemos dado cuenta que para trabajar en casa se necesita muy poco: una computadora, un celular, una pluma y algunos cuadernos.

Estamos gozado más a nuestros seres queridos; nos hemos vuelto más creativos, más tolerantes con los demás, y a la vez más serviciales; hemos entendido cuáles son las prioridades en la vida.

No podemos controlar todo lo que sucede, somos vulnerables y nuestra salud no depende del todo de nosotros. Hemos sido solidarios unos con otros; empáticos con aquellos que sufren y conscientes unos de otros.

Fueron meses y años difíciles, no olvidemos que las enseñanzas han sido muchas.

Te invito a valorar lo positivo de cada situación, para poder crecer como persona y como sociedad. 

Recuerda: podemos disfrutar mucho más…con mucho menos.

 

CELEBREMOS LA ALEGRÍA DE LA PASCUA EN FAMILIA

Silvia Del Valle

La Pascua es la fiesta más grande que tenemos los católicos porque celebramos el triunfo de Jesús sobre la muerte y el que nos ha ganado la vida eterna que por el pecado habíamos perdido.

Es por esto que debemos celebrar en grande en familia y lograr que nuestros hijos comprendan con claridad lo grande de esta fiesta y esto lo logramos si en verdad nos proponemos celebrar en familia la Pascua, son signos visibles y sin pena a que otros se den cuenta de que estamos felices por la Resurrección de Jesús, por eso aquí te dejo mis 5Tips para lograrlo.

PRIMERO. Que toda la familia sepa lo que es la Pascua.

En la actualidad se le dan muchos sentidos equivocados a la Pascua como el que es un tiempo de vacaciones o que debemos buscar los huevos que el conejo les deja a los niños. Esto en realidad es una pequeñísima parte de lo que es la Pascua. 

Es importante que les compartamos el verdadero sentido de la Pascua, es decir, que es la fiesta mayor ya que gracias a que resucitó Jesús nos ha ganado el cielo y con esto la vida eterna, siempre que nosotros actuemos conforme a la Voluntad de Dios.

Y como siempre, tenemos muchos recursos para apoyarnos, Las Sagradas Escrituras, los libros del catecismo, los recursos que en internet circulan y los videos que las plataformas católicas nos proveen y que nos pueden ser de gran utilidad.

Debemos pensar que cada uno de nuestros hijos está en una edad y madurez distinta, por lo mismo, debemos buscar recursos y apoyos conforme a sus necesidades.

SEGUNDO. Investiguen que hará la Parroquia para celebrar la Pascua.

Para vivir la Pascua es necesario hacerlo desde su origen, es decir, desde la fe y por eso es necesario que participemos en las celebraciones de Semana Santa, acompañando a Jesús en su Pasión y Muerte para después acompañarlo gozosos en su resurrección.

Es bueno que tengamos claros los horarios de nuestra parroquia para adaptar nuestros tiempos y participar en las celebraciones enteras, así viviremos una Pascua más plena.

TERCERO. Preparen una gran comida o cena familiar.

Si celebramos el nacimiento de Jesús en esta vida, cuanto más debemos celebrar la Resurrección, es decir, que venció a la muerte y nos ha regalado la vida eterna.

Así que debemos comenzar a celebrar en grande también la Pascua.

Podemos hacer una comida familiar especial, con los platillos que más le gustan a tu familia y además podemos buscar compartirlo con algunos amigos cercanos para que también ellos celebren la Pascua.

No tiene que generar grandes gastos, pero si nuestros hijos deben notar que es un día súper especial y que estamos de manteles largos, celebrando en familia.

Si nuestros hijos tienen edad podemos dejar que nos ayuden en la organización de la gran fiesta de la Pascua. 

CUARTO. Que la celebración dure los 50 días de la Pascua.

La Iglesia tiene algunos tiempos litúrgicos especiales que duran ocho días porque son fiestas importantes, pero la celebración dura 50 días, es decir, que la celebración se prolonga hasta la fiesta de Pentecostés.

Entonces tenemos la oportunidad de vivir este tiempo con una gran alegría porque Jesús nos regaló el ser salvos.

Podemos organizar algunas actividades familiares que nos recuerden que estamos en este tiempo de fiesta y que nos mantengan conscientes de que la alegría debe reinar en nuestros corazones.

Quizá podemos salir de paseo familiar el fin de semana, convivir de manera especial con juegos de mesa o viendo películas en familia, invitando a nuestros amigos a pasar un tiempo de sana diversión, o por que no, compartiendo esta alegría con los que menos tienen visitando algún asilo o casa hogar para celebrar con ellos la Pascua. 

Y QUINTO. Que la alegría se nos note.

Es importante que enseñemos a nuestros hijos a ser coherentes y que expresen sus sentimientos y debemos educar con el ejemplo, por eso debemos nosotros también estar alegres y que se nos note esa alegría.

Que nuestras acciones estén cargadas de alegría, tratemos de enojarnos menos y de justificar lo más posible las acciones de los demás para que nuestro ambiente familiar sea más ligero y alegre.

Que nuestra casa esté arreglada conforme a esa alegría y siempre dispuesta a recibir con gozo a los que nos visitan.

Para lograrlo, la alegría debe venir del corazón y que nuestra forma de actuar sea un reflejo porque dice la Palabra de Dios que la boca habla de lo que está lleno el corazón. Lc 6, 45

 

AL INICIO DE LA PASCUA. UNA PAZ DURADERA

José Martínez Colín

1)  Para saber

“La persona que no está en paz consigo misma, será una persona en guerra con el mundo entero” (Mahatma Gandhi).

En el inicio del tiempo pascual, que da comienzo con la fiesta de la Resurrección, el Papa Francisco comentaba su relación con la fiesta del domingo de Ramos en que la multitud lo aclamaba con un rey que les traería la paz. Pero muchos esperaban solo una paz social, incluso impuesta por la fuerza o con el poder divino para someter a los extranjeros y opresores. Pero Jesús vino a traernos otro tipo de paz, y entró montado, no en un fuerte y brioso caballo, sino en un manso y dócil pollino. Les dirá a sus discípulos: «Mi paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo» (Jn 14,27).

El mundo quiere imponer su paz por la fuerza y dominio, pero Jesús sigue el camino de la mansedumbre y de la cruz. Cristo ha tomado sobre sí nuestro mal, nuestro pecado y nuestra muerte. Así nos ha liberado y pagado por nosotros: Su paz no es fruto de algún acuerdo, sino que nace del don de sí.

2)  Para pensar

Hay un texto en la novela “Los Hermanos Karamasov”, de Dostoievski, en que uno de los personajes, Iván, relata la Leyenda del Gran Inquisidor. El papa Francisco hizo referencia a ella. Se supone que Jesús regresa a la tierra, no en su definitiva venida al final de los tiempos, sino en el siglo XVI. Hace diversos milagros aliviando penas y enfermedades, pero al final vuelve a ser arrestado. Es interrogado y criticado ferozmente por el Inquisidor, que representa la visión humana. Lo acusa de no haberse convertido, pudiéndolo hacer, en César, en el rey más grande de este mundo… En cambio prefirió respetar la libertad del hombre, en vez de someterlo e imponer la paz. Por ello lo vuelve a condenar. La Leyenda termina en que después de la larga acusación, Jesús no responde, reacciona con un gesto dulce y concreto, se acerca en silencio, y lo que hace es besar al inquisidor, quien conmovido lo deja libre.

Siempre resulta actual el relato de Dostoievski: Una paz basada en el poder es falsa, conduce al odio, a la muerte, a la traición a Dios y trae amargura en el alma. La paz de Cristo es verdadera y está apoyada en la oración, la ternura, el perdón y el amor gratuito a todo prójimo.

3)  Para vivir

El saludo de Jesús el día de su Resurrección es: «La paz con vosotros» (Jn 20,19.21). Al ya habernos reconciliado con Dios, en el alma del hombre ya puede haber una paz interior que le lleva también a reconciliarse con los demás.

Lo único que nos separa y enemista con Dios es el pecado. Pero la Redención de Jesús, nos facilita volver a la unidad a través del Sacramento de la Reconciliación, la Confesión.

Estamos llamados a ser portadores de la paz de Cristo con las “armas” del Evangelio, que son la oración, la ternura, el perdón y el amor gratuito a todos, sin distinción. El Papa Francisco nos invita a pedir a Cristo, la paz del corazón y la paz en el mundo.

 

 

Una Pasión muy actual

En el escándalo de la Cruz y la Resurrección se esconde todo el misterio de la Pasión

Los cristianos estamos inmersos en los días más apasionantes y evocadores de nuestra fe. Cada escena de la vida de Jesucristo que conmemoramos desde el Domingo de Ramos al de Resurrección, nos traslada al sublime mensaje que, desde hace más de dos mil años, el Hijo de Dios nos repite una y otra vez: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá, aunque muera; y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás” (San Juan 11,25-26). Desde esta llamada a la esperanza después de la muerte, que no agota nuestra existencia, todo el relato de la Pasión día a día, es un ejemplo de cada uno de los acontecimientos y contradicciones que rodean al ser humano a lo largo de su vida en la tierra.

 El gentío aclama a Jesús triunfalmente a su entrada en Jerusalén pero pocos días después, esa misma muchedumbre le grita a Pilato: ¡Crucifícalo!. ¿No se repite hoy esa escena cuando comprobamos como del aplauso y el halago se pasa con suma facilidad, a la murmuración y a la condena? En Betania almuerza con sus amigos Marta, María y Lázaro, también les acompaña Judas: ¡Cuántos se aprovechan de la amistad y confianza  para después engañar y robar! solo les mueve la ambición y el dinero y de ahí a la corrupción solo hay un paso. Sin embargo, son los amigos leales y fieles, como Lázaro y sus hermanas, quienes ofrecen a Jesús el calor de su hogar y lo mejor de sus bienes, son lo que hoy llamaríamos gente de bien.

Pero es en la última cena cuando se desenmascara al traidor : “En verdad, en verdad os digo que uno de vosotros me va a entregar”.(San Juan 13,21) ¿No vemos cómo se traicionan los principios, los juramentos, las promesas e incluso a las personas por un interés miserable como hizo Judas? En esa misma cena Pedro también recibe el primer aviso de su infidelidad: “En verdad, en verdad te digo que no cantará el gallo sin que me hayas negado tres veces”, como así sucedió. La cobardía y la mentira también nos arrastra a la traición. Pero las reacciones ante la ingratitud de uno y otro fueron muy diferentes. Frente a la desesperación y el suicidio de Judas, Pedro se arrepintió y lloró amargamente…una gran lección para los tiempos que corren.

Imaginemos una cena y que el anfitrión la interrumpe para lavarle los pies a los invitados. Las miradas reflejarían la sorpresa de todos los comensales, y seguramente tratarían de impedírselo. “Se levantó de la cena, se quitó el manto, tomó una toalla y se la puso a la cintura. Después echó agua en una jofaina y empezó a lavarle los pies a los discípulos y a secarlos con la toalla…”. Solo pensar que esto lo hizo el Hijo de Dios, comprendo que sea difícil de asimilar en una sociedad donde los grandes señores de las finanzas, de la política o de las nuevas tecnologías no sólo prescinden de Dios sino que quieren sustituirlo. No es que no se abajen a lavarle los pies a sus empleados en un acto de humildad, es que los grandes señores del Mundo, nunca se los dejarían lavar por quien no consideran que es un ser superior a ellos…

Pero donde la Pasión se hace más desgarradora es en la soledad y el dolor que se respira en Getsemaní: “El Hijo de Dios hecho hombre estaba abatido, con una zozobra y angustia que le embargaba el ánimo, y se manifestaba al exterior de modo físico y transparente”. Un ejemplo vivo del sufrimiento y dolor humano que tantas veces lo comprobamos en catástrofes, guerras o enfermedades. El dolor y el sufrimiento solo se puede superar aceptando la voluntad de Dios, que lo permite para hacerte más fuerte y resistente ante tu propia libertad y debilidad humana, como así lo hizo con su propio Hijo.

Pero es en el escándalo de la Cruz y en la resurrección, donde se encierra todo el misterio de estos días tan intensos de emociones y sentimientos. En el Gólgota se manifiesta la gran injusticia que la humanidad comete contra quien solo habla de amor, de paz, de generosidad, de amistad, pero el que muere humillado en la Cruz vence a la muerte y la sobrevive. Así será en la resurrección de los muertos: “se siembra en corrupción,  resucita en incorrupción; se siembra en vileza, resucita en gloria; se siembra en debilidad, resucita en poder; se siembra en cuerpo natural, resucita un cuerpo espiritual…” (1 Corintios,15,12).

Jorge Hernández Mollar

 

 

Marta Risari: “Formar parte del Opus Dei no resta nada a ser fieles de las diócesis”

La milanesa Marta Risari es una de las 126 mujeres que, durante estos días, participan en el congreso extraordinario que el Opus Dei celebra en Roma para adecuar sus estatutos según la constitución apostólica Praedicate  Evangelium.

Maria José Atienza·13 de abril de 2023·Tiempo de lectura: 4 minutos

Marta_Risari_opus dei

Marta Risari participa, del 12 al 16 de abril, en el congreso general extraordinario de la Prelatura del Opus Dei. Este encuentro, convocado por el prelado, mons. Ocáriz para adecuar los estatutos de la Obra a la reciente constitución apostólica Praedicate Evangelium, ha reunido a cerca de 300 personas en Roma.

Los congresistas, hombres y mujeres de todo el mundo, darán cauce a las sugerencias enviadas desde todo el mundo y abordarán los cambios planteados por la Santa Sede a través del Motu Proprio Ad Charisma Tuendum.

Risari destaca en esta entrevista, su convencimiento de que “las modificaciones que se hagan servirán para explicar con mayor claridad la realidad del Opus Dei”.

Usted es una de las congresistas. ¿Nos puede hablar de su trayectoria?

–Nací en Milán, donde estudié Económicas y Empresariales en la Universidad Bocconi, y vivo en Roma desde hace 20 años. He trabajado en la gestión de varias iniciativas universitarias y desde 2009 en la Universidad Campus Bio-Médico, una iniciativa apostólica del Opus Dei, con el cargo de Subdirector General de la Policlínica Universitaria.

Se trata de un hospital de la periferia sur de Roma que presta servicios sanitarios públicos, con 400 camas, un servicio de Urgencias con más de 30.000 ingresos al año y todos los servicios ambulatorios. En definitiva, una experiencia directiva en la sanidad con una gran pasión por la formación de los jóvenes, tanto entre los estudiantes como entre los colaboradores.

¿Cómo conjuga esta vocación profesional con su llamada particular al Opus Dei?

–Los durísimos años de la pandemia, vividos desde dentro en el gobierno de un hospital en el que tratamos a más de 1.300 enfermos graves de Covid y establecimos vías seguras para seguir atendiendo a miles de enfermos de cáncer, me ayudaron a crecer en la determinación de hacer de mi trabajo un servicio, buscando en la oración la luz para tomar decisiones diarias verdaderamente orientadas a las necesidades de los que tenemos cerca.

Muchas veces me ayuda un pensamiento de san Josemaría, que decía que detrás de los dossier hay personas a las que ayudar, a las que debe llegar el Amor de Dios. En mi caso quizás es aún más evidente porque cuando estudio un documento, un informe de un hospital, pienso en los enfermos, en sus familias, a los que también deseo ayudar con cercanía y cariño.

Además, desde hace dos años coordino el trabajo de la circunscripción femenina del Opus Dei en el centro y sur de Italia. En particular me estoy dedicando a escuchar a las personas de la Obra y esto me lleva a dar gracias al Señor tocando con mis propias manos cuán arraigado y vivido por tantas mujeres está el carisma del Opus Dei de santificación en medio de las realidades ordinarias, en el trabajo, en la familia.

He encontrado en varias ciudades, grandes y pequeñas, del centro y del sur de Italia, a muchas mujeres del Opus Dei, profesionales, jubiladas, madres de familia, de diversas edades y condiciones sociales, que tratan de hacer de su vida un servicio a Dios y a los demás, en medio de los miles de problemas y sufrimientos de la vida, pero con tanta sencillez y con la alegría de quien se sabe hija amada de Dios.

El congreso ha recibido sugerencias de todo el mundo. ¿A qué asuntos se han referido con mayor frecuencia?

–Para mí es una gran alegría ver cuánta gente ha querido enviar sugerencias para el congreso general. Verdaderamente es un momento en el que el Espíritu Santo se manifiesta con su luz. Han llegado tantas sugerencias y consideraciones sobre los temas planteados por el Motu Proprio, que muestran cómo el carisma del Opus Dei es vida y vida vivida.

Algunas personas han sugerido que en los Estatutos se dé más espacio también a los aspectos del carisma del Opus Dei que iluminan la normalidad cotidiana, la vida de oración en el trabajo, el deseo de evangelizar el propio mundo familiar y profesional, etc.

Muchas de estas sugerencias, como nos ha escrito el Prelado, serán también objeto de estudio y desarrollo en los próximos años, si no están relacionadas concretamente con los cambios de los Estatutos solicitados por el Papa.

Por ejemplo, sería interesante especificar que los laicos son fieles de sus diócesis (igual que cualquier otro laico). Formar parte del Opus Dei no les resta nada a su ser fieles de las diócesis. Aunque sea evidente para nosotros, quizá no estaba explícitamente expresado en los Estatutos.

En este sentido, las modificaciones que se hagan servirán para explicar con mayor claridad la realidad del Opus Dei. Con fidelidad al carisma recibido por el fundador.

En el motu proprio “Ad charisma tuendum”, el Santo Padre se refiere al carisma del Opus Dei como un don del Espíritu Santo para la Iglesia. Como laica y científica, ¿hay algún aspecto de este carisma que le parezca más relevante para la evangelización del mundo actual?

–Un aspecto que destacaría es el tema de la amistad y la confianza como rasgo específico y esencial de la labor evangelizadora del Opus Dei, tal y como la veía el fundador.

Parte de nuestro carisma es llevar la amistad con Jesús a nuestras amistades, con sencillez y verdad: hay muchas ocasiones en las que podemos ayudar y ser ayudados a redescubrir el Amor y la confianza en Dios.

A veces basta con abrirnos un poco, contando con sencillez lo que hay en nuestro corazón, a quienes comparten con nosotros un momento de nuestra vida, en la familia, en las relaciones sociales o profesionales. 

Es decir, cercanía y amistad con muchas personas de todo tipo, y el compromiso en el trabajo profesional. Dos elementos que, con la gracia de Dios, tienen un gran potencial en la evangelización.

 

 

La píldora abortiva en Estados Unidos, ¿prohibida?

El derecho a la vida avanza en Estados Unidos, de nuevo a través de lo jurídico. Dos sentencias contradictorias acercan al Tribunal Supremo la decisión de prohibir la venta de mifepristona, un compuesto abortivo.

Paloma López Campos·10 de abril de 2023·Tiempo de lectura: 2 minutos

píldora abortiva

Comercialización de la mifepristona (OSV News photo/courtesy Danco Laboratories)

RELACIONADASNoticias RelacionadasMichael McConnell: "Roe v. Wade fue uno de los dictámenes peor razonados de la historia del Tribunal Supremo"Noticias RelacionadasIsabel Vaughan-Spruce: "El daño que el aborto inflige a las mujeres debería bastar para hacernos pro-vida"

El viernes 7 de abril de 2023 un juez federal de Texas (Estados Unidos) suspendió el uso de la mifepristona, un químico que se usa en más de la mitad de los abortos químicos, junto a otro fármaco, el misoprostol.

Según el juez Matthew Kacsmaryk, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) se excedió en sus competencias cuando hace dos décadas aprobó el uso de la mifepristona. También acusa a la FDA de excederse al aprobar un medicamento con graves efectos secundarios para las mujeres y facilitar la venta del fármaco a través del sistema de correos.

El asunto llegó a los tribunales a través de Alliance Defending Freedom, un grupo católico, y ahora la FDA tiene un plazo de una semana para recurrir la decisión de Kacsmaryk.

Sin embargo, prácticamente a la vez, en Washington otro juez publicaba una sentencia que manda a la FDA no cambiar en nada la regulación de la píldora abortiva. El choque entre ambos jueces lleva a una confusión que podría acabar dejando el asunto en manos del Tribunal Supremo, que hace ya unos meses declaró que el aborto no es un derecho protegido por la Constitución estadounidense.

Consecuencias prácticas

Hasta que haya una sentencia definitiva que aclare por completo el asunto, el acceso al aborto químico está en un limbo. Ahora bien, todavía podría usarse el misoprostol, menos seguro y efectivo, y que provoca un aborto más doloroso que el uso conjunto con la mifepristona. Debido a esto, muchos creen que las mujeres acudirán con mayor frecuencia a las clínicas para tener abortos quirúrgicos.

Las clínicas abortistas muestran su preocupación por la situación, ya que piensan que este es el segundo gran ataque a los “derechos reproductivos” desde que se anuló la sentencia Roe v. Wade. Por otro lado, en los estados en los que el acceso al aborto estaba restringido no va a cambiar prácticamente nada por esta situación.

Por su parte, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, afirma junto a la vicepresidenta, Kamala Harris, que el gobierno luchará por defender el aborto.

Una campaña de desprestigio y polémicas

Algunos han acusado a Alliance Defending Freedom de “comprar jueces”, diciendo que la sentencia está viciada. También afirman que los argumentos presentados sobre los efectos secundarios de la mifepristona ignoran los estudios clínicos realizados. Con todo, el desenlace final no podrá conocerse hasta que el caso siga avanzando jurídicamente y se publique una sentencia definitiva.

 

 

Extraña que si los españoles

Una sociedad que permite sin protestar el cambio de sexo de forma indiscriminada, sin requisitos médicos, psicológicos y sociales, sin más que la voluntad del sujeto y solamente pone objeciones a la edad de los protagonistas y a la ausencia de conocimiento de los padres, es una sociedad llamada a la disolución como grupo de convivencia normal.

Una sociedad que sitúa la lucha por la tan necesaria igualdad de la mujer, únicamente en los aspectos de su sexualidad, mientras permite la cuasi impunidad de los agresores de mujeres y de niños, es una sociedad mentalmente trastornada.

Una sociedad que se acostumbre a llamar a una mujer embarazada y futura madre de un nuevo ser humano, “progenitor gestante”, es una sociedad decadente, proclive a la chanza y al chiste chabacano en una materia que debería ser respetada y reverenciada por todo ser nacido de mujer.

Extraña que si los españoles deciden que Sánchez deje el Gobierno de la Nación lo hagan precisamente por la corrupción -con todo lo que tiene de deleznable y merecedora de la más rotunda de las censuras y de las penas más graves- y no lo hagan tanto en virtud de leyes que atentan contra principios irrenunciables para cualquier ser humano, que se imponen a una ciudadanía que, en el mejor de los casos, se escandaliza por hechos graves y punibles pero cuya trascendencia social a medio y largo plazo tiene mucha menos incidencia en el devenir de una sociedad y del futuro de varias generaciones.

Domingo Martínez Madrid

 

 

Una sociedad que…

Una sociedad que admite y otorga carta de naturaleza a una ley del aborto y parece conformarse con el hecho de acabar con vidas inocentes y pone el acento de sus tímidas objeciones, en el hecho de que una niña pueda abortar sin que sus padres lo sepan, es una sociedad adormecida y manipulada.

Una sociedad que en aras de una igualdad que a las primeras que perjudica es a las mujeres, acepta que un ser humano, para ocupar un puesto en la política o en la empresa, sea valorado de “cintura para abajo” en vez de serlo de “cuello para arriba”, con lo que se estima más la condición sexual que la inteligencia, es una sociedad que degrada a las mujeres y la verdadera lucha por la igualdad.

Una sociedad que rechaza clamorosamente la corrupción económica de los políticos, mientras pasa de largo ante la educación que reciben las nuevas generaciones en la escuela y en la universidad y tolera planes de estudio sesgados y adoctrinadores, es una sociedad condenada al fracaso colectivo.

Una sociedad que elige una y otra vez para que la representen a quienes legislan a golpe de ucase aspectos fiscales y recaudatorios que perjudican a los pequeños comerciantes y permiten la persecución de grandes empresas que crean riqueza y puestos de trabajo, es una sociedad abocada al empobrecimiento.

Una sociedad que ve con buenos ojos una política de subvenciones, mientras que asiente en silencio a la denigración del esfuerzo y del trabajo de los ciudadanos, es una sociedad en vías de disolución como colectivo próspero.

Una sociedad que discute sobre los métodos más eficaces para acabar con la vida de los ancianos o de los enfermos terminales, en vez de rechazar abiertamente la eutanasia e incrementar los llamados cuidados paliativos en todos los casos necesarios, es una sociedad con su futuro destruido.

Jesús D Mez Madrid

 

 

Diez años de pontificado misionero

Hace justamente un mes se cumplieron diez años del cónclave que los días 12 y 13 de marzo convirtió a Jorge Mario Bergoglio en el Papa Francisco. Un obispo de Roma llegado “casi del final del mundo”, que se presentó ante la Plaza de San Pedro con un simple “Buenas tardes”, mostrando un estilo cercano que el mundo iba pronto a descubrir. La internacionalización de la Santa Sede, iniciada décadas antes, culminaba con la elección de un papa latinoamericano, que desde los mismos inicios se marcaba la evangelización como hoja de ruta de pontificado.

Desde hacía tiempo, el Sucesor de Pedro había dejado de ser una figura venerable pero lejana para, a través de los viajes y de los medios de comunicación, convertirse en un actor clave de la misión. Una de las peticiones que recibió Francisco de los cardenales que lo eligieron fue rodearse de un grupo de consejeros de los distintos continentes para fortalecer esa perspectiva universal, es decir, católica, en el gobierno de la Iglesia. Así fue como se instituyó el Consejo de Cardenales, que acaba de renovar el Papa incorporando a dos españoles: el cardenal Vérgez, presidente de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano, y el arzobispo de Barcelona, cardenal Juan José Omella.

Juan García. 

 

 

Europa se vacía

Hay muchos aspectos de la vida para pensar en que Europa se está degradando a pasos agigantados. Ya sabemos, se empieza por dejar de lado la vida cristiana y, pronto, se precipitan las inmoralidades más preocupantes. Ya no es cosa de que existan personas que se olvidan de los modos corrientes de ser según la naturaleza, es que son los mismos políticos, en su afán por contentar a unos cuantos, quienes convierten el sistema legal de normas de planteamiento cristiano a unas cuantas leyes perversas.

Entonces resulta que hay hombres y mujeres que no se casan. Se juntan durante un tiempo. Si los matrimonios se rompen con gran facilidad, por las leyes que lo favorecen, las parejas no casadas ya no digamos. Esto significa que tanto el hombre como la mujer no piensan en el otro, piensan en sí. Se acaba el amor. Estamos ante una sociedad egoísta. Cada uno a lo suyo. Esta tendencia termina influyendo en muchos matrimonios, aunque estén legítimamente constituidos. El solo hecho de la posibilidad del divorcio hace que un número importante de los que se casan consideran, incluso desde el principio, la posibilidad de que eso se acabe.

Y, claro, no hay hijos. Y si los hay es uno o dos, para regocijo de los padres, y tarde, es decir, cuando son ya mayores. Escasez de natalidad, mala educación de los hijos, nula práctica cristiana de un porcentaje importante de los jóvenes o menos jóvenes que se casan o no se casan. Y Europa se vacía.

José Morales Martín

 

 

Un ser para la vida

Han pasado ya casi dos meses desde que el pasado 6 de febrero un terremoto de 7.8 grados en la escala Ritcher sacudiera varias provincias del sureste de Turquía y el noroeste de Siria.

11 de abril de 2023·Tiempo de lectura: < 1 minutos

Han pasado ya casi dos meses desde que el pasado 6 de febrero un terremoto de 7.8 grados en la escala Ritcher sacudiera varias provincias del sureste de Turquía y el noroeste de Siria, dejando a su rastro la cifra de 53.000 muertos y 24 millones de damnificados. Tras el seísmo, equipos de rescate de todo el mundo se trasladaron a la zona para ayudar en la búsqueda de supervivientes. 

Durante varios días, fuimos testigos en tiempo real de unas imágenes conmovedoras: entre oleadas de cadáveres, emergían noticias del hallazgo de personas -la mayoría niños- que eran rescatadas vivas bajo los escombros. Emocionaba ver a los bomberos y voluntarios, aplaudir y llorar de felicidad, mientras besaban a los pequeños que iban pasando de unos brazos a otros, a lo largo de una cadena humana que los devolvía a la luz.

Reconozco que durante esa semana vi aquellos vídeos en bucle y que también me conmoví hasta las lágrimas contemplando ese milagro de vida. Venía a mi cabeza lo que ya había considerado en otras ocasiones: la maravillosa paradoja del ser humano, el cual, siendo frágil y vulnerable, expuesto a los embates de la naturaleza, sigue no obstante dando la batalla en una lucha casi obstinada por la supervivencia. 

En los días sucesivos al terremoto, en España fuimos testigos de otra “pelea”. Se trató de una contienda ideológica en sede parlamentaria, donde se aprobaron unas leyes que tienen más de imposición ideológica que de bien común. Y mientras algunos se empeñan en propagar la cultura del descarte, que con tanta fuerza ha denunciado el Papa Francisco, disfrazándola falsamente de “libre autodeterminación”, bajo una amalgama de ruinas y polvo el hombre continúa demostrándonos que -a pesar de todo- es un ser para la vida.