Las Noticias de hoy 20 Agosto 2022

Enviado por adminideas el Sáb, 20/08/2022 - 13:23

53 bonitas frases para dedicar a los abuelos que les emocionarán

Ideas Claras

DE INTERES PARA HOY    sábado, 20 de agosto de 2022       

Indice:

El Papa al Meeting de Rimini: Dilatemos la pasión por el hombre

Francisco predica y practica la alianza entre generaciones

El Papa: encomendemos a Ucrania y el destino del mundo a María

HACER Y ENSEÑAR : Francisco Fernandez Carbajal

Evangelio del sábado: facilitar el camino al Cielo

“La pureza nace del amor” : San Josemaria

“¡Vale la pena!” (II): Bendito quien confía en el Señor

“Mamá, ¿qué problemas?”

La Belleza de la Liturgia (7). Un sacrificio para mí : José Martínez Colín.

«La mujer vive la maternidad como si fuera una delincuente»

Estos deberían ser tus cinco hábitos para vivir en presente : Sheila Morataya

De falsedades, mentiras y otras técnicas que faltan a la verdad para influir en la opinión pública II : Rosario Serra Cristóbal

La razón bajo sospecha : Benigno Blanco

La verdadera razón por la que juzgamos y criticamos : Carlos Padilla Esteban

Reconocen la labor de agricultores y agricultoras : Jesús Domingo Martínez

Naturaleza, caos y horror, paz y belleza : Jesús Domingo Martínez

Matrimonio indisoluble en peligro : Domingo Martínez Madrid

A una tierra tan martirizada : Juan García. 

La dimensión ética : Juan García. 

Sociedad indefensa, acobardada, con miedos : Antonio García Fuentes

 

El Papa al Meeting de Rimini: Dilatemos la pasión por el hombre

Mensaje de Francisco firmado por el Secretario de Estado con ocasión de la apertura de la 43ª edición de la kermés de Comunión y Liberación del 20 de agosto, titulada "Una pasión por el hombre". El texto contiene un llamamiento a los cristianos para que alimenten la amistad social, no dando lecciones desde el balcón, sino saliendo a la calle para compartir la fatiga cotidiana del vivir, sostenidos por una "esperanza fiable"

 

Gabriella Ceraso - Ciudad del Vaticano

En el centenario del nacimiento del fundador de CL, el Siervo de Dios Luigi Giussani, en la edición del Meeting 2022 revive su "celo apostólico", plasmado en las palabras pronunciadas en 1985, que dan tema a estos cinco días de encuentros, debates, espectáculos y arte: "El cristianismo no nació para fundar una religión, nació como pasión por el hombre. [...] El amor al hombre, la veneración al hombre, la ternura al hombre, la estima absoluta por el hombre".

He aquí la palabra clave, el tema, "la Pasión por el hombre", que también el Papa pone en el centro de la reflexión firmada por el cardenal secretario de Estado y dirigida al obispo de Rímini, monseñor Guido Lambiase, y que se convierte en un llamamiento a los cristianos de hoy: en el clima del "todos contra todos" redescubrir el camino de "la atención amorosa" hacia los demás, la cercanía, la búsqueda del bien, como condición para ser plenamente nosotros mismos.

"La fragilidad de los tiempos que vivimos" es -se lee en el texto- también la de "creer que no hay posibilidad de redención, una mano que te levanta, un abrazo que te salva, te perdona, te realza" y es "también el aspecto más doloroso de la experiencia de tantos que han experimentado la soledad durante la pandemia o que han tenido que abandonarlo todo para escapar de la violencia de la guerra".

Como Cristo, el buen samaritano, amar a todos

Por eso, la parábola del buen samaritano es hoy más que nunca una palabra clave, en profunda asonancia con el tema del Encuentro, porque en ella se encarna la "pasión incondicional por cada hermano y hermana que se encuentra en el camino", que no es "sólo generosidad", sino -en la descripción del Papa Francisco- es "reconocer a Cristo mismo en cada hermano abandonado o excluido". Quien cree está llamado a tener la misma mirada, la misma pasión de Cristo, que amó a todos sin exclusión alguna: un "amor gratuito, sin medida y sin cálculo". Pero -nos preguntamos- "¿no podría parecer una intención piadosa, comparada con lo que vemos acaecer hoy?".

El camino de la fraternidad no está diseñado sobre las nubes

¿Cómo es posible mirar a los que están cerca de nosotros como un bien que hay que respetar, en un mundo que hoy pone "a todos contra todos" y donde prevalecen "el egoísmo y los intereses partidistas", con la pandemia y la guerra que nos han hecho retroceder frente al proyecto de una humanidad solidaria? Teniendo en cuenta que -se lee en el Mensaje- "el camino de la fraternidad no es diseñado sobre las nubes, sino que atraviesa los numerosos desiertos espirituales presentes en nuestras sociedades" y que es precisamente en el desierto -como dijo Benedicto XVI- "donde redescubrimos el valor de lo esencial para vivir, Francisco señala el camino: "Nuestro compromiso -se lee en el Mensaje- no consiste exclusivamente en acciones o programas de promoción y asistencia", "no en un exceso de activismo, sino ante todo en una atención dirigida al otro, considerándolo como una única cosa con sí mismo". Esta atención de amor es el comienzo de una verdadera preocupación por su persona' y el deseo de buscar su bien. Recuperar esta conciencia es decisivo". Es el otro, el encuentro con el otro "la condición para llegar a ser plenamente nosotros mismos y dar fruto".

La amistad social, fruto de la entrega a los demás

La entrega a los demás construye esa amistad social que el Papa recomienda en su mensaje: es la fraternidad abierta a todos, "abrazo que rompe los muros y sale al encuentro del otro en la conciencia del valor de cada persona concreta, en cualquier situación en que se encuentre". Un amor al otro por lo que es: criatura de Dios, hecha a su imagen y semejanza, dotada por tanto de una dignidad intangible, de la que nadie puede disponer o, peor aún, abusar".

Es esta amistad social la que, como creyentes, estamos invitados a alimentar con nuestro testimonio: y es esta amistad social la que el Papa invita a promover a los participantes en el Encuentro. Acortar la distancia, bajar para tocar la carne sufriente de Cristo en el pueblo. "¡Cuánta necesidad tienen los hombres y mujeres de nuestro tiempo de conocer a personas que no den lecciones desde el balcón, sino que salgan a la calle a compartir la fatiga cotidiana del vivir, sostenidos por una esperanza fiable!" Esta es la tarea histórica de los cristianos: en el Encuentro, Francisco nos pide que asumamos esta llamada "continuando a colaborar con la Iglesia universal en el camino de la amistad entre los pueblos, dilatando en el mundo la pasión por el hombre".

 

Francisco predica y practica la alianza entre generaciones

El Papa recibe con cariño a los más pequeños que le "interrumpen" en las Audiencias Generales y otros encuentros: los abraza, bendice y les regala una sonrisa. Presentamos una recopilación de estos momentos enternecedores.

 

Vatican News

“Dejen que los niños vengan a mí”. Las palabras de Jesús en el Evangelio de Mateo (Mt 19,14) se hacen carne viva en el ejemplo del Papa Francisco, quien, entre otras oportunidades, este 17 de agosto recibió una “visita sorpresa” antes de concluir la Audiencia General. Un niño rubio de corta edad subió los escalones del escenario en el Aula Pablo VI. Se acercó hacia el Pontífice, quien lo acogió con dulzura y le regaló un rosario. El pequeño permaneció tranquilo junto al Sucesor de Pedro hasta el final del acto.

Fue un momento especialmente significativo, pues se dio luego de que el Pontífice impartiera su 17ª catequesis del ciclo dedicado a la vejez. En su reflexión, el Obispo de Roma volvió a referirse a la importancia del diálogo entre generaciones y enfatizó que la alianza entre niños y ancianos salvará a la familia humana.

 

El Papa: encomendemos a Ucrania y el destino del mundo a María

Poco antes de concluir la Audiencia general, el Papa Francisco pidió una vez más no olvidar la guerra en este país del Este de Europa y pensando en la tradicional peregrinación que se realiza en Polonia en estas fechas al Santuario de Czestochowa, recordó también a los muchos ucranianos que han encontrado acogida en este país.

 

Tiziana Campisi - Ciudad del Vaticano

"Mi pensamiento va a Ucrania, no olvidemos a ese pueblo atormentado", lo dijo el Papa Francisco una vez más al final de la Audiencia general. El Pontífice expresó su preocupación por el país que está en guerra desde hace unos seis meses en el último de sus saludos a los peregrinos presentes en el Aula Pablo VI. Pero también mencionó a los ucranianos en dificultades a causa de la guerra cuando se dirigió a los fieles polacos.

“Muchos ucranianos, recuerda el Papa, han encontrado un hogar acogedor en Polonia y algunos de ellos, subraya, se encuentran estos días entre los miles de peregrinos que ‘caminan hacia el santuario de Jasna Góra, rezando por la paz y la reconciliación en el mundo’. Una oración que Francisco hace suya, uniéndose idealmente a los corazones reunidos o en camino hacia Czestochowa: "Confiemos el destino de Europa y del mundo a la Virgen Negra".

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17/08/2022La alianza entre ancianos y niños salvará a la familia humana

El recuerdo de esta particular peregrinación no es nada nuevo. Ya hace quince días, el Papa Francisco había recordado la tradición de muchos fieles de ir a pie a Jasna Góra y a otros santuarios marianos en agosto, y les había pedido que ofrecieran las fatigas del viaje "también por la Iglesia, por la paz en el mundo, especialmente en Ucrania".

El Papa agradece a Polonia la acogida de los refugiados ucranianos

De manera similar, varias veces durante la Audiencia general, el Papa Francisco, en su saludo a los fieles polacos, había aprovechado la oportunidad para agradecer a Polonia la acogida brindada a los numerosos ucranianos que huían de la guerra. El 20 de abril había agradecido la misericordia mostrada "hacia tantos refugiados de Ucrania" que han encontrado "puertas abiertas y corazones generosos" en el país. Y en particular, el miércoles de ceniza, cuando la guerra estaba en sus inicios, el Pontífice había pronunciado palabras de agradecimiento por la generosidad y la solidaridad de los polacos hacia el pueblo ucraniano. "Fueron los primeros en apoyar a Ucrania, abriendo sus fronteras, sus corazones y las puertas de sus casas a los ucranianos que huían de la guerra", había dicho el Papa, destacando la generosa oferta del pueblo polaco de todo lo necesario para que los refugiados pudieran "vivir con dignidad, a pesar del drama del momento".

 

HACER Y ENSEÑAR

— Ejemplaridad de vida. Con las obras hemos de mostrar que Cristo vive.

— Jesús comenzó a hacer y a enseñar. El testimonio de las obras bien acabadas y de la caridad con todos.

— No basta con el ejemplo: es preciso dar doctrina, aprovechando todas las ocasiones y creándolas.

I. Leemos en el Evangelio de la Misa1 cómo previene el Señor a sus discípulos contra los escribas y fariseos, que se habían sentado en la cátedra de Moisés y enseñaban al pueblo las Escrituras, pero su vida estaba muy lejos de lo que enseñaban: Haced y cumplid todo cuanto os digan; pero no hagáis según sus obras, pues dicen pero no hacen. Y comenta San Juan Crisóstomo: «¿Hay algo más triste que un maestro, cuando el único modo de salvar a sus discípulos es decirles que no se fijen en la vida del que les habla?»2.

El Señor pide a todos ejemplaridad de vida en medio de los afanes diarios y de un apostolado fecundo. Muchos ejemplos admirables de santidad tenemos a nuestro alrededor, pero hemos de pedir para que, entre los cristianos, los gobernantes, las personas influyentes, los padres de familia, los maestros, los sacerdotes y todos aquellos que de alguna manera han de ser el buen pastor para otros, sean cada día más y más santos. El mundo tiene necesidad de ejemplos vivos.

En Jesucristo se da en plenitud la unidad de vida, la unión más honda entre palabras y obras. Sus palabras expresan la medida de sus obras, que son siempre maravillosas y acabadas. Hoy hemos visto cosas increíbles3, dicen las gentes después de que perdonara los pecados al paralítico y le curara. Los mismos fariseos exclamaban en su desconcierto: ¿Qué haremos? Pues este hombre realiza muchas maravillas4. Pero ellos rechazaron el testimonio que proclamaban las obras y se hicieron culpables: Si Yo no hubiera hecho entre ellos lo que ningún otro hizo jamás, no tendrían pecado5. En otras ocasiones ya les había invitado a creer por lo que a todos era manifiesto: Creed al menos por mis obras6. El Señor considera sus hechos como un modo de dar a conocer su doctrina: Estas mismas obras que hago testifican de Mí7. Acciones y palabras, en la vida oculta y en su ministerio público, proclaman la verdad única de la revelación.

Con hechos de la vida corriente, vivida con heroísmo, hemos de mostrar a todos que Cristo vive. La vocación de apóstol –y todos la hemos recibido en el momento del Bautismo– es la de dar testimonio, con obras y palabras, de la vida y doctrina de Cristo: Mirad cómo se aman, decían de los primeros cristianos. Y las gentes quedaban edificadas de esta conducta, y tenían la simpatía de todo el pueblo8, nos dicen los Hechos de los Apóstoles. Y como consecuencia, el Señor aumentaba todos los días el número de los que habían de salvarse9. Los convertidos a la fe aprovechaban todas las oportunidades para dar razón de su esperanza10, para comunicar su alegría a los demás: los que se dispersaron, andaban de un lugar a otro predicando la palabra del Señor11.

Muchos dieron el supremo testimonio de la fe que profesaban mediante el martirio. Y hasta ese extremo estamos dispuestos nosotros, si el Señor nos lo pidiera. El mártir, con su aparente locura, se convierte para todos en una fuerza poderosa que lleva a Cristo: muchos se convertían al contemplar el martirio. De ahí el nombre de mártir, que significa testigo, testimonio de Cristo,

A nosotros, de ordinario, el Señor nos pedirá el testimonio cristiano en medio de una vida corriente, empeñados en unos quehaceres similares a los que han de realizar los demás: «Hemos de conducirnos de tal manera, que los demás puedan decir, al vernos: este es cristiano, porque no odia, porque sabe comprender, porque no es fanático, porque está por encima de los instintos, porque es sacrificado, porque manifiesta sentimientos de paz, porque ama»12.

II. El amor pide obras: coepit Iesus facere et docere13, comenzó Jesús a hacer y a enseñar; Él «proclamó el Reino con el testimonio de su vida y con el poder de su Palabra»14. No se limitó a hablar ni quiso ser solamente el Maestro que ilumina con una doctrina maravillosa; por el contrario, «“coepit facere et docere”, comenzó Jesús a hacer y luego a enseñar: tú y yo hemos de dar el testimonio del ejemplo, porque no podemos llevar una doble vida: no podemos enseñar lo que no practicamos. En otras palabras, hemos de enseñar lo que, por lo menos, luchamos por practicar»15.

El Señor, en sus largos años de trabajo en Nazaret, nos enseña el valor redentor del trabajo y nos llama a conseguir el mayor prestigio posible dentro de nuestra profesión o estudios: nos pide un trabajo sin chapuzas, con orden, con intensidad, viviendo a la vez una caridad delicada con las personas que realizan la misma tarea: con los compañeros, con los clientes, con los superiores, con los inferiores... También debemos mostrar su doctrina en el modo sobrenatural con que procuramos llevar la enfermedad que se presenta cuando menos la esperábamos, en el descanso, en los apuros económicos y en el éxito profesional, si el Señor quiere que llegue..., en el modo de divertirnos y en la alegría habitual, aun cuando nos cueste mucho esfuerzo el sonreír. Cristo será el mayor motivo del cristiano para estar siempre alegre. Y esa alegría –fruto de la paz del alma– será una señal convincente para que los demás se sientan movidos a buscarle.

El buen ejemplo, consecuencia de una auténtica vida de fe, arrastra siempre. No se trata de dar testimonio de nosotros mismos, sino del Señor. Es preciso actuar de tal manera que, «a través de las acciones del discípulo, pueda descubrirse el rostro del Maestro»16, y que podamos decir como San Pablo: sed imitadores míos, como yo lo soy de Cristo17. Él es el único Modelo, en quien nos hemos de mirar con frecuencia. De modo principal debemos imitarle en la forma de tratar a todos. La caridad fue el distintivo que Jesús nos dejó, y en ella nos han de conocer como discípulos del Señor: En esto conocerán todos que sois mis discípulos: si os tenéis amor entre vosotros18. Junto a la alegría y al prestigio profesional, es, además, el medio imprescindible para ejercer el apostolado entre quienes se nos acercan. «Antes de querer hacer santos a todos aquellos a quienes amamos es necesario que les hagamos felices y alegres, pues nada prepara mejor el alma para la gracia como la leticia y la alegría.

»Tú sabes ya (...) que cuando tienes entre las manos los corazones de aquellos a quienes quieres hacer mejores, si los has sabido atraer con la mansedumbre de Cristo, has recorrido ya la mitad de tu camino apostólico. Cuando te quieren y tienen confianza en ti, cuando están contentos, el campo está dispuesto para la siembra. Pues sus corazones están abiertos como una tierra fértil, para recibir el blanco trigo de tu palabra de apóstol o de educador.

»No perdamos nunca de vista que el Señor ha prometido su eficacia a los rostros amables, a los modales afables y cordiales, a la palabra clara y persuasiva que dirige y forma sin herir: beati mites quoniam ipsi possidebunt terram, bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra. No debemos olvidar nunca que somos hombres que tratamos con otros hombres, aun cuando queramos hacer bien a las almas. No somos ángeles. Y, por tanto, nuestro aspecto, nuestra sonrisa, nuestros modales, son elementos que condicionan la eficacia de nuestro apostolado»19.

III. Hacer y enseñar, ejemplo y doctrina. «No basta el hacer para enseñar –escribe San Juan Crisóstomo–, y esto no lo digo yo, sino el mismo Cristo: el que hiciere -dice- y enseñare, ese será llamado grande (Mt 5, 19). Si el mero hacer fuera enseñar, sobraría la segunda parte del dicho del Señor, pues habría bastado con decir: el que hiciere; al distinguir las dos cosas nos da a entender que en la perfecta edificación de las almas tienen su parte las obras y la suya las palabras, y mutuamente se necesitan»20. No se trata de cosas contrapuestas ni separadas: hablar es un signo, una noticia de Cristo; y vivir es también un signo, un modo de enseñar, que confirma la veracidad del primero. El apostolado «no consiste solo en el testimonio de vida; el verdadero apóstol busca ocasiones para anunciar a Cristo con la palabra, ya a los no creyentes para llevarlos a la fe, ya a los fieles, para instruirlos, confirmarlos y estimularlos a una vida más santa»21. ¿Qué puede significar para un pagano la buena conducta de un cristiano, si no se le habla del tesoro, Cristo, que hemos encontrado? No damos ejemplo de nosotros mismos, sino de Cristo. Somos sus testigos en el mundo; y un testigo no lo es de sí mismo: da testimonio de una verdad o de unos hechos que debe enseñar. Vivir la fe y proclamar su doctrina es lo que nos pide Jesús.

A través de la propia vida, buscando las ocasiones para hablar, no desaprovechando ni una sola oportunidad que se nos presente, damos a conocer al Señor. Nuestra tarea consiste, en buena parte, en hacer alegre y amable el camino que lleva a Cristo. Si actuamos así, muchos se animarán a seguirlo, y a llevar la alegría y la paz del Señor a otros hombres.

Cuando aquella mujer del pueblo, maravillada por la doctrina de Jesús, hace el elogio de la Madre del Señor, Jesús responde: Bienaventurados más bien los que escuchan la palabra de Dios y la guardan22. Nadie como María Santísima ha cumplido esa recomendación de su Hijo; a Ella, que es para nosotros ejemplo amable de todas las virtudes, nos encomendamos para sacar adelante nuestros propósitos de ejemplaridad en la conducta diaria.

1 Mt 23, 1-12. — 2 San Juan CrisóstomoHomilías sobre San Mateo, 72, 1. — 3 Lc 5, 26. — 4 Jn 11, 47. — 5 Jn 15, 24. — 6 Jn 14, 11. — 7 Jn 5, 26. — 8 Hech 2, 47. — 9 Ibídem. — 10 Cfr. 1 Pdr 3, 15. — 11 Hech 8, 4. — 12 San Josemaría EscriváEs Cristo que pasa, 122. — 13 Hech 1, 1. — 14 ConcVat. II, Const. Lumen gentium, 35. — 15 San Josemaría EscriváForja, n. 694. — 16 ídemEs Cristo que pasa, 105. — 17 1 Cor 4, 16. — 18 Jn 13, 35. — 19 S. CanalsAscética meditada, Rialp, 14ª ed. Madrid 1980, pp. 74-76. — 20 San Juan CrisóstomoSobre el sacerdocio, 4, 8. — 21 ConcVat. II, Decr. Apostolicam actuositatem, 6. — 22 Lc 11, 28.

 

Evangelio del sábado: facilitar el camino al Cielo

Comentario del sábado de la 20.ª semana del tiempo ordinario. “Atan cargas pesadas e insoportables y las echan sobre los hombros de los demás”. Podríamos preguntarnos: ¿mi vida, mis palabras, mis actitudes, hacen más fácil y atractivo el camino de la santidad para los demás? ¿En qué podría mejorar?

20/08/2022

Evangelio (Mt 23, 1-12)

Entonces Jesús habló a las multitudes y a sus discípulos diciendo:

—En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced y cumplid todo cuanto os digan; pero no obréis como ellos, pues dicen pero no hacen. Atan cargas pesadas e insoportables y las echan sobre los hombros de los demás, pero ellos ni con uno de sus dedos quieren moverlas. Hacen todas sus obras para que les vean los hombres. Ensanchan sus filacterias y alargan sus franjas. Anhelan los primeros puestos en los banquetes, los primeros asientos en las sinagogas y que les saluden en las plazas, y que la gente les llame rabbí. Vosotros, al contrario, no os hagáis llamar rabí, porque sólo uno es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos. No llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque sólo uno es vuestro Padre, el celestial. Tampoco os dejéis llamar doctores, porque vuestro doctor es uno sólo: Cristo. Que el mayor entre vosotros sea vuestro servidor. El que se ensalce será humillado, y el que se humille será ensalzado”.


Comentario

Las palabras que el Señor pronuncia en el evangelio de hoy son duras. Son una denuncia clara y directa de un comportamiento que no es agradable a Dios: la hipocresía.

La cuestión es que la hipocresía tampoco es bien vista a ojos humanos. Por eso, es muy fácil empatizar con lo que dice Jesús y darle la razón. Sin embargo, lo que no es tan fácil es examinar el propio corazón y plantearse hasta qué punto lo que dice el Señor se nos aplica a nosotros. Porque la hipocresía es tan desagradable como sutil.

Atan cargas pesadas e insoportables. Podríamos preguntarnos: ¿mi vida, mis palabras, mis actitudes, hacen más fácil y andadero el camino de la santidad para los demás, o por el contrario lo hacen más insoportable? ¿La imagen del cristianismo que resulta de mi forma de comportarme es la de una carga pesada o la de un camino de felicidad?

Sin duda, es muy fácil decirle a los hijos, o al cónyuge, o a un hermano, que deben comportarse de determinada manera. Sin embargo, ¿lo hacemos nosotros? ¿Perciben los demás, no por nuestras palabras, sino por nuestras obras, la importancia de sonreír siempre, de tratar bien a todos, de no criticar a nadie a sus espaldas, de no decir mentiras?

San Josemaría cultivó a lo largo de su vida un deseo, al cual nos invitaba a sumarnos: “pongamos generosamente nuestro corazón en el suelo, de modo que los otros pisen en blando, y les resulte más amable su lucha” (Amigos de Dios, n. 228). Es a eso a lo que nos estimula Jesús con sus palabras: a darnos cuenta de que no estamos aquí para hacer más difícil la vida de los demás. Estamos llamados a ser facilitadores de la santidad de todos los que nos rodean.

¿Cuál es el mejor modo de hacerlo? Que el mayor entre vosotros sea vuestro servidor. En primer lugar, con nuestro ejemplo, con nuestra caridad traducida en obras de servicio.

Así lo entendió también san Pablo: “llevad los unos las cargas de los otros y así cumpliréis la ley de Cristo” (Gálatas 6, 2). Los fariseos aumentaban la carga de los demás, nosotros estamos llamados a aligerarla, tal como hace el Señor (cfr. Mateo 11, 28).

El que se ensalce será humillado, y el que se humille será ensalzado. María Santísima nos enseña que la humildad no se trata simplemente de sentirse humildes: se trata de poner real y efectivamente nuestra vida al servicio de los demás. Es por eso que Ella se convirtió en la mejor facilitadora del camino hacia Dios, hasta el punto de que la Iglesia la invoca como Puerta del Cielo.

 

“La pureza nace del amor”

Mira cuántos motivos para venerar a San José y para aprender de su vida: fue un varón fuerte en la fe...; sacó adelante a su familia –a Jesús y a María–, con su trabajo esforzado...; guardó la pureza de la Virgen, que era su Esposa...; y respetó –¡amó!– la libertad de Dios, que hizo la elección, no sólo de la Virgen como Madre, sino también de él como Esposo de Santa María. (Forja, 552)

20 de agosto

No estoy de acuerdo con la forma clásica de representar a San José como un hombre anciano, aunque se haya hecho con la buena intención de destacar la perpetua virginidad de María. Yo me lo imagino joven, fuerte, quizá con algunos años más que Nuestra Señora, pero en la plenitud de la edad y de la energía humana.

Para vivir la virtud de la castidad, no hay que esperar a ser viejo o a carecer de vigor. La pureza nace del amor y, para el amor limpio, no son obstáculos la robustez y la alegría de la juventud. Joven era el corazón y el cuerpo de San José cuando contrajo matrimonio con María, cuando supo del misterio de su Maternidad divina, cuando vivió junto a Ella respetando la integridad que Dios quería legar al mundo, como una señal más de su venida entre las criaturas. Quien no sea capaz de entender un amor así, sabe muy poco de lo que es el verdadero amor, y desconoce por entero el sentido cristiano de la castidad. (Es Cristo que pasa, 40)

 

 

“¡Vale la pena!” (II): Bendito quien confía en el Señor

La Sagrada Escritura no nos da una respuesta teórica sobre la fidelidad, sino que nos indica quién es fiel.

15/08/2022

En algún dispositivo para escuchar música, cuando se describen sus características, quizás hemos visto marcadas las letras «hi-fi». La high fidelity, alta fidelidad, es garantía de que el sonido que reproduce se acerca mucho al original. El objetivo, tanto del reproductor como de quien escucha, es poder tener contacto con el sonido inicial, con la primera grabación, sin alterarla. Es la fidelidad comprendida como exactitud, como la capacidad de mantener algo intacto. Sin embargo, en la cultura del antiguo Medio Oriente, en la que tuvo lugar la revelación de Dios al pueblo de Israel, la manera de comprender la fidelidad tiene algunas diferencias con respecto a este uso. La fidelidad no se asocia a la precisión, sino que se pone el énfasis en otros aspectos como son la solidez, estabilidad o permanencia a lo largo del tiempo; la confiabilidad, la lealtad y la veracidad. Además, en el lenguaje bíblico la fidelidad también está estrechamente vinculada con la misericordia paternal de Dios, un ámbito donde no tiene mucho sentido hablar de exactitud.

No como los otros dioses

Si buscamos en la Sagrada Escritura una definición completa de fidelidad, no la encontraremos. En cambio, si acudimos a los libros sagrados preguntándonos quién es fiel, tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento nos responden de manera rotunda: fiel es Dios (cfr. Dt 32,4; 1 Co 1,9; 1 Ts 5,24 y otros). ¿Qué quiere decir que Dios sea fiel? ¿Por qué la fidelidad es una característica del Señor tan repetidamente afirmada?

Por una parte, el Dios de Israel es fiel en contraste con los dioses de los pueblos vecinos. «Dios es el fundamento de la esperanza; pero no cualquier dios»[1]. Los mitos paganos nos muestran dioses que se comportan de manera voluble y caprichosa; a veces son buenos, a veces son malos, nunca se sabe cómo van a reaccionar. Por lo tanto, no es razonable confiar en ellos. En Egipto y Mesopotamia, por ejemplo, era frecuente representar a los dioses con forma de toro, león, águila, dragón, o de otros animales. En consecuencia, el culto a estas divinidades estaba empapado de actitudes que se asemejan a lo que haríamos frente a una bestia amenazante: satisfacer su hambre, aplacar su cólera, o simplemente no interrumpir su descanso.

No sucede así en Israel. La ley mosaica, por su parte, prohíbe representar al Señor con figuras de cualquier tipo (cfr. Ex 20,4; Lv 19,4). El Dios de Israel acepta sacrificios y ofrendas, pero no lo hace porque padezca necesidad o porque de ello dependa su ánimo (cfr. Sal 50,7-15; Dn 14,1-27). Que el Señor sea fiel, en contraste con los falsos dioses, significa que no es caprichoso ni inconstante, que podemos intuir, de alguna manera, cómo va a actuar. Al mismo tiempo, esta fidelidad no implica que el Señor siga un patrón uniforme de conducta o que su modo de intervenir en la historia sea repetitivo. Dios es libre, trascendente y soberano, «es todo el movimiento y toda la belleza y toda la grandeza»[2], así que su fidelidad a la alianza no excluye la novedad (cfr. Is 43,16-19). Puede sorprendernos o desconcertarnos. Dice Dios por boca del profeta Isaías: «Mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos, mis caminos —oráculo del Señor—. Tan elevados como son los cielos sobre la tierra, así son mis caminos sobre vuestros caminos y mis pensamientos sobre vuestros pensamientos» (Is 55,8-9). Dios siempre salva a su pueblo, pero no lo hace siempre de la misma manera. Por eso «él siempre puede, con su novedad, renovar nuestra vida y nuestra comunidad y, aunque atraviese épocas oscuras y debilidades eclesiales, la propuesta cristiana nunca envejece»[3].

Además de aquella diferencia, una desviación frecuente de la relación de los hombres con Dios es aquella de querer controlarlo o usarlo a discreción nuestra. Por eso, la adivinación y otras prácticas semejantes estaban severamente prohibidas en Israel (cfr. Lv 19,26.31). Que Dios sea fiel a su palabra no quiere decir que su manera de comportarse sea siempre idéntica, y por tanto predecible y controlable por parte de los hombres. Podemos estar seguros de que nunca dejará de amarnos, aunque muchas veces no sabemos cómo. Su lógica siempre excede a la nuestra. En ocasiones puede darnos más de lo que había prometido, o puede cumplir una profecía de una forma inusitada. La «fidelidad no tiene nada de estéril ni de estático; es creativa»[4].

Un Dios «rico en misericordia y fidelidad»

La Biblia afirma que el Señor es fiel en contraste con los falsos dioses de los pueblos vecinos; aunque, en realidad, el texto sagrado lo afirma sobre todo en contraste con los seres humanos: «La gloria de Israel no miente ni se arrepiente, porque no es un hombre para arrepentirse» (1 Sm 15,29). A diferencia de nuestra experiencia humana, el Señor dice siempre la verdad, no se retracta de sus promesas: «No es Dios como un hombre capaz de mentir, ni un hijo de Adán para echarse hacia atrás. ¿Es que dice y no lo hace? ¿Es que habla y no cumple?» (Nm 23,19). Solo Dios es absolutamente sólido y confiable, en quien se puede construir con la seguridad de no quedar defraudado. Por eso puede decir Benedicto XVI: «Mientras todo pasa y cambia, la Palabra del Señor no pasa. Si las vicisitudes de la vida hacen que nos sintamos perdidos y parece que se derrumba toda certeza, contamos con una brújula para encontrar la orientación, tenemos un ancla para no ir a la deriva»[5].

Cuenta el libro del Éxodo que, tras el pecado del becerro de oro, Dios renovó la alianza con su pueblo en el monte Sinaí. Entonces, antes de entregar a Moisés por segunda vez las tablas de la ley, Dios pasó delante de él diciendo: «Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la cólera y rico en misericordia y fidelidad» (Ex 34,6). Estas palabras se suelen considerar una segunda revelación del nombre de Dios, después de la que había tenido lugar tiempo atrás, también con Moisés. Esta descripción de cómo es Dios la encontramos repetida, con pequeñas variantes, en otros siete pasajes, de diversos libros del Antiguo Testamento[6] . Por eso dice san Josemaría: «Si recorréis las Escrituras Santas, descubriréis constantemente la presencia de la misericordia de Dios (…). ¡Qué seguridad debe producirnos la conmiseración del Señor!»[7].

Sin embargo, Israel sabe que su Señor es compasivo y fiel no simplemente porque lo haya dicho a Moisés en el Sinaí, sino sobre todo porque el pueblo lo ha comprobado en su propia historia, en su propia piel. Dios ha manifestado esta característica de su fidelidad no simplemente declarándola, sino mostrándola en sus obras. Que Dios sea fiel es una experiencia de salvación que vive Israel a lo largo del tiempo. «Señor, Tú eres mi Dios, quiero ensalzarte, alabar tu Nombre, porque has hecho maravillas –dice el profeta Isaías–. Tus designios desde antaño son fidelidad» (Is 25,1). Las obras de Dios muestran su fidelidad; Israel es testigo, una y otra vez, de que su misericordia no desaparece frente a las infidelidades humanas. «El Señor es bueno: su misericordia es eterna, y su fidelidad, por todas las generaciones» (Sal 100,5), canta el salmista. Y en otro pasaje: «Las misericordias del Señor cantaré eternamente; de generación en generación anunciaré con mi boca tu fidelidad» (Sal 89,2).

Santa María, en el Magníficat, expresa este modo de ser de Dios, tan claro para quien se acerca a la historia sagrada. La madre de Jesús alaba a Dios por haberse fijado en su humildad, por haber hecho cosas grandes en ella, «recordando su misericordia, como había prometido a nuestros padres, Abrahán y su descendencia para siempre» (Lc 1,54-55). Decía san Juan Pablo II que «en el Magníficat, cántico verdaderamente teológico porque revela la experiencia del rostro de Dios hecha por María, Dios no sólo es el Poderoso, para el que nada es imposible, como había declarado Gabriel (cfr. Lc 1,37), sino también el Misericordioso, capaz de ternura y fidelidad para con todo ser humano»[8].

Jesús es el cumplimiento de las promesas

La fidelidad es un atributo que define a Dios en su relación con los hombres, especialmente con su pueblo en virtud de la alianza. Y para describir la fuerza de esta alianza, los profetas acuden a algunas imágenes. Una de ellas es la del matrimonio, que encontramos desarrollada sobre todo en los libros de Oseas, Jeremías y Ezequiel. Esta imagen resalta la misericordia del Señor, que está dispuesto a perdonar y a restablecer la alianza pese a las repetidas infidelidades de Israel. Otra imagen es la de la paternidad y maternidad. El libro de Isaías la utiliza varias veces, de manera conmovedora, para subrayar cómo Dios no abandonará nunca a su pueblo: «Sion había dicho: “El Señor me ha abandonado, mi Señor me ha olvidado”. ¿Es que puede una mujer olvidarse de su niño de pecho, no compadecerse del hijo de sus entrañas? ¡Pues aunque ellas se olvidaran, Yo no te olvidaré! Mira: te he grabado en las palmas de mis manos» (Is 49,14-16).

Jesús recoge toda esta herencia de fidelidad y de misericordia, plasmada en el Antiguo Testamento, para revelar la continuación de ese obrar divino en su persona. Por eso, de frente a la muchedumbre, el Señor hace eco con su lamento a aquel oráculo de Isaías en el que nos recordaba que Dios nunca nos olvida: «¡Jerusalén, Jerusalén!, que matas a los profetas y lapidas a los que te son enviados. Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la gallina reúne a sus polluelos bajo las alas, y no quisiste» (Mt 23,37). A Jesucristo le duele la rebeldía de los hombres, su dureza de corazón, frente a la insistencia –la fidelidad– del amor de Dios.

También inspirándose en un pasaje del profeta Isaías en el que se afirma que Israel es la viña del Señor (cfr. Is 5,7), Jesús resume la historia de la fidelidad de Dios de frente a la infidelidad humana al relatar la parábola de los viñadores homicidas (cfr. Mc 12,1-12). Allí, tras los sucesivos rechazos para tomar los frutos que le correspondían a través de varios siervos, el dueño de la viña decide enviar a su hijo como último recurso. Pero los viñadores lo matan. De la misma manera, la venida de Jesús, el Hijo único de Dios, y su muerte en la cruz, es la manifestación plena de la fidelidad y misericordia del Dios de Israel; después de enviarlo para que muriera por nosotros, Dios ya no puede hacer nada más grande (cfr. Hb 1,1-2).

Los apóstoles, durante su predicación, eran conscientes de la relación entre el misterio pascual de Cristo –su pasión, muerte y resurrección– con la fidelidad de Dios a sus antiguas promesas. Jesús es «el Amén, el testigo fiel y veraz» (Ap 3,14), nos dice el libro del Apocalipsis. En la segunda carta de san Pablo a los Corintios, hallamos la declaración más explícita al respecto: «Por la fidelidad de Dios, que la palabra que les dirigimos no es sí y no. Porque Jesucristo, el Hijo de Dios –que les predicamos Silvano, Timoteo y yo– no fue sí y no, sino que en él se ha hecho realidad el sí. Porque cuantas promesas hay de Dios, en él tienen su sí» (2 Co 1,18-20). Y esta convicción ha pasado a la fe de la Iglesia, que ha proclamado constantemente que Jesús es el fiel cumplimiento de todo cuanto Dios había prometido (cfr. 1 Co 15,3-4).

Si no somos fieles, él permanece fiel

A propósito de quienes no creyeron en Cristo durante su paso por la tierra, san Pablo se expresa así, poniendo el foco en la grandeza del Señor: «¿Es que la incredulidad de estos frustrará la fidelidad de Dios? ¡De ninguna manera!» (Rm 3,3-4). En Dios podemos poner nuestra confianza de manera plena. «Unos confían en los carros, otros en los caballos; nosotros invocamos el Nombre del Señor, nuestro Dios» (Sal 20,8), dice el salmista, expresando su confianza en el Señor más que en las estrategias humanas para la batalla. «¿Quién es Dios fuera del Señor? ¿Quién es Roca, fuera de nuestro Dios?» (2 Sm 22,32), dice la Sagrada Escritura, en el llamado Himno de David. Solo de Dios se puede afirmar que es la Roca en donde apoyarse sin miedo y buscar protección. La aplicación a Dios del término «Roca» es tan frecuente en el Antiguo Testamento[9] que a veces se dice simplemente «la Roca» y se entiende que se está hablando de él.

Al insistir en la fidelidad de Dios poniéndola en contraste, muchas veces, con la inconstancia de los hombres, la Sagrada Escritura no parece dejar mucho espacio a la fidelidad humana. Pero más que una visión pesimista sobre las fuerzas humanas, se trata de una afirmación realista y profunda sobre nuestra poquedad frente a su potencia. Así se comprende mejor este duro oráculo transmitido por Jeremías: «Maldito el varón que confía en el hombre y pone en la carne su apoyo, mientras su corazón se aparta del Señor. Será como matojo de la estepa, que no verá venir la dicha, pues habita en terrenos resecos del desierto, en tierra salobre e inhóspita. Bendito el varón que confía en el Señor, y el Señor es su confianza. Será como árbol plantado junto al agua, que extiende sus raíces a la corriente, no teme que llegue el calor, y sus hojas permanecerán lozanas, no se inquietará en año de sequía, ni dejará de dar frutos» (Jr 17,5-8).

Lo importante es comprender que el ser humano no puede ser fiel en el mismo sentido en que lo es Dios. La respuesta humana a la fidelidad del Señor no es una conducta intachable, sin fisuras, sino la fe (cfr. Gn 15,6; Hb 11,1). De hecho, en hebreo se emplea el mismo verbo para decir que Dios es fiel y para decir que un hombre cree en él. El Nuevo Testamento llama «fieles» a quienes creen en Jesucristo y lo siguen (cfr. Hch 10,45). Lo que el Señor quiere de nosotros no es que seamos firmes y sólidos como él, lo cual sería imposible, sino que depositemos en él toda nuestra confianza, como lo hizo María y como lo han hecho los santos, «porque fiel es el que hizo la promesa» (Hb 10,23). Y, sobre todo, el Señor quiere que reconozcamos nuestras ofensas y le pidamos perdón. «Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros –señala la primera carta de san Juan–. Si confesamos nuestros pecados, fiel y justo es Él para perdonarnos los pecados y purificarnos de toda iniquidad” (1 Jn 1,8-9). Aunque seamos pecadores, el Señor no nos deja nunca solos. «Si no somos fieles, él permanece fiel, pues no puede negarse a sí mismo» (2 Tm 2,13).

«Nuestra fidelidad no es más que una respuesta a la fidelidad de Dios. Dios que es fiel a su palabra, que es fiel a su promesa»[10]. Y, en ese mismo sentido, el prelado del Opus Dei ha comentado: «La fe en la fidelidad divina da fuerza a nuestra esperanza, a pesar de que nuestra personal debilidad nos lleve a veces a no ser del todo fieles, en lo pequeño y quizá, en alguna ocasión, en lo grande. Entonces, la fidelidad consiste en recorrer —con la gracia de Dios— el camino del hijo pródigo»[11]. Lo importante es siempre volver a quien cumple la promesa, regresar con fe a la Roca que siempre nos espera.


[1] Benedicto XVI, enc. Spe salvi, n. 31.

[2] San Josemaría, Amigos de Dios, n. 190.

[3] Francisco, ex. ap. Evangelii Gaudium, n. 11.

[4] Benedicto XVI, Homilía, 12-IX-2009.

[5] Benedicto XVI, Ángelus, 12-XII-2010.

[6] Cfr. Nm 14,17-18; Dt 7,9-10; Sal 86,15; 145,8; Jl 2,13; Jon 4,2 y Na 1,3.

[7] San Josemaría, Es Cristo que pasa, n. 7.

[8] San Juan Pablo II, Audiencia, 6-XI-1996.

[9] Cfr. por ejemplo Dt 32,4; 1 Sm 2,2; 2 Sm 22,2; Sal 19,15; 28,1; 71,3; Is 17,10; Ha 1,12; y otros.

[10] Francisco, Homilía, 15-IV-2020.

[11] Mons. Fernando Ocáriz, Carta pastoral, 19-III-2022.

 

“Mamá, ¿qué problemas?”

“Todo el mundo puede llegar a Dios, porque Dios está para eso. No está para la gente con más coco o más aptitudes; está ahí para todo el mundo”. Así lo cree Alejandra, una joven catequista que desde hace un año se esmera por hacer accesible el trato con Dios a una docena de chicos y chicas con diversidad funcional desde la parroquia de Nuestra Señora del Buen Aire de Sevilla. Todo empezó gracias a la inquietud de Rosa y de Rosario, madres de varios de estos chicos.

16/08/2022

Rosa es médico anestesista y trabaja en el Hospital de Alta Resolución de Lebrija. Su hija Leyre nació con una malformación congénita, que le obliga a moverse en silla de ruedas, pero que no le ha impedido bailar sevillanas, hacer deporte o alcanzar otras metas, ni tampoco le impedirá, como desea, terminar como su madre la carrera de Medicina, de la que cursa ya el 5º curso. 

Su madre le ha ayudado a superar todos los obstáculos. Es su modelo y, como ella, quiere ser médico para servir a los demás. Con ese propósito, también, decidió hace un tiempo abrir su cuenta de Instagram, de forma que otros jóvenes se animen al ver su testimonio.

“YO NO ENTIENDO CÓMO NOS HA PASADO ESTO. NO ERA LA FAMILIA QUE TENÍA PLANEADA. DIOS NOS HA ROTO LOS PLANES UNA Y OTRA VEZ”

Pero Leyre no es el único objeto de los desvelos de su madre. Tras ella llegarían al mundo cuatro hijos más, dos de los cuales nacieron con trastornos del espectro autista (TEA). Entonces la vida de Rosa se complicó bastante: “Yo no entiendo cómo nos ha pasado esto. No era la familia que tenía planeada. Dios nos ha roto los planes una y otra vez”, considera. 

Sin embargo, no por eso renunció a ser feliz o a que fuesen felices los suyos. “Muchas veces me preguntan si puedo ser feliz con mis circunstancias, afirma. Y por supuesto puedo serlo, lo único es que hay que currárselo mucho más, estar dispuesto y no perder el sentido del humor. Y por supuesto, la fe, pues sin ella es más difícil todo. Yo busco ahí la luz y la fuerza para seguir. Y en la oración todo, todo, se coloca en su sitio”.

Esa fe mueve montañas, y a Rosa, que recibe ayuda espiritual como supernumeraria del Opus Dei, le ayudó a impulsar el crecimiento de sus hijos, cuidar de todos y sacar adelante su propio trabajo. 

El camino no resultó sencillo. A veces le podía el cansancio y aparecían los momentos de desaliento. En una de esas ocasiones, uno de sus hijos le preguntó qué le pasaba. “¿Qué me va a pasar, con todos los problemas que tenemos?”, respondió Rosa. La sencillez de su hijo le levantó el ánimo: “Mamá, ¿qué problemas?”.

EL CAMINO NO RESULTÓ SENCILLO. A VECES LE PODÍA EL CANSANCIO Y APARECÍAN LOS MOMENTOS DE DESALIENTO

En este viaje, Rosa encontró además el apoyo de la asociación Autismo Sevilla, un lugar de encuentro entre personas con TEA, profesionales y padres para compartir, ayudarse mutuamente y facilitar la convivencia y el desarrollo de los niños que padecen estos problemas. Allí sus hijos practican diferentes deportes y han hecho grandes amigos.

Hace unos años, Rosa conoció a Rosario, madre de tres hijos, uno de los cuales tiene síndrome Down. El marido de Rosario, además, tiene una discapacidad física. Rosario también tuvo que oír muchas veces a su alrededor comentarios de asombro y admiración debido a sus circunstancias. 

Con el paso del tiempo, sin embargo, estas circunstancias se han convertido en “un tesoro”, en palabras de Rosario. Su hijo Juan, por ejemplo, “es la alegría de la casa, deportista, surfista. Ahora va a aprender a bailar rumba”, cuenta ilusionada. “Es un motivo de felicidad para nosotros, es un tesoro que Dios ha puesto en nuestras manos y es la felicidad de nuestra casa”, remacha.

Darles su propio sitio

Rosa y Rosario se hicieron grandes amigas. Y pronto se dieron cuenta de que debían dar algo más a sus hijos, además del deporte y la posibilidad de acceder a estudios y a una profesión. 

“Ellos son capaces de Dios, y esa capacidad de Dios hay que llenarla”, reflexiona Rosa recordando cómo las dos amigas enseguida conectaron en esta cuestión. En sus manos cayó la encíclica del Papa ‘Fratelli Tutti’, y una frase del documento le llegó a lo más hondo. “El Papa decía que a las personas con discapacidad no había solo que cuidarlas, sino que deben tener su sitio en la sociedad civil y eclesial. Me quedé reflexionando y pensé que yo estaba luchando mucho para que tuviera su sitio en la sociedad civil, pero en cambio, ¿qué estaba haciendo a nivel espiritual? Entonces empecé a buscar por la diócesis algo que les pudiera ayudar”.

EN SUS MANOS CAYÓ LA ENCÍCLICA DEL PAPA ‘FRATELLI TUTTI’, Y UNA FRASE DEL DOCUMENTO LE LLEGÓ A LO MÁS HONDO

Pero no encontró lo que necesitaba, y entonces acudió a su párroco para proponerle formar un grupo de catequesis para jóvenes con diversidad funcional. Empezaron a impartirla las propias Rosa y Rosario, pero pronto se les unieron Gonzalo, Antonio y Alejandra, una joven catequista que se ha ganado al equipo, que empezó en octubre con cinco componentes y ha llegado a mayo con más del doble.

“Nos reunimos todos los lunes, relata Rosa. Primero hacemos un rato de oración delante del Señor en el Sagrario. Rezamos todos juntos, la familia, los chicos y catequistas. Pienso que para Dios, que es la Inteligencia infinita, poca diferencia debe haber entre unos y otros”, comenta Rosa. 

Una de las madres decidió poner a la iniciativa un nombre: Betania. “El Señor descansa con nosotros -cuenta Rosa-, y después nos vamos al salón parroquial y los catequistas adaptan los contenidos de la fe con un lenguaje fácil, que ellos puedan comprender mejor”.

El grupo se ha dividido ya en dos, mayores y pequeños, y Alejandra cuenta cómo emplea con cada uno una metodología distinta. “Todo lo visual les ayuda un montón. Entre todos hemos ido construyendo un mural con un mapa conceptual, usando papel continuo pegado a la pared. Allí vamos escribiendo palabras clave: los sacramentos, para qué sirven… Todo muy sencillo. Al final tienes los sacramentos trabajados, y cada lunes, al volver, uno de los chicos los lee y repasa utilizando el mural”. Cada época del año, además, sirve para hacer énfasis en algo distinto. En Adviento, por ejemplo, todos escribieron tres objetivos para mejorar durante esas semanas: hacerse la cama, dar un beso a la Virgen…

DE LO QUE SE TRATA NO ES DE QUE SEPAN ORACIONES DE MEMORIA, SINO DE ALIMENTAR SU CONEXIÓN INTERIOR CON DIOS

En el caso de los pequeños, el método empleado para hacer accesibles las verdades de la fe son los pictogramas, sustituyendo letras por dibujos. Alejandra, además, tira de imaginación y usa dinámicas para hacer gráfico qué significa el pecado y cómo actúa la gracia. Unas galgas de plástico con pintura, por ejemplo, le sirven para marcar una huella que no puede borrarse, y ayuda a que los alumnos intuyan cómo son las señales del pecado en el alma.

Los catequistas han enseñado además a los chicos a contarle a Dios, cada lunes, algo bueno que les ha sucedido el fin de semana, para agradecerlo, y algo que necesitan, para pedirlo. Y si alguno tiene alguna necesidad especial, todos rezan por ello. “Han adquirido práctica. Luego cada uno tiene su rutina en función de lo que hace en su casa. También aprenden a llamar ‘guapa’ a la Virgen. De lo que se trata no es de que sepan oraciones de memoria, sino de alimentar su conexión interior con Dios”, explica. Según Alejandra, los resultados son muy positivos. “Les debe gustar, porque al principio protestaban, pero volvían al lunes siguiente. Y así todo el curso”, relata.

Sí, se puede

Para todos ha sido un curso escolar lleno de descubrimientos. El hallazgo fundamental es que todos tienen la capacidad más importante: la de conocer y relacionarse con Dios. “Todo el mundo puede llegar a Dios porque Dios está para eso. Dios no está para la gente con más coco o aptitudes. Está ahí para todo el mundo. Aquí les enseñamos a acceder a Él, con la oración, con herramientas y explicaciones para que descubran quién es Dios, cómo los ama, y qué es la Iglesia”.

Leyre, la hija de Rosa, se unió pronto al grupo para impartir catequesis desde su silla de ruedas. Cada lunes acude puntual a la cita con sus alumnos, y cada domingo, además sigue alimentando sus redes con sus historias, sus mensajes de que “sí, se puede”, rompiendo estereotipos a base de mensajes de esperanza: “Uno puede elegir venirse abajo y decir: no puedo, voy a ser una amargada toda la vida; no voy a conseguir nada. Qué horror y qué error. Hay que decir: bueno, pues es lo que tengo, es lo que me ha tocado, es mi medio y mi camino para llegar al Cielo, voy a por ello, voy a ser feliz y a disfrutar el camino, que para eso estamos, para disfrutarlo”.

 

 

La Belleza de la Liturgia (7). Un sacrificio para mí

Escrito por José Martínez Colín.

Los actos heroicos conmueven, pero además si fueron realizados en beneficio de uno, adquieren una especial belleza llena de afecto y agradecimiento.

1) Para saber

Hay una película, bélica y dramática, en la que aún no he encontrado a alguien que no le haya gustado. Ganadora de dos Óscar en 2017, dirigida por Mel Gibson: “Hasta el último hombre” (en inglés, Hacksaw Ridge). Con el actor Andrew Garfield que interpreta la historia real de un soldado del ejército de los Estados Unidos, Desmond Doss, cristiano Adventista, que se negó a portar armas y a entrenar en sábado por sus creencias religiosas. Ello provocó el rechazo de sus superiores que intentaran darlo de baja, lo atormentaran con trabajos agotadores, cárcel, golpizas, burlas, humillaciones de sus propios compañeros, para que él mismo desistiera, pero no lo consiguen.

Ya en plena Segunda Guerra Mundial, derrotado el ejército estadounidense en una batalla de Okinawa, desde lo alto de un acantilado, Doss va a regresar al campo de batalla para rescatar a sus compañeros heridos de los que se pensaba habían muerto. Uno por uno, con valentía, bajo el fuego enemigo y rezando, logrará salvar a más de 75 hombres. Hasta que herido baja agarrado de su Biblia. Fue condecorado con la Medalla de Honor por el presidente Harry S. Truman. Doss se casó y permaneció casado con Dorothy hasta su muerte en 1991 de 87 años.

Los actos heroicos conmueven, pero además si fueron realizados en beneficio de uno, adquieren una especial belleza llena de afecto y agradecimiento. A ello se refiere el papa Francisco cuando nos dice que el sacrificio de Jesús, cada una de sus palabras, cada mirada, sus sentimientos, tienen un poder salvífico para cada uno, y se recibe en los Sacramentos.

2) Para pensar

En el Evangelio encontramos personajes que son salvados por Jesús. Sea de una dolencia como paralíticos, ciegos o endemoniados, otros son resucitados como la hija de Jairo y Lázaro, pero sobre todo, son perdonados de sus pecados como la samaritana o el ladrón que muere en otra cruz junto a Jesús. Son beneficiados del poder salvífico de Jesús.

Por ello, en su Carta el Papa Francisco nos invita a identificarnos con ellos y recibir ese poder salvífico: “Yo soy Nicodemo y la Samaritana, el endemoniado de Cafarnaún y el paralítico en casa de Pedro, la pecadora perdonada y la hemorroisa, la hija de Jairo y el ciego de Jericó, Zaqueo y Lázaro; el ladrón y Pedro, perdonados”. Porque Jesús continúa perdonándonos, curándonos y salvándonos con el poder de los Sacramentos.

Pensemos si acudimos a las ceremonias religiosas solo como espectadores, o aprovechamos para recibir la salvación ofrecida por Jesús.

3) Para vivir

Se ha reflexionado sobre aspectos de la belleza de la liturgia: la ornamental, la del encuentro con quien se ama, la de un sacrificio hecho por amor… Ahora reflexionamos que ese sacrificio es por cada uno de nosotros; que nos involucra realmente. Por ejemplo, en la ceremonia litúrgica de una boda, parecería que los únicos involucrados son los novios, el sacerdote y los padrinos. Pero no. Cada asistente puede beneficiarse de los bienes de salvación, de la gracia, ganados por Jesucristo en la Cruz. Si lo vemos sólo como un acontecimiento social, nos quedaríamos con una visión muy empequeñecida de lo que está ocurriendo. Es el único y gran Sacrificio de Jesús para mí.

 

«La mujer vive la maternidad como si fuera una delincuente»

La psicóloga clínica trata a mujeres que sufren psicológicamente a causa de la actual percepción social y cultural del hecho de ser madre

Raquel Quelart

Es una de las experiencias más gratificantes pero, a la vez, comporta sufrimiento. Ser madre requiere un gran esfuerzo en la sociedad de hoy en día, donde los referentes clásicos de la maternidad se entremezclan con estereotipos tan dañinos como el de «mujer 10» – activa, bella y trabajadora incansable. Sin embargo, lejos de alcanzar la felicidad, muchas de las que se empeñan en conseguir estas metas irrealizables acaban desarrollando cuadros de ansiedad, estrés, malestar crónico y demás enfermedades. Así lo ha podido comprobar la psicóloga clínica Gemma Cánovas, autora del libro El oficio de ser madre. La construcción de la maternidad, a lo largo de su amplia carrera profesional asesorando a centros psicopedagógicos, escuelas, guarderías y centros de atención para la mujer. En este escenario se ha encontrado «abuelas ejerciendo de madres más que de abuelas, madres desgastadas por horarios pensados para hombres de perfil clásico y jornadas extenuantes». Cánovas asegura que «a veces se olvida que toda madre es una mujer, un ser humano con una trayectoria vital determinada, con sus propios deseos y necesidades».

– ¿Por qué es un oficio ser madre?
– La palabra «oficio» tiene una connotación artesanal. El ejercicio de la maternidad es una labor a largo plazo, una construcción, que no se puede hacer en serie como una pieza de fábrica.

– Se tiene que aprender.
– Exacto. El título de madre no lo dan en la sala de partos ni con el certificado de idoneidad para adoptar a un hijo.

– ¿En qué se fundamenta?
– En la experiencia vital, aunque ninguna mujer parte de cero: todas hemos tenido una madre y hemos ido asimilando los mensajes que nos llegan a través de la sociedad y la cultura.

– ¿Los estereotipos sociales y culturales sobre la maternidad han perjudicado a la mujer?
– Sí, ya que le atribuyen una capacidad innata para criar a los hijos sin esperar nada a cambio. Como colectivo, nos han adjudicado el rol de grandes cuidadoras no cuidadas.

– Vaya, qué injusticia.
– Ser madre no significa dejar de tener tus propios deseos, expectativas, limitaciones, ni dejar de escucharte a ti misma. Pero, en cambio, social y culturalmente, cuando una mujer tiene un hijo pasa a existir sólo en función de su rol como madre.

– Pondré un ejemplo: una mujer que decide pedir una excedencia o una reducción de jornada para criar a su hijo no lo está haciendo mejor o peor que otra que decide trabajar. Son maneras diferentes de enfocarlo y todas tienen que ser respetadas. La cuestión básica es que sean libres para escoger, pero ahora no lo son.

– ¿Ah, no?
– Antes se las presionaba para que se quedaran en casa cuidando de los hijos, ahora es a la inversa: no pueden dejar de trabajar. Si deciden hacerlo, habrá, incluso, otras mujeres que las miren mal.

– Y esto también repercute en los niños.
– La maternidad será mejor cuando las madres aprendan a escucharse a sí mismas, porque si están mal, los hijos también lo estarán. Y esto que parece tan simple, no es tan fácil a la práctica. Los arquetipos clásicos de la maternidad la idealizan potenciando el perfil de la madre sacrificio, lo cual no es sano. Tampoco significa que tengan que ser narcisistas, pendientes todo el día de sí mismas.

– Según esta lógica, ¿qué es la maternidad?
– Es importante que las mujeres no lo vivan como un mandamiento, que quieran ser madres porque toca comprarse el piso, casarse y tener hijos. No se puede plantear así una cuestión tan trascendental en la vida.

– ¿Y qué debemos hacer antes de tener un hijo?
– Reflexionar, contactar primero con el deseo, porque si una mujer busca la identidad femenina en la maternidad, no la encontrará. Además, un niño nota cuando realmente la madre está insatisfecha y buscando respuestas en él que no puede encontrar.

– ¿Qué tipo de respuestas?
– ¿Qué es una mujer? Es la pregunta que siempre tenemos en el inconsciente. La respuesta no está únicamente en la maternidad, sino también en el trabajo, la amistad, la familia, ámbitos a través de los cuales también se puede sentir realizada.

– ¿Y qué ocurre cuando centra su vida en la maternidad?
– Puede surgir el síndrome del nido vacío, que padecen muchas mujeres cuando sus hijos se hacen adultos y se emancipan. Sienten un gran vacío existencial y se preguntan: Y ahora, ¿cuál es mi misión en el mundo? Lo pasan muy mal.

– ¿Surgen otros problemas?
– Existe otro peligro: la inhibición del niño, que no rinde en el colegio y/o actúa como si fuera mucho más pequeño para la edad que tiene. Aparece como consecuencia de una demanda inconsciente de la madre para que no crezca. ¡Traté el caso de un niño a quien la madre le daba de comer en la boca con ocho años de edad!

– Increíble.
– La otra cara de la moneda son los padres que hacen crecer a sus hijos antes de tiempo, una tendencia que aumenta año tras año, según explican psicólogos, educadores y maestros. Y es que cada vez hay más niños que hacen cosas que no les pertenecen para su edad.¡Hay que con siete años ya no juegan con juguetes y niñas que con diez años van pintadas a clase!

– ¿Y cómo reaccionan los padres?
– Se sienten impotentes delante de esta tendencia social. Si en la familia no hay conciencia de ello y no se cultiva suficientemente el diálogo con los hijos o los temas que se tratan son superficiales, estos mensajes encuentran un terreno abonado. Los padres tendrían que ir contracorriente y plantar cara a las presiones económicas y mediáticas.

– Pero muchas veces no tienen suficiente tiempo para dedicar a los hijos.
– También es cierto. Muchas madres tienen que hacer largas jornadas laborales y cuando llegan a casa, cansadas, aún les esperan las tareas domésticas.

– ¿Ser madre es más difícil hoy que hace 30 años?
– En este aspecto sí. Las mujeres reciben un doble mensaje: por un lado, tienen que continuar ejerciendo a la perfección la maternidad, como hicieron sus abuelas o sus madres, y por el otro, hacer frente a un estilo de vida completamente diferente, con presiones para ser siempre activas y económicamente solventes.

– Vaya, el estereotipo de «la mujer 10».
– Y como es difícil compatibilizarlo todo, se sienten culpables. Esto causa altos niveles de ansiedad, ciertos grados de depresión y sobre todo malestar psicosomático que se traduce en enfermedades físicas.

– ¿Cómo cuáles?
– Cansancio crónico, dolor en las articulaciones, problemas para conciliar el sueño, irritabilidad, dificultades al tratar con la pareja o al mantener relaciones sexuales. Un síntoma es que cada vez hay más mujeres de 40 años con reuma, una enfermedad que antes padecían más las mujeres de 60 años.

– Pero siempre se ha dicho que las mujeres son más fuertes que los hombres.
– La mujer ha sido durante años la sostenedora tradicional de la familia y se ha acostumbrado a sufrir, pero eso pasa factura. Las mujeres jóvenes de hoy podrían llegar a la vejez en peores condiciones que sus madres o abuelas.

– Pero cada vez son más las que deciden retrasar la decisión de tener un hijo.
– Es cierto, aunque es muy importante que no vean en la maternidad sólo la dimensión de sacrificio. Lo que tiene que cambiar es la mirada social respecto a este tema: una mujer que se quede embarazada no debería ser penalizada en el trabajo. En cambio, actualmente, la mujer vive la maternidad como si fuera una delincuente, cuando es algo que se tendría que cuidar y proteger. Una sociedad que descuide a sus mujeres y niños es una sociedad que no se quiere a sí misma porque los niños son el futuro.

– ¿Los roles del padre y de la madre son diferentes?
– Las funciones son cada vez más intercambiables -no todas, obviamente-, pero hay que diferenciar las vivencias. Está comprobado que cuando una madre llega cansada o irritada a casa, ese estado anímico lo transmite al niño. La criatura recibe con más intensidad los sentimientos de la madre que los del padre hasta los cinco años de edad.

– Pero a veces las madres tienen sentimientos negativos respecto a sus hijos.
– La maternidad se ha mitificado y se habla poco del sentimiento de hartazgo respecto a los hijos que pueden sentir algunas madres en determinados momentos de su vida. En este sentido, hay madres que me han llegado a decir que sintieron ganas de soltar el cochecito del bebé en plena calle porque tenían un mal día. Pero no es lo mismo pensar que actuar. Lo primero es admitirlo y hacerse preguntas. A lo mejor descubren que no se están dando suficiente espacio para ellas mismas.

– ¿Los futuros padres sin demasiado tiempo deberían tener hijos?
– Sí, en esas condiciones tienen que tratar de priorizar la calidad del tiempo que estén con sus hijos y no tanto la cantidad. Cuando estén con ellos, que disfruten al máximo de la relación, que favorezcan el diálogo y sepan captar sus necesidades.

– ¿Algún consejo más?
– Si se tiene que distanciar a menudo de su hijo, intente trazar un hilo invisible con su subconsciente.

– ¿Cómo hacerlo?
– Una amiga que por razones de trabajo tenía que viajar bastante me explicó que, cuando estaba fuera de casa, le decía a su hijo pequeño que cada noche mirara una estrella, que ella al mismo tiempo también la estaría mirando y así se conectarían.  También hay madres que les dibujan un corazón y les dicen: «Mira, mientras yo esté trabajando, tú estarás en la guardería o con los abuelos, pero, ves, acuérdate de que siempre te llevo dentro de mi corazón».

Barcelona
La Vanguardia

 

Estos deberían ser tus cinco hábitos para vivir en presente

Mi pasado, oh Señor, a tu misericordia; Mi presente, a tu amor; Mi futuro a Tu providencia. Es una de las recomendaciones más conocidas de Padre Pío, y en realidad, está muy relacionada con una buena salud mental

Hace poco leía el siguiente pensamiento del Dalai Lama : “Solamente hay dos días en el año en el que nada puede ser hecho. Uno se llama  ayer  y el otro se llama mañana, de manera que hoy es  el día correcto para amar, creer, hacer y sobre todo vivir.

Reflexiono en estas palabras y comprendo que son verdad.  ¿Cuánta gente no conoces tú que vive entre el ayer y el mañana perdiendo así su presente?

Recuerdo la cara de mi amiga Sharon, cuando en una conversación que tuvimos hace unas  semanas pude darme cuenta que ella vive así…… entonces de una manera gentil y llena de amor le dije : ¿te has dado cuenta que por todo lo que me cuentas estás viviendo en el ayer  que te deprime y en el futuro que te llena de ansiedad? ¿te das cuenta de que estás perdiendo el  aquí y ahora? Pues esto es lo que significa estar presente, vivir en presente.  La cara de Sharon se transformo y me dijo: “tienes razón, no lo había visto así”.

Sharon es sólo un ejemplo de los muchos que veo en psicoterapia o coaching. Yo misma, he caído algunas veces en esta trampa de la mente:  suspirar por el ayer y  vivir en un estado de ansiedad constante por el futuro.

Muchos pasajes en la Biblia nos llaman también a «vivir en presente». Quizás el más conocido es el pasaje que se reza a diario como salmo invitatorio de la oración de Laudes: «Si hoy escuchas Su voz…»

Quiero invitarte a implementar estos cinco  hábitos diarios que te van ayudar a vivir en presente y también a ser feliz.

1 COME SALUDABLEMENTE

 ¿Quieres bajar de peso? ¿quieres tener una mejor digestión? ¿estar más alerta? Y dices mañana lo haré. Entonces empiezas a comer con ansiedad  porque  piensas que mañana empezarás a privarte de lo que te gusta. Pues no, come aquí y ahora saludablemente y verás que feliz te sientes.

2 HAZ EJERCICIO

Dices, no hago ejercicio porque cierto acontecimiento me ha dejado deprimida. Cuando tenga tiempo para volver al gimnasio lo haré. Y mientras tanto el ejercicio de tu aquí y ahora no existe.

¿Qué pasa cuando una persona no se ejercita?  Se vuelve lenta .  Se siente pesada. Retiene mucho líquido. Se siente cansada. Empiezan a doler sus articulaciones. El ejercicio se hace en presente y sólo en presente, tal y como te bañas todos los días.

3 APRENDE A MANEJAR EL ESTRÉS

Generalmente las personas nos estresamos porque vamos muy rápido y pensando en futuro.  Alto. Para. Observa tu mente. Vives en piloto automático, ¿hacia dónde te está llevando? Una forma muy sencilla de manejar el estrés es  rezar diez Padre Nuestro todos los días a la misma hora y en forma meditada. Treinta minutos que harán una enorme diferencia en tu vida.

4 VISITA LA NATURALEZA

No hay como una caminata muy temprano en la mañana o cuando está a punto de caer el sol. Las neuronas en el cerebro empiezan a bailar. ¡Cuánta felicidad sienten! La serotonina, dopamina y oxitocina aumentan y  la sonrisa te vuelve al rostro. La naturaleza, el mar, el campo, las flores son psicoterapeutas al alcance de la mano y no cuestan nada.

5 APRENDE A DAR GRACIAS CADA NOCHE

A veces estamos tan cansados que se nos pasa por alto el agradecer a Dios por la vida que tenemos.  Es realmente importante dar gracias. Ucrania esta en guerra. Miles de niños han muerto. Familias desplazadas. Sufrimiento.  En los Estados Unidos, los ataques a escuelas no cesan.  Son 19 familias las que se quedaron sin su niño o sin su niña. Están heridos, desconsolados, no entienden….

Por ello, es importante  todas las noches hacer una pequeña reflexión de lo que ha sido el día. Agradecer la oportunidad, la prueba,  la familia, el trabajo, el país donde Dios lo ha puesto a uno.

Sheila Morataya

 

De falsedades, mentiras y otras técnicas que faltan a la verdad para influir en la opinión pública II

 

Escrito por Rosario Serra Cristóbal

Publicado: 13 Agosto 2022

 

V.          ¿Caben los mensajes que, faltando a la verdad, violentan los valores y principios básicos de nuestro ordenamiento?

Los textos Constitucionales vienen a establecer ciertos elementos como fundamentales para la convivencia de un Estado. Estos, que reciben el nombre de principios o valores fundamentales, tienden a considerarse como condición sine qua non para el ejercicio del poder y de los derechos a los que alude la Carta magna, constituyen los elementos definitorios de un Estado.

Precisamente, en los orígenes del Constitucionalismo se recurrió al término verdades para referirse a los mismos. Así, la Declaración de independencia norteamericana (1776) recogía en sus primeros párrafos: «Sostenemos como evidentes estas verdades: que los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad». Esta constituyó una declaración de principios a través de la cual debía interpretarse la Constitución de los Estados Unidos. El texto inspiró muchos otros documentos similares en otros países y pocas son las Constituciones que, aún sin utilizar el término verdades, sí aluden a principios o valores esenciales del Estado constitucional que vienen a actuar no solo como reglas interpretativas del propio texto, sino también como orientación y límite al ejercicio del poder y del disfrute de los derechos fundamentales.

De hecho, todas las sociedades democráticas, pese a su compromiso general con la libertad de expresión y las libertades informativas, han reprimido reiteradamente ciertas formas de discurso, alegando que representaban un peligro para otros valores u objetivos sociales básicos. Tradicionalmente en nombre de la seguridad, o de la protección de los derechos de terceros o de la sociedad frente a la amenaza de ciertos mensajes, se ha prohibido el libelo sedicioso, la defensa de ideas políticas extremas (en el pasado el comunismo o los fascismos, hoy las provenientes de ciertos partidos de extrema derecha o izquierda), y más recientemente, las expresiones que pueden dañar la dignidad individuos o colectivos sobre la base de su raza, religión, sexo, u orientación sexual. Como se preguntaba Rodríguez Montañés, «¿En qué punto, si es que en alguno, la crítica política o social se convierte en tan extrema u ofensiva para las normas sociales básicas o es tan desgarradora de los objetivos sociales que puede ser legítimamente suprimida en una sociedad democrática?» [54]. A lo que añadiríamos, ¿y dónde se encuentra ese punto de inflexión si, además, esa crítica política pivota sobre afirmaciones factuales que de algún modo faltan a la verdad? A día de hoy, el mentir —las fakes— no son delito, como tal, aunque existen figuras penales que podrían cubrir el daño que las mismas pueden generar en determinados bienes jurídicos protegidos (delitos de odio o de discurso del odio, injurias, calumnias, desórdenes públicos, delitos contra la integridad moral, la salud pública o contra el mercado y los consumidores) [55].

Aludimos ahora a ello porque, en el marco general de la desinformación, la retórica de algunos movimientos o partidos políticos ha hecho uso de afirmaciones falsas que no solo rompen con las reglas de honestidad que debieran regir toda contienda democrática, sino que, además, violentan esos valores y principios fundamentales. Una muestra de esto lo constituyeron los fascismos en el pasado y hoy lo son algunos populismos y partidos de ideología extrema. No son pocos autores los que alertan del peligro que supone para la propia existencia de la democracia el resurgir de movimientos y actitudes que se consideran y se muestran abiertamente beligerantes contra las propias democracias y las sociedades abiertas que éstas han venido desarrollando en los últimos tiempos [56]. Lo que ha caracterizado a muchos de estos movimientos es el buscar el menoscabo de la confianza en las instituciones democráticas, el recurso a las mentiras disfrazadas de verdades en relación a los extranjeros o a los pertenecientes a determinada raza, grupo étnico o religión, la glorificación de la lucha como grupo, o incluso el empeño por revestir de un significado tergiversado los mismos bienes o valores que podemos encontrar en los textos constitucionales como los de justicia, libertad, familia, o nación. Algunos han hecho de determinados discursos de rechazo hacia ciertos colectivos su eslogan, lo cual puede ir más allá de la propaganda negativa y la denigración política que muchas veces forma parte de la política-espectáculo y cabe dentro de la libertad ideológica [57]. Así, a modo de ejemplo, el gobierno húngaro participó en campañas de noticias falsas contra los inmigrantes desde 2015 [58]. En los prolegómenos de las elecciones generales italianas de 2018, el Movimento Cique Stelle y la Lega Nord fueron acusados de estar detrás de páginas webs pretendidamente independientes que fabricaron contenidos y noticias falsas para favorecer sus campañas electorales y muchas de esos mensajes o informaciones concernían a los inmigrantes [59]. Cabe recordar también el caso de Lisa, una niña de 13 años ruso-alemana que desapareció en Alemania y, con un consabido interés, se publicó que había sido violada por inmigrantes musulmanes. El hecho fue desmentido posteriormente por la policía alemana, pero la difusión de la noticia en medios y redes sociales había sido tal que el daño perseguido sobre la comunidad islámica ya se había producido. En Suiza, el EDC/SVP (Unión démocratique du centre/Schwizerische Volkspartei) es conocido por sus programas, campañas y propaganda racistas y xenófobas en ocasiones haciendo uso de la desinformación [60]. En otras áreas del planeta, también han proliferado las noticias falsas sobre determinados colectivos que acaban generando un rechazo masivo sobre los mismos. Por poner solo algunos ejemplos, en marzo de 2017 se produjo en Sri Lanka una oleada de ataques contra la minoría musulmana del país después de que se difundieran falsas noticias sobre ataques inventados de los musulmanes contra la población cingalesa, de mayoría budista. Asimismo, las campañas de desinformación contra la comunidad minoritaria de los Rohingya en Myanmar, fueron consideradas parte de lo que Naciones Unidas consideró como un genocidio [61].

La cuestión es que estas campañas, que han hecho uso de bots y trolls [62] en las redes sociales para difundir mensajes falsos sobre determinados colectivos, han conseguido captar la atención, incluso el voto, de porcentajes no desdeñables de la población sobre la base de un discurso contrario a sacrosantos principios constitucionales como la igualdad, el pluralismo, o la libertad religiosa. El problema no es nuevo, pero el mundo en red en el que vivimos ha conseguido redimensionarlo.

En España, el discurso de Vox contra la inmigración irregular o los musulmanes también ha sido sonado con recurso a afirmaciones no veraces [63]. En 2019 Vox, a raíz de una publicación en El País sobre la violación de una mujer por cinco individuos, lanzaba un tuit en Vox Noticias en el que acusaba a cinco magrebíes de tal agresión. El Tuit rezaba lo siguiente: «Lo País, se os ha olvidado un detalle, son cinco magrebíes. Imprescindible puntualizar el origen extranjero de la mayoría de los violadores para que los españoles tomen conciencia del tipo de delincuentes a los que estáis abriendo las puertas y subsidiando con el dinero de todos» [64]. ]Lo lamentable del caso es que, a pesar de que se demostró que todos los detenidos eran españoles, incluso la prensa ya había indicado que eran de esta nacionalidad con anterioridad, la Audiencia Provincial de Valencia acabó desestimando el recurso interpuesto por la Sección de delitos de odio de la Fiscalía de Valencia al enmarcarlo en el ejercicio de la libertad de expresión de un partido político [65]. Para la Sala el mensaje se libró en el ámbito de la libre formación de la opinión pública sobre la regulación de las políticas migratorias.

Los mensajes en las páginas web y en las cuentas de Twitter constituyen una vía más de la expresión de los programas, ideario y opiniones de un partido político en nuestros días, es un canal a través del cual forman (e intentan influir) a la opinión pública y, por lo tanto, cabe enmarcarlos en la libertad de expresión. Ciertamente, el ejercicio de la libertad de expresión o los mensajes de carácter ideológico no vienen limitados por la veracidad, pero, sí por los consabidos límites que dicha libertad presenta (honor, intimidad, propia imagen y derechos de terceros, entre otros, lo que supone que no cabe el derecho al insulto, que no son admisibles manifestaciones que inciten al odio o la discriminación [66], etc.) [67]. De hecho, la propia Sala de la Audiencia señalaba en su decisión que «la demagogia y los populismos no son censurables desde este punto de vista, con el límite del discurso del odio». A pesar de ello, se decidió sobreseer la causa, lo cual es de lamentar siendo una de las primeras decisiones judiciales sobre fakes.

Discrepo de la decisión adoptada por el tribunal por varias razones. En primer lugar, porque que el ejercicio de la libertad de expresión deba gozar del mayor desarrollo posible, más aún en el marco de un debate político y fundamentalmente cuando es un partido político o un parlamentario el que la ejerce, no significa que todo valga. Es cierto que la trasmisión de hechos falsos no constituye delito en si misma, pero el daño que produce, sea en el ejercicio de la libertad de expresión o de información, si fuera el caso, sí está prohibido en nuestro ordenamiento en determinados supuestos. No todo cabe bajo el manto de protección de la libertad de expresión, ni siquiera en el ámbito del debate político. La transmisión de hechos intencionadamente falsos que causan un daño no puede quedar amparado abiertamente en la libertad de expresión. Así lo ha indicado el TEDH, que excluye de la libertad de expresión la propagación de ideas que inciten, promuevan o justifiquen el odio racial, la xenofobia, el antisemitismo y otras formas de odio basadas en la intolerancia que se manifiesten a través del nacionalismo agresivo y la discriminación y hostilidad contra las minorías inmigrantes (Entre otros, Asunto Feret c. Bélgica, de 16 de julio de 2009) [68].

Como hemos visto más arriba, el Tribunal Constitucional español recordó que ni el ejercicio de la libertad ideológica ni la de expresión pueden amparar manifestaciones o expresiones destinadas a menospreciar o a generar sentimientos de hostilidad contra determinados grupos étnicos, de extranjeros o inmigrantes, religiosos o sociales, pues en un Estado como el español, social, democrático y de Derecho, los integrantes de aquellas colectividades tienen el derecho a convivir pacíficamente y a ser plenamente respetados por los demás miembros de la comunidad social. Ello no solo puede ser contrario al derecho al honor de las personas directamente afectadas, sino a otros bienes constitucionales como el de la dignidad humana (art. 10 CE) [69]. Asimismo, el Tribunal Europeo, aún siendo generoso en el reconocimiento de la extensión de la libertad de expresión en el debate político, incluida «una determinada dosis de exageración, o de incluso de provocación, es decir, a ser un tanto inmoderado en sus observaciones», también ha recordado que no se pueden superar determinados límites, en particular, el respeto de la reputación y los derechos de los otros [70].

El delito de incitación al odio o de discurso del odio [71], por el que se investigó el  tuit de VOX, se enmarca dentro de los delitos contra la Constitución. Es un delito que se comete en el ejercicio de los derechos fundamentales, —en este caso de la libertad de expresión—, y castiga a quienes «públicamente fomenten, promuevan o inciten directa o indirectamente al odio, hostilidad, discriminación o violencia contra un grupo, una parte del mismo o contra una persona determinada por razón de su pertenencia a aquél, por motivos racistas, antisemitas u otros referentes a la ideología, religión o creencias, situación familiar, la pertenencia de sus miembros a una etnia, raza o nación, su origen nacional, su sexo, orientación o identidad sexual, por razones de género, enfermedad o discapacidad» (art. 510 CP.1.a) [72]. Además, se prevé un tipo agravado para el supuesto de que los hechos se realicen a través de internet u otras redes sociales, de modo que se hiciera accesible a un elevado número de personas (art. 510.3 CP), por el incremento del riesgo para el bien jurídico que ello supone. Por otro lado, el apartado segundo del mismo artículo 510 castiga a «quienes lesionen la dignidad de las personas mediante acciones que entrañen humillación, menosprecio o descrédito de alguno de los grupos a que refiere el apartado anterior, o de una parte…» (delito de odio) [73]. Con independencia de que, efectivamente, las manifestaciones puedan causar daño a la dignidad de un grupo, las afirmaciones de Vox en el tuit en el caso que nos ocupa encajan más en el primer apartado del 510, el de la incitación al odio, pues, poca duda cabe de que buscaban públicamente fomentar la hostilidad hacia un colectivo, en este caso los inmigrantes, como puede derivarse de la lectura completa del tuit: «Imprescindible puntualizar el origen extranjero de la mayoría de los violadores para que los españoles tomen conciencia del tipo de delincuentes a los que estáis abriendo las puertas y subsidiando con el dinero de todos». En el delito de discurso del odio no se pena porque ello se considere una ideología reprochable, sino porque expresiones como estas fomentan en terceros una situación de hostilidad, discriminación o violencia hacia determinados colectivos. Se prevé un castigo porque su mensaje puede dar lugar a la aparición en quienes lo reciben de unas ideas de rechazo, de hostilidad (las de odio), que se consideran tan peligrosas y se valoran tan negativamente que se trata de impedir que puedan propagarse [74]. Es cierto que las palabras expresadas por VOX no generan una situación de violencia, pero sí pueden producir entre la ciudadanía actitudes de discriminación u odio hacia ese colectivo, lo que puede poner en peligro la dignidad, libertad o seguridad del mismo. El TEDH ha reconocido como delito de odio o como delito de discurso del odio supuestos en los que no se producía una incitación a la violencia contra un grupo, pero sí un ataque general a un grupo étnico y, a su vez, a la tolerancia, la paz social y la no discriminación (Asunto Kühnen c. Alemania, de 12 de mayo de 1988; asunto Norwood c. Reino Unido, de 16 de noviembre de 2004; asunto Belkacem c. Bélgica, de 27 de junio de 2017; asunto Féret c. Bélgica, de 16 de julio de 2019) [75]

En segundo lugar, no puedo estar más en desacuerdo con la decisión judicial cuando argumenta que el daño se diluye por cuanto las acusaciones no iban dirigidas a personas concretas —identificadas o identificables— sino contra todo un grupo étnico. Una manifestación de esta naturaleza constituye una falsedad deliberada, con la que se quiere reforzar un programa ideológico, que resulta del todo ilegítima por atacar deliberadamente la dignidad y/o honor de un colectivo e intentar crear un sentimiento de rechazo hacia el mismo, no importa que no fuera dirigida a individuos concretos con nombre y apellidos; esto que digo encajaría perfectamente con la doctrina establecida por el Tribunal Constitucional en el asunto de Violeta Friedman (STC 214/1991, de 5 de diciembre) [76] y con el hecho de que, tratándose de un presunto delito de incitación al odio (art. 510 CP), el desvalor de la actuación es el mismo si los mensajes van dirigidos a un individuo, como si van contra un colectivo. Y, en tercer lugar, considero que la sentencia yerra al considerar que el ejercicio de la libertad de expresión/opinión no encuentra también un límite en la veracidad de la base factual sobre la que se asienta. En el asunto Jerusalén c. Austria, el TEDH recuerda que, incluso cuando una declaración constituya el ejercicio de la libertad de expresión, al estar emitiéndose un juicio de valor en un debate político, la proporcionalidad de una injerencia en otros derechos y, por lo tanto, su no amparo en tal libertad, puede depender de si existe una base fáctica suficiente para la declaración impugnada, ya que incluso un juicio de valor sin ninguna base fáctica que lo sustente puede ser excesivo [77]. El tuit de VOX, que nos sirve de ejemplo para lo que pretendo defender, venía a completar una información que había sido publicada por un periódico en el que este informaba de la violación de una mujer por cinco individuos. Estaba aportando una información fáctica, aunque obviamente con una marcada carga ideológica e intencionalidad política, lo que, en aplicación de la regla de ponderación  entre libertad de expresión y libertad informativa, hace situar la actuación en   el marco de la libertad de expresión. Pero, ello no es óbice para que, respecto de la parte del mensaje donde se transmite un hecho (la nacionalidad de los autores del delito), no recaiga, aunque sea mínimamente, la exigencia de la debida diligencia, de un ápice de la veracidad a la que se ha hecho referencia más arriba en este trabajo; y en este caso, no es ya que se fuera poco diligente a la hora de transmitir los hechos, sino que el «error» en el dato derivó de la mala fe de su autor/es, hubo una intención de transmitir unos hechos que dañan a un colectivo, a sabiendas de que son falsos, lo cual guarda similitud con el límite que la libertad tiene en la prohibición de la calumnia, que prohíbe «la imputación de un hecho delictivo hecha con conocimiento de su falsedad o temerario desprecio por la verdad». De hecho, lo que se pretende con el delito de calumnia es proteger el honor o dignidad de la persona y pivota sobre la actitud que tiene el autor frente a la verdad. A esta cuestión de la intención de mentir quisiera referirme ahora con más detenimiento.

VI.         De la ideología personal a la falsedad deliberada o la intención de mentir

Decíamos que ninguna opinión es evidente por sí misma, pues en cuestiones de opinión ni hay verdades ni opera el límite de la veracidad, como sí sucede con el ejercicio de las libertades informativas y la transmisión de hechos. Desde el punto de vista de la libertad ideológica, sobre una cuestión pueden surgir todo tipo de puntos de vista antagónicos y los mensajes que contienen una opinión tienen un margen de actuación muy amplio.

Pero, ¿cualquier mensaje, expresado pretendidamente como opinión, es posible dentro del ejercicio de la libertad ideológica o la libertad de expresión?

¿O, además de los límites que el ordenamiento les establece, a los que nos hemos referido, hay unas reglas del juego que hay que respetar? Esto es importante en el ámbito de la política donde la difusión de los programas de partido o de idearios puede buscar afianzarse públicamente mediante un pretendido ejercicio de la libertad ideológica, cuando en realidad no esconden más que afirmaciones falsas, o el uso de datos parcialmente ciertos, con la exclusiva intención de generar daño o rechazo hacia determinadas personas o colectivos o desacreditar a quien está en el poder, entre otros objetivos.

La cuestión es que a veces se ha utilizado la estrategia de anular ciertas verdades incómodas extendiendo opiniones que las contradicen, o la de trasmitir datos falsos, y se ha hecho convenciendo de que, en el plano de las ideas, las opiniones valen igual que las verdades [78].

Esa intención de hacer valer una mentira o unos datos o hechos falsos como si de una nueva opinión se tratase ha sido usada no solo por gobiernos, sino también por poderes sociales o económicos, grupos de interés, o movimientos o partidos políticos que desean influir en la opinión pública. La diseminación permanente y reiterada en el tiempo de determinados mensajes, —medio ciertos, o incluso falsos—, puede llevarse a cabo vistiéndolos de un pretendido ejercicio de la libertad ideológica. El peligro es que, efectivamente, ello puede acabar convirtiendo dichos mensajes en una opinión más tan válida como otras; y convencer de que son amparables en un Estado ideológicamente plural mensajes que son radicalmente contrarios a las reglas más básicas de un Estado democrático, sus valores y derechos. Se ha perdido el decoro hasta tal punto que, como veíamos más arriba, algunos mensajes políticos acaban vistiendo de idea política u opinión alternativa lo que no son más que ataques a determinados colectivos como los inmigrantes o los pertenecientes a una determinada religión o los no heterosexuales, o los movimientos feministas, o se presentan como una opinión afirmaciones que seriamente pueden conducir a un elevado riesgo frente a enfermedades como la provocada por el Covid-19, por poner algunos ejemplos. Y lo peor es cuando ello se hace empleando hechos o datos que manifiestamente faltan a la verdad.

Hay personas que sustentando determinadas opiniones pueden desacreditar fácilmente a la verdad factual, convirtiendo la transmisión de un hecho falso en otra opinión más. Incluso la reiteración mayoritaria de determinadas opiniones puede convertir una realidad en una mentira o viceversa. La facultad de persuasión de determinados líderes puede auspiciar ciertas opiniones que acaban generando un relato público que se asume como verdad. Se produce así una mezcla entre opinión e información, entre las ideas y los hechos, entre la información factual y las intenciones, de innegable peligro.

En este punto sería interesante recalar en el Informe del Consejo de Europa sobre el desorden informativo de 2017 [79], donde, apoyándose en la intencionalidad, distinguía entre lo que es: (a) Desinformación (Dis-information), que englobaría todo ese conjunto de mentiras y falsedades intencionadas a las que nos hemos venido refiriendo y que son creadas deliberadamente para herir a una persona, a un grupo social, a un gobierno o a un país. (b) Información errónea (Mis-information), aquella información que, aun no siendo verdadera, no ha sido creada con la intención de causar daño. Y (c) la información nociva (Mal-information), información que puede ser cierta, pero que se ha utilizado intencionadamente para causar daño a una persona, grupo social, organización o país. No solo la información falsa, sino también la veraz puede ser usada con fines desinformativos y dañar derechos fundamentales. Así, son conocidos los casos en los que se ha recurrido al uso de una especie de juego de acoso público a una persona o partido mediante la publicación online de información personal en momentos clave, o de fotos íntimas u otros datos que puedan generar el descrédito público, dañando derechos de la personalidad [80]. Igualmente, en el ejercicio de la libertad informativa se han ofrecido en ocasiones datos parciales sobre extranjeros encarcelados en un país, o cifras engañosas sobre inmigrantes autores de violencia de género [81], que, aún siendo relativamente ciertos, por estar sacados intencionadamente de contexto, ser parciales y usarse con un fin determinado (lo cual les resta esa inicial certeza), podríamos pensar que faltan a la veracidad, (1) por la inexactitud o incomplitud del relato fáctico, y (2) por la intencionalidad maliciosa de faltar a la verdad.

Decimos esto último porque, volviendo al caso Jerusalén c. Austria, hemos de volver a recordar que, incluso moviéndonos en el exclusivo ámbito de la libertad de opinión, el TEDH ha señalado que «a las opiniones ha de exigírseles que se realicen con criterio o, al menos con sinceridad. Asimismo, incluso cuando una declaración equivale a un juicio de valor (…) debe tener suficiente base factual —coincidencia con el referente externo—, sin lo cual sería excesiva» (STEDH de 27 de febrero de 2001, caso Jerusalén c. Austria, par. 43).

La conclusión es que, en el panorama de la desinformación, a veces, no solo cabe atender al contenido de los mensajes y al daño que puedan generar, sino también a las motivaciones de los actores que los crean y los distribuyen, a la intencionalidad. Aún así, reconozco que esto tiene al menos dos problemas: a) Las intenciones, como todo lo que se halla en el interior de los individuos o se pergeña en los despachos de un gobierno, de un partido político o de un movimiento ciudadano, son simples potencialidades. Ha de admitirse que es difícil demostrarlas. b) La intencionalidad (maliciosa) en la expresión de ciertos mensajes es algo que cabe entrar a controlar solo cuando estamos ante un mensaje que se basa en una mentira y daña ilegítimamente intereses de terceros o del Estado.

VII.       Controles en la red de los mensajes falsos

Un instrumento fundamental para conformar la opinión pública y auspiciar cualquier tipo de sentimiento colectivo, sea de responsabilidad (generalmente auspiciada por los poderes públicos) o de miedo (por cualquier fuente), son los medios de comunicación y, más aún, las redes sociales. Como decíamos al comienzo de este trabajo, la era digital ha conseguido que cualquier tipo de idea o información tenga una capacidad de difusión como nunca hubiésemos imaginado. Y las redes son también el lugar donde las noticias falsas (al igual que los mensajes xenófobos o discriminadores) han encontrado un campo abonado para hacerlos crecer [82].

Los Gobiernos de los Estados miembros e instituciones de la UE, lejos de buscar una posible responsabilidad de estos medios digitales por la circulación de contenidos ilegales y/o falsos en sus plataformas [83], han lanzado una llamada de colaboración a los mismos, y especialmente a las grandes empresas tecnológicas, para frenar la propagación de informaciones fraudulentas que inundan la Red [84], y se ha reclamado un compromiso común similar al seguido en la lucha contra la propagación de determinados mensajes como los xenófobos o los de contenido terrorista sobre la que se lleva más tiempo trabajando.

La desinformación y la radicalización de discursos que incitan al odio son dos fenómenos distintos que guardan similitud en cuanto al ámbito donde proliferan —la red—, y porque la misma desinformación —las falsedades o mentiras— puede propiciar discursos de odio o discriminación. Por ello, las soluciones que ya se han avanzado para la lucha contra esa radicalización de determinados discursos supremacistas, xenófobos o excluyentes, tal vez, podrían ser usadas para el control de las fakes en internet.

Ambos fenómenos vienen siendo considerados como una amenaza de magnitudes insospechadas desde hace ya unos años. De ahí que tanto Gobiernos como instituciones supranacionales (entre ellas la Unión Europea) estén en alerta y hayan adoptado medidas para luchar contra uno [85] y el otro [86], o incluso contra ambos conjuntamente [87]. Se trata de una batalla que ha de librarse no solo en cada Estado, sino también en la esfera supranacional, pues dichos fenómenos utilizan principalmente internet y las redes sociales como vía de difusión, y estas operan ajenas a las fronteras nacionales. De hecho, la UE se encuentra ahora en proceso de elaboración de un paquete legislativo, que se englobará en la Ley de Servicios Digitales que profundizará, entre otras cosas, en la cuestión de las responsabilidades de los servicios digitales y la protección de los derechos fundamentales de los usuarios en línea, entre otras cosas frente a contenidos o servicios ilegales. La normativa se encuentra en fase de consulta pública hasta finales de 2020 y podría constituir una oportunidad abierta para introducir algún tipo de garantías frente a la desinformación en red.

La primera pregunta es ¿cómo se pueden realizar controles frente a ese tipo de mensajes que circulan por la red?

Tal vez, en el caso de los mensajes de carácter xenófobo o discursos radicales, sea más fácil aplicar técnicas de cribado algorítmico que buscan palabras o perfiles determinados entre la infinidad de mensajes que pueden corren cada segundo en internet y, aún así, no es descartable que se produzcan errores; pero la detección de posibles bulos (por no hablar de las falsedades) es materialmente más dificultoso. Resulta infinitamente más arduo por la complejidad técnica de encontrar cómo realizar ese filtrado, que no puede ser tan automático como cuando se buscan términos xenófobos concretos, por poner un ejemplo. Los expertos se inclinan por defender que el juicio humano, y el establecimiento de paneles de expertos (fact-checkers) que realicen las comprobaciones pertinentes, es una herramienta mucho más fiable que el recurso a los algoritmos. Pero, en segundo lugar, lo más difícil es cómo hacerlo diferenciando lo que son solo medias verdades de las indiscutibles falsedades o mentiras. Es muy complicado realizarlo de una manera neutra y sin caer en el error de eliminar mensajes que son manifestación de la libertad ideológica o de la libertad informativa, que pueden estar erradas, pero no entrarían dentro del concepto de bulo. La verdad no siempre es fácil reconocerla y, a veces, hasta algunas barbaridades son aceptables en democracia. Como veíamos más arriba, se admiten posiciones negacionistas sobre la existencia del Holocausto cuando encontraríamos infinidad de pruebas acerca de su existencia.

La cuestión está en encontrar, entre los mensajes publicados en red, aquellos contenidos excesivos o ilegítimos que, faltando a la veracidad, ponen en riesgo el pluralismo informativo, el derecho a una información veraz y la sana competencia  política por contravenir o dañar derechos, valores o principios esenciales en nuestra democracia. E, insistimos, eso técnicamente es complejo por las razones que se han esgrimido, siendo los paneles de expertos independientes la fórmula que más consenso suscita.

La segunda pregunta es quién debe realizar ese control. Los cuerpos de seguridad e inteligencia de la gran mayoría de los Estados, al considerar la desinformación como una amenaza para la seguridad nacional, llevan tiempo desarrollando programas de prevención, concienciación y control de este tipo de mensajes. En el caso de España, la Orden ministerial de octubre de 2020, que citaba más arriba, refiere a la realización de actuaciones de monitorización y vigilancia (detección, alerta temprana, notificación y análisis) con el objetivo de detectar campañas de desinformación y su análisis ante su posible impacto en la seguridad nacional, así como para el apoyo en la gestión de situaciones de crisis (como el caso de la Covid-19) donde pudiera haber una afectación derivada de dichas campañas. Sin embargo, se trata de una orden meramente enunciativa, que hace un esbozo de la estructura orgánica de actuación frente a la desinformación, sin aludir a una regulación más precisa y sin hacer ninguna referencia a las garantías que, respecto de los derechos a la libertad de expresión, de información, de privacidad o de autodeterminación informativa, deberán adoptarse. No hace falta recordar que lo relativo a esa posible limitación de derechos fundamentales y las garantías que, en su caso, hayan de adoptarse deberá recogerse en una norma con rango de ley y de carácter orgánico y tendrá que atender a las previsiones constitucionales.

Pero, además de las fuerzas de seguridad del Estado o quien determine cada Estado, hemos de preguntarnos qué responsabilidad tienen los servidores de comunicaciones electrónicas en la lucha contra la difusión por las redes de ese tipo de mensajes falsos.

Obviamente, esa lucha contra la desinformación no puede llevarse a cabo sin la concurrencia de las empresas de distribución de contenidos y proveedoras de servicios de internet, porque es principalmente en esas plataformas donde se ubican muchos de los mensajes a los que hemos venido refiriéndonos en este trabajo. Se ha considerado que dichas empresas tienen responsabilidades a efectos de contribuir a la lucha contra los contenidos ilícitos o falsos difundidos a través del uso de sus servicios. Esto se incluye en lo que se denomina Corporate Social Responsability (CSR) o responsabilidad social corporativa de las empresas, un concepto que emergió en los años cincuenta. Se trata de una forma de dirigir las empresas basado en la gestión de los impactos que su actividad genera sobre sus clientes, empleados, accionistas, comunidades locales, medioambiente y sobre la sociedad en general.

Respecto de los contenidos ilícitos, muchas de estas grandes compañías inicialmente quisieron mantener una actitud neutral en lo que refiere al ejercicio de la libertad de expresión por los usuarios de sus plataformas. Su argumento era que la libertad de expresión es de crucial importancia en las sociedades democráticas y cualquier tipo de censura iría en contra de la libre circulación de información y opiniones. Además, arguyeron que no se les puede hacer responsables de controlar la ingente cantidad de información que circula por sus plataformas, ya que no disponen ni del personal ni de las herramientas necesarias para luchar contra las opiniones y para identificar los mensajes falsos.

Sin embargo, con el tiempo, las propias empresas, de forma voluntaria, han ido adoptando mecanismos para hacer un filtrado de noticias falsas a través de equipos de evaluadores o fact-checkers independientes [88] y eliminar o establecer una etiqueta de «posible fake» para aquellos mensajes que manifiestamente falten a la verdad. Este nuevo camino se emprendió desde que, en 2018, Facebook, Google, Microsoft, Mozilla, Twitter y siete asociaciones comerciales europeas firmaran el Código de buenas prácticas contra la desinformación [89]. Igualmente, se han abierto sitios web que buscan detectar y hacer públicos bulos que circulan por las redes (Maldita.es, Newtral, EFE Verifica, #StopBulos, Snopes, la Buloteca, Hoaxy, CazaHoax, FactCheck.org,…)

Así, por poner algunos ejemplos de la nueva actitud de las plataformas que ofrecen servicios de datos y comunicaciones electrónicas, Twitter a finales de mayo de 2020 subrayó que un tweet de Donald Trump no era verdadero, aunque no lo eliminó, simplemente advertía de ello [90]. Facebook retiraba también, un mes después, un anuncio de campaña de Trump por contener simbología nazi [91] y Twitter cerraba su cuenta por incitación a la violencia en enero de 2021 tras el asalto al Capitolio. Igualmente, tanto Twitter como Facebook le advirtieron por dar «información engañosa» sobre el Covid [92]. La misma compañía Facebook a finales de enero de 2020 había bloqueado alguna de las funciones de la cuenta oficial de Vox por incitación al odio y el partido presentó una querella contra Twitter. A mediados de abril del mismo año, se abrió una nueva disputa con Vox como protagonista, esta vez contra Whatsapp por limitar los reenvíos de mensajes, acusándole de que la aplicación censuraba los mensajes críticos con el Gobierno, falsedad que el propio servicio de mensajería se vio obligado a desmentir. La plataforma aclaró que simplemente se trataba de una medida aplicada globalmente que limitaba los reenvíos en un intento de frenar la difusión de bulos (fundamentalmente sobre el Covid-19) a través de su canal. Igualmente, Facebook ha reaccionado contra el Presidente brasileño, Jair Bolsonaro, suspendiendo dos cuentas de su entorno que se usaban para difundir mensajes políticos de desinformación [93].

Además de esa colaboración voluntaria, la normativa ya lleva unos años estableciendo la obligación de borrado en las plataformas de contenidos que resulten ilegales a petición de la autoridad correspondiente, generalmente un juez o cuando reciban una denuncia de cualquier persona al respecto [94], aunque tales previsiones están pensadas para cuando los contenidos constituyen discurso del odio o la discriminación, cuando pueden violentar algún derecho fundamental de los ciudadanos o cuando atenta a los derechos de autor o de propiedad intelectual, y menos para la eliminación de noticias falsas, salvo que estas incurran en alguna de estas actuaciones. Lo que genera más dudas es si se podría obligar (forzar) a las grandes empresas suministradoras de información telemática a llevar a cabo una labor prospectiva, a tener que realizar un barrido de lo que se publica para que detecten posibles bulos, como se ha hecho respecto de otro tipo de mensajes como los xenófobos o terroristas. De hecho, como acabo de indicar, en cierta medida, parece que ya lo están haciendo de una forma voluntaria.

Desde mi punto de vista, las medidas que las empresas proveedoras de servicios de red están implementando en su lucha contra las fakes en las redes o aquellas que pudiesen derivarse de normas que impongan el deber de hacerlo, si van exentas de la participación de un juez o de una comisión independiente de control, me parecen muy peligrosas. Por mucho que queramos luchar contra los mensajes falsos vulneradores de derechos o que emponzoñan el libre debate político, el cribado del que hablamos constituye una tarea compleja que puede conducir a limitaciones erróneas (o buscadas) del ejercicio de las libertades ideológicas e informativas. Por eso se hace muy necesario el establecimiento de protocolos y sistemas de control que se rijan por la transparencia y la independencia. Soy consciente de que esta cuestión requeriría de un estudio más detenido, entre otras cosas, sobre la prohibición de la censura previa (art. 20.2 CE) y las medidas de autorregulación interna, y que ahora, por limitaciones de espacio, no es posible abordar [95]. Requeriría también reflexionar, como se ha hecho en la jurisprudencia norteamericana [96], sobre la consideración de dichas plataformas como foros públicos, foros privados o con una naturaleza intermedia y las consecuencias que ello puede conllevar para las limitaciones a los contenidos en ellas recogidos.

VIII.     A modo de conclusión: «fiat veritas ne pereat mundus»

En el ámbito de la discusión pública y el intercambio de información, la verdad absoluta no existe. En democracia todo puede ser puesto en entredicho o puede ser criticado hasta tal extremo que haga dudar sobre la certeza de casi cualquier cuestión que inicialmente se asumía como verdadera. Caben pocas verdades absolutas.

Pero, el que no exista la verdad absoluta no significa que podamos vivir en la incertidumbre constante sobre todo aquello que nos rodea o sobre lo que se nos informa. El desorden informativo no beneficia ni a los derechos fundamentales ni a la propia democracia, más bien al contrario, erosiona sus cimientos. Vivir inmersos en un marco informativo infinito en el que los hechos noticiables veraces conviven en paridad con medias verdades, falsedades o fakes genera en los ciudadanos inseguridad en el mejor de los casos, —en el supuesto de aquellos que aún se interrogan sobre la certeza de lo que leen o escuchan—, y, en el peor de los casos, esclavitud ideológica o intelectual, —cuando de una forma acrítica los ciudadanos acaban arrastrados (manipulados) por el mensaje que más se repite—.

La Constitución reconoce el derecho a recibir información veraz [97], que constituye uno de los principales fundamentos de la realidad democrática, supone la condición sine qua non para consolidar una opinión pública plural y libremente formada [98], pero no podemos hablar del derecho fundamental a recibir información verdadera ni el derecho fundamental a no recibir información falsa. No existe la libertad negativa a no recibir información manipulada o tendenciosa, a no ser víctima de la desinformación. Lo que se trata es de garantizar la libertad en el proceso comunicativo, de tal forma que se pueda recibir todo tipo de mensaje y quede en manos del receptor la libertad de elegir la información o las opiniones que decida leer o escuchar, sean estas provenientes de fuentes sólidas o lo sean de fuentes o informaciones que vulgarmente calificamos como «basura» [99]. Lógicamente, ello tiene muchos peligros: nos encontramos con la dificultad del ciudadano medio de ser capaz no solo de recibir y procesar la avalancha de información que recibe, más aún en la era digital, sino también la de poder discernir cuál tiene visos de veracidad de la que simplemente constituye un bulo.

Estamos saturados de información y, entre toda esa información, unos mensajes acaban calando más que otros. Conforme a ellos actuamos, formamos nuestros juicios, establecemos creencias, nos manifestamos, escribimos opiniones y votamos para elegir a nuestros representantes. Por lo tanto, la desinformación puede hacer que acabemos ejerciendo nuestras opciones sobre hechos o realidades que no son ciertos y/o influidos por la reiteración de eslóganes falsos que discriminan o generan odio sobre determinados colectivos o pueden poner en riesgo valores y derechos de la ciudadanía, como la salud o la seguridad.

Hemos visto múltiples ejemplos del uso de técnicas persuasivas frente a la opinión pública, como las medio verdades o falsedades y las mentiras. También hemos comprobado como no es un comportamiento exclusivo de partidos supremacistas, populistas o de extrema derecha o izquierda, sino que, como han defendido diversos pensadores, parece que el campo de la política se encuentra más en relación y más cerca de servirse de la mentira que de cultivar la verdad o de alentarla.

En internet se ha observado una tendencia al alza en el uso de las técnicas de la mentira o la ficción por determinados líderes, partidos o movimientos políticos que libran una batalla por controlar la percepción de la opinión pública sobre el poder, los hechos o las necesidades del pueblo; buscan adueñarse del relato público: hoy puede ser el relato sobre el origen o la gestión de la pandemia [100] como en el pasado lo ha sido sobre otras cuestiones. Para conseguir ese seguidismo acrítico de las masas que ellos persiguen, las redes sociales constituyen una plataforma de difusión sin precedentes, pues la reiteración a gran escala de determinados hechos falsos puede acabar convirtiendo una mentira en una opinión más. Y lo peor es cuando ese mensaje que trata de imponerse a la opinión pública, haciendo uso de las técnicas de la desinformación, es el del odio, de la discriminación o trata de minar la legitimidad de las instituciones democráticas.

Desde luego, ha de reconocerse la dificultad de la verificación de la ilegalidad o falsedad de ciertos mensajes sin quebrantar el sacrosanto principio del pluralismo ideológico y el derecho a las libertades de pensamiento e informativas. De hecho, señalaba Urías Martínez que la lucha contra las noticias inventadas puede hacer más daño a la democracia que su propia difusión, pues genera un riesgo elevado de que las medidas legislativas contra las noticias falsas se usen para silenciar los discursos disidentes con el poder [101]. Ello nos plantea tres cuestiones.

La primera de las mismas consiste en determinar qué mensajes que faltan a la verdad son amparables en un Estado democrático de derecho y cuáles no son admisibles y, por lo tanto, son susceptibles de generar una responsabilidad civil o penal o de cualquier otro tipo en sus autores. ¿Podemos permanecer impertérritos ante discursos y mensajes falsos que emponzoñan el discurso público y ante partidos o movimientos que, para convencer a ese público y alcanzar el poder, usan de las artimañas de la mentira? ¿Acaso cabe permitir la libre expresión de ideas cuando estas se sustentan sobre mentiras y persiguen atentar contra principios o valores de nuestra Constitución como el pluralismo o la igualdad, por mucho que digamos que en democracia el pluralismo ideológico es su máxima y todo es opinable? Pues, ya se ha visto arriba que no siempre. Como hemos defendido, la veracidad de los elementos fácticos sobre los que se apoya una opinión cobra relevancia en muchas ocasiones, al igual que la intencionalidad (la mala fe o la voluntad de mentir) en la transmisión de hechos o de ideas sustentadas en hechos falsos.

En segundo lugar, y puesto que estos mensajes se difunden masivamente en las redes, tal vez, tengamos que plantearnos si hay que asumir que la revolución digital trae consigo también una suerte de disrupción jurídica en el sistema de la libertad de expresión y de información, debiéndose, por lo tanto, repensar los presupuestos desde los cuáles hemos venido juzgando los límites al ejercicio de estos derechos. Y todo ello teniendo en cuenta que esas posibles limitaciones pueden traer como consecuencia: (a) simplemente la cesión del ejercicio de las libertades de expresión y las informativas en favor del ejercicio de derechos de otros o la protección de bienes constitucionalmente protegidos (la seguridad nacional, la seguridad pública, la salud, la no discriminación…), pudiendo ser bloqueado su acceso o eliminados determinados contenidos; recordemos que los mensajes no veraces no disfrutan de la tutela constitucional del art. 20; (b) o pueden conllevar la exigencia de responsabilidad civil por mensajes falsos que puedan dañar derechos de la personalidad; o (c) incluso pueden suponer el que los mensajes falsos acaben sometidos a control y persecución, con la posibilidad adicional de exigir responsabilidades administrativas o penales a sus autores en ciertos supuestos.

Y la tercera cuestión es quién puede luchar contra ello, esto es, contra el fenómeno de la desinformación en sus diferentes manifestaciones, pero especialmente cuando hablamos de bulos. Si es el gobierno, se corre el riesgo de dejar en sus manos la determinación de cuál es la verdad oficial y qué se consideran mentiras. Si son las empresas que ofrecen servicios de datos e internet, también detrás de ellas existen intereses políticos y económicos que podrían hacer un uso interesado de ese control de los mensajes que se publican en sus plataformas. Esta es una cuestión aún abierta que requiere del establecimiento de mecanismos que, en todo caso, han de regirse por las reglas de la transparencia y de la independencia. Como advertíamos en este trabajo, en demasiadas ocasiones algunos discursos políticos se vuelven homogéneos y emocionales, y pueden incluso apoyarse en mentiras, lo que acaba mermando la libertad individual de opinar, de criticar, de expresar las propias ideas, invisibiliza las voces disidentes y adormece la capacidad de reacción. Y, como decía Ferrajoli, «una democracia puede quebrar, aún sin golpes de estado en sentido propio, si sus principios son de hecho violados o contestados sin que sus violaciones susciten rebelión o, al menos, disenso» [102]. Se hace pues necesario desenmascarar las mentiras para asegurar un debate público debidamente informado y no envenenado por las falsedades. Porque solo en ese caso será libre, o al menos más libre. Emulando el adagio latino «fiat iustitia et pereat mundus», cabría pensar en un «fiat veritas et pereat mundus» (Que se haga la verdad, aunque perezca el mundo), que vendría a entenderse como que la verdad ha de buscarse siempre sin reparar en el precio que puede costar o las consecuencias que puede acarrear. Si nos acogemos a esta interpretación deberíamos entrar en el difícil tema de si siempre es legítimo decir la verdad, cuestión que no podemos abordar ahora en un trabajo que tiene un objeto mucho más modesto. Pero, cabe optar por una segunda interpretación que se acerca al uso que Hegel dio al adagio latino:

«Fiat iustitia ne pereat mundus» (que se haga la justicia para que no perezca el mundo), que trasladándolo a nuestro ámbito sería, «Fiat veritas ne pereat mundus», y significaría que la verdad ha de buscarse siempre, si no se quiere que el mundo se hunda en el caos. Ciertamente, la recurrente falta a la verdad en los últimos tiempos está conduciendo a un desorden informativo que puede arrastrarnos al caos; y han saltado las alarmas.

Siempre con el máximo respeto a las libertades de expresión y de información, procede pues tratar de desterrar la mentira, restablecer el orden propio de la opinión libre e informada y recuperar ese escenario donde intercambiar ideas sin juegos sucios. Solo en ese escenario de transparencia y de honestidad democrática es donde se puede contrargumentar y disentir en condiciones de los discursos que tratan de socavar los fundamentos y principios básicos de nuestro Estado.

Rosario Serra Cristóbal, en dialnet.unirioja.es/

 

Notas:

54    RODRÍGUEZ MONTAÑÉS, T., Libertad de expresión, discurso extremo y delito. Una aproximación desde la Constitución a las fronteras del derecho penal, Valencia, Tirant lo Blanch, 2012, p. 115.

55    Hay conductas que merecen un reproche social, que queda materializado en la previsión de una sanción penal, por dañar o poner en riesgo derechos o bienes de terceros o de la colectividad (la honorabilidad, la dignidad, el respeto a la igualdad, la seguridad…)

56    GALÁN MUÑOZ, A., «Delitos de odio, Discurso del odio y Derecho penal: ¿Hacia la construcción de injustos penales por peligrosidad estructural?», GALÁN MUÑOZ, Alfonso y MENDOZA CALDERÓN, S., Derecho penal y política criminal en tiempos convulsos, Valencia, Tirant lo Blanch, 2020, p. 62.

57    Sobre la denigración política (concepto legal que no existe en España, pero sí en otros países como México) y la propaganda negativa en política puede verse: PÉREZ DE LA FUENTE, O., Libertad de expresión y discurso político. Propaganda negativa y neutralidad de los medios en campañas electorales, Valencia, Tirant lo Blanch, 2014.

58    BAYER, J. (Coord., ed.), Disinformation and propaganda…, op. cit., p. 46.

59    Ibídem, p. 47.

60    El partido EDC/SVP es considerado por algunos como de extrema derecho, por otros como de populismo de derecha. Sobre el discurso del odio de este partido puede verse el trabajo de MARTÍN HERRERA, D., «Hate speech y tolerancia religiosa en el sistema helvético de democracia participativa», RDP, n.º 90, 2014, pp. 249-284.

61    MOZUR, P., «A Genocide Incited on Facebook, With Posts From Myanmar’s Military», The New York Times, 18/10/2018.

62    Aunque es una cuestión que escapa ahora a este trabajo, por limitación de espacio, resulta interesante la lectura de: PÉREZ COLOMÉ, J., «Yo fui un bot: las confesiones de un agente dedicado al engaño en Twitter», El País, 21/05/2020.

63    La Unión Europea puso a este partido como ejemplo de grupo de extrema derecha que utiliza habitualmente la desinformación y propagación de bulos en redes sociales en campaña electoral. «Descubrimos una red coordinada en Twitter, mezcla de bots y cuentas falsas, con el objetivo de impulsar hashtags anti-islam y amplificar apoyo al partido populista de derechas Vox». Así lo aseguró el ex-comisario europeo de Seguridad, Julián King, durante la presentación en 2019 de la Comunicación de la Comisión Europea sobre los progresos en la lucha contra la desinformación en la UE. ANTQUERA, J., «Los informes de la UE alertan de que Vox propaga bulos en redes sociales para desestabilizar la democracia», Diario 16, 16/04/2020.

64    Numerosos extractos de la decisión judicial ser recogen en BONO, F., «La Audiencia de Valencia enmarca en la libertad de expresión un tuit falso de Vox sobre un abuso sexual», El País, 9/06/2020. Al igual que en Levante-EMV, «La Audiencia ve ‘libertad de expresión’ en una noticia falsa difundida por Vox», Levante. El Mercantil Valenciano, 10/06/2020. EFE, «La Audiencia de Valencia considera ‘libertad de expresión que Vox tuitee que la mayoría de violadores son magrebíes», El Mundo, 10/06/2020.

65    Auto de 9/06/2020.

66    Señalaba el TC, «esos discursos quedan extramuros del ámbito de protección de la libertad de expresión…, que no puede servir de cobertura porque suponen una incitación directa o indirecta a la violencia contra ciudadanos en general, o contra concretos ciudadanos que se hayan situados en determinadas situaciones» (STC 235/2007) Sobre jurisprudencia del TEDH acerca del discurso del odio puede consultarse: TERUEL LOZANO, G., «El discurso del odio como límite a la libertad de expresión en el marco del Convenio europeo», RDCE, n.º 27, 2017. ROLLNERT, G., «El discurso del odio y sus límites de libertad de expresión: de la zona intermedia a los estándares internacionales», MIRÓ LLINARES, F., (Dir.), Cometer delitos en 140 caracteres. El Derecho penal ante el odio y la radicalización en Internet, Madrid, Marcial Pons, 2017, pp. 255-274.

67    No hace falta más que recordar ahora el apartado 4 del art. 20 CE: «Estas libertades tienen su límite en el respeto a los derechos reconocidos en este Título, en los preceptos de las leyes que lo desarrollen y, especialmente, en el derecho al honor, a la intimidad, a la propia imagen y a la protección de la juventud y de la infancia».

68    ROIG TORRES, M., «Los delitos de racismo y discriminación (arts. 510, 510bis, 511y 512)», GONZÁLEZ CUSSAC (Dir.), Comentarios a la reforma del Código Penal de 2015, Valencia, Tirant lo Blanch, 2015, p. 1210.

69    De nuevo recordemos la STC 214/1991, de 5 de diciembre.

70    STEDH de 15/03/2011, caso Otegui Mondragón c. España. Ídem en la sentencia de 13/03/2018, en el caso Stern Taulats y Roura Capellera c. España. Aunque de nuevo el TEDH vuelve a entender que el Tribunal Constitucional español había interpretado demasiado extensivamente las excepciones a la libertad de expresión en el caso concreto, volvió a reconocer esa posibilidad de limitar la libertad de expresión en el debate político en supuesto de discurso de odio o de incitación a la violencia.

71    CUERDA ARNAU, M. L., «La libertad de expresión y crítica política a la luz de la jurisprudencia del TEDH», Teoría y Derecho: Revista de Pensamiento Jurídico, n. º 13, 2013, pp. 221 y ss.

72    Presupuesto esencial de la nueva regulación que se dio con la Reforma del Código Penal en 2015, fue la Decisión Marco 2008/913/JAI, del Consejo de 28/11/2008, relativa a la lucha contra determinadas formas y manifestaciones de racismo y xenofobia mediante el Derecho Penal. A esa corriente marcada por el Tribunal Europeo de conceder un amplio margen a la libertad de expresión se ha venido acogiendo más recientemente nuestro Tribunal Constitucional, aún refiriéndose más a ofensas a la Jefatura del Estado o una Institución que al discurso del odio hacia colectivos, que es de lo que se trata en el caso que venimos analizando del tuit de VOX. (Véase STC 111/2019, de 2 de octubre y STC 6/2020, de 27 de enero).

73    Se incluye una agravante «cuando de ese modo se promueva o favorezca un clima de violencia, hostilidad, odio o discriminación contra los mencionados grupos».

74    GALÁN MUÑOZ, A., «Delitos de odio, discurso del odio y Derecho penal», op. cit., pp. 68 y 69.

75    Puede verse también el trabajo de MENDOZA CALDERÓN, S., «Discurso del odio e inmigración. La criminalización de la intolerancia en el Derecho penal español», GALÁN MUÑOZ, A. y MENDOZA CALDERÓN, S., Globalización y lucha contra las nuevas formas de criminalidad transnacional, Valencia, Tirant lo Blanch, 2019,  pp. 265-308.

76    El Tribunal Constitucional indicaba que «el odio y el desprecio a todo un pueblo o a una etnia son incompatibles con el respeto a la dignidad humana, que sólo se cumple si se atribuye por igual a todo hombre, a toda etnia, a todos los pueblos. Por lo mismo, el derecho al honor de los miembros de un pueblo, etnia, en cuanto protege y expresa el sentimiento de la propia dignidad, resulta, sin duda, lesionado cuando se ofende y desprecia genéricamente a todo un pueblo o raza, cualesquiera que sean» (STC 214/1991, de 17 de diciembre, F.J. 8).

77    STEDH de 27/02/2001, par. 53. Ídem en De Haes and Gijsels c. Bélgica, 24/02/1997, par. 47, y Oberschlick c. Austria (no. 2), de 1/07/1997, par. 33.

78    SAHUÍ MALDONADO, A., «Verdad y política…», op. cit., p. 92.

79    WARDLE, C. y DERAKHSHAN, H., Council of Europe Report [DGI (2017)09] on Information disorder: Toward an interdisciplinary framework for research and policy making, Council of Europe publications, 2017.

80    MARWICK, A. y LEWIS, R., Media manipulation and disinformation online, Data & Society, 2017,  pp. 11-12.

81    MARTÍN PLAZA, A., «Los bulos y desinformaciones de Vox sobre la violencia machista y su mezcla con la violencia doméstica», RTVE Noticias, 9/01/2019.

82    PAUNER CHULVI relata cómo gran parte de las noticias falsas son creadas por spammers, como se viralizan a través de redes sociales como Facebook o Twitter, como se usan los conocidos como trolls y otros instrumentos de creación y difusión de bulos, PAUNER CHULVI, C., «Noticias falsas y…», op. cit., pp. 301 y 302. Véase también el interesante trabajo: ABA CATOIRA, A.: «Desórdenes informativos en un sistema de comunicación democrático», RDP, n. º 109, 2020, pp. 119-151.

83    La lógica exclusión de responsabilidad de los prestadores de servicios o de la red social es la regla general asentada en nuestro ordenamiento y en la de nuestros países vecinos. Sobre ello véase: BOIX PALOP, A., «La construcción de los límites a la libertad de expresión en las redes sociales», REP, n. º 173, pp. 55-112.

84    TERUEL LOZANO, G., «Libertad de expresión en Internet, control de contenidos de las páginas web y sus garantías constitucionales», Revista Aranzadi de Derecho y Nuevas Tecnologías, n. º 25, 2011, pp. 81-103. 

85    La ONU expresó en 2017 su preocupación por el tema en la Declaración conjunta sobre Libertad de Expresión y Noticias Falsas, Desinformación y Propaganda (3 de maro de 2017). La UE en 2018 aprobó un Plan de Acción contra la desinformación y recientemente la Comisión Europea, en la nueva Estrategia de Seguridad de la Unión para el periodo 2020-2025 (24 /06/2020) hacía hincapié en la lucha contra «las campañas de desinformación y la radicalización de la narrativa política». M. Arenas analiza también diversas medidas legislativas que los Estados han ido adoptando para proteger el debate político y la formación de la opinión pública frente a las campañas de desinformación en la red, especialmente durante las campañas electorales. Así, en noviembre de 2018, se aprobó en Francia una Ley para combatir la manipulación de la información durante los períodos electorales (Loi n° 2018-1202 relative à la lutte contre la manipulation de l’information). También en 2018, en junio, en el Reino Unido, la Comisión Electoral Británica pidió una mayor transparencia para los votantes con respecto a la práctica de las campañas electorales digitales, haciendo recomendaciones sobre la responsabilidad, el gasto y la trasparencia Digital campaigning. Increasing transparency for voters). ARENAS RAMIRO, M., «Partidos políticos, opiniones políticas e internet: la lesión del derecho a la protección de datos», TRC, n. º 44, 2019, p. 344.

86    Entre las medidas adoptadas para luchas contra el discurso del odio en el ámbito de la UE, cabe aludir al Código de conducta contra el discurso ilegal del odio a través de Internet, aprobado en 2016, adoptado en el marco de la Estrategia para el mercado único digital de la Comisión Europea; o la Recomendación (UE) 2018/334 de la Comisión Europea, de 1 de marzo, sobre medidas para combatir eficazmente los contenidos ilícitos en línea. En Francia, en mayo de 2020 se aprobaba la Loi visant à lutter contre les contenus haineux sur internet (Ley contra el discurso del odio en internet)

87    Alemania adoptó recientemente la Ley sobre la mejora de la aplicación de la ley en las redes sociales (Netzdurchsetzunggesetz, NetzDG), que contempla multas elevadísimas para las redes sociales si se oponen a borrar de sus plataformas mensajes fake o que inciten al odio.

88    PAUNER CHULVI, C., «Noticias falsas y libertad de expresión…», op. cit., p. 305.

89    Auspiciado por la Comisión Europea, el Code of Practice on Disinformation, se puso en marcha en octubre de 2018 dentro del Plan de acción contra la desinformación de la UE.

90    También Trump afirmaba en un tweet a raíz de los altercados y protestas en Minneapolis, a finales/05/2020, como consecuencia de la terrible muerte de un detenido negro por un policía blanco, que «Cuando empiezan los saqueos, empiezan los disparos. ¡Gracias!». Este mensaje fue calificado por Twitter de incitador a la violencia, no borrándolo, pero sí advirtiendo de ello antes de poder entrar a su lectura. Sin duda, afirmaciones de este tipo son peligrosísimas, además de deplorables, por lo que pueden incitar a aquellos que son sus seguidores ciegos.

91    PRIETO, M., «Facebook retira anuncios de la campaña de Donald Trump, Expansión, 20/06/2020.

92    LABORDE, A., «Trump equipara la covid con la gripe y Twitter y Facebook le advierten por dar información engañosa», El País, 6/10/2020.

93    VEGA, G., «Facebook suspende dos cuentas de noticias falsas asociadas a Jair Bolsonaro», El País, 9/07/2020.

94    Véase, por ejemplo, las previsiones de la Directiva 2000/31/CE de comercio electrónico, o la Recomendación (UE) 2018/334 de la Comisión Europea, de 1 de marzo, sobre medidas para combatir eficazmente los contenidos ilícitos en línea.

95    Véase: TERUEL LOZANO, G., «Libertad de expresión y censura en internet», Estudios de Deusto, Vol. 62/2, 2014, pp. 41-72.

96    Un estudio a este respecto puede verse en VÁZQUEZ ALONSO, V. J., «Twitter no es un foro público per el perfil de Trump sí lo es. Sobre la censura privada de y en las plataformas digitales en los EE UU», Estudios Deusto, vol. 68/1, 2020, pp. 475-508.

97    AUSÍN DÍEZ, T., «Contar y no mentir: sobre el derecho positivo a recibir información veraz», PEÑA, L. y AUSÍN DÍEZ, T., Los derechos positivos: las demandas justas de acciones y prestaciones, Plaza y Valdés-CSIC, 2006.

98    Así, «el art. 20 de la Norma fundamental, además de consagrar el derecho a la libertad de expresión y a comunicar o recibir libremente información veraz, garantiza un interés constitucional: la formación y existencia de una opinión pública libre, garantía que reviste una especial trascendencia ya que, al ser una condición previa y necesaria para el ejercicio de otros derechos inherentes al funcionamiento de un sistema democrático, se convierte, a su vez, en uno de los pilares de una sociedad libre y democrática. Para que el ciudadano pueda formar libremente sus opiniones y participar de modo responsable en los asuntos públicos, ha de ser también informado ampliamente de modo que pueda ponderar opiniones diversas e incluso contrapuestas» (STC 159/1986, de 16 de diciembre, FJ 6). Sobre la dimensión institucional de los derechos de expresión y de comunicación puede verse también el trabajo: SOLOZABAL ECHAVARRIA, J. J., «Aspectos constitucionales de la libertad de expresión y el derecho a la información», REDC, n. º 23, 1988, p. 142.

99    VILLAVERDE MENÉNDEZ, I., «Los derechos del público…», op. cit., p. 131. De una forma más extensa puede consultarse la monografía del mismo autor: Los derechos del público: el derecho a recibir información del artículo 20.1.d) de la Constitución española de 1978, Madrid, Tecnos, 1995.

100    ABAD SOTO, J., «La guerra de percepción en la crisis de la COVID-19», Documento de Opinión IEEE n. º 66, 21/05/2020.

101    URÍAS MARTÍNEZ, J., «La verdad os hará libres (si es obligatoria)», Contexto y Acción, 13/05/2020.

102    FERRAJOLI, L. Poderes salvajes. La crisis de la democracia constitucional, Barcelona, Paidós, 2011, p. 22

 

 

 

La razón bajo sospecha

 

Escrito por Benigno Blanco

Publicado: 29 Julio 2022

 

El siglo XXI es una época de pensamiento débil. Se rechaza cualquier pretensión de verdad objetiva, más allá de las aseveraciones basadas en el método científico experimental, que reduce el campo de observación a lo cuantitativo y matematizable. Las grandes certezas sobre Dios, el hombre y el mundo que han definido a todas las civilizaciones, han sido sustituidas por convicciones subjetivas, suaves y adaptables, como escribe Russell Ronald Reno en El retorno de los dioses fuertes.

Reno ha defendido, no sin fundamento, que esta situación no es casual sino el fruto de un miedo colectivo y consciente a las verdades fuertes, como si estas implicasen necesariamente violencia e imposición. El siglo XX ha sido testigo de modas ideológicas que han destruido la fe en la razón y su capacidad de generar convicciones compartidas mediante un diálogo racional sobre el hombre y el bien y el mal. Pero el fruto de este ataque a la razón no ha sido un paraíso de tolerancia, como algunos soñaron, sino un mundo de inseguridades personales y colectivas generador de nuevas violencias y crisis.

El reto de nuestra época es reconstruir la confianza en nuestra capacidad de llegar racionalmente a seguridades intelectuales sobre la dignidad humana, el valor de la libertad, la igualdad en dignidad de todos los seres humanos, nuestra capacidad de identificar lo valioso.

El reto de nuestra época es reconstruir la confianza en nuestra capacidad de llegar racionalmente a seguridades intelectuales sobre la dignidad humana, el valor de la libertad, la igualdad en dignidad de todos los seres humanos, nuestra capacidad de identificar lo valioso; y de compartir, con razones fundadas, estas seguridades con nuestros conciudadanos para construir así sociedades humanistas por convicción y no solo sistemas de coexistencia precaria.

La calidad humanista de nuestras sociedades –la democracia, el estado de derecho, el compromiso colectivo con la libertad y los derechos humanos– es herencia de lo mejor de la tradición occidental, basada en el aprecio a la razón de nuestros ancestros griegos, el compromiso romano con la justicia como medio de respetar lo suyo de cada cual, y la convicción cristiana de que todo lo que existe es bueno y digno, y que el mundo y el tiempo son tareas y oportunidades para construir el mejor mundo posible.

No hay que abandonar estas raíces de nuestra identidad colectiva para construir un futuro ilusionante. Al revés: el abandono de estas raíces es el gran peligro de nuestros días. Toca hoy aprender de los riesgos de los totalitarismos ideológicos y políticos del siglo XX para no recaer en los mismos errores; pero no al precio de rechazar las claves humanistas de nuestra civilización, pues el riesgo es sumergirse en un escepticismo general que impida compartir valores y construir comunidades.

Diagnóstico intelectual de nuestra época

Nuestra época vive de los restos de los grandes sistemas filosóficos de los siglos XVII, XVIII y XIX; es decir, los restos del racionalismo cartesiano, el idealismo, el liberalismo, el marxismo, el nihilismo de Nietzsche; y también de los intentos bienintencionados pero fallidos de superar las experiencias totalitarias del siglo XX mediante el rechazo a la posibilidad de verdades fuertes y sólidas: vive condicionada por la destrucción del concepto de naturaleza humana realizada por el estructuralismo, el existencialismo, el deconstruccionismo y tantos otros ismos que han marcado el tono intelectual de las universidades francesas y americanas (y de forma refleja, de otras muchas de todo Occidente) en la segunda mitad del siglo XX.

En ese humus cultural han surgido algunas de las tendencias o modas de pensamiento dominantes hoy, como la ideología de género, la doctrina o cultura woke, el animalismo y el trans-humanismo. Todas ellas tienen en común la renuncia apriorística a observar e intentar comprender la singularidad del ser humano y la renuncia –también apriorística– al esfuerzo racional de entender la naturaleza humana y su valor como fuente de seguridades éticas, algo que había sido admitido desde Sócrates y Aristóteles como evidente, y ratificado por el cristianismo como coherente con la visión de un mundo preñado de sentido.

Es un reto de nuestra época repensar Occidente para intentar entender cómo hemos construido una civilización humanista, cómo la llevamos casi al colapso en el siglo XX y cómo hoy podríamos reiniciar un camino ascendente en vez de enfangarnos en la autodestrucción de lo mejor de que hemos sido capaces.

Los antecedentes

La cultura occidental se ha caracterizado desde el siglo V a.C. por una clara apuesta por fiarse de la razón. Occidente se funda en la idea de que el hombre, razonando, se puede aclarar; de que mirando la realidad, puede discernir, con razonable certeza, lo verdadero y lo falso, lo bueno y lo malo. Este fue el planteamiento de Sócrates, Platón y Aristóteles. Cuando Roma se deja conquistar por la cultura griega, la razón se aplica también al uso del poder y así surge el sentido romano de la justicia: dar a cada uno lo suyo, reconociendo que hay algo suyo de cada cual que nos hace justos si lo respetamos. El cristianismo reforzó y justificó esas intuiciones: podemos fiarnos de la razón porque el mundo es razonable dado que fue pensado por Alguien muy inteligente; lo existente es bueno y digno de respeto porque fue querido por el Amor creador; nosotros podemos conocer el bien porque somos racionales y todo lo que existe es razonable.

Estos presupuestos le han permitido a Occidente descubrir la dignidad de la persona humana y la radical igualdad entre hombre y mujer; teorizar los derechos humanos; construir el Estado de derecho, precisamente para defender la libertad; y someter los últimos poderes del Estado a criterios éticos, aboliendo la pena de muerte, regulando con detalle la posibilidad de hacer la guerra, etc. Por eso en Occidente ha surgido el humanismo y la ciencia. La ciencia moderna presupone la creencia en que el mundo es razonable, y por eso puede ser racionalizado. Solo en el seno de la cultura occidental nos hemos planteado que podíamos conocer con certeza cómo es el mundo y cómo funciona la realidad física.

«Cuando todos se ríen de quienes afirman “eso es cierto” o “eso es bueno”, solo queda quien dice “yo quiero”», señaló C. S. Lewis en su ensayo de 1943 titulado ‘La abolición del hombre’

Pero entramos en crisis. La característica más importante de los últimos siglos es la paulatina desconfianza en la razón. Descartes nos hizo dudar de que con ella pudiésemos conocer con certeza la realidad de las cosas; y Kant nos convenció de que con la razón no podemos conocer la realidad de las cosas, tan solo su apariencia fenoménica –pero no el ser en sí–.

Consecuencias del voluntarismo

En los siglos XX y XXI, al quedar la razón bajo sospecha, han ocupado su lugar bien las emociones y los sentimientos, bien la voluntad. ¿Qué nos queda, si no hay capacidad de hacer juicios ciertos sobre la realidad o sobre las personas? Solo queda el «yo quiero». C.S. Lewis escribía en su ensayo La abolición del hombre (1943): «Cuando todos se ríen de quienes afirman «eso es cierto» o «eso es bueno», solo queda quien dice «yo quiero»». Si nos reímos de la capacidad de definir lo bueno y lo malo, objetivamente, con seguridad y con carácter universal, solo queda una voluntad subjetiva que no se puede medir con ningún criterio objetivo o racional, trátese de la voluntad personal en las relaciones privadas; la del que encarna el poder en cada caso o la del grupo identitario en las relaciones sociales.

Ese voluntarismo se traduce, en la vida colectiva, en el positivismo de las leyes: lo bueno es lo que decide el Parlamento o el gobernante de turno; lo justo es lo que dicen las leyes, y lo injusto lo que prohíben. Y en la vida privada, en el deseo individual, como fuente última de la moral: es bueno lo que yo quiero; es malo lo que yo no quiero. Y si no hay un criterio objetivo y universal de lo bueno y lo malo, el diálogo deviene imposible.

Esto último representa una amenaza para la democracia, que se basa en el diálogo. Si solo queda el voluntarismo del poder y falta la capacidad de crear el sustrato dialogado y compartido, las democracias se vuelven más débiles. De ahí vienen las pulsiones totalitarias que se perciben ya en nuestra época en forma de populismos, políticas de identidad, pretensiones de exclusión de la libertad de pensamiento o de creencias en materia de sexualidad, ataques a la objeción de conciencia, etc.

Distinguir entre ciencia y cientificismo

Otra consecuencia de la desconfianza en la razón es el cientificismo, una corriente ideológica que no es de ahora pero que tiene gran vigencia como tendencia de pensamiento actual. Es importante distinguir entre ciencia y cientificismo. La ciencia es un conocimiento sobre la base de la experimentación y la matematización del estudio de la realidad; en tanto que el cientifismo es una ideología que presupone que solo lo que se conoce por el sistema del método experimental y matematizado es cierto y seguro; y que todo lo que no es susceptible de cuantificación es subjetivo y arbitrario. Fuera de las certezas que son cuantificables el cientificismo no reconoce ninguna verdad. De manera que todo lo que se refiere al mundo del espíritu, del alma, de la inteligencia, de Dios, de la filosofía, de los valores, carecería de objetividad y certeza.

Fuera de las certezas cuantificables, el cientificismo no reconoce ninguna verdad. De manera que todo lo que se refiere al mundo del espíritu, de la inteligencia, de Dios, de la filosofía, de los valores, carecería de objetividad y certeza

La dignidad humana, los derechos humanos, el valor de la libertad…, por ejemplo, no son cognoscibles por los métodos propios de las ciencias experimentales, como no lo son el bien y el mal, la justicia y la injusticia. Así el cientificismo, casi sin querer, degrada lo más valioso de nuestra civilización. La cultura en general y los medios de comunicación están profundamente imbuidos de cientificismo, de manera que, frecuentemente, se nos transmite como ciencia lo que no deja de ser una postura ideológica reduccionista.

Ideología evolucionista

La ideología evolucionista (que es algo distinto del hecho de la evolución y añadido a este dato de hecho) ha introducido en nuestras mentes una minusvaloración del hombre: si todo procede de una evolución material, desde la química a la vida, hasta llegar a la especie humana, el ser humano no tiene más valor que el resto de las formas de vida que existen en el planeta, ni hay en él nada singular digno de aprecio particular. Esa fue la interpretación popular de la obra de Darwin El origen de las especies (1859). Conviene precisar que Darwin no fue un ideólogo evolucionista, sino un científico que teorizó la evolución, que no es lo mismo. Fue después de Darwin, y sobre todo con Herbert Spencer y Julian Huxley cuando, sobre la base de esa teoría, surge la ideología evolucionista como intento de explicación de la vida y del hombre como mera consecuencia de fuerzas materiales comunes a todo el ecosistema, algo ni evidente ni demostrado.

El cientificismo y la ideología evolucionista han dado una apariencia de solvencia científica al ateísmo contemporáneo, cuando lo cierto es que la cosmología que se deriva de las ciencias empíricas actuales es absolutamente compatible con un mundo en que la hipótesis de Dios es más que plausible. Los mitos ateístas de una deficiente ciencia decimonónica siguen pesando mucho hoy en la conciencia colectiva, aunque han sido arrumbados ya por la ciencia contemporánea, que nos da una imagen del mundo y la vida claramente abierta a la hipótesis teísta.

Consecuencia de todo ello es lo que el mencionado C.S. Lewis llamó la abolición del hombre. Durante el siglo XX muchas corrientes de pensamiento han pretendido suprimir a Dios y abolir la singularidad humana; numerosas teorías científicas y filosóficas han querido presentar al ser humano como un conjunto de estructuras, fruto del devenir de la evolución, que no tienen más contenido ni más valor que el resto de cosas materiales de la Tierra. Con el evolucionismo materialista se da por supuesto que no hay nada específico, espiritual en la persona –una evidencia para toda la civilización antes del siglo XX–.

Como no hay un sexo que defina a la persona, la sexualidad se convierte en algo fluido: todos podemos tener hoy una identidad y mañana otra distinta… construyendo continuamente la identidad sexual y la forma de expresarla en la sociedad

Esto lo llegan a teorizar filosóficamente los estructuralismos y los posmodernismos de los años 60, 70 y 80, con autores como Foucault, Derrida, Lacan, Vattimo, etc. Cuestionan la consistencia de todo lo real y también al hombre. Como apunta García Gibert en su ensayo Sobre el viejo humanismo: «El deconstruccionismo busca socavar todo cimiento y toda metafísica que permitan sostener, por abajo o por arriba, cualquier relato legitimador de sentido». El resultado es que el hombre no existe… es una palabra que decimos pero no expresa nada cierto ni consistente, es un significante sin significado.

Los anti-humanismos actuales

Así se explican los anti-humanismos actuales, como la teoría o ideología de género surgida en las décadas finales del siglo XX, a partir del momento en que el sexo se separa de la reproducción gracias a la píldora anticonceptiva y el aborto, y pasa a ser sin más un hecho cultural manipulable y moldeable ideológicamente.

El siguiente paso, relacionado con el anterior, es la teoría queer, muy presente en la cultura actual. Como no hay un sexo que defina a la persona, la sexualidad se convierte en algo fluido: todos podemos tener hoy una identidad y mañana otra distinta… construyendo continuamente la identidad sexual y la forma de expresarla en la sociedad. Esta teoría inspira hoy las leyes de los llamados derechos LGTBI, tan contestados desde el humanismo tradicional y desde el feminismo reivindicativo de los derechos de la mujer, pues la ideología queer niega al hombre… y a la mujer, dejando así al feminismo sin objeto.

La cultura Woke

Algunas de estas corrientes anti-humanistas han cristalizado en un movimiento social, la llamada cultura woke, de fuerte implantación en Estados Unidos, pero cuya influencia se deja notar en todo Occidente. Se trata de una amalgama de planteamientos ideológicos modernos convertidos en activismo político. El detonante fueron el #MeToo de las feministas y el Black Lives Matter de los negros ante agresiones sexuales contra mujeres y de la policía contra personas de color, respectivamente, en EE.UU. Pero no se trata solo de una reacción puntual –y no sin justificación– ante hechos luctuosos, sino que ha llegado a englobar un movimiento más amplio y de más calado: el de los discriminados por razón de sexo (mujeres), género (LGTBI), raza (negros, latinos) que despiertan (de ahí viene el término inglés woke, del verbo to wake) y exigen a la sociedad que se reconozca su carácter identitario particular y su condición de víctimas, que los culpables sean castigados y que se reparen injusticias estructurales e históricas.

El instrumento de su guerra política es la llamada cultura de la cancelación. Hay que cancelar –sostienen– y suprimir del lenguaje, de las redes sociales, de la escenografía de las ciudades –calles, estatuas, etc.– todas aquellas circunstancias, personas, expresiones que identifican como agresivas para su identidad. Eso explica la censura a autores, el castigo a docentes, el derribo de estatuas, o las campañas en las redes sociales contra quienes no consideran políticamente correctos. Y todo ello con carácter retroactivo, revisando la historia. En esto se demuestra cómo no solo estamos ante movimientos que reivindican una causa política o social, sino también ante una revolución cultural que no se para ante el ataque a derechos fundamentales como la libertad de pensamiento y expresión.

Animalismo

Otra expresión ideológica del antihumanismo actual es el animalismo, reflejado en la obra de autores como Peter Singer y en iniciativas legislativas como el Proyecto Gran Simio y con tentáculos políticos cada vez más presentes aunque aún minoritarios. Sus defensores señalan que como el ser humano es solo una especie más de la escala evolutiva, hay que reconocer a los animales parte de los derechos hasta ahora considerados como humanos. Es una ideología de moda en el mundo anglosajón, pero ya con ecos legislativos en Francia e incluso en España. Es significativo de lo absurdo de estos planteamientos que a los que quieren otorgar derechos a los animales no se les ocurre exigirles a los animales obligaciones como las que se exigen al ser humano, porque son conscientes de que al hombre podemos exigirle obligaciones porque es libre y responsable mientras que al resto de los animales no podemos exigirles lo mismo.

El reto trans-humanista

Y finalmente, el trans-humanismo. Es una propuesta ideológica basada en los avances de las ciencias y la nanotecnología en los campos de la genética, la cibernética, la inteligencia artificial y las neurociencias, que propugna una «mejora» del ser humano. Llega a proponer la promoción programada de un nuevo salto en la evolución del hombre que nos llevaría a crear una nueva especie, los post-humanos, que incluso podrían liberarse –dicen algunos autores– del soporte biológico de nuestra personalidad para integrarse en una red cibernética que, supuestamente, nos daría la inmortalidad. No se trata de curar –como hacía la medicina–, sino de transformar la naturaleza humana para mejorar la especie. Según el pensamiento transhumanista, nuestra especie es fruto de una evolución ciega guiada por el azar –postulado propio de la ideología evolucionista, como hemos visto antes–; pero los humanos estamos ya en condiciones de hacernos cargo de nuestra propia evolución como especie; y programar y diseñar el siguiente paso evolutivo.

Ya existen programas de investigación, con cuantiosos recursos económicos, que piensan en los nuevos mercados que se pueden abrir al socaire de las nuevas tecnologías y servicios a ofrecer

Las nuevas tecnologías permitirían este programa de mejora del hombre y de creación del nuevo post-humano. Las técnicas de reprogramación genética, la producción de órganos de sustitución en un medio animal o totalmente artificial y las posibilidades de hibridación entre hombre y máquina abren horizontes deseables, según esta ideología, para mejorar o sustituir a la actual especie humana por una nueva especie post-humana.

Algunas de estas propuestas pueden parecer de ciencia ficción y otras pueden ser razonables avances en la lucha noble contra la enfermedad y el dolor, pero lo cierto es que ya existen programas de investigación, con cuantiosos recursos económicos, que piensan en los nuevos mercados que se pueden abrir al socaire de las nuevas tecnologías y servicios a ofrecer. Estamos, por tanto, ante una ideología al servicio de un negocio; o quizá de un negocio que se viste de ideología presuntamente humanitaria.

Nihilismo, apuesta por nada

El fruto final de todos estos ismos es el nihilismo. La desconfianza en la razón ha supuesto un retorno al viejo nihilismo. Es la afirmación de que nada tiene sentido y de que las verdades no son objetivables, la idea de que el hombre es un ser abocado a un mundo caótico y sin propósito. Fue teorizado en el siglo XIX por Nietzsche, al que se puede considerar el pensador decimonónico más moderno hoy en día; de hecho, se sigue editando y leyendo. Su literatura es metafórica, apela al corazón y a los sentimientos, lo cual encandila a muchos. Esta apuesta por la nada como sentido y objetivo de la vida, este quitar valor a todo lo que existe, este rechazo a la razón clásica, a la ética, a las raíces cristianas de Occidente, va convirtiéndose en el humus cultural que impregna las tendencias de pensamiento del siglo XXI.

Lo que está en juego es lo mejor de la civilización humanista. Por ello conviene pensar en todo esto y no dejarse arrastrar sin más por la moda intelectual.

Benigno Blanco

 

 

 

La verdadera razón por la que juzgamos y criticamos

Las ofensas recibidas y las expectativas incumplidas pesan en nuestro interior, no vivimos la misericordia, el amor gratuito…

El mal existe en este mundo, y no quiero cerrar los ojos. El mal me hace daño. Me envenena. Me duele. Me hiere. Turba mi alegría.Me asusta que el mal me haga malo. Oscurece mi ánimo. Me quita esperanza. Siento que su poder es superior al poder del bien.

No lo entiendo. Me gustan las cosas trasparentes. Los lugares llenos de luz en los que habita Dios. Me da vida la presencia misteriosa del bien. Por eso me gustan tanto las personas nobles, de una pieza, sin doblez, sin recovecos.

Pero a veces llego a pensar como describe el padre José Kentenich: “¿Por qué triunfan los malos y mentirosos y son derrotados los veraces, los sencillos, los fieles a Dios? ¿Dónde hallar la respuesta definitiva? ¿Por qué tenemos que sobrellevar tantas contrariedades y adversidades serias y graves?”[1].

Intento hacer las cosas bien y no me va tan bien en la vida. Quiero ser honesto, respetar la ley y cumplir con lo que debo. Pero fracaso. Veo que otros actúan con malicia y tienen éxito. Engañan y triunfan.

Y me desconcierto.

Me da miedo dejarme tentar por el mal y sucumbir a su seducción. La tentación del triunfo sencillo, sin esfuerzo. Sé que puedo caer en la lógica del maligno, en las redes de una tentación sutil que me hace aceptar como bueno lo que está mal.

Decía el papa Francisco: “Entre nosotros está el gran acusador, el que siempre nos acusa ante Dios para destruirnos. Satanás. Y cuando yo entro en esta lógica de acusar, maldecir, tratar de hacer daño al otro, entro en la lógica del gran acusador que es destructivo, que no conoce la palabra misericordia, porque nunca la ha vivido”.

Me veo tentado y conducido a maldecir, a criticar, a acusar, a condenar sin piedad al que se equivoca. Me quejo, me inquieto, me impaciento.

Cuando yo no actúo con honestidad, me incomoda la actitud del justo. Lo observo cuando actúa bien y no peca. Admiro en mi interior su vida intachable.

Y puede ser que la envidia me endurezca el alma. Pienso que algo habrá en su obrar que lo desacredite, algún error, alguna mancha.

Yo soy pecador y él parece tan justo. Cree el ladrón que todos son de su condición. A lo mejor resulta que no acabo de vivir la misericordia. O no creo en ella.

Como le decían en una entrevista de trabajo a una persona: “En este trabajo se sale con los pies por delante. Salvo que cometas un error. En ese caso, recuerda, no hay segundas oportunidades”.

Los errores se pagan. Una vida totalmente justa parece imposible. ¿Quién puede lograrlo? Basta con un solo error, con una pequeña mancha. Pueden echar por la borda toda una vida de lucha.

Parece que no hay misericordia. Entonces dudo y dejo de creer en ella. Dejo de creerme ese amor incondicional de Dios que me acoge siempre y me ama siempre.

No lo vivo, y por eso no practico la misericordia. Me falta compasión con el débil, con el necesitado. Y al justo lo miro con recelo. Porque me juzga a mí y me condena.

Mi lógica de la condena me hace daño. Siento que me juzgan sin decir nada, simplemente por las obras, y entonces yo caigo al mismo tiempo en el juicio. Es mi defensa.

Juzgo a los hombres que me parecen mejores que yo. Me siento tan pequeño que me lleno de amargura y rencor. Siento rabia desde mi pobreza.

Y juzgo incluso al mismo Dios: “Si eres capaz de juzgar así de fácil a Dios, sin duda puedes juzgar al mundo”[2].

Me veo débil en mis opiniones. Débil en mis actos. Y juzgo a los que creo tan fuertes. Aunque sean débiles bajo la apariencia de fortaleza.

Dominan en mí mis emociones más negativas, esas que me hacen daño. Mis rencores, mis heridas antiguas, mis miedos más profundos, mis egoísmos.

No estoy libre de las ofensas recibidas. Tampoco de las expectativas incumplidas. De los sueños frustrados. Me veo tan voluble, tan cambiante, tan débil en mis pasos… Busco siempre caer bien y ser aceptado en medio de los hombres.

Decía el Padre Kentenich: “Venden su simpatía y su aprobación por un par de palabras amables, por algunos mimos o galanteos. Sus resentimientos los hacen condenar y quemar hoy aquello que ayer adoraban y pregonaban como excelente”[3].

Me encuentro con muy pocas personas verdaderamente de una pieza. Sólidas, estables, maduras, inamovibles como una roca.

Veo a muchos que cambian de un lado al otro dependiendo de sus necesidades, de las personas con las que conviven. Hoy piensan de una forma, mañana cambian. Todo es posible.

¿Cómo puedo hacer para educar el corazón de tal manera que se mantenga firme y recio en medio de la lucha? ¿Cómo logro educar mis afectos desordenados para que reine en ellos algo de paz?

Hoy escucho: “Pues donde existen envidias y espíritu de contienda, allí hay desconcierto y toda clase de maldad. Pedís y no recibís porque pedís mal, con la intención de malgastarlo en vuestras pasiones”.

Las búsquedas enfermizas de mi propio yo me llevan por caminos insanos. Siento que muchas de mis condenas nacen de mi rencor. Del odio guardado en algún lugar escondido del alma.

Y me sorprendo a mí mismo reaccionando de forma desproporcionada ante una mínima ofensa. Algo no está bien en lo más profundo de mi alma.

Quiero dejar que Dios mire ahí donde yo casi no me atrevo a mirar. Quiero dejar que Jesús acaricie con su mano mis heridas. Tal vez así iré sanando poco a poco. En eso confío.

[1]Kentenich Reader Tomo 2: Estudiar al Fundador, Peter Locher, Jonathan Niehaus

[2] Young, Wm. Paul. La Cabaña: Donde la Tragedia Se Encuentra Con la Eternidad

[3]Un paso audaz: El tercer hito de la familia de Schoenstatt, Rafael Fernández

Por Carlos Padilla Esteban

 

 

Reconocen la labor de agricultores y agricultoras

Tras los graves incendios forestales que se están sucediendo en toda España y especialmente en la Comunidad Autónoma de Aragón en los últimos días, la Unión de Agricultores y Ganaderos de Aragón, ha querido destacar la gran labor que muchas agricultoras y agricultores han estado realizando en los mismos apoyando sin descanso a los efectivos puestos por los Gobiernos.

Entre otros hay que resaltar la gran virulencia y dimensión del último incendio en la zona del Moncayo, donde muchos municipios se han visto afectados de forma simultánea y en zonas muy complicadas. En estos casos, la incansable acción de las agricultoras y agricultores con sus tractores y maquinaria en pro de salvaguardar los cascos urbanos de sus municipios y elementos importantes de sus territorios, y, en apoyo a los medios dispuestos por la administración, han sido imprescindible para ayudar a controlar el fuego y a minimizar la superficie quemada.

Es por ello, que desde la organización UAGA quieren “alabar, agradecer y poner en valor el trabajo de las personas profesionales del sector agrario por la gran labor que están realizando en el control de incendios y por estar siempre al pie del cañón en estos acontecimientos, aportando su maquinaria y defendiendo el territorio. Hay que reseñar que el conocimiento que tienen agricultoras y agricultores y ganaderas y ganaderos del territorio rural hace que puedan desempeñar un papel importante a la hora de atajar estos incendios”.

Además, creo es muy importante remarcar la gran labor que realiza la ganadería extensiva (ovino y vacuno) en el mantenimiento de los montes y como acción de prevención contra incendios, incluido el sector apícola. Un sector, este último, que se ha visto afectado en el incendio de Ateca y que ha sufriendo mucho por el fuego desatado en la zona del Moncayo, en el que se han quemado muchas colmenas y muchos asentamientos apícolas se están viendo gravemente comprometidos, sector que realiza una labor medioambiental imprescindible.

Jesús Domingo Martínez

 

Naturaleza, caos y horror, paz y belleza

En la naturaleza el caos y el horror conviven con la paz y la belleza. La lluvia puede tornarse tormenta; un río es siempre peligroso; en la noche rondan jabalíes y lobos; el fuego permite vivir, pero, sin control, arrasa con la vida. Sobre todo, huyamos de ciertos relatos que se refieren a la naturaleza como un ente con el que se puede establecer una relación personal, convirtiendo en una idolatría pagana e insustancial la relación impersonal, pero no por ello menos auténtica, que ha de tenerse con lo creado como un medio de conocimiento y relación, ésta sí que es personal, con el Creador.

En relación a la pregunta, ¿hay que volver a la vida rural? No sé hasta qué punto es posible y necesario, aunque este verano en llamas evidencia que apoyar la que queda en España debe dejar de ser una propuesta electoral y pasar a medida prioritaria. De hecho, la prevención forestal tradicional ha consistido en que los habitantes de los pueblos, huyendo de polvorines partidistas, actúen como leales administradores de sus campos y montes que, por otro lado, disfrutamos los que salimos de la ciudad en cuanto podemos. 

Para acabar, quiero recordar que, lo que sí resulta vital es recuperar lo que provoca en nosotros la contemplación y la relación con la naturaleza: la capacidad de abrirse al misterio y a la inmensidad de lo que nos rodea; asumir la realidad y la pequeñez de lo que somos con humildad y temor. Volver a enmudecer de asombro.

Jesús Domingo Martínez

 

Matrimonio indisoluble en peligro

Hoy en día, por las condiciones sociales en las que se vive en Occidente, las dificultades para la fidelidad se hacen más habituales. Entre otras cosas porque para muchos buenos cristianos casados felizmente por la Iglesia, los modos de vivir, el crearse necesidades de nivel económico, el gusto de viajar, tener todos los artilugios modernos para la casa, etcétera, hace que surjan tensiones. Sobre todo porque es fácil que predomine el egoísmo.

El matrimonio solo tendrá éxito desde el momento en que los contrayentes tengan una intención indiscutible de crecer en el amor. Eso significa pensar en el otro, que es muy distinto que pensar en uno mismo. Significa vivir para los hijos, pensando en lo que les conviene y ser muy conscientes de que no les conviene tener de todo. En un mundo de caprichos, si no estamos al tanto, el desastre está cercano. Desde este planteamiento de generosidad, el matrimonio no es ya solo indisoluble si no que es un matrimonio feliz, una familia feliz. Con una felicidad profunda, que surge de la entrega, de tener a Dios presente, de pensar siempre en lo mejor para el cónyuge, para los hijos, o sea para la familia.

Desgraciadamente el ambiente social no va por esos caminos. Es distinto y genera divorcio. En el ambiente materialista que predomina, esos matrimonios no tienen niños y si los tienen, peor, porque crean pequeños monstruos que van a los suyo. La tendencia extendida de un trabajo que lo llena todo, unos padres que pasan 10 o 12 horas al día viviendo para su profesión, no para su familia, que tienen relaciones sociales de gran nivel, al margen de los hijos; todo eso, tan presente en la sociedad actual, es un desvarío que en muchos casos lleva a su matrimonia al fracaso.

Domingo Martínez Madrid

 

A una tierra tan martirizada

Recientemente, Ayuda a la Iglesia Necesitada ha pedido una pronta reacción de las autoridades nigerianas, el Papa Francisco lo ha pedido también en varias ocasiones. Es necesario que las autoridades nigerianas, las organizaciones internacionales y los principales actores políticos tomen nota de que la comunidad cristiana, que representa al 46% de la población nigeriana, así como las instituciones eclesiásticas están seriamente amenazadas y que la intervención es urgente para garantizar la seguridad de tantos, que viven libre y valientemente su fe, en un entorno cada vez más hostil.

Nada de lo que les sucede a estos hermanos nuestros, cristianos, nos puede ser ajeno. Por eso es urgente, también nuestra colaboración, en la medida en que nos sea posible, poniendo altavoz y denunciando lo que sucede mientras otros callan o miran para otro lado, rezando por las víctimas y por la conversión de sus asesinos, y pidiendo que la paz llegue cuanto antes a una tierra tan martirizada como ahora está siendo Nigeria.

Juan García. 

 

La dimensión ética

Hasta ahora, la dimensión ética del progreso científico se había planteado sobre todo en el entorno de la intervención en los procesos esenciales de la vida humana: desde la concepción y el embarazo, hasta los cuidados paliativos y la muerte. Uno de los grandes principios de la bioética fue siempre que no todo lo que la ciencia o la técnica podían hacer era compatible con la dignidad de la persona; por tanto, no se debía hacer todo lo que era técnicamente posible.

Esa perspectiva se impone cada vez más en todos los aspectos del comportamiento humano, justamente porque ha crecido el doble poder creador y destructivo ligado al progreso. Basta pensar, en el contexto de la invasión de Ucrania, en la necesaria refundación del derecho internacional humanitario o en la justificación ética de la carrera de armamentos. Al menos, para sortear el dilema propuesto por el gran Edgar Morin entre homo sapiens y homo demens. O la frecuente dialéctica entre visionarios y retrógrados, apocalípticos e integrados... Porque IA y big data pueden aplicarse a la lucha contra la enfermedad, pero son el nervio de la videovigilancia totalitaria del partido único en China.

La aplicación indiscriminada de dogmas económicos puede llevar a la crueldad. Por eso suscita también reacciones emocionales, insuficientemente pensadas, que pueden despreciarse como irreales, utópicas, simplistas, populistas. Tal vez algunas lo fueron. Pero cada vez son más nítidos los avances éticos en términos de responsabilidad social de la empresa, de inversiones modalizadas por las grandes cuestiones humanas y ecológicas de nuestro tiempo.

Juan García. 

 

 

Sociedad indefensa, acobardada, con miedos

 

                                Los gobiernos de que nos habla la historia, en todos los tiempos, han gobernado de forma que se les tema, más que se les quiera; por ello han sido y siguen siendo, gobiernos sostenidos por grupos “afines” y nunca por la mayoría del pueblo que han pretendido gobernar; de ahí se derivan todos los incidentes y tragedias recogidas por la historia “del mono humano”; puesto que si el gobernante favorece a un sector o grupos, es a costa del resto que los perjudica. En realidad “nada nuevo bajo el Sol”; puesto que es por ello por lo que todos los sistemas han fracasado y van a seguir fracasando; y será así, por cuanto, la “balanza de la justicia, es muy difícil de aplicar, por las debilidades y complejos del que se atreve a ejercer el gobierno… cualquier tipo de gobierno, de mayor o menor rango”. Además y como ocurre hoy, los que mandan, no han ejercido oficio alguno, que les acredite sepan dirigir, cualquier negocio en su vida privada.

                                ¿Qué podemos observar hoy en nuestros propios entornos? Lo primero es la falta de líderes verdaderos, que hoy no hay ninguno sobre la corteza terrestre; hoy se denominan “líderes” a simples o pobres mediocridades, cuando no a seres imbuidos en poderes ficticios, que al ejercerlos de forma tiránica, provocan el miedo, a la corte o coorte de aduladores, que los endiosan, por cuanto no tienen más remedio, o porque incluso les puede ir la vida en caso contrario.

                                Fuera de esos “círculos de poder”, el resto estamos indefensos y sometidos a los caprichos, de quienes dicen gobernar pero que no gobiernan, simplemente nos imponen lo que a ellos y sus allegados, interesa; lo que provoca las situaciones que ahora mismo nos obligan a vivir y que como “todo lo peligroso”, ni sabemos hasta dónde y cuándo nos llevarán, “a los extremos de siempre”; de los que llegados a ellos, sólo queda el fatídico, “volver a empezar”, que es lo que certifica la marcha del ser humano y su triste historia.

                                Ha sido el miedo y el terror, el arma política y como siempre, las masas contaminadas de ello, andan desorientadas y temerosas, hasta tales puntos, que como hoy ocurre en mi entorno, que y por ejemplo; vas por la calle y por tu acerado y viene de frente otra u otras personas, que simplemente, “te dan de lado”, puesto que temen ser contagiadas por el maldito “virus chino”; el que igualmente impide que llegando a tomar el ascensor, la gente eluda la compañía de otro pasajero y emprenda su subida o bajada sólo, ya que así se considera más seguro de no “coger el virus, chino, o quizá ya otros (como el “del mono”) que los gobiernos andan propagando su existencia como una nueva plaga y lo que antes hicieron igual, con el “Sida”.  Que ahora se suma a la inflación que han provocado, la que ya impide a grandes masas, el pensar en que pueden calentarse el próximo invierno o refrigerarse en este verano calurosísimo, simplemente por cuanto los carburantes y la electricidad, vuelven a ser lo que fueron al principio de su aplicación, “sólo lujo para los pudientes”; al igual que ya ocurre en las tiendas y supermercados, donde el pollo o los huevos, los han subido a precios “astronómicos” y no digamos de otros productos de más precio, que ya vuelven a ser sólo adquiribles, por los que tienen medios suficientes y de sobra, que cada vez serán menos; puesto que el empobrecimiento sigue.

                                Mientras todos los medios de “información-desinformación o simple adoctrinamiento”, dominados por el dinero público y sus subvenciones; fomentan a los ídolos y espectáculos de masas, que no es otra cosa, que el famoso y antiguo, “pan y circo romano”; como atestigua, el relato que les copio, relativo a unas termas famosas y romanas, de las que hoy sólo quedan, las ruinas y los ripios de ellas.

                                “Con la construcción de estos baños grandiosos y gratuitos, los emperadores conquistaban a sus súbditos. “¿Qué hay peor que Nerón?” Se preguntaba Marcial. “¿Y qué mejor que sus termas?” Allí acudían todos los romanos, hombres y mujeres, jóvenes y viejos, ricos y pobres. Algunos se bañaban y se tendían en los lechos de masaje, otros jugaban a la pelota y otros… TODO GRATUITO Y PAGADO POR EL EMPERADOR… (Del libro de Irene Vallejo: “El infinito en un junco”, de amplísima e ilustrativa lectura, sobre el hombre y su andar por el mundo, en milenios”.

                                ¿Líderes hoy que traten de enseñar a las masas? Absurdo pensar hoy, desde un Cristo, a un Buda o Confucio, menos a un Marco Aurelio, Epicteto o Séneca; imposible a un Espartaco, Viriato; o los más modernos, monjes rebeldes, cuales fueron, Giordano Bruno, Savonarola, o Martín Lutero; Juan (Jan) Huss; ni tampoco los últimos como Gandhi, y sus discípulos, Martín Lutero o Mandela; (Les sugiero vean biografías condensadas en Internet); y quizá alguno otro; después nadie, todos han sido y siguen siendo, simples demagogos, mercenarios en busca de poder y fortuna; y para lo cual, no hay más que el medio de siempre; la tiranía, más o menos disfrazada, de democracias que ya ni lo son; y las armas efectivas de siempre, o los “cocos” modernos, que son más que suficientes, para tener sujetos y dóciles, a las masas, que como mucho y con miedo, el que sabe y que son pocos… “protesta en la taberna o  bar,  que son los sucedáneos de aquellos ostentosos baños que pagaba el César, o sea y como hoy, el dinero del contribuyente, puesto que nunca hemos pagado más impuestos, que en esta época que nos han tocado vivir, y que los canallas sin escrúpulos, dicen que, “es de progreso”… de lo que sólo puedes, “carcajearte a mandíbula batiente y poco más, puesto que esto ya es un cáncer y del tipo incurable, y el que lo tienen bien estudiado y sujeto”.

 

Antonio García Fuentes

(Escritor y filósofo)

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